Hello, espero que tengan un buen día. Acá está el segundo capítulo que espero que les guste mucho
Aclaremos lo más importante:
Disclaimer: Los personajes y lugares son propiedad de Riot y no me pertenecen.
PODRÍA CONTENER SPOILERS DE ARCANE.
Serva me, Servabo te.
By: Reyna.
~Capítulo dos: Pan de cada día
—¿Por qué la prisa en vernos de nuevo, Ekko? Aún no es viernes —dijo Vi, mientras se metía una gran cucharada de calamares chompi en la boca. Ciertamente, la chica amaba comer y más aún desde que había salido de la cárcel. Como ella siempre decía, la comida allí era asquerosa.
—Tengo novedades —contestó el joven, sin más, observándola comer mientras reprimía una carcajada.
—¿De Powder? —preguntó ella, con los ojos bien abiertos, dejando por fin de tragar como pato.
—Bueno... Sí y no, en realidad —dijo él, confundido— parece que hay un monstruo biológico en Zaun que las busca a ustedes.
—¿Monstruo? —preguntó Vi seriamente. Hizo un pausa y comenzó a reír frenéticamente, escupiendo un poco de comida, lo que asqueó a Ekko .
—Son los rumores, dicen que es como un perro, pero habla y camina en dos patas —contestó él.
—¿Perro que habla? ¡Demonios, Ekko, realmente necesito lo que estás consumiendo! —se burló Vi, lamiendo la salsa de su plato vacío.
La mujer levantó la cabeza de golpe, como si recordara algo importante: —También tengo novedades, no pensaba decir nada porque todavía debo investigar, pero..
—Dime —exigió Ekko, dejando de comer para prestar atención.
—Hoy investigamos el segundo ataque a Pilvóver. Bombas y grafitis en la plaza principal... ¿A quién te suena?
—¡Powder! —gritó Ekko, con una sonrisa, como si hubiese descubierto la cura para la viruela Zaunita.
—Bueno, sí, pero aún no tengo pruebas concretas, debemos investi...
—Vamos, Vi, es obviamente ella —se alegró el chico.
—Lo sé, pero no es así como la policía hace las cosas. Todavía no la vimos, y quizá sea lo mejor, los Piltillos la asesinarán —se quejó Vi, revisando su bolsillo y notándolo vacío.
—La encontraremos antes que ellos—contestó simplemente Ekko, totalmente convencido.
—¿Antes que la policía y el perro mutante? —se burló Vi.
—Sí, búrlate si quieres —contestó Ekko, riendo con ella y golpeando su brazo— pero hemos visto cosas peores en Zaun. ¿Perro que habla? ¡Ja! Pan de cada día.
—Tienes razón —se rió ella— Bueno, debo irme... Mucho trabajo mañana, ¿invitas tú? No traje dinero —comentó Vi, levantándose antes de que Ekko pudiera decir algo. La chica se fue, casi corriendo, mientras agitaba su mano en señal de saludo.
El mesero, quien estaba parado en su mesa, miró a Ekko y él solo bufó. Ahí iba el poco dinero que le quedaba.
Ekko caminaba por las calles de Zaun con las manos en los bolsillos. El aire era espeso y de un subtono verde, a cualquiera le hubiese costado respirar, pero no a un joven nacido y criado en el sumidero.
Las calles estaban bastante vacías, lo cual llamó un poco la atención del chico, aunque decidió restarle importancia. Quizá se acercaba otra lluvia ácida y él no se había enterado, últimamente vivía en otro plano.
Siguió caminando hacia la casa de sus padres, con suerte los encontraría agotados, después de varios turnos dobles en la fábrica de balas en la que trabajaban. Maldijo por lo bajo, tanto esfuerzo para poder costear solamente lo básico para la supervivencia y, en ocasiones, siquiera eso.
De pronto, un hombre pasó corriendo, agitado y totalmente fuera de sí. Se derrumbó sobre Ekko, parecía agotado. El chico pudo notar que el hombre en cuestión era Mykel, un señor regordete que tenía una pequeña hija. Mykel era viudo y tenía unos cuarenta años, aunque en ese momento a Ekko le pareció que tenía diez más, con los ojos hundidos y en un estado de shock.
—¡Corre, niño —le gritó el hombre, poniéndose de piel lo más rápido que pudo y huyendo del lugar a zancadas.
—¿Qué demo...? —se preguntó Ekko, escuchando un gutural aullido detrás de él.
El chico volteó, y observó una cosa enorme y peluda frente a él. No podía verlo del todo, pues las calles de Zaun eran bastante oscuras, pero notó detalles, como el hecho de que aquella cosa medía dos metros y medio, aproximadamente, y tenía la apariencia de un perro. La locura de Rowan comenzaba a tomar forma y aquello no le gustaba para nada.
—Ekko... Recuerdo... —dijo aquella cosa. Su voz era grave y su hablar era lento, como un niño pequeño al que le cuesta hilvanar oraciones.
—¿Qué...? —Ekko estaba demasiado confundido. A sus cortos diecisiete años de vida había visto muchas cosas, algunas parecían sacadas del mismísimo infierno, pero jamás algo así. Ahora que podía verlo mejor (pues aquella cosa se acercaba lentamente) podía notar que parecía un lobo con violáceos cabellos, estaba erguido en sus patas traseras. ¿La droga de Silco, tal vez? No lo parecía, aunque no encontraba otra explicación.
El lobo comenzó a correr en cuatro patas hacia el chico, que no podía reaccionar. La cosa estaba a escasos dos metros cuando, de pronto, una gran explosión le nubló la vista. El chico salió volando unos metros y había humo rosado por todos lados.
Quiso ponerse de pie, pero todo le daba vueltas, estaba demasiado aturdido.
Pronto, un delgado y blanco brazo se asomó en su campo de visión.
—¡Tómala, niño! —gritó una persona. Ekko no podía verla, pero su voz estaba clavada en su alma desde la infancia.
—¿Powder? —preguntó, tomando su mano.
Con una fuerza descomunal para su tamaño, aquella chica lo puso de pie y, juntos, corrieron sin parar. Ekko miró hacia atrás unos momentos y notó al perro levantándose, aturdido, mirando para todos lados. No podía verlos, había una nube de humo que los protegía.
Los jóvenes siguieron corriendo unos quince minutos sin parar. En el camino, Ekko comprobó que se trataba de Powder... O Jinx, aún no sabía exactamente cómo llamarla.
Pronto llegaron a una vieja fábrica abandonada, abrieron la puerta gigante con desesperación y la trabaron de arriba a abajo. Ekko se dejó caer en el piso, agotado y aturdido. Jinx, por su parte, se agachó, sosteniendo su peso en las rodillas y luchando por dar bocanadas de aire.
—¡Aquello fue espectacular! —gritó con el poco aire que tenía en los pulmones, frenética y sonriente.
—Creí que no volverías, Powder... —susurró el chico, aún sentado en el piso.
—No iba a hacerlo —contestó ella con severas ojeras y una mirada maniática.
Ekko supo al instante que aquella mirada pertenecía a Jinx, su corazón se quebró un poco, pero decidió no darle vueltas al asunto. Quizá estaba equivocado, quizá aquella chica no tuviese redención. ¿Debió haberla matado cuando pudo? Probablemente.
—¿Dónde has estado? —preguntó él, levantándose y sacudiendo su ropa.
—¿Perdón? No es asunto tuyo, querido. ¿Verdad que no, carapezcado? —le preguntó la chica a su arma.
Ekko suspiró, realmente debería haberla asesinado cuando pudo en aquél puente. Verla así era más doloroso que velar su cadáver.
—"Es verdad, Jinx, no es problema suyo" —contestó carapezcado, aunque realmente era la voz de la chica un poco más grave— En fin, creo que nos vamos.
—¿Qué? ¡No, no puedes irte! —se apresuró a decir Ekko, agarrándola del brazo.
—Suéltame o perderás la cabeza —dijo ella, de forma calmada aunque psicótica, mientras le apuntaba a Ekko con una pistola. ¿Cuándo la había sacado? Él siquiera lo había notado, la chica era rápida.
Ekko levantó los brazos por inercia y la joven comenzó a carcajear.
—Sigues siendo el mismo cobarde que no pudo matarme en el puente —soltó ella, burlándose y riendo.
Aquello ciertamente afectó al chico, pero decidió no ser su víctima. Ella quería jugar, muy bien, ambos podían hacerlo.
—Y tú la misma loca que trató de matarme con una granada y ni siquiera eso pudo hacer —replicó él, sin sonreír, pero con autosuficiencia.
Jinx rió más fuerte, como si el chico acabase de contar un chiste demasiado bueno. Incluso le costaba respirar entre risa y risa.
—Aquella granada no era para tí, estúpido, incluso un idiota como tú podría haberla esquivado.
Aquello destruyó la psique del chico, no por los insultos, ya estaba acostumbrado, sino porque allí su teoría tomaba peso. Jinx estaba loca, sola y agotada de vivir así y quiso terminar con todo a su modo. Por alguna razón, eso enojó a Ekko.
—¿Por qué lo hiciste? —gritó él, bajando el arma de la chica con un golpe. Ella se sorprendió, pero no dijo nada y tampoco trató de levantar el arma.
—Eso tampoco es asunto tuyo, traidor —despotricó ella contra su viejo amigo. Guardó su pistola, aquella que Ekko había tirado, y comenzó a caminar hacia una de las grandes ventanas de la fábrica. Miró a Pow Pow, su arma, y le preguntó: —¿Crees que sea seguro salir ahora?
Ekko se cubrió la cara con las manos, perdiendo la poca paciencia que le quedaba. Powder siempre había logrado eso en él, pero Jinx era una maldita experta.
—Lo siento, ¿está bien? pero tú trataste de matarnos a todos. Asesinaste a mis amigos, casi matas a Violet y no dudaste en matarme a mí —le dijo Ekko, siguiéndola hasta la ventana— Solo trataba de defendernos.
—¿Ah, sí? —preguntó ella, mirándolo a los ojos con una psicopatía exquisita— ¿No querías matarme en aquél puente?
Ekko calló. Realmente si quería, pero al final no... Pero debía hacerlo, pero al final no pudo. Demonios, estaba tan confundido.
—Supongo que sí... —contestó por fin, bajando la mirada, algo avergonzado.
—Pero no lo hiciste —dijo ella, de forma tranquila, mirando por la ventana y dibujando en ella con las gotas de lluvia que habían comenzado a caer.
—No, no lo hice —dijo sin más él.
—¿Por qué?
Ekko levantó la mirada y la centró en los ojos de su amiga. Por eso, malditamente por eso es que no había podido hacerlo. Porque Jinx era muy diferente a su amiga, su manera de ser, sus acciones, sus sentimientos, su locura... Todo en ella era diferente a Powder, menos una cosa: Sus ojos. Los ojos de Jinx, aunque ahora rosados, seguían teniendo aquella chispa de ingenuidad y tristeza que solían tener los de Powder.
—No pude hacerlo —contestó simplemente él, arqueando los hombros y dejando de verla. No podía sostenerle la mirada mucho tiempo o juraba que podría olvidar todo el daño que Jinx había causado.
—¿Por qué no pudiste? Podrías haberlo hecho y no me hubieses obligado a utilizar la granada —respondió Jinx, mientras sonreía al ver el mensaje que había escrito en la ventana: "Ekko apesta".
Él lo vio y reprimió una risa. A veces, solo a veces, Jinx y Powder no eran tan diferentes.
—Porque todavía creo que Powder sigue ahí dentro —Dijo Ekko, señalando con su dedo el pecho, o más bien corazón, de Jinx.
La chica se ruborizó al instante y miró otra vez a la ventana, tratando de ocultarlo.
—Te ahorraré trabajo. No, Powder está muerta, deja de vivir en el pasado —respondió ella, vio por la ventana y bufó cansada—La lluvia ácida no parará, ¿Verdad, carapezcado? Detesto este lugar, mejor será quedarnos aquí o tus metales podrían arruinarse.
Jinx abrazó su arma con cariño sincero y se alejó del chico, que seguía viendo por la ventana de forma pensativa. Jinx pronto encontró un catre, no era algo extraño en Zaun que las fábricas tuvieran camas y habitaciones, pues los turnos de trabajo eran prácticamente esclavos. Hombres, mujeres y, en ocasiones, niños, trabajaban más de quince horas diarias, por lo que se turnaban para tomar pequeñas siestas.
Aquello no inmutó a Jinx, quien, entrando en la habitación que estaba en el segundo piso de la fábrica, se dejó caer en la cama pesadamente, mientras Carapezcado y Pow Pow caían a sus pies, en el suelo.
—Demonios, sí que necesitaba recostarme un poco —susurró Powder para sí misma, mientras estiraba sus largas y delgadas piernas por sobre la cama. No era un mal plan dormir ahí, podría irse en la mañana, lista para sembrar el caos en Piltóver otra vez, aunque Ekko era un problema.
Ella sabía que él la buscaba, los rumores corren en Zaun como pan caliente y también supo que su hermana hacía lo mismo en Piltóver.
¿Qué querían ahora de ella? ¿Acaso no podían dejarla en paz? Ella había decidido explotar un par de monumentos en "La ciudad del Progreso"... Nada grave, sin víctimas fatales, simplemente era su forma de divertirse y, sobre todo, de dejar claro el mensaje a su hermana: No me busques, no querrás encontrarme. Sin embargo, Vi jamás fue la más inteligente de las dos, al menos eso según Jinx, por lo que seguía buscándola y, lo peor, lo hacía con su noviecita. Aquello disgustaba de sobremanera a la peliazul.
—¿Acaso no es agotador, Pow Pow? —le preguntó a su arma, que yacía en el suelo.
—"Oh, ciertamente lo es, preciosa" —contestó el arma y Jinx se sobresaltó y se sentó rápidamente en la cama.
—Pow Pow, tu voz está... —iba a contestar, pero luego notó a Ekko en el arco de la puerta, riéndose a carcajadas de ella. Él había hecho al arma hablar, por eso no tenía la voz que solía tener. Jinx bufó molesta— ¡Eres un idiota, Ekko!
El chico no podía parar de reir ante la mirada enojada de su amiga, o lo que fue su amiga.
—Oye, Powder... —preguntó el chico, dejando las carcajadas— ¿Qué sabes de ese perro?
Jinx lo miró desde la cama, algo confundida: —¿Hablas de Warwick?
—¿Esa cosa tiene nombre? —preguntó Ekko, entrando en la habitación.
—Así le dicen en Zaun, para vivir aquí no sabes mucho —se burló Jinx, tirándose para atrás otra vez en la cama.
—He estado muy ocupado —contestó él, sentándose en la cama con ella.
—Lo sé, te he observado —respondió la chica, sin más, moviéndose hacia un costado de la cama y dándole a entender a Ekko que podía recostarse allí.
Él lo hizo, utilizando sus brazos como almohada, y ambos quedaron tumbados sobre el colchón, observando el techo. Powder encontraba patrones en las manchas de humedad y sonreia curiosa.
—¿Cuánto tiempo me has observado? —preguntó el chico.
—Desde que maté a papá —contestó como si aquello no le importase, como si matar a Silco hubiese sido solo otro día en el trabajo. Aquello asqueó a Ekko. Él odiaba a Silco, por supuesto, pero sabía que había sido como un padre para Jinx y el hecho de que ella minimizara tanto su asesinato le helaba un poco la sangre.
—¿Por qué me observas? —volvió a preguntar él, luego de unos minutos.
—También observo a Vi y a su estúpida novia.
—¿Por qué lo haces? —volvió a inquirir el chico— ¿Por qué te importa?
Powder lo pensó y llegó a la conclusión de que Ekko tenía razón. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué sus miserables vidas le importaban? Bueno, ella no lo sabía. Creería que era porque simplemente se aburría, pero no era eso, para solucionar el aburrimiento ella simplemente explotaba cosas, no seguía imbéciles en sus aburridas rutinas diarias. ¿Le importaba esa gente? A Jinx no, en absoluto. Vi y Ekko podían morir mañana y a ella realmente no le importaría, pero no era Jinx la única que habitaba su cuerpo, estaba Powder también y ciertamente a ella sí le interesaba la vida de esos dos inútiles. Jinx quería eliminar esa parte de ella, pero no lo había conseguido en todos esos años, ya no sabía qué hacer, por lo que simplemente decidió aceptarlo. Por supuesto, jamás le diría eso a ninguno de los dos, por lo que mintió:
—Estaba aburrida, no me interesan en lo más mínimo —respondió la chica, mientras acariciaba sus tatuajes en forma de nube.
—¿Entonces qué sabes del monstruo? —preguntó nuevamente el chico, mirando el techo. Concentrarse le costaba bastante a Powder, pero con Jinx era otro nivel.
—Es un experimento de un tal Singed... Es un doctor aquí, él me salvó la vida, supongo que lo conoces —respondió.
—Vaya que sí... está loco, crea abominaciones —dijo Ekko, girando su cabeza para verla recostada a su lado.
—Para algunos es un genio —respondió sin más, mientras hacía bailar su mano sobre su cara.
—¿No creerás...? Bueno... Entonces, qué más sabes... ¿Por qué te busca?
—No, ¿debería importarme? Volví a Zaun por... —Había vuelto por Ekko. Migraba de Piltóver a Zaun, para observar a Vi y Ekko, pero por supuesto que no diría eso— tenía asuntos que no te interesan y esa cosa me atacó... Dijo algo así como "Yo recuerdo" —eso último lo dijo con voz burlona, como si fuera un zombi.
Ekko rió ante eso y la miró, recostada en la cama, mirando el techo totalmente risueña mientras bailaba con sus manos. Parecía tan frágil, tan dulce, revoloteando sus manitos por el techo, como si bailasen adagio al son de una música que solo ella escuchaba.
No pudo contener sus ansias de tocarla, aunque fuese solo un segundo, verificar si era real o si era otro de sus estúpidos sueños; estiró su brazo y tocó el brazo de la chica, acarició su piel suavemente, sin decir nada, solo la miraba.
La chica dejó de mover las manos de pronto y se concentró en el tacto, cerró los ojos y casi parecía querer gemir. ¿Hacía cuánto no recibía afecto? Claro, Jinx no era como si lo necesitara demasiado, pero Powder era otra historia. Ella era dulce y le gustaban los abrazos, los besos, las caricias, todo aquello se sentía tan malditamente bien que Jinx simplemente no pudo objetar, solo se dejó llevar por aquél mimo.
Ekko vio esto y continuó, no aumentó la intensidad ni la tocó de una forma inapropiada, simplemente subía y bajaba por el antebrazo de la chica de una forma delicada, como si tocase un cristal Hextech que podría explotar en cualquier momento.
Siguió así por lo que parecieron horas, ya no la miraba, ambos tenían sus cabezas apuntando al techo, pero el movimiento no terminaba, Ekko seguía acariciando a Jinx y pensando, pensando en todo: En ella, en Vi, en su infancia, en sus amigos, en qué podría haber cambiado en su infancia para que Powder siguiera con él.
Un ronquido lo sacó de sus pensamientos, giró la cabeza hacia su compañera y la vio profundamente dormida, con la boca abierta y babeando un poco, y no pudo evitar sentirse pleno. Se sentía otra vez como aquél niño de ocho años durmiendo la siesta con su mejor amiga, como cada día. Pensaba que, quizá, al levantarse Vander los esperaría con un vaso de leche, si era un buen día tendrían un pan, y merendarían todos juntos mientras se reían de alguna estupidez que hacia Mylo.
Pero no, no sería así. Él ya no era un niño y esa chica a su lado no era Powder, era Jinx. Tenía una sensación muy rara, aunque de mucha paz, debía admitir Ekko. Por fin la había encontrado, ya verían después qué pasaría y cómo solucionarían sus problemas, lo importante es que ella estaba ahí, dormida a su lado. Aquello le dio la paz que necesitaba para dormir lo que no pudo en tanto tiempo.
Puede que haya OoC, o no, realmente es difícil escribir de gente que no conozco más allá de algunos diálogos en el juego. Así los imagino yo en base a eso.
EDITO: Perdón si ven cosas raras como filas de números y demás. Son cosas que yo uso para escribir mis machetes y, por alguna razón, aunque lo edite antes de subirlo a veces se sube mal.
Los quiero
