Los rayos solares iluminaban el baño, Shaina estaba en la tina, mirando al techo de forma distraída. Sus pensamientos iban hacia su maestra Sabik, y los tiempos que era una aprendiza, sentía que debía haberlo hecho mejor el día que perdió la movilidad de sus piernas. Se había congelado y paralizado cuando vio a Beth morir en sus brazos pero no había tiempo para seguir lamentándose, debía seguir adelante, era una santo de plata y ahora su objetivo estaba en proteger a la Diosa Athena.
Se puso de pie, saliendo de la tina, luego agarró una toalla y empezó a secarse. Su conejo llamado Asclepios correteó y se puso a dos patas cuando vio a su dueña ingresar a la habitación, luego corrió hacia debajo de la silla.

Shaina terminó de vestirse cuando sintió que tocaban la puerta, entonces se acercó y antes de abrir, se colocó la máscara. Había una muchacha, un poco más baja que ella y que tenía su uniforme de entrenamiento.
—¿Ofiuco?—preguntó y Shaina asintió—El Patriarca quiere verte.
—Iré ya mismo.
Cerró la puerta y vio a Asclepios acercase y ponerse a dos patas, moviendo las orejas y olisqueando el ambiente. Shaina se acercó a él y lo tomó en sus manos.
Caminó por el familiar pasillo alfombrado del templo del Patriarca y cuando llegó al salón de trono, encontró a dos santos de plata, hincados con una rodilla al suelo.
—Ofiuco, adelante.

Shaina dio un par de pasos adelante y se hincó una rodilla al suelo, poniéndose a la altura de uno de los jóvenes de plata.
—¿Conoces a estos dos santos de plata?—preguntó el Patriarca, Shaina notó que esta vez tenía el cabello azul y no el gris que solía verlo a menudo. No le dio importancia, negando con la cabeza—Te presentaré a Algol de Perseo y Asterión de Hound—luego miró a los santos mencionados—Ella es Shaina de Ofiuco y será su compañera en esta misión que les voy a encomendar: En Esciros me llegan reportes que un pequeño grupo de rebeldes están hundiendo embarcaciones que pasan por sus costas. Quiero que los detengan e interroguen. Partan ahora.
—A la orden, Su Excelencia—exclamaron casi al mismo tiempo. Entonces se pusieron de pie y caminaron en silencio por el pasillo hacia la salida.

El sol estaba en lo alto del cielo griego, y cuando se alejaron del Templo, Shaina es detenida por uno de ellos, un chico de cabello verde de armadura plateada con bordes rosados.
—Soy Asterión—exclamó y luego colocó su mano sobre el hombro de su compañero, un joven de cabello ocre—Y él es Algol.
Shaina asintió, luego empezó a descender por las escalinatas, los dos chicos apresuraron el paso.
—Oye, Shaina—exclamó Asterión poniéndose al lado de la joven mientras seguía su paso—No nos conocemos y pensé que deberíamos pasar por una taberna en Rodorio, Algol conoce uno. "Romper el hielo" antes de irnos a la misión.

Shaina se mantuvo en silencio por unos segundos, en realidad no veía razón para detenerse y tomar algo, no estaba ahí para hacer amigos.
—Solo será un momento—exclamó Algol—Podemos pedir algo para el camino.
"La amistad y el compañerismo también es parte de la vida de un santo de Athena, Shaina" había dicho una vez su maestra Sabik.
—De acuerdo—exclamó escuetamente, los chicos sonrieron.


La pequeña aldea de Rodorio, que se ubicaba en las afueras del Santuario, recibía a los tres santos de plata con mercaderes ambulantes, aldeanos que caminaban por las polvorientas calles, negocios de cualquier tipo. Shaina recordó cuando su maestra la llevaba a la aldea pero eran contadas ocasiones, ya que la mayoría de las veces, Sabik iba sola a la aldea a comprar provisiones.
—Ese de ahí—señaló Algol a un pequeño establecimiento, entonces los tres avanzaron rápidamente hacia el local, no estaba repleto pero había algunos comensales. Las mesas eran de madera al igual que las sillas, había una barra cuyos vasos colgaban boca debajo de un aparador, el cantinero servía a un par de comensales en la barra. Los santos de plata se sentaron en una mesa cerca de la entrada, entonces se acercó una camarera de cabello castaño y de amplia sonrisa, con tres folletos en las manos.
—Se ven muy jóvenes para tomar—exclamó la camarera, Asterión sonrió.
—Solo refrescos y tal vez, unos bocadillos.
—Sí, yo quiero un gyro—exclamó Algol—Y un refresco de manzana—pidió cuando recibió el folleto, Shaina ojeó los platillos que estaban ahí.
—Lo mismo que él pero no pediré bebida—exclamó la joven dejando el folleto mientras la camarera apuntaba en su libreta.
—Lo mismo para beber y un spanakopita.
—Listo. En minutos les traeré sus pedidos—exclamó la camarera, alejándose de la mesa. Entonces Algol y Asterión empezaron a hablar entre ellos, Shaina solo los observaba en silencio, y de alguna manera, se sentía cómoda.

Cuando llegó la camarera con los pedidos, Algol comía con gran apetito al igual que Asterión, entonces Shaina se llevó una mano a la barbilla, lo levantó solo para dar un pequeño espacio para dar un mordisco a su gyro.
—Nuestro siguiente paso es ir a Mykonos—exclamó Asterión— Es la vía más rápida para llegar a Esciros.
Shaina bajó la parte inferior de la máscara, terminando de comer.
—Gracias por la merienda.
Los santos de plata sonrieron tras el cumplido y asintieron.


Después de un largo viaje por el mediterráneo, Camus y Milo avanzaron rápidamente por las ardientes arenas crema de la isla Boa Vista. Con el cosmos reducido, esperaban sorprender a los santos negros.
A gran velocidad, Camus vio un templo y detectó seis cosmos dentro de ella, entonces aumentó la velocidad y junto con Milo, fueron a ambos lados de las columnas corintias pero alguien salió a la entrada, deteniéndose en el acto.
Por la armadura, Camus identificó al que era Aries Negro.
—Santos de Athena, que sorpresa verlos aquí.
—Mejor sálganse todos a "jugar"—exclamó Milo—Acabemos esto una vez.
Detrás de Aries Negro, salieron los santos negros cuyas armaduras representaban a Capricornio, Cáncer, Piscis, Escorpio y Acuario.
—¿Quiénes de ustedes es el líder?—preguntó Camus.
—No tenemos porque hablar con ustedes—exclamó Piscis Negro.
—No está aquí—exclamó Milo—¡Vamos que esperan!

Entonces Capricornio y Aries Negro se lanzan hacia Milo, quien usando la restricción contra Aries Negro, esquivó por los pelos el filoso ataque de Capricornio. Mientras Camus esquivó una gran esfera de cosmos lanzada por Cáncer Negro mientras Piscis se acercaba cautelosamente, provocando una niebla.

Milo esquivó otro ataque de Capricornio Negro mientras Aries Negro intentaba moverse, entonces el santo dorado de Escorpio dio un gran salto y extendió su dedo.
—¡Aguijón escarlata!

Pinchó los brazos de Aries Negro, luego cayó con las rodillas flexionadas, alzó la vista y vio como Capricornio Negro concentraba el cosmos en sus brazos. Entonces Milo, ardió su cosmos, elevándola al máximo mientras concentraba todos sus aguijones escarlatas en su mano izquierda y lo lanzó. Múltiples aguijones, fueron rápidamente como flechas escarlatas a velocidad de la luz, hacia Capricornio Negro, quien no pudo esquivar el ataque, recibiendo todas de llenos y provocándole diversos puntos rojos sangrantes en el cuerpo. Aries Negro rompió la inmovilidad y vio como Milo llegaba hacia Capricornio Negro.
—Antares.

Capricornio Negro cayó de espaldas, con los ojos abiertos como platos mientras Aries Negro dio un salto mientras Escorpio Negro se acercaba cautelosamente. Milo giró doblando los talones y extendió un dedo, donde múltiples aguijones de luz fueron directamente hacia el primer signo del zodiaco, cayendo estrepitosamente al suelo.
Distraído con su rival, sintió un pinchazo en la pantorrilla, girándose rápidamente. Vio a Escorpio Negro, sonriendo de forma prepotente mientras le mostraba el aguijón en su dedo.
—Nuestros ataques son similares, Escorpio.

Piscis Negro se vio congelado de pies sin poder moverse mientras Cáncer Negro apuntaba al cielo con un dedo, dispuesto a lanzar un poderoso rayo al santo de Acuario, quien acumuló su cosmos congelante en su mano derecha. Cáncer Negro bajó el brazo y el rayo congelante fue directamente hacia su mano, congelándola y Acuario, a la velocidad de la luz, se acercó lo suficiente para lanzarle una gran ventisca de hielo mientras se giraba rápidamente para lanzar una esfera de hielo hacia Piscis Negro.
Ambos santos negros cayeron al suelo, muertos y congelados mientras Acuario Negro se colocaba la espalda de Camus.
—Ahora, sabré si eres el verdadero maestro del cero absoluto—exclamó Acuario Negro, extendió sus piernas y levantó ambos brazos, juntando las manos. Camus reconoció la posición que intentaba hacerlo, entonces lo imitó.
—¡Ejecución Aurora!

Mientras Milo esquivaba los ataques punzantes de Escorpio Negro, este dio un gran salto, luego extendió los brazos y levantó una pierna hacia atrás, imitando la pose del alacrán. Una gran ventisca fue hacia él, quien logró mantenerse de pie y lanzó su poderoso ataque, pero Escorpio Negro fue más listo, esquivando a duras penas y lanzó otro golpe al brazo de Milo.

Adolorido, apretó los dientes, le costaba horrores levantar su brazo, le dolía al igual que su pierna. Vio a Camus caer, retroceder mientras respiraba agitadamente, entonces Milo concentró su cosmos, elevándola por los cielos, hasta el infinito. Camus se colocó a la espalda de él y el aura dorada los rodeó.

Acuario Negro extendió el brazo mientras Escorpio Negro mostraba las cinco agujas afiladas que tenía en su dedo.

Milo lanzó cinco agujas escarlatas a gran velocidad y esta vez Escorpio Negro no pudo esquivarlas, recibiendo de lleno su ataque.
—¡Terminemos esto de una vez!—exclamó Camus juntando las manos y una gran rayo congelante fue hacia Acuario Negro, quien cayó de rodillas con la armadura cubierta de cristales de hielo. Camus extendió las piernas y levantó los brazos, listo para ejecutar su ataque más poderoso mientras Milo, con leve cojera se acercó a Escorpio Negro, hicieron contacto visual y la restricción impidió cualquier movimiento que hiciera Escorpio Negro y Milo levantó su dedo y hundió en el centro del pecho, Antares.

Cuando Camus bajó los brazos, con las manos juntas, un gran torrente de luz congelante fue hacia Acuario Negro, lanzándolo hacia atrás y cayendo cerca de la orilla, totalmente congelado.

Milo cayó de rodillas, exhausto mientras cortaba el sangrado de su pierna y de su brazo mientras Camus se acercaba a él, jadeando.
—Bueno, eso fue difícil—exclamó Camus, sentándose al costado de su amigo, quien asintió y levantó la mirada hacia el cielo.
—¿Podemos…coger un poco de aire?
—Descansemos un rato.
—Las armaduras de estos…son como versiones negras de las armaduras doradas. Solo conté seis y no siento a nadie más en esta isla ¿A dónde crees que han ido la otra mitad?
—Apostaría que al Santuario—exclamó Camus, las miradas de ambos se cruzaron.
—Si es así, no llegaremos a tiempo—exclamó Milo.
—Son seis contra diez, además, Mu ha dejado la primera casa asegurada.
—Pero aun así, no deberíamos confiarnos—exclamó Milo y notó que Camus sonrió, algo que lo sorprendió—¿Qué pasa?
—Me causa gracia…que tu me hables de no confiarnos.
—Lección aprendida, amigo.
Camus se puso de pie y extendió su mano hacia Milo, quien se sujetó bien y lo ayudó a ponerse de pie.
—Vamos. Estén ahí o no, debemos ir al Santuario.
Milo asintió, luego Camus se puso en marcha, siguiéndolo a la espalda de él.


Mykonos les dio la bienvenida bajo el manto oscuro de la noche, las farolas estaban encendidas mientras los tres santos de plata caminaban por los caminos de piedras. La noche había caído sobre ellos y no podían continuar su ruta a oscuras, por ello fueron a buscarse un lugar donde pasar la noche.

Se detuvieron un local grande, que además de proveer comida también tenían habitaciones. Ingresaron, solo Shaina se mantuvo atrás mientras Asterión hablaba con el encargado, se acercó.
—Nos han dado dos habitaciones—exclamó mientras les mostraba las llaves—Partiremos al amanecer.

Subieron por las escaleras de madera y luego, en el piso superior había un largo pasillo con varias puertas, los números estaban colgados en el medio. Shaina ingresó a la puerta que se le asignó, Asterión y Algol ingresaron a su habitación a dos puertas a la derecha.

Cuando la chica ingresó a su habitación, buscó el interruptor y el cuarto se iluminó, notó que había dos camas separadas en ambos lados, así que supuso que el resto de las habitaciones eran iguales.
Había un escritorio con una pequeña lampara y un guardarropa. Se quitó la máscara y se tiró a la cama, mirando al techo. Por alguna razón sus pensamientos fueron hacia la Ofiuco Negro, preguntándose donde estaría ella. Se puso de costado, tratando de conciliar el sueño.

La puerta de la cabaña cayó al suelo violentamente, Águila Negro y Ofiuco Negro se pusieron de pie rápidamente, adoptando posturas defensivas. En el umbral estaba Leo Negro, quien lanzó al suelo el cadáver de Lagarto Negro, el recién llegado sonrió maliciosamente mientras se crujía los nudillos.
—Al fin te encuentro Ofiuco Negro.
—¿Te envía Libra Negro?
—A asesinarte. No solo a ti, también a tus compañeros traidores.
—Entonces, ven aquí "leoncito".
Leo Negro arrugó la frente y levantó un brazo, donde varias líneas de cosmos fueron directamente hacia Ofiuco, quien esquivó a duras penas, destrozando el mobiliario de la cabaña. Águila Negro se escabulló mientras Ofiuco Negro contraatacaba con su garra mortal, Leo Negro retrocedió y vio a Águila Negro lanzando varias esferas oscuras de cosmos.
Recibió el ataque de lleno, cayendo de espaldas, él notó que sus brazos se moreteaban de un tono oscuro. Se puso de pie y levantó el puño donde una gran celda de rayos brillantes fue hacia su atacante, luego esquivó a la derecha, el ataque de Ofiuco Negro.
Bloqueó su patada, luego sintió un golpe a la espalda, Águila Negro lo había empujado y sintió algo afilado que se hundía en su espalda.
—Se acabó el juego, Leo Negro.
—Decepcionante.

Leo Negro usó su cosmos para lanzar a la dos fuera y de pasó, destruyó la cabaña. Quedó de pie mientras jadeaba, Ofiuco Negro se puso de pie mientras se limpiaba el polvo de su armadura. Vio su rostro crispado de la rabia y sintió que se acercaban los otros santos negros, entonces comprendió que debía terminar la pelea.
Entonces Águila Negra dio un salto y acumuló el cosmos en su pie derecho, dirigiéndose a Leo Negro, quien se giró, doblando su brazo para atacarla en el aire y sintió como Ofiuco le agarraba de los hombros, y sintió el golpe de Águila Negra, cayendo ambos al suelo.
Demasiado débil para ponerse de pie, Sagita Negro fue el primero en llegar a la escena, luego detrás de él, Auriga y Cerbero Negro.
Ofiuco le agarró del cabello, levantando su cabeza.
—¿Vendrá alguien más?—preguntó a Leo Negro, quien solo gimió de dolor.
—No hablará—exclamó Sagita.
—Es evidente que fue enviado por Libra Negro. Es probable que enviará más santos negros a por nosotros—exclamó Águila Negro.
—¿Ustedes también quieren la hidria?
Leo Negro no contestó, solo forzó una sonrisa
—Hay más de nosotros ¿lo sabes verdad? Si ellos se enteran de la hidria, irán a por ella también.
—¿Te refieres a los de la Isla Reina Muerte? No nos importa esos perdedores—exclamó Águila Negro, Leo Negro no volvió a abrir la boca entonces Ofiuco Negro le cortó la garganta y lo dejó en el suelo. Miró a sus compañeros.
—Hora de moverse.
Los santos negros siguieron a su líder hacia un bote que estaba anclado en el lado norte de la isla.