Han pasado seis años desde aquella cena de navidad donde escuché la historia de las coronas malditas, estábamos en Agosto, aunque para la época, era un día bastante frío, después de mi cumpleaños numero once, esperando a la llegada de cierta ave mensajera que abriría las puertas a un camino mágico para mi y muchos otros niños. Al cabo de un rato escuché un golpe contra una de las ventanas de la planta baja de la casa, cuando fui a ver lo que era, la esperada lechuza de Hogwarts. Rápidamente metí a la pobre ave en casa y esta dejó caer la carta frente a mi. Mientras yo leía la carta, mis padres se ocupaban de que la lechuza no estuviese herida.
–¡Me han aceptado! ¡He entrado en Hogwarts!– Además de gritar, di varios saltos de alegría en el sitio, después tendría que prepararme para ir a comprar todos los materiales que necesitaba.
Unos días después, ya tuve que ir al callejón Diagon con mis padres, la llegada fue accidentada pues mi cara había terminado sucia por el hollín de la chimenea, poco después de quitarme la suciedad con magia, mis padres me dejaron sola para ir a comprar lo que necesitaba de cara a mi estancia en la escuela de magia. Durante mi camino hacia la librería de Flourish y Blotts, vi a lo lejos a un hombre muy alto que tenía una frondosa barba y a un niño con una cicatriz en la frente, poco después ya entré a la tienda de libros.
–Veamos, según la lista, tengo que comprar el libro reglamentario de hechizos de Miranda Goshawk, una historia de la magia, de Bathilda Bagshot, teoría mágica, de Adalbert Waffling, guía de transformación para principiantes, de Emeric Switch, mil hierbas mágicas y hongos, de Phylida Spore, filtros y pociones, de Arsenius Jigger, las fuerzas oscuras, una guía para la autoprotección, de Quentin Trimble y animales fantásticos y donde encontrarlos, de Newt Scamander– De solo mencionar el ultimo libro, no podía evitar sentirme emocionada, pues en casa tenía un ejemplar que mi abuelo materno me había comprado por mi cumpleaños, no solo eso, sino que era una edición especial firmada por el propio Scamander y con una dedicatoria del autor hacia mi.
Mientras iba buscando los libros que me faltaban, volví a ver al chico de la cicatriz, el cual buscaba los mismos libros que yo, bueno, había muchos niños haciendo la búsqueda de los libros. Cuando ya tuve todos los libros, fui al mostrador y pagué para después salir de allí en dirección al Emporio de la lechuza, nada mas entrar, me fijo en una lechuza azabache que estaba algo alejada del resto y me acerco a verla.
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–Disculpe, ¿Cuanto pide por esta lechuza?– Miro con atención a esa ave de plumas oscuras, la única que me había llamado la atención.
–Pues, esa lechuza en concreto vale 10 Sickles, es una ave muy trabajadora, pero a veces tiene un fuerte temperamento– El encargado de la tienda se acerca a bajar la jaula en cuestión y colocar un saco de alimento para lechuzas y algunos objetos para el cuidado de esta –A eso invita la casa–
–Gracias señor– Acto seguido salí de allí con mi nueva lechuza, Ónice, al mismo tiempo entraba una chica de cabello rubio y ojos azules con una lechuza en el hombro.
Dawn POV
Habiendo comprado todos los libros que necesitaba para las clases, me decidí por ir primero a comprar el uniforme a la tienda de Madame Malkin, después de comprarlo fui de camino a a la tienda de varitas de Ollivander, pude escuchar como la gente murmuraba cosas sobre mi como, "Ahí va ese monstruo de Grindelwald" o "Seguro que será una bruja oscura como el". Si bien esas cosas eran dolorosas para mi, decidí no hacerles caso y seguir mi camino hacia la tienda de varitas, una vez allí, el señor Ollivander me recibió con una sonrisa.
–Buenos días, venía a comprar mi varita– La joven Grindelwald sonreía amable al propietario de la tienda, queriendo causar una buena impresión.
–Mmm, Dawn Grindelwald, bienvenida, eres alguien famosa, tengo una varita especialmente seleccionada para ti– El señor mayor de la tienda giró a buscar entre las cajas de varitas hasta encontrar una en especial –una varita de abedul resistente, de largo, mide veinte centímetros y medio.El núcleo de esta varita es una garra de salamandra– El señor Ollivander me ofreció la varita para que yo la tomara.
Nada mas agarrar la varita y dar un suave movimiento con esta, se escuchó como un fuego se encendía sobre unos papeles en la trastienda, en ese momento dejo la varita sobre el mostrador estando algo asustada por lo que acabo de hacer.
–Tranquila jovencita, incluso los mejores magos han tenido problemas para elegir su varita– Ollivander guardó esa varita para cambiarla por otra, sería la segunda prueba para ver mi varita –Varita de madera de aliso con inscripción de runas. Tiene veinticinco centímetros de largo. Tiene un corazón de salamandra –El vendedor me pasó la varita a la espera de que esta vez funcionase.
Volví a hacer la prueba con la varita, en este caso, una de las estanterías de la tienda quedó inclinada hasta el punto de que todo su contenido acabó en el suelo, aunque ya no tan asustada, coloqué la varita en el mostrador nuevamente.
–Parece esa varita tampoco te va bien, entonces vamos a probar con esta otra– Una vez mas, el señor Ollivander me hizo entrega de una varita, esta parecía distinta a las otras dos –Madera de sauce, treinta centímetros, núcleo de garra de salamandra, flexibilidad media–
Esta vez agarré la varita y sentí algo raro, como si esta me aceptase, hice un movimiento con ella y todo lo provocado por las anteriores varitas se deshizo, esta vez sonreí acercándome al mostrador lista para pagar por el objeto mágico.
–Parece que ahora si, esta varita tiene buen criterio– El señor Ollivander me sonrió, contento con la varita que me había tocado –Son siete galeones pequeña–
–Si señor– Hice entrega de los galeones correspondientes para después salir de la tienda con mi varita recién comprada.
Después de la compra me puse en camino al Emporio de la lechuza, esperando poder comprar mi primera lechuza y las cosas necesarias para cuidarla. Por el camino, escuché una especie de graznido para luego sentir como algo se posaba en mi hombro, miré y vi que era una de esas aves que iba a buscar a la tienda, pero en estado salvaje, en ella era curioso su dorado plumaje, el cual combinaba con el blanco.
–Parece que quieres venirte conmigo, ¿Verdad pequeña?– Acerqué mi dedo al ave para acariciarla un poco con delicadeza, a lo cual no se negó.
Finalmente entré en la tienda especializada para lechuzas, pues tenía que comprar una placa para nombrar a mi salvaje amiga, comida para ella y una buena jaula. En total gasté 13 galeones, metí a la lechuza, Sage en la jaula y salí de la tienda. De camino al punto de reunión que había acordado con mis padres, accidentalmente choqué contra alguien que finalmente cayó al suelo, cuando este se levantó vi que era un chico rubio de ojos grises y que tenía el peinado mas horriblemente prepotente existente, engominado hacia atrás.
–¿Se puede saber donde vas? Ten cuidado con lo que haces– El chico mal peinado se veía resentido, aunque fue un accidente fortuito.
–Tu eres el que estaba parado en medio del camino, no es mi culpa si te atropellan por estar ahí– Respondí sintiéndome victoriosa, pues era verdad que tenía la razón.
–¿Que está pasando aquí?– Un hombre adulto, vestido principalmente de negro y con pelo rubio algo mas largo apareció por la espalda del niño frente a mi.
–¡Papá! ¡Está chica se ha atrevido a chocar contra mi con sus cosas de mestiza impura!– El niño prepotente estaba quejándose de mi llamándome cosas que no soy, iba a abrir la boca cuando el mayor me miró.
–Si, tiene pura de ser una impura, pero no podemos saberlo sin conocer su apellido, ¿Verdad señorita?– El rubio mayor mostraba la clase de cortesía de cuando te presentas ante alguien nuevo.
–Dawn Grindelwald Griffin, encantada– Fue lo que respondí intentando ser cortés con el hombre delante de mi, en cuanto al niño, le saqué la lengua de manera abierta.
–¡Papá! ¡Está niña es una irreverente!– Volvía a quejarse el niño de mi actitud, a lo que yo reí suavemente, despreocupada totalmente.
–Draco hijo, ya es hora de ir volviendo a casa, ¿Tienes todas tus compras?– El mayor se notaba nervioso, quizá por mi primer apellido, lo que vi fue como frenéticamente recogía el saco de comida de lechuza que se había caído al suelo y lo puso de vuelta en su sitio para después irse con su hijo.
Con una sonrisa victoriosa, seguí caminando hasta el lugar donde me encontraría con mis padres. Una vez allí, ellos me ayudaron para poder llevar las cosas a casa con los polvos flu y descansar antes del día de inicio de curso.
Fin POV Dawn
Como ya tenía mi lechuza, fui dando un paseo hacia Ollivanders para poder comprar la varita que iría conmigo durante toda mi estancia en la escuela de magia y hechicería mas prestigiosa de Londres. Ya dentro de la tienda, me acerqué al mostrador donde vería las varitas.
– Oh hola señorita, bienvenida a Ollivanders– El regente de la tienda tenía una sonrisa radiante aún viéndose mayor.
–Claro que si señor, me emociona ver que clase de varita me va a tocar– Claro que estaba emocionada, con esa varita iba a poder aprender muchos hechizos y mas cosas para preparar como bruja.
–Veamos, para ti, puede servir algo como esto– El señor Ollivander me mostró una varita –Madera de sauce, 12 centímetros, núcleo de pelo de unicornio–
Hice un movimiento rápido para probar la varita y de la nada varias cajas de varitas cayeron al suelo, dejé la varita en el mostrador un poco afligida por lo que había ocurrido, no pensaba tirar todas esas cajas al suelo.
–Tranquila, a todos les ocurre, todavía recuerdo cuando tus padres vinieron por primera vez a mi tienda, casi se quedan pegados porque les tocaron varitas gemelas– El vendedor no pudo evitar sonreír mas al recordar momentos del pasado, después tomó otra varita de una estantería cercana –Madera de roble, núcleo de pluma de garuda, once centímetros, flexible, prueba con esta pequeña–
Con una sonrisa agarré la varita e hice un ligero movimiento con ella, aunque la sonrisa se me fue cuando tuve que cerrar los ojos porque uno de los tinteros acabó vacíandose en mi cara.
–Permite que te ayude– El señor Ollivander me quitó la varita con suavidad para ponerme otra en la mano –Madera de carpe con núcleo de corazón de dragón, trece centímetros y flexiblemente elegante–
Noté algo raro al sentir esa varita entre mis manos y al mover esta, las cajas caídas volvieron a su sitio y la tinta al recipiente donde estaba. Ya después me giré hacia el creador de varitas con una sonrisa, lista para pagar por la varita que tenía en mis manos.
–Son siete galeones– Ollivander sonreía viéndome mientras yo hacía movimientos suaves con la varita.
Pagué el precio de la varita y salí junto a mis cosas en dirección a la tienda de túnicas de Madame Malkin, poco después salí de allí con el uniforme ya comprado y me puse en camino a buscar a mis padres, pues ya tenía todo lo que necesitaba y así poder volver juntos a casa. Por el camino me topé con un chico pelirrojo de mi edad.
–Hola– Saludé al chico pelirrojo que estaba enfrente de mi.
–Hola, me llamo Ron, ¿Y tu?– El ojiazul me devolvía el saludo en ese momento.
–Elizabeth, un placer Ron– Dije mi nombre con una sonrisa, este chico me había caído bien.
[IC]–Vaya vaya, un Weasley, la mas vergonzosa familia de magos, no deberías acercarte a el chica, podría contagiarte su penosidad– El rubio había llegado y solamente se burlaba del pelirrojo.
–Anda calla la boca rubio de bote, se que eres un Malfoy, tu familia se cree lo mas por tener favores extra con el ministerio de magia, pero en el fondo no sois mas que unas diminutas culebras que contaminan una sociedad justa– Dije todo aquello sin dudas, queriendo defender a mi nuevo amigo contra el rubio ponzoñoso que estaba ahí.
–Ah, ¿No eres una Malfoy? Creí que eras la prima de este egocéntrico o algo así– El Weasley dijo eso sin pensar, aunque bueno, eso es normal en Ron.
–¿Yo? ¿Prima de este egocéntrico? Eso es una ofensa muy grave Ronald Weasley– Sonrío diciendo eso al pelirrojo.
Al rato Ron se va con su familia, que por cierto, menudo ejercito de pelirrojos que eran, yo por mi parte volví con mis padres dejando ahí al rubio engreído, que tal parecía estaba solo para molestar a los demás. Cuando por fin mis padres y yo volvimos a casa, colocamos mis cosas en mis baúles, que eran de color negro y metalizados, ¿Por qué dos baúles? Porque aparte de mis materiales de clase, que irían en el baúl pequeño, pensaba llevarme mis colecciones de libros favoritas y el peluche del lobo que he tenido desde hace años. Ya un mes después, me encontraba con mis padres y abuelo en la estación de King Cross, desde allí atravesamos el pilar entre los andenes nueve y diez para llegar al 9 y , allí tuve que despedirme de mis padres para poder subir al Expreso de Hogwarts y meterme a un compartimento que estaba vacío en su totalidad, bueno, al menos en ese momento, porque dos gemelos pelirrojos mayores que yo y una chica de piel bastante oscura, de ojos negros y cabello castaño, ella también era mayor que yo.
–¡Hola!– Los dos gemelos saludaron al mismo tiempo, yo reí cuando hicieron, igual que la otra chica.
–Hola, soy Angelina Johnson, los graciosos pelirrojos son Fred y George Weasley, ¿Tu como te llamas?– Preguntó la de pelo castaño con calma.
–Elizabeth Evermoon, encantada Angelina, Gred, Feorge– Sonreí presentándome, aunque sentí que lo arruiné un poco al equivocarme con los nombres de los chicos Weasley.
–Espera, tu eres la chica que nos dijo nuestro hermano Ron, la que le defendió de ese Malfoy– Fred me miró de manera inquisitiva, pensando en una cosa.
–Ahora entiendo porque nuestro hermano dijo que te había confundido con esa familia, salvo en el color de ojos y el tono platino de tu pelo– Sin dudarlo, el que creo que era George me acarició suavemente el cabello, lo cual yo disfruté, pues siempre he cuidado la salud de mi pelo.
Al final, entre los dos hermanos se pusieron de acuerdo para hacerme cosquillas durante unos pocos minutos, deteniéndose antes de que la bruja del carrito llegara al lado de nuestro compartimento. Yo compré un par de bollitos de limón y una bebida de fresa, George, Fred y Angelina compraron unas ranas de chocolate, empezamos a comer aquellos dulces mientras hablábamos, nos contábamos cosas sobre sus familias, cuando cumplían años, incluso llegué a comentarles de mi condición de animaga registrada.
–Os pido que no les contéis a nadie eso, hay gente que podría llegar a molestarme solo por ser algo diferente a ellos– Aunque me molestaría que la gente me tratase mal por ello, a mis nuevos amigos les di una sonrisa de las que suelo tener habitualmente.
–Tranquila, no dejaríamos que nadie te moleste, ahora eres nuestra amiga– Fred dijo eso con una sonrisa, o quizá era George, todavía no me acostumbro.
–Tu serías una estupenda Gryffindor, has sido muy valiente al contarnos eso sobre ti– Pude sentir como Angelina colocaba su mano en mi cabeza con una sonrisa inspiradora.
Al poco rato, de una de las ranas de chocolate que tenía Fred, sacó el cromo de mago numero diecinueve, Newton Scamander, en el momento que lo vi, solté un chillido de emoción, era Newton Scamander, uno de los mejores expertos en criaturas mágicas del mundo y escritor del libro Animales fantásticos y donde encontrarlos.
–Oye, ¿Estás bien? Te ves demasiado eufórica, deberías tranquilizarte, tanta emoción no puede ser buena– George intentaba calmarme, cosa que funcionó a los pocos segundos.
–Estoy bien, pero ese cromo, es el gran Newton Scamander, es mi experto sobre animales mágicos favorito, fue con sus libros que empecé a sentir interés por los animales mágicos del mundo– Sonreí emocionada con un brillo en mis ojos azules, los cuales no dejaban de mirar hacia el cromo en las manos de uno de los pelirrojos.
–¿Quieres quedarte el cromo?– Asentí frenéticamente en respuesta a la pregunta, provocando las risas de mis tres compañeros de viaje, Fred me dio el cromo y yo lo agarré para apretarlo contra mi pecho.
–Gracias gracias gracias, eres el mejor– Sonreí guardando el cromo en un lugar seguro, poco después Angelina me ayudó a colocarme el uniforme.
–Si que eres fanática de ese hombre, incluso cuando no acabó sus estudios en Hogwarts– George dijo aquello mientras se colocaba el uniforme también, al igual que su gemelo.
–Supongo que si, el fue importante para atrapar al obscurus que atacó en Nueva York y ayudó al Director Dumbledore a enfrentar y encerrar a Gellert Grindelwald, además mi abuelo materno me consiguió una copia especial del libro firmada por el y con una dedicatoria para mi– Sonreí diciendo aquello, siempre me había gustado hablar sobre mi familia y mas sobre Newt Scamander.
–¿Tu abuelo conocía a Scamander? Debía ser alguien impresionante– Angelina comentó eso sorprendida de que yo tuviese contactos así.
–Si, Andrew Barrows– Sonrío nuevamente, diciendo el nombre y apellido de mi abuelo por parte de madre.
–¿El famoso auror? He oído de el que una vez se enfrentó a un grupo de contrabandistas de animales mágicos ilegales el solo y que salió airoso– Fred no salía de su asombro con mi parentesco con ese gran hombre, aunque bueno, ninguno allí podía evitar la sorpresa.
–Oh si, me ha contado esa historia, el los enfrentó mientras Scamander rescataba a los animales de las jaulas e incautaba un huevo de basilisco que iban a vender a un mejor postor– Dije sin dudarlo, esa historia me la sabía de memoria, tanto como la vez que ese abuelo mio montó en un Colacuerno Húngaro.
–De verdad eres impresionante chica– Los tres mayores me abrazaron con una sonrisa, con eso podría decir que ya hice tres amigos en el tren que nos lleva a la escuela.
POV Dawn
Subí al expreso de Hogwarts y me senté en un compartimento vacío, al principio me agradaba lo de estar sentada sola, pero para mi mala suerte, poco después entraron cuatro personas, siendo el rubio que conocí el mes anterior, dos chicos algo fofos y una chica cuya nariz recordaba al morro de un cerdo.
–Mirad, la asesina está aquí, ¿Que se siente al ser la nieta de uno de los mayores asesinos del mundo mágico?– Dijo el rubio intentando hacerme sentir mal, pero no lo iba a conseguir tan fácil.
–No lo se, ¿Que se siente siendo amigo de dos grandes bobos y una morrocerdo?– Dije metiéndome con los otros tres, no iban a salir impunes del asunto.
Así seguimos discutiendo hasta que llegó la bruja del carrito, me compré unas ranas de chocolate, arañas de regaliz y zumo de fresa, en cuanto a ellos, no me importaba lo que hubiesen comprado. Uno de los cromos que me tocaron en las ranas fue el de Godric Gryffindor, lo guardé en mi bolsillo mientras seguía comiendo a la espera de que llegásemos a la escuela. Cuando ya terminé con todo, me coloqué mi uniforme y esperé pacientemente.
Fin POV Dawn
Al final el expreso llegó a la estación de Hogwarts, donde el tal Hagrid nos había recibido para acompañarnos a unos botes en los que los alumnos de primer año iríamos a la escuela. En el bote que yo iba, me tocó ir con una chica llamada Hanna Abott, cuyo rostro tenía mejillas bastante rosadas, Anthony Goldstein y Richard Drayden, aunque parte del viaje en bote me lo pasé agachada con un poco de miedo, pero ellos me ayudaron a sentirme bien. En el caso de Dawn, le tocó viajar con Harry Potter, Ron Weasley, Hermione Granger y Melissa Black, una joven de cabello negro largo, tez blanca y ojos verdes, en los dos casos, fuimos charlando animadamente sobre su vida como magos.
Ya cuando llegamos al castillo de Hogwarts, fuimos recibidos por una profesora que se llamaba Minerva Mcgonagall, la cual nos fue explicando todo lo que debíamos saber sobre las cuatro casas presentes en la escuela, Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin, al final la profesora nos acompañó a un enorme comedor donde los alumnos de años superiores a nosotros, en una de ellas pude fijarme que estaban mis compañeros de viaje en tren. Mcgonagall fue llamando a otros alumnos hasta que le tocó a la chica de cabello negro y ojos grises que andaba delante de mi.
–Melissa Black– La nombrada se acercó nerviosa, escuchando los murmullos que soltaban algunos alumnos, principalmente los de Slytherin, de que sería uno de ellos.
–Mmm, una Black, hace tiempo que no veo a alguien como tu, veo valor, inteligencia, afecto y astucia por igual, quizá podrías encajar bien en cualquiera de las casa, pero en mi opinión, la mejor casa para ti es ¡Gryffindor!– La chica Black se levantó de esa silla para caminar hacia la mesa de los leones mientras estos vitoreaban y las serpientes se quejaban.
Ya poco después, llegó mi turno siendo que tuve que prestar bastante atención para poder escuchar mi nombre bien mientras me movía hacia delante para poder llegar antes al frente del grupo.
–Elizabeth Evermoon– La profesora me llamó y yo acudí a sentarme en la silla que se encontraba al subir el pequeño escalón, cuando ella me puso el sombrero, pude escuchar algunas risas porque me quedaba grande y casi no se me veía la cara.
–Mmm, una Evermoon, veo en ti la inteligencia, astucia y capacidad calculadora de una Slytherin, incluso una Ravenclaw, pero también veo en ti dificultad para hacer amigos y trabajar en equipo– El sombrero seleccionador había empezado su diagnostico para asignarme a una de las casas –Pero hay mas, eres amable, leal, cariñosa y valiente, quizá podrías ser una Hufflepuff o incluso una ¡Gryffindor!– Con la palabra del sombrero ya tomada, no tardaron en escucharse los vítores de los mayores de la mesa de los leones, donde me dirigí con una sonrisa victoriosa.
Tras un rato, fue el turno de Dawn, en parte ella estaba insegura con el hecho de que todos sabrían su apellido, su mas grande temor es que la juzguen por cierto familiar, pero se haría la fuerte para no mostrar su dolor ante ellos.
–Dawn Grindelwald– La nombrada se movió hacia la silla algunos de los murmullos que llegaban sobre ella, no pensaba llorar delante de todos, incluso Dumbledore prestó especial atención de cara al futuro de la joven.
–Mmm, noto una pizca de rudeza, acompañada por algo de astucia, quizá podrías tener un lugar en Slytherin– El cuerpo de la joven Grindelwald se tensó al escuchar el nombre de esa casa –Aunque, también veo inteligencia y compasión, también podrías entrar en Ravenclaw o Hufflepuff– Esas palabras ya calmaban un poco mas a la chica –Pero si hay algo mas que veo, es un alocado espíritu aventurero, por ende, ya no tengo mas dudas, tu casa destinada es ¡Gryffindor!– Vítores empezaron a sonar desde la mesa de los leones, demostrando aceptación hacia dicha joven.
Cuando la joven Grindelwald fue a la mesa de los leones y se sentó, una voz estridente se escuchó venir de la mesa de las serpientes, de alguien que pensaba insultarla y arruinar su experiencia, eso fue cuando ya estaban todos sentados en las mesas.
–¡Pero si es una asesina! ¿Como pueden haberla colocado en Gryffindor con los antecedentes que tiene?– aquello fue dicho por Pansy Parkinson, quien creía no solo que Grindelwald sería una Slytherin, sino que tenían que vigilarla especialmente.
–Señorita Parkinson, una afrenta mas así y me veré obligado a expulsarla de Hogwarts, ahora disculpese y sientese o tendrá que limpiar todos los pasillos y baños bajo la vigilancia del señor Filch, sin magia– Ante esa amenaza, la miembro de la casa de las serpientes se disculpó y volvió a sentarse en su sitio.
Finalmente, cuando el director Dumbledore dio el discurso de bienvenida y nos explicó las normas que tendríamos que seguir, los prefectos se encargaron de dirigirnos hacia las salas comunes, la nuestra se encontraba en la torre de Gryffindor y nos guiaba el prefecto Percy Weasley, el cual se encontraba justo delante de mi y me ayudó cuando tropecé contra el por que me dio vértigo en las escaleras, el resto del camino me vi obligada a hacerlo bajo la vigilancia del mayor para evitar mas problemas.
Posterior a eso llegamos a un lugar donde estaba un cuadro de una señora bastante grande, frente al cual se colocó Percy listo para abrir la puerta con la contraseña creada por la fantasma.
–Caput Draconis– Cuando dijo la contraseña, el cuadro se abrió como una puerta y entramos a nuestra sala común.
Allí el prefecto nos explicó que sería la sala donde los miembros de la casa Gryffindor nos reuniremos todos los días y que tendríamos que estar en ella antes de medianoche, además nos dijo donde estaban los dormitorios, siendo que los chicos iban por los de la escalera izquierda y las chicas por la de la derecha. Me tocó compartir cuarto con Hermione Granger, Lavender Brown, Fay Dunbar, una chica que de la que no sabía el nombre, Parvati Patil, Dawn Grindelwald y Melissa Black.
Cuando ya estábamos todas dormidas, me levanté sin abrir los ojos, era mas que obvio el hecho de que me encontraba bajo el efecto de mi sonambulismo, salí de la zona de dormitorios, allí estaban Fred y George, seguramente planeando alguna broma, cuando me vieron salir por la puerta de la sala común salieron corriendo en busca de Filch.
–¡Señor Filch!– Los gemelos llegaron ante el vigilante y empezaron a explicar lo que pasaba al mismo tiempo y muy rápido.
–Gemelos Weasley, ¿Que hacen aquí fuera?– Una voz conocida surgió tras ellos, en ella se notaba seriedad y preocupación en cierto modo.
–P-profesora Mcgonagall– Los pelirrojos se giraron asustados para poder verla –Una de las chicas de Gryffindor ha salido de la sala común, salimos para ver donde iba y la perdimos, entonces salimos a buscar a Filch para que nos ayudase a encontrarla–
–Bien hecho señores Weasley, han hecho bien en buscar a alguien para ayudar, ahora el señor Filch y yo nos encargaremos de la búsqueda, no se preocupen y vuelvan a su cuarto, yo la llevaré de vuelta– Mcgonagall dijo eso para tranquilizar a los dos alumnos.
–Gracias profesora Mcgonagall, la que ha salido es Elizabeth– Dijo Fred antes de irse con George de vuelta a la sala común.
–Bien señor Filch, buscaremos a la señorita Evermoon, yo iré por la izquierda, usted por la derecha– Ordenó Mcgonagall para después empezar a caminar hacia la izquierda.
Yo seguí caminando, estaba casi apunto de bajar las escaleras principales del castillo, la profesora Mcgonagall me había visto y empezó a caminar apresurada hacia mi, la única iluminación venía de un farol que llevaba la docente.
–Señorita Evermoon, reaccione señorita– La mayor detuvo mis pasos cuando me alcanzó y me apartó de la escalera, entonces vio lo que tenía.
–¿Ocurre algo Profesora Mcgonagall?– Filch llegó al momento, pero al ver el estado en el que me encontraba, podía verse cierta preocupación en el –¿Está bajo alguna clase de maleficio señora?– Fue lo único que preguntó al ver mis ojos cerrados.
–Tonterías Filch, la señorita Elizabeth Evermoon es sonámbula, yo la llevaré de vuelta a su cuarto, usted termine la vigilancia y vaya a descansar– Pude sentir como la profesora ponía su mano en mi hombro y empezaba a caminar guiándome.
La Profesora Mcgonagall me llevó de vuelta a la sala común de Gryffindor, donde curiosamente, estaban Percy y Angelina echando la bronca a los gemelos Weasley por el ruido que habían hecho, al menos hasta que vieron a la profesora entrar conmigo en la sala.
–Percy, asegúrense de que esta alumna es vigilada, tiene un problema de sonambulismo y podría ser problemático si llega a ir mas lejos– La profesora pensaba en sitios como el bosque prohibido y el lago negro.
–Yo puedo vigilarla de vez en cuando profesora, no tengo problema con ello– Angelina se ofreció a pasar ratos en el dormitorio del primer año para asegurarse de que yo estoy bien.
–Está bien señorita Johnson, pero que no interfiera con sus horas de sueño y, cierre bien la puerta al salir– La mayor dio las indicaciones a la estudiante de los años mayores.
Angelina asintió y poniendo las manos en mis hombros con delicadeza, empezó a caminar conmigo hacia mi dormitorio, subimos las escaleras y me ayudó a echarme en la cama, ella vio un peluche de lobo en el suelo cerca de mi cama y lo coloca a mi lado, lo abrazo y ella se queda un poco mas para asegurarse de que no me levantaba de nuevo. Cuando ya me quedé profundamente dormida, ella se fue para poder descansar adecuadamente.
