CAPÍTULO V

Después de estar durmiendo durante varias horas Draco fue abriendo los ojos, parpadeó varias veces hasta que sus pupilas se acostumbraron a la luz. Intentó levantarse pero no pudo, ya que estaba fuertemente atado de pies y manos a la cama, entonces sintió como alguien lo observaba y giró la cabeza buscando esa mirada que lo incomodaba.

- Vaya, parece que ya despertaste - le dijo Katrina con una gran sonrisa desde la butaca en la que se encontraba sentada - Perdóname pero tuve que atarte para que no escaparas, aún estás débil y necesitas descansar.

- Pero si yo ya me siento bien, de verdad. Lo único que quiero es salir de aquí y regresar a Inglaterra - le dijo intentando convencerla.

- Lo siento pero no puedo dejar que te vayas.

- Bueno, está bien. Pero por lo menos me podrás dar agua ¿no? tengo sed - le contestó friamente y con una mirada de desprecio.

- Si claro - le dijo levantándose y diriguiéndose a una mesa donde había una jarra de agua y un vaso. Katrina llenó el vaso de agua, le puso una cañita y se acercó a Draco. Le sujetó la cabeza ayudándolo a levantarla para que pudiera beber.

- Me podrías dar las gracias ¿no crees?

- ¿Las gracias? ¿Por qué? ¿Por tenerme aquí contra mi voluntad? ¿Por eso te tengo que dar las gracias? - le contestó indignado.

- Ya te dije que lo siento, además todo esto es por tu bien. Si dejamos que te marches te podría pasar algo, todavía no estás en condiciones para irte.

- Dejalo quieres, no me interesa nada de lo que dices, lo único que quiero es volver a mi casa - le contestó Draco visiblemente afectado.

- La quieres mucho ¿cierto? - le preguntó Katrina.

- ¿A quién? - le contestó el muchacho recuperando su habitual tono frío.

- Vamos, no te hagas el tonto, sabes perfectamente a quién me refiero - le dijo la muchacha con una sonrisa pícara mientras se sentaba en un lado de la cama donde se encontraba el joven - Anda, siento curiosidad, háblame de ella ¿sí?

Draco se quedó pensando por un momento, no sabía que hacer, estaba muy molesto con Katrina y con el otro doctor por no dejarle abandonar el hospital pero la verdad era que necesitaba hablar con alguien, hacía años que no podía y realmente lo deseaba.

- ¿Y bien? ¿Me vas a hablar de ella o no?

- Está bien... - le respondió Draco - pero antes ¿podrías acomodarme la almohada?

- Claro - Katrina se levantó, le quitó la almohada al rubio y comenzó a sacudirla para después volverla a colocar bajo la cabeza del joven - ¿ahora me contarás?

- Sí, pero... exactamente, ¿qué quieres que te cuente?

- Pues no sé, háblame de ella ¿Cómo se llama? ¿Cómo es?

- Su nombre es Hermione Jane Granger y es la mujer más inteligente y dulce del mundo - Draco miró a la enfermera, esta le hizo un gesto esperando que continuara hablando de su amada - Su pelo es suave y sedoso. «En ese momento recordó su primer año en Hogwarts. La primera vez que vio a Hermione le pareció una chica muy guapa, el único defecto que tenía era su pelo, que más que eso parecía una mata reseca por la falta de lluvia. Pero desde cuarto año, tras su breve romance con Krum, Hermione comenzó a preocuparse más por su imagen y a cuidar más su cabello que desde entonces era así, suave y sedoso.»

- ¿Bueno, vas a seguir o piensas quedarte todo el día con esa cara de bobo? - le dijo Katrina sacándolo de sus pensamientos.

- ¿Eh? Ah claro, perdona pero me quedé recordando - le contestó, bajando la cabeza para que la enfermera no notara la tristeza que le producía hablar de Hermione, lo último que quería era parecer débil - ¿Por dónde iba?

- Te quedaste hablándome de su cabello - le recordó la chica.

- Bueno, pues como te iba contando su pelo es brillante y muy suave, lacio aunque con pequeñas ondulaciones, y siempre huele a vainilla al igual que ella - le contaba Draco con los ojos entrecerrados imaginándose a su adorada Hermione - Su piel es cálida y sedosa, y su boca... - el chico se detuvo, no sabía que decir, como describir la boca de Hermione, no encontraba palabras.

- Vamos sigue por favor - le rogaba la enfermera ansiosa. Le encantaba oír al rubio, como este idealizaba a esa mujer. «Que envidia, ojalá alguien hablara así de mí. Draco la describe como si fuera una diosa, algo fuera de lo normal, algo maravilloso» pensó.

- Su boca - continuó el chico - es perfecta, sus labios dulces y suaves... me volvía loco besarlos, sentirlos por todo mi cuerpo cuando hacíamos el amor. Y bueno, qué decir de sus ojos... Nunca he visto unos ojos tan hermosos y expresivos como los suyos, sabía lo que sentía en cada momento con solo mirarlos. Su figura esbelta y delicada... no sé como describírtela, es, es... simplemente perfecta, todo en ella es perfecto, hasta el más mínimo detalle.

- Por lo que me cuentas debe ser bellísima.

- Sí, sí que lo es - dijo Draco muy convencido.

- Cuéntame como os conocísteis, por favor - le pidió la joven enfermera.

- Nos conocimos en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, no sé si habrás oído hablar de él. Bueno, lo cierto es que la primera vez que nos vimos nos caímos bien. Recuerdo que fue en el tren cuando íbamos al colegio, nos llevamos todo el viaje hablando, hasta que a un chico, llamado Neville, que venía en el mismo vagón que nosotros se le perdió su sapo y le tuvimos que ayudar a buscarlo.

- ¿Y qué pasó después? ¿Siguieron siendo amigos hasta que se hicieron novios?

- No, nada que ver, no fue tan fácil. Verás, cuando llegamos al colegio ella fue a Gryffindor mientras que yo iba a Slytherin, que son dos casas rivales. Además, para empeorarlo todo aún más, ella se hizo amiga de Potter y Weasley, que en ese momento eran mis peores enemigos. Y por si esto fuera poco, me enteré de que era hija de muggles y empece a insultarla y a molestarla llamándola..., yo la llamaba..., no me gusta decirlo, me arrepiento enormemente de eso pero bueno, la llamaba "sangre sucia".

- Pero entonces... - intervinó Katrina.

- ¿Quieres que te lo cuente o no? - le preguntó Draco, exasperado por las continuas interrupciones de la enfermera.

- Claro - le contestó esta avergonzada.

- Pues entonces deja de interrumpirme, quieres. Bueno, ¿por dónde iba? ¡Ah! Ya sé. Pues como te decía, cuando llegamos a Hogwarts nos convertimos en enemigos. Me pasaba todo el día molestándola a ella y a sus amigos. Así nos llevamos durante cinco años, hasta que en sexto curso el destino nos volvió a unir. Cuando comenzamos nuestro penúltimo año, McGonagall, la subdirectora, nos pidió que hicieramos un trabajo juntos. Al principio me opuse rotundamente pero al final tuve que ceder porque la profesora me amenazó con descontar 100 puntos a mi casa si no lo hacía. Poco a poco, nos fuimos conociendo mejor, hasta que nos hicimos muy amigos. Su amistad me hizo cambiar, me hizo mejorar como persona, ella era la única amiga verdadera que tenía, la única que me quería por lo yo era y no por lo que era mi familia. Con el tiempo nos fuimos enamorando - Cuando Draco iba a seguir relatando la historia Katrina levantó la mano pidiendo permiso para hablar, el chico se resignó - ¿Qué quieres ahora?

- Perdóname, pero es que no puedo evitar preguntarte: ¿cómo os hicísteis novios? Porque me has contado que os fuísteis enamorando pero no me has dicho cómo empezásteis a salir.

- Eso es lo que te iba a contar ahora, pero como no me dejas...

- Está bien, lo siento, anda sigue.

- Bueno, ese año había un Baile de Navidad en el colegio. Al principio, no sabía si pedirle a ella que fuera mi pareja, ya que yo no tenía ni idea de que ella sentía lo mismo por mí. Pero bueno, para ese entonces yo ya me llevaba bien con Potter y compañía, es decir, con todos los amigos de Hermione. Y Ginny, una de sus mejores amigas, me dijo que se lo pidiera que ella estaba segura de que Hermione también estaba enamorada de mí. Así que me arriesgué y para mi alivio, me dijo que sí. La noche del baile, casi que me desmayo al verla bajar por las escaleras de la entrada donde habíamos quedado, estaba tan bella... Llevaba un precioso vestido de seda de color celeste y su pelo, recogido con un medio moño, dejaba ver su hermoso rostro. Recuerdo que nunca he estado tan nervioso en mi vida, ni siquiera durante mi primer partido de quidditch. Después de cenar y bailar durante un buen rato le pedí que saliéramos fuera del castillo para tomar el aire. Los terrenos del colegio estaban preciosos, todo lleno de rosales y fuentecillas, la luna estaba llena y brillaba con intensidad reflejándose en el agua. Nos sentamos en un banco cerca de la orilla del lago, y allí le dije que la amaba como nunca había creído poder amar a nadie. Ella me dijo que también me amaba y fue entonces cuando le pedí que fuera mi novia. A partir de entonces comenzamos a salir. Ese verano ella me invitó a pasar las dos últimas semanas de vacaciones con ella y su familia. Yo acepté, pero antes de poder ir tenía que convencer a mis padres diciéndoles alguna mentira, ya que si mi padre se enteraba de lo mío con Hermione nos mataría a ambos. Al final, todo salió bien y las dos semanas que pasé con Hermione y con su familia en Mallorca fueron las mejores de mi vida. Nos llevabamos todo el día en la playa, tomando el sol, jugando, haciéndonos mimitos..., y por la noche saliamos a divertirnos como adolescentes que éramos. Íbamos a muchos sitios muggles muy divertidos, discotecas, cines, bares... Fue durante esas vacaciones cuando Hermione y yo hicimos el amor por primera vez. Recuerdo que tuvimos que esperar a que sus padres se durmieran para poder escaparnos a una fiesta que había en un hotel cercano, pero cuando fui a buscarla a su habitación, la pasión nos envolvió y en vez de ir a la fiesta nos quedamos allí y pasamos la noche juntos. Fue algo maravilloso, nunca, con ninguna de las chicas con las que había estado, había sentido tanta felicidad y placer. Supongo que sería porque por ellas no sentía nada, en cambio por Hermione lo sentía todo. Ella lo era todo para mí, era el centro de mi vida, de mi universo...

- Qué bonita historia... ¿Y qué pasó después? - preguntó Katrina ansiosa porque Draco siguiera contándole su historia de amor.

- Mmm... Cuando acabaron las vacaciones volví a mi casa. Sólo faltaban un par de días para que empezara el colegio. Allí, por primera vez en mi vida, enfrenté a mi padre y le dije claramente que no pensaba ser un mortífago como el quería, que en vez de eso quería ser auror - La mirada de Draco se ensombreció - Cuando se lo conté me torturó, me lanzó todo tipo de hechizos, pero aún así no me doblegué. Por eso Lucius desistió de su intento por hacerme cambiar de opinión, me dijo: '' Te arrepentirás de esto Draco, pero después no me vengas llorando pidiendome clemencia. A partir de ahora arréglatelas solo y ten muy claro que si en algún momento nos encontramos no tendre compasión contigo, para mí estás muerto, ya no tengo hijo'', y me echó de casa. No tenía adónde ir pero no me importaba, me sentía libre, aunque sabía que debía tener mucho cuidado con Lucius, que era capaz de todo, sobretodo si se lo pedía Voldemort.

- Entonces volviste a Hogwarts ¿no?

- Si, así es. Cuando volví les conté a Hermione y a los demás todo lo que me había pasado con Lucius. Estos me dijeron que no me preocupara, que había hecho lo mejor, y que si necesitaba un lugar a donde ir cuando termináramos el colegio que contase con su casa. En Hogwarts, todos los Slytherins me odiaban, pero a mí no me importaba, lo único que quería era estar con ella, con mi Hermione. En navidades fuimos a su casa, donde me presentó a sus abuelos, a todos sus tios y a sus primos. Pasamos una nochebuena maravillosa. Después de una cena fantástica, los primos más pequeños cantaron villancicos y prepararon una obra de teatro. Esa fue la primera vez que me sentí en familia. Después, el año nuevo fuimos a celebrarlo a La Madriguera con la familia Weasley al completo. Vamos, que fueron unas vacaciones estupendas. Pero la paz y la tranquilidad duraron poco. En marzo, se produjo el primer ataque de los mortífagos, pero afortunadamente Dumbledore estaba allí y todo acabo bien, solo hubo algunos heridos pero nada grave. Poco después, en mayo, hubo otro ataque, pero esta vez todo fue muy distinto. Dumbledore no estaba, ya que Fudge lo había citado en el ministerio. Después de una larga y dura batalla los mortífagos desaparecieron dejando tras ellos muchos heridos y nueve muertes, cinco alumnos: Hannah Abbott Hufflepuff, Eleanor Branstone Hufflepuff, Terry Boot Ravenclaw, Dennis Creevey Gryffindor, Orla Quirke Ravenclaw; un profesor: Flitwick; y tres mortífagos: Avery, Macnair y Goyle. Lo que quedaba de curso transcurrió sin ningún percance, pero en Hogawarts se respiraba miedo y tristeza. Cuando el colegio terminó, me fui a vivir con Hermione y sus padres. Los dos estuvimos todo el verano trabajando y al final, con el dinero que habíamos ganado y con lo que nos prestaron sus padres pudimos comprarnos una modesta casa a las afueras del Londres muggle. Allí vivimos mientras estudiabamos, yo para ser auror y ella para ser medimaga. Cuando terminamos nuestras carreras empezamos a trabajar. Después de un año, tuvimos el dinero suficiente para comprarnos una casa mejor más grande y elegante en el centro de Londres. Y bueno, allí hemos estado viviendo. Después de varios años saliendo y viviendo juntos le pedí que se casara conmigo. Todo iba genial hasta que Potter me asignó la misión de atrapar a Zamenhof. Cuando vine aquí solo faltaban dos semanas para la boda... - Draco enmudeció, sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar como su felicidad se había acabado en solo un instante, con solo unos hechizos. ¿Cómo ha podido pasarme esto? se preguntaba ¿A caso no mereciamos ser felices?