Selennaya intentaba quitarse a Rose de encima, pero la muchacha tenía una fuerza desproporcionada para con su pequeño cuerpo. Se estaba tomando su tiempo para "desenvolverla", quitándole la ropa sin prisas. Selennaya tenía la mirada llena de pánico mientras la miraba.

_ Oh… vamos… he mantenido un aspecto deseable para ti… ¿Acaso prefieres que haga lo mismo que con Matt? _ Le susurró al oído. _ Tú hueles distinto… hueles bien… quiero disfrutarlo… no lo estropees.

Los ojos de la criatura cambiaron, tornándose negros, sus dientes crecieron hasta tornarse en afilados colmillos. A Selennaya le recordó a una terrible mantis religiosa. Entrecerró los ojos y entonces… escuchó el disparo.

Habían disparado a Rose. Selennaya aprovechó ese momento para quitársela de encima y apartarse. Fue entonces cuando pudo ver de primera mano la habilidad de regeneración de la criatura, que escupió la bala al tiempo que su cara, de forma horrenda, recuperaba su aspecto original.

_ Sharon… Sharon… Sharon. _ Dijo, con retintín. _ Selennaya y yo íbamos a follar, ¿Tanto te molesta eso?

_ ¿Tyler accedió también a que te lo comieras? _ Sharon sostenía la pistola delante de sí.

_ Oh… detalles, detalles. _ Puso los ojos en blanco._ ¿Qué más da? Tyler no le gustaba a nadie. Mucho cuerpo y poco seso… además… los músculos eran para compensar… triste.

Se crujió el cuello de forma antinatural, deformando sus dientes y su rostro hasta hacerlo irreconocible. Las personas restantes se habían despertado y se encontraban todas apuntando hacia la criatura.

_ Escuchadme… tenemos que sacarla de aquí. _ Susurró Sharon. _ No podemos expulsar esta sala. tenemos que llevarla a navegación.

_ Sin la sala de navegación no podremos volver a casa. _ Exclamó Jackie. _ Nos dejarías sin mapa.

_ Tampoco tenemos piloto._ Susurró Sharon._ No vamos a deshacernos de la sala de suministros. Moriríamos de hambre.

_ ¿Qué estáis murmurando, señoritas? _ Rose lanzó una risotada que sonó monstruosa, propia de una hyena más que de un ser humano. _ Vamos… tengo hambre… ¿Sabéis qué? Si me dais de comer prometo que no os mataré… todavía.

_ En cuanto os dé la señal, corred. _ Sharon sujetó con más ganas el arma.

Disparó sin pestañear, vacíandole el cargador a aquella criatura, dejándola incapacitada. Selennaya corrió con todas sus fuerzas, manteniendo el ritmo de las demás. Tal como Sharon les había dicho, alcanzaron la sala de navegación. Tiff respiraba con dificultad, tratando de recuperar el aliento.

Sharon llegó rápidamente, era la única que parecía mantener cierta compostura. Rápidamente comenzó a montar una barricada. La sala de mapas tenía dos salidas. Formaba esquina en uno de los laterales de la nave. El plan resultaba bastante obvio, así que se posicionaron en medio, armas en ristre.

Esperaron a que Rose entrara por una de las puertas, con una peculiar sonrisa deformada. Al verlas en posición, ella simplemente extendió los brazos y recibió el tiroteo. Selennaya pensó lo mismo que seguramente estaba pensando Sharon, que estaba jugando con ellas. Pero aún así siguieron el plan.

La aturdieron a base de los disparos, se retrajeron por la otra puerta y la sellaron por el otro lado, dejando a la criatura encerrada. Sharon estaba a punto de tirar de la palanca para lanzar el módulo contra la estrella, cuando el terminal de radio que había justo encima, se encendió y la voz de Rose sonó a través de él.

_ Sharon… Sharon… Sharon… Tú y yo nos lo pasamos muy bien, Sharon… me gustas… y por eso voy a ser sincera contigo… No puedes ganar, ¿Sabes? No hay ninguna posibilidad de que tu hija y tú acabéis esta cuarentena. Ríndete y seré indulgente contigo… Me aseguraré de que quede suficiente de ti cuando ocupe tu cuerpo como para que te reconozcas.

_ Gracias por la oferta… pero creo que paso. _ Sharon tiró de la palanca y la sala de mapas cayó, atrapada por la gravedad de la estrella.

Sharon se quedó en silencio unos momentos, respirando agitadamente, notando cómo su pulso se desplomaba. Quería llorar de impotencia, pero sabía que no debía, aquellas mujeres la necesitaban entera. Aunque estuvo a punto de derrumbarse cuando vio que al girarse las cocineras habían desaparecido.

_ ¿Dónde están Jackie y Billie?

Selennaya no sabía que responder. Un momento antes las tenía a su lado, y no le habían dicho nada antes de desaparecer. Pero Tiff, con una sonrisa inocente, respondió a la pregunta.

_ Jackie me dijo que iba a la sala de provisiones, que nos reuniésemos allí.

_ ¿Por qué dirían eso? _ Se preguntó Sharon, en voz alta.

_ No lo sé, no lo dijo, Mami. _ La niña bajó la cabeza, avergonzada. _ No lo dijo.

La mujer guardó la pistola, que aún sostenía en su mano, entre temblores. Tomó a la niña entre sus brazos y la pequeña se sujetó en ella, sintiéndose bastante reconfortada.

_ Vamos allí… _ Susurró la rubia. _ Quiero saber si siguen siendo ellas.

Recogió una pistola del suelo, dejada por Jackie, y se la tendió a Selennaya.

_ ¿Sabes disparar?

_ ¿En Resident Evil cuenta? _ Bufó Selennaya, cogiendo el arma.

_ Tendrá que servir. _ Bufó Sharon. _ Escucha, si me pasa algo quiero que te ocupes de Tiff, que consigas que llegue a casa.

La niña se encogió en el pecho de su madre, aterrada ante la idea de que su madre sufriera un destino similar a sus compañeros de trabajo. Selennaya no respondió con palabras, simplemente asintió.

_ Anzu se ocupará si conseguimos sacarla de donde sea que esté metida.

_ Bien… adelanta el arma, quita el seguro, mantén el dedo sobre el gatillo. _ Le ordenó.

_ No crees que sigan siendo ellas, ¿Verdad?

_ Marcharse sin avisar y dejar el arma atrás… Sospechoso, ¿No crees?

_ No te falta razón.

Selennaya dudaba que acertara a nada que estuviera a más de dos metros de ella porque su mano temblaba copiosamente. Llegaron ante la sala de suministros y las vieron.

Si habían tenido alguna duda de que Jackie y Billie no eran ellas mismas, se desvaneció en seguida. Era imposible no percatarse. Billie estaba terriblemente hinchada, con una enorme barriga que se notaba mucho más en ella que en el cuerpo de Jackie.

Pero ambas estaban igualmente deformadas, con las bocas llenas de dientes largos, profundos y afilados, los labios tan hinchados que ni se percibía la parte superior del rostro, si es que la tenían. ¿Qué estaban haciendo? Una única cosa.

Comer. Comerse todo lo que había dentro de aquella sala. Carne cruda… especias… frutos con su piel, aunque tuviera espinas. Aquellas dos criaturas comían y comían. Ni siquiera parecían haberse percatado de su presencia.

Sharon alargó la mano hacia el tirador que sellaba la habitación y, sin mediar palabras, lo bajó. Ambas criaturas lanzaron un quejido y se giraron en su dirección. Lanzando gritos y escupiendo carne machacada. Selennaya se quedó totalmente congelada. Sharon mantuvo la sangre fría y disparó contra aquellas criaturas mientras iba bajando la puerta.

A diferencia de en el caso de Rose, golpearon el cristal mientras la habitación se desgajaba y caía directamente hacia la estrella, quemándose hasta el infinito. Sharon respiró con dificultad, y finalmente se dejó caer al suelo y se echó a llorar, abrazada por su hija.

_ Lo siento, Tiff… Es mi culpa que estés aquí. _ Apartó a la niña. _ Quédate con Selennaya.

_ ¿Por qué? _ Preguntó ella.

_ Soy la única que queda… Si esa cosa va a volver a poseer a alguien, tengo que ser yo. _ Se llevó las manos al rostro. _ No quiero hacerte daño, Tiff.

Lanzó su pistola al suelo, sabiendo que podía ser la causa de la muerte de las dos personas que aún estaban con ella.

_ Sharon, no te rindas. _ Le susurró Selennaya, dejándose caer a su lado. Aún tiene que haber algo que podamos hacer.

_ Podríamos ir al puente. _ Susurró, sin levantar la mirada. _ Quizá allí podamos averiguar qué retiene a tu amiga fuera y hacer que vuelva. Asegurarnos de que lleve a Tiff a casa. Quizá podamos llamar a tierra y asegurarnos de que no se acerquen a esta estación dejada de la mano de dios.

_ Hagamos eso. _ Selennaya cogió a Tiff de la mano. _ Mantente cerca.

_ Sí. _ La niña parecía haber perdido la voluntad para mantenerse entera y se aferraba a la rusa.

El paseo hacia el puente fue silencioso, pues ninguna de las tres parecía tener demasiadas ganas de hablar. Cuando finalmente llegaron, Tiff se acurrucó en uno de los sofás, cerrando los ojos. Sharon se dirigió hacia los mandos y comenzó a tocar la consola. Ella no sabía pilotar, pero sí gestionar la información.

_ Hay un campo de fuerza que se está emitiendo desde la sala de máquinas… emite ondas… impide que nada se teletransporte aquí…

_ Pero Anzu y yo llegamos hace unas horas. Nos teletransportamos aquí.

_ Y apenas unos segundos después se empezaron a emitir las ondas. _ Sharon frunció el entrecejo. _ Debió ser a través de Matt. No quería a tu amiga aquí.

_ ¿Crees que le tiene miedo?

_ ¿Te parece que esa cosa puede tener miedo de alguien? _ Sharon reunió los arrestos para sonreír.

_ No, la verdad es que no. _ Selennaya negó con la cabeza. _ ¿Puedes desactivarlo?

_ Está en ello, pero va a tardar al menos media hora. Si consiguiéramos sobrevivir ese tiempo… supongo que tu amiga podría interceptarnos.

_ Bien… nos quedaremos aquí sentadas esperando.

_ No dejes de apuntarme con la pistola, Selennaya. Si digo o hago algo raro,,, ni dudes. _ Sharon miró por la ventana. _ Si saliera de esta creo que no volvería a salir de mi planeta… ya he visto bastante para una vida.

Selennaya no estaba segura de qué contestar, pero afortunadamente, un aviso de la pantalla del panel de mando la salvó de tener que hacerlo. Sharon se acercó y pulsó el botón. La pantalla mostró la figura de un hombre de su edad aproximada, en el salón de su casa.

_ Victor… _ Saludó Sharon. _ No esperaba que me llamases. ¿De qué se trata?

_ Tiff quería hablar contigo. _ Respondió Victor. _ Ha estado insistiendo desde ayer con ello.

_ ¿Cómo? _ Los ojos de Sharon se abrieron como platos.

_ Tu hija quiere hablar contigo, ¿Qué tiene eso de raro? _ Le preguntó Victor.

El hombre movió la cámara y mostró, en el fondo, jugando con unos muñecos, a la pequeña Tiff, ajena a todo lo que estaba ocurriendo. Sharon se puso del color de la ceniza.

_ Victor… Dile a Tiff que la quiero… _ Hizo una pausa. _ Y a ti también te quiero, aún a pesar de todo.

Pulsó el botón de colgar y se giró rápidamente. Selennaya lo había hecho justo antes. Frente a ellas, la pequeña Tiff estaba de pie, mostrando una sonrisa nada infantil… nada inocente… sus ojos tenían la mirada desencajada.

_ Nadie sospecha de la niña pequeña... _ El tono de voz amenazante sonaba totalmente antinatural con aguda. _ Sabes… pensé que íbamos a conseguir algo… ¿Acaso no he sido una buena hija estos días… mamá?

Sharon sintió cómo se le encogía el estómago de asco al ver la forma en la que esa criatura usaba el aspecto de su hija, obligándose a subirse sobre la mesa para quedar a su altura. Sharon no se lo pensó y alargó la mano hacia los controles.

_ Si das un paso más tiro esta nave contra la estrella. _ Dijo, sujetando la palanca. _ No importa lo rápido que seas… Acabarás ardiendo.

_ Y yo que pensaba que pasar por todo esto nos uniría más que nunca… mamá. _ Suspiró. _ Habría sido tan fácil que comieras albóndigas ese día…

_ ¿Albóndigas? _ Preguntó Sharon.

_ No era una sola albóndiga, mamá. sonrió. _ Me llevó un par de días… pero todas y cada una de aquellas albóndigas llevaba un trozo de mí. Todos los que comieron eran ya parte de mí desde ese día… no lo sabían, claro… pero ya era tarde.

_ ¿Y por qué no lo sabían?

_ Era un juego, mamá. _ Ella sonrió. _ He disfrutado viendo cómo escapaban unos de otros… Cómo se entregaban al pánico… cuando tú eras la única que no estaba condenada… Selennaya y su amiguita casi lo estropean… pero pude arreglarlo a tiempo.

_ ¿Y qué piensas hacer ahora?

_ Hice todo esto porque quería una madre… la mía no me hace caso… y ahora puedo tener una… y además. _ Sonrió a Selennaya. _ Puede que hasta tenga pareja cuando esto acabe…

El rostro de la niña se deformó y su cuerpo empezó a cambiar de aspecto y color. Tras una transformación tan horrible que dejó a ambas mujeres congeladas en el sitio, Tiff había desaparecido y había sido sustituida por Rose. Pero eso no era lo peor. Lo peor fue cuando alargó la mano y de la misma empezó a brotar otra criatura.

Rose estaba sosteniendo la mano de Tiff. Cuando la soltó, la muchacha se separó de ella y subió a la mesa de nuevo. No había la más mínima sincronía en ellas. Parecían dos entes completamente independientes.

_ ¿Veis? Así no tendréis que pelearos por mí. _ Era Rose la que hablaba mientras la niña se mantenía abstraída jugando con sus manos sobre la mesa. Uníos a mí… y os mostraré placeres que superan lo que podéis imaginar.

_ La única razón por la que no he tirado de la palanca todavía es que Selennaya está aquí. _ Reconoció Sharon.

_ ¿Tan poco valoras tu propia vida?_ Preguntó, esta vez Tiff.

_ Mi hija está a salvo, es todo lo que cuenta.

_ No te lo vamos a permitir. _ Respondió Rose, adelantándose.

Sharon no dudó. Cuando vio que se encontraba a menos de dos metros de ella, tiró de la palanca y cerró los ojos. Selennaya gritó cuando la nave se empezó a precipitar hacia la estrella. Sharon casi sintió alivio cuando se cayó al suelo. Notó los temblores… cómo la temperatura subía y después… nada.

Sharon abrió sus ojos, que esperaba encontrar fundidos debido al calor. Y, sin embargo, no estaba en su nave. No estaba muriendo. Estaba extrañamente viva, en una habitación que parecía una sala de control de madera. Allí estaba Selennaya, aferrada a una mujer pelirroja que Sharon no conocía.

_ ¡Casi me mato, Anzu!_ Gritaba Selennaya, entre lágrimas. _ ¿Dónde coño estabas?

_ Estuve intentando ir a recogerte todo el tiempo. _ Respondía ella. _ ¿Quién es tu amiga?

_ Sharon… mi nombre es Sharon. _ Respondió la rubia, incorporándose.

_ Un placer. _ Sonrió. _ Dime de dónde eres. Dirección, planeta, día, mes y año, por favor.

Sharon asintió y la pelirroja tocó un par de mandos en su nave cuando respondió. Le sonrió.

_ Vamos, Sal.

Sharon salió de la nave… y se quedó de piedra. Acababa de abandonar un estanco y se encontraba frente a la casa de su ex-marido. Comenzó a llorar, sintiendo que la vida le daba una nueva oportunidad. Cuando se giró para agradecerlo, el estanco había desaparecido. No lo cuestionó… simplemente se lanzó hacia aquella casa, deseando abrazar a su verdadera hija.

A años luz de distancia, en una pequeña estación espacial, la sargento Rachel Jones se encontraba a su hija escondida en la sala de provisiones de su nave… sin tener ni idea de que sólo era el segundo intento de una criatura por encontrar una madre que la quisiera.