- ¡Mikasa! ¡Mikasa! Somos nosotras ya levántate, ¡hoy es tu gran día!

- ¡ya voy! ¡ya voy! buen día chicas - Mikasa sonrió al hacerlas pasar a su caravana

- ¡ah, ya estabas en pie! - ellas rieron

- claro que sí, ¡hoy es el gran día! ¡casi no dormí de la ansiedad! - Mikasa daba pequeños brincos

- ¡trajimos tu vestido! Levi no lo vió

- ¡gracias chicas! ¡Son las mejores!

- ¡vamos pontelo! - todas gritaron al unísono, Mikasa sonrió y comenzó a enfundarse dentro de su vestido de novia

- ¿qué tal eh? - Mikasa giró para que pudieran verla

- ¡eres hermosa!

- ¡te ves perfecta!

- ¡serás la novia más hermosa del mundo!

- ¿lo creen? - Mikasa se miraba al pequeño espejo tiznado frente a ella, los humildes adornos brillantes y la tela satinada la hacían sentir tan feliz, olvidaba que nadie de su familia asistiría, no le importaba, no cuando iba a casarse con el amor de su vida

- Mika, ¿cómo fue que te enamoraste de él?

- ¡¿qué?! ¡Pero si les he contado esa historia muchas veces! Además, ustedes estaban ahí ¿no? - Mikasa volteó a mirarlas

- ¡cuéntanosla otra vez!

- ¡sí, otra vez!

- ¡vamos cuéntanos!

- ¡está bien! - Mikasa rió traviesa y se sentó sobre la cama del pequeño espacio, todas se reunieron a su alrededor - fue hace dos años, era 1930, mi padre era dueño de una gran porción de tierras en María, casi todo, cuando el circo arribó para dar su espectáculo a él no le gustó para nada, me pidió que lo acompañará al asentamiento pues yo había huido de casa unos días atrás y cuando me encontraron me regañaron mucho, quería que fuera para hacerme escarmentar...

- ¿porqué huiste Mika?

- porque mis padres habían arreglado mi matrimonio con el hijo mayor de un Duque muy adinerado, yo debía casarme con Zeke para unir nuestros patrimonios y me negaba, siempre he sido soñadora ¿saben? Siempre he creído en el amor y en la felicidad, no necesito grandes cosas para sentirme plena, viví rodeada de lujos y ostentación, pero lo que siempre me faltó fue amor y atenciones, es lo único que quería, así que después de una cena donde me habían presentado a mi prometido huí, no quería casarme con él, no quería casarme si no era por amor, quería enamorarme y sentir esas mariposas en la panza, no quería ser como mis padres, los policías que trabajaban para él me encontraron y luego de mucho castigo me llevaron al asentamiento del circo porque mi padre quería asustarme, él dijo "mira a esos monstruos Mikasa, ¿acaso quieres vivir entre fenómenos? Sin educación y modales, brutos, marginados y pobres, sobre todo ¡pobres! Ahí terminan las Señoritas que huyen de casa, piénsalo bien la próxima vez", eso me dijo

- ¡tu padre era un idiota!

- ¡sí!

- ¡así es! Debe seguir siendo un idiota, hasta donde sé no ha muerto, pero gracias él fue que lo conocí... Si mi padre no me hubiera llevado ese día para asustarme nunca lo habría conocido...

Flashback:

- piénsalo la próxima vez, vas a casarte con Zeke quieras o no, nuestra familia está casi en la banca rota, tenemos suerte que aún no se haya divulgado el rumor, o ¿crees que los Jeager estarían interesados en que te unas a su familia? ¡Claro que no! De Ti depende que no perdamos nuestra posición Mikasa, eres la única descendencia que tenemos o tendremos que vender esta y todas las pocas tierras que aún poseemos, ¡es lo que hacen los hijos por sus padres!

- ¡no quiero casarme con Zeke papá! Por favor, ¡no me obligues! - Mikasa rompió en llanto desesperada - quiero casarme por amor

- ¡oh vamos Mikasa! Madura, ¿amor? esto es lo que hacen los adultos, ¿quieres vernos en la calle mocosa mal agradecida? Piensa en tu madre, piensa en mí, ¡deja de ser egoísta niña!

Su padre le dijo furioso al oído mientras se alejaba para ir a ofrecer un trato a los del circo para quedarse ahí un tiempo, un trato que involucraba que pagaran ridículas cantidades de dinero pero que los dejaría sin opción más que acceder, Mikasa se sentó tras de una de las caravanas y lloraba ocultando su rostro en sus rodillas, desconsolada y atribulada pues no sabía quién era realmente la egoísta en la historia, su padre quería literalmente cambiarla por dinero para su propio bienestar, ¿pero si ella se negaba era ella la egoísta? ¿Qué podría hacer una chica educada entre criadas y lujos vanos? ¿Dónde huir cuando te rehusas a tu destino?

- tome

Una mano de luz atravesó la densa oscuridad en la que me encontraba, alcanzándome un pañuelo de inmaculada blancura para que secara mis lágrimas, una mano en la cual habían varios dedos ausentes, cuando levanté la cabeza ahí estaba, un hombre con una máscara de yeso negra, trizada y de un tono poco uniforme debido al uso constante, la superficie era casi perfecta, pero el "casi" evidenciaba que él mismo la había elaborado, el oscuro color hacía que sus ojos resaltaran como las estrellas en una densa noche, uno era de un hermoso azul como el mar y el otro, más como las nubes en un día lluvioso, tenía olor a las flores de la pradera y maleza, de seguro estuvo limpiando con sus propias manos desnudas el terreno para asentarse pues estaban llenas de arañazos y piquetes, vestía una camisa holgada tan blanca como el pañuelo y pantalones negros, al igual que sus suspensores, recuerdo que me sobresalté no por su aspecto, sino porque no esperaba ser abordada por alguien ahí, él parecía estar acostumbrado a que ante tal respuesta debía tomar distancia, agachó ligeramente su cabeza, desvió su mirada y se alejó aún ofreciéndome su pañuelo, lo tomé en silencio

- gracias - dije con un hilo de voz

Por la máscara no sabía qué expresión tenía el hombre, ni que edad podría tener, su cabello azabache se columpió como al hacer una reverencia

- ¡disculpe no se vaya! - detuve antes de que se volteara, él frenó en seco

Exclamé realmente agradecida mientras ensuciaba su pañuelo con mis lágrimas, él miró hacia todos lados antes de hablar

- disculpe señorita - evitó mis ojos y escondió sus manos en su espalda - no pretendía asustarla

- no, no, disculpe usted, no me asustó - me puse de pie tratando de sonreír para que no se sintiera incómodo - ¿cual es su nombre?

- no... No tenemos permitido hablar con las personas - dijo con la mirada en el suelo

- ¡pero qué tonterías dice! ¿Acaso no es usted una persona? - me acerqué haciéndolo retroceder un paso

- nosotros somos fenómenos del circo señorita, disculpe - dió la vuelta y comenzó a caminar

- ¡señor su pañuelo! - avancé tras de él agitándolo en el viento

- ¡usted lo necesita más!

Gritó sin voltear y me detuve, entendí que no quería mi insistencia, aún así necesitaba saber su nombre, él había sido la única persona en toda mi vida que había hecho algo por mí sin que hubiera un interés en sus actos, sin que quisiera algo de mi, con ese simple gesto mostró más cariño y comprensión que mi padre, mi madre y todo aquel que había pasado por mi vida. Al día siguiente después de ir a la biblioteca pasé por el lugar, llevaba el pañuelo limpio, estaba Hércules y un par de los payasos fuera de la tienda conversando, me vieron con desagrado cuando me acerqué, no estaba acostumbrada a esa reacción, siempre era vista con condescendencia o codicia, no me entusiasmó su mirada pero al menos era real

- buenas tardes, estoy buscando a un hombre con mascara negra - recuerdo que hice el gesto sobre mi rostro

- el espectáculo no es hasta la noche niña - me miraron con desdén

- lo sé, vengo a devolverle esto - mostré el pañuelo y ellos se miraron

- yo se lo entregaré - uno de ellos se acercó para tomarlo pero lo escondí entre el libro y mi pecho

- preferiría hacerlo yo - dije ahora también molesta

- bueno entonces tendrá que venir a la función esta noche, no tenemos permitido hablar con las personas, no si no pagan por ello.

Volví esa noche, mi padre accedió a dejarme ir con una criada a cambio de que yo cenara con Zeke la semana siguiente, no entendí como las personas podían avalar un espectáculo como ese, es decir, era como lograban vivir, pero pagar para reírse de quienes son diferentes me pareció grotesco, me daba náuseas ver como los veían como monstruos y no como personas, sumergida en esas emociones esperé hasta que ahí estuvo él

- ¡con ustedes! el contorsionista más abominable del mundo, su reducida estatura sigue siendo fascinante pues es un hombre adulto (la multitud se sorprendió) así es señores, es un hombre adulto, ¡pero además! ¡sufrido cicatrices y mutilación de sus dedos producto de una maldición! así que eviten mirarlo a los ojos o ¡podrían ser los siguientes! - dijo el anfitrión

Supe que era él, usaba la misma Máscara de aquel día, hacía increíbles acróbacias sin mirar al público pues cada vez que su rostro enfrentaba la multitud, ellos gritaban aterrorizados, desviando la mirada para no ser maldecidos, ¡qué estúpidos! ellos ya estaban malditos con su gigantezca ignorancia

- ahora estimados por favor, cerrad sus ojos pues él va a tocar a una persona de ustedes, sus ojos son malditos pero su dedos ¡son capaces de dar suerte! Deben cerrar los ojos para evitar los suyos ¡por su seguridad!

Volvió a intervenir el anfitrión, la multitud morbosa lo hizo, menos yo, supongo que mis ojos abiertos de par en par lo hicieron ir directo hacia mí, se acercó viéndome a los ojos fijamente y yo mantuve su mirada, no creía esa basura, era imposible que unos ojos tan bellos pudieran maldecir a alguien, que una mirada tan triste tuviera la fuerza necesaria para hacer sufrir, extendió su mano con tres dedos y rozó mi rostro con delicadeza, pude sentir su pesar y su ternura en esa sola acción, no temí ni un segundo y tan pronto como me tocó se alejó sin desprenderse de mi retina. Esperé el término del espectáculo para perderme entre la alocada multitud y dejar atrás a la criada que me acompañaba

- disculpe señor, quisiera hablar con el hombre de la máscara - apreté el libro y el pañuelo contra mi pecho

- ¿qué? ¿Hablar?

- ya sé, ya sé, no tienen permiso de hablar con las personas, pues verá, resulta que él también lo es y necesito regresarle este pañuelo, además si quiere dinero entonces... - comencé decir ya frustrada por toda la situación tratando de sacar dinero de mi vestido

- tranquila niña puedes hacerlo, no soy un maldito solo me preocupo por ellos, la mayoría de las personas vienen aquí para reírse u ofenderlos solo por que sí - el hombre comenzó a guiarme - debo hacerles entender que el rechazo y la violencia es lo que el mundo tiene para ellos, siempre ha sido así, las personas detestan a aquellos que son diferentes sólo por no entender su naturaleza, es iluso pensar que el mundo va a cambiar de un momento a otro, por eso les prohíbo el contacto con los demás, ya ha pasado antes y mi deber es protegerlos, aquí somos una familia señorita, es el único lugar al cual ellos pueden ir... si él no quiere hablar le agradecería no insistir

Cuando asentí el hombre tocó la puerta de una de las caravanas

- oye, aquí hay alguien que quiere hablarte

Hubo silencio, yo sentí como mi corazón se agitaba, escuché como dentro de la caravana él volvió a cubrir su rostro con la mascara, abrió la puertecita de madera despreocupado y al verme pareció congelarse, le sonreí, odiaba no poder ver su expresión

- ¿estás bien Levi?

¡Levi! Resonó en mi mente, el hombre esperó su respuesta que fue un único movimiento de cabeza, entonces él me miró dando la aprobación y comenzó a retirarse

- así que es usted Levi - dije sin saber cómo abordar la situación, él no se acercó más a mí y yo no quería incomodarlo, su silencio se mantuvo - estuvo perfecto esta noche, nunca había visto a alguien hacer lo que usted hace, ¡es increíble!

- usted...¿usted me vio? - dijo al tiempo que noté que retrocedió un poco, era su forma de avergonzarse, con él tuve que aprender a leer el cuerpo pues su máscara siempre ocultaba su rostro

- sí, traté de venir antes pero no me dejaron verlo, dijeron que debía venir al espectáculo si quería hacerlo así que bueno, quería agradecerle por su gesto de ayer, fue usted muy dulce, quería devolverle su pañuelo

Despegué el libro de mi pecho pues ahí tenía su pañuelo y tomé la alba tela acercándola a él, él tomó un segundo y se acercó lento con su brazo en completa extensión para tomarlo, al hacerlo sus ojos cayeron sobre el libro que estaba leyendo "Tamerlán y otros poemas" de Edgar Allan Poe

- ¿no es una lectura macabra para una señorita como usted? - dijo bajando un peldaño de su caravana

- lo sé - oculté nuevamente el libro contra mi pecho, avergonzada, no era lo que las jovencitas leían, pero yo nunca fui como las demás - lo siento, siempre me he sentido atraída por lo que no debo, ¿conoce a Poe? ¿le gusta?

- tengo todas sus obras a la fecha

- ¿de verdad? ¿Los tiene ahí dentro? - me acerqué un poco en dirección a la entrada

- ¡oiga! ¡No es correcto que una señorita entre a la caravana de un hombre! - me detuvo con la mano sin tocarme

- disculpe usted, sólo era para que no tuviera que cargarlos hasta aquí - le sonreí tímida

- puedo traer uno, no creo que vayamos a terminarlo tan rápido ¿cree usted?

Asentí enérgicamente con la cabeza, supuse que bromeó, quizás sonrió, difícil saberlo tras ese velo de yeso oscuro, se sentó a educada distancia, incluso un peldaño más arriba, comentamos el libro e intercambiamos ideas por un largo rato, tanto que olvidé que me había escapado de la criada que debía cuidarme, hasta que ella me encontró

- ¡¡Señorita!! ¿Qué hace usted aquí con este...?

- ¿señor? Él es Levi

La mujer tomó mi mano y me arrastró sin cuidado por los escasos escalones de la caravana hablando muy molesta, ví que Levi se puso de pie con el libro en sus manos viendo como me alejaba, entonces se atrevió a hablar en voz alta

- disculpe, Señorita, ¡no me dijo su nombre! - me veía desaparecer entre la multitud así que tuve que más que alzar la voz

- ¡Mikasa! - grité

Esa noche no me regañaron pues a la criada le convenía no contar como se distrajo y me perdió en la feria de monstruos, entonces decidí volver. Cada día regresaba por la parte trasera del terreno, directo a la caravana desteñida de Levi, nos sentábamos en las escaleras húmedas a leer y conversar, otra veces entre la maleza, con el paso de los días reconocí los tonos de voz acorde a sus emociones y su lenguaje corporal, incluso cuando sonreía podía notar como el ancho de sus ojos disminuía a través de los agujeros de la máscara, justamente después de una sonrisa fue que él me preguntó por qué lloraba hace semanas atrás

- voy a decírselo con una condición - sentí mi corazón dar un vuelco en mi pecho, las fajas de mi vestido me dificultaban respirar ante la emoción de lo que iba a pedir, él en su silencio prestaba atención a lo que solicitaría - me vio usted vulnerable aquella vez, me parece justo que yo también lo haga

- ¿a que se refiere? - anticipó la posibilidad que se avecinaba, noté por cómo su torso se alejó ligeramente, iba a negarse

- quiero verlo sin su máscara - su cuerpo rechazó casi instintivamente mi sugerencia - disculpe, pero no puedo evitar sentirme ofendida

- ¡¿qué?! ¡No, ofenderla es lo que menos quisiera hacer! - sus músculos tendieron a relajarse pero sin bajar la guardia

- entiendo que usted la use porque la mayoría de las personas sólo ven sus cicatrices, pero creo haber demostrado mi entereza lo suficiente como para merecer ver su rostro ¿no? ¿Acaso cree que voy a asustarme? ¿Acaso cree que podría burlarme de usted? Porque si es así señor entonces... - cerré el libro sobre mis piernas y me puse de pie - es usted quien me juzga a mí, permiso

- no... No, ¡espere Señorita! - oí su voz alcanzarme como una brisa fresca erizando la piel desde mis oídos, el cuello, hasta el pecho, me detuve al instante pero volteé lentamente, no quería arruinar el momento con ningún tipo de exabrupto, él se mantuvo en el peldaño que permitiera vernos frente a frente debido nuestra diferencia de estatura, ví como sus dedos temblaban a medida que soltaba los gruesos amarres de cuero de su máscara, su pecho subía y bajaba ansioso, apostaría que su corazón estaba casi tan enloquecido como el mío, retiró con calma la máscara de su pálido rostro, de seguro esperando el momento en que yo gritara despavorida, pestañeó repetidas veces para acostumbrar sus ojos a la luz bajando por completo la oscura pantalla de yeso, sentí mi rostro arder, mi corazón quería romper mi pecho y me costaba no hacer ruido al respirar, tenía una cicatriz que llegaba de la mejilla al labio y una más grande desde la frente a la misma altura de la anterior, pasando por el medio de su ojo, y yo sólo pude pensar en lo hermoso que era, no pude ver sus marcas, solo veía a un hombre precioso, ¿cómo es que alguien como él privaba al mundo de su rostro? mis dedos fuera de control se acercaron a su piel trémula, él bruscamente tendió a alejarse, su expresión de desconcierto pareció disiparse cuando al fin la punta de mis dedos se deslizaron gentiles por su piel, sobre el bulto de sus cicatrices, creo haber sonreído, la verdad casi no lo recuerdo por que ese momento fue tan único y glorioso que parecí solo verlo a él, perdido en una bruma que nos borraba del mundo y su malicia, de la inmundicia, él pareció verme con una especie de tristeza que debe haber sido más emoción al ver que no me asustaba en lo absoluto, dejó de resistirse a mi cercanía y centímetro a centímetro, respiro a respiro me acerqué lo suficiente como para posar mis nerviosos labios en los suyos, nunca había besado antes, no sabía qué hacer o cómo hacerlo, después supe que él tampoco lo había hecho jamás, por eso ese primer beso para muchos puede haber sido nefasto, sin embargo en la dulce inocencia de ambos, fue perfecto, sus labios dulces y suaves, el aroma a flores de la pradera y la tibia tarde.

Desde aquella vez comenzamos una clandestina relación amorosa, llena de pasión, libros y descubrimientos, pero sobre todo de amor, me enamoré perdidamente de él, añoraba el momento en que podía escapar de la prisión de mi hogar para verlo y ser feliz dentro de mi miserable vida, al menos unos instantes, los demás inicialmente estaban reticentes a mi pues no me veían como una de ellos, pero les mostré que también era un monstruo a ojos de la sociedad, sólo que lo mío iba por dentro, con el tiempo me aceptaron como una más, ya no era una extraña, también eran mi familia, al menos así fue hasta que un día, una de las sirvientas me siguió, llegó hasta el circo y me vio con Levi, fue corriendo a contarle horrorizada a mi padre, esa tarde al llegar me esperaban mi madre y mi padre en el comedor, él como siempre solo buscó imponerse con gritos y golpes

- ¡espero los Jeager no se hayan enterado! ¡Imagina la vergüenza Mikasa! - mi madre lloraba

- ¡mi hija! ¡La prometida de Zeke! ¡Entre monstruos! ¡¡¿Qué fue lo que hemos hecho para que nos odies de esta forma mocosa del demonio?!! - mi padre me abofeteaba y gritaba - ¡besándo a ese deforme! ¡Rodeada de anormales! ¡¿De qué te ríes?!

- ¿de qué me río? - dejé salir una risa sarcástica cuando dejó de golpearme - obligas a tu hija a casarse con un hombre para que tú no pierdas tu estatus social que de hecho, ya está perdido, vendes a tu hija para tu avaricia, me gritas y me golpeas hasta cansarte ¿y ellos son los monstruos?

Mi padre me soltó y me sostuve sobre la mesa del comedor, mi cena servida como si realmente pensaran comer conmigo, tomé uno de los cuchillos y apreté fuerte el filo contra mi pómulo cortando mi piel

- quizás ahora que me veo como ese deforme papá, sea digna de él, más digna de ellos que de tu mundo asqueroso de lujos que no satisfacen a nadie, de perfumes que no pueden ocultar el aroma de su alma podrida - me arrebató el utensilio de la mano y miró mi rostro, con el incesante llanto de mi sumisa madre de fondo - ¿qué pasa papá? ¿Ahora no soy digna de Zeke? ¡Oh! ¡No! ¿Qué vamos a hacer? ¿Dónde vamos a vivir? ¿Qué dirá la sociedad de nosotros? Pues, ¿sabes qué dirán? - quité bruscamente sus manos de mi - ¡no lo sé!, porque no estaré aquí para oírlo, ¡estaré ocupada siendo un monstruo! Voy a irme de aquí, ¡de este maldito lugar! ¡Lejos de ustedes!

Corrí a mi habitación y cerré la puerta, sentí los pasos silentes de mi padre tras de mi hasta llegar a la entrada de mi habitación, la llave giró el cerrojo en el picaporte

- vas a casarte con Zeke en 3 días, y si tengo que tenerte encerrada ahí dentro para que eso ocurra, así será, buenas noches mi niña, lástima que no podrás despedirte de tus amiguitos, pues iré a sacarlos yo mismo de mis tierras

Estuve ahí encerrada las siguientes 24 horas, llorando y durmiendo, perdida en la noción de las horas, como dije, fui criada por todos menos mi madre, mi nodriza siempre fue mi fiel confidente, ella se había ido a trabajar a la ciudad cuando cumplí 12 años, pero había regresado a María para asistir a mi matrimonio porque de seguro ella criaría a mis hijos con Zeke según lo planeado..

- ¿señorita Mikasa? ¿Está ahí?

- ¿nana eres tú? - lloré contra la puerta de mi celda habitación

- ¿sí hija qué pasó? ¿Porqué te hicieron esto?

- ¡nana ayúdame!, necesito que vayas a la pradera...

- ¿la pradera? ¿Pero de qué hablas?

- por favor si quieres ayudarme necesito que vayas a la pradera, hay un circo, pide hablar con Levi de parte mía, ¡urgente! ¡dile que me tienen encerrada por favor nana!

- ¿Levi? No creo entender pero lo haré hija, iré

- gracias nana, ¡gracias!

- ¿por eso no ha venido? ¡Maldición!, buena señora nosotros nos marchamos hoy, después de que su padre se enteró de todo, habló con la policía para sacarnos de su terreno, como verá, estamos alistando todo

- bien, entonces queda una sola alternativa

- ¿de qué habla? Jamás podré verla otra vez, yo solo quería... Hacerla feliz, pero a quien engañamos ¿no? Mire a su alrededor, ¿cómo podría merecer a una mujer tan bella como Mikasa Ackerman?

- ¡qué barbaridades niño! ¡Cuanta desesperanza para ser usted tan joven y estar enamorado!, ¿por qué supongo que está usted enamorado de mi niña verdad?

- ¡Claro que sí! ¡Con todo lo que tengo! ¡Con cada latido de este corazón!

- bien, entonces le diré que a mi alrededor veo lo mismo que ella ve, personas, su familia, si usted la ama entonces es digno de ella, no la juzgue por su belleza como a usted por sus cicatrices, ella es bella no por cómo luce, si no...

- por su alma

- así es, esto es lo que haremos, esta noche la ayudaré a escapar, iré por las llaves de su habitación y la llevaré justo al cruce de María, donde usted debe estar esperando para llevarla con ustedes, lejos de aquí

- ¿qué huyamos juntos dice? ¿Cree usted que ella desee lo mismo?

- no estaría yo aquí si no estuviera segura de que ella también lo desea con todo su corazón, pero prométame algo joven

- lo que desee

- prométame que va a cuidar de ella, ame a mi niña, hágala feliz, puede que lleven vidas completamente diferentes, pero su dolor le aseguro que es el mismo, nacer rodeada de todo pero totalmente sola, vista como una moneda de cambio y no como una persona, deseando lo único que el dinero no puede comprar y eso, se lo dió usted, hágala feliz joven, sean felices.

Esa noche nana consiguió las llaves de mi habitación haciendo abuso de la confianza de mis padres, corrió conmigo por la fría y húmeda calle de tierra, al final del cruce, una luz baja iba cobrando intensidad entre la neblina, mi inquieto corazón desbocado cuando comencé a ver la silueta del hombre que amo con locura sublime, el sentimiento más magnánimo inundaba mi boca, la libertad de ojos azules tendió su palida mano de tres dedos y yo supe aferrarme a él en cuerpo y alma, el amor de mis vidas, Salvador mío

- "tan felices los arcangeles llegaron a envidiarnos" - dije al tomar su cálida mano

- "la amo como un ángel. Con un rayo de luz viva que arde en el santuario de Edis" - él respondió con otra cita y me jaló arriba de la caravana en movimiento - ¿estás segura de dejar todo atrás?

- ¿todo? No hay nada ahí para mí, es falso, no es real, no tengo nada en ese lugar, tú eres todo, eres todo para mi

Me abrazó las penas fuera del alma, sus enormes y fuertes brazos me sacaron las desgracias del cuerpo y besó cada herida que sangraba en mi, al fin era yo, era afortunada, era la mujer más millonaria de la tierra junto a él, vimos a nana perderse en la niebla del camino mientras nos alejamos y dejaba mi antigua vida morir tras de mí.

Fin del flashback

- y ahí es cuando las conocí chicas

- ¿aún amas así a Levi?

- no, creo que ya no - Mikasa se veía en el espejo, el vestido de novia, la cicatriz en su rostro, el anillo en su dedo, todas se sorprendieron ante tal respuesta - lo amo mil veces más que aquel entonces, Levi es todo lo que siempre necesité, aquello que quería sin saber que lo deseaba, la respuesta a una pregunta que no me atrevía a hacer

Las chicas del circo la ayudaban a maquillarse y peinarse para su boda, luego la ayudaron a salir de la caravana para caminar por el suelo húmedo de hojas otoñales en línea recta al altar, donde la esperaba como aquella noche, esta vez para acompañarla no sólo a escapar, sino que también para construir una vida juntos, ahí estaba él con su ojo de océano y el otro en tinieblas, nervioso, ansioso y profundamente enamorado, como cualquier otro humano, viendo a la que sería su compañera sonreír en cada paso que la traía a él, al altar donde se jurarían amor eterno, sin máscaras, el primer y el único amor, para luego bailar el vals de los novios.