DISCLAIMER: Los personajes de Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la TOEI animation, con excepcion de los personajes originales.
Era muy temprano, el cielo aún tenía ese tono azul que dé a pocos se iba aclarando, en la barraca donde dormían las niñas aspirantes, ingresó una mujer joven, de cabello amarrado en un moño y una máscara totalmente blanca.
Colocándose en el umbral de la barraca, la joven caballero movió con fuerza una campana.
—¡Todas de pie!
Nadie se quejó, en cuestión de minutos las aspirantes saltaron de sus camas y se colocaron al pie de ella. Veinte niñas, pero solo diez serían seleccionadas en una pequeña batalla donde demostrarían su valor y destreza, donde los maestros serian testigos de ella y elegirían a su aprendiz, quién tendría que demostrar que era digna de portar la armadura que les fue asignado de acuerdo con su constelación de nacimiento.
—Vístanse rápido y salgan de la barraca en fila india—exclamó la mujer, entonces las pequeñas rápidamente empezaron a buscar su ropas de entrenamiento.
Todas estaban reuniéndose cerca del anfiteatro, formándose en fila india cuando alguien empujó a Shaina, ella trastabilló y ve a una niña de su misma edad pero más alta. No se disculpó pero ella no necesitó verle la cara para saber que debajo de esa máscara, la mirada de forma burlona. Shaina detestaba a esa niña, desde que recordaba, siempre le complicó la vida, una vez perdió la paciencia y se había lanzado al cuello; propinándole puñetazos en la cara, logrando romper la máscara y que uno de los pedazos se incrustara en la cara de su rival. Desde ese día, ambas tenían una cierta rivalidad.
Respiró hondamente y se sentó en el banco de cemento. Es un anfiteatro, de escaleras escalonadas y una arena en forma circular, las veinte aspirantes se sentaron.
— Hola, Shaina— dijo una voz infantil y Shaina se giró hacia una niña de cabello azul, sonrió debajo de su máscara.
—Hola, Beth— saludó Shaina, conocía a Beth desde que tenía memoria; ella había crecido en el Santuario como ella.— ¿Estás lista?
— Si— exclamó Beth asintiendo y Shaina volvió su vista a la arena, odiaría tener que enfrentarse a ella; Beth era casi como una hermana, y al igual que ella, estaba muy ilusionada en ser una caballero al servicio de Athena.
Shaina paseó su vista hacia a los espectadores del otro lado del anfiteatro, donde estaban un grupo de santos que elegirían al aprendiz ganador de su confrontación y otros invitados; entre ellos divisó a una santo de plata que portaba una armadura; un antifaz le ocultaba la cara, unas hombreras alargadas y una diadema que evocaba el rostro de un felino. Shaina la reconoció, era la misma mujer que siempre la veía en el centro de entrenamiento, observándola en silencio y alejada. Lo único que sabía era que se llamaba Sabik y que portaba la armadura de plata de Lince; de acuerdo con las palabras que escuchó, Sabik tenía un buen ojo para elegir a un aprendiz, habiendo entrenado a uno y que ahora es un santo de plata.
— ¿Ella no es Sabik de Lince?— preguntó Beth y Shaina asintió, tratando de contener su ansiedad, la reputación le precedía y ansiaba ser entrenada por la santo de plata.
Un hombre entró a la arena y observó a los aprendices, serio y de cabello oscuro; miraba a las chicas que miraban de forma expectantes. El hombre se presentó y anunció los nombres de los aspirantes con la armadura que aspiraban y finalmente las emparejó. Shaina se alegró de no luchar contra su amiga Beth y estaba decidida a luchar por la armadura de Ofiuco, su constelación guardiana.
La niña que había molestado a Shaina fue la primera en luchar contra otra niña y le ganó limpiamente, Shaina soltó un bufido y empezó a tener calor bajo la máscara debido al sol inclemente, luego fue el turno de dos niñas y después de un rato fue el turno de Beth, que aspiraba a la armadura de bronce de Delfín.
Beth empezó algo nerviosa y recibió varios golpes de su contrincante, Shaina cruzó los dedos y después de unos largos minutos, Beth pudo derrotar a su rival, un santo de plata se acercó a ella, vio que él sonreía y decía algo, y Beth saltó de alegría, evidentemente había aceptado como su aprendiza. Y luego fue el turno de la pequeña Shaina.
Ella caminó por la arena, inhalando y exhalando mientras veía a su rival que se detuvo, la chica tenía vendas en las manos y el cabello negro les llegaba a los hombros, bastante desordenado. Soltó una risilla de superioridad.
Sonó la campana y Shaina se mantuvo a la espera, su rival, llamada Hairy dio un gran salto, lista para propinarle una gran patada; la niña de cabellos verdes se tiró de rodillas y rodó por el piso polvoriento, se giró rápidamente y vio a Hairy dando una media volea con el pie en alto, golpeándole la cabeza.
Se sintió mareada y retrocedió un par de pasos, se llevó una mano a la cabeza, sintiendo muchas ganas de vomitar pero se contuvo. Sabía que estaba nerviosa y ardió su cosmos, donde un aura plateada le rodeó, Hairy dio una carrera con una mano en lo alto, Shaina dio un gran salto; dando una voltereta a la espalda de su rival y Hairy se volteó rápidamente para agredir a su rival pero ella, aún en el suelo, barrió sus piernas.
Hairy cayó al suelo, levantando polvo mientras Shaina retrocedió y esperó a que se ponga de pie y así lo hizo. Ella estaba furiosa, Shaina controló sus emociones y sentía el sudor pasar por su frente, aún con leves mareos.
Hairy se lanzó a la carrera al igual que Shaina, las dos tenían los puños en altos pero Shaina se giró a su derecha al último segundo, propinándole un puñetazo en el abdomen, Hairy se dobló del dolor; Shaina se colocó a la espalda de ella y colocó sus brazos en la cintura de su rival y la cargó para lanzarla de espaldas a ella.
Hairy cayó de cara al suelo y no tuvo fuerzas para levantarse. Entonces Shaina respiró con tranquilidad, enfocó su vista al estrado y vio a Sabik de Lince acercarse a ella, su corazón latió con emoción.
La mujer, cuya máscara ocultaba su rostro y su cabello castaño ondulado amarrado en una cola, se colocó a la altura de la niña, Shaina alzó su vista y sonrió e hizo una leve reverencia.
— Santo de plata de Lince, un honor— exclamó Shaina, brillándole los ojos.
— Tienes potencial, Shaina pero aún no lo explotas. Yo te ayudaré en tu formación como santo de plata al servicio de nuestra Diosa Athena.
— Estoy a tu servicio, maestra— exclamó Shaina, colocando su mano derecha en el pecho e inclinándose levemente.
Sabik le colocó una mano en el hombro de la niña y salieron de la arena. Shaina no dejaba de sonreír.
