EL MALENTENDIDO:


La familia de Katie ya conocía a Ryder. ¿Cómo no conocerle? Era el mejor amigo de Katie, así como también su contacto cuando necesitaban ayuda con su hija, principalmente, cuando ella estaba tan ocupada que no podía ir a casa por su cumpleaños, entonces la PAW Patrol organizaba la fiesta en su nombre. Se había vuelto costumbre de todos los años llamar al chico y también se había vuelto costumbre para él tenerlo todo listo de antemano para la fecha, a lo que educadamente Katie solo fingía sorpresa.

Por desgracia, para esas fechas William había estado siempre ocupado, entre estudios, competiciones de surf u otras cosas no podía contactar con su hermana más que por llamadas, o por el poco tiempo que ella pasaba en casa al año, por lo que tampoco podía estar presente cuando sus padres contactaron con el famoso amigo de su hermana.

Una vez, en un viaje a Adventure City, William había visto la segunda Torre de Control de la PAW Patrol. Grande, imponente, destacando entre el resto de edificios altos de la gran ciudad. Un ejemplo de cuánto éxito podía lograr un muchacho incluso más joven que él y si Will fuera ese tipo de persona, podría haberse sentido celoso, por el contrario quedó boquiabierto y admirado. Aquella vez había sentido el impulso de entrar en la Torre y lo hizo. Era inmensa y no había un solo humano aparte de él en el espacio. Todos los perros otrora en situación de calle en Adventure City tenían un techo y comida caliente del cual resguardarse del frío y del hambre y los más aventureros podían incluso entrenarse para ser miembros oficiales de la PAW Patrol. En solo unos pocos años un simple niño había creado toda una red de ayuda conformada por perros. Eso era simplemente magnífico, mucho más grande que lo que su hermana le había contado.

Para mala suerte de Will, Ryder no se encontraba presente en la ciudad entonces, por lo que no había podido agradecerle en persona la ayuda prestada como hubiera deseado, pero una perrita de raza con un lindo pelaje castaño claro adornado con dos manchas más oscuras y un collar rosa, a todas luces la jefa en funciones por como el resto de perros sin collar (aprendices, supuso), así fueran tres veces más grandes que ella, se apartaron de su camino para dejarla pasar, le había atendido en su lugar y le había aseguro que podía contactar con el jefe a través del comunicador de su collar y que no tardaría en aparecer. A ese chico solo le faltaba construir un teletransportador para aparecer y desaparecer de una base a otra a su antojo. William había declinado la oferta, después de todo sería molestarse demasiado solo para cruzar dos palabras, y por alguna razón que no había alcanzado a comprender le temblaban las piernas cuando salió del edificio. Era casi de ciencia ficción y sin embargo era real.

Esa misma noche había buscado a la PAW Patrol en internet. A pesar de que solo existían en Adventure City y en la pequeña Adventure Bay, la red estaba completa con imágenes y vídeos de perros con uniforme salvando el día, ya fuera en cosas pequeñas o rescates realmente peligrosos. Se le encogió el corazón cuando algún perro tenía que ser auxiliado con rapidez o enviado al hospital, para ser inmediatamente sustituido por otro. Estuvo un tiempo conectado hasta que al fin lo vio, a Ryder. Lo que tenía de exitoso también debía tenerlo de humilde, porque estaba casi escondido al fondo de los vídeos, dando órdenes cuando algún vídeo aficionado grababa un rescate para obtener likes en sus redes sociales, o viendo con orgullo a sus cachorros desde lejos cuando alguno de ellos era entrevistado. Tras una pequeña búsqueda se dio cuenta de que a pesar de haber creado una maravilla, la única entrevista que alguien había logrado hacerle al creador de la PAW Patrol era bastante antigua, cuando era un niño. La noticia pertenecía únicamente al noticiario local de Adventure Bay y ya se había quedado obsoleta. Will nunca habría conseguido el vídeo si no fuera por la potencia de las redes sociales. Al parecer lograr entrevistar al adolescente prodigio era el sueño imposible de varios periodistas, tanto humanos como animales, tenía por costumbre dejarle toda la gloria a su Pastor Alemán de más confianza o algún otro de los primeros miembros originales salidos de la pequeña bahía que ellos habían logrado poner en los mapas con su fama.

William no lo habría admitido entonces, pero la visión de ese genio de en aquella época solo 14 años, aunque fuera a través de una pantalla y teniendo que hacer zoom, había hecho su corazón saltarse un latido y luego ir realmente rápido. El sonido de su voz, que atravesaba los cambios propios de la pubertad, dando órdenes en un tono que no necesitaba ni siquiera ser autoritario para ser respetado, a un número aparentemente incontable de perros sin perder ni un solo segundo la calma ni el control de la situación, visitaba la mente de William con más frecuencia de la que el rubio estaba dispuesto a admitir. Ese chico, el admirado, el codiciado, la leyenda, era el mejor amigo de su hermana, y tal vez en el futuro su cuñado, porque ese tipo de historias siempre terminaban así, por lo que no tenía derecho a pensar en él de esa forma. No lo haría. Aunque su hermana siempre rodase los ojos cuando sus padres en broma le preguntaban como le iban las cosas con ese chico de Adventure Bay.

Ese chico pensaba todas esas veces William con algo de burla. Como si fuera alguien corriente, como si el país (y puede que el planeta al completo) no hablase de él. Pero mientras el matrimonio se metía con su hija, su abuela Margaret se le quedaba viendo a él, como si la anciana pudiese ver en su expresión lo que su corazón ocultaba de los demás, lo que él mismo se negaba una y otra vez. Le gustaba Ryder y era algo completamente absurdo. ¡Absurdo! Ni siquiera le conocía en persona. No podías enamorarte de alguien solo por haberle visto en unos tontos vídeos de Youtube. No se cansaba de repetirlo dentro de si.

La abuela nunca dijo nada al respecto y él mismo se olvidó de sus tribulaciones cuando comenzó a salir con chicos. Ninguno le duró más de un mes, pero, eh, era lo propio de los adolescentes y él no esperaba encontrar a ningún Romeo. Mientras él perdía el tiempo con sapos, la influencia de la PAW Patrol crecía y la frase "el mejor amigo del hombre" estaba cambiando para siempre de significado en la mente de las personas, pero él evitaba de forma inconsciente cualquier noticia o conversación que escuchase al respecto.

Su último "novio" había sido particularmente un desastre, muy dulce al principio, un total idiota después, y tras vaticinarle un futuro y una muerte solitaria, el chico se había largado de su vida dando un portazo y no pasó mucho hasta que Will le viese en los pasillos del instituto metiéndole la lengua hasta la garganta a otro inocente. No le dolió ni un poco. Lo único que recordaba de ese día es que su abuela le había invitado a helado y comprado una tabla de surf nueva.

No buscaba un Romeo dispuesto a morir por él, pero desde luego no se iba a conformar con un idiota, eso se lo prometió ese mismo día. Y en cuanto a los chicos como Ryder… Esos quedaban fuera de su liga. Hacía mejor en pensar en si mismo, al menos por un tiempo.


—Definitivamente no —gruñó Katie lanzando una nueva prenda desde el fondo del armario al suelo.

Ryder no podía hacer más que ver como su mejor amiga desordenaba su habitación en busca de algo decente. Finalmente se giró para ver a su novio con cara de cachorro, como suplicándole que lo salvase de ella, pero Will negó con la cabeza y una ligera sonrisa apareció en sus labios, mientras los cachorros caminaban por ahí poniéndose la ropa de su dueño o jugando con ella. Ryder se quejó sin palabras, estaban disfrutando su humillación los condenados.

—No me puedo creer que en todo tu armario no tengas ni una sola prenda que no tenga nada que ver con la Paw Patrol —comentó la muchacha hastiada.

—Es… Mi carta de presentación —se defendió Ryder pobremente.

Esa misma mañana los hermanos habían recibido una llamada de sus padres de que el capitán del crucero en el que iban había tenido que hacer un cambio de ruta de emergencia por un cambio repentino en el tiempo y su siguiente parada no era otra que el puerto de Adventure Bay.

—Definitivamente no vas a conocer a mis padres… Así —convino señalando la ropa que llevaba el chico.

— ¡Hey! —se quejó ligeramente ofendido. Ya estaba suficientemente nervioso, gracias.

Pero en el fondo, comenzaba a pensar que Katie tenía un punto. Nunca se había fijado en algo a sus ojos tan ridículo como la ropa, pero ahora que se daba cuenta, viendo que a su novio le gustaba vestir como lo haría un magnate de negocios (no que no le gustara la vista de eso) y fijándose mejor en la joyería que Katie lucía de vez en cuando cuando no trabajaba en la clínica, su pulcro maquillaje, la manicura… Sí, podría decir que había algo de costoso en como lucía su amiga y podía permitírselo, después de todo a la clínica no le iba nada mal. Un detalle del que por ejemplo Skye pudo haberse fijado hace mucho, pues era Katie la que le proporcionaba las paletas de sombras que la Cokapoo tanto adoraba, pero él desde luego no. Y además se acercaba la fiesta de Navidad en la plaza de Adventure Bay, para más. ¿Quién le podía asegurar a Ryder que sus suegros no eran muy críticos con la primera impresión? ¿Y si no les gustaba la idea de ver a su hijo al lado de un chico que llevaba pantalones de montaña y un chaleco algo gastados? Su ropa no estaba pensada para presumir, si no para moverse cómodamente en caso de emergencia, ¿pero qué pasaba si Henry y Jessica no se paraban a pensar en ello? A Ryder no le importaba gastar dinero, cuando se trataba de algún chisme necesario para la PAW Patrol o algún capricho para los cachorros, pero casi nunca pensaba en sí mismo.

Will se acercó a él al notar su nerviosismo y describió círculos en su espalda con una mano, para calmarlo.

—No te preocupes, les encantarás —le aseguró con una sonrisa brillante, la verdad él estaba algo nervioso también, pero sobretodo emocionado. Era la primera vez que les iba a presentar a sus padres un novio serio—. Eres genial.

El cumplido inocente logró teñir de un ligero rosa las mejillas de Ryder y el "Awweeeeee" que siguió de parte de los cachorros lo volvió rojo intenso. Se preguntaba si algún día se podría acostumbrar a esto de tener novio sin sentir vergüenza en público cuando su corazón iba rápido.

Katie carraspeo y Will vio hacía su hermana.

—No seas muy dura con él, yo opino que luce muy bien —aseguró—. 100% estilo Ryder, mi favorito.

El corazón del castaño iba tan rápido que se quedó sin palabras. ¿Es qué ese chico no se cansaba de ser encantador? Sin embargo, aunque no dijo nada, Will vio todo lo que le gustaría escuchar en sus ojos. Sabía que Ryder aun necesitaba tiempo para sentirse plenamente cómodo como para ofrecerle muestras de cariño en público, pero no le importaba lo más mínimo. Ser el chico que podía hacer que el gran líder y creador de PAW Patrol se pusiera nervioso y se derritiera solo con un par de palabras lindas era de lo más embriagante y halagador. La inocencia de su novio era toda una delicia de ver. Saber que sus halagos eran bien recibidos también se sentía bien. Y pensar que por orgullo se podría haber perdido todo eso…

—Hey, tortolitos —la voz de Katie y las risas de los cachorros lo sacó de sus pensamientos—, lleváis viendoos como unos… ¿cinco segundos? Suficiente para sentirme incómoda.

Los regañó, sin embargo una sonrisa pequeña apareció en su cara. No podía estar enfadada con Ryder por "robarle" la atención de William. Si era un poco molesto que ahora el apoyo de su hermano mayor se inclinase más por el lado de su mejor amigo que por el de ella, cuando antes siempre había podido contar con Will para decir que sí a cualquiera de sus caprichos. Por otra parte, en una relación o no, seguían siendo sus dos chicos favoritos en el mundo y sabía que, si quería, bastaba con ponerles ojitos a cualquiera de los dos para salirse con la suya.

—Recuerdo haberte visto con traje alguna vez —comentó Katie cambiando de tema, algo que ambos chicos agradecieron—, ¿dónde está?

—Eh… El traje, sí, está… —Ryder compartió miradas con sus cachorros, era obvio que todos compartían el mismo recuerdo de la misión en la montaña que los había obligado a todos a abandonar la fiesta de gala de la Alcaldesa Goodway con rapidez y que acabó muy bien para Jake, pero muy mal para la ropa de Ryder— Roto. Irremediablemente roto.

Katie se llevó una mano a la cabeza, pero luego sonrió.

— Está bien, no importa, es una excusa para ir de compras.

Skye reaccionó con felicidad ante las palabras de la humana, dejando de lado su mal intento de poner voz masculina para imitar a Ryder. Todavía llevaba encima una de las camisetas del chico que le cubría casi todo el cuerpo. El líder de PAW Patrol no sabía exactamente qué pensar ante tanto entusiasmo por su posible cambio de imagen. Vio hacía su novio con la cara "¿debería preocuparme?" escrita en los ojos. Will rió.

—No te preocupes, no dejaría que te dañara —aseguró fingiendo la galantería de un caballero y eso hizo a Ryder rodar los ojos.

El sonido del PAW Pad del chico interrumpió el momento, pero eso no es algo que sorprendiera a nadie. Adventure Bay con suerte y llegaba a los 100 habitantes en temporada alta de vacaciones, sin embargo las emergencias nunca descansaban. Ryder tomó el aparato que aún lucía una rotura en su pantalla, recuerdo del ataque de histeria del que no estaba nada orgulloso, pero no había tenido tiempo para cambiar el cristal de la pantalla… O hablando más claro, lo había tenido, pero había preferido pasarlo con William.

—Hola, Danny, como te… ¿Qué haces colgando del abeto de Navidad de la plaza? —cuestionó Ryder con los ojos ligeramente abiertos.

—Soy Danny X —le corrigió el chico por costumbre—, ayudadme a bajar de aquí, por favor, dudo que fuera buena idea tomarme ese café antes de hacer la acrobacia, creo que voy a echar la comida fue… —la piel del pecoso lucía más lechosa de lo normal y se tapó la boca rápidamente, para no cumplir con lo que sospechaba.

—Vamos en seguida, Danny.

A Ryder no le quedó otra opción más que disculparse con los hermanos y desplegarse junto a sus cachorros.

—Es como… La sexta vez que ese chico lo llama esta semana —notó Will ayudando a su hermana a deshacer el desorden que la chica había amontonado en la habitación de Ryder— o puede que la séptima.

— ¿Celoso? —lo picó su hermana— Danny es demasiado soñador y cabezota, pero nunca aprende de sus errores y Ryder… Bueno, tu chico es demasiado bueno como para regañarlo de verdad. Solo espero que no se rompa la cabeza un día, Ryder se culparía demasiado por no llegar a tiempo y entonces tendríamos dos problemas.

Aún era algo extraño para ella decir "tu chico" cuando hablaba con su hermano, en especial si ese chico era Ryder, pero tenía su tinte divertido y en cierta manera, algo tierno.

—No es mi chico, está conmigo porque quiere —la corrigió, pero aun así una sonrisa se formó en sus labios— y no estoy celoso, solo me llama la atención.

Sin embargo un poco molesto si estaba. Podía comprender las aspiraciones de Danny, cuando conoció al chico la primera vez que vio a Ryder salvarlo pudo ver en sus ojos la pasión que le movía a cumplir sus sueños, lo mismo que él sentía sobre una tabla de surf, sin embargo era una pasión ciega que le impedía ver cuan cerca había estado de la muerte y nadie hacía nada. William se preguntaba donde estaban los padres de ese chico, si no lo frenaban aunque fuese un poco dudaba que Danny llegase entero a los 20 años, si llegaba. La primera vez que una llamada del adolescente interrumpió una de sus citas con Ryder después de que terminó el periodo escolar, sintió curiosidad, la segunda vez en poco tiempo ya sentía verdadera preocupación por el kamicaze, la tercera vez comenzó a molestarse.

No creía que el pelirrojo se pusiese en peligro a propósito para que Ryder fuese a salvarle. Había visto como las chicas de Adventure Bay se paraban a mirar al castaño dos veces y el despistado de su novio, el tierno de su novio, ni siquiera se daba cuenta, por lo que no tenía motivos para temer que Ryder se fijase en otra persona, pero solo si Danny tuviera un poco de sentido común, no le robaría a Will tanto tiempo de calidad con su novio.

—Lo que digas, hermanito, ¿seguro estás bien con eso?

— Perfectamente bien.

Después de todo, no es como que él no disfrutase de la vista de ver a Ryder siendo un héroe no para pavonearse, si no por verdadera vocación. Cada vez que lo veía desempeñando su trabajo, sus ojos brillantes, los abrazos cálidos llenos de felicidad que le daba después de cumplir una misión de rescate con éxito, le asaltaba la certeza de que había elegido bien, que estaba con el chico con el que estaba destinado a estar… O era solo tal vez porque llevaban poco juntos y por eso aun pensaba en tantas cursilerías tontas. Y si había en la escena alguien que mereciera estar celoso, esos eran los cachorros, después de todo el tiempo libre que Ryder les había estado dedicando hasta hace poco, ahora se lo entregaba casi por entero a Will. Pero estaba bien, ellos entendían. Lo que no sabía es como iba hacer cuando la Navidad pasase y… Tuviese que volver a casa. Todavía no se lo había comentado a Ryder, aun no se atrevía. Prefería disfrutar de ese invierno a su lado todo lo que pudiese antes de hablar de despedidas, antes de tener que concretar una relación a distancia o… Un rompimiento.

—Will, ¿estás seguro de qué estás bien? Ryder no te ha vuelto a hacer nada malo, ¿no es así? Porque si lo hizo… —un ceño fruncido se instaló en el bello rostro de su hermana.

Will sabía bien que Katie enfadada era terrible y también era muy capaz de arrancarle la cabeza a cualquiera que quisiera hacerle daño, incluso a Ryder, y eso a Will le preocupaba un poco, porque ya había experimentado varias rupturas y si eso le llegaba a pasar de nuevo con Ryder (por mucho que le doliese solo pensar en ello), lo que menos quería era que su relación también pudiera destruir por completo la amistad sincera de su hermana y de Ryder. Eso era algo que difícilmente se perdonaría.

Y este es otro motivo de porque uno no sale con los amigos de sus hermanas.

Will desestimó ese pensamiento tan rápido como apareció, no se iba a permitir dudar, no cuando tan difícil le había resultado en el pasado ser feliz. Mejor debía enfocarse en el presente y en el futuro más próximo, sus padres desembarcando en Adventure Bay. Posiblemente podía discutir con ellos una salida que le permitiese estudiar sin alejarse de su novio. Sí, en cuanto ellos conocieran a Ryder en persona iban a entender, estaba seguro.

—Will…

—Estoy bien, Katie —aseguró—, solo estaba pensando cómo será cuando terminen las vacaciones, con el tema de los estudios… Y Ryder. Voy a tener que dejarle.

Katie abrazó a su hermano.

— Todo estará bien —aseguró—, hay maneras. El mar es hermoso aquí, podrás surfear cuanto quieras y…

— ¿A dónde quieres llegar, Katie?

—Quédate —pidió—, con Ryder y conmigo. A la Alcaldesa no le importará inscribir a un chico más en el censo. Puedes ocupar mi habitación de sobra y por los estudios no es problema, Adventure Bay es muy pequeño, pero hay muy buenas escuelas en Adventure City y solo está a media hora de tren de distancia. Puedo ayudarte con la inscripción, hablaremos juntos con papá y mamá. Entenderán. Ellos me apoyaron en mi deseo de un cambio años atrás.

Will lo pensó, de verdad lo pensó. Tras unos segundos le devolvió el abrazo a su hermana.

—Gracias.

—No es nada. ¿Lo pensarás?

Asintió.

—Lo haré.

Pensó en los pros y contras, en sus padres y en su abuela y lo mucho que los iba a extrañar, también pensó en Ryder y en lo duro que iba a ser tener que despedirse de él. Así fuera solo por unos meses, la posibilidad de llegar a perder contacto con él durante ese tiempo le horrorizaba. No quería estar lejos de él y temía que se alejara. Esa necesidad no la había sentido antes por cualquier otro chico. Por otra parte su familia iba a estar siempre ahí, lo sabía, pero…

Katie palmeó su hombro.

—No tienes necesidad de decidirlo ahora. Tranquilo, sé que es algo difícil. No viniste aquí con la idea de encontrar el amor, después de todo.

Asintió.

—Venga —lo instó—, salgamos de aquí, puede que Ryder esté ocupado, pero yo no, y conozco sus medidas, le conseguiré un traje decente.

Ambos abandonaron la Torre de Control sin ser conscientes de que los cachorros habían escuchado parte de su conversación.

Salvar a Danny no era algo potencialmente peligroso, por lo que Ryder solo se había llevado consigo a Chase y a Marshall. El resto de cachorros habían tenido la idea de regresar con los hermanos, hasta que escucharon algo que tal vez no debieron oír. O tal vez debieron molestarse en escuchar hasta el final.

— ¡Will va a dejar a Ryder! —exclamó Rubble, horrorizado.

Eso le dolía más que a cualquier otro, después de todo era el más imaginativo y romántico del grupo y la idea de ver un "felices para siempre" destruido ante sus ojos era demasiado para él. Se lamió la nariz con nerviosismo.

—Pobre Ryder —susurró Skye, conteniendo algunas lágrimas—, estaba tan feliz… No quiero que vuelva a hundirse, si él está triste, yo lo estoy.

Rubble, Zuma y Rocky asintieron con la cabeza al escuchar sus palabras. Ellos sentían exactamente lo mismo.

— ¿Cómo se atreve ese surfero de cuarta a jugar con los sentimientos de nuestro humano? —gruñó Zuma.

—Pensé que lo admirabas —dejo caer Rubble, tratando de consolar a Skye.

—No si hace daño a Ryder —gruñó—, si se atreve lo seguiré y le morderé el trasero con fuerza. Me da igual lo que diga Chase.

—Viejo, Chase sería el primero en despedazarlo —dejo caer Rocky.

Conociendo al Pastor Alemán, si se trataba de Ryder seguramente trataría de contenerse y dar ejemplo, pero posiblemente perdería la batalla. Después de todo parecía que el perro policía era el único que aun no había aceptado a Will del todo. Se paseaba algo reticente a su lado a veces, le hablaba con respeto cuando tenía que hacerlo, pero marcando distancias, y cuando la pareja salía junta el Pastor Alemán no les quitaba la vista de encima a una distancia prudente. Como si Ryder fuera un tesoro valioso que proteger y Will un posible ladrón. Skye había tenido que regañarle muchas veces por lo mismo.

«Por favor, Chase, madura, dales privacidad» tenía que repetirle una y otra vez.

—No se lo permitiré —aseguró la Cockapoo, leyéndole la mente a sus compañeros, y suspiró—, ya casi le da un infarto cuando descubrió las multas de tráfico que Ryder trató de ocultar de él.

Había sido chistoso de cierta manera y un espectáculo único. Chase había dado un sermón, Ryder había bajado la cabeza como un niño travieso que estuviera recibiendo un regaño de su padre y todo terminó con el Pastor Alemán jurando que William se las iba a ver con él si hacía que Ryder se desviase de nuevo del camino de la rectitud, para terminar dramatizando en brazos del chico y haciéndole prometerle que no volvería a hacer nada así por causa de unos ojos bonitos. Había sido vergonzoso para Ryder, chistoso para los demás, terrible para Chase.

Zuma vio en dirección a Rocky.

—Viejo, tú eres el friki del ajedrez, ¿qué movimiento hacemos? ¿Le decimos a Ryder lo que hemos descubierto?

Rocky lo pensó antes de negar con la cabeza.

—Es un movimiento peligroso que podría volverse en nuestra contra rápidamente, es muy temprano para dejar al rey desprotegido.

— ¿Entonces nos quedamos sin hacer nada y dejamos qué le rompa el corazón? —lo presionó.

—Calma —gruñó el mestizo—, déjame pensar, ¿sí? Normalmente los adolescentes enamorados no entienden razones.

Rubble suspiró.

—Todo era más fácil cuando eramos cachorros de verdad.

—Calma Rubble, no hay ruptura que no se pueda arreglar con una noche de película, manta y copos de avena… Espero —añadió Skye, algo dubitativa—. ¿A los chicos os gustan las noches de película y manta, verdad?

Los tres perros se miraron entre sí sin decir nada por un momento. Skye suspiró derrotada, entendiendo el mensaje.

—A mi me gustan —añadió Rubble finalmente, tratando de suavizar el golpe.

—Gracias —murmuró la Cockapoo.

— ¿Entonces el panorama oficial es que le van a romper el corazón a Ryder y no podemos hacer nada más que ofrecerle un consuelo qué tal vez no quiera? —cuestionó Zuma, los otros tres cachorros asintieron—. ¡Vaya mier…!

—Cuidado con las palabras que salen de ese hocico —le frenó Skye con el ceño fruncido.

—Perdón.

—Viéndolo por el lado bueno —añadió Rocky—, Ryder volverá a tener tiempo para nosotros.

— ¿Y de qué nos sirve si de nuevo parecerá muerto en vida, Bobby Fischer? —lo interpeló Zuma.

—Solo trato de ser positivo —convino Rocky—, pero gracias por compararme con Fischer, aunque aun no soy tan bueno.

—Suficiente los dos —dijo Skye.

Tras eso, los cuatro guardaron silencio, en espera a que Ryder los contactase por si los necesitaba, aunque con el tiempo que había pasado ya debían estar a punto de regresar, si es que Danny no se había hecho daño.

Finalmente Rocky se inventó una excusa para mantener a su humano ocupado. Sin decírselo a sus compañeros, rompió su auto de reciclaje, tratando de que el sabotaje pasase de verdad por una avería que al chico podría habérsele pasado por alto en la última revisión. De momento lo único que se le ocurría era eso para distraerle y para que no pensara en Will.

Los otros tres cachorros solo trataron de no ver a Ryder con lástima cuando le vieron llegar con una gran sonrisa en los labios, de nuevo por una misión cumplida con éxito.

—Ryder —llamó Rocky en cuanto lo vio—, necesito tu ayuda ahora.

El chico lo siguió sin sospechar nada. Esperaba que de verdad funcionase, aunque fuese un poco.