Furioso al ver marchar a Kurosaki-kun en ese estado, sujetó al imprudente hombre por el cuello del haori deseando poder romperle el cuello a uno de los pocos a los que llamaba "amigo" regularmente. El insensible Shinigami acababa de arruinar todos los años que le había llevado lograr una mejoría en la psique del joven Rey, del hombre al que amaba y del adulto en que se había convertido un adolescente con demasiado poder, producto de las guerras y de los errores de otros.

Casi lo lleva a ese estado que aterraba a tantos; que lo aterraba a él.

La visión de la cerocidad en la piel de Kurosaki-kun, la sensación de ese reiatsu desapareciendo en su propia inmensidad y la falta de un brillo de vida en su mirada o en sus respuestas…

Empujó a Isshin-san para no dar rienda suelta a su furia y llevó la diestra al mango de Benihime, pero no desenfundó.

—¡Eres un imbécil! —gruñó gravemente antes de tomar aire para calmarse—. Vete del palacio —ordenó fríamente sin inmutarse por la cara de sorpresa del otro.

—Ichigo sigue siendo y será mi hijo —gruñó el otro apenas recuperado de la fuerza del empujón.

—Te recuerdo, Isshin-san, que lo dejaste bajo mi cuidado. No puedes "dar" y "quitar" a un hijo cuando te plazca —dijo fríamente—. Kurosaki-kun puede haber sido creado con tu esperma, pero no es tu propiedad.

—Tutor, Urahara. Tutor. Eso era lo que te pedí fueras para Ichigo, lo que debiste ser. ¡Sólo un tutor! ¡En cambio, lo utilizaste en todas las formas en que se puede utilizar a alguien!

—Te equivocas Isshin-san —le dijo con una calma aparente mientras Benihime vibraba con rabia e indignación.

—Te advertí más de una vez que no experimentarías con mi hijo —soltó el padre empuñando de nuevo su arma—, que no te acercaras demasiado.

Sólo el sonido de metal siendo desenfundado le advirtió del ataque de Engetsu. Benihime paró el acero con su filo.

—La promesa que sí te hice, no la he roto —soltó con acero en la voz—. Tú, en cambio, no cumpliste como padre.

—¡No he hecho más que tomar las decisiones difíciles que son mejores para mi hijo! —espetó el antiguo capitán a un palmo de su cara.

—¿Eso es lo que te dices para dormir en las noches? —se burló claramente—. ¡No imagino qué tan difícil fue para ti quedarte callado en su juicio!

Lo apartó de él con fuerza y preparó su próxima estocada. Por Kurosaki-kun se detenía de matar al padre, pero lo hacía apenas.

—¡Nunca quise nada de esto para mi hijo! —gritó Isshin-san rabioso.

Lo calló de nuevo con un ataque propio que nada tenía de aquella pelea en sus recuerdos por los poderes del hijo. Esta era una batalla perdida para el padre, aunque éste aún no quisiera darse cuenta de ello.

Engetsu atacó de nuevo. Benihime defendió sólo para asestar un golpe que sí conectó con su objetivo. Y la sangre del padre manó libre por un costado del cuerpo.

Benihime vibró, emocionada por la sangre sobre el filo, y rabió como el alma que era para él.

—Cuando pudiste salvarlo de esto, me suplicaste que le devolviera sus poderes —devolvió en palabras mientras lanzaba un corte carmesí en dirección de su oponente.

—¡Él no debía tener los cuatro aspectos de la existencia! —gritó el padre desesperado, rabioso.

Una vez más, bajó su espada en medio de la batalla. Miró al hombre frente a él con una lástima furiosa… él sí que recordaba el pasado, y las explicaciones que le había dado al hombre en su época.

—Ichigo no tuvo los cuatro aspectos —dijo con una voz casi sarcástica, casi resentida—. Karin fue mitad Shinigami y mitad Humano, Yuzu fue mitad Humano y mitad Quincy; Ichigo fue mitad Quincy y mitad Humano, Hichigo fue mitad Shinigami y la mitad Hollow —explicó buscando un desquite más que la comprensión de su oponente—. Mientras que las naturalezas de Yuzu y de Karin se estabilizaron naturalmente, Ichigo tuvo que absorber a Hichigo para salvar a su hermano —dijo fríamente.

—¡Es culpa de ese maldito A… ¿Hichigo? —se interrumpió el antiguo capitán sonando tan impresionado como estúpido—. ¿Qué es eso?

—El hollow encerrado en el cuerpo de Kurosaki —respondió el Capitán Kuchiki con ojos entrecerrados y voz irritada.

—Esa abominación creada por Aizen debería estar muerta —bufó el padre.

Las palabras que pudiera darle a su oponente se vieron interrumpidas por un millar de pequeñas hojas afiladas que resplandecían en color rosa. Sin ver al Capitán Kuchiki, sabía que éste había perdido el control de su temperamento. Lo que no había previsto era que atacara a Isshin-san con tal saña por simples palabras; aunque éstas se refirieran a Shirosaki-kun. Y casi sonríe por eso. Casi.

—¿Llamas a tu propio hijo una abominación? También eres una vergüenza como padre, Shiba —dijo el noble con un tono rabioso apenas controlado.

—¡Jamás llamaría así a Ichigo! —se defendió el padre habiéndose protegido de la mayoría de los filos rosados—. Y ya no es "Shiba", es "Kurosaki".

—Pero llamas así a su gemelo. Decide, Shiba, ¿proteges por ser un padre o no? —soltó el capitán Kuchiki, impresionándolo, con palabras que pudieron contener mucho más veneno si fuera él quien las hubiera dicho.

Pero el efecto que tuvieron las palabras del capitán así dichas, le satisfizo grandemente incluso cuando él no las había dicho. Casi aplaude al noble.

Isshin se envaró de inmediato y sus ojos lanzaron chispas ante el comentario.

—Mi hijo es Ichigo. ¡Mi primogénito y ÚNICO hijo! —aseveró con un tono peligroso antes de escupir sangre sobre la hoja de Engetsu.

La hoja del Zanpakuto del padre se encendió en llamas y éste atacó al capitán. Sin necesidad de pensarlo, se lanzó hacia el frente para detener la hoja flamígera. Benihime vibró tan emocionada con la lucha como furiosa por tener que detenerse de matar.

—Ichigo es Quincy y Humano. Su gemelo, Hichigo, es Shinigami y Hollow. Los poderes Vizard con los que Ichigo peleó, son los poderes de su gemelo. Durante el embarazo, Hichigo estaba sufriendo un suicidio del alma, Ichigo se unió con él para evitarlo tanto como al proceso de hollowficación, sirviendo hasta que despertaron sus poderes. Cuando Byakuya le arrebató a Ichigo los poderes de Kuchiki-san con los que se volvía Shinigami, se produjo un desequilibrio en el alma unida de los gemelos. Con el entrenamiento que le di a Ichigo, Hichigo se volvió Vizard y no Arrancar por tener parte de Shinigami; pero al Ichigo haber absorbido a su gemelo, fue él a quien todos recordamos como Vizard. Para pelear, Ichigo usó los poderes que reconocía desde un principio. Y eso es lo que todos vimos y dimos por sentado, pero no explicaba el porqué acabó como Rey Espiritual. Un único bebé con las cuatro naturalezas hubiera matado a Masaki-san por romper el balance que conseguiste al quedar unido a ella; matando al bebé antes de que naciera.

—Estás más loco que Kurotsuchi —escupió el hombre.

—Masaki-san tuvo dos embarazos con gemelos —interrumpió a un palmo de la cara de Isshin-san antes que el capitán Kuchiki atacara de nuevo. Isshin-san podría protegerse incluso del bankai del capitán, pero no de la verdad que le exponía él—. Aquel que niegas y que has negado desde el principio, produjo dos bebés: Ichigo Kurosaki y al que otro nombró Hichigo Shirosaki.

—Son las mismas mentiras de siempre, Urahara.

—¿Por qué no quieres creerlo? —se desesperó. Respiró profundo una vez y cambió de estrategia—. ¿Cómo explicas la presencia de un hollow en el alma de Ichigo? Dime Isshin —retó pero aún deteniendo a Engetsu con Benihime.

—Es el Hollow que infectó a Masaki —espetó Isshin con total seguridad.

Él negó con la cabeza temiendo haber sido quién había propiciado ese error en las excusas del padre… o por no haberlo corregido cuando éste quiso entenderlo así.

—No es tan fácil, Isshin —comenzó—. Es herencia de Masaki-san, sí; pero ese Hollow no abandonó el alma de tu esposa… o la vacuna contra el suicidio del alma hubiera comenzado a provocar justo lo que prevenía —ante la cara de Isshin, supo que tenía que ponerlo en palabras más claras—. Si ese Hollow en el alma de Masaki-san la hubiera abandonado; hubiera vuelto a sufrir los síntomas de un suicidio de alma. La esencia de ese hollow se mezcló con la de Masaki-san. En el embarazo, esos cuatro aspectos, conjuntamente, participaron en la concepción de los gemelos.

—Estás mal —aseveró Isshin hasta con una sonrisa de victoria en los labios. Él se sorprendió al ver el cambio en el excapitán, exnoble, frente a él—. Si así fuera, Yhwach no hubiera matado a Masaki con el Aüswalt.

Cerró los ojos con pesar por lo que diría, pero tenía que decirlo. Dejar a ese hombre sin explicarle las cosas, claramente, tendía a estallar en la cara de todos los involucrados y más.

—Masaki-san fue asesinada por Yhwach como el resto de los Quincy "sucios". No fue absorbida por él.

El gesto en la cara del padre le decía que la conversación había terminado. La furia en su rostro y el estallido de reiatsu le advirtió que la batalla apenas comenzaba en verdad.

En segundo plano sintió el reiatsu de Kurosaki-kun inundar el palacio de nuevo. Aunque éste se sentía caótico, furioso y desestabilizado en sus fluctuaciones, al menos, se sentía de nuevo.

Vio al capitán Kuchiki por el rabillo del ojo y sin perder de vista a Isshin.

—Kuchiki-san, por favor —dijo llanamente—. No los dejes solos en este momento —pidió sinceramente.

Sabía por experiencia que Kurosaki-kun no querría verlo a él y nada bueno vendría de forzarlo a soportar su presencia.

Agradecido con el capitán cuando lo vio marchar en la misma dirección en la que Kurosaki-kun, devolvió su completa atención a la amenaza frente a él. Dejó libre la rabia de su Zanpakuto que esperaba la venganza por tantas veces que se había detenido ya.

—Puede ser que tengas las mejores intenciones para él, Isshin; pero esta vez casi acabas con quién es. Y, eso, no voy a pasarlo por alto.

Diciendo aquello, fue él quien se arrojó sobre el oponente.

.

Mientras temblaba, con las manos sujetando su cabeza y sintiendo de nuevo comenzar un ataque de pánico, no le importó saber que Byakuya se acercaba a él. Sólo prestó atención cuando el noble se acuclilló hasta dejar sus rostros a la misma altura.

—Shirosaki no me dijo toda la verdad de aquella vida —comenzó el noble con su tono llano—, puedo hacer lo contrario y decirte la verdad que pediste… si en verdad crees quererla —ofreció sonándole su voz, por primera vez, amable.

Sólo entonces subieron la mirada, Shiro a su izquierda.

Aquella inmaterial mano de hierro se cerró de nuevo en su garganta antes que pudiera responder algo. Su mirada comenzó a oscurecerse en la periferia, su respiración se agitó volviéndose superficial y dejó que la voluntad de Shiro guiara el movimiento.

Ambos abrazaron a Byakuya.

Mientras él no podía aterrarse más por aquello, mientras sentía a Shiro relajarse como él sólo lo había logrado con el traidor y mientras sentía en los músculos ajenos la sorpresa del noble, usó la calma que su hermano recibía del abrazo con el noble y a ésta se aferró para tranquilizarse también.

—No sé qué lado abrazar —dijo el noble casi sonando confundido.

—Da lo mismo —dijo Shiro con esa voz metálica que ahora lo calmaba por la rabia bajo las palabras—. Getta-boshi traicionó a Kuro de nuevo; ponlo de pie para que yo vaya a matar al rubio.

Quiso sonreír ante la furia indignada de Shiro tanto como quiso dejarse perder en lo más profundo de su mundo interior. Si no podía despertar a una vida diferente, podía —al menos— dejar que su hermano se quedara con el resto de esta. Byakuya estaba allí, de nuevo, para él.

Entonces Byakuya devolvió el abrazo y su pensamiento fue desplazado por la más pura sorpresa ante la acción del cretino sin emociones.

—Urahara no lo traicionó. Al menos no en esta vida que yo conozco —dijo Byakuya llanamente mientras los apartaba del abrazo con delicadeza—. Urahara fue el que te encontró en el mundo, se puso en contra de Soul Society y Central 46 para que permanecieras en el mundo sólo porque así lo querías y a pesar de lo que viviste.

Vio a Byakuya con la pregunta en los labios, pero sin el valor para hacerla. Shiro permaneció callado aunque rabiaba sólo al escuchar el nombre del científico.

Byakuya suspiró pesadamente. Y, si Shiro no estuviera ocupando la mitad de su cuerpo manteniendo sus consciencias —así— más ligadas que en cualquier otro momento, hubiera creído que el noble estaba fastidiado. Shiro, sin embargo, sabía que Byakuya había tomado una decisión de manera silenciosa.

El noble cargó su cuerpo en brazos y comenzó a caminar. Forcejeó un momento contra el noble, recibiendo una mirada claramente fastidiada de éste.

—No es una conversación que esté dispuesto a tener en el piso —dijo sonando su orgullo, o dignidad, marcada en cada sílaba.

—No queremos ir a otro lado —respondió Shiro por él, pero Byakuya siguió como si no se hubiera dicho nada.

Cuando sintió a Shiro dejar de pelear contra el noble, él cedió ese tanto apenas recordando cuanto le fastidiaba ser y sentirse débil.

Cuando Byakuya los liberó, lo hizo sobre un sillón alargado y sin respaldo que nunca antes había visto. Entonces se fijó en la habitación completa: con muebles rojos, acabados dorados y paredes color ocre en vez de blancas. Unas mesas de patas cortas adornaban algo de la habitación llenando el espacio que podría estar vacío.

—Esto tiene mejor pinta —dijo Shiro con un tono casi sexual mientras acariciaba el cuello de Byakuya.

—No es el momento —advirtió el capitán logrando que Shiro hiciera un puchero.

Se hubiera burlado de su hermano si otras fueran las circunstancias. No lo eran, así que lo mejor era cambiar el tema.

—No sabía que existiera una habitación así —dijo admirando el colorido.

Byakuya tomó asiento poniendo un poco de distancia entre los cuerpos, pero usando el mismo mueble acolchonado.

—No has salido mucho de tu habitación, Rey —dijo Shiro siempre listo para fastidiarlo. O desquitarse por sus expectativas frustradas.

—¿A qué te referías? —le preguntó a Byakuya haciendo un esfuerzo por no contestar a la provocación de su peor mitad.

—Tengo que advertirte que sólo conozco la parte que viví, aunque se puedan deducir otras —comenzó Byakuya y siguió sólo cuando él asintió a su comentario—. Tras la derrota de Yhwach en la guerra, el escuadrón 12 encontró un remanente de éste que contenía lo suficiente del antiguo Rey espiritual como para mantener un precario balance. Diez años después del final de la guerra, éste desapareció. Soul Society comenzó a desmoronarse entre escombros y reishi al no tener un rey en el palacio. El escuadrón 12 avisó que Hueco Mundo no estaba mejor, aunque no había mucho para notar el cambio. Notaron que el mundo material parecía estar en buen estado y les llevó poco tiempo dar su siguiente informe. Llegaron a la conclusión que eras tú lo que evitaba que el mundo material sufriera de igual manera. Fue entonces que Central 46 ordenó a todos los escuadrones que fueran por ti y te encerraran en el palacio a costa de lo que fuera. No importaban los sacrificios personales, no importaban los deseos de nadie. Lo importante era salvar a Soul Society y a los mundos de la destrucción. Urahara se opuso de nuevo a la autoridad.

"Nuestra búsqueda fue infructuosa por meses. No comprendía como era posible que tu reiatsu desapareciera. Te buscamos en Karakura, en Japón, en el mundo; seguimos a tu familia, a tus amigos, a cualquier persona que tuviera la marca de tu reiatsu. Se mandaron Shinigami a Hueco Mundo para buscarte. Nadie sabía tu paradero y, cuando se le ordenó a Urahara encontrarte, él mismo dijo que te había escondido incluso de él mismo. Sus palabras llevaron a Central 46 a reforzar la búsqueda e intentaron castigar al que de nuevo retaba las leyes que emitían. Cuando al fin te encontramos, Hitsugaya, el Capitán Hirako, Rukia, Abarai-kun, Yoruichi y yo, Urahara ya te había encontrado de nuevo y protegió lo que quedaba de ti.

"Te encontramos en un hospital rural del norte de Rusia. Postrado en la cama, con máquinas manteniendo con vida a un cuerpo sin mente. Dijeron que así se había visto el anterior rey espiritual antes de ser cortado por tu mano y la voluntad de Yhwach. No veías, no hablabas, no oías, apenas respirabas. Urahara peleó por ti, peleó contra Central 46, peleó contra la parte de nosotros que no podía desobedecer una orden directa; sólo un par de Arrancar se pusieron de su lado. La batalla terminó cuando moriste.

—¿Morí? —interrumpió el relato sin darse cuenta que había hablado hasta que Byakuya asintió pesadamente. Un regusto de bilis subió por su garganta y quiso gritar de inmediato.

—Moriste cuando esos Arrancar aparecieron y nos obligaron a liberar nuestros bankai —dijo casi sonando como si buscara tranquilizarlo—. Lo suficientemente rápido como para que nadie saliera herido de gravedad: Como si Kurosaki Ichigo siguiera protegiendo a sus seres queridos.

En ese momento tuvo que cerrar los ojos, apartarse del relato y de lo que evocaba en él. Una lágrima escapó de su ojo cerrado. El silencio de Shiro, por primera vez, lo sintió como una forma de apoyo, de fortaleza.

Y los recuerdos, como las piezas de un rompecabezas, comenzaron a juntarse para mostrar la imagen completa.

Había vivido con Orihime como esposa, su hijo había nacido y había sido afectado por su reiatsu. Tras Chad ganar el campeonato de boxeo, Urahara había ido a su casa para advertirle y llevarlo a Soul Society mientras aún no pasara algo irreversible. Cuando él se había negado a abandonar su vida —como ya lo había hecho ante Kyoraku al finalizar la guerra—, Urahara respetó su deseo. "Por el tiempo que dura una vida humana", le había pedido al científico y el hombre había clavado a Benihime en su pecho. Le entregó inventos, tanto para detener su reiatsu como para enmascararlo. Había intentado retrasar lo inevitable justo antes que se marchara de su vida una vez más.

Había peleado con su padre.

Mientras Urahara le había dado esperanza y otorgado ayuda, el capitán que había abandonado su cargo por una mujer Quincy terminó sumándose a su antigua afiliación convencido de que era la mejor opción para el hijo terco que se negaba a escuchar razones. La pelea había escalado hasta cruzar espadas, fragmentando a su familia. La despedida con sus hermanas y esposa se había sentido como una huída, pero ellas habían comprendido… como hubiera esperado hiciera también su padre.

Urahara lo había dejado con indicaciones para el resto del tiempo que le había pedido en el mundo material, pero había desaparecido aunque le asegurara conseguirlo para él. Se enfureció con el hombre, con el tiempo que había pedido, con el tiempo que le habían dado mientras le arrebataban la vida que había formado: la vida por la que quería seguir vivo.

Con el tiempo corriendo, y a pesar del esfuerzo del científico, su cuerpo comenzó a fallar. Primero había sido la vista, y con la vista se fue su carrera de medicina y la ayuda que prestaba en las ciudades en las que nunca se asentó; el oído después, y con éste se fueron las llamadas a su esposa y a su hijo. Cuando perdió el habla y la coordinación fina perdió hasta su libertad: fue confinado en un hospital. No tenía forma de saber si su familia lo había encontrado y visitado o dado por perdido. Su mente comenzó a perderse en la oscuridad y sus recuerdos sólo le bastaban para saber que algo le faltaba.

Antes que el tacto desapareciera por completo llegó alguien que lo tocaba amablemente, con un cariño que parecía haberle faltado por mucho tiempo. La calidez de ese toque de manos callosas y fuertes; el aire que soplaban lo que creían susurros en su oído, los labios que sentía sobre los suyos… las gotas que pensaba eran lágrimas que alguna vez recorrieron su piel.

Recordaba haberse sentido desolado mientras se aferraba a ese calor ajeno como sólo lo haría con alguien al que amara. Recordaba que ese calor se sentía como un hogar donde se sentía siendo amado; y eso era lo único que lo mantenía someramente cuerdo en la prisión oscura que era un cuerpo al que había sido sujetado por... algo que no podía recordar en ese entonces.

Y hubo momentos en que quiso decirle a esa calidez que también deseaba tocarla.

Quería gritarle a esa calidez que le dejara recordar.

Pero su cuerpo ya no le obedecía.

Lloró sin importarle estar frente a Byakuya o que Shiro estuviera a flor de piel. Creyó sentir que Shiro lloraba también, con él; por él. Y su mente, que sí funcionaba en esa vida frente a Byakuya y junto a su hermano, llenó los espacios que no había podido saber dentro de esa oscuridad asfixiante.

Urahara.

Siempre Urahara. Siendo el primero que lo había localizado, siendo el único que pudo rastrearlo como le había prometido, había estado a su lado en esos últimos momentos de aterrorizante oscuridad. Fácilmente imaginaba eran las lágrimas de Urahara las que había sentido como gotas sobre una piel que dejaba también de sentir; y había estado a su lado en el momento de su muerte. Urahara le había dado, en esa vida, su deseo egoísta de quedarse donde estaba sin importarle que pusiera en peligro todo lo demás.

Como siempre, como en cada vida; el pervertido de sombrero y sandalias había estado a su lado y a su espalda, jalándolo, empujándolo o llevándolo por dondé quisiera ser llevado… y condenadas fueran las consecuencias.

Pero eso no explicaba cómo había acabado encerrado en el palacio.

—¿Qué pasó después? —se aventuró a preguntar aunque su voz sonara temerosa de lo que faltaba.

—Te trajimos a Soul Society y ante Central 46 como nos fue ordenado. Capitanes y tenientes fuimos requeridos en el juicio para protegerlos a ellos o para contenerte a ti. Cuando Urahara fue condenado a pasar la eternidad en Muken, tu reiatsu estuvo a punto de destruir todo Seiretei —dijo Byakuya con condena, pero con un trasfondo de resignación en el tono—, destruiste la piedra Sekkiseki que te apresaba y te lanzaste contra los jueces. Urahara fue el único que pudo controlarte.

—¿Controlarme? —interrumpió con un dejo de sospecha.

—Calmarte —ofreció el noble—. A punta de espada y palabras —explicó antes de continuar—. El Capitán Comandante usó el miedo de Central 46 para evitar que llevaran a Urahara a Muken. Alegando que sólo él te podía… tranquilizar, hizo una enfática sugerencia para que se quedara contigo en el palacio. Urahara nos pidió cien años en soledad para ustedes, tenía la esperanza de que ese tiempo te bastara para controlar tu poder.

—¿Y los otros cien años de los doscientos que han pasado? —preguntó amargamente confundido.

Las palabras de Byakuya estaban colocando otras piezas más del rompecabezas en su cabeza. Recordaba, como una escena lejana, el haberse lanzado contra aquellas pantallas que cubrían rostros —como si los malditos quisieran indicar que no veían y que no querían ver a aquellos que condenaban—. Recordaba el agotamiento que esa piedra sobre sus muñecas y tobillos le causaban al quitarle lentamente su reiatsu. Y, aunque no recordaba las palabras que Urahara le había dicho en aquella ocasión, recordaba a la perfección haber sido calmado por éstas como si las palabras fueran una nueva esperanza a la cual asirse.

Estaba logrando recordar el flujo de eventos que había pasado después de eso. Habían sido llevados a las barracas del 12 para que usaran ese maldito aparato para llevarlos al palacio, había llegado al capullo ese que recordaba condenadamente bien; y había comenzado a vivir vidas diferentes no bien cruzar por las ruinas de esas estatuas de piedra destruidas por la fuerza de Chad y de Ganju.

Pero de la… arquitectura que recordaba de ese entonces no quedaba nada. ¿Quién había cambiado el palacio para que desde afuera luciera tan parecido a como su mundo interior se había visto antes?

—Tal vez son cien años consciente como lo estas ahora —respondió Byakuya a su pregunta encogiéndose de hombros casi desenfadadamente—, sin contar las semanas que pasas… desmayado.

—¿Semanas? —preguntó Shiro sorprendido—. Creí que eran horas.

Byakuya negó en silencio.

—¿Qué más quieres saber? —siguió.

También negó en silencio con un par de movimientos de cabeza.

—Quiero estar sólo para pensar —y dicho eso se interrumpió a él mismo—. ¿Karin?

—Shinigami… Vizard. Capitán del 9. Casada con Hitsugaya. Un dolor de cabeza cuando se gritan entre ellos, mucho peor cuando juntos le gritan a otros.

¿Así que habían algunas cosas que sí se repetían en la mayoría de las vidas? Soltó una risa que le pareció una tos.

Sin más por preguntar, se quedó en silencio. El noble se levantó del mueble que compartían, listo para irse, hasta que Shiro lo detuvo.

—Gracias —dijo su hermano antes de llevar los labios del hombre a los suyos.

Por incómoda que fuera la sensación de besar a ese hombre, le dio el gusto a su hermano sin decir lo que pasaba por su mente.

—¿Estoy besando al hermano correcto? —preguntó Byakuya con un atisbo de lo que parecía diversión. A él tampoco le pasó desapercibida la referencia a un despertar en específico.

—Vaya —provocó Shiro—, después de todo, sí tienes sentido del humor.

Vieron a Byakuya torcer una diminuta sonrisa en la comisura de los labios antes que el noble se acercara para besar el párpado que cubría un ojo negro con iris dorado. Con una caricia más al brazo izquierdo, Byakuya se despidió de los hermanos sin palabras.

Tras la marcha del noble, suspiró pesadamente sin querer pensar más, pero sin poder evitarlo.