UN CLIENTE DESCARADO
Disclaimer: Esta historia no me pertenece es una adaptación para el fandom Miraculous las aventuras de ladybog espero que les guste.
Adaptación © FandomMLB.
Miraculous & ladybog © Thomas Astruc
Un cliente descarado © Whitney G.
CAPITULO 2.
LA PUBLICISTA
MARINETTE
Salí del coche de empresa en Broadway con la Quinta Avenida e hice malabarismos con el paraguas y el café en una mano y los archivos de mis clientes en la otra. Hoy era el octavo día consecutivo en que llovía con fuerza sobre Manhattan, y comenzaba a lamentar no haber alquilado una oficina más cerca de mi apartamento.
—Buenos días, señorita Dupain-Cheng. —El conserje me saludó y me abrió la puerta—. Me alegro de ver que llega dos horas antes de tiempo, como siempre.
—Buenos días a ti también, Oliver —dije, sonriendo—. Sabes que me da alergia llegar tarde. —Entré y apreté el botón del ascensor, que me llevó directamente al séptimo piso.
En el momento en que salí, miré con asombro las brillantes letras plateadas que colgaban encima de las puertas dobles:
«MARINETTE DUPAIN-CHENG & ASOCIADOS».
Mi firma era una de las empresas de relaciones públicas y marketing más pequeñas de Manhattan, y nuestros clientes eran en su mayoría atletas de nivel medio, celebridades locales y universidades, y algunos imbéciles de Wall Street que eran incapaces de mantener las pollas en los pantalones. De vez en cuando conseguíamos una cuenta enorme, pero al final todos nuestros clientes se veían atraídos por las luces brillantes de una empresa más grande, una empresa con más personal, mayores recursos y otros clientes de renombre con los que yo solo podía soñar.
Aun así, y pensando que solo llevaba seis años en este mundo, me sentía orgullosa de cuánto había logrado con mi equipo, formado solo por cinco personas.
Abrí la puerta del despacho y comencé mi ritual matutino: escuchar treinta minutos un audiolibro, responder a todos los correos electrónicos importantes y prometerme a mí misma dar el doscientos por cien durante el resto del día. Examiné los archivos de los clientes actuales, asegurándome de estar a tiempo de proporcionarles todo lo que necesitaban, y cuando terminé, mi secretaria, Kagami, me estaba poniendo una taza de café recién hecho encima del escritorio.
—Buenos días, señorita Dupain-Cheng —dijo—. Traigo la agenda diaria actualizada.
—Genial. —Miré hacia arriba y le indiqué que tomara asiento—. Dime...
—El señor Kante de V-tech, quiere que le escribamos el discurso para la ceremonia de inauguración de la próxima semana. Quiere que sea «precioso, conmovedor y gracioso a la vez». Y, además de solicitar nuestra ayuda con las entrevistas de prensa, también quiere que le consigamos a una hermosa pelirroja para una cita. Se conformará con una morena, pero no con rubias.
—Que Marc me entregue el borrador previo del discurso mañana y que Lee organice cuatro entrevistas con las emisoras locales. Después, dile amablemente al señor Kante que no somos un servicio de citas. Que se busque él solo a su pareja.
—Hecho. —Garabateó algo en el bloc de notas—. Sigo poniéndola al día: la universidad de Nueva York quiere ampliar su cuenta con nosotros seis meses más. Kim hará una llamada telefónica a final de mes para hablar sobre el cambio de marca local y... mmm... Luka Couffaine... —Murmuró el resto de la oración de forma que no la entendí.
— ¿Podrías repetir lo último que has dicho? —pregunté—. No te he entendido.
—Luka Couffaine cancela su cuenta con nosotros a partir de ya. Nos ha enviado una cesta de fruta deseándonos «la mejor de las suertes», y se va oficialmente para... Bueno, ya sabes.
— ¿Couffaine & Asociados?
Cuando asintió, comenzó a hervirme la sangre. Couffaine & Asociados estaba dirigida por el inigualable Luka Couffaine Era uno de los mayores «inversores de fondos fiduciarios» de la ciudad y un auténtico capullo. También era, por desgracia, mi exnovio.
Cogí el móvil y marqué su número, y luego le exigí a su secretaria que me pusiera en contacto directo con él.
—Estará con usted en dos minutos, señorita Dupain-Cheng —Ella, al menos, tenía la decencia de sonar agradable cada vez que llamaba. Casi me hacía olvidar que me había traicionado al dejar mi firma para unirse a la suya.
«Casi...».
— ¿Eso ha sido todo por hoy, Kagami? —pregunté con la mano sobre el receptor.
—En realidad, no. —Se puso de pie y me entregó un Post-it rosa—. Hemos recibido llamadas intermitentemente a lo largo de toda la semana de un tipo que afirma que necesita representación, pero no quiere dar ninguna información sobre sí mismo.
Arqueé una ceja.
— ¿Qué quieres decir?
—Pues que llamó y soltó: «Necesito una agencia de publicidad. Les sugiero que me acepten». Le dije que lo volvería a llamar, pero no he podido porque no me ha dado su número de teléfono. Entonces, volvió a llamar un par de días después, y antes de que yo pudiera decir una palabra, empezó a hablar él: «Le estoy haciendo un favor a vuestra pequeña firma solo al consideraros. Tenéis que aceptarme». —Puso los ojos en blanco—. Al principio, pensé que era el señor Couffaine, que nos estaba gastando una broma, ya que el tipo se negaba en redondo a completar nuestro cuestionario de preselección, así que le dije que cobramos doscientos cincuenta mil dólares al mes por cliente.
—Déjame adivinar. ¿Fue entonces cuando finalmente se rindió y admitió que Couffaine lo había contratado para acosarnos?
—No... —Señaló su Post-it rosa—. Lo ha pagado. Un año entero por adelantado.
— ¿Qué? —jadeé, mientras leía la nota manuscrita.
«Un cliente anónimo ha depositado tres millones de dólares en nuestra cuenta esta mañana...».
No tuve la oportunidad de procesar por completo mis pensamientos antes de escuchar la voz familiar de Cataldi.
— ¡Buenos días, Marinette! —dijo—. ¿Cómo puedo ayudarte en este hermoso día?
—Para empezar, puedes dejar de robarme a mis putos clientes.
—Vaya, vaya, vaya... Qué lenguaje tan colorido. —Se rio—. Es un poco temprano para eso, ¿no crees? —Había una sonrisa en su voz, y deseé poder atravesar la línea para borrarla de su rostro.
—No necesitas más clientes, y, sin duda, no necesitas los míos, Couffaine—le dije—. Solo estás haciendo esto para vengarte.
—Eso no es cierto en absoluto. Me duele incluso que pienses eso de mí.
—Entonces deja de hacerlo. —Traté de mantener la voz firme para evitar que afloraran mis verdaderas emociones—. Deja de captar a mis clientes para tu empresa seis meses después de que ya hayan firmado conmigo.
—En serio, amorcito, creo que necesitas meditar antes de soltar esas acusaciones infundadas.
—Ya no soy tu «amorcito».
— ¡Oh, es cierto! Me rechazaste delante de trescientas personas en nuestra fiesta de compromiso.
—Porque me engañaste. —Todavía no podía creer que él no hubiera superado eso. Que se negara a reconocer la verdadera razón detrás de nuestra ruptura, hacía ya años—. Tú-me-en-ga-ñas-te-a-mí.
—Una vez, Marinette. ¡Una vez!
Apreté los dientes y saqué una pelotita antiestrés del cajón. No tenía sentido volver a tener esa conversación con él en ese momento. Nunca terminaba bien para ninguno de los dos.
—Quizá no recuerdes las promesas que nos hicimos el uno al otro —dijo—, pero yo sí. Se suponía que debíamos ser Couffaine & Duapin-Cheng Asociados y que íbamos a dirigir esta ciudad juntos.
—Esas promesas quedaron anuladas en el momento en que dejaste que tu becaria te chupara la polla. —Negué con la cabeza al recordarlo—. Y, para que conste, puede que te pillara una vez, pero te acostaste con ella en muchas más ocasiones.
—Este es un caso clásico de «él dijo, ella dijo». Como publicista, sabes que los detalles reales son claramente confusos después de tanto tiempo. —Soltó una breve carcajada, lo que casi me hizo gritar—. Sin embargo, no estoy haciendo esto para vengarme. Estoy haciendo esto para que finalmente puedas dejar de lado tu orgullo y te unas a mí. Y tal vez, solo tal vez, cuando vuelvas a la normalidad, puedas perdonarme y podamos retomar la relación donde la dejamos. Podemos ser Couffaine & Dupain-Cheng Asociados para siempre. ¿Qué dices?
Colgué.
No existía ninguna posibilidad en el mundo de que volviera con él, y mucho menos de que tuviéramos una firma juntos. Abrí la bandeja de entrada, lista para llegar al fondo del misterio que suponía aquel depósito de tres millones de dólares, y noté que había dos correos electrónicos nuevos de mi mejor amigo, Ivan.
Asunto: Deshazte de tu compañera de piso...
Ya te lo he preguntado antes, pero vuelvo a insistir: ¿por qué no puedes, simplemente, echar a Alya? Estoy seguro de que puede encontrar a otra persona que pueda permitirse el lujo de pagar la mitad de ese alquiler tan caro. Alguien que no insista en imponerme sus ridículas creencias germofóbicas cada vez que voy, alguien que no me ande acusando por dejar «micromigajas» en la encimera de la cocina.
Gracias por adelantado.
Ivan
Asunto: Setenta tristes meses y sumando...
Este es tu recordatorio mensual de que no te has acostado con nadie desde que cortaste con Couffaine, y es por eso por lo que estás estresada y obsesionada con el trabajo todo el tiempo. Si no fueras como una hermana para mí, me acostaría contigo yo mismo, pero por enésima vez: tienes que acostarte con alguien. Hazlo este mes para que no tenga que enviarte otro correo electrónico sobre el mismo tema el próximo mes. (Empieza a ser muy triste). Puedo sugerir algunos clubes y contratar a mi hermana para que te ayude a vestirte si quieres...
Ivan
P. D.: No estoy de coña sobre tu compañera de piso. ¡Tienes que echarla!
Me reí y borré su correo antes de abrir las cuentas de la empresa en una nueva pestaña. Confirmado: había un ingreso de tres millones de dólares y el banco solicitaba una reunión inmediata para que presentara los documentos fiscales.
El nombre de la entidad que había hecho el depósito era simplemente «IŌ LLC», y una miríada de empresas con esas iniciales aparecieron en mi pantalla cuando di a «Buscar». No había un «IŌ LLC» particular, y ningún negocio en esta ciudad operaba actualmente con ese nombre.
Llamé a Kagami.
— ¿Sí, señorita Duapin-Cheng? —respondió ella al primer timbrazo.
—Kagami, ¿este cliente misterioso nos ha enviado en alguna ocasión algún correo electrónico que podamos rastrear?
—No, solo ha llamado, y el número desde el que llama es de un hotel —dijo—. Lo he comprobado. Sin embargo, generalmente nos llama todos los días al mediodía.
Miré el reloj. Solo eran las diez.
— ¿Qué dijo exactamente la última vez que llamó?
—Mmm..., bueno, después de que le hablara sobre nuestra tarifa falsa, dijo que llamaría para concertar una reunión con el director el lunes. ¿Realmente le vamos a cobrar doscientos cincuenta mil dólares al mes?
—Depende de quién sea en realidad y de lo que pueda necesitar de nosotros —dije—. Si es tan rico y tan buen cliente, podríamos tener que contratar más personal y conseguir más recursos para hacer las cosas, ¿sabes? Avísame cuando vuelva a llamar.
—Lo haré.
Colgué y traté de adivinar quién demonios podría permitirse el lujo de soltar tres millones sin pensarlo dos veces en esta ciudad. Cualquiera que se molestara en ir a una pequeña empresa en lugar de a uno de las tres grandes: Embassy, Kubdel o Avenue.
«O, demonios, incluso la firma de Couffaine ...».
Mientras me desplazaba por otra página de listados de «IŌ LLC», apareció un nuevo correo electrónico de Couffaine en mi pantalla.
Asunto: Quizás tengas razón...
Voy a ponerme a robarte a todos tus clientes hasta que vuelvas a recuperar el sentido común, Marinette. Sabes que no puedes dirigir esa empresa durante mucho tiempo, especialmente sin mí. Estaré aquí cada vez que no seas solvente, cada vez que te des cuenta de que tus clientes siempre me preferirán a mí. (Pero pueden contratarnos a ambos cuando estés lista).
Perdóname y únete a mí antes de que cambie de opinión, amorcito.
Couffaine
P. D.: Respóndeme. Sabes que quieres hacerlo. :-)
«Aggg...».
Eliminé el correo electrónico y en su lugar recuperé el último mensaje de Ivan para darle una respuesta.
Asunto: Re: Setenta meses tristes y sumando...
Pondré fin a la racha este fin de semana. ¿De verdad que tu hermana y tú podéis ayudarme?
Marinette
Asunto: Re: Re: Setenta meses tristes y sumando...
Sin duda.
CONTINUARAA.
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