Disclaimer: Los personajes y la historia de la serie Saint Seiya no me pertenecen, le pertenecen al Sr. Masami Kurumada, la Toei y Cía.
Los personajes y las historias de ellos, que no aparecen en la serie y el manga, son claramente míos.
Advertencia: Este fic es de DRAMA y ROMANCE, un poco de ACCIÓN y género 100 HETERO.
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Capítulo IV
"La Cuarta Estrella"
El equinoccio de la primavera se dio y pasó, el punto que antes se marcaba en Aries hizo cruzar al sol al hemisferio norte, dando inicio ese día a esta estación. Más al norte el efecto era muy marcado. La primavera siempre era del agrado de muchos, o al menos de la mayoría.
Hacía dos semanas que Mu y Kiki estaban en el Santuario, quedándose en la Casa de Aries. Los días habían transcurrido diferentes a lo que ambos hubieran esperado. Ya dos semanas, y Mu seguía ahí sintiendo como a veces su paciencia llegaba al límite. Estar rodeado de tanta gente era una costumbre que ya no tenía, es más, era algo que no recordaba y tampoco apreciaba mucho.
Su vida solo con su alumno era tranquila, y por eso, agradable. Levantarse tan temprano por la bulla de las Casas no era lo mejor para el amanecer. Además, que Milo y Aioria siempre traían arrastrando a Camus para decirle que saliera por la noche con ellos, y era muy difícil negársele al santo de Escorpio. Y ya estaba cansado que Death Mask amenazará continuamente con matar a Kiki por cualquier nimiedad, sus gruñidos se escuchaban hasta su casa misma.
A ello sumarle que Shaka insistía que meditará a su lado, cuando tan solo necesitaba despejar su mente a solas; y el hábito de Afrodita de dejarle rosas, aunque no era el único que las recibía, era una costumbre que hacía Piscis cada dos días por todo el Santuario.
Tal vez antes no le hubiera importado, pero ahora hasta que Aldebarán se le apareciera en casa a solo conversar le era ya una incomodidad. Incluso hacer deporte no lo lograba a gusto porque Aioros y Shura le pedían que los acompañara en sus prácticas. ¿Acaso se necesitaban dos caballeros más para lograr estar uno en buena forma? No, tan solo un "no" se repetía en la cabeza de Mu.
De todos los dorados, al menos los gemelos no le daban esa sensación de ahogo y escape que experimentaba con los demás. Pero, aún así, algo extraño percibía en ellos muy claramente, y aunque no sabía que pasaba con esos dos cuando… era sumamente extraño su comportamiento. Saga alejado, esquivando la mirada continuamente, y Kanon tratando de ser siempre amable.
Todo ello, en tan solo una semana ya le había cansado profundamente, y aunque su paciencia era bastante grande, consecuencias de vivir tanto con un niño, sentía que sus compañeros de las casas eran, ciertamente, peor que cualquier Kiki travieso del mundo. Al menos su discípulo con tan solo una mirada de su parte comprendía que debía dejarle solo y… no insistir. ¿Un poco de soledad era demasiado pedir en el Santuario?
Las cosas habían cambiado en el Santuario desde que estuvieran en las batallas, pero no sabia si estar al lado de ellos en la guerra santa fuera peor que estar con ellos ahora. Estaban tan relajados sus compañeros. ¿O era, tal vez, Mu el único tenso que se daba cuenta de ello?
A su maestro casi no lo había visto. Desde su llegada empezó a notarlo extraño, y sabía que era desde su llegada porque todo el Santuario lo comentaba. Escuchaba lo que se decía entre los mismos caballeros y guardias, que el Patriarca andaba mal o enfermo. Se la pasaba prácticamente enclaustrado en Star Hill, y fuera de ahí, estaba con Saori o Dhoko. Más con este último, que parecía tener siempre una mirada de preocupación asomándose con arraigue por su rostro. Tan notorio fue, el cambio del Patriarca, que hasta las lecciones que recibía Saori de él fueron suspendidas por unos días, y luego, reanudadas por el mismo Dhoko suplantando a Shion en esa tarea. Inclusive, no recibía a nadie en su templo, a excepción de los mencionados porque tenían la confianza y el valor para no ceder ante lo que decía el Maestro.
También a Kiki lo había notado extraño, sumamente retraído y silencioso. Se despertaba al amanecer, practicaba su entrenamiento sin quejarse y estudiaba sin insistírsele mucho. Después, desaparecía y regresaba temprano, con el mismo semblante decaído de esos últimos días. Por un momento, Mu había pensado que la estancia en el Santuario haría que su aprendiz anduviera más travieso y flojo que nunca, pero fue todo lo contrario. ¿Entonces, le había venido bien el cambio? No, eso era definitivo. Al niño le pasaba algo, era notorio y a Mu no le agradó eso, prefería mil veces un Kiki juguetón, travieso y perezoso que a ese extraño niño que andaba viendo en él esos días.
Sin embargo ni una sola queja emitió en las dos semanas, nunca fue hombre de quejas, así que tampoco tenia porque comenzar a estas alturas de su vida. Solo sonreía, asentía y si no aguantaba más, simplemente, se excusaba. Todo por el hombre que le vio crecer, por su diosa y sus compañeros que fueron parte de esa familia que solo conoció, porque otra, no tuvo.
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Esa noche, el cielo se veía cubierto de pocas estrellas. Y como en los últimos días, salió de su habitación a hurtadillas sin hacer el menor ruido posible. Bajo los escalones, y se sentó en uno apropiado para luego dejar caer su espalda sobre una columna.
Había sido casi un ritual constante el hacer eso en las últimas noches. Hacerse el dormido y cuando todos estuvieran descansando, salir de su habitación a contemplar las estrellas.
Buscó con desesperación la de Aries, y la encontró. Brillaba, sí, pero no tanto como el día de su llegada al Santuario. Ese día, luego de escuchar algo que no debía, se teletransporto afuera con lágrimas surcando su rostro. Lo llamaron a comer y se limpio rápidamente. Entro tranquilo, disponiéndose al almuerzo y cuando estuvo acabado, se despidió temprano alegando que deseaba salir a pasear. A nadie le pareció extraño. Y cuando cerro la puerta del recinto del Patriarca, salio corriendo desesperado por las escaleras que van hacia Piscis, escapando, ahora sí, sus lágrimas libremente.
Cuando llegó a la Casa de Aries, luego de horas vagando por el Santuario, se tropezó con un escalón dejándose caer sobre el. Aún con el rostro sumergido entre sus brazos y las escaleras, volteo y la vio. La constelación de su casa brillaba esa noche muy intensamente, como nunca antes la había visto brillar. Decidió que todas las noches la contemplaría, de ese modo sabría cuanto sufría silenciosamente Aries.
Y así fue, desde su primer día de llegada al Santuario, Kiki se escapaba por las noches de su habitación para acurrucarse en una escalera del templo, a contemplar a su constelación mientras lloraba amargamente.
Ahora entendía porque el brillo de Aries era a veces tanto, ahora entendía, entre lágrimas, que era cierto que las estrellas brillan por sufrimiento. Y también, que Aries había sufrido mucho y lo seguía haciendo, porque sus portadores son uno con Aries, y la constelación uno con ellos. Aries brillaba porque su maestro, el Patriarca y él mismo estaban sufriendo.
Y un cuestionamiento similar al de Shaka de Virgo en su niñez se vislumbro confusamente en la mente del pequeño pelirrojo. Cerro sus ojos al unísono que cerraba sus puños con fuerza y, con las lágrimas al brote, renegaba de la vida de sufrimiento que padecían las personas y que, por ende, el también sufriría.
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De nuevo los sueños. No había una sola noche que no lo asaltarán de repente mientras dormía, su transpiración agitada como siempre, al igual que esos ojos tan tristes.
"Que bellos ojos" se decía una y otra vez cuando los recordaba, pero de inmediato recordaba también lo que expresaban "y cuanta pena había en ellos"
¿Qué diablos le pasaba? Desde hacía un año exactamente se empezó a sentir extraño, y a los días que llego a Jamir empezaron los sueños. Ya casi un año con ellos, y aun no entendía porque los tenía. Nunca soñaba con nada más que con esa mirada de dolor suplicante por ayuda. Pero no tenía indicios de que fuera en verdad una llamada de auxilio o simplemente solo la imaginación de su mente.
Ese dolor lo sentía como si fuera propio, a pesar de no saber que podría causarlo. El aire le faltaba, se ahogaba en cada suspiro y era como si algo muy pesado cargara en sus hombros. A veces, sentía que había algo presionándole el rostro con fuerza y deseaba gritar, pero no lograba hacerlo. ¿Era normal todo ello¿Ese dolor era real¿O era solo producto de su mente asfixiada por la vida del Santuario¿Existía la persona dueña de esa mirada? Demasiadas preguntas sin responder que gritaban con desespero en su interior.
Se volvió a recostar, desde su ventana se veía el cielo y su constelación. Brillaba. Sonrió y se dejo hundir entre las sábanas para volver a dormir.
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El cuerpo le dolía demasiado, tan solo un día en esa semana no les habían golpeado, el resto había sido casi una cruel masacre contra sus pobres existencias. Con la justas se podía mover arrastrándose entre la tierra de su celda, pero al menor movimiento sentía como si los huesos se le fueran a quebrar.
Aunque su cuerpo no era el más maltratado, aquel patético ser que le acompañaba en ese sucio lugar había recibido la peor parte. ¡Si la peor! Era difícil imaginar que peores golpes de los que había recibido su mismo cuerpo fueran capaces de darse, pero era notorio, los golpes que recibió fueron casi una bendición al lado de los que recibió su compañía.
Siempre se habían ensañado más con… ¿el chico? No sabía si era hombre o mujer, fuera lo que fuera era un ser más desgraciado aún por todo ello.
Le daba tanta lástima… ¿Cuántos años estaría encerrado ahí¿Qué edad tendría¿Qué crimen habría cometido? Cuando ella llego ya estaba ahí encerrado, y de eso era ya hace varios años.
Ni siquiera sabía si hablara, solo emitía extraños sonidos muy despacio. Bueno, ella tampoco hablaba, las primeras veces que lo hizo la golpearon tan duro que se dio cuenta que al no hablar estaría más a salvo.
°°°°° FLASH BACK °°°°°
- ¡No! -gritó- ¡no, déjenme salir¡Quítenme esta cosa! -llevo sus manos a su cabeza.
La habían metido en una celda oscura y sucia, y la cerraron con varios candados. Solo un poco de luz entraba por la pequeña rejilla de una puerta que había en el fondo, más allá de las rejas que le encerraban, demasiado lejos como para que le escucharan sus reclamos.
Se giro, había sentido una presencia débil en esa misma habitación, y estaba en lo correcto, un pequeño cuerpo estaba tendido en el suelo y sangraba. Se asusto, parecía que estaba muriendo y empezó a llorar desesperadamente.
- ¿Estas bien? -preguntó mientras ahogaba su llanto- estas… sangrando…
Quería acercarse pero temía que fuera un delincuente peligroso que la mataría en cualquier momento por más herido que estuviese. Pero noto que su cuerpo era pequeño y que con las justas se podía mover, así que se fue acercando con cuidado.
- ¿Puedes… ayudarme a sacar esto? -señaló su cabeza que era cubierta por algo oscuro y áspero- oye…
Se acerco más y noto que esa persona también llevaba lo mismo cubriéndole el rostro y la cabeza. Dejo escapar un pequeño grito al verle.
- ¿Tu también? -preguntó, pero todavía no conseguía respuesta- estará muerto… -murmuró mientras se acercaba más.
A su frente se arrodillo y sus manos empezaron a querer tocarlo pero unos ojos se abrieron entre tanta oscuridad. Retrocedió asustada porque le miraron fijamente.
- ¿Æsir?° -balbuceó la persona tendida en el suelo.
- ¿Cómo? -ella meneó la cabeza sin entender y los vio. Eran púrpuras y muy hermosos pero también demasiado vacíos. Nunca antes había visto unos ojos de ese color.
Unos fuertes pasos se escucharon a lo lejos, ambos saltaron asustados por el ruido. La persona que estaba sangrando se empezó a mover con angustia hacia un rincón de la celda, mientras que la recién llegada solo se quedo quieta sin entender nada.
La reja se abrió y una gran sombra apareció pasando su mirada entre ambos.
- ¡Sácame de aquí! -empezó a gritar nuevamente ella.
- Stilte!°° -gruño la sombra
Pero luego se arrepintió de haber reclamado tanto. Cuando regreso a su celda casi no se podía mover por los golpes recibidos. Solo se sentó en el suelo mientras la mirada de ojos púrpuras le observaba tímida y tristemente.
°°°°° FLASH BACK °°°°°
Nunca había entendido lo que le había dicho la primera vez y tampoco lo entendería, aunque lo tenia guardado en su memoria. Tal vez fue un simple ruido que se le escapo, un quejido a tantas heridas que le sangraban. Aunque era extraño, nunca escuchaba quejidos de su parte, era como si esa persona se hubiera resignado al dolor y lo recibiera como parte natural de su vida.
Sus pensamientos fueron interrumpidos de repente al sentir como si la celda se sacudiera. Asustada fijo su mirada en las rejas pero pronto se dio cuenta que de ahí no provenía la causa del movimiento. Temerosa, giro lentamente su cabeza en dirección a la persona que le acompañaba y frunciendo el entrecejo observo calladamente lo que hacía.
Se encontraba arrodillado y con los brazos extendidos en el aire muy cerca de una de las paredes. Las ropas viejas y sucias de sangre le colgaban del cuerpo, ya que su contextura era demasiado delgada. Con su cabeza baja y sus cabellos a flote, parecía despedir una especie de luz extraña de sí. Su cuerpo se elevo lentamente mientras que su rostro cubierto por algo oscuro se levantaba de un letargo extraño.
Y de nuevo vio esa misma mirada vacía que la primera vez. Los ojos púrpuras del individuo fueron matizados por una capa muy clara sobre ellos, casi transparentes.
Pero de repente un aura oscura lo envolvió y cayó al suelo de un golpe.
No se movió más…
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Las ojeras lo delataban porque no descansaba bien desde hacía días. Pasaba la noche en Star Hill sin dormir, examinando las estrellas y apuntando cualquier cambio en ellas.
Sabía que Dhoko tenía en cierta parte razón, no era adecuado que se la pasara atormentándose por los recuerdos. Pero no podía negarse lo que ya era un hecho.
Saco su libreta de apuntes y empezó a repasarla con detenimiento, los patrones variaban en Aries.
Su estrella principal, Hamal°°°, brillaba bastante últimamente, al igual que lo hacía Sheratan°°°. Eso no le preocupo más allá de lo normal. Sabía bien que Hamal brillaba por él y su dolor. Y que Sheratan brillaba por Mu, aunque no sabía exactamente el porque. Sin embargo, lo que le preocupo demasiado fue el brillo que daba la estrella menor de Mesarthin°°°. Desde que Mu y Kiki habían llegado, esa estrella de Aries había empezado a brillar inusualmente. Algo pasaba con Kiki, lo sentía en su estrella de Mesarthin que se comportaba extrañamente.
Y es que, cada estrella de la constelación de Aries representa a cada uno de ellos. Hamal, la estrella principal y más brillante de la constelación, pertenecía al Patriarca. Por eso, cuando se mira hacia Aries, se ve que Hamal brilla más, porque su representante sufre y ha sufrido más a través de los años. Sheratan, la segunda estrella más notoria, representa a Mu y su brillo, si bien notorio, últimamente lo era con más fuerza, razón por la cual, él le pidió a su discípulo regresar al Santuario y entender de ese modo su brillo. Mesarthin, la que le seguía a Sheratan, era la estrella de Kiki. No se notaba mucho, a diferencia de las otras dos, porque era pequeño su guardián, sin embargo en los últimos días su luz era intensa… demasiado.
Leer las estrellas no solo era un pasatiempo del Patriarca, era un modo de saber que ocurría en el presente y lo que deparaba el futuro, de estar enterado por medio de ellas y no de las palabras. Si Mesarthin brillaba de ese modo, algo pasaba con el pequeño pelirrojo, y a esa corta edad y con ese brillo… ese niño estaba sufriendo.
Se levanto y se dirigió a un estante de libros que guardaba en el mismo Star Hill. Eran libros antiguos y de constelaciones que no podía tener en el estudio de su templo, porque manos rápidas -léase algunos dorados- los podrían tomar prestados sin permiso. Tomo un grueso volumen, el mismo que días atrás estuvo examinando. Se acomodo nuevamente en el asiento y lo abrió en donde estaba el marcador claro.
Al abrirlo se encontró de nuevo con lo que había visto la otra noche. La imagen de bordes dorados de dos serpientes que estaban entrelazadas. En la siguiente hoja, las dos serpientes ahora formando con sus cuerpos una encadenada forma similar al numero ocho.
Suspiró, hacía muchos años que no había visto la segunda imagen. Querer leer lo que estaba escrito en ese libro era algo imposible, más no para él, que conocía perfectamente bien el idioma en el que estaba tallado.
"La serpiente es símbolo de la eternidad. En la antigüedad, dos pueblos unidos simbolizaban el eterno centro de la espiritualidad primordial…"
Cerró el libro con fuerza al sentir una punzada en el corazón. No¡no era posible…! su estrella estaba apagada desde hacía más de 16 años… Alzó de repente la vista, y la vio, brillosa e iluminada como la primera vez. Una lágrima próxima a escapar surtió su mejilla de su aguado y transparente líquido. Ahí estaba… la esperanza siempre estuvo ahí.
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Su corazón lo sintió saltar de repente, y bruscamente, se levanto de la cama con el rostro demostrando que no entendía que pasaba.
De nuevo la había visto, pero esta vez fue más horrible que nunca la escena. Un grito desgarrador y de inmediato sus ojos, luego una máscara y unas rejas, y por último, unas manos llenas de sangre, una serpiente y una luz que al alejarse era una estrella. Luego fue como si de repente alguien le hubiera arrancado el sueño de la cabeza. ¿Qué había pasado¿Por qué se había despertado de ese modo tan brusco?
Se levanto y se dirigió pensativo hasta la ventana de su habitación, alzó su rostro para contemplar las afueras que daba la vista, y se percato del brillo que despedía Aries. Por primera vez, cuatro de sus estrellas brillaban vivamente.
Su rostro se invadió de verdadero y angustiante asombro.
- La cuarta estrella… -murmuró Mu para sí.
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° Æsir - Se les dice a los dioses de la luz.
°° Stilte! - Traducción: - ¡Silencio!
°°° Hamal, Sheratan y Mesarthin - Son tres de las estrellas de la Constelación de Aries, como se explica en el fic. Las 3 son las que más brillo tienen en realidad. En el fic se trata de explicar el porque de ese brillo, que en realidad si existe en las mismas proporciones señaladas.
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Notas del Autor:
Ande, ahí está el 4° capítulo,... que x si sólo se explica el porque tardo tanto... espero q haya gustado.
Gracias a quien lo lea y bueno... ala.. a esperar la fruta lanzada xd-
Violeta.-
