Sabik ya se le había adelantado pero Shaina usaba todo su cosmos para no agotarse, sentía los brazos agarrotados mientras escalaba un monte. Se sujetaba bien las rocas endurecidas y el cosmos le avisaba los puntos falsos que tenia que evitar, el tener puesta la máscara no la ayudaba, puesto que con el sol le daba más calor de lo habitual.

Su maestra había desaparecido de su vista, Shaina se sujetó en una rama y usó su cosmos, un aura plateada la rodeó y empezó a subir más rápido de lo habitual.
Llegó al risco y dio un gran impulso dando una voltereta en el aire y cayó con las rodillas flexionadas en el llano, Sabik estaba de pie.
— Que bueno que no te has tardado tanto, Shaina— exclamó la santo de Lince y levantó una mano señalando un muro— Allá está tu armadura pero antes debes dar tu firma con tu sangre.
Shaina miró cueva sellada con una gran roca de un color morado oscuro, la joven se acercó donde pudo ver una figura pictográfica: una vara con dos serpientes entrelazadas.
"Firma de sangre" pensó Shaina, extendió su palma y se hizo un pequeño corte, una línea escarlata se dibujó en su palma y tocó el muro. La figura se iluminó con un resplandor dorado y se apagó.
— El sello te reconoce pero debes pasar una última prueba— dijo Sabik entonces Shaina miró al suelo donde apareció un objeto resplandeciente: una vara con dos serpientes entrelazadas de metal.— Debes abrir el muro con esa vara.
Shaina la agarró y por poco se parte la columna; la vara era tan pesada como una roca; entonces la apoyó en el suelo y respiró hondamente, acumulando fuerza en sus brazos.
— Usa tu cosmos.

Shaina se enderezó y empezó a observar el paisaje alrededor suyo, montes escarpados, montañas a lo lejos y nubes blancas surcando por el cielo, incluso flores en la parte superior de la cueva; se humedeció los labios e intentó nuevamente, ardió su cosmos e intentó cargar la vara.
— ¡Es muy pesada!— se quejó Shaina.
— No estás usando todo tu cosmos— dijo Sabik, Shaina apretó los dientes y una aura plateada le envolvió, elevó su cosmos hasta su límite— La armadura de Ofiuco te está poniendo a prueba, Shaina. Sabe que eres la portadora ideal pero debes demostrarla. — dijo Sabik con los brazos cruzados, Shaina logró levantarla y la sostuvo, giró un poco cuyo extremo tocó el suelo— Ahora, rompe el muro.
Nuevamente usando todo su cosmos para manipularla, golpeó el muro pero no pasó nada. Tenía los brazos adoloridos y nuevamente lo golpeó con más fuerza.
— ¡Más fuerte, Shaina! ¡Usa todo tu cosmos!

Shaina estaba empezando a perder la paciencia, ya estaba al límite y tenia los brazos cansados, no podía hacerlo; era muy pesada. Concentró toda su fuerza en la punta y con poca paciencia, golpeó con tanta fuerza que derribaría a un caballo. No pasó nada.
— Es imposible.
— Nada es imposible, excepto la muerte. Sigue intentado.

Shaina chasqueó la lengua y se preguntaba si la armadura de Ofiuco de alguna manera le consideraba indigna. Nuevamente lo concentró y el aura plateada la rodeó, golpeó con toda su fuerza que fue lanzada para atrás debido a la colisión de la vara con el muro.

La vara cayó con fuerza a la tierra seca y Shaina rodó, se sentó llena de tierra, sudor y exasperación. Una rabia intensa la apoderó
— No puedo hacerlo; tal vez me considera indigna.
— Si así fuera, no te hubiera elegido mi discípula, Shaina— exclamó Sabik y Shaina pudo captar un tono de decepción y molestia.
— Lo siento, maestra— se disculpó Shaina sin mirar a Sabik.
— No te disculpes; tal vez estaba muy equivocada cuando pensé que estabas lista. Estás usando la fuerza de un santo de bronce y no los estoy despreciando pero debes usar el nivel de un santo de plata. Nos regresamos a Atenas—exclamó Sabik y Shaina se giró para observarla— Y te olvidas de ese maldito conejo ¡Ahora vas a intensificar tus entrenamientos! ¡Voy a ser dura contigo, Shaina! ¡Hasta que logres partir en mil pedazos ese muro!— gritó Sabik y se giró para bajarse de la colina.
Shaina estaba dolida, era la primera vez que veía a su maestra realmente enfadada. Se puso de pie y sintió ganas de llorar lo cual se reprimió. Se preguntaba si su nivel en verdad era de un santo de bronce o de un soldado del Santuario.


El regreso al Santuario fue en silencio, Sabik se desvió hacia el templo del Patriarca mientras Shaina se fue directo a la cabaña donde convive con su maestra. Al entrar, encontró todo igual como la última vez que estuvo, vio a Beth acercarse con Asclepios en brazos.
— Hola, Shaina— dijo Beth— ¿Te sientes bien?
— Estoy cansada, gracias por ocuparte de Asclepios— exclamó lacónicamente y Beth asintió luego se retiró de la cabaña, Shaina acariciaba la cabeza blanca del conejo y se fue a sentarse en su cama de colchón bajo. No aguantó más, por su cuello empezó a deslizarse las lágrimas que corrían por sus mejillas, ocultas tras la máscara.

Sabik ingresó al templo del Patriarca; la sala de trono era amplio con varias columnas, caminaba por la alfombra roja donde al frente estaba el trono donde se hallaba sentado el Patriarca Arles, ella no la única, también estaba Demóstenes de Jirafa, caballero de bronce. Sabik avanzó hasta colocarse a la altura del santo de bronce, con la hidria bajo el brazo donde se hincó con una rodilla al suelo.
— Su Excelencia, aquí le traigo la hidria de plata que fue devuelta desde Creta.
— Muy bien— exclamó el Patriarca secamente, su rostro estaba oculto tras una máscara azul y llevaba un casco rojo con ornamentos, dos hombreras con púas y rosarios colgados en su pecho, una enorme túnica blanca le daba la sensación de ser muy alto, a pesar que estaba sentado. El Patriarca Arles chasqueó los dedos donde un sirviente recibió la hidria de plata, Sabik se aprestaba a retirarse— Un momento, santo de Lince; creo que tú también debes quedarte.
Sabik se volvió a hincar de rodilla en el suelo, al igual que Demóstenes. Se preguntaba la razón.
— Cómo le iba diciendo al santo de bronce de Jirafa; ayer fue robado en la noche el escudo de Athena— dijo Arles y los dos santos se sorprendieron— Yo sé quienes fueron, osaron agredirme cuando me vieron. Son cinco traidores a la Orden de Athena; iba a mandar a un Santo de Oro a exterminarlos pero seria demasiado premio para ellos. Ustedes dos irán a cazarlos— ordenó Arles con voz autoritaria.
— Sí, Su Excelencia— dijeron al mismo tiempo.
— Y como son sujetos de poca monta, exijo que lleven a sus aprendices; para que aprenden y sientan el fragor de una batalla— sentenció el Patriarca, Sabik abrió los ojos de la sorpresa, no pensaba llevar a Shaina.
— Con mi respeto…
— Irá tu aprendiz, santo de Lince. Tenga o no la armadura.
— Así se hará, Su Excelencia.— exclamó Sabik, no tenía intención de llevarse a Shaina, sentía que era una misión peligrosa. Áyax solo era una bestia que solo usaba su fuerza bruta para salir adelante pero ahora estaba lidiando con santos de bronce. Y su aprendiza no estaba lista para enfrentarse a ellos.

Los cinco traidores fueron localizados en un bosque al norte del Santuario. Demóstenes de Jirafa, al igual que Sabik, no quería llevarse con él a su alumna, Beth, quien aún no tenía su armadura de Delfín. Era cuatro contra dos santos, les superaban en números.
Estaban reunidos en un círculo, conversando entre ellos: el líder Wecks de Pez Volador, Brutus de Sextante, Jair de Dorado, Nick de Compás] y Nadae de Vela. Shaina y Beth reconocieron a la chica Nadae, ella entrenó con ellas antes de ser seleccionadas para un maestro, Nadae siempre le complicó la vida a Shaina.

Estaban agazapados detrás de unos corrales, los maestros se dirigieron a sus discípulos.
— No saldrán de aquí, hasta que sea necesario— exclamó Demóstenes y Sabik asintió.
— Pensé que la etapa de mirar ya había pasado— exclamó Shaina con un tono de resentimiento, Sabik negó con la cabeza— Tú me has dicho eso, maestra.
— He cambiado de opinión.
— Eres injusta— dijo Shaina cruzándose de brazos.
— A ver, dejemos de lados los problemas que tengan. Ahora no es necesario— dijo Demóstenes y se puso de pie junto con Sabik. Shaina volvió a mirar a Nadae y sintió una ola de envidia y rabia al verla puesta una armadura, la que fue postulante.
—¡Se terminó la fiesta!— gritó Demóstenes de Jirafa empezando a arder su cosmos al igual que Sabik, los cinco traidores se giraron y se colocaron de pie.
— Les superamos en número, chico— dijo Wecks— Mátenlos.

Los cuatro traidores, santos de bronce se lanzaron contra los dos santos, siendo Sabik la única de plata. Brutus atacaba a Sabik mientras Jair, Nick y Nadae se fueron contra Demóstenes.
— ¡Ventisca!— atacó Nadae entonces Demóstenes se cubrió pero recibió una patada en la espalda por parte de Jair, Sabik ingresó a la pelea para socorrer a su amigo pero recibió un golpe de cosmos de Nadae. El santo de Jirafa se puso de pie y ve como Nick le parte la cara.
— ¡Garra trueno!— atacó Sabik a Brutus, lo cual lo hizo caer, se gira rápidamente y se encuentra cara a cara con Nadae, que le propina dos puñetazos en el abdomen.

Demóstenes se pone de pie y Nick levanta un dedo donde sale un rayo verde, atravesándole el corazón.
Demóstenes gimió y cayó al suelo de un golpe sordo, Beth lo vio y gritó de rabia. Salió de su escondite sorprendiendo a los traidores, Shaina la siguió.

Sabik ataca a Jair, lanzándolo contra la pared y se encuentra con Nick.
— ¡Rabia del lince!— grita Sabik contra Nick, quien no se cubrió del ataque, recibiendo todo el poder del cosmos y cayó al suelo.
— ¡Garra trueno!— grita Shaina contra Nadae, quien esquivó con gracia

Nadae cruza los brazos y le lanza un golpe de cosmos, de ondas que empuja a Shaina que se va rápidamente de cara a un árbol, chocándose con violencia.

Sabik no podía socorrer a su discípula, veía a Shaina de cuclillas con la máscara rajada.
Brutus la sujetó de la espalda mientras Jair la inmovilizaba mediante cosmos. Shaina se puso de pie, sintiendo la sangre llegar a sus labios, estaba mareada, debido al golpe veía doble y ve a Nadae juntando las palmas y con los dedos índices, la apuntó. Un rayo amarillo salió disparado y ve como el cuerpo de Beth se interpone, recibiendo el ataque mortal.
— ¡NO!— gritó Shaina viendo como el cuerpo de Beth se doblaba y caía en sus brazos y veía como Nadae bajaba los brazos, Shaina no podía ver su cara debido a la máscara pero sabía que estaba sonriendo.

Sabik vio como Beth se sacrificaba para salvar la vida de Shaina y fue cargada por Brutus y escuchó un crujido. Un dolor inimaginable, intenso que gritó y su voz resonó en el bosque. Cayó al suelo con tanta fuerza que su máscara salió disparada, Shaina se puso de pie y se colocó en posición de combate.
— Déjenla— ordenó Wecks, que estuvo observando la batalla. Entonces, sus compañeros retrocedieron y escaparon del bosque en grandes saltos.

Shaina cayó de rodillas, sujetó a Beth y la colocó en su regazo.
— Adiós, Beth— susurró Shaina mientras retiraba la máscara de su amiga y veía como los ojos de ella se cerraban. Sintió el cosmos de ella desaparecer como una estrella fugaz.
Se sacó la máscara y la lanzó lejos, rompiéndose en pedazos al estrellarse contra un árbol, tambaleante se acercó a su maestra.
Sabik de Lince no podía sentir sus piernas.