Holis. Volvemos con otro capítulo y es uno de los últimos, faltan tres o cuatro más, quizá menos, dependiendo de la longitud, pero ya está finalizando por fin. Se extendió más de lo que pensé porque quería escribir ciertas escenas que no pude agregar a mi otro fic largo "Arcano" por temas de OoC que comenté que acá no me interesan demasiado.
Espero que lo disfruten.
Aclaración importante: En este capítulo probablemente no se note, pero quiero aclarar esto por si olvido hacerlo en el futuro: Las parejas, amigos o familia NO SON terapeutas. Ningún amor va a sanar a una persona con una enfermedad mental, eso debe hacerlo un profesional. En este fanfic puede que se romantice la enfermedad mental y la salvación de una pareja y de la familia pero tienen que entender que es ficción y NO APLICA a la vida real. No esperen que alguien pueda sanarlos, es vital que los acompañen pero al final del día SOLO UN PROFESIONAL puede tratarlos. Esto es pura ficción y no es así como funciona en la vida real.
Disclaimer: Los personajes y lugares no son de mi propiedad, sino de Riot Games y asociados. No lucro con esto.
PODRÍA CONTENER SPOILER DE ARCANE. Puede contener escenas de sexo, suicidio, asesinato, abuso, enfermedad mental y demás.
Serva me, Servabo te.
By: Reyna.
~Capítulo Diez: Débil carne
Los tres jóvenes llegaron a la misteriosa y húmeda cueva, Vi tenía un mapa con indicaciones que le había dado Caitlyn por lo que, al llegar, señaló en el mapa la entrada con copiosa felicidad.
—¡Es aquí, estoy segura! —gritó entusiasmada.
—Perfecto, probaremos las mejoras de Carapezcado —respondió Jinx, mientras abrazaba a su arma con afecto.
—No, bajen la voz y concéntrense, vinimos a investigar y encontrar a Warwick, recuerden el plan y apéguense a él, por favor —susurró Ekko, mientras las tiraba del cuello hacia abajo, para cubrirlas con un arbusto que daba justo a la entrada del lugar.
—Sí, sí, lo sé, señor aburrido —se rió Jinx, aunque a bajo volumen— Entramos, atamos a Singed, lo interrogamos y buscamos al perro, lo atrapamos y lo llevamos con la señorita sombrerotes.
—Se llama Caitlyn —dijo Vi, mirándola fijo.
—Como sea, empecemos... —susurró y, a gachas, caminaron hacia la entrada principal. Jinx iba adelante, Ekko en medio y Vi al final, aunque la formación que el chico había agregado al plan no era para nada esa, la dejó pasar.
Ingresaron y lo primero que vieron fue un gigantesco tubo de ensallo con un animal extraño dentro, parecía un axolote, aunque gigantezco. Nadaba inerte en un líquido verde y tenía varias mangueras conectadas para mantenerlo con vida, supuso Ekko.
Frente a él se encontraba Singed, con la guardia baja, haciendo anotaciones seguramente referentes al animal. Ekko hizo una señal para guardar silencio y Vi, la más fuerte, se aproximó. El plan era simple, ella lo nockearía, los demás lo atarían e interrogarían al despertar.
La chica lo seguía a la perfección, estaba a punto de pegarle con el puño en toda la cabeza cuando una cosa enorme saltó de las bigas que sostenían el techo de la cueva. La criatura era Warwick, quien inmovilizó a Vi sin hacerle daño, simplemente tomándole los brazos. Su fuerza era descomunal, por lo que la lucha de la rosada para liberarse no surtía efecto.
Ekko tomó su espada y Jinx apuntó al animal con Pow Pow.
—¡Demonios, no puedo darle sin matar a Vi! —gritó Jinx.
—No hay necesidad de ponerse violentos —susurró Singed, mientras se daba la vuelta y los veía cara a cara— Warwick, puedes soltarla.
El perro gruñó, pero inmediatamente hizo caso, soltando a Vi de un empujón que la lanzó contra Powder, aunque no fue lo suficientemente fuerte como para tirarlas al suelo.
—¿Qué demonios? —gritó Ekko.
—Tranquilo, niño —le dijo el hombre— Puedo resolver todas las dudas que tengan, pero quisiera que sea de una forma calmada.
El hombre hablaba tan suavemente que fastidiaba mucho a Jinx, quien apuntó con su arma a la cabeza del personaje, pero Vi bajó el arma con su mano lentamente, mientras negaba con la cabeza.
—Te escucho, entonces —respondió la rosada, mirándolo con odio— ¿Qué pasó con Vander?
—¿Vander? —preguntó Singed y era evidente que estaba fingiendo no saberlo.
—No te hagas el estúpido, maldito viejo mugroso —respondió Jinx, un poco a los gritos, el lobo simplemente gruñía, parado frente a lo que parecía ser su amo, sin inmutarse.
—¿Qué tiene el suero que le diste a Powder? —preguntó Ekko y las hermanas lo miraron, confundidas. Aquella pregunta no era parte del plan y todos allí sabían lo que amaba el chico tener todo calculado y que nada se saliera de control.
—Oh, tranquilo, niño. El suero alteró la sangre y el ADN de la joven, eso hizo que sus heridas sanaran más rápido, lo que le permitió sobrevivir. El suero está mejorado, no tiene efectos secundarios graves, al contrario, tendrá más fuerza y vitalidad —respondió Singed, subiendo los hombros. Su voz sonaba suave pero ronca, producto de la edad.. ¿Cuántos años tendría? Probablemente más de los que aparentaba.
—¿Y qué pasa con él? —preguntó Jinx, señalando al perro enorme que tenía a su lado.
—Oh, él es mi protegido —contestó el hombre, acariciando la cabeza del animal, que ahora estaba sentado a cuatro patas.
—¿Por qué nos busca? ¿Acaso es...? —Dijo Vi, sin poder terminar de formular la pregunta. Sabía, lo sabía, estaba segura de que era su padre.
—Lamento los inconvenientes, últimamente tiene problemas para quedarse en casa —dijo él como si estuviese hablando de una simple mascota— no los busca a ustedes, querida, simplemente le gusta el desorden.
Mentía, aquello era evidente. Era verdad, Warwick había atacado a más Zaunitas, pero ninguno reportó que el animal los reconoció, siquiera les hablo, todo lo que contaban las historias era que un violento animal mutante los atacaba. La mayoría no sobrevivía, pero algunos pocos contaban las historias.
—Escucha, viejo inútil, no nos iremos sin el perro —le gritó Powder, perdiendo la paciencia. Ella esperaba muchas explosiones, no una charla estúpida con un mugroso anciano.
—Entonces temo que tendré que sacarlos por la fuerza —respondió él demasiado calmado para lo que acababa de decir.
Ekko tomó su espada, Vi cerró sus puños y Powder puso en la mira a Singed, y la pelea comenzó.
El perro se tiró sobre Vi quien, a puñetazo limpio, trataba de quitárselo de encima. Ekko corrió a su rescate, golpeando al animal con su espada hasta que Vi pudo ponerse de pie. Juntos siguieron golpeando al animal, mientras este lanzaba mordiscones y arañazos al aire que ocasionalmente golpeaban a alguno de los jóvenes.
Jinx, por su lado, disparó a Pow Pow a quemarropa contra el viejo Singed, pero él era endemoniadamente rápido, por lo que su disparos simplemente rompieron aquél tubo de vidrio que contenía a la criatura extraña.
—¡No! —gritó Singed con rabia, mientras le lanzaba a Powder una especie de granada. La chica corrió, pero fue tarde, el armamento explotó, liberando así una especie de gas verde. Los tres comenzaron a toser de inmediato, el perro se tomaba los ojos con las garras, aquél gas quemaba sus globos oculares, por lo que se acercó al viejo, él lo montó cual corsel y Warwick comenzó a correr fuera de la cueva.
Los tres chicos quedaron tendidos en el piso, apenas podían respirar y no podían moverse.
Ekko observó a Vi, sus ojos estaban inyectados en sangre y tosía sin parar. Observó a Jinx, al otro lado de la habitación, sus ojos parecían normales y aún podía respirar, y los miraba, algo aturdida. Ella parecía soportar mejor el veneno, o lo que fuese ese gas, pero se había tragado de lleno la explosión inicial, por lo que no escuchaba ni entendía bien qué sucedía.
—Pow...Powder... —gritaba Vi, apenas con los ojos abiertos y tosiendo sin parar.
La chica pareció escuchar, por lo que corrió hacia sus amigos y los tomó por el brazo. Con una fuerza descomunal para su tamaño tiró de ellos hacia la salida de la cueva, que limitaba con un pequeño río. Los tiró como pudo dentro de él y comenzó a limpiar los ojos de Vi con el agua desesperadamente. Ekko, al llevar la máscara de los Firelights, había soportado mejor el humo, por lo que simplemente se la quitó y comenzó a lavarse y beber aquél agua. Era asquerosa y sucia, pero era agua al fin y aquello era lo que necesitaban en ese momento.
—¿Qué...Qué dem... Fue eso? —logró articular Violet entre tos y tos.
—El maldito tiró una especie de granada venenosa —respondió Jinx, saliendo del agua. Vi estaba mejor, podía sola, por lo que se quitó la remera rápidamente para ver las heridas producidas por aquél humo extraño.
—¿Se escaparon? —preguntó Ekko, haciendo lo mismo. Jinx no contestó y solo se fijó en el pecho desnudo de su compañero mientras un calor invadía su entrepierna.
—¡Powder! ¿Estás bien? —gritó Vi, de pronto, quitándole todo impulso carnal a la chica, quien se sacudió en el lugar por el susto.
—¡Sí, sí! El suero, ya sabes... —respondió ella, algo ruborizada— Se escaparon, el perro se lo llevó, parece serle fiel.
—¿Pero cómo? Vander jamás...—comenzó a decir Vi, poniéndose nuevamente la camiseta, pero fue interrumpida.
—El no es Vander, Vi, es solo lo que queda de él —respondió Powder y, mirando al piso, continuó— Es lo que sucede conmigo, pero ninguno de ustedes puede verlo.
—No, él nos reconoció, él nos habló y el expediente dice...
—Sé lo que dice, pero el expediente lo escribió algún estúpido Piltillo alertado por un Zaunita, nada más es un papel —respondió Jinx, perdiendo la paciencia, mientras se acomodaba las armas en la espalda.
—Tranquilas, volvamos a casa, tomemos un baño y pensemos qué hacer —medió Ekko, levantándose del agua aún sin camisa. La forma en la que las gotas caían por su pecho torneado por el esfuerzo de vivir en Zaun hacían que los pelos de Jinx se erizaran por completo. Sacudió la cabeza, tratando de olvidar la imagen que tenía en frente.
—Supongo que el mocoso tiene razón —respondió Vi, caminando con dificultad hacia su hermana— Vámonos, Powder, pensaremos en algo luego.
Lo primero que Vi hizo al llegar a la guarida que compartía con sus amigos fue tomar tres vasos de agua llenos y seguidos, dando bocanadas de aire entre sorbo y sorbo. Su garganta tenía llagas por el humo y ardía como los mil infiernos.
—Debo ir con Caitlyn, debo contarle lo que... —dijo Vi, dejando el vaso sobre la mesa.
—Anda, ve, supongo que el humo te dejó caliente —se burló Jinx, sentada en la mesa, sus armas yacían a su lado en el piso.
—Muy graciosa, volveré en unas horas —le contestó Vi, casi corriendo hacia la salida. Tenía nueva y apetitosa información que compartir con su compañera, y quizá alguna cosa más.
—¿Quieres bañarte primero? —preguntó Ekko, entrando de pronto al comedor. Por suerte para Powder, ahora estaba vestido, y limpiaba la máscara de los Fireligths que tenía en la mano derecha.
—Realmente me gustaría —suspiró Jinx, estirándose en la silla— Pienso que la próxima vez que vayamos, deberían llevar máscaras, al menos ustedes.
—Lo haremos, y tú también —respondió Ekko, sentándose con ella.
—Sabes que no la necesito —le contestó.
—Cualquier precaución es necesaria —le dijo él, dejando la máscara en la mesa.
—¿Por qué preguntaste por mi suero? —soltó por fin Jinx, parecía estar guardándose esa pregunta desde que salieron de la cueva.
—¿Eh? Bueno, me preocupó verte sobrevivir a una explosión como la del comedor comunitario de la otra semana —respondió él.
—Podría morir si así te quedas tranquilo —bromeó ella. Ekko rió.
—No es eso, solo... Si lo hiciste gracias al suero, ¿Qué otros problemas te podría traer? —preguntó él, balanceándose en la silla.
—Soy jodidamente inmortal, Ekko —bromeó nuevamente, levantándose de la silla.
—Eso espero, yo no soportaría... —comenzó a decir él, pero se calló de golpe. Powder no necesitaba saber eso, debía aprender a controlarse mejor, aunque era difícil cuando estaban solos.
—¿Qué? —preguntó ella. Y, por supuesto, sabía qué quería decir, pero quería oírlo de su propia boca.
—Nada, voy a salir un momento, dúchate, con o sin suero, debes tener la piel estropeada con el humo —respondió él, poniéndose de pie de golpe y saliendo de la habitación. La dejó allí sin siquiera saludar, necesitaba irse, alejarse y pensar.
Jinx, por su parte, se desepcionó un poco, pero decidió no darle importancia y se metió en la ducha, realmente la necesitaba. El agua, aunque fría, parecía lavar su corazón más que su cuerpo y, por sobre todo, bajaba un poco el calor que la vista de Ekko había provocado en ella.
—¿Cómo que escapó? ¡Pensé que lo teníamos! —gritó Caitlyn, golpeando con su puño el escritorio de su despacho.
—Lo siento, Singed lanzó una bomba, por poco morimos.
—Tranquila, no es tu culpa, ¿Cómo salieron de allí? —preguntó ella, más calmada.
—Fue Powder, el gas no la afectó tanto como a nosotros —respondió Vi, sentándose cansada en la silla de Caitlyn.
—¿Por qué?
—Por el suero que Singed le aplicó para salvarle la vida —dijo la rosada, sobándose los ojos— Al menos eso fue lo que él dijo antes de huír.
—¿Y qué hay del perro? ¿Es o no es tu padre? —preguntó la sheriff.
—No lo sé, hasta hace un momento estaba segura, pero el viejo lo negó, no sé qué creer o en quién confiar.
—Descuida —dijo Cai, palmeando la cabeza de Vi con cariño— Los encontraremos, la próxima vez iré con ustedes, siendo cuatro no podrá detenernos, ahora sabemos a lo que nos enfrentamos.
—¿Vendrías conmigo? —preguntó Violet, sentándose derecha, sorprendida.
—Iría a cualquier lado contigo —respondió la chica y besó suavemente a su compañera.
—No se ocultarán en el mismo lugar —decía la rosada, entre beso y beso.
—No importa, ese amigo tuyo, Gekko, podría rastrarlo perfectamente así como rastreó a tu hermana esa vez —respondió la chica, separándose con pesar de los labios de Vi.
—Es Ekko —rió Vi, degustando aún el sabor de su compañera en su boca— ¿Así que ahora confías en ellos?
—¡Por favor, no! —gritó Caitlyn, haciéndose la ofendida con una mueca— Pero tú sí, y yo confío en ti. Es una cadena de confianza, supongo, además... Ahora somos todos familia.
Caitlyn comenzó a carcajear por el chiste, pero a Vi se le iluminó la mirada. Entendía que era una simple broma pero el hecho de verse con su amiga en una relación más seria hacía que su corazón bailara dentro de su pecho.
—Te amo —no pudo evitar decir Vi, en un susurro, y las carcajadas de su amiga cesaron.
—¿Qué estás...? —Iba a preguntar ella, pero Violet la detuvo con otro beso. Sabía que había sido precipitado aquello, por lo que no quería escuchar algo que pudiera romper su corazón. Mejor sería besarla, aquello era más divertido y tenía más sentido para ella. Otro día resolverían la cuestión sentimental.
El joven de blancos cabellos caminaba a paso ligero por las calles de Zaun, con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha. Ya eran las siete de la tarde, aproximadamente, y él aún no se decidía a volver a la casa que compartía con Powder y Violet.
Cada vez se le hacía más difícil fingir amistad con la menor de las hermanas, cada día su camuflaje caía más y más y él no lograba repararlo. La quería, amó a Powder y ahora amaba a Jinx y no podía evitarlo aunque lo intentara con todas sus fuerzas. Se había ido de la casa porque necesitaba tomar aire, la sola idea de imaginar a Powder dándose una ducha le causaba un escalofrío que no había sucedido antes, tenía la necesidad de meterse con ella y olvidar todo lo demás, pero no podía, por lo que marcharse un rato era lo mejor.
Se preguntaba, también, qué sucedería cuando todo aquello terminara. Estaban de misión, o así lo interpretaban ellos, por lo que Powder soportaba estar encerrada, pero no lo toleraría por mucho tiempo, siquiera entendía cómo había aguantado tanto. ¿Qué sucedería cuando todo terminase y él tuviese que volver a su rutinaria vida? No podría soportarlo, no ahora que la había encontrado por fin. Sí, era consiente de que solo habían pasado tres o cuatro semanas juntos, pero aquello era suficiente para acostumbrarse al ritmo. La conocía de toda la vida y realmente, en el fondo, nada había cambiado demasiado, seguía siendo igual que antes, solo necesitaba observarla bien.
—¡Ekko, justo a quien quería encontrar! —gritó de pronto un hombre, sacando a Ekko de sus pensamientos.
—Oh, hola Maron, ¿Qué haces por aquí? —preguntó él, sacando las manos de sus bolsillos.
—Nada, nada, solo resolvía problemas —respondió él y Ekko supo de qué hablaba. Maron era un hombre de unos treinta y cinco años, pero parecía mucho mayor y era adicto al brillo. Haría cualquier cosa por conseguirlo y eso significaba meterse en problemas todo el tiempo, problemas que los Firelight normalmente debían resolver.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó él, poco interesado, a veces lo agotaba, pero lo amaba, era su amigo.
—Sí, de hecho, necesito que me acompañes a un lugar —respondió él, nervioso, parecía ocultar algo.
—Sí... Supongo —contestó Ekko, algo inseguro. Decidió seguir al chico, eran amigos y seguramente debía dinero. Tanteó su bolsillo y algo tenía, esperaba que eso fuera suficiente.
Ambos caminaron juntos unos cinco o diez minutos, mientras hablaban de la hija de él, que tenía siete años y era muy buena tocando la guitarra, ambos vivían en la guarida. Pronto, llegaron a un callejón oscuro y Maron se detuvo, lo que extrañó al chico que rompió el tiempo.
—Ekko, realmente lo siento —le dijo el hombre, con los ojos vidriosos.
—¿Maron? ¿Amigo? —preguntaba Ekko, sin comprender, pero pronto su vista se nubló producto de un duro golpe en la cabeza. Se desmayó instantáneamente y cayó duro al piso.
—¿Seguro que no le harán daño? —preguntó Maron al anciano hombre que había golpeado a su amigo.
—No te preocupes —respondió este y, sacando una botella rosa de su túnica, continuó— Toma, lo has hecho bien.
Le lanzó la botella, la cual atajó Maron con suma habilidad. Le echó una última mirada a su amigo y, aún con lágrimas en los ojos, salió corriendo del lugar.
Gracias por llegar hasta acá y espero que lo disfruten. Quizá suba el otro hoy a la tarde, si tengo tiempo, sino, mañana será. Es fin de año y obviamente no tengo tiempo ni de respirar.
