CAPÍTULO XII

Ginny y Hermione escribieron a Dumbledore y a todos los demás miembros de la orden. Cuando terminaron se sentaron a esperar a que Draco llegara. La reunión había sido concertada para las 16:00 de esa misma tarde en la casa de Ginny. Llevaban un rato esperando cuando se oyó la cerradura de la puerta.

- Ya son las 14:00, así que supongo que será Neville - comunicó Ginny.

Y efectivamente era él. Cuando Ginny lo vió entrar al salón no pudo evitar salir corriendo a abrazarlo fuertemente.

- Gin, cariño ¿qué te ocurre? - le preguntó.

- ¡Oh! Neville ha pasado algo terrible - le dijo la chica.

- ¿Hermione? ¿Qué haces aquí? ¿No estabas en Bulgaria? - preguntó preocupado.

- Tú lo has dicho Neville, estaba - le contestó la castaña secándose los restos de lágrimas que había en sus mejillas.

- ¿Pero qué ha sucedido?

- Se han llevado a Draco, ellos, los mortífagos - le comunicó la pelirroja.

- ¿Cómo? ¿De qué estais hablando?

- Estabamos equivocados Neville, Viktor no es bueno, es un maldito seguidor del-que-no-debe-ser-nombrado.

- ¿Pero cómo?

- Yo lo descubrí, cuando fui a Bulgaria - le explicó Hermione.

- Vaya Herms, creeme que lo siento, maldito hijo de... ¿Habeis avisado a Dumbledore?

- Si, está tarde nos reuniremos aquí -le contestó la castaña.

- Ginny, ¿no crees que deberiamos avisar a quién tú sabes? - preguntó casi en un susurro.

- Puedes hablar tranquilo, Hermione ya lo sabe.

- ¿A sí? - cuestionó el chico, y tras el asentimiento de la castaña volvió a preguntar - ¿Y dónde está?

- Ha ido a Ollivander para que le revisen la varita, parece ser que no le funcionaba muy bien - le contó Hermione.

- Bueno, creo que lo mejor será que prepare algo para comer - y diciendo esto Ginny se dirigió a la cocina.

Eran ya las 14:55 cuando Draco apareció.

- Que alegría verte de nuevo - le saludó Neville.

- Lo mismo digo - le contestó con desánimo mientras se quitaba la túnica que llevaba y la dejaba en el perchero - Aunque preferiría que fuera en otra situación más agradable.

- Bueno, ya tendréis tiempo de hablar, ahora vamos, que te estabamos esperando para comer - informó Ginny.

- Gracias, pero no tengo mucha hambre - se disculpó Draco con la mirada triste mientras se acercaba a besar a Hermione.

- ¿Otro igual? Necesitamos comer, tenemos que mantenernos fuertes para la batalla - sentenció la pelirroja - Anda, vamos que se va a enfriar la comida.

Al final, sin poder oponerse a las insistencias de Ginny, los cuatro se sentaron en la mesa del comedor y comenzaron a almorzar, aunque más bien, lo que hacían era jugar con la comida del plato.

- ¿Qué te ha dicho Ollivander? - preguntó Hermione rompiendo el silencio que se había formado.

- Tal como sospechaba, la varita estaba manipulada para que solo me dejase hacer hechizos sencillos. Pero el señor Ollivander la arregló, espero que ahora funcione adecuadamente - les comunicó el rubio - ¿Habeis fijado la reunión?

- Si, será dentro de un rato, a las 16:00 - le informó Ginny.

- Dios quiera que no le pase nada a mi niño - soltó de prontó Hermione empezando a llorar de nuevo. Draco se levantó de su silla y la abrazó.

- No te preocupes mi amor todo se solucinará, ya lo verás - le decía mientras le acariciaba la espalda. En ese momento sonó un fuerte ruido proveniente del salón.

- ¿Qué hora es? - preguntó la pelirroja.

- Umm... Son las 15:40, seguramente será alguien de la orden - le contestó Neville.

- ¿Puedes ir a recibirlos mientras yo recojo la mesa?

- Si, ya voy - y el chico salió de la habitación para volver al rato acompañado de Harry, Cho y su hija, que era igualita a su padre excepto por que tenía los ojos achinados como su madre.

- ¡¡¿Draco! - gritaron los dos al unísono mientras sus rostros palidecían.

- El mismo, ¿no os alegrais de verme? - la pareja permaneció callada unos minutos, ninguno reaccionaba, hasta que por fin sus cabezas fueron capaces de asimilar lo acontecido.

- Claro que sí hombre, solo que... ¿no estabas muerto? - dijo Harry un tanto confuso.

- No, todo fue un error, un plan de nuestro ''querido Voldi''. Pero como podeis ver, el plan fracaso y aquí me teneis de vuelta - le contó Draco.

- Que alegría que estés vivo - dijo Cho mientras lo abrazaba.

- Si, aunque no lo creas te hemos echado mucho de menos - le comunicó el ojiverde acercándose al rubio y dándole un fuerte abrazo.

- Yo a vosotros también, lástima que nos reencontremos en tan malas circunstancias - le contestó con una mirada sombría - ¿Y esta niña tan bonita? - preguntó agachándose hasta quedar a la altura de la pequeña, que estaba escondida detrás de las piernas de su madre.

- Se llama Lily, vamos cariño saluda a Draco - le dijo Cho a la niña.

- Hola señor ¿usted es el padre de Dracki? - preguntó curiosa.

- Si, así es. ¿Y tú cuantos años tienes? - le preguntó el chico. La niña levantó su pequeña manita indicando que tenía tres años.

- Puff que mayor - le dijo Draco y la pequeña sonrió orgullosa. ¡PUM! Un fuerte ruido interumpió la conversación. Alguien más había llegado.

- Buenas a to... - Ron no pudo terminar la frase, cuando vió a Malfoy se puso blaco como la pared - Un-un fanta-ta-tasma - tartamudeo.

- Tranquilo Ronnie no es ningún fantasma, es Draco de carne y hueso - lo calmó su hermana.

- Pe-pero ¿cómo es posible? - preguntó incrédulo.

- Voldemort - le contestó Harry. Solo con oír el nombre el pelirrojo entendió todo.

- Esa asquerosa serpiente... ¿es qué no se cansa de hacer daño? - dijo el chico furioso apretando los puños.

- Parece que no... - intervinó Hermione con los ojos llorosos - Primero me lo quita a él y ahora a mi hijo ¿Qué le he hecho yo para que se ensañe así conmigo? ¿A caso tengo yo la culpa de ser una sangre sucia?

- Herms... no te preocupes, todo saldrá bien ya verás - la consoló Padma mientras la abrazaba.

- Si tita Hermi, verás que Draco vuelve - intervinó un pequeño pelirrojo abrazando también a la castaña.

- Muchas gracias por intentar animarme - les agradeció la chica - ¿Y la pequeña Faith?

- La hemos dejado en casa de mis padres - le contestó Padma - A Thomas nos lo hemos tenido que traer porque no quería quedarse.

- Es que quiero estar cuando vuelva Draco, le tengo que enseñar mi nueva colección de guerreros - intervino el pelirrojo.

- ¿Aún no ha llegado nadie? - preguntó Ron.

- No, pero ya deben estar por llegar, son las 15:55 - dijo Ginny, y efectivamente, a los pocos minutos varios ¡plaf! inundaron la habitación apareciendo los demás miembros de la orden. Al principio, todos, excepto Dumbledore, se asustaron al ver allí a Draco, pero cuando él y Hermione explicaron lo que había ocurrido, fueron recuperaron el color y se acercaron al rubio para estrechar su mano o abrazarlo en señal de bienvenida.

- Realmente es un placer tenerte de vuelta Draco - le aseguró Dumbledore mientras estrechaba la mano del joven con una sonrisa - Nos has hecho mucha falta, especialmente a Hermione - Draco miró a la castaña que estaba a su lado, se le veía realmente mal. El chico la abrazó en un intentó de calmarla

- Albus, no quiero sonar descortés, pero ¿podríamos dejar los recibimientos para después y centrarnos en lo realmente importante? ¿cómo vamos a encontrar a mi hijo? - preguntó el rubio impaciente.

- Draco tienes razón, pero no debemos impacientarnos, para poder traer de vuelta al niño debemos estar tranquilos y pensar con la cabeza fría - le aconsejó el anciano.

- Decir eso es muy fácil - le recriminó el chico.

- ¿Acaso piensas qué a mí no me importa lo que le pueda pasar a mi ahijado? - le contestó Dumbledore tranquilamente - Comprendo que estéis muy preocupados, pero debéis entender que si nos dejarnos llevar por lo sentimientos no conseguiremos nada. Para rescatar a Draco de Voldemort debemos pensar con la cabeza fría, esa es la única forma de poder traerlo de vuelta sano y salvo.

Draco iba a intervenir de nuevo, pero Hermione lo detuvo.

- Mi vida, Albus está en lo cierto - le dijo la chica. El rubio aceptó un poco contrariado.

- Bien, me gusta que hables así Hermione, con esa actitud conseguiremos recuperar al niño - le sonrió Dumbledore.

- ¿Y qué vamos a hacer para encontrarlo, Albus? - preguntó McGonagall.

- Lo primero que debemos hacer mi querida Minerva, es averiguar dónde se esconde Voldemort, después trazaremos un plan - le contestó. Durante unos minutos nadie habló.

- Hace mucho que no tenemos noticias sobre el paradero de esa detestable serpiente, desde que le perdimos la pista en Irlanda - anunció Rogers, uno de los aurores.

- Eso es cierto, pero... - Harry meditó unos instantes - se me ocurre algo. He oido que Lucius Malfoy piensa dar una fiesta.

- ¿Mi padre? ¿No estaba en Azkaban? - preguntó Draco desconcertado.

- Si, pero ya cumplió condena, recuerda que han pasado cuatro años - le contestó el moreno - Pero bueno, a lo que iba ¿quienes serán los invitados?

- Pues no tengo ni idea Harry, ¿pero eso qué importa ahora? - contestó Ron molesto porque su amigo pensase en ese tipo de cosas en momentos tan difíciles.

- Claro... ¿Es qué no lo entendéis? - intervinó Draco, como si fuera algo obvio - A la fiesta acudirán muchos mortífagos, ¿no es eso?

- Sí, eso es a lo que me refería - dijo Harry con una sonrisa - Sería la oportunidad perfecta para conseguir información, para descubrir dónde se esconde ese asesino.

- Si, todo eso está muy bien, pero se te olvida algo ¿cómo vamos a entrar sin invitación? Además, nos reconocerían enseguida - sentenció otro de los aurores.

- Bueno, yo había pensado en usar poción multijugos, en el ministerio hay una buena reserva, solo tendríamos que conseguir los cabellos de las personas a las que fuesemos a suplantar. Además, la fiesta es de disfraces así que no tenemos que preocuparnos porque nos reconozcan, el problema son las entradas - dijo cabizbajo el ojiverde.

- No os preocupéis - les aseguró Dumbledore - Llevaremos a cabo ese plan, simplemente habrá que hacer unos arreglos. Lo primero será falsificar unas invitaciones.

- De eso puedo encargarme yo - propuso el señor Weasley.

- Tendrás que darte prisa Arthur, la fiesta es mañana por la noche - informó ''el niño que vivió''.

- Tranquilo, estarán listas - aseguró el simpático pelirrojo.

- Bien, pues lo de las invitaciones ya está solucionado - dijo Draco muy contento - ¿Qué más hay que hacer?

- Bueno, tendremos que elegir a los que se van a hacer pasar por invitados de Lucius - sentenció Dumbledore - Umm... creo que solo deberían ir dos personas como mucho, para no levantar sospechas, un grupo podría quedarse por los alrededores por si fuera necesario intervenir.

- Estoy de acuerdo, es un buen plan Albus - intervinó McGonagall.

- Gracias Minerva, pero la idea fue de Harry - le contestó el anciano sonrojado - Ahora debemos elegir a las dos personas que se colarán en la fiesta.

- Yo iré - anunció Draco.

- Vale, yo te acompañaré.

- No, iré yo - intervinó Hermione.

- Pero Herms, tú... - el ojiverde no pudo terminar la frase.

- Yo soy la madre de Draco y tengo derecho a saber dónde está. Iré yo Harry, no hay más que hablar - dijo muy segura la castaña.

- Siento tener que decirte esto Hermione, pero tú no vas a ir a ningún lado - aseguró Draco - Podría ser peligroso y no quiero que te pase nada.

- Por eso mismo voy a ir contigo. Cariño, no pienso dejarte solo, no ahora que estamos de nuevo juntos. Esto lo afrontaremos los dos, unidos - le contestó la castaña. Nadie dijo nada. Finalmente, Dumbledore, para romper con la tensión del momento, habló.

- Bueno, pues entonces no hay más que hablar, Draco y Hermione serán los que irán a la fiesta. Mañana, Arthur os enviará las invitaciones falsas. Parker, tú te encargarás de conseguir los cabellos necesarios.

- Está bien, ¿pero cómo?

- Según tengo entendido el señor Zabbini y la señorita Parkinson irán a la fiesta, así que está noche entrareis en su casa y sin que se den cuenta les lanzareis un hechizo adormecedor y aprovechareis para cortales un poco de pelo a cada uno.

- Entendido - dijo el joven Parker.

- Recuerda que el hechizo debe ser suficientemente poderoso como para que permanezcan dormidos todo el día y la noche de mañana.

- Sí, no se preocupe por eso.

- Entonces creo que ya está todo dicho - comunicó el anciano director.

- ¿Y los disfraces? - preguntó Hermione.

- Podéis elegirlos vosotros, pero recordad que debéis llevar máscara por si a caso hubiera algún problema con la poción, así sería más difícil que os reconocieran - le respondió el anciano.

- De acuerdo - contestó Draco.

- Bien, entonces ya está todo decidido, mañana por la tarde nos reuniremos en el departamento de misterios para ultimar detalles, y de allí iremos a la fiesta - concluyó Dumbledore.

- Esperemos que todo salga bien - soltó McGonagall.

- Seguro que así será - contestó un auror.

Después de despedirse y acordar la hora a la que se reunirían en el departamento de misterios, todos se fueron, dejando solos a Draco, Hermione, Ginny y Neville.

- Nosotros también nos vamos - anunció la castaña.

- ¿No os vais a quedar?

- No Ginny, tenemos que ir a comprar los disfraces, además a Draco y a mí nos gustaría estar un rato a solas - le explicó Hermione.

- Claro, lo entiendo - le contestó la pelirroja - ¿Os vais a llevar las cosas del niño?

- Sí - le respondió la castaña - ¿Te encargas tú? - Draco asintió y con un hechizo, sus maletas y todas las cosas del niño se trasportaron a la casa de Hermione.

- Bueno, pues nos vamos a mirar lo de los disfraces, mañana nos vemos - la chica se acercó a sus amigos y les dió un beso a cada uno. Draco, estrechó la mano de Neville y besó a Ginny en la mejilla. Cogidos de la mano, salieron de la casa de los Longbottom y se encaminaron al Callejon Diagon. Cuando llegaron se dirijieron a una tienda de disfraces para hombre y comenzaron a mirar los distintos modelos.

- ¿Puedo ayudarles? - les preguntó una dependienta.

- Si por favor - pidió Hermione.

- ¿Qué tipo de disfraz quieren?

- No sé, algo elegante y que tenga una máscara a juego - le dijo el rubio. La dependienta se quedó pensando un rato.

- Creo que tengo uno perfecto para usted, esperen aquí un momento por favor - y diciendo esto se fue al almacén. A los pocos minutos regreso con el disfraz - Pruébeselo y me dice lo que le parece - le dijo dándole el traje a Draco. El chico entró a uno de los probadores, al rato salió con un disfraz de príncipe puesto.

- Estás guapísimo - le dijo Hermione. (Por si os interesa, yo me lo imagino con el traje que lleva Chad Michael Murray en la película ''Una cenicienta moderna'').

- Si, el traje le queda perfecto - corroboró la dependienta.

- Bien, pues entonces me lo quedo, aunque... no lo tendrían con la chaqueta en verde - preguntó el rubio.

- No, lo siento, solo lo tenemos en este modelo - le informó.

- Bueno, entonces me llevo este, me da también la máscara que lleve a juego - le pidió el chico.

- De acuerdo, iré por el antifaz, cuando se quite el traje me lo lleva al mostrador - y diciendo esto la dependienta se fue seguida de Hermione. Draco volvió a entrar en el probador, se quitó el disfraz y se puso su ropa normal. Una vez habían pagado, se fueron a otra tienda de disfraces. Allí, Hermione se compró un precioso vestido de princesa de color blanco con bordados plateados, unos tacones también blancos, y el antifaz a juego. Cuando terminaron, la castaña le dijo a Draco que tenía que ir a comprar algunas cosas de comer que le hacían falta.

- Vale, te espero en Florean Fortescue - le contestó el chico. Después de despedirse con un dulce beso, Hermione se dirigió a un supermercado, mientras que el rubio caminó calle abajo hasta detenerse en una tienda que le llamó la atención: era una joyería. Se entretuvo unos minutos mirando el escaparate lleno de costosas joyas, hasta que al final se decidió a entrar para comprarle un regalo a su novia. Al cabo de unos minutos salió con una bolsa en la mano y se fue a la heladería. Allí, pidió un café y se sentó a esperar a Hermione. Al cabo de una media hora, llegó la chica.

- Siento la tardanza, pero me encontré con una compañera del trabajo - le explicó la castaña dejando las bolsas en una silla para, después, tomar asiento en otra.

- No pasa nada - le contestó el chico tomándole la mano por encima de la mesa - ¿Quieres algo?

- No gracias, ya casi es la hora de cenar, esperaré a llegar a casa.

Draco se terminó lo que le quedaba de café de un solo trago - Voy a pagar y nos vamos - Se levantó y entró en la heledaría, una vez había pagado, salió a reunirse con Hermione que lo esperaba en la mesa.

- ¿Nos vamos ya? - le preguntó la chica poniéndose en pie.

- Si. Anda deja que yo lleve eso - Draco cogió las bolsas y juntos se fueron caminando a la casa de la castaña.

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Era una gran sala apenas iluminada por la débil luz que irradiaban unas cuantas velas. La tranquilidad de la estancia solo se veía perturbada por el llanto de un niño que estaba acurrucado en una de las esquinas. De repente, un grupo de personas ataviadas con largas túnicas negras entraron.

- Aquí está mi señor, tal como le prometí - dijo uno de los hombres señalando al niño que los miraba asustado.

- Muy bien Zamenhof, has hecho un excelente trabajo y por ello serás recompensado - le felicitó el Señor Tenebroso - ¡Colagusano!

- Si amo - dijo el hombrecillo acercándose a Voldemort y haciendo una reverencia.

- Trae las cosas, debemos hacer esto cuanto antes - le ordenó. Colagusano salió de la habitación para regresar a los pocos minutos cargado con un caldero, un viejo libro y algunas cosas más que colocó en el centro de la estancia - Bien, Lucius traeme al niño.

Tal como le había ordenado, Malfoy se acercó a su nieto, lo miró unos instantes y después lo cargo en brazos llevándolo hasta el centro de la habitación.

- Es un verdadero placer conocerte joven Malfoy - le comunicó Voldemort con una voz fría que hizo estremecer a Draco - No me tengas miedo pequeño, no te voy a hacer nada malo - dijo con una macabra sonrisa - Relájate, esto no te dolerá, bueno, quizás un poco.

El Señor Tenebroso se arrodilló hasta quedar a la altura del niño y lo miró fijamente a los ojos. Al cabo de unos pocos minutos sus ojos se tornaron de color negro y comenzó a hablar.

- Escúchame bien Draco - el niño retrocedió al sentir la fría voz de Voldemort dentro de su cabeza - No temas, no te voy a hacer daño, al contrario, he venido a salvarte de esas personas que dicen quererte cuando en realidad no lo hacen, he venido a liberarte de esos que dicen ser tus padres, de esa inmunda sangre sucia y del cobarde que me traicionó. Ellos te mintieron, debes olvidar todo lo que has vivido hasta ahora porque todo ha sido un mentira. Debes quedarte conmigo, al lado de tu padre Lord Voldemort. Junto a mí, dominarás el mundo, tendrás todo lo que desees. ¿Qué me dices? ¿quieres quedarte... hijo? - preguntó el Señor Tenebroso una vez había salido de la mente de Draco. El niño lo miró fijamente, hasta que al fin contestó.

- ''Zi'' papá, ''quero'' ''quearme'' contigo - dijo cogiéndole la mano a Voldemort.

- Muy bien hijo, has hecho una buena elección. Ahora haremos una poción con la que tu destino quedará unido al mío para siempre. Colagusano, ¿ya está lista? - preguntó Voldemort.

- Si amo, solo falta que mi señor la termine - le contestó con nerviosismo el hombrecillo con cara de rata.

- De acuerdo, comencemos entonces con el ritual - dijo el Señor Tenebroso. Lucius cogió el libro que había traido Colagusano y comenzó a leer en voz alta un conjuro de magia negra. Mientras, Voldemort cogía una daga y se hacía un corte en su antebrazo izquierdo derramando su sangre en el interior del caldero. Mezclada con la sangre del-que-no-debe-ser-nombrado, la poción se volvió de color verde oscuro.

- Ahora te toca a tí hijo, ven, solo te dolerá un poco - Draco se acercó a Voldemort y le extendió su bracito. El Señor Tenebroso le hizo un pequeño corte, por el que empezó a emanar la cálida sangre del niño - Zamenhof, elevaló para que su sangre caiga dentro del caldero - le ordenó.

Al contacto con la sangre del niño, la poción cambió de color volviéndose negra, y comenzó a hervir.

- Bien, ya está lista - dijo Voldemort sonriendo fríamente - Pasamé dos copas Lucius - Este, que ya había terminado de leer el conjuro, llenó dos copas con la poción y se las dió a su señor, el cual se bebió una de un solo trago y le pasó la otra al niño - Toma hijo, tienes que bebertela entera - El pequeño la cogió y se la bebió poniendo cara de asco - Muy bien, ya eres verdaderamente mi heredero, cuando yo muera tu ocuparás mi lugar.

- Mi señor, aún falta la otra parte del conjuro - le comunicó Malfoy.

- Lo sé mi fiel Lucius, pero antes debemos entregarle a mi hijo su propia varita, para que así, pueda comenzar su instrucción como mago. Nott, ¿tragiste lo que te pedí?

- Si amo, aquí están - le dijo el mortífago mostrandole una elegante caja de madera llena de varitas.

- Hijo, tienes que coger una varita y agitarla - le explicó Voldemort entregándole una. Draco hizo lo que el Señor Tenebroso le había dicho, al mover la varita un cuadro que había en la pared salió disparado estrellándose con la pared de enfrente. Lo mismo pasó con tres varitas más, hasta que con la quinta un haz de luz rodeó al niño - Esta es la adecuada, desde ahora esta varita será tuya, la llevarás siempre contigo y a partir de mañana, todas los días recibirás clases para que aprendas a utilizarla. Ahora irás con Colagusano, pídele lo que quieras - y diciendo esto, Colagusano cogió al niño de la mano y se lo llevó fuera de la sala.

- Mi señor ¿cuándo cree que el joven Draco esté listo para matar? - preguntó Zamenhof (recordad que es Krum).

- Pronto, es un niño muy inteligente, pude verlo cuando entré en su mente - le contestó Voldemort.

- Amo, recuerde que es fundamental que el niño mate a alguien para sellar la unión - le recordó Lucius.

- Eso lo sé, no hace falta que me lo recuerdes - le respondió secamente.

- Entienda mi señor que me preocupe, el bien y la pureza que hay en ese niño es muy grande, es el fruto del amor verdadero, y si queremos acabar con eso, el niño debe asesinar a alguien lo antes posible. Sino, corremos el riesgo de que vuelva al bando de Dumbledore y ese sería el final para usted amo - dijo Malfoy.

- Te agradezco tu preocupación Lucius, pero no tenemos que preocuparnos de que el niño vuelva al lado de sus padres porque le he borrado la memoria. Para él, yo soy su padre.

- Bien, si mi señor dice que no hay de que preocuparse me retiro ya, aún debo terminar los preparativos para la fiesta que daré mañana por la noche - le respondió Lucius haciendo una reverencia.

- Recuerda que mañana debes venir para comenzar con las clases de Draco - le dijo Voldemort.

- Sí mi señor, por la mañana temprano estaré aquí - y diciendo esto se marchó.

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En el departamento de Hermione...

- ¿Qué te parece la casa? - le preguntó la chica a Draco.

- Es muy bonita, pero ¿por qué abandonaste la nuestra?

- Me traía demasiados recuerdos - le respondió.

- Entiendo - le contestó Draco abrazándola por detrás y besándole el cuello.

- ¿Cenamos ya?

- Vale - dijo el rubio.

- ¿Qué te apetece? - le preguntó Hermione.

- No sé, cualquier cosa estaría bien - le contestó.

- ¿Te importaría cenar un bocadillo? Es que no estoy de ánimo para ponerme a cocinar.

- No te preocupes, me parece bien ¿quieres que te ayude? - le preguntó el rubio.

- No hace falta, tú ponte a ver la tele que enseguida los preparo - y diciendo esto Hermione se fue a la cocina a hacer la cena, mientras Draco se sentaba en el sofá a ver la televisión. Al rato, la chica regresó con dos bocadillos y patatas fritas.

- Aquí tienes - dijo pasándole un plato a Draco y sentándose a su lado.

- Gracias - le respondió el chico.

Cenaron en silencio, ambos sumergidos en sus pensamientos, repasando mentalmente todo lo que había pasado ese extraño día. Cuando terminaron, Draco ayudó a Hermione a recoger los platos. Después, el chico fue a darse un baño, no sin antes darle las buenas noches a la castaña que había decidido acostarse ya.

El rubio se dió un relajante baño intentando olvidar por un momento la angustia que le producía no saber dónde y cómo se encontraba su hijo. Cuando terminó, vació la bañera, se secó y se puso unos boxers negros y un pantalón de pijama. Salió del baño sin hacer mucho ruido, esperando encontrarse a Hermione profundamente dormida, pero lo que vió no fue eso. La chica estaba sentada en la cama llorando desconsoladamente mientras abrazaba una pequeña camiseta de su hijo.

- Herms cariño - dijo acercándose rápidamente a la chica para abrazarla.

- Draco - lo llamó la castaña entre soñozos aferándose más a él.

- Estoy aquí mi amor, tranquila no te dejaré sola - le decía mientras le acariciaba el pelo.

- ¿Cómo estará mi niño? ¿Le habrá pasado algo?

- No digas eso Herms, él está bien y pronto volverá con nosotros, ya lo verás - intentaba tranquilizarla - Mañana sabremos donde está y enseguida iremos a buscarlo.

- ¿Tú crees? - le preguntó apartando su rostro del pecho del chico para mirarlo a los ojos.

- Estoy seguro - le contestó limpiándole las lágrimas con las yemas de sus dedos. Así, se quedaron unos segundos, mirándose fijamente a los ojos. Poco a poco, fueron acercando sus rostros, acortando la escasa distancia que los separaba, hasta unirse en un apasionado beso cargado de sentimientos, cargado del amor que por tanto tiempo no habían podido demostrarse.

Hermione abrió su boca dejando que la lengua de Draco entrara en ella para batallar con la suya. Rápidamente, la pasión y el deseo hicieron acto de presencia envolviendo a ambos jóvenes, haciendo que por unos instantes se olvidaran de todo, ahora, solo existían ellos dos, entregándose el uno al otro en la muestra de amor más pura que existe.

Con la mayor delicadeza posible, Draco fue recostando a Hermione en la cama sin dejar de besarla. Poco a poco, fue bajando hasta llegar al cuello de la chica, lo besó, le dió suaves mordiscos y lo lamió, Hermione se aferraba a la ancha espalda del rubio mientras varios suspiros escapaban de su boca. Draco siguió bajando, llegando al escote del camisón que dejaba ver el principio de los pechos de la chica. Lo besó dejando varios chupetones mientras sus manos recorrían las piernas de Hermione subiendo el pequeño camisón de la chica. De repente, el rubio se apartó de ella levantándose de la cama y le extendió su mano para ayudarla a incorporarse. Una vez que ambos estaban de pie, Draco le dió un pequeño beso en los labios dejándola con ganas de más, llevó sus manos hasta el final del camisón y sin dejar de mirarla fijamente a los ojos comenzó a subirlo hasta quitárselo y tirarlo al suelo.

- Dios... eres tan bella... - dijo con la voz entrecortada por el deseo, al ver la perfecta figura de la castaña cubierta tan solo por un pequeño sujetador y un tanga. Las mejillas de Hermione se tiñeron de rosa y una sonrisa apareció en sus labios. Se fue acercando sensualmente al chico y lo besó con un hambre salvaje mientras pasaba sus manos por el torso desnudo del muchacho, el cual recorría con sus ávidas manos el cuerpo semidesnudo de la castaña.

Draco desabrochó el sujetador de la chica dejando a la vista sus redondos y exuberantes pechos. Los masajeó con sus manos mientras continuaban besándose. Lentamente, el rubio volvió a recostar a Hermione en la cama y con mucho cuidado, para no hacerle daño, se colocó sobre ella llevando su cara a la altura de los pechos de la chica. Comenzó a besar el seno derecho, dándole suaves mordiscos y lamidas al pezón, entretanto no dejaba de masajear el izquierdo con su mano.

Hermione llevó sus manos a la cabeza de Draco, enredando sus dedos entre los rubios cabellos del chico, atrayéndolo más contra su pecho sin poder reprimir varios gemidos por el placer que estaba sintiendo. Sin poder contenerse más, la chica empujó al rubio tumbándolo en la cama y se sentó sobre él. Draco puso sus manos en los muslos de la chica y los acarició mientras ella empezaba a moverse lentamente y de una forma muy sensual sobre él, haciendo que sus sexos, separados por la ropa, se rozaran. Ante esto, Draco no pudo evitar soltar un ronco gemido.

- Te amo - dijo el chico con voz quebrada. La castaña le sonrió y se inclinó para besarlo nuevamente.

- Yo a tí también Dragón - le susurró.

Poco a poco, fue bajando por el cuello y el pecho desnudo del rubio lamiendo, mordiendo y besando cada zona, queriendo hacerle sentir el mismo placer que hacía unos instantes, él le había producido. Después de haber recorrido cada rincón del torso del muchacho, se lenvantó y con una pícara sonrisa comenzó a quitarle el pantalón del pijama y los boxers, dejando a la vista su erección.

Draco no opuso resistencia, pero cuando la castaña terminó su labor, la tumbó rápidamente en la cama y comenzó a recorrer de nuevo con sus labios el cuerpo de la chica. Se entretuvo un rato en sus pechos y en su ombligo para después llegar a la parte más ansíada. Con la mayor delicadeza y sin dejar de mirar a Hermione a los ojos, le quitó el tanga, dejándola completamente desnuda. Las pupilas del chico se dilataron por el deseo, pero se controló, quería disfrutar al máximo ese momento, demostrarle cuanto la amaba, cuanto la necesitaba.

Cogió un pie de la castaña que estaba tumbada en la cama y se lo acercó a la boca para empezar a besarlo, provocando la risa de su dueña. Después de los pies, le tocó el turno a los gemelos y a los muslos, donde alternó besos con mordiscos y lamidas, poco a poco, fue siguiendo hasta llegar a la zona más íntima de la chica, donde se acomodó. Esta, separó las piernas lo suficiente para facilitar el trabajo a Draco. Cuando los labios del rubio tocaron esa zona, Hermione no pudo evitar arquear la espalda mientras su respiración se iba haciendo cada vez más agitada debido a la excitación. Los gemidos de la chica inundaban la habitación, mientras Draco continuaba besando y lamiendo el clítoris de la castaña.

Lentamente, fue introduciendo su lengua en el interior de Hermione haciendo que esta soltara un débil grito y comenzara a mover sus caderas en círculos, incitando al rubio a seguir con esa dulce tortura. Transcurridos unos minutos, el cuerpo de la chica comenzó a temblar ligeramente dando paso a varios orgamos.

- Draco... Draco - lo llamaba entre gemidos.

El aludido dejó la intimidad de Hermione y se acercó al rostro de la castaña para fundirse en un ardiente beso mientras se colocaba entre las piernas de la chica. Poco a poco, con mucha delicadeza para no lastimarla, Draco fue penetrándola. Una vez estaba dentro de ella completamente, se acercó al oído de la chica, le lamió y le mordió ligeramente el lóbulo de la oreja, provocandole un escalofrío.

- Te amo - le susurró. Hermione, con una sonrisa, le alzó el rostro para mirarlo a los ojos. Draco le dio un pequeño beso en los labios y volvió a susurrar - Te amo.

La chica lo besó apasionadamente y el rubio comenzó a moverse en su interior. Al principio los movimientos eran lentos y suaves, pero conforme iba aumentando la excitación, las embestidas eran más rápidas y fuertes. Los gemidos de ambos llenaron la habitación de una melodía cargada de amor.

Al cabo de un buen rato el vientre de Hermione empezó a palpitar y su cuerpo se tensó. Draco, al percibir el inminente orgasmo de la chica, apuró sus movimientos, y entre gemidos, llegaron juntos al clímax. Rendido, el muchacho salió del interior de Hermione y se dejó caer a su lado. La castaña lo abrazó acomodándose en su pecho y el rubio colocó su mano en la cintura de la chica y le dio un beso en la frente, mientras que cubría sus cuerpos desnudos con las sábanas.

- Gracias Draco - le dijo la chica mientras se entretenía trazando caminos imaginarios en el pecho del muchacho con su dedo pulgar.

- ¿Gracias por qué? - le preguntó acariciándole la cintura.

- Por estar conmigo animándome y dándome esperanza. Sin tí, creo que habría enloquecido con todo esto del niño - le dijo hundiendo más su cabeza en el pecho del rubio para que este no pudiera ver la lágrima silenciosa que había escapado de sus ojos. Pero aún así, él lo noto, se conocían demasiado bien, y le levantó el rostro para que pudieran mirarse.

- Estoy contigo porque te amo y nunca te dejaría sola. Y por Draco no te preocupes, es un niño muy inteligente, seguro que estará bien. Además, mañana sabremos donde está e iremos a buscarlo te lo prometo, pero ahora no llores ¿si? No me gusta verte así.

- Está bien - le contestó limpiándose la lágrima con el dorso de su mano - No lloraré más.

- Bien, así me gusta - dijo sonriendo - Ahora descansemos, mañana tenemos que estar en plena forma.

- Te amo tanto Dragón.

Draco acercó su rostro y la besó.

- Yo a tí también te amo princesa. Buenas noches.

- Buenas noches.

Hermione volvió a apoyar su cabeza en el pecho del chico y así se quedaron dormidos, con la esperanza de reencontrarse al día siguiente con su hijo.