Disclaimer: Los personajes y la historia de la serie Saint Seiya no me pertenecen, le pertenecen al Sr. Masami Kurumada, la Toei y Cía.
Los personajes y las historias de ellos, que no aparecen en la serie y el manga, son obviamente míos.
Capítulo I
"Sueños de neblina"
De nuevo el mismo sueño recurrente que lo asaltaba últimamente por las noches. Su cuerpo había empezado a temblar y varios gritos escaparon de su garganta, raspándola a cada palabra.
Se veía en un lugar oscuro y lleno de neblina clara, parecía ser de día y los vientos soplaban demasiado fuertes. Empezaba a notar que su transpiración era cada vez más agitada. Al pasar el dorso de su mano por su frente la sintió totalmente húmeda y frunció el entrecejo. No comprendía que hacía en ese lugar.
- Ayúdame… ayúdame… -se escucho a lo lejos un llamado que parecía mas bien un cántico.
- ¿Dónde estás? -gritó preocupado mientras que con ambas manos trataba de apartar la incesante neblina de su camino.
- Ayúdame… ayúdame… -de nuevo se oyó la misma voz que lo llamaba como si entonará una melodía de dolor; aguda y sufrida.
- ¡Si… Pero dime donde estas! -contestó en tono angustiante otra vez, más desesperado que antes porque cada que oía su voz sentía un dolor muy fuerte en el pecho que le decía que quien le llamaba estaba en peligro; aunque no supiera de quien se trataba quien sea que le llamara.
- Ayúdame… ayúdame… os lo suplico -volvió a gritar, y esta vez pudo distinguir que se trataba de una mujer la que lo llamaba.
Siguió buscándola, apartando la neblina de su camino. Pero a cada poco que avanzaba sin neblina volvía a aparecer más frente a él. Desesperado empezó a voltear a todas partes porque su corazón le indicaba que el peligro en el que estaba esa mujer era ya inminente.
Escucho un grito penetrante y desgarrador, un sonido horroroso a oídos de cualquiera. Y ahí lo sintió. Su corazón empezaba a ser de alguna manera apretado con fuerza, tanto que el aire empezaba a faltarle y el dolor en el pecho era cada vez más fuerte. Hasta que sintió que el aire le vino de regreso al cuerpo. Exhaló.
- Ahh… -se volvió a oír el mismo grito de antes.
Él empezó a voltear a todos lados buscando de donde provenía pero solo neblina había a su alrededor. Sin embargo ya no era clara… era oscura con un leve tono rojizo en ella.
Sus ojos se agrandaron y la vio. Sus ojos púrpuras sobre los de él lo miraban fijamente. Nada más veía de ella, solo sus ojos: grandes y a la vez rasgados, de un púrpura profundo y una mirada de dolor.
El semblante de él cambió, de uno adolorido y profundamente triste a uno de terror. Lágrimas de sangre corrían por los ojos de ella, y esta vez, no expresaban nada. Estaba muerta.
- Noo… -soltó un grito agudo mientras abría más los ojos y notó que unos de color celeste claro lo miraban asustados.
- Maestro… ¿está bien? -preguntó asustado el niño que lo miraba con semblante entre temeroso y preocupado.
- ¿Kiki? -pregunto con la respiración agitada- ¿Qué haces aquí?
- Escuche que gritaba maestro…
Mu lo quedo mirando sin entender, hasta que empezó a mirar a su alrededor. Cierto, estaba en su habitación del palacio en Jamir.
- Vine corriendo y note que estaba usted dormido ¿era una pesadilla? -insistió el niño con la mirada.
- Si Kiki, lo era -suspiro como agotado el santo de Aries mientras trataba de seguir calmando su respiración- anda pequeño, vaya a seguir durmiendo -le dedico una sonrisa mientras pasaba su mano sobre sus cabellos- aún es de madrugada.
- Pero maestro… -empezó a quejarse el chico a lo que, con un gesto de desaprobación de su maestro, cesó de hacerlo.
- Solo fue una pesadilla, nada más… anda.
El niño asintió, haciendo un puchero, en contra de su voluntad. Los gritos que había dado su maestro durante el sueño lo habían realmente preocupado.
- Kiki, anda -volvió a repetir Mu al ver que este no se movía.
- Esta bien, pero me parece que me debería quedar -insistió abriendo la puerta y atravesándola.
- Solo fue una pesadilla Kiki… -volvió a repetir el ariano, el niño de nuevo asintió y se retiro cerrando la puerta.
Mu ahogo un suspiro.
- …pero fue tan real…
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Se había quedado dormido en una cómoda silla, tan cómoda que no se había percatado que esa no era su habitual lugar de descanso. Movió un poco el rostro acomodándose en el respaldar nuevamente. Su sueño era a veces bastante profundo, y más cuando llevaba sin descansar bien varios días.
Dio un largo suspiro entre sueños. Su mano, que estaba sobre una de sus piernas sujetando un marcador, se le deslizo haciendo soltar de ella el cartón color crema con letras y símbolos dorados.
Volvió a moverse entre sueños. Siempre lo hacia. Al dar su último movimiento se le cayó un pesado libro que llevaba sobre las piernas. El golpe del volumen contra el suelo lo hizo despertar rápidamente.
- ¡Rayos! -exclamó fastidiado- otra vez me quedé dormido aquí.
Su descansada espalda la removió del respaldar del asiento y con sus manos se froto los ojos, luego su rostro para despertar del todo.
Dio un largo bostezo alzando un poco los brazos. Al posar su vista en el suelo noto que el libro, que hacia unas cuantas horas leía con apremio, yacía ahí.
Lo recogió estirándose y tomándolo con los dedos. Al cogerlo, sus dedos se entremetieron entre unas hojas del volumen. Cuando lo tuvo arriba, lo puso nuevamente sobre sus piernas, abriendo el libro totalmente donde estaban puestos su índice y medio.
Sus ojos se turbaron un poco. En la hoja del lado izquierdo había un dibujo de trazos dorados que marcaba la figura de dos serpientes que estaban enlazadas por sus cuellos.
Suspiró. Esa historia la conocía demasiado bien. Demasiado. Cerró el libro, no sin antes recoger el marcador de cartón blando que estaba en el suelo y colocarlo inconscientemente entre esa hoja.
Bostezo una vez más, tomo el pesado ejemplar entre sus brazos y se levanto, cansado de haber pasado una noche más debajo de las luces que despedían las constelaciones que notablemente se veían desde Star Hill.
- Otra noche durmiendo aquí y perderé la poca espalda que me queda -murmuró mientras se esforzaba por no cerrar sus párpados- Aunque las estrellas se ven tan nítidas desde acá -sonrió complacido.
Cuando el Patriarca había volteado dirigiéndose hacia la salida, un grupo de estrellas empezaron a brillar tenuemente entre la constelación de Tauro y Aries.
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Aún no amanecía y sus ojos se fueron entreabriendo de a pocos. Se quiso mover bruscamente pero sintió que algo pesado se encontraba apoyado sobre su hombro.
Pensó que tal vez era algún fierro o palo de madera que le hubiera caído encima mientras dormía. Lo extraño era que hubiera sentido dolor, como siempre sentía cuando ocurría eso. Sin embargo dolor no había sentido en ningún momento de la noche.
Quiso girarse a ver que era eso que estaba apoyado sobre su hombro izquierdo, pero la cabeza le pesaba demasiado. Debía haberse acostumbrado ya a que siempre le pesará, pero a pesar de los años en esa situación, aún no lograba acostumbrarse a lo que llevaba en ella.
De repente sintió que algo se movía. Suspiro un poco aliviada, y cuando el peso dejo de hacerle presión a su hombro, se arrastro como pudo lejos de "lo" que se había apoyado en ella.
Cuando estuvo lejos noto como un pequeño y delgado bulto se arrastraba también por la tierra al lado contrario que había tomado. Alzó su mirada y por un instante ambos pares de orbes terminaron cruzándose.
Rápidamente ambas miradas dejaron de verse asustados de lo que eso significaba. Aunque nunca hicieran ruido, siempre "descubrían" de algún modo que algún contacto habían tenido.
De pronto se escucho el ruido de pasos que se aproximaban. Les habían descubierto. El sonido de una reja y unas cadenas les dio temor.
Quien había entrado arrastro al primer bulto que vio, sin que este pudiera escapar de aquellas garras filosas que se aventaban sobre sí.
- Spoedig volgt u!° -se escucho de quien llegó mientras se retiraba con el primero.
Esa noche, como casi siempre ocurría, las voces de ambos pequeños y delgados bultos se escucharon, pero solo para dejar escapar gritos de dolor.
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- ¡Noo! -despertó sobresaltado Mu.
De nuevo una pesadilla. Esta vez él estaba solo en un lugar lleno de neblina y un garlido se escucho a lo lejos junto con el estridor de una cadena.
Al abrir sus ojos miro a su alrededor, seguía en su habitación de Jamir. Dos pesadillas en una noche.
Sacudió la cabeza como restándole importancia. Tal vez era el nerviosismo de que esa tarde regresaría de nuevo al Santuario luego de un año de ausencia.
Sonrió forzadamente, para Kiki era algo que lo tenía demasiado feliz. Y tenía porque estarlo el pequeño, se aburría demasiado en la solitaria Jamir; aunque sea en el Santuario tenía la compañía de los caballeros de bronce, a los cuales hacía bromas jugando con ellos. Tendría más distracciones allá.
En cambio para Mu no era algo que le daba felicidad. Los recuerdos que tenia del Santuario no le eran del todo gratos, a pesar que todo ya se encontrara bien en la actualidad.
Además, él amaba la tranquilidad y paz de Jamir. Solo él con Kiki. Y aunque el niño era bastante inquieto, eso le bastaba a él de movimiento. Más de eso, era ya agobiante, especialmente para Mu, que casi siempre había vivido en esa tierra solitaria del Tibet.
Se levanto de su cama. Aun no había amanecido, y como siempre se despertaba a la misma temprana hora.
Se quedo pensativo por unos momentos. Debía cambiar su semblante, sino preocuparía a su pequeño aprendiz, y suficientes preocupaciones le había dado ya durante la noche con ese extraño sueño.
"Ese sueño…" pensó.
Al final tal vez le asentara bien el viaje a Grecia. No lo había admitido en todo el tiempo que llevaba en esa torre. Pero, su maestro y Athena tenían algo de razón: confinado en ese lugar se estaba convirtiendo en un ermitaño.
Se sacudió los cabellos mientras tomaba la toalla de un cajón y se dirigía a su baño. Se detuvo en el marco de la puerta con el rostro decaído.
No se estaba convirtiendo… ya lo era.
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° Traducción: - ¡Luego sigues tú!
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Bueno, espero que les haya gustado este fic. Estoy muy emocionada porque en una noche hice el primer capi en un momento en que se me prendió el foquito.
Muchas gracias a quien lo vaya a leer, se lo agradezco mucho.
No se olvidan de dejarme un review :-)
Violeta.-
