Alcanzó a Kurosaki-kun en la colina del Soukyoku con Byakuya a su lado. El escenario había cambiado poco desde la construcción de esos masivos pilares que le hacía pensar en una segunda versión del patíbulo; como si Soul Society demostrara que, tras la destrucción del primero, serían incluso más intolerantes.
Frente a ellos, Kurosaki-kun miraba a su alrededor como si viera todo por primera vez, como si recordara tantas cosas al mismo tiempo.
—Kisuke —habló al fin—. Guía el camino.
Se dio un momento para pensar en las posibilidades: podía dirigirles por el camino que él había seguido en sus incursiones a tal prisión, o podría caminar directamente frente a la división 1 haciendo gala del Rey Espiritual, demostrando que no tenía porqué esconderse. Al final, decidiendo que habían bajado del palacio como intimidación, decidió prudencia y guiarlos por el camino que conocía.
Con un gesto para que lo siguieran, usó shunpo para llegar a la puerta que había usado. Estando alejada de la vista general, pero aún lo suficientemente cerca como para necesitar precaución, ofrecía discreción a los "visitantes". Aunque sabía de antemano que su presencia sería detectada por el Capitán Comandante, cruzaron la puerta para encontrarse con las escaleras blancas que descendíanmás y más formando en un pasadizo que se perdía como un punto negro en la lejanía.
Comenzó el descenso con un capitán y un Rey a su espalda. Llegaron al primer descanso, el primer nivel en la prisión de piedras blancas oscurecidas por las sombras; siguieron bajando y encontrando descansos que los llevaban cada vez más profundo. Cuando detuvo su descenso, se encontraron en un pasillo relativamente angosto, también hecho con piedras blancas; sólo que éstas eran piedras Sekisekki por completo. El pasillo era tan largo como para que pareciera infinito.
Miró a su espalda una vez, para ver al capitán Kuchiki, queriéndole pedir que mantuviera el secreto. Sabía, por la conversación en el palacio, sería demasiado pedir.
—Benihime —llamó sacando su espada—. Princesa carmesí, inquisidora de las puertas hacia el Rey soberano de los mundos. Abre este camino para el Rey.
Con la petición hecha, cortó la puerta frente a él. La piedra no se vio afectada en absoluto, sin embargo, los enormes cilindros que la mantenían cerrada comenzaron a abrirse con un eco de piedras rozándose. Segundos después, la puerta de doble hoja se abrió para mostrar su contenido oscuro.
Los tres entraron con paso seguro y marcharon hacia el frente. Kurosaki-kun tomando ahora la delantera.
A su alrededor la oscuridad se extendía hasta el horizonte. No había nada más allá de un piso que los sostenía y la torre que, desde el interior de Muken, se veía como una torre blanca que cerraba sus puertas una vez más.
Cuando se detuvieron, lo hicieron frente a un hombre completamente atado a una silla de piedra Sekisekki. La figura de lo que era Aizen bajo esas ataduras apenas se entendía como la de un humano. Por un momento le falló el recuerdo del Sosuke Aizen que había conocido y se condolió por aquella momificación en vida.
—Querías verme, Aizen. Ya estoy aquí —dijo con ojos entrecerrados.
—Su majestad se rebajó a visitar a un condenado —respondió Aizen con diversión en la voz. Las uniones de ataduras sobre su rostro abriéndose sobre la boca—. Es todo un honor —terminó antes de soltar una carcajada que, más que burla, parecía condescendiente.
—Vengo a hacer justicia.
—¿Estás seguro que a eso vienes?
—No te entiendo —aceptó como si aquel sentado y atado a una silla de piedra fuera el mismo con el que había compartido el palacio.
—Vienes a verme por otra razón, Ichigo. Con tu poder… estás afectando a todos a tu alrededor. ¿Ya comenzaste a notar que las personas cercanas a ti son más agresivas?, que son cada vez más diferentes a como las recuerdas ¿o aún sigues creando otras realidades? —preguntó casi logrando sonar interesado.
—Crear otras realidades —repitió—, ¿a qué te refieres?
Desde su silla, el hombre soltó una carcajada que era felicidad teñida con burla y mucha soledad.
Suspiró pesadamente ante la soledad que sintió del hombre, y usó el recuerdo de Sosuke para calmarse. Recordar ese reiatsu, igual y diferente, le ayudó a recordar las diferencias entre ambos hombres con el mismo rostro. Cuando miró de reojo a Kisuke y a Byakuya observándolo, recordó porqué había ido a Muken.
—Realmente crees que puedes tener todo ese poder ¿y no hacer nada con él? Oh, Ichigo; eres tan ingenuo como siempre.
Ante eso gruñó. Regularmente así habían comenzado las confrontaciones con Sosuke; lo que quería decir que este Aizen buscaba provocarlo por diversión o estrategia, o para mantener el control. Se calmó entonces.
—¿Ahora vas a decirme que esto también lo planeaste desde antes que yo naciera? —retó en una burla ligera.
—¿Qué crees tú? —respondió con una sonrisa presumida que buscaba provocarlo.
—¿Qué creo? —devolvió calmado—. Creo que podrías ser un maestro y un rival amistoso si lograras ver más allá de ti mismo. Creo que te equivocaste en la estrategia que seguiste para llenar tu vacío. Lo que no creo, porque lo sé, es que puedes ser el rival amistoso, el maestro y hasta un amante generoso; sé también que trabajamos juntos para crear tu visión del mundo y que todo eso fue en otra vida… en otra realidad. También sé, Aizen, que en esta realidad, tus acciones te han condenado al sobrepasar tu obsesión de retar la existencia para medirte con ella. Otra cosa que sé, es que te enfrentarás a mi juicio y que no voy a ser tan benevolente como lo fue la ignorancia de Central 46 al manejar tu castigo. Y sólo puedes agradecerte a ti mismo por ello, tú me enseñaste a ser implacable.
—Muéstrame qué tan buen alumno eres, Ichigo —enunció Aizen sin reto, sin súplica, sin burla y sin desesperación en la voz.
—Brilla, Kussetsu —llamó él—. Oscurece, Zangetsu —siguió Shiro, ambos al tiempo que presentaban sus espadas hacia el condenado.
—Así que hasta aquí has logrado desarrollar tus poderes. No me decepcionas —dijo Aizen con un tono casi afectivo, casi orgulloso.
—Bankai, Tensa Zangetsu. Völlstandig, Ketsueki Kussetsu —llamó al mismo tiempo que su hermano.
—Aún te hace falta entender tanto de tu poder que apenas puedes ser llamado rey.
—Basta, Aizen —pidió llanamente—. No vengo a conversar en esta realidad. Lo que siempre has querido es encontrar a alguien que estuviera a tu nivel, encontrar a otro que te entendiera y te impulsara a crecer con retos y desafíos. Lo que querías era que alguien te conociera y reconociera tus verdaderas capacidades; que te aceptara por ellas en vez de temerte o reverenciarte. Incluso, hasta perder alguna vez. Por eso, tu castigo será reinar en la soledad de Muken.
—Soy el único que puede comprenderte como lo que eres. Lo que son ustedes dos en un solo cuerpo. Sin mí, tú que eres el rey espiritual, vas a estar tan solo como la condena que me das —dijo perfectamente calmado—. Aunque Urahara te entienda, jamás va a comprenderte. No como yo lo hago.
—Tienes razón —le respondió sinceramente—. Kisuke nunca me va a comprender como lo haces tú; pero tú jamás me comprenderás como él lo hace. A lo que siempre te cegaste, Aizen Sosuke, es que todas las personas estamos solas. Zaraki por su fuerza, Ichibei por su sabiduría, Urahara por su inteligencia y sus métodos, tú por tu reiatsu casi infinito, yo por tener los cuatro aspectos de la naturaleza. Yhwach. Tousen, Ichimaru, Rukia, Grimmjow, Kyoraku, Ukitake, Shinji, Kensei… todos somos una singularidad por una cosa u otra. Todos somos iguales en eso. Forma final. ¡Nisshoku! —terminó.
Con un estallido de reiatsu que se sintió por un segundo antes de desaparecer, el cuerpo de Kurosaki-kun se vio, de nuevo, mostrando cambios para contener o demostrar su poder completo. En una mezcla que recordaba a los Hollow por el hueco en el cuerpos y los tatuajes, a los Quincy en las alas de luz tras ellos, a los Shinigami por el shihakusho y a los humanos por tener vida en un par de ojos que eran ventana a su alma; por primera vez veía al Rey Espiritual en su completo poder. Tragó con fuerza ante la imagen.
Era una imagen que, al mismo tiempo recordaba la fusión más poderosa de Aizen con el Hougyoku, aunque fuera diferente por completo. En un aspecto, las alas blancas de apariencia Hollow que Aizen había tenido, recordaban a las de luz que mostraba cada Quincy en su Völlstandig; el hueco en el pecho que era, indiscutiblemente, Hollow; la versión de shihakusho que en Aizen había sido blanco, por el Shinigami… y, por un momento —a pesar de la forma antropomorfa— le pareció que a Aizen, en aquel momento, le había faltado la parte humana para alcanzar su ambición. En Ichigo, sin embargo, las alas que pertenecían a los Quincy estaban tras su espalda como sombras vivas; el Hollow mostrándose en el hueco del pecho, en los tatuajes de Shiro y en los dos cuernos saliendo de su calavera; el shihakusho vistiéndolo con el negro de siempre así como las espadas que purificaban almas en vez de desaparecerlas. Y, en su rostro, cada una de las emociones que lo mantenían como humano a pesar de su poder.
Hermoso a la vez que aterrador, no podía pensar en ello como la mezcla de Shirosaki-kun y de Kurosaki-kun, sino como una sola entidad. Una donde no podías encontrar los elementos que lo diferenciaban entre gemelos o razas. Sino todo fusionado en un solo ente.
Allí se encontraba el Rey Espiritual que era todo y único a la vez. Allí ese poder que podía crear y destruir, esgrimido por la voluntad y el coraje de un humano con el valor de seguir adelante mientras caminaba con la vida a la derecha y la muerte a la izquierda.
—Sanchen —pronunció el Rey Espiritual sin entonación y sin elevar el tono.
De inmediato, cadenas de luz se materializaron hacia el condenado. No lo sujetaron sin embargo. Llegaron a un punto de la oscuridad donde se clavaron en una nada oscura y pendieron en ángulo hacia el hombre sentado formando a su alrededor una esfera que se suspendía en una oscuridad ahora sin piso, techo o paredes.
Entonces, las cadenas se expandieron con un estallido de luz y la dimensión completa que era Muken tembló como sólo algo vivo podría hacerlo.
—Te veré en otra realidad, Aizen. Pero tú no verás nada más —terminó el Rey Espiritual con una inclinación de cabeza al condenado.
Con un rugido silencioso de la dimensión completa, los tres —el Rey Espiritual, Byakuya y él— se encontraron de vuelta en el pasillo que se oscurecía en su longitud. Tras el Rey Espiritual, la pared —ahora sin puerta— tembló una última vez. El Rey Espiritual suspiró ante la sorpresa que Byakuya mostraba honestamente en el rostro y que él debería tener también en el gesto. Un parpadeo después, el Rey Espiritual había dejado de estar allí para convertirse de nuevo en esa mezcla de gemelos. El cabello naranja crecido hasta las piernas, ojo derecho blanco e izquierdo negro, sonrisa aliviada al lado derecho y sarcástica a la izquierda.
—¿Kurosaki-kun? —preguntó de inmediato.
—¿Shirosaki? —preguntó Byakuya al mismo tiempo.
—Las cadenas del sol se encargarán de consumir el reiatsu de Aizen y sujetarlo al mismo tiempo —explicó Kurosaki-kun con resignación en la voz—. La dimensión completa está tan cerrada como si no existiera.
—Salvo para ti —aclaró.
Kurosaki-kun negó con la cabeza, en silencio, y con un gesto de pacífica resignación.
—También para mí —aseguró.
Fue su turno para negar en silencio.
—El Rey Espiritual es como el Dangai mismo: Separa y une los mundos al mismo tiempo. Ahora —continuó con su voz entrenada para restar importancia a las cosas más delicadas—, si eso es metafórico, energético o literal… tendré que descubrirlo algún día —soltó mientras se reía tras su confiable abanico—. O, tal vez, incluso sea alguna parte más… corpórea del antiguo Rey.
—¿Corpórea? —preguntó Shirosaki.
—Así como el cuerpo tiene diversos órganos y sistemas para sobrevivir—comenzó—, cada mundo y dimensión tiene un propósito y una función. Piensa en cada mundo y dimensión como los órganos de una persona y siendo el Dangai el tejido que los mantiene juntos. La energía del Rey Espiritual sería como la sangre que alimenta todos.
—Eso es… asqueroso —proporcionó Shirosaki-kun con una mueca cómica.
A toda respuesta, se encogió de hombros. Iba a recordarle lo poco asqueroso que era un cuerpo cuando el capitán Kuchiki interrumpió sus mejores intenciones.
—¿Qué piensan hacer ahora? —preguntó el capitán a los gemelos.
—¿Dormir? —ofreció Shirosaki-kun.
—Curar a Kisuke —dijo Kurosaki-kun al mismo tiempo.
—¿Algo de provecho? —rezongó el capitán—. Como encargarse del problema que esto causará en, ¿no sé?, Soul Society, Gotei 13 o en Central 46 por ejemplo.
Por un segundo agradeció que el capitán no le estuviera prestando atención o hubiera demostrado su desacuerdo con el plan del capitán. Estaba completamente interesado en la propuesta de Kurosaki-kun.
Shirosaki soltó una carcajada que hizo eco en el blanco pasillo.
—Urahara, ¿me darías unos minutos con Shirosaki? —pidió Byakuya, aunque su voz sonara a una orden.
—Por supuesto —aceptó Kisuke con demasiada facilidad.
Entendiendo sólo que la petición no era únicamente hecha hacia Kisuke, sino que Byakuya quería algo sólo con Shiro, vio marchar a Kisuke y se sintió incómodo por tener que quedarse.
—Bien. Yo… ehm… me voy a desmayar un rato —avisó siendo demasiado obvio en su incomodidad.
—Patético —bufó hacia la consciencia de Kuro que ya se apartaba al interior de su mente.
Antes de poder preguntarle a Byakuya si había malinterpretado una broma como queja, el noble lo sorprendió con un beso y sujetándolo en un abrazo que lo pegó a su cuerpo con fuerza.
—¿Bya… uhm… ¿qué sucede? —preguntó ahora, él, sonando patético como su hermanito había sonado antes.
—Allí dentro —dijo Byakuya al fin, temblando un poco—, ¿qué fue eso?
—Oh, eso —soltó contrito—. Sí… eh… nos excedimos un poco con eso.
—¿Excederse? —cortó mientras se separaba un poco del abrazo para verlo directo a los ojos. Aquel ceño fruncido de vuelta en su rostro—. Shirosaki, eso se sintió como un vacío alimentándose de su alrededor.
—Eso pudo ser culpa de la parte Quincy. Voy a regañar a Kuro por eso —terminó con una sonrisa que intentó marcar la disculpa, aunque sinceramente hasta a él le parecía una de orgullo y satisfacción.
Byakuya lanzó un aspaviento despectivo completamente impropio de él y terminó por apartarse del abrazo en que aún lo había mantenido.
—El rey se encargará pronto de Central 46 —le aseguró al noble.
—Ya debería estar haciéndolo; aunque, por el bien de Soul Society, preferiría esperar si planea hacer algo así de nuevo —respondió severamente, pero con un brillo cálido en la mirada—. Ahora tengo que ir con el Capitán Comandante a explicar esto.
Byakuya se acercó a él en un movimiento cómodo hasta besarlo sobre los labios de nuevo. El beso, sin ser apasionado o frío, le obligó a buscar la espalda del Shinigami para abrazarlo.
—Nos vemos después —dijo Byakuya separándose del beso antes que pudiera detenerlo con sus brazos.
Detuvo su marcha tomándolo por el brazo. No quería separarse del hombre de esa forma. No después de haberse visto sólo para hablar de política o peligros… incluso habiendo sido una experiencia entrañable como las de aquella otra vida. Las palabras de Aizen aún quemaban en aquella parte de su interior que había conocido la pérdida y la soledad por tanto tiempo. Aunque entendiera la situación y las responsabilidades del noble, se sentía… vacío. Porque Getta-boshi comprendía a Kuro; a él sólo lo entendía. Porque, incluso Aizen había hablado de Kurosaki Ichigo y del Rey Espiritual; pero no de un tal Shirosaki Hichigo. Porque quería que alguien —Byakuya— lo comprendiera a él.
Byakuya lo miró extrañado por un segundo, pero no lo condenó en su acción de detenerlo.
—¿Qué sucede, Shirosaki? —preguntó pacientemente.
—Yo, uhm…
Una vez que obtuvo su deseo —el que Byakuya no se marchara aún—, no supo qué hacer con su victoria. Si le decía que lo había detenido por "nada", el noble se molestaría por hacerle perder el tiempo cuando tenía responsabilidades que cumplir; si le decía la verdadera razón… podría amonestarlo por sus inseguridades.
—¿Hichigo? —insistió el noble con un tono casi dulce que no recordaba haberle escuchado nunca antes.
Lo miró de nuevo, a punto de disculparse por haberlo detenido, pero él habló primero.
—¿Me dejarías exponer mis pensamientos, aunque no sean refinados? —preguntó el noble sonando a una demanda antes que a la inflexión adecuada.
Le sonrió ante la pregunta que no le dejaba más alternativa que aceptar. Aunque no se hubiera negado, de cualquier forma. Asintió formalmente para escuchar lo que pocas veces le era permitido.
—Sabes, por esa otra vida, que maté a mi esposa; aunque no con mis propias manos, lo hice con una parte de mi mismo. Pensaba que esa tragedia era mi penitencia.
—Nenja —suspiró con un nudo en la garganta.
La mano de Byakuya llegando a su mejilla y el pulgar rozando sus labios fue suficiente para callarlo, para indicarle que aún no terminaba.
—Lo que a nadie le he dicho es que… —Byakuya se detuvo ante sus palabras y entrecerró los ojos como si sopesara el seguir hablando o callar de nuevo—. Amaba a Hisana, hasta el punto de usar el poder de mi casa para que consintiera ser mi esposa. Yo puse en sus manos el poder para encontrar a la hermana con la que tanto quería reunirse. Ella aceptó la oferta de matrimonio por esa posibilidad de cumplir su deseo, y así me lo dijo. Y lo acepté por el amor que sentía por ella.
—Amar sin ser amado siempre es ser utilizado —masculló, tal vez celoso, aunque Byakuya pudiera molestarse.
En efecto, Byakuya lo miró duramente por la interrupción. Le sonrió tratando de disculparse por interrumpir, mas no por sus palabras. No mientras esa cosa hirviera en sus entrañas en contra de la muerta. Pero el noble sólo trazó con sus dedos los labios que no habían callado. Abrió éstos para él en un suspiro y sacó la punta de su lengua para acariciar sensualmente la yema de aquel dedo que intentaba seguir callándolo.
—Hasta encontrarte a ti que me amas, no puedo más que sentir la diferencia entre haber amado sin ser amado y el ser correspondido.
Tras un beso que rozó sus labios y mientras el noble dejaba de tocarlo para reanudar su marcha, sus ojos se abrieron con sorpresa mientras el estómago se le apretaba en un nudo. Viendo la espalda del noble capitán alejarse, la fuerza de sus rodillas cedió ante el sentimiento y apenas notó que su espalda resbalaba por la pared hasta quedar desgarbado en el suelo. Llevó a sus labios la punta de sus dedos y cerró los ojos con fuerza.
—¿Shiro? —preguntó Ichigo tomando el control de la mitad del cuerpo—. ¿Qué pasó?
—¿No estabas desmayado? —rezongó apenas con fuerza y apenas con sarcasmo. Su voz apenas un susurro.
—Sentí que te alterabas… mucho —explicó el gemelo bueno.
—Byakuya… dijo que me amaba —explicó llevándose la mano al ojo negro mientras lo cubría como si quisiera esconderse.
Sintió la mitad que era su hermano vivo sonreír con una ácida felicidad que él mismo sintió en la comisura de su respectivo lado.
—Bien por ti, hermano —dijo Ichigo casi sonando orgulloso—. Y, aunque esta relación de tres personas y media va a ser muy extraña, vale la pena los dolores de cabeza.
—Lo dices porque se te está pegando lo pervertido —devolvió fingiéndose molesto—. Ahora, desmáyate o haz tu trabajo, Rey voyerista.
Ichigo soltó una carcajada que siguió la metálica risa de su hermano.
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Una vez de vuelta en el palacio, el pesado silencio se sintió más entre los gemelos y el rubio que encabezaba la marcha. Getta-boshi se veía realmente furioso por algo que no alcanzaban a entender. No realmente. No después de la promesa de Kuro de curar el cuerpo del herido.
—Shiro, dejame hablar con Kurosaki, por favor —dijo Getta-boshi sonando furiosamente controlado.
Y, esta vez, tuvo que jalar la consciencia de su hermanito hasta la superficie mientras él desaparecía del problema en que el Rey los había metido hasta el cuello. Esta vez, el relevo entre hermanos sonó a una maldición con la voz de Ichigo.
—¿Ki… Kisuke? —tartamudeó sintiéndose una vez más aquel adolescente de 17 años que era cuando enfrentado con dudas y temores—. ¿Por qué estás furioso?
Kisuke suspiró pesadamente antes de tomar una bocanada de aire y mirarlo directamente a los ojos. Tragó con fuerza ante lo que esos ojos mantenían al borde de la consciencia.
—Eso no fue justicia —comenzó Kisuke—. Pero el regaño puede esperar —siguió sonando a que cada sílaba lo calmaba un poco—. Völlstandig y bankai ¿juntos? —preguntó aún sonando severo—. Entiendo que puedas hacer ambos. Por separado. Pero… ¿juntos?
¿Qué podía decirle?
No tenía la menor idea de qué quería escuchar Kisuke. Siempre le había dejado la tarea de comprender las cosas más complicadas. No era que él pudiera responder eso de… ¿Cómo decirlo?: ¿El alcance de su poder?
—¿A esto se refería el mensaje de mi otro yo? —lo interrogó.
—¿El mensaje? —preguntó confundido—. ¿Qué mensaje? —sonrió incómodo.
—"El sol tras la luna" —le respondió Kisuke en tono llano—. Un eclipse, Ichigo. El poder Quincy fortaleciendo el poder Shinigami, o el poder Shinigami oscureciendo al de Quincy. No —se desdijo entrado en pensamientos—, si el poder Quincy se hace llamar luz y el poder Shinigami es la sombra, entonces sería el poder Shinigami ocultando la completa envergadura del poder Quincy en ti; pero también es cada vez que tu poder Quincy impulsó el poder Shinigami en ti. Y resume tanto tu propio crecimiento como guerrero hasta convertirte en el Rey Espiritual que me sorprende que no haya sido yo quién me diera cuenta de ello —soltó con acero en la voz que, ahora le parecía a él, era solamente hacia lo que Kisuke percibía como una falla personal.
—Tú lo descubriste —ofreció suavemente—. Fuiste tú en las circunstancias adecuadas, pero tú sin lugar a dudas.
—No intentes torcer la lógica, Kurosaki-kun —amonestó—. Fue otro Urahara Kisuke quien lo hizo.
—¿Torcer la lógica? Kisuke, tú eres el inteligente de esta relación —le dijo restándole importancia a las palabras mientras se encojía de hombros—. Solo puedo decirte: Construye a partir de aquí —rezongó—. Si aún piensas que no fuiste tú quien dio con esa información, entonces úsala para construir a partir de ello. Sólo tú puedes hacer eso. Por el momento, yo quiero saber si prefieres que te cure o si prefieres castigarme —terminó con una sonrisa traviesa.
A toda respuesta, Kisuke soltó un bufido derrotado y se marchó dándole la espalda y dejándolo en su sitio.
Un segundo le llevó salir del estupor que esa respuesta silenciosa le había causado. Entonces sonrió perversamente: perseguirlo sería.
Y apenas contuvo una risa feliz justo antes de salir en busca de su paciente.
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De nuevo se encontró sentado en el pasillo negro y con múltiples puertas rojas que era su mundo interior. El hecho de que estuviera allí y no solamente dormido entre los brazos de Kurosaki-kun le hacía saber que la princesa lo había llamado para algo en concreto. Sonrió, intrigado por ello y también ligeramente conmovido.
Se quedó allí, sin moverse y sin llamar a Benihime. Sin pensar en nada realmente. No podía decir que se estuviera dando tiempo para sentir su cuerpo.
Tampoco podía decir que se encontrara en su mundo interior sólo porque sí.
Algo dentro de él había cambiado recientemente y el llamado a su mundo interior sólo le decía que era momento de reconocer el cambio. Aún cuando no podía decir que sintiera tal cambio, tenía que admitir que no se sentía igual.
Suspiró una vez antes de llamar a su Zanpakuto y se levantó en cuanto vio la figura femenina presente, pero alejada en la distancia del pasillo.
—¿Princesa? —llamó confundido.
—No te preocupes, Kisuke —dijo divertida—. Hoy no te traje para enseñarte una lección, sólo para darte algo.
La princesa carmesí dio media vuelta, esperándolo para que la alcanzara, al encontrarse a su lado comenzaron a caminar hacia el fondo del corredor.
—¿Ya no estás enojada? —le preguntó con una provocación ligera.
Benihime bufó indignada, logrando que él sonriera de lado.
—¿Qué quieres que te diga, Kisuke? —retó ella—. Tu novio te salvó esta vez. No compenza lo que te ha hecho —siguió con resentimiento—, pero no desapruebo lo que hizo.
—¿Celosa por no haberlo hecho tú? —preguntó sabiendo que fastidiaría a su alma, pero que al mismo tiempo tenía que reconocerlo.
—No, Kisuke. No puedo estar celosa por algo que tú pusiste en marcha.
Suspiró derrotado.
—Hoy no estás para bromas —sentenció ácidamente.
—No —lo miró de reojo—. Eres el único que está de buen humor.
—¿Por qué estás de mal humor cuando el mío es inmejorable?
Benihime se detuvo sin responder. A un movimiento de mano de la mujer espectral el pasillo desapareció dejando sólo una puerta roja en un negro interminable.
—La última puerta, Kisuke, es la puerta de la confianza —dijo llanamente—. Ahora está abierta.
—Había dos cerradas —refutó con sospecha.
—La puerta de la creación fue abierta antes. Esta es la que nunca antes habías abierto, ni siquiera para mí o para ti mismo.
Sin tener oportunidad a reaccionar ante las palabras, la puerta se abrió y él se vio forzado a cruzar el umbral.
Cuando abrió los ojos, se encontró con el café de un par que conocía bien. Con la cabeza apoyada en la almohada, Ichigo le sonrió.
Acarició la mejilla del hombre y le devolvió la sonrisa.
—Confío en ti, Ichigo —susurró sin evitar su mirada.
—Maldita sea, Kisuke —dijo con la voz afectada por la sorpresa—; ya era hora.
Y no había forma en que no notara el amor en esa mirada. Rio casi tímido y lo abrazó pegándose al calor de su amante. De su amado.
De aquel que lo acompañaba en su singularidad.
FIN
Este capítulo marca el fin de este viaje que Kisuke e Ichigo comenzaron en mi cabeza. Agradezco a cada uno de ustedes que tomaron esta historia como parte de sus favoritos y a los que la leyeron, ya fuera por completo o sólo una parte.
Guest: Espero que este final haya compensando todas las lágrimas de sangre y el dolor que te causamos los personajes y yo.
JennadeDamaged: I want to thank you so much for been with me at every chapter of the story. Your comments made me happy and gave me strenght to complete all the work. I hope this counts as a happy ending to you too and I can't wait to read your story!
Mondfinster.
