Bueno, llegamos a instancias finales del fanfic. Espero que lo estén disfrutando, a mí me encantó escribirlo. Creo que este capítulo amerita otra aclaración de mi parte políticamente correcta: La drogadicción es una enfermedad y, como tal, no es mi idea burlarme de ella en mi fanfic. Es pura ficción y es como yo imagino a este sujeto en específico en ese estado. No es para nada un reflejo fidedigno de lo que significa estar drogado y es pura ficción.

También quiero aclarar que no soy médica. No voy a decir por qué, porque sería spoiler, simplemente eso.

PODRÍA CONTENER SPOILER DE ARCANE. Podría contener escenas de sexo, abuso, suicidio, enfermedad mental y demás temas sensibles.


Serva me, Servabo te.

By: Reyna.

~Capítulo Once: Dualidad

—¿No te parece extraño que aún no vuelva? —preguntó Carapezcado a su dueña, quien estaba acostada en la cama, con las piernas levantadas contra la pared, mientras jugaba con sus manos.

—Quizá llego el día final —respondió ella con absoluta calma, haciendo danzar sus manos al ritmo de una canción en su cabeza.

—¿El día final? —preguntó Pow Pow, apoyada en una silla.

—Exacto, dulzura, el día en el que él por fin se vaya —dijo Jinx, cerrando un segundo los ojos. Aquello le dolía, no había necesidad de negarlo, no a sus armas, al menos.

No, él no se iría sin despedirse, te ama —le dijo Carapezcado, observándola con su ojo bueno.

—¡Claro que no! —respondió Jinx, riéndose a carcajadas, tomándose el estómago con ambas manos mientras se esforzaba por respirar.

—¿Pero qué dices? ¡Si es que es obvio! —le contestó Pow Pow.

—No, ustedes no entienden —dijo la chica, cesando lentamente su risa— no soy estúpida, es obvio que lo noto, pero él no me ama realmente, ama a Powder, ama el recuerdo.

Es igual.

—No lo es, no soy esa persona y ustedes, más que nadie, lo saben —discutió Jinx, levantándose lentamente hasta quedar sentada y de piernas cruzadas en la cama.

Mejor que nadie sabemos que lo es, Powder y Jinx son la misma persona —comentó Carapezcado, desde el suelo, con total naturalidad— y eres perfecta así, esa dualidad es la que te hace ser quien eres.

—No hay dualidad alguna, soy Jinx, Silco lo dijo, soy...

Silco está muerto, tú eres quien decides ser. Nadie lo hace por ti —interrumpió el arma pezcado— Si quieres ser Jinx, adelante, pero es tú decisión.

—No lo es —respondió Jinx, con pesar. Sus ojos nublados comenzaban a arder— No puedo cambiar, no tengo remedio.

No se trata de cambiar, tú eres quien eres, se trata de mejorar y eso es posible para todos —le contestó Pow Pow con un tono maternal— incluso para ti.

—¿Incluso para mí? ¿Crees que es posible mejorar? —sus ojos comenzaban a brillar con entusiasmo— ¿Tú también crees que hay algo de Powder en mí?

Siempre hubo algo de Powder en ti, eres una dualidad, es lo que eres y tus amigos lo saben —le dijo Carapezcado— y aún así te aman.

—¿Aún así me aman? ¿Seguro que saben lo que soy? —preguntó Powder.

Desde el minuto en el que permitiste que ellos vivieran lo supieron, Powder sigue en ti —le contestó el metal, seguro de sí mismo.

La chica lo miró con amor. Sus armas siempre sabían qué decir, siempre daban en el clavo y las amaba por ello.

Pronto, escuchó la puerta abrirse de par en par, era su hermana, pero alguien venía detrás. Jinx hizo una mueca de asco al ver que la acompañaba su patética novia sombrerotes, Caitlyn.

—Powder —saludó Vi con un abrazo y la joven apenas correspondió— traje ayuda. ¿Dónde está Ekko?

En ese momento, Jinx lo recordó. Eran las nueve de la noche, más o menos, y Ekko no había vuelto de su supuesta caminata de cinco minutos.

—Creo que se hartó de mí —respondió ella, aunque ya no estaba seguro de ello. ¿Y si le había pasado algo?

—¿Qué le hiciste? —preguntó Caitlyn, segura de que Jinx había enloquecido y le había hecho daño.

—Tú siquiera deberías estar aquí, imbécil —le respondió Powder, escupiendo los pies de la oficial.

—Es sufici...

—¡Basta, demonios! —gritó Vi, metiéndose en el medio de ambas— ¡Necesitamos encontrarlo, él no se iría así nada más!

—Ding Ding Ding —gritó Jinx, riéndose de la oficial. Caitlyn simplemente bufó, su compañera tenía razón, Powder no era su problema, Singed sí.

—Bien, los planes cambiaron, pastelito, hay que buscar a Ekko primero —dijo Vi y, acercándose a la cocina, tomó un lápiz maltrecho y un pedazo de servilleta y se sentó en la mesa, comenzando a escribir una suerte de mapa de Zaun.

—Zaun es enorme, necesitarás más papel —dijo Caitlyn, acercándose a la mesa. Jinx, por su parte, se dejó caer en otra de las sillas, pesadamente

—No necesitamos un mapa de Zaun, lo conozco desde siempre, necesitamos trazar el rastro que él suele frecuentar, por ejemplo, el camino a la guarida de los Firelights.

—Soy buena rastreando, y también ocultándome. No necesitamos un estúpido plan, solo salgamos de aquí —dijo Jinx, poniéndose de pie y saliendo por la ventana de la cocina en lugar de usar la puerta. Vi se encogió de hombros y la siguió, en efecto su hermana tenía razón. La prueba era que logró seguirla a ella y a Ekko, dos expertos en reflejos, sin ser notada durante todo un año y solo se dieron cuenta cuando ella decidió aparecer y decirlo, no antes.

La piltilla salió por la puerta junto con Vi, rifle en mano.


Las chicas caminaron durante aproximadamente una hora, tapándose con capuchas y caperuzas para evitar ser reconocidas. Powder era buena, había seguido un rastro a partir de la hebilla de un cinturón que la peliazul reconoció como propiedad de Ekko, pero el rastro tenía sus límites y solo las llevó a una mugrosa y apartada calle sin salida, apenas iluminada por un letrero de neón.

—No lo entiendo —dijo ella, agachándose en el piso para divisar mejor cualquier cosa que la ayudase a encontrar a su amigo— llego aquí y luego simplemente se esfumó.

—Imposible, quizá se fue por los tejados —dijo Vi pero, viendo la altura, concluyó que sería engorroso e imposible. Caitlyn apuntó con su rifle a uno de los techos, para poder ver mejor, pero no notó nada raro.

—Esperen, hay algo —dijo Jinx a los gritos, mientras soltaba carcajadas— ¡Hay un maldito mechón de perro!

—¿Wanwin? —dijo Vi, agachándose con su hermana para ver el mechón. En efecto, era violáceo, era del mutante.

—Warwick —corrigió Caitlyn.

—¡Ese maldito hijo de perra se lo llevó, estoy segura! —comenzó a vociferar Powder. Vi le hizo señas para que bajara la voz, no querían llamar la atención del bar que limitaba con la calle.

—¿Por...Poqué tanto boroto? —preguntó de pronto un hombre delgado y moreno, que se acercaba a las mujeres con una botella de vidrio vacía en la mano.

—Es un Firelight, lo conocí hace tiempo —dijo Vi, poniéndose de pie— ¿Qué pasa? ¿Sabes algo de Ekko?

—¿Ekko?, io no sé nah, solo... Solo no digan a mi hija donde stoy —el hombre hablaba con mucha dificultad y sus ojos estaban demasiado abiertos para ser considerado normal.

Powder vio la botella y supo entonces de dónde provenía. El brillo ya no circulaba desde la muerte de Silco y el único que disponía del suero era Singed, a quien su padre le confiaba parte de la mercancía.

La joven, enceguecida por la furia, se acercó al Firelight y lo tiró al suelo de un golpe certero en la cara. Se subió sobre él, como si de un caballo se tratase, y lo tomó por el cuello de la camisa.

—¿Cambiaste a tu amigo por un poco del maldito suero? ¡Maldito drogadicto! —le gritaba Powder, mientras propinaba golpes al rostro del hombre.

—¡Powder, alto, vas a matarlo! —gritó Vi y se lanzó sobre su hermana para sacársela de encima al chico.

—Si eso es cierto lo necesitamos vivo, Jinx, contrólate —dijo simplemente Caitlyn, tomando con fuerza su rifle. Si Jinx lo soltaba y él decidía escapar, no duraría en dispararle en la pierna.

—¡Lo sento! —comenzó a decir el hombre, con dificultad, aún en el suelo, mientras lloraba— ¡No conseguía briyo por ningún lao, estaba pleocupado!

—¿Y vendiste a tu amigo? —escupió Powder, sostenida por su hermana. Si no fuera por la rosada, ese maldito enfermo estaría muerto— ¡Te mataré cuando tenga ocasión!

—Mejor dinos dónde se lo llevó, si es que acaso te importa su vida —le dijo Caitlyn al hombre, mientras apuntaba a su pierna.

—No she dónde se fue, pero conoco una de su guarida —apenas era entendible, pero la chica lo captó. El hombre no sabía dónde lo ocultaba pero sí conocía sus guaridas. Perfecto, solo había que revisar.

—Una sta en una cueva que —comenzó a decir él, pero fue interrumpido por Jinx.

—No estará ahí, imbécil, imposible. Pasa a la siguiente dirección, ¡rápido!

—Otra eshtá en los límites de Piltóver y Zon, edificio abandonado de tres pisos, fácil de ver —entre las lágrimas, los mocos y la droga, era difícil para él hablar, pero se lo debía a su amigo— y el tercer lugar esh frente a la casa de comidas de la vieja Pops, a cuatro cuad... cuadras de aquí —el hombre comenzó a toser, exhausto, y cayó dormido en el piso. Jinx aprovechó eso y lo escupió mientras su hermana la veía con desapruebo.

—Son tres lugares, somos tres personas —dijo Vi— tendremos que dividirnos.

—No estará en la misma cueva, Vi —respondió Caitlyn— Ustedes reconocen el lugar, él no es tonto.

—Probablemente, pero debemos ir de todos modos, podría creer que no iremos y esconderse allí.

—Tienes un punto —dijo Jinx, tomándose el labio superior con el dedo índice— De acuerdo, par de inútiles, yo iré frente a la casa de comidas de Pops, Caitlyn irá a la cueva y tú, Vi, al edificio abandonado.

—¿Qué? ¡No, no puedes ir sola! —gritó Vi de pronto, negando con la cabeza.

—No eres mi madre, y no tenemos tiempo, supera tus estúpidos miedos y haz tu trabajo —le dijo Powder, con frialdad.

—Tiene razón, hay tiempo límite, debes confiar en ella o arriesgarte a perder a Ekko.

—Tu novia tiene razón por primera vez —bromeó Jinx— Nos vemos aquí en dos horas si no lo hayamos, si no encuentran a nadie en su lugar, pasen al siguiente.

—Entendido —dijo Vi, entrecerrando los ojos con confianza— confío en ti, Powder, no me falles.

—No lo haré —respondió ella sin mas, y salió disparada hacia su objetivo.

—Cuídate, Vi —dijo Caitlyn, mirando con algo de miedo a su compañera.

—Tú también, pastelito —respondió ella, dándole un suave beso antes de correr. Caitlyn tocó sus labios, disfrutando el momento, para luego ir hacia su objetivo.


Ekko abrió lentamente los ojos y, por inercia, trató de frotárselos, pero algo le impedía mover los brazos. Pronto entró en pánico al verse atado de pies y manos a una silla de hierro.

Miró para el frente y vio al perro de dos metros sentado, gruñéndole, lo que alertó al viejo que estaba a unos metros lejos de él, preparando cosas en lo que parecía una mesa quirúrgica.

—Oh, al fin despiertas, niño —habló el viejo, acercándose a la silla.

—¡Suéltame! —gritó por instinto aunque sabía que era inútil, ¿por qué lo haría? él tenía todas las de ganar.

—Lo haré, pequeño, por supuesto, pero antes nos divertiremos —dijo él, preparando una jeringa.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó él, sin aliento.

—Tu mente —respondió el hombre y sus ojos se iluminaron— tu cerebro es exquisito, inteligente. Imagínalo ahora ampliado gracias al brillo.

—No meterás esa mierda en mí —escupió el chico de pelo blanco, aún atado, aunque poco a poco aflojaba los nudos. Debía mantenerlo hablando, distraído. Luego correría y rezaría no ser atrapado por el perro.

—No soy yo el que está atado, pero admiro tu valentía —le respondió el hombre y se dio media vuelta para terminar de preparar las cosas.

— Al menos dime quién eres, por qué esto te interesa —preguntó Ekko, para distraerlo.

—No siempre fue mi pasatiempo, pero realmente me siento solo a veces, más que nada desde que mi amada Orianna me dejó —respondió el hombre visiblemente afectado aunque no podía ver su rostro, estaba de espaldas y seguía preparando los utensilios.

—¿Orianna era tu novia? —preguntó Ekko fingiendo interés.

—Era mi pequeña hija —dijo sin más.

—Lamento eso, pero arruinar a Zaun con brillo no es la forma en la que ella querría que tú... —comenzó a decir el chico, pero no pudo terminar. Vio como Powder entraba con dificultad por una de las ventanas más altas del techo. Le costaba moverse con Pow Pow y Carapezcado. Ekko negó con la cabeza, en un esfuerzo por hacer que la chica lo viera sin él ser detectado, pero no lo lograba.

—No puedes saber lo que ella quería —dijo Singed calmadamente y Ekko recordó que estaba hablando con él.

—Bue... Bueno, pero ninguna hija querría que su padre terminara así —dijo él sin saber siquiera lo que decía. Jinx cambiaba sus planes.

Powder por fin lo vio y sonrió, él lo notó incluso a la distancia. Comenzó a negarle con la cabeza para que se fuera pero ella no lo escuchó, simplemente divisó a Singed.

—¡Ey, viejo estúpido, suéltalo! —le gritó desde el piso superior.

—Niña tonta, no podrás detener esto —le respondió Singed, y le lanzó una mirada a Warwick, quien entendió inmediatamente que tenía que matar a la intrusa.

El perro subió las escaleras a velocidad sobrehumana, corriendo a cuatro patas, mientras Powder tomaba rápidamente a Pow Pow para apuntar al perro. Comenzó a disparar, pero el animal los esquivó y saltó sobre ella, arañándole el pecho. Por suerte, su top de cuero ayudó a que los arañazos no fuesen mortales, aunque sí penetraron su piel.

—¡Detenlo, tu problema es conmigo! —le gritó Ekko al viejo, mientras trataba de desatarse sin disimular ni un poco, ya no valía la pena.

—Ella decidió involucrarse. Te doy un consejo, chico, jamás ames a nadie, ella morirá por amor así como mi alma murió el día en el que Orianna dejó este mundo. Amar te hace débil, te lastima, incluso te mata —decía él con pesar, casi en un susurro.

—Me tienes aquí, prometo quedarme quieto, prometo colaborar, solo... Solo déjala ir —comenzó a implorar el chico.

—Quizá tú cumplas, pero ella no, no se irá sin ti y eso me dificulta las cosas.

Mientras tanto, Powder había logrado quitarse de encima al perro y corría por el segundo piso mientras trataba de posicionar a Carapezcado. Apuntó al piso en donde el perro estaba parado y disparó.

El piso se quebró y el animal cayó al suelo, con un aullido de dolor, se puso de pie, aunque caminaba con dificultad y estaba aturdido. Singed lo vio y aceleró el proceso, mezclando los químicos que darían como resultado el tan ansiado brillo para, por fin, domar la brillante mente de Ekko y volverlo su aliado.

—No... No puedo... —decía el perro, mientras se tomaba los oídos. Powder lo vio y su mente se puso en marcha. El perro era Vander, podía usar eso a su favor, tenía recuerdos de sí mismo según el expediente de Vi, por lo que sería lógico que la recordase.

—Concéntrate, eres Warwick ahora —le dijo Singed y el animal asintió, corriendo hacia Jinx nuevamente.

Ekko logró soltar su mano derecha así que, con una calma que le costaba conservar, comenzó a desatar el resto de su cuerpo mientras el viejo estaba demasiado ocupado en la pelea de su compañera como para verlo a él.

—Vander, soy yo, soy tu niña —comenzó a decir Jinx cuando el animal estuvo demasiado cerca—, tú me criaste, eres mi padre.

El tono de la chica sonaba a tristeza y ni siquiera ella sabía si era genuina o solo parte del plan.

—Tú... Yo... No puedo olvidar... Yo... —decía el animal, parando en seco su marcha y tapándose los oídos.

—Podemos ayudarte, Vi y yo podemos...

—¿Vi? recuerdos... —decía el animal— ¿Powder?

—Sí, sí, soy yo, Powder, déjame ayudarte —dijo ella, bajando las armas y extendiendo su mano. El animal estaba por tomarla cuando Singed habló.

—¡Mátala, es una órden!

—Yo... No puedo... No quiero... —decía él y, destapando sus oídos, gritó— ¡No quiero!

El animal comenzó a correr hacia la ventana por la que Jinx entró y se perdió en la noche oscura. Powder se quedó con la mano extendida, mirándola, deseando con todo su corazón que Vander la tomara, pero eso no iba a suceder. Pronto, un dolor intenso en el pecho la hizo volver a la realidad, los arañazos no parecían ser profundos cuando los recibió, pero posiblemente estaba demasiado extasiada para notarlo, lo cierto es que comenzó a ver hilos de sangre correr por su estómago y el pecho le quemaba demasiado.

Mientras tanto, Ekko logró zafarse de las ataduras y se lanzó sobre Singed, quien caminaba hacia él con una inyección del suero. El chico lo tiró al suelo y lo golpeó con tanta fuerza que logró, según vio, dejarlo inconsciente. Se puso de pie y subió las escaleras corriendo hacia Powder, quien se tocaba el pecho.

La visión de la chica estaba nublosa. El suero la había ayudado a mantenerse con vida ante bombas, disparos y golpes, pero ¿Qué pasaría con ella cuando era herida por alguien con el mismo suero? ¿Se regeneraría? Atinó a caminar hacia la escalera, pero se desplomó en el suelo.

—¡Powder! —gritó el chico, mientras llegaba hacia ella y la tomaba en brazos. Era tal liviana y delicada, con sus hermosos ojos rosados ahora cerrados y su respiración demasiado débil para el gusto del muchacho— Tranquila, tranquila, iremos a casa, te recuperarás, solo aguanta.

—¿Ekko, Powder? —gritó de pronto Vi, entrando por la puerta. Vio a Singed desmayado en el suelo y divisó a su amigo, quien cargaba a Powder mientras bajaba la escalera— ¡Están aquí, Caitlyn!

La sheriff entró con ella y lo primero que hizo fue atar una de las manos del viejo a una columna, impidiendo su escape.

—¿Qué pasó? —gritó Vi, llegando hacia Ekko, quien había terminado de bajar.

—Warwick la atacó, casi la mata, pero la recordó y decidió uír —le contestó él, observando a su amiga. Su rostro estaba un poco más pálido y la sangre no dejaba de gotear sobre su abdomen.

—¡Debemos ir a la casa! ¡Rápido! —gritó Vi.

—Me quedo, llamaré a la policía para detener a Singed, ustedes vayan, no pueden verlos aquí —respondió Caitlyn, tomando su rústico transmisor— ¡Alerta unidades, solicito refuerzo en el ala oeste de Zaun!

Vi asintió y la observó unos segundos. Rezó a todos los dioses que nada le sucediera y miró a Powder. Primero estaba su hermana, su vida.


Ekko recostó a Powder con rapidez sobre la cama y, sin vergüenza alguna, abrió su remera para dejar su pecho completamente expuesto. Siempre deseó eso, pero ahora se comía sus palabras, no era eso lo que tenía en mente.

Vi entró en la habitación con agua oxigenada y telas limpias que surtirían de vendaje. Ekko rápidamente limpió la herida y lavó con sumo cuidado la zona, Powder se movía un poco, seguramente por el dolor, pero no podía abrir los ojos.

—Perdió mucha sangre, demonios —dijo el chico casi en un susurro— ¿Qué tipo de sangre tiene?

—Demonios Ekko, no lo sé, nunca fuimos a un médico... Vander... Creo que cuando Powder cayó del techo mencionó algo... ¿A+? —respondió Vi, estresada, sentada en la cama en la que su hermana perdía la vida.

—Bien, bien, creo recordar eso... ¿Tu sangre? —volvió a preguntar él, mientras pasaba la tela con el desinfectante por el estómago de su amiga. Su pecho desnudo subía y bajaba cada vez más lento y aquello no hacía más que destruirlo, pero mantuvo la calma como un profesional.

—Es la misma, me hicieron un análisis cuando entré en la policía, ¿Por qué, qué pasa? —preguntó ella, cansada.

—Porque perdió más sangre de la que debería por la profundidad de la herida, supongo yo que tiene que ver con el hecho de que Vander tiene suero en sus venas —respondió él, quien estaba impasible, serio, simplemente analizando la situación—, necesita tu sangre.

—¡Tómala toda pero sálvala! —gritó Vi, arremangándose el brazo izquierdo y sentándose más cerca de Ekko.

—¡No es tan simple, jamás hice esto! —dijo él, cada vez toleraba menos el estrés pero sabía que la vida de Powder dependía de su estabilidad, por lo que se calmó— Necesito una vía.

—En el escritorio de Powder hay algo similar, un pequeño tubo que usa para pasar aceite a sus armas y hay un par de agujas.

—Lávalas como puedas y tráelas —le dijo Ekko y la chica se levantó volando y lo hizo.

Lavó con las manos temblorosas los materiales con el poco agua que caía de la canilla y se las llevó a su amigo.

—Necesito que te calmes —le dijo el chico al ver el temblor de sus manos.

—Hago lo que puedo —respondió con una media sonrisa mientras tomaba su lugar. Ekko pinchó el brazo de Vi sin titubeos, pero la rosada ni se inmutó, tenía sus ojos clavados en su hermana.

Ekko succionó un poco el tubo, para que la sangre de la rosada saliera de él. Al lograrlo, posicionó la otra aguja en el brazo de Powder, quien no se movió en absoluto y a apenas respiraba.

La sangre de Vi comenzó a fluir hacia el cuerpo de Powder, fue un proceso lento y tortuoso, demasiado, pero Ekko debía soportar, debía hacerlo por ella. Pasó una hora y el chico pensó que sería suficiente, por lo que quitó la vía del cuerpo de las hermanas y las cubrió a ambas con un pequeño pedazo de tela.

—Presiona, para cortar la salida de sangre —le dijo a Vi y él hizo lo mismo con la herida de Powder.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó la hermana mayor, con lágrimas en los ojos y un rezo mudo.

—Esperar, no queda nada más que hacer —respondió Ekko y por fin se permitió soltar una lágrima. Había sido fuerte por Powder, porque ella lo necesitaba, pero ya había hecho lo que podía y ahora todo dependía de ella, de su fortaleza, de su deseo de vivir o, simplemente, del destino.

Ekko cubrió los pechos de la chica, para que al despertar, porque estaba seguro de que lo haría, se sintiera cómoda, y se puso de pie.

Los jóvenes se abrazaron parados juntos, llorando frente al lecho de Jinx, y simplemente salieron de la habitación. Tenían cosas de las que hablar, aunque dejaron la habitación abierta, para observarla en todo momento.

Vi estaba acostumbrada a esperar, había esperado años en una mugrosa cárcel para volver a sentir el aire, la libertad. Ekko, sin embargo, movía su pierna nervioso y mordisqueaba sus uñas hasta hacerlas sangrar.

—Estará bien, confío plenamente en ti —le dijo Vi, acariciando el cabello del chico. Él solo le sonrió con pocas ganas y la observó irse al sillón del lugar, probablemente estaba agotada y necesitaba descansar.

A decir verdad, él también lo necesitaba, sus ojos se cerraban sin él desearlo, por lo que caminó hacia el otro sofá vacío y, cuando iba a sentarse, notó que no podía ver a Powder desde allí.

Decidió que dormiría con ella, principalmente por la seguridad de la joven, pero, por otro lado, un lado más trágico, él quería sentir su calor y disfrutarlo, por si era el último.


Supongo que quedan pocos capítulos, probablemente dos, así que los voy a extrañar y espero que sea de su agrado Les deseo buen día