Un Regalo Hecho para amar
Capitulo 3: "Bajo un arbol de cerezos negros"
La mañana siguiente a la partida de Mukuro parecía bastante tranquila... eso sino se contaba los poderosos gritos de Hiei que se oían por todo el castillo.
El joven demonio se encontraba muy molesto en la cocina preparando café, aunque la constante mirada asesina que posaba en la cafetera, no mostraba mucho signo de que a èl le gustara hacer eso.
-Como me molesta esto... ¡realmente debería matarla!- (Apoya con bronca la taza de café en una mesa y se sienta en un sofá) - ¿Por qué demonios me haces esto MUKURO! - (Le grita a una carta que sostenía en sus manos, escritas con las palabras que Hiei menos quería leer)
"Hiei:
En este tiempo que te dejo solo, me daré cuenta si sirves para ser mi heredero. Para mayores resultados, ordené a todos los sirvientes del castillo que se tomaran vacaciones hasta que yo vuelva, espero que no te moleste mucho.
Quiero saber si sabes mantenerte solo, mas que nada, que aprendas a cocinar... porque la verdad que sos horrible para eso, y yo no quiero que vivas en esta casa siendo un vago y bueno para nada... la gente así no me sirve.
Espero que cuando vuelva, todo este en orden o mejor dicho... ¡LLEGO A VOLVER Y EL CASTILLO ESTA DESTRUIDO, VAS A PAGARLO CON TU SANGRE ¿OISTE!
Bueno, para que no pases de hambre, deje algunas frutas, si quieres comida, consíguela por tu cuenta... adiós.
Mukuro"
Los ojos de Hiei se fueron hacia atrás, junto con todo su cuerpo. Sentía como si esa carta le hubiese sacado toda su energía. Pone sus piernas sobre la mesa, arruga la carta, la deja en la mesa y toma de nuevo la taza.
-Lo único bueno, es que por lo menos sé hacer café, como me levantaba muy temprano, tenia que aprender a hacer uno... - (Toma lo ultimo que quedaba en la taza, la deja en la mesa y coloca sus manos atrás de la nuca mirando hacia el techo)-... no tengo la menor idea de que hacer hasta el almuerzo... Osea, mi habitación esta limpia... aunque Mukuro no lo crea, me gusta tener mis cosas ordenadas. Ahora voy y limpio la taza... – (coloca un dedo en su mentón pensativo)-... ¿cómo tendré que hacerlo? No tengo idea... creo que si solo la limpio con agua no va a servir mucho que digamos... creo que voy a estar en problemas... tengo que aprender a hacer eso... - (baja las piernas de la mesa y se recuesta en el sofá, aun con sus manos atrás de la nuca)-... y cocinar... ay no... hoy si que me siento en el infierno- (suspira amargadamente)
Durante unos minutos, Hiei se queda recostado en el sofá muy pensativo, mirando el techo. Luego se levanta, tira la carta, hecha una bola de papel, a la basura y deja la taza en el lavaplatos... pensando que después sabría como hacerlo. Mas tarde, se encuentra con algunas cosas un poco desarregladas y comienza a ponerlas en su lugar.
Puede que esto le resultara extraño a Hiei, (Nota: Para mí también me resulta extraño que ordene cosas XD) pero sentía que haciendo esas cosas se sentía un mejor demonio, hasta mejor que Mukuro.
Comenzó a recordar, que cuando èl recién había llegado al Castillo, este se encontraba en horribles condiciones. Enredaderas, paredes rotas e incontables papeles que Mukuro recibía. Ahora, ya pasados 5 años, todo estaba mucho mas ordenado que antes, solo porque Hiei le aconsejó a Mukuro que consiguiera algunos sirvientes.
Al terminar, el demonio nota que ya era mediodía... era la hora del almuerzo.
-Le dije a Kurama que iría para el almuerzo, pero no tengo nada para comer, aunque creo que había frutas- (se mete en la cocina y abre un refrigerador)- Solo hay limones y naranjas, no puedo creer que me haya dejado solo esto... ¬¬- (toma unas cuantas naranjas y las pone sobre una mesada)- juro que si aprendo a cocinar no le voy a hacer nada, me las va a pagar con todo... – (Saca una bolsa y coloca dentro las naranjas y un cuchillo)- Jamas en mi vida pele una fruta... parece que si tengo que aprender bastantes cosas- (suspira desilusionado mientras ataba la bolsa a su cinturón y salía del castillo)- Espero que no le moleste a Kurama que solo lleve fruta, si veo que no llega me las como todas y listo- (salta a un arbol y comienza su viaje)
Mientras saltaba de arbol en arbol, pensaba sobre el extraño kitsune que había conocido ayer. Recordó que era mitad humano y tal vez por eso no le caía muy bien, pero, por otra parte, tenía bastante curiosidad saber como era su verdadera apariencia, quizás ese era el motivo por el que aun hablara con èl aunque, la verdad, lo dudaba.
Finalmente, al llegar, baja y se queda mirando las plantas que ayer el extraño kitsune pelirrojo había alimentado. Pensaba para sus adentro por que a Kurama le gustaba cuidar plantas... seria algún hobby o algo.
De repente, una de las plantas localiza a Hiei, se pone delante de èl y comienza a masajearle la cara.
-Parece que te tomo cariño -
Hiei se voltea y descubre que Kurama se encontraba apareciendo detrás de un arbol con su habitual sonrisa en su rostro. Se aleja de la planta pero esta lo toma de la cintura.
-Che soltame, no empecemos como ayer- (Hiei trata de separarse pero la planta lo saca del suelo, dejandolo en el aire y boca abajo)- ¡Bájame¡Kurama dile que me baje!- (Nota como el pelirrojo reía sin control)
-Perdón, es que te ves muy tierno jugando con ella- (se acerca a la planta y la acaricia)- bueno ya es suficiente, déjalo tranquilo al pobre, otro día juegas con èl- (y de golpe la planta suelta a Hiei tirándolo encima de Kurama)
En ese momento, ambos se miraron nuevamente como la primera vez que se vieron, pero esta vez, sus rostros y miradas se encontraban mas cerca. Por alguna extraña razón, sus corazones comenzaron a latir muy fuerte y sus mejillas comenzaban a enrojecerse.
De golpe, Hiei reacciona y en un segundo se levanta de Kurama mirando hacia otro lado, mientras que el kitsune se acomodaba riéndose.
-Dime¿Qué te hace tanta gracia?- ( Hiei se levanta cruzando los brazos)
-Nada, Perdóname, es solo que esta chiquilla siempre le gusta divertirse a costa de los demás- (Mira a la planta, que se movía de un lado al otro, y luego se pone de pie)- Bueno vamos-
-¿A donde?- (mirando confundido al joven pelirrojo que agarraba una cesta del suelo)
-Bueno, es un lugar donde a mí me gusta almorzar, de seguro te va a gustar- (le sonríe y se da media vuelta)- ven, sígueme-
El demonio, algo confundido le asciente y comienzan a caminar por el bosque. Mientras Kurama buscaba el camino, Hiei lo seguía muy pensativo por lo que había pasado recién. Nunca creyó que reaccionaria así al estar cerca de alguien, y mucho menos de un demonio mitad humano. La verdad que se sentía muy confundido pero al rato lo dejó fuera de su cabeza.
-Bueno Hiei, ya llegamos- (Se pone aun costado, dejando ver a Hiei un extraño descampado)
- y... ¿Qué me debe gustar de acá?- (mira al kitsune que sacaba una semilla de atrás de sus cabellos)-
-Espera y veras... - (Arroja la semilla al centro del descampado y de golpe comienza a templar el lugar)
Sorprendido, Hiei comienza a notar que una planta salía. Ésta comenzó a crecer y crecer hasta llegar a ser un arbol, pero lo que más le llamo la atención al demonio, eran sus flores negras.
-Kurama¿qué clase de planta es esta? - (Se acerca tocando su tronco, mientras que el pelirrojo ponía un mantel en el suelo debajo del arbol)
-Es un arbol único en su especie, la verdad que me costo conseguirla. Tarde dos años en encontrarla... –(se sienta sobre el mantel y lo mira a Hiei)-... es mi arbol de Cerezos negros¿no es lindo?- (le sonríe mientras sacaba la comida de la cesta)
-Es interesante, pero bueno cambiando el tema... – (recuerda que no trajo nada de comida)-... Yo solo pude traer naranjas. Mi instructora fue tan malvada que me dejo sin nada de comida, quiere que aprenda a mantenerme solo... – (suspira mientras se sentaba)-... no sirvo ni para cocinar ni para lavar... ¬/¬ -(su cara se ruboriza de la vergüenza)
-Jeje, no te preocupes, yo siempre hago comida de mas, a pesar de estar acá solo, aun estoy acostumbrado a hacer comida para dos... - (le pasa una caja llena de onigiris)- pruébalos, son de salmón con algo de carne-
-Esta es comida ningen, jamas en mi vida vi semejante cosa... - (toma uno y empieza a mirarlo)- pero bueno no importa... me arriesgare... -
-No digas esas cosas, no te va a matar –(Muerde uno)-... la comida que preparo siempre es buena, eso siempre lo decían las personas que las probaban-
Hiei, aun inseguro, muerde un pequeño bocado, pero al examinarlo con el paladar, se queda atónito y se lo come de una ahogándose.
-Con calma Hiei, no tienes porque comértelos de una... - (le pasa un poco de agua)-... pero por suerte te gustaron- (le sonríe con ternura)
-La verdad... – (toma un poco de agua)-... la verdad que cocinas muy bien, te felicito, vos sabes cocinar... –(baja la cabeza y pone su cuerpo para adelante)-... yo ni sirvo para hacer arroz. Aparte, en el castillo, no tengo nada para preparar y cocinar, me voy a morir de hambre... (se pone todo azul de la lastima que se daba mientras que Kurama lo miraba con tristeza)
- La verdad que debe ser horrible que te dejen sin nada... -(Baja la cabeza mientras terminaba su tercer onigiri pero luego se le ocurre una idea y se levanta)-... tengo una idea Hiei- (lo mira con mucha alegria)- En mi casa tengo una gran cantidad de alimento para preparar y mucha comida para calentar, te puedo dar unas cuantas, supongo que con ellas sobrevivirás estos seis meses- (se pone delante de Hiei y se arrodilla)- y si quieres te puedo enseñar a cocinar¿qué te parece?-
Hiei se había quedado helado. Nunca penso que alguien se preocupara por èl, ni siquiera Mukuro. Notaba que los ojos de Kurama brillaban de alegría, pero también como que esperaban la respuesta del demonio.
-Este... gracias, enserio... –(Hiei se levanta, Kurama se incorpora con èl, y el demonio le extiende la mano)-... espero que no te sea una molestia-
- Claro que no! – (Estrecha su mano con la de èl y empieza a guardar todo en la cesta)- bueno acompáñame hasta casa, vamos a buscar las cosas necesarias... – (se da media vuelta pero mirando a Hiei sobre su hombro)-... ah pero¿quieres que te enseñe en mi casa o en la tuya?-
-Eso es lo de menos- (Se pone al lado del Kitsune)- primero busquemos las cosas-
El Joven pelirrojo le asciente con una sonrisa y comienzan a caminar hacia su destino.
Mientras ambos desaparecían de vista, el arbol de Cerezos negros iba achicándose, para volver a ser una pequeña semilla, pero, por una extraña razón, una de sus flores queda tirada junto a ella. ¿Estaría significando algo? Nada ni nadie lo podrá saber, mas que el mismo arbol de Cerezos.
Continuara...
Próximo Capitulo: "Mientras que las Rosas se marchitan"
Esto se esta tornando muy interesante y romántico para adelantarles algo, Kurama a mitad del capitulo, se enferma, imagínense lo que quieran, si me quieren aconsejar algo háganmelo saber, Gracias a la gente q mando mensajes, se los agradezco. Bueno chau!