Habiendo dejado su cuerpo "a salvo" con Kon, salió de casa y corrió tras el Hollow disfrutando la cacería. Incluso en Karakura, siendo un lugar magnético para los Hollow, la cantidad de espectros era inusitadamente baja. Grimmjow debía estar haciendo un buen trabajo asustando a los que querían cruzar por las Gargantas hacia el mundo material, o tal vez se había autonombrado rey de Hueco Mundo… o cualquier otra locura que se le hubiera ocurrido. Pero, lo cierto era que, desde el final de la Sangrienta Guerra de los Mil Años, él no había tenido la necesidad de cambiar su cuerpo material por el shihakusho negro de su oficio de medio tiempo.

Tampoco podía decir que no aparecieran Hollow; pero algunos eran tan pequeños que ni el Shinigami responsable del distrito tenía necesidad de cazarlos.

A sus casi veinte años, y con la universidad en puerta, el avistamiento de un Hollow de vez en cuando lo mantenía entretenido, en forma y manteniendo a todos sus amigos cerca.

Cuando alcanzó al espectro de máscara blanca, lo detuvo con una sonrisa y, al escuchar el grito rabioso de ultratumba, descargó un golpe con la hoja sencilla de Zangetsu.

—¡Ichi-nii! —gritó la voz de Karin en su oído—. Dijiste que me dejarías éste.

—El próximo es tuyo —respondió mientras la apartaba con una mano y se tapaba el oído con la otra.

—Siempre dices lo mismo —se quejó la adolescente a la que siempre vería como hermana menor sujeta a la única verdad absoluta en el universo: él protegía a sus hermanas menores—. Y nunca me dejas pelear —se siguió quejando ella—. ¿Cómo voy a aprender?

Para fastidio de su hermana, le desacomodó el cabello juguetonamente mientras le sonreía con orgullo.

—Es tu culpa —dijo sencillamente—. No hiciste caso cuando dije que yo te protegería; a ti y a Yuzu.

—Yo no pedí ser Shinigami sustituto —rezongó ella.

—Yo te pregunté; tú aceptaste —dijo Toushiro dándole un ligero golpe en la cabeza con su Zanpakuto enfundada.

—¡Toushiro! —gruñó Karin atrapando la funda de Hyourinmaru.

—Es capitán Hitsugaya para ti —dijo el niño albino golpeándola en la cabeza de nuevo.

Sonrió ante el intercambio de esos dos. Karin mostraba el clásico desenfado Kurosaki por los formulismos de cortesía mientras que Toushiro era lo contrario.

Cuando le habían informado que su hermana pequeña era un Shinigami por derecho propio, y sin tener que morir para llegar a esa condición, no pudo ni reaccionar. Antes de saber qué haría —golpear, gritar, maldecir o patear a alguien— le habían dicho que ya tenían su licencia de Shinigami sustituto. Fue Karin quien lo tranquilizó con palabras, ojos entrecerrados y un par de amenazas. Habiéndose rendido él ante la pequeña, sabía que un Hollow tampoco tendría oportunidad contra ella.

Eso no quería decir que se lo fuera a dejar fácil.

—Aún no estás lista —le dijo a su hermana.

—Toushiro piensa lo contrario y él es mi… —se quedó callada, frunciendo el ceño entrada en pensamientos. Volteó a Toushiro—. No eres mi capitán y no eres mi sensei, ¿qué eres mío?

—El que se hace responsable por lo que rompes —dijo aburrido.

Lo comprendió entonces: Toushiro era para Karin lo que Ukitake había sido para él.

Karin se puso roja hasta las orejas por las palabras del capitán y miró a éste con recriminación y vergüenza. El intercambio entre esos dos le molestó de inmediato. Miró a Toushiro con la pregunta rabiando por salir. Tal vez, Toushiro no era solamente lo que Ukitake había sido para él. Porque había pocas cosas que hicieran que Karin se mostrara así de vulnerable y, como su hermano, no iba a ponerse a pensar en el resto. Pero, como hermano, sí que iba a advertir al Shinigami de cabello blanco qué cosas no podía hacerle a su hermanita.

—Ey —amenazó Ichigo—. Cuidado y manoseas a…

El golpe de un Zanpakuto en la cabeza hizo callar el resto de su comentario.

—Ya veo qué le estás enseñando —gruñó hacia el enano mientras se quitaba el Zanpakuto enfundado de Karin del chichón que le saldría.

El albino sonrió torcidamente y, por un segundo, pareció más grande y sabio; no sólo el niño genio del Gotei 13.

—¿Qué haces aquí, Toushiro? —gruñó su hermana.

—¿Enseñarte modales? —soltó con un poco de burla.

—¿Para luchar? —se burló ella completamente—. Hollow-san —comenzó con un falsete—, ¿sería usted tan amable como para permitirme cortar su máscara en dos? —y acentuó su burla marcando una reverencia—. No necesito modales para atacar a un Hollow; necesito que no los maten antes que yo —dijo, volteando a su hermano, con la acusación brillando en sus ojos—. A este paso voy a ser la peor Shinigami sustituto en la Historia.

A toda respuesta, sonrió victorioso hacia su hermana. Si podía salirse con la suya, Karin tardaría mucho en cortar la máscara de su primer Hollow.

—Te lo advierto, Ichi-nii —dijo severa—. Si yo no mato al siguiente Hollow que aparezca, voy a ir directo a Hueco Mundo para mi siguiente lección.

—Ja, ja, ja —se burló Ichigo sin humor—. Y, ¿quién te va a llevar?

Karin lo amenazó con una mirada más antes de dar media vuelta y marcharse enfurruñada.

Rió bajo por la diversión que obtenía de la molestia en el rostro de Karin. No podía evitar molestar a su hermana cuando se ponía así de seria. Sabía que nadie abriría para ella una Garganta que la dejara en pleno Hueco Mundo. Nadie se atrevería sabiendo de quién era hermana y los alcances a los que él llegaba para protegerla. Pero tampoco quería evitar que se preparara ahora que había aceptado el puesto. En verdad quería evitarle la caída libre de cara a las batallas; dejar que fuera una adolescente lo más normal que pudiera antes de tener que crecer tan rápido como él lo había hecho.

—Harías bien en dejar de molestarla —advirtió Toushiro tibiamente—, un día va a lastimarte. Contrario a ti, ella es extremadamente buena con el Kidoterminó con un dejo de orgullo, o de asombro, en la voz.

—Hablando de Kido —cambió el tema abruptamente aún viendo la espalda de su hermana, pero cada vez más lejos—. ¿Ya saben algo de Urahara?

El Shinigami volteó al piso y miró un punto cualquiera con una intensidad que parecía le daba importancia al piso.

—No —respondió con pesar—. Y Yoruichi tampoco sabe su paradero. No dejó rastro, pero tampoco hemos encontrado un cuerpo que confirme su muerte. Comenzamos a pensar que se desintegró en Reishi.

—No me quedan muchas alternativas, ¿eh?

—¿Qué estás planeando, Kurosaki?

—Uno de esos viajes.

—Sabes lo que puede pasarte, ¿verdad?

—Sé que es peligroso —respondió sincero, pero sin querer adentrarse en las complicaciones.

—¿Necesitas ayuda?

—Nah, puedo con el resto. Sólo… mantén segura a Karin.

—Lo haré —terminó el pequeño como si hiciera un juramento.

Despidiéndose de Toushiro con un movimiento de mano, vagó en su forma de Shinigami. No iba a regresar a casa aún, y menos con el carácter disparejo que Karin estaba desarrollando. Al menos, Yuzu estaba tomando mejor la etapa de la adolescencia; no podía ni imaginarse lo que sería esa casa si ambas gemelas se lo tomaran igual de mal.

Terminó su vagar en el único lugar donde se sentía poder pensar realmente. Sentado sobre el techo de esa tienda de barrio, se preguntó de nuevo el dónde estaría ese hombre de misterios y secretos. Nunca había sido bueno para pensar en cosas complicadas, y no es que fuera un bruto, tenía buenas calificaciones y comprendía bien las acciones de algunos, tal vez no el qué motivaba a unos, pero siempre sabía decir si una acción era deliberada o natural, sincera o no; con malicia o sin ella.

Era Urahara el que pensaba en cosas complicadas y, aún así, lograba verse tranquilo. Tal vez porque tenía el control. Tenía el control no sólo de su cuerpo o de sus acciones, o de sus pensamientos; tenía el control sobre esas cosas complicadas que hacían actuar a otros porque ya había analizado y comprendido esas variables y las podía usar en beneficio propio. Y ahí comenzaba la complicación que era Urahara Kisuke, ¿qué hacía por beneficio propio, qué por beneficio de su afiliación y qué por las personas que le eran queridas? ¿Por qué había desaparecido? Y, justo ahí, era cuando él ya no podía descifrar al hombre que le había enseñado las bases de la batalla.

Ese excéntrico exiliado le había hecho sentir… algo. Era algo raro; entre el sentimiento que debería dar un padre —no el suyo, claro—, una madre —aunque el sentimiento que recordaba recibiendo de su madre era también diferente— y un ¿maestro?, ¿un camarada?, ¿un cómplice?… y ahí se complicaban de nuevo las cosas.

Sabía que quería hablar con él de lo que había sucedido con el rey Quincy, necesitaba que pusiera en perspectiva las cosas para él, que le diera un poco de la paz mental que haber matado a un hombre le había quitado. Necesitaba una plática como la que había tenido con él tras la batalla contra Aizen. Justo en ese momento, en que había comprendido a Aizen, Urahara había estado ahí para escucharlo en sus conjeturas sin juzgarlas. Él le había dicho lo que necesitaba escuchar para dar por terminado ese ciclo en su vida. Y lo necesitaba otra vez; lo había necesitado desde que había cortado en dos a Yhwach. También quería saber de la batalla que él había librado; escucharlo hablar y, tal vez, hasta soportaría un par de sus bromas subidas de tono.

Pero sabía que tenía que encontrarlo primero.

Urahara Kisuke había llegado a su vida pareciendo que se quedaría allí para siempre; había sido una constante en su vida durante esos años, hasta desaparecer.

¿Lo había hecho por voluntad propia? ¿Por necesidad?

Uno de esos pensamientos le jodía la vida con resentimiento hacia el hombre; el otro lo dejaba con la necesidad de actuar.

—¿Ichigo-san? —sonó la voz de la no tan pequeña Ururu—. ¿Vas a pasar?

Ichigo estaba a punto de declinar la invitación cuando lo pensó mejor.

De un salto bajó al lado de la joven.

—¿Cómo estás, Ururu? —preguntó desacomodándole el cabello como a Karin.

—Bien —respondió ella con una risa suave—. Tessai-san —llamó en cuanto estuvieron dentro—. Ichigo-san está aquí.

Casi de inmediato, el gigante de piel oscura asomó la cabeza.

—Voy a traer el té —ofreció ella marchando emocionada.

—Tessai-san.

—Kurosaki-dono —respondió al saludo.

—¿Dónde podría estar Urahara? —soltó evitando la charla de relleno. Para preguntar esto había entrado en la tienda.

Tessai suspiró.

—No lo sé.

—Sé que no —dijo con una sonrisa torcida—. Pero tú pasaste más tiempo con él que otro.

—No creo que esté en Hueco Mundo.

—No en Soul Society; ni en este mundo —cortó Ichigo—. Eso nos deja el Dengai, el infierno o que haya muerto en realidad.

—No creo que esté muerto —dijo Tessai pensando sombríamente.

—¿Quién está muerto? —preguntó Ururu felizmente mientras llegaba con las bebidas. Éstas las colocó frente a cada uno de ellos antes de sentarse y mirarlos esperando su respuesta.

Volteó a Tessai esperando a ver cómo respondía el hombre.

—Hablamos de Urahara-san.

—Él no está muerto —aseguró Ururu casi en un berrinche.

Tuvo la idea justo al notar la seguridad de la chica, algo de ésta le hacía pensar que ella sabía más de lo que creía.

—¿Por qué lo crees? —le preguntó con cuidado.

—Kisuke-san dijo que no podía ir porque un par de Espada estaban con él. Y… yo no me… No me gustan mucho esos Espada. Pero Kisuke-san me dijo que estaba bien que no fuera y que regresaría. Kisuke-san no miente, nunca ha mentido.

Entrecerró los ojos en respuesta. Al menos no le habría mentido a ella, pero eso lo dejaba con la misma sensación de urgencia ante el pensamiento que Urahara no pudiera volver. Sabía que Grimmjow y Nelliel habían ido a la Sangrienta Guerra de los Mil Años. Tal vez era momento de volver a preguntarles. Más a consciencia.

—Tessai-san, necesito ir a Hueco Mundo. La Garganta que Urahara hizo… —dejó la frase incompleta a propósito para que el otro respondiera.

—¿Cuándo quieres partir? —ofreció con un movimiento de cabeza.

—De inmediato —dijo poniéndose de pie en el acto. Le sonrió a Ururu y le desacomodó de nuevo el cabello—. Gracias, Ururu.

—Trae a Kisuke-san de regreso, por favor —pidió la chica.

—Lo haré —aseguró.

El viaje por la Garganta fue uno sin incidentes salvo por el hecho de recordar un comentario de su padre. ¿Había sido su padre? En cualquier caso, el Senkaimon unía a Soul Society con el mundo material; la Garganta al mundo material con Hueco Mundo; dentro del Dangai, sin embargo, había capas que corrían a tiempos diferentes. Habiendo pasado algo parecido, sabía que su cuerpo iba a resentir esto. Pero, de nuevo, iba a hacerlo sin importar lo que le costara.

Cuando puso pie en la arena blanca, se encontró maldiciendo las coordenadas. Estaba demasiado cerca de Las Noches y de los recuerdos que eso le causaba. Sin saber dónde encontrar al Arrancar que buscaba, hizo lo primero que se le ocurrió: hizo explotar su reiatsu. El piso tembló mientras él se concentraba en sentir a la pantera llegando.

—Grimmjow —saludó al Arrancar blandiendo a Zangetsu para detener el ataque del loco ese.

—Ichigo —saludó con una sonrisa salvaje.

—No vengo a pelear, Grimmjow —avisó de inmediato.

—Yo no vine a charlar —dijo encogiéndose de hombros—. Me debes una pelea —terminó con otro golpe de su espada.

Reculó unos pasos antes de sonreír maliciosamente. Grimmjow le había recordado demasiado a Kenpachi.

—La tendrás —aceptó sin decir cuándo—. Pero necesito encontrar a alguien —dijo deteniendo la espada del contrincante que no se enteraba de las evasivas.

—¿A quién buscas? —preguntó dándole un golpe en el estómago.

Gruñó mientras se quedaba sin aire. Apretó los dientes con fuerza y decidió que era momento de hacer algo por esa pelea que había comenzado a ser unilateral.

—A Urahara —respondió también con un golpe a la quijada que no cubría el remanente de máscara.

—No está en Hueco Mundo. Ya te lo dije —devolvió con un corte de su espada.

—Digamos que te creo. ¿Dónde está? —insistió mientras daba una estocada al frente.

—¿Por qué crees que lo sabría? —se burló Grimmjow, de él y de su estocada. Cortó el aire con el filo de su espada en el lugar donde había estado el torso de Ichigo.

—Kyoraku dijo que sintió tu reiatsu al lado del de él.

—Yo tenía que acabar con su enemigo —dijo chocando su espada con la de Ichigo—. No sacarlo de ahí.

No preguntó más. Se concentró en la batalla hasta tener al Espada bajo el filo de Zangetsu con la espalda en la arena. Ambos quedaron jadeando.

—¿Quién tenía que sacarlo de ahí? —preguntó sabiendo que Urahara no era de los que iban en misiones suicidas.

—Nelliel —dijo Grimmjow desde el suelo.

Asintió en agradecimiento y le tendió la mano para ponerlo en pie. Se concentró para sentir a Nel en Hueco Mundo y sonrió cuando la sintió acercarse. Rápido.

—Gracias, Grimmjow. Sigues atacando con más furia que estrategia —dijo para fastidiarlo pero también para agradecerle.

—No necesito que me des lecciones —escupió acompañando sus palabras con un fuerte golpe directo al hombro más cercano. Como si quisiera empezar la lucha de nuevo.

Cualquier intento de seguir con la pelea de nuevo se vio arruinado cuando la voluptuosa mujer de cabello verde se lanzó sobre él en un abrazo.

—¡Ichigo! —gritó emocionada mientras pegaba su cuerpo con el de él.

Siempre le había sido difícil no notar las curvas de la mujer cuando se le pegaba así. Se puso rojo de inmediato y trató de separarla mientras deseaba que estuviera en su versión infantil.

—Nel —saludó en cuanto la pudo apartar de su cuerpo.

—Viniste a visitarnos —soltó mientras le brillaba la cara de gusto.

—Y a preguntar algo —respondió mientras veía a Grimmjow alejándose. Volteó a la figura en retirada—. ¡Eh, Grimmjow! Si Karin viene a matar algunos Hollow, déjala estar, ¿ok? —gritó.

—Mientras no se atraviese en mi camino, me da lo mismo lo que mate —respondió enseñándole el dedo medio mientras seguía su camino.

—Es encantador como siempre —dijo Nelliel con sarcasmo y un puchero infantil—. ¿Viniste a preguntarme algo a mí o al tonto de cabello azul? —se quejó, con ese puchero y el dejo de inocencia que siempre aparecía frente a él a pesar del cuerpo que mantuviera—. ¿Qué necesitas de mí?

—Ese tonto dice que sacaste a Urahara de la pelea contra los Quincy.

Ella asintió una vez.

—¿Dónde está él? —preguntó enseguida.

—No lo sé, Ichigo —respondió con pesar—. Lo saqué de ese lugar, pero no llegó conmigo a Hueco Mundo. Yo no lo solté, lo juro —se apresuró a completar.

—Creería que el idiota de cabello azul lo soltara, no de ti.

—¡Gracias, Ichigo! —soltó ella mientras saltaba para abrazarlo de nuevo.

—Si se perdió en la Garganta, necesito encontrarlo, Nel —dijo zafándose de ella una vez más—. Tal vez está en peligro.

—Él no parece ser un hombre que se pierda, Ichigo.

—Aún así —interrumpió—. Tengo que encontrarlo.

—No sé dónde está —aseveró de nuevo, con dolor en su voz.

—Con lo que me dijiste puedo empezar —respondió con una sonrisa de agradecimiento.

Urahara había entrado a la Garganta, sólo no había salido. Y, entonces, allí tendría que buscarlo.

—Nel —dijo emocionado—, ¿podrías abrir una Garganta para mí?

—¿De regreso a casa tan pronto? —se quejó ella.

—No voy a casa.

—¡Ichigo! —gritó un Renji que trataba de recuperar el aire—. Karakura… Yhwach… Karin.

—¿Qué le pasa a Karin? —preguntó con el miedo atenazándole las entrañas con la sola mención de su hermana en los labios de un teniente con ese gesto urgente en la cara.

—Está peleando…

No necesitó más para ponerse en guardia y correr al lado de Renji. Nel abrió una Garganta de inmediato. Saltó a la oscuridad que era camino despidiéndose de la Arrancar con una sonrisa de agradecimiento. En el último momento, Nelliel saltó al camino.

—Los Hollow son la debilidad de los Quincy —explicó—. Tú y yo podemos hacer más que este Shinigami —dijo con su voz más seria.

—Gracias, Nel.

—Lo que sea por ti, Ichigo —respondió antes de apresurar su carrera.

Mientras corría, sólo podía temer por su hermana y enojarse con Toushiro por no protegerla.

Cuando llegó a Karakura, siguió a Renji hasta la batalla.

En cuanto vio a su hermana peleando al lado del capitán del escuadrón 10 sintió que un peso se liberaba de sus hombros. Su hermana era buena y, cuando lanzó un ataque de Kido… entendió a qué se refería el capitán cuando le había advertido de su habilidad.

Sintiéndose cada vez más orgulloso de su hermana pequeña, llegó al lado de los dos que ya luchaban contra una cosa negra que en nada se parecía a cualquier enemigo contra el que hubiera luchado él.

Tomó a Zangetsu de su espalda y se lanzó a la batalla. Logró alejar eso unos cuantos metros de su hermana y lanzó un Getsuga Tensho hacia el enemigo. Con un movimiento demasiado ágil para ser incosnciente, la cosa esa eludió su ataque por completo. Él giró, siguiendo la cosa esa, y se lanzó hacia el frente cuando vio aquello dirigiéndose a su hermana.

Toushiro llegó antes y cortó aquella cosa con su Zanpakuto, protegiendo a la pequeña. Sintió que respiraba de nuevo cuando vio la cosa negra congelada.

El hielo negro se quebró un segundo después, se expandió hacia todos y cubrió su visibilidad. Atacó esa pared negra y viva, cortándola en jirones que volvieron a unirse entre ellos.

El grito de Toushiro lo impulsó de nuevo hacia ellos. Eso no había sido un grito de guerra.

Atacó de nuevo mientras llamaba a gritos al capitán para saber dónde estaba. Vio a Renji atacar, a Nelliel liberando su resurrección y lanzándose contra eso. Los ataques combinados de Shinigami y Arrancar dieron en su objetivo haciendo que la cosa disminuyera su tamaño.

—¡Te lo encargo, Nel! —gritó mientras buscaba a su hermana y a Toushiro.

Cuando los encontró, deseó no haberlo hecho.