¡Hemos llegado, veo la isla! Gritó uno de los soldados sobre el mástil, la noticia hizo que el agotado hombre abriera el único ojo azul naval que la guerra le permitió conservar a salvo, no sabía qué parte del cuerpo le dolía más después de tantos meses en la cruenta guerra, guerra de la que no pensó volver, no hasta que las cartas de una madrina de soldados sopló vida en él, se levantó para asomarse por la cubierta del barco, esperaba con ansias que ella estuviera ahí, dentro de su chaqueta llevaba todas y cada una de las cartas que ella le dedicó, aquellas que lo hicieron sostenerse a la vida

"A flote en océanos sin barcos

hice todo para sobrevivir

Hasta que tus ojos y dedos cantantes

Me atrajeron cariñosamente a tu isla

Y tu cantaste"

"no debería estar aquí", pensaba ella con el corazón a flor de piel, la esperanza brillando en sus grises ojos y las manos aferrándose a ese montón de cartas como si sostuviera la vida misma, Christa sonreía con su hijo en los brazos esperando por su esposo, veían el barco acercarse al muelle más lento de lo que jamás lo hizo, como probando su determinación, volteó a ver la hora en la torre del reloj, eran las 18.36, el cielo ya había comenzado tornarse de rojo a violeta, la brisa fresca se colaba por entre las fibras de su tapado, el anillo en su dedo pronto la jalaría de regreso a la vida que alguna vez pensó ser un sueño, pero terminó siendo una sentencia de muerte

"Navega hacia mi, navega hacia mi

Déjame abrazarte

Aquí estoy, aquí estoy

Esperando abrazarte "

"¡Listo soldados bajen con cuidado!" gritó nuevamente el hombre una vez que el barco llegó finalmente a Puerto, el azabache necesitó ayuda para desembarcar dada las serias heridas de guerra que aún así, no lograron derrumbarlo

- ¡capitán! Permítame ayudarlo - dijo Eren quién había sido leal en su pelotón, el hombre accedió

"cuando llegue, estaré esperando en el puerto, ya le he descrito como es mi apariencia pero va a reconocerme pues tendré en mis manos todas las cartas que he recibido de usted"

Un vez abajo del barco comenzó su exhaustiva búsqueda de aquella mujer que lo había mantenido vivo en aquella masacre, la mujer a la que venía a entregarle su corazón si es que ella aún le ofrecía el suyo

- ¡esposa! ¡hermana! - gritó Eren alzando una mano en el aire, Christa que estaba junto a Mikasa corrió con su hijo en brazos a recibir a su esposo - ella es mi esposa y mi hijo capitán, y aquella de allá es mi hermana Mikasa

Claramente el ojo del capitán no le permitía una excelente vista como le permitían ambos, pero no era tan ciego como para evitar ver aquel dorado en el dedo anular de la chica que sostenía las cartas con afán

"¿Soñé contigo? ¿Soñaste conmigo?

¿Estabas aquí cuando navegamos a toda vela?

Ahora mi tonto bote naufraga

Enamorado y roto en tus rocas

Para que ahora cantes

No me toques, no me toques

Vuelve mañana

¡Oh! Mi corazón

¡Oh! Mi corazón huye del dolor

Estoy tan atribulado como un niño recién nacido

Acribillado como la marea

¿Debería haberme quedado en medio de las olas?

¿O haberme acostado con mi novia la muerte?"

Sus ojos grises lloraron al ver al hombre que sin saberlo también la hizo sobrevivir todos estos meses, nunca había creído en los cuentos de amor - eso no existe Mikasa ¡la vida no es un cuento de amor! Cumple el rol que se te ha dado - pero entonces ¿qué era ese hombre que la miraba desconcertado? Si aquello que la emocionaba a las lágrimas haciendo a su corazón golpear sus costillas con locura no era amor ¿entonces que era? Lo esperó tanto tiempo y con tantas ansias que era imposible ahora no sentir que quería pasar el resto de su vida junto a un desconocido, ¿ingenua? ¿Soñadora? ¿Tonta? Quizás todo a la vez, pero prefería ser todo eso y cobijarse bajo ese hombre desconocido y vivir, que seguir sobreviviendo en el vacío del tiempo, él también dejó caer una lágrima al verla emocionarse tan honestamente, al ver la fuerza con que sus manos sostenían esas letras que cruzaron el océano, él escuchó el canto de esa mujer a través del mar, llamándolo, hechizándolo como una sirena, había llegado al fin, le sonrió incluso con la tensión de sus cicatrices.

"Escúchame cantar

Nada hacía mi, nada hacía mi

Déjame abrazarte

Aquí estoy

Aquí estoy

Esperando abrazarte."

venía del campo de batalla que casi cobra su vida, para desembarcar en la guerra más encarnizada de todas, el amor.