La cuñada de Duo
By Nadesiko Takase
Capítulo cuatro:
"Negocios ilícitos"
- ¡QUATREEEE!. - fue el rugido que se oyó por toda la mansión de los Winner, mientras unos niños soltaban unas risitas cómplices por lo bajo y ponían cara de tiernos angelitos.
Quatre acudió solícito y alarmado al terrible grito que pegó su compañero. Se asomó por la puerta del salón de conciertos para encontrarse con Trowa, que sostenía su flauta traversa en los puños cerrados con fuerza y cierto fulgor en sus profundos ojos esmeralda.
- ¡Mi vida!. ¿Qué te sucede?. - le preguntó preocupado, acercándosele con cuidado de no alterarlo mas y posando suavemente una mano sobre el hombro del ojiverde. Trowa luchaba por normalizar su respiración y relajar sus facciones, pero parecía estarle costando demasiado trabajo. - ¡Trowa!. - insistió el árabe en tono inquisidor. - ¿Me dirás lo que te sucede?.
- ¡Esos pequeños demonios es lo que me sucede!. - replicó bastante ofuscado, cosa que soprendió aún más a Quatre, sabiendo que su novio era de temperamento relajado y bonachón. - ¡Le pusieron mermelada a mi flauta!. ¡Y acababa de limpiarla!. ¡Me llevó dos días!. ¿Cómo rayos hago para sacarle todo esto ahora, eh?.
Quatre observó el instrumento tratando de permanecer inmutable, pero le resultaba demasiado grasioso ver a Trowa sobre reaccionar de esa manera por una pequeña travesura de los niños... eran taaaaan adorables. No comprendía por qué Trowa se ponía en plan de detestarlos...
Tal vez si Quatre supiese que desde que el ojiverde llegó a la mansión, los engendros de Satán no lo dejaban un minuto en paz con sus demandas, caprichos, bromas desagradables y demás. Claro, con Quatre eran bellísimos... A Trowa a penas lo dejaban con vida. Se preguntaba de dónde los pequeños habían aprendido tantas mañas...
Y la respuesta, o al menos una de ellas, llegó por la puerta en ese instante.
- ¡Oh, Trowa!. - exclamó sonriente la hermana de Quatre, elegantemente vestida con su vestido de tules y sedas, como era la tradición. - Te he buscado por todos lados. Ahmed ha estado preguntando por tí, quiere que juegues con él en el jardín a la pelota. ¿Te molestaría ir?. - pidió Melitta.
Trowa achicó los ojos con suspicacia... Claro, "jugar a la pelota". Mas bien era aventársela al tío Trowa a la cabeza hasta que éste se molestase para entonces ir llorando con mamá a decirle que tío "Tota" le había gritado; entonces se armaría una más de tantas discusiones con Quatre, que empezaría con: "¿Por qué odias tanto a mi familia?".
Trowa soltó un suave suspiro. Prefería ser apresado por Oz y torturado antes que jugar de nuevo con esas pestes, y se lo hizo saber a su novio con una significativa mirada.
- Vamos Trowa, mis hermanas hacen lo posible por agraderte... - le susurró Quatre por lo bajo.
"¿Agradarme?", pensó Trowa, arqueando una ceja en muda inquisición, "Más bien creen que soy el niñero de los Winner".
- Yo limpiaré tu flauta - se ofreció Quatre en tono normal, tomando el instrumento de las manos de Trowa con suavidad y dejándolo sin posibilidades de negarse al pedido. - Tu ve al jardín.
Trowa lo miró brevemente con ganas de estrangularlo... ¿Por qué rayos le era tan difícil de entender que REALMENTE le desagradaba mucho su familia?. Y la pregunta del millón, ¿por qué él se dejaba?.
Cuando Melitta dio la vuelta para dirigirlo al jardín, Quatre aprovechó para darle a su novio un suave beso en los labios a modo de aliento sin que su hermana los viese... Porque estaba también el detalle de que NADIE en la familia de Quatre sabía de la verdadera índole de la relación del heredero con Trowa. Tan solo pensaban que eran "buenos amigos".
Trowa soltó otro suspiro.
Quatre llevaba meses prometiéndole que pronto confesaría la verdad a su familia, pero Trowa dudaba que ese momento llegara alguna vez. Veía a diario las presiones que Quatre tenía como cabeza de la familia, no solo con el manejo de las empresas y en el ámbito familiar, si no también presionaban a Quatre para que buscara una esposa y diese un heredero a la familia. Éste era el mas reciente proyecto de la familia: Hacer que Quatre se casara.
Y aún en medio de toda esa locura, Trowa permanecía a su lado, como un simple amigo, sin ningún derecho, soportando a las mujeres locas y a los sobrinos del infierno. ¿Pero por qué rayos no se marchaba en busca de alguien que sí lo reconociese como su pareja?. ¿Por qué se quedaba relegado a una posición mucho mas baja a la que le correspondía?.
Entonces vio la deslumbrante sonrisa que el rubio le brindó cuando asintió con resignación; el cielo pareció abrírsele con esa maravillosa sonrisa; y una vez mas, recordó la respueta a su pregunta.
"¡Rayos!. Estoy verdaderamente jodido"
oOo
Duo observaba como Heero preparaba su maleta para su viaje de una manera que Duo solía llamar "compulsivamente ordenada". Y es que Heero tenía su propio sistema para empacar; una manera específica para doblar cada prenda, un orden en que debían ir puestas las cosas y hasta un peso máximo por grupo de prendas -.-U
- Así que... volverás el domingo de noche, ¿no?. - preguntó Duo, tratando de sonar lo más normal posible. Pero en su voz había cierto pesar que no podía disimular, y se debía a que sentía que su relación con Heero iba en picada.
- Hn. - asintió el interpelado, sin aparatar la vista de su tarea.
A Duo se le encogió el corazón al recordar la fiesta que tenían planeada hacer con Nijan en la casa cuando Heero se fuese. Frunció el ceño con angustia al pensar lo que podía pasar si Heero llegaba a descubrir que lo había mentido. Seguramente sería el fin de todo. Sentía que la relación ya estaba lo suficientenmente frágil sin que él se mandase estupideces...
Observó de nuevo a Heero doblando sus camisas con una meticulosidad enfermiza y no pudo evitar sentir un resentimiento arraigado en su contra.
"Prometiste que seríamos una pareja"
- ¿Sucede algo?. - preguntó Heero, luego de mirarlo de reojo mientras cerraba la maleta.
Duo lo miró allí parado, completamente preparado para viajar. Estaba seguro que se respuesta no le importaba mucho realmente.
"Prometiste que estaríamos juntos", quiso decirle. Quiso desahogar todas las inquietudes que guardaba en su pecho, desaparecer esa brecha que se formó entre los dos separándolos mas. Eso fue todo lo que habían logrado con mudarse juntos: Distanciarse más. ¿Cómo era posible que apenas dialogase con la persona que veía todas la mañanas y con la que iba a dormir todas las noches?.
"¡No te vayas!"
Pero en lugar de liberar sus inquietudes, tan solo sonrió como siempre lo hacía. Como había acostumbrado a Heero a verlo siempre: sonriente y despreocupado.
- Nada. Tan solo te extrañaré. - se acercó a él para darle un beso de despedida y luego mirarle con expresión suplicante. - ¿Tú también me extrañarás?.
- Hai. - asintió estóico, como siempre. Fue su turno de unir sus labios con los del trenzado en un beso que le robaba el aire para así llenarse de él para pasar ese fin de semana sin su presencia. - Aishiteru, baka. No luzcas tan triste. - le dijo con una mirada tierna que contrastaba con la esxpresión dura de sus facciones.
- Me too, Hee-chan.- replicó sonriendo, sitiendo por unos instantes que la distancia emocional entre ambos no era tan grande.
- Portate bien en mi asuencia. - le advirtió Heero con una sonrisa torcida cuando Duo lo dejó para que tomara su transbordador. El trenzado pasó saliva con dificultad y sonrió despreocupadamente.
- ¡Sabes que siempre me porto bien!.
- Hn. Adiós. Cuídate y cuida a Nijan, que no se meta en demasiados líos.
- Je, je. Lo intentaré. - sonrió nervioso, y se despidieron con un beso.
"¡Maldición!. Estoy seguro que sospecha algo de la fiesta"
En el trayecto de regreso se cuestionaba sobre si debía realizarla o no.
No era un buen momento para poner a prueba su relación con Heero. Por más que se amasen, estaba conciente del enorme sacrficio que hacían ambos por soportarse, dado las personalidades tan antagónicas que tenían.
Pero recordó lo solo que se había sentido esos meses, como Heero nunca estaba en casa y rompía las promesas que le hacía... Y sobre todo, ¡¡recordó con furia las veces que el muy maldito bastardo se durmió dejándolo a él con las ganas de hacerlo!.
Duo se puso rojo hasta las orejas de rabia al recordar que trató de... ¡ejem, sacarle provecho a Heero mientras dormía (como ya lo habían hecho los dos muchas veces), pero el maldito egoísta no lo dejó, dejándolo completamente armdo y adolorido a merced de sus fantasías.
- ¡PENDEJO DEL DEMONIO!. - gritó enfurecido mientras manejaba de regreso a la casa, haciendo vibrar los vidrios del auto. - Ya verás...
Cuando llegó a la casa, no habría podido detener la fiesta aunque lo hubiese querido. A pesar de ser recién medio día, la casa ya estaba llena de mujeres muy bonitas en traje de baño caminando de un lado a otro, cajones de bebidas, equipos de música y demás preparativos para la fiesta.
Duo miró lascivo a una de las muchas chicas que pasaban por la sala.
- ¿No era que ya no te acostabas con más de uno a la vez?. - le preguntó la voz ronca de Nijan, acercándosele con una sonrisa ladina. Duo le sonrió de la misma manera.
- Exacto. Dije que no me acostaba con más de uno a la vez... No dije nada de no hacerlo con más de una. - se dirigió a la cocina seguido de Nijan para tomar una de las cervezas de la heladera, la destapó y la empinó hasta beberla casi completa. Miró a través de las puertas de vidrio a las hermosas mujeres en traje de baño, todas muy producidas, con maquillaje y demás revoloteando al rededor de la piscina. Frunció el ceño. - ¿Cómo es que hay tantas mujeres?.
Nijan lo miró divertida con sus ojos cobalto reluciendo detrás de toda esa tonelada de maquillaje negro para ojos.
- ¿Por qué, Duito?. ¿Ya comienzas a sentirte incómodo cerca de las mujeres?. ¿Mi hermanito ya te volvió completamente homo?. - Duo le dedicó una mirada divertida. Nijan aprovechó su distracción para cambiarle el tema con sutileza. - Oye, tengo que ir de nuevo al trabajo. ¿Te quedas para atender a los de la comida?.
- Si, claro. No tengo nada que hacer. - se encogió de hombros. Luego fruncio el ceño intrigado... Por un instante, Nijan pensó que volvería al tema de las mujeres semi desnudas. - ¿Tu tienes un trabajo, con horario, como la gente normal?.
Nijan respiró aliviada con cierto disimulo.
- Pus sí... No puedo vivir de negocios ilícitos toda mi vida. - y antes de darle tiempo de replica, salió de la cocina pensando muy divertida lo fácil que era distraer a Duo.
Llegó al trabajo y ocupó su posición en la tienda, esperando que algún cliente apareciera. Las mañanas solían ser tranquilas, las tardes, regulares y las noches un poco mas agitadas (como la mayoría de sus empleos). Durante el tiempo que llevaba trabajando en la tienda, ya se había encontrado con varias personas que NUNCA se habría imaginado que irían a una tienda como esa... Y una hora después de su entrada, Nijan lo volvió a comprobar viendo a Quatre Raberba Winner entrar al sex shop donde ella desempeñaba el papel de vendedora. (N/A: La muy maldita tiene el trabajo de mis sueños...).
Al angelical chico árabe de cabellos rubios y ojos aguamarina hechaba vistazos a la... curiosa e intrigante mercancía con cierto aire dubitativo.
- Ya sabía que los mas calladitos son los más enfermitos... - susurró para sí Nijan, con una gran sonrisa terrorífica en los labios mientras se hundía lentamente detás del mostrador para que Quatre no la viese.
El chico pasó un buen rato recorriendo la tienda, sin saber bien qué buscaba y sin reconocer la mayor parte de los productos. Tal vez necesitaba un poco de orientación... Optó por pedir ayuda al dependiente de la tienda. Se dirigió al mostrador y al notar que no había nadie al rededor, se fijó en la mesa y vio una capanilla como la de las recepciones de los hoteles. Bueno, no tanto como la de los hoteles porque ésta campanilla tenía la forma de unos senos femeninos.
Quatre sintió como una gran gota se delizaba por su frente. Reacio, sonó la campanilla para luego sacar un pañuelo blanco de su bolsillo y limpiarse la mano.
"¡Es el primer seno que toco en mi vida!", pensó aterrado.
De pronto, vio como un rostro familiar emergía de debajo del mostrador luciendo una sonrisa muy perturbadora que hizo a Quatre soltar un respingo y saltar dos metros atrás.
- ¡Ni - Nijan!. - exclamó completamente rojo, rezando a Ala para que un rayo le acertase en ese mismo instante, o, al menos, que la tierra se abrirera y lo tragase.
Pero nop.
Alá no estaba de humor.
- ¡Ya sospechaba que eras todo un pervertido de alma!. - exclamó Nijan con una sonrisa triunfal antes de apoyar el codo sobre el mostrador y luego la mejilla sobre su mano. - Y dime, ¿cuál es tu onda?. ¿Pedofilia?. ¿Zoofilia?. ¿Gerontofilia?. ¿Saliromania?. ¿Necrofilia?. Porque tengo unos arreglos funerarios muy convincentes que creo que Trowa podría...
- ¡Ejem!. No, disculpa... - conmenzó a balbucear ahora de color bordó, bastante sorprendido por el amplio vocabulario de la chica en cuanto a transtornos de naturaleza sexual. Nijan lo miró fijamente a los ojos expectante. Finalmente se relajó y pudo hablar con mayor soltura cuando la verguenza y la sorpresa se le pasó un poco. - Creo que mejor me retiro...
- ¡No, no, no!. Nada de eso. - soltó Nijan inclinándose por sobre el mostrador para tomarlo del brazo y así impedir que se escapara. - Viniste buscando algo y yo te ayudaré.
Dubitativo, Quatre permaneció quieto. Se veía absolutamente adorable con esas mejillas sonrosadas y esa mirada tímida y avergonzada en sus bellísimos ojos aqua que siempre lucían inocentones y expresivos.
Hilo de baba por parte de Nijan +
"Nota mental: Pedir a Trowa para hacer un trío"
Quatre ágilmente se hizo a un lado cuando un chorro de sangre saltó de la nariz de Nijan y la miró entre sorpendido y horrorizado.
- ¡Nijan!. ¿Te encuentras bien?. - casi gritó alarmado, sacando el pañuelo de su bolsillo y pasándoselo en un gesto galante. - ¡Por Alá!. Será mejor llevarte a un hospital...
- Je, je. No te preocupes Quatre. - lo tranquilizó la chica alzando el rostro y tapándose la nariz con el pañuelo. - Pasa mas seguido de lo que crees...
- ¿Y no has ido a ver a un médico?. - interrogó el chico, genuinamente preocupado, mirándola inquieto.
- Er... pus pasa que es... psicológico. - contestó ella.
"Lo lujuriosa no se me saca o.oU"
- ¡Ejem!. Así que estabas por contarme de tus fantasías sexuales. - cambió el tema para ver cómo podría ayudar a Quatre a mejorar su vida sexual, sin ser ella directa partícipe. El chico se inquietó de nuevo ante lo directa de la pregunta.
- Yo no tengo... - comenzó a negar tratando de controlar los nervios.
- ¡Ah!. ¿Entonces es alguna disfunción sexual?. - interrogó la chica, con toda naturalidad mientras salía de detrás del mostrador y se paraba a lado de Quatre, para gran desgracia del chico, que sentía que estaba por morir de verguenza. - ¿Quién es el del problema? o.o ¡No me digas que Trowa! u.u Qué desperdicio... - negó con la cabeza apretando los labios. - Y es tan alto...
Quatre pensaba que no podía estar mas avergonzado. Definitivamente Alá le castigaba por todos los crímenes de guerra que había conmetido.
- No, no es nada de eso... - soltó a la corrida, ahora ya menos rojo y en posesión de su habilidad del habla nuevamente. Después de todo no tenía sentido sentir verguenza de Nijan... La chica sencillamente no conocía el significado de la palabra.
- ¿Tonces?. - inquirió la mujer, viéndolo seriamente. - ¡No te preocupes!. He visto y hecho de todo, así que no hay nada que puedas decirme que no me haya pasado aún, ¡jojojo!.
Otra gota, esta vez MUCHO mas grande se delizó por la nuca del árabe. Debía sugerirle a Heero hacerse un examen de compatibilidad de ADN con Nijan. Eran demasiado diferentes para ser hermanos.
- Dime cual es la enfermedad y yo te doy el remedio. - apremió la chica, con una gran sonrisa solícita. Quatre notó lo ansiosa que estaba por ayudarlo, y no quería desilucionar a la hermanita de su amigo.
- Bueno... Pasa que...
Nijan lo miró expectante con los ojos cobaltos muy abiertos.
- ... Trowa está un poco descontento y quiero compensarle de alguna manera... Demostrarle que lo amo a pesar de que lo hago todo atravesado... - habló el chico, muy conciente de los sentimientos de su novio, pero sintiéndose completamente impotente, pues hacerlo felíz significaría matar de un ataque al corazón a todos los Raberba Winner al anunciarles que no habría mas herederos porque él prefería follar con hombres.
Nijan sonrió gatuna, cosa que perturbó un poco a Quatre en su santa inocencia y provocó que un fuerte escalofrío le recorriera la médula.
- ¡Pensé que sería algo más difícil!. Mira, vayamos a la habitación roja... - comenzó a decir mientras lo conducía hacia cierta habitación para proveerle de unas cuantas cosas que le serían de mucha ayuda para "compensar" al ex 03.
Esa noche, en una de las habitaciones a prueba de sonido en la mansión de los Raberba Winner...
- Mmm... Quatre... ¡aaahhh!.
Risita traviesa por parte del ex angel (nótese el énfasis en la palabra ex) de ojos aqua.
- Siii... mmm... Está increíblemente bueno... ¿Cómo se te ocurrió...? ¡aah!. Mas fuerte... mas duro... aag...
oOo
La música a todo volumen llenaba el ambiente, la cerveza corría como agua, la comida estaba bastante bien, la gente bailaba semidesnuda al rededor de la piscina y las mujeres estaban para morirse. La casa estaba llena de gente que en su 98, 88 Duo nunca había visto en su condenada vida.
Habían parejas en plena acción en cada rincón oscuro de la casa, borrachos tirados inconcientes y demás personas en peor estado.
Duo se sentía en su salsa. Tremenda fiesta había armado su cuñada. Después de trabajar de bartender, Duo volvió a la casa esperando que la fiesta ya estuviera en su etapa final, pero muy grata sorpresa se llevó al notar que parecía estar empezando.
En pleno estado etílico, luego de bailar con algunas mujeres de dudosa reputación, fue a buscar a su cuñadita para felicitarla. Caminó hasta el jardín que desembocaba en la playa, donde la fiesta continuaba al rededor de una fogata.
- ¡Hey, Bunny!. - la llamó por su antiguo apodo (N/A: Mas info, remitirse a la "La Hermana de Heero", jojojo) cuando las piernas le fallaron por la borrachera y cayó en la arena. Nijan se le acercó, no en mejor estado que él, usando un bikini y unos shorts.
- ¡Duo!. ¿Me presentas a tu gemelo?. - balbuceó antes de dejarse caer a su lado en la fina arena de la playa.
La gente bailaba, hablaba y reía a su alrededor. La fresca brisa del mar junto con el sonido de las olas complementaban el ambiente.
- Creo que ya bebí demasiado... - admitió entre risitas Duo, mirando el cielo cuajado de estrellas. Nijan se removió a su lado.
- Creo que ya olí suficiente... - balbuceó en tono gutural, antes de vomitar en la arena y tenderse luego boca arriba mirando el cielo con los ojos desenfocados. Duo reprimió una sonrisa y le acarició la cabeza.
-Ya enserio, debes arreglar tu vida... - le aconsejó, viéndose a sí mismo reflejado en su cuñada. Al Duo de hacía tan solo unos meses, antes de formalizar con Heero no había fiesta, mujer u hombre, cerveza ni pelea que se le escapase.
- No he conocido a la mujer de mi vida... - replicó la chica, con voz ahogada, mirando los colores y formas que se sucedían ante sus ojos. Duo rió.
- ¿Qué me dices de los hombres de esta fiesta?. Veo candidatos en potencia...
- ¿Estos pervertidos?.- rió la chica escuetanmente, Duo no entendió bien a lo que se refería, pero algo en sus entrañas le decía que pasaba algo turbio... Tratándose de Nijan, siempre había algo turbio.
Fueron la pareja perfecta cuando se conocieron y viajaron juntos. Pero pronto descubrieron que eran demasiado parecidos como para sobrevivir como pareja. Ambos eran irresponsables, irreverentes, autodestructivos, despreocupados, ególatras y viciosos. Nijan le introdujo a un sin fin de fármacos y Duo la introdujo a las peleas callejeras. Hacían muy buen equipo. Pero ni vivirían mucho tiempo, puesto que ninguno de los dos mantenía los pies en la tierra, ninguno tenía conciencia de lo que hacían. Así que decidieron que mejor quedarían como amigos.
Heero estaba al tanto de la relación de Duo con Nijan, y no le molestaba en absoluto. A lo que Heero refería, eso había pasado mucho antes de que Duo lo volviese gay aquella noche en que morían de aburrimiento y Duo lo retó a desafiar sus pre-conceptos. Ahora eran felices los tres juntos. Al menos estaba Heero para mantenerlos con los pies en la tierra.
Desvariando en sus recuerdos, Duo hizo una pausa para desvaciar el contenido de su estómago a un lado, imitando a Nijan. Juraría que no había bebido tanta cerveza como la que salió de su estómago... Y juraba no haber comido NUNCA esa cosa de aspecto dudoso que ahora flotaba sobre la cerveza vomitada en arena.
Mas tranquilo, volvió a tenderse boca arriba a lado de su cuñadita.
- Dime si ésto no te trae muchos recuerdos.
- ¿Tú borracho y yo drogada, uno a lado del otro vomitandando y filosofando?. ¡Naaaaa!. - hizo una pausa para tratar de ordenar sus pensamientos que parecían circular a mil revoluciones por segundo en su cabezota volada. - Me alegra que seas mi cuñado, Duo.
El chico de ojos violetas la miró y le sonrió agradecido. Semejante confesión viniendo de Nijan solo podía significar una cosa: Estaba por tener una sobredosis.
- ¿Qué te fumashte ahora?. - le preguntó, sintiendo los párpados muy pesados y la lengua adormecida. Oyó la profunda risa lejana de Nijan.
- Esh en sherio... - insistió imitando el "acento de borrasho" de Duo. - Me alegra que hayas pervertido a mi hermano y que lo hayas condenado a una eternidad en el Infierno sin posiblidad de redención...
Duo sentía que se hundía en la arena cada vez más... Oía la voz lejana de Nijan hablándole... Los ojos se le cerraban...
- Grashiash... - susurró, antes de cerrar por completo sus ojos. La chica lo miró de reojo y trató de secarle la baba.
Una figura se irguió sobre ellos.
- ¡Eu, Nijan!. ¿Que te parece si terminamos con la transacción?. - preguntó una voz masculina. Duo abrió los ojos repentinamente y trató de enfocarlos, pero solo veía auras brillantes alrededor de los cuerpos.
- ¡No hay problema!. - exclamó la chica, súbitanmente energética. Se incorporó a medias. - Oye, levántame y te llevo con ella. - pidió, extendiendo los brazos. El hombre rió y la levantó de un buen tirón, poniéndola de pie. Nijan se tambaleó un poco y miró con dificultad al rededor, buscando a alguien. - Creo que por aquí estaba la entrada... - soltó desorientada, y ella y el hombre se perdieron de la vista de Duo, que tenía un extraño presentimiento...
Era como si en una parte de su cabezota supiera exactamente lo que pasaba, pero la borrachera le impidiese acceder a la información. Inclinó un poco la cabeza para que sus neuronas hiciesen contacto...
A ver... ¿En qué trabajaba Nijan?. Eso era fácil, en un sex shop.
Pero también había otra cosa, un negocio independiente... ¿Tráfico?. No, eso lo hacía desde hace tiempo. Era algo mas reciente, que involucraba a mujeres.
Se volvióa recostar en la arena mientras rogaba por un poco de claridad y una sinapcis por parte de sus neuronas ahogadas en alcohol. Dejó que el sonido del mar lo arrullase, las olas, el viento...
Mujeres en traje de baño bailando y nadando a su alrededor, hombres bronceados y musculosos... Parejas teniendo relaciones sexuales...
Duo soltó un bostezo...
El sueño se lo llevaba una vez mas...
Y de pronto... Un coro de ángeles.
Una ilumuinación divina.
- Nijan... es... ¿madama...? - recordó en su último estado de conciencia antes de desmayarse en la playa para tener sueños húmedos con el ex piloto del Wing.
oOo
La incomodidad aunada con el calor terminó por despertarlo cuando el sol se erguía en su plenitud en el cielo. Con dificultad abrió los ojos, pero los volvió a cerrar al sentir el dolor punzante de el choque con la brillante luz solar. Un gemido ahogado salió de sus labios como protesta contra el taladrante dolor de cabeza, producto de la resaca. Una sed demencial se apoderaba de él.
Se removió como pudo sobre la ardiente arena de la playa para tratar de ponerse de pie, encontrándose con que se había calcinado con el sol del medio día. Su piel estaba que ardía y al rojo vivo, palpitando. Fue entonces, cuando abrió los ojos con dificultad para encontrarse con que la extraña sensación que sentía en sus pompis era arena... Porque se encontraba completamente desnudo, en la playa, con un montón de gente bailandoa su alrededor.
- Bueno, no es la primera vez... - gruñó entre dientes, apoyando las manos en el suelo para levantarse. Se tambaleó y recogió su ropa que estaba a su lado, sin importarle en absoluto el hecho de estar dando un espectáculo gratis a todos los presentes.
Ni idea de lo que había pasado, de por qué rayos despertaba desnudo en la playa, con un montón de gente al rededor continuando con la fiesta. Vaya maratón organizó la pagana Nijan... Le recordaba a su época de soltero.
Soltó un suspiro de añoranza y tambaleándose, aún desnudo, caminó hasta su cuarto ignorando la mirada de algunos, sujetándose de las paredes, viendo todo a su alrededor extrañamente luminoso, sospechando que Nijan había puesto algo más en la comida que solo salsa.
Al llegar a su habitación se encontró con una pareja que estaba muy ocupada... Poco le importaba, tan solo deseaba que le hicieran un lugar en la cama para poder seguir durmiendo. Ni siquiera el palpitante dolor de las quemaduras solares, su piel seca y tirante, la sed del demonio y el kilo de arena que llevaba encima le importaban.
Se dejó caer sobre el colchón y pasó a la inconciencia al instante, sin perturbar a la romántica pareja. Ya después se tomaría un baño...
oOo
Era la hora del almuerzo en la mansión de la familia Raberba Winner, y para tal efecto, la mesa estaba decorada ostentosamente, como era la costunmbre, cubierta con toda clase de manjares y los distinguidos miembros de la familia sentados al rededor, con Quatre a la cabeza, Irea a su derecha y Trowa a su izquierda. Los niños almorzaban en otra sala con las niñeras para no interrumpir la conversación de los adultos.
Como ya se había hecho habitual, en el almuerzo todas la hermanas insistían a Quatre para que contrajera matrimonio y diese un heredero a la familia. Quatre miraba muy nervioso a Trowa de reojo, quién permanecía en completo silencio y tenso, conteniéndose las ganas de decir unas cuantas palabras. Pero la mirada suplicante de su compañero lo obligaba a permanecer callado y seguir ocultando el verdadero estatus de su relación.
- Podríamos arreglarte matrimonio con una mujer bellísima, Quatre. - exhortó Irea, muy entusiasmada con la idea de que su hermano se casara. Después de todo, según la tradición, Quatre ya estaba un poco viejo.
- ¡Sí!. - secundó Zubia, haciendo a un lado su hermoso velo, - No tendrías que preocuparte con nada, nosotras nos encargaríamos de todo. Tú solo tendrás que firmar los papeles.
Trowa apretaba los cubiertos entre sus manos con tanta fuerza que comenzaba a lastimarse, rogando al cielo que esa conversación terminase pronto, o, por un milagro, Quatre decidiese confesar que era gay.
- Prefiero elegir a mi esposa. - replicó Quatre, con una sonrisa nerviosa, viendo la reacción de Trowa.
- Oh, puedes hacerlo, no hay problema. - consedió Irea, sonriendo aún mas ante el terreno que creía estar ganando. - Si eso quieres. Tan solo queremos que te cases con una buena mujer.
- ¿Qué les parece Sirena?. - propuso de pronto Zuleica, abriendo mucho los ojos ante la idea. Las quince mujeres asintieron entusiasmadas, ignorando los alegatos de Quatre.
- De verdad preferiría dejar esto del matrinonio para mas a delante...
Pero las mujeres no lo oían. Al parecer ya habían acordado traer a la mencionada Sirena a la casa para que Quatre lo conociera y comenzaban a planear el contrato de matrimonio.
- Creo que mínimo tendría que darle a nuestro Quatre seis hijos varones... - dijo una de las hermanas, entre el alboroto de voces agudas que llenaba la elegante estancia.
Quatre pudo notar como Trowa apretó aún más los cubiertos de plata entre sus manos ante dicha idea. Se apresuró a poner disimuladamente una mano sobre su muslo por de bajo de la mesa para tranquilizarlo, pero no parecía dar resultado; Trowa parecía estar a punto de sofocarse.
- ... No, no. Quatre es un excelente matrimonio... creo que dos veces por semana no alcanzaría. - decía otra de las hermanas, elevando la voz por sobre las demás. - Mínimo tendría que ser cuatro veces por semana, sino, ¿cómo harán para tener seis hijos varones?.
Esa fue la gota que colmó el vaso para Trowa. Se puso de pie de la manera mas discreta que las emociones agolpadas en el pecho le permitían y se retiró de la sala ignorando la luctuosa mirada de su angel. Las hermanas, entusiasmadas preparando la boda, no se percataron de la reacción del invitado.
Quatre se levantó también al percibir que el aluerzo ya había terminado y corrió tras su novio para tratar de calmarlo. Pero tendría la sospecha que esta vez sería mucho mas difícil que las veces anteriores.
Le dio alcance en las grandes escaleras de la mansión. Corrió hasta él para abrazarlo de la cintura, seguro de que nadie los vería pues todos estaban almorzando. Sintió el cuerpo de Trowa muy tenso, seguramente por el esfuerzo de contener todas sus emociones. Su respiración era agitada.
- No te molestes conmigo, por favor. - le pidió con una vocecilla dulce. Subió un escalón mas para estar frente al ojiverde y poder mirarlo a los ojos. - Te prometo que cuando llegue el momento oportuno lo anunciaré.- se comprometió con expresión suplicante, tratando de disipar el malestar de su pareja. Lo amaba tanto que el dolor de él, era el dolor de ambos. No podía verlo así.
- Ese era el monmento oportuno. - habló Torwa con suavidad y expresión de falsa calma, ya que en su interior quería mandar todo al demonio. - Así como hubieron cientos de momentos oportunos antes de ese. - hizo una pausa para mirar los inocentes ojos aguamarina que tanto le gustaban. Arqueó una ceja. - ¿Cuándo planeas decirles?. ¿El día de tu boda?. ¿Luego de tener tu primer hijo?. ¿Luego de tener el sexto?. - hizo otra pausa para dar a Quatre la oportunidad de hablar, pero éste parecía no querer hacerlo. Tan solo desvió la mirada. - Te dije que te amo... Pero no puedo permanecer a tu lado a costa mía. No te quiero compartir con tu esposa y estar relegado a un segundo plano en tu vida...
- ¡Eso nunca pasará!. - se apresuró a interrumpur el rubio alarmado, abrazándolo con fuerza. - Eres lo mas importante que tengo.
Trowa le acarició lentamente la espalda, entregándose momentáneamente a esa muestra de afecto un poco irresponsable, pues alguien podía verlos. Luego soltó un sueve suspiro y tomó a Quatre de los brazos para separarlo de él.
- No parece. - rebatió en tono sereno y con una expresión pétrea. Detrás de sus bonitos ojos verdes no se veía nada. - No quiero vivir con tu familia y no puedo permanecer a tu lado de esta forma... Y tú no quieres reconocer nuestra relación...
Quatre abrió mucho los ojos, los cuales comenzaron a cristalizarse con lágrimas que amenazaban con caer en cualquier momento. Una horrible sensación lo llenó. Se lanzó a los brazos de Trowa una vez mas y lo sujetó con fuerza, tratando de contener las lagrimas.
- No, Trowa, por favor... - gimoteó como niño, aferrándose con mas fuerza. Al castaño se le encogió el corazón al verlo tan frágil, tan indefenso. Pero no podía hecharse atrás. Esa relación no tenía futuro. - Te amo... Nada mas necesito tiempo...
- Y te daré todo el tiempo que necesites, Quatre. - le dijo con suavidad, acariciándole las lustrosas hebras doradas. - Pero no puedo quedarme aquí. - posó sus manos a ambos lados del rostro del árabe y lo obligó a mirarlo. - Te amo. - y lentamente unió sus labios en un suave beso de despedida para después ir a su cuarto a buscar sus cosas, dejando a Quatre llorando en silencio sentado en un escalón.
- ¿Tío Quatre triste?. - le preguntó uno de sus sobrinos, que tenía tres años. Quatre alzó la vista para encontrase con el pequeño niño rubio y su mirada inquisidora.
- Un poco, Rafat. - replicó sonriendo al mismo tiempo que se secaba las lágrimas con el dorso de las manos y se ponía de pie para ir hasta donde el niño.- Vamos a comer el postre. - le ofreció, tomándolo de la mano.
oOo
Lentamente el alboroto que lo rodeaba comenzó a traerlo a la realidad una vez mas. El velo del sueño comenzó a disiparse y con dificultad abrió los ojos y su habitación destrozada apareció ante sus ojos. Con la cabeza aún en blanco y sin recuerdo de los últimos sucesos, oía las voces y los gritos que provenían de la parte baja de la casa.
Recordó que seguramente la fiesta aún continuaba... Aunque extrañamente se percató de que ya no había música. Miró por la ventana. Era de noche nuevamente, había dormido todo el día.
Luego de permenecer unos instantes mas en la cama, juntó la fuerza de voluntad requerida para ponerse de pie e ir a ver lo que sucedía bajo su propio techo. Su piel se quejó bajo el áspero contacto de la vestimenta impovisada que se hechó encima antes de salir al pasillo y encontrarse con un completo tiradero, que no le impresionó en lo más mínimo. Sacudiéndose la arena del cabello, bajó las escaleras para encontrase con lo que parecía ser el final de la fiesta.
Unas pocas personas permanecían en el terreno de la casa; los demás se habían ido dejando atrás toneladas de basura y grandes daños a la propiedad de Heero. Ya no había música, los parlantes y las luces se habían recogido y todo parecía haber concluido.
Se encogió de hombros sin importarle demasiado y fue a la cocina arrastrando los pies entre latitas de cerveza, servilletas, restos de comida, plásticos, etc.
- Tremenda fiesta, viejo. Felicidades. - le dijo un tío al que nunca antes había visto en su vida, y que lucía de lo mas raro con su bermuda hawaianas, su camisa negra abierta y su cabello castaño alborotado y grasoso. Sin mencionar los ojos enrojecidos, seguramente por la maratón, y unas ojeras que llegaban hasta el suelo.
- Muchas gracias. - replicó el trenzado, riendo mentalmente al tomar todo el crédito de Nijan.
Al dirigirse a la heladera, vio su reflejo en el metal: Estaba rojo como un calamar, con los labios y los ojos hinchados por las quemaduras solares. Su trenza se había deshecho casi por completo, dejando varios mechones sueltos haciéndolo lucir como una chica.
Pero mucho no le importó, aún no había despertado del todo. Se rascó el trasero y abrió la puerta para recibir el aire frío que fue bien recibido por su piel calcinada.
- ¿Quieres algo de comer?- le preguntó amablemente al desconocido, desapareciendo dentro del aparato eléctrico.
- No, hombre. Estoy bastante satisfecho. ¿Oye, tú conocías a la chica que se llevó la policía?. Eso mató la fiesta, puso a todos a la fuga... - habló el hombre con una extraña entonación que a Duo le recordaba a Nijan cuando estaba fumada J
Duo sacó la cabeza de la heladera para mirarlo con extrañeza.
- ¿La policía?. ¿Vino la policía?.
"¡Dios mío!. ¿Cómo no sentí nada...?"
- Si, hombre. - asintió el otro, sentado sobre el mármol de la cocina. - Vino la policía y se la llevó. Pensé que la conocías... Era una mujer de largo cabello castaño enredado y una tonelada de maquillaje...
Duo salió disparado de la cocina antes de que el extraño pudiera terminar su frase. No necesitaba muchas mas aclaraciones para reconocer a la chica de la descripción.
Buscó a Nijan por toda la destrozada casa sin encontrarla. Subió corriendo a su cuarto a buscar su billetera y documentos para ir a sacarla de prisión... Quién sabe lo que la loca le haría a los pobres convictos. Se hechó encima otra ropa de apariencia un poco mas respetable (unos pantalones y camisa de Heero, de hecho) para dar una buena impresión a los policías y pedir que le dejaran pagar la fianza de su loca cuñada.
En el camino a la comisaría local (rogando porque estuviera ahí) se preguntaba por qué rayos podrían habersela llevado... Es decir, motivos no faltaban... ¡Pero cual de todos!.
"Por tenencia de substancias ilegales, por uso de substancias ilegales, por venta de substancias ilegales, por prostitución, por proxeneta, por malversación, por esparcir el pecado y la corrupción sobre la faz de la Tierra...", en fin, la lista era eterna. Solo rogaba al cielo que fuese algo que él pudiese solucionar sin que Heero tuviera que enterarse... "¡Ay, Dios!. Me mata... Si se entera, me mata. ¿Cómo diablos le explico la orgía que estaba sucediendo en la casa sin incriminarme...?. ¡Nijan de mierda!. ¿No podías usar tus contactos para librarte de ésta?", pensaba comenzando a entrar en pánico mientras estacionaba frente a la comisaría. El solo concepto de que Heero se enterase de TODO lo que sucedió el fin de semana que aún no acababa, le aterraba.
Eran las cuatro de la madrugada, según el reloj del auto.
oOo
- No puedo creer que conocieras al juez. - soltó con una mirada juiciosa Duo, mientras él y Nijan volvían a la casa luego de ser esta liberada por orden del juez.
- Je, je. Ya ves... En este negocio se conoce todo tipo de gente... - se limitó a responder la chica, luciendo como un verdadero estropajo luego de su noche en prisión... No es que generalmente luciese mejor.
- Pensé que te encerraría de por vida por haber hecho que lo despertaran. ¡No sabes el susto que me diste!. Pensé que te llevaron a causa de tu "negocio ilícito", o por alguna de las miles de delincuencias que haces. - confesó el chico riendo divertido. - Tuviste suerte de que solo te acusaran de "perturbar la paz"... Pero eso siempre lo haces ¬¬
- ¡Si tú te asustaste, imaginate yo!. ¡Habían suficiente irregularidades como para encerrarme de por vida!.
- ¿"Irregularidades"? - repitió Duo con mofa, mirándola de reojo. - Tú si que sabes alindar tus delincuencias.
Duo estacionó el choche frente a la casa y bajaron justo para ver los primeros rayos del sol saliente y sentir la pacífica brisa del mar darles la bienvenida. Ésto disipó toda la tensión que sintió Duo en las últimas horas, dejándolo súbitamente relajado y sereno.
- Por cierto... - habló Nijan, mientras entraban a la casa completamente despelotada. - Hermoso bronceado. - se burló, refiriéndose al bellísimo tono rojo que lucía el chico en el rostro y todo el cuerpito. - Estoy segura que a Heero-kun le encantará. - y luego soltó una ronca carcajada para después atragantarse y toser.
- Cállate o no te ayudo a limpiar antes de que tu hermano vuelva. - amenazó el chico, llorando de risa.
Nijan se dejó caer en el sofá, rodeada de basura, soltando un pesado suspiro como si hubiese regresado de un largo día de trabajo.
- Heero vuelve recién esta noche... Tenemos mucho tiempo. - alegó de lo mas relajada.
Duo sonrió ante la despreocupación de su cuñada y abrió la boca para contestar, pero una profunda vos aterradoramente familiar hizo que se le erizara hasta la médula.
- En realidad, Heero vuelve antes.
Ambos se dieron vuelta para ver de donde provenía la voz, y así se encontraron con Heero, parado en el umbral de la puerta de la cocina, aún con sus pantalones y camisa de viaje. Y a juzgar por la expresión de su rostro, no estaba muy contento de haber regresado.
Duo comenzó a temer por su vida al ver el fulgor en los bonitos ojos cobalto de su amante. Mil cosas cruzaron por su mente. Estaba paralizado por el temor, no tenía idea de qué hacer o decir. ¿Qué tan enojado estaría?. ¿Le convendría emprender una digna huída ya mismo?.
Continuará...
