Nunca antes había visto a Malia con los ojos llorosos, no entiendo que paso, ella y yo nos hemos dicho cosas el doble de peor de lo que yo le dije, es cierto que nunca hablamos de nuestras madres pero no pensé que le afectaría tanto… ella es una reina del hielo, ella ni siquiera lloro una sola vez en el funeral de nuestras madres… ella siempre es más fuerte que yo.
Empiezo a sentirme mal lo que es extraño, nunca antes me había importado herir a Malia porque nunca se sintió como eso, a Malia siempre parece que nada le preocupa o importa, cuando discutimos ella es fría y por eso parece que lo que le digo no le afecta en lo más mínimo, ha sido así por tanto tiempo que hasta pensé que ella es una persona sin sentimientos, y a una persona sin sentimiento se le puede decir cualquier cosa, ¿no? Ya no estoy tan seguro, pensé que conocía a Malia mejor que a nadie pero hoy me di cuenta que no es así.
Miro a las escaleras, Malia no vuelve a bajar ni siquiera cuando mi padre llega con la cena, le dice a papá que no se siente bien, que quiere descansar, mi papá regresa al comedor y me pregunta que fue lo que le hice ahora, yo le responde con sinceridad.
— No lo sé. —
La culpa no me permite comer aun cuando la comida china es mi favorita, mi papá me pregunta si quería su ayuda para terminar el árbol, le digo que no, espero terminarlo mañana con Malia, le sorprende mi respuesta pero no hace comentarios al respecto, incluso yo ignoro lo extraño que eso sonaba de mí. Luego de la cena, cuando paso por la habitación en donde se queda Malia estoy tentado a tocar a la puerta y preguntarle si estaba bien, no lo hago porque no creo que sea una buena idea, no somos amigos, ella me odia, seguro que no quiere verme, repentinamente esa verdad me deprime, voy a mi habitación tratando de no pensar en eso.
….
Esta guerra de odio no la empecé yo, de pequeño mi mamá siempre me decía que debía ser amable con Malia y cuidarla como un hermano mayor, nunca le encontré sentido porque Malia no es mi hermana y solo es dos meses menor que yo, ella nunca demostró que necesitaba ser protegida, Malia era una niña muy fuerte e independiente, la mayoría de veces la ignoraba porque yo no era como ella, no me gustaba los deportes ni los juegos pesados, yo no me metía en sus asuntos pero Malia siempre termino metiéndose en los míos, me llamaba perdedor y me retaba por cualquier cosa, cuando terminaba cayendo en sus provocaciones durábamos discutiendo durante horas, todas esas discusiones las empezó ella, es por ella que nunca logramos llevarnos bien, Malia empezó todo, y ahora es ella la que no quiere seguir con lo que empezó.
No era justo.
Me levanto temprano, casi no dormí nada, toda la noche me la pase pensando porque Malia ha cambiado tanto en tan pocos días, de un momento a otro, sin motivo aparente, y tampoco salió de mi cabeza el beso que me dio, cuando llego a mi casa busque algún indicio de que quisiera hablar sobre el beso, pero Malia apenas y me miraba a los ojos, supongo que aún me odia, el beso solo paso porque estaba borracha y había muérdago, por un momento pensé que yo podría gustarle, fue un pensamiento tonto, ya lo sé.
Encuentro a mi papá en la cocina preparando el desayuno. — Que sorpresa que te hayas despertado antes de las doce hijo. — Me dice cuando me ve.
— Buenos días a ti también papá. — Me siento en la mesa de la cocina. — ¿Por qué estas cocinando? — A ninguno de los dos le gusta cocinar, casi todos los días pedimos comida para la cena y comemos simple cereal para el desayuno.
— Porque tenemos visitas. —
— A veces siento que amas más a Malia que a mí. —
— ¿Solo porque no cocino para ti todo los días? — Bromea él.
— Exacto. —
Me pasa un plato con huevo revuelto y tocino, iba agradecerle pero él habla antes; — Bueno días, Malia. — Dice mirando a la puerta que queda detrás de mí.
Me tenso ante la mención de Malia, quiero girarme para verla pero no lo hago, no estoy seguro porque me siento repentinamente avergonzado de mí mismo, lo que le dije ayer a Malia no ha salido de mi cabeza, todos estos años si considere a Malia y Evelyn las culpables de la muerte de mi mamá, por eso le dije a Malia en el funeral que no quería volver a verla nunca más, al final no fue posible porque nuestros padres insistieron demasiado en que mantuviéramos contacto, en ese entonces tenía demasiado resentimiento hacia Malia, ahora… no estoy tan seguro que sea igual.
— Buenos días sheriff. — La miro de reojo cuando ella se sienta en la mesa.
— ¿Qué quieres que te sirva? — Mi papá le da una sonrisa, yo pongo los ojos en blanco, mi papá ama a Malia, la trata como si fuera su propia hija.
Malia parece incomoda y sé que no era por mi padre. — Nada, gracias sheriff pero tengo que irme, tomare solo un poco de café. —
— Pero Malia anoche no comiste nada. — Me encuentro diciendo antes de pensar que mis palabras demostraban me preocupo por Malia.
Ella me mira confundida, yo toso falsamente y bajo la mirada a mi plato.
— Stiles tiene razón, Malia. —
Puedo sentir que ella aparta sus ojos de mí, casi suspiro de alivio. — Realmente no tengo tiempo para comer, voy tarde y Lydia me matara por eso. — Se pone de pie, aprovecho para verla.
— ¿A dónde vas tan temprano? — Pregunta papá.
— Lydia y yo vamos al orfanato a repartir juguetes a los niños. —
Frunzo el ceño. — ¿Desde cuándo haces caridad? —
— Tres años. — Responde pero no me mira.
— Sigues los pasos de tu madre. — Dice mi padre, Malia se sonroja. — Está bien, ve Malia, pero al menos llévate un pedazo de tocino. — Extiende la sartén para ella.
La chica asiente, agarra el tocino, se despide de mi padre y sale por la puerta de la cochera, mis ojos la siguen en todo momento y me decepciona que ella no se giró a mi dirección ni una sola vez, sigue ignorándome, como un poco de mi desayuno tratando dejar de pensar en ella.
No funciona.
— ¿Qué quisiste decir con que sigue los pasos de su mamá? — Le pregunto a papá cuando nos quedamos solos.
— Evelyn estaba encargada de muchas obras benéficas del pueblo, en navidad hacia todo lo posible para que todos los niños en el orfanato recibieran al menos un regalo, ayudar a los demás siempre fue muy importante en su vida, Malia me acuerda mucho a ella. — Papá toma un sorbo de su café.
Pensé que conocía a los Tate, que conocía a Malia pero para nada estaba informado sobre lo que Evelyn hacia y que Malia seguía sus pasos. Malia, la chica que siempre ha parecido que no le importa nada aparte de ella misma, aun no lo puedo creer, la verdad debe ser otra, seguro que Malia está haciéndolo porque Lydia la convenció, sí, eso es, Lydia es la chica buena y perfecta, de ella si se puede creer que pasaría su fin de semana haciendo feliz a los niños.
Malia a mí no me puede engañar.
Me centro en comer mi desayuno, cinco minutos después Malia vuelve a entrar, le miro esperando que diga alguna excusa para no ir al orfanato, a ella ni siquiera pareciera que le guste los niños.
— ¿Sucede algo, Malia? — Le pregunta mi padre.
Malia alza la mirada del celular en sus manos. — Mi carro no arranca, le pediré a Lydia que me recoja. — Suena como si le preocupara llegar a tiempo, no voy a creerle, no tan fácilmente.
— Dices que ya vas tarde, lo mejor será que Stiles te lleve. —
Casi me atraganto con la leche cuando oigo a mi padre, Malia me mira, no logro leer su expresión, supongo que no le gusta la idea de mi papá al igual que yo, ella regresa la mirada a él.
— No es necesario, sheriff. — Espero algún insulto de su parte pero nunca viene. — Si Lydia no puede venir se lo pediré a Scott. —
Me pongo de pie. — Vamos, yo te llevare. — No le doy tiempo de replicar, agarro mi abrigo, llaves y salgo a la cochera.
Quiero ver hasta donde llevara Malia su mentira y su falsa actitud de chica buena.
….
Llegamos a un orfanato que casi queda a las afueras del pueblo, fue un largo viaje en que Malia y yo pasamos en completo silencio, ella miro todo el tiempo por la ventana, yo de vez en cuando apartaba la vista del camino para verla, cuando estaciono en la dirección que ella me dio, Malia rápidamente se desata el cinturón de seguridad.
— Gracias, ya puedes irte. — Me agradece pero ni me ve a los ojos.
Sale del auto antes de que le respondiera, no me voy, mis ojos la siguen, Malia va hasta el auto de Lydia estacionado justo enfrente del gran edificio con aspecto antiguo, Lydia parece regañar a Malia, no sé porque lo hago pero salgo de mi cálido jeep y me acerco a ellas.
— ¿Stiles? ¿Qué haces aquí? — Pregunta Lydia cuando me ve, Malia gira a mi dirección y me mira confundida, me quedo viéndola sin saber que responderle a la pelirroja, no planee ninguna excusa ni mentira. — No importa, de hecho que bueno que estas aquí. — Lydia se me acerca sonriendo.
— No, Lydia, Stiles no puede hacerlo. —
— ¿Hacer qué? — Pregunto confundido.
— Jordan amaneció enfermo, no puede venir, y él es nuestro Claus. — Responde Lydia. — ¿Qué tienes que hacer? ¿No puedes quedarte y remplazar a Jordan? —
¿El diputado de mi padre también está involucrado en esto?
— Ya te dije que Stiles no…—
— Lo hare. — Interrumpo a Malia, ella por un segundo parece enojada, estoy cerca de obtener una reacción de ella, genial.
Lydia sonríe emocionada. — ¡Fabuloso! — De su auto saca un disfraz de Claus. — Ven, te llevare donde te puedes cambiar. —
….
Casi me arrepiento de aceptar cuando me pongo aquel enorme disfraz, Lydia incluso me obliga usar el relleno para el estómago, hace que me vea aún más ridículo, salgo del baño y Malia ríe cuando me ve.
— No es divertido. — Gruño.
— Sabes que si. — Ella dice aun sonriendo, tiene una bonita sonrisa. — Trate liberarte de esta gran humillación, Stiles, pero no te dejas ayudar. — Sigue burlándose, bueno, al menos la barba tonta y el relleno han logrado que hable conmigo, no estaba discutiendo pero era un avance.
Una reacción es una reacción, es mejor que su ley de hielo.
Lydia llega con dos grandes bolsas rojas llenas de regalos, me las entrega y me da un mini resumen de lo que debo hacer, asiento confiado, no era tan difícil ser Claus, debo reír y decir Feliz Navidad mientras entregaba los regalos, lo he visto en películas, no es difícil. Las chicas me llevan hasta un gran salón de juegos, dos mujeres hablaban con los niños que parece son como 20 de diferentes edades entre ellos, les decían que se comportaran y no hicieran ninguna travesura, Lydia golpea mi relleno y me da la orden de que entre haciendo la típica risa de Claus.
— De acuerdo, yo puedo hacerlo. — Me susurro a mí mismo mientras me dirijo a la puerta de cristal, mis manos agarran con fuerzas las dos bolsas de lana. — ¡Ho, ho, ho! — Casi sueno como un robot pero funciona, llama la atención de todos los niños, oigo la risa de Malia detrás de mí.
— ¡Santa! — Gritan los niños corriendo a mí.
— ¡Hola niños, feliz Navidad! —
Pasan muchas cosas luego de eso, Lydia y Malia me ayudan a repartir los obsequios, recibo muchos abrazos y agradecimientos de los niños, pasa como dos horas hasta que puedo tomar un descanso, quedo olvidado cuando Lydia y Malia empiezan a jugar con los niños y les ayudan a usar sus nuevos juguetes, me quedo viendo a Malia, me sorprendió que muchos de los niños la reconocieron e incluso algunos la llamaron hermana mayor, puede ser que ella no mintió y si ha hecho esto desde hace años.
— Joven muchas gracias por hacer esto. — Una mujer de la tercera edad se acerca a mí con una bandeja de galletas. — Los niños la hicieron para Santa. — Me la entrega sonriendo.
— Gracias. — Recibo las galletas, se las llevare a Parrish, eran para él si no hubiera enfermado.
La mujer asiente con la cabeza, regresa la mirada al salón de juegos, Lydia juagaba con las niñas que recibieron muñecas, Malia cargaba a un bebé de como nueve meses mientras hablaba con un niño que le mostraba emocionado su nueva bicicleta, ella reía y se mostraba como nunca pensé verla, como una chica con sentimientos.
— Malia es la mejor con ellos. — La voz de la mujer me sorprende, había olvidado que seguía conmigo. — Lydia también es muy buena, pero Malia tiene una mayor conexión con ellos porque los visita al menos cinco veces al mes, los niños la aman. —
No pensé que Malia viniera tan seguido, parece que esto si es importante para ella, siempre pensé en Malia como alguien egoísta y molesta, no pensé que hubiera un lado blando de ella, muchas veces ni pensaba en ella como una persona, Malia solo era mi enemiga, la chica que odiaba porque le gustaba molestarme, ahora me doy cuenta que Malia de hecho ha crecido y es asombrosa, un gran ser humano.
Todos estos días he tratado que ella vuelva a discutir conmigo porque tenía miedo, miedo de que si perdemos lo único que siempre nos ha unido terminemos por alejarnos, me estoy dando cuenta de que no quiero eso, quiero que Malia siga siendo parte de mi vida y ya no solo como mi enemiga.
