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El Club Slug

Una semana más tarde, Los Merodeadores disfrutaban el bloque que tenían libre el viernes por la mañana. Pese a ser otoño, estaba despejado y hacía mucho calor. En general no había hecho demasiado frío, pero algo les decía que justo después de ese extraño y agradable día, llegaría el otoño con toda su fuerza, y volver a recostarse en el pasto verde a esa hora sería una locura.

- Mira eso, James – dijo Peter señalando un grupo de chicas tomando sol junto al lago.

- ¿Quién va a ser mi copiloto? – dijo James sacándose las gafas.

- ¡Yo! – llamaron Sirius y Peter. Remus no tenía pensado participar y mostrar sus más recientes cicatrices para que comenzaran los rumores.

Rápidamente se sacaron la ropa, quedando nada más que en pantalones arremangados hasta arriba de la rodilla, y saltaron intencionalmente dentro del lago junto a las chicas empapándolas completamente. Cualquiera hubiera pensado que eso desataría un griterío y posteriores conflictos, pero en el mundo de Los Merodeadores eso era un coqueteo no sutil.

Las cabezas de James, Sirius y Peter se asomaron desde el agua con sonrisas en las caras y el cabello desordenado y mojado mirando a las chicas con orgullo, que pronto comenzaron con risitas y a salpicarlos con agua como respuesta. Remus también fue salpicado y se unió al grupo desde la orilla. Eran las chicas de la generación más abajo que ellos en Gryffindor.

- Sólo se puede tener un copiloto, idiota – dijo Sirius hundiendo a Peter a propósito. James empujó a una chica al lago y de pronto todas habían saltado.

- ¡¿Qué está pasando aquí?! – gritó una voz a lo lejos. La profesora McGonagall se acercaba - ¡Está prohibido nadar en el lago en época de clases!

Todos los alumnos salieron haciéndose los tontos, estilando sus uniformes escolares. Remus que se había quedado tranquilo miró con especial atención a una de las chicas del grupito, Mary McDonald. Era bella y viva, con el cabello castaño, las mejillas rosados y ojos almendrados de color miel. Lamentablemente a él le faltaba mucho ego y autoestima como para acercarse.

- Me extraña, señor Lupin – dijo mirándolo fijamente la profesora – Estando al lado de sus amigotes y siendo prefecto bien podría haberles impedido que hicieran algo.

- Oh, lo hizo – mintió James asintiendo con seriedad – Estaba enfurecido. Lo hubiera visto, profesora, diciendo cosas sobre el honor de la casa Gryffindor, de que se esperaba más de nosotros y lo decepcionado que estaba.

- Sí, fuimos nosotros los que saltamos sin hacerle caso – continuó Sirius.

- En ese caso, muy bien hecho – dijo mirando al licántropo – Que al menos uno de ustedes cuatro sea sensato y tenga algo en la cabeza, además de escobas voladoras. Ahora los quiero a todos en mi despacho para hablar del castigo… ¡De inmediato!

- Espere, profesora, deje que Potter se ponga los lentes o va a chocar contra alguien de camino.

- Muy gracioso – replicó enojada – Caminen.

El grupito partió caminando hacia el castillo entre risitas, excepto por Remus que se quedó mirando de lejos y decidió que lo mejor era regresar a la Sala Común. Para Los Merodeadores era muy conveniente que fuera un prefecto. No tenían el apoyo de Lily Evans, pero de haber habido otro prefecto en vez de él ya llevarían cientos de puntos menos en la Casa de Gryffindor.

Estudiando, también aprovechando su bloque libre pero de una manera completamente distintas, estaba Lily. Ella hacía como que estudiaba para los T.I.M.O, pero en realidad miraba por la ventana riendo. Remus se acercó sigilosamente para tratar de darle una sorpresa, pero…

- Los castigaron a todos, ¿verdad? – preguntó la chica – Lo vi desde la ventana. No voy a negar que el agua se veía deliciosa.

- Están en el despacho de McGonagall ahora – corroboró el prefecto asintiendo.

- Apuesto que todo fue idea de James.

- Estoy seguro, pero seguro, que en otra vida tú y James—

- No divagues, Remus – lo calló Lily enseguida mientras cerraba el libro sobre la mesita – Además tenemos que hablar enserio. No podemos perder tiempo hablando sobre el idiota de Potter…

- ¿Qué? ¿Qué es? – preguntó interesado.

- Severus tiene sospechas de que eres un hombre lobo – le susurró.

- Era cosa de tiempo – dijo encogiéndose de hombros. Intentó sonar calmado como si no le importara, pero en realidad sintió como se le encogía el estómago de nervios.

- Yo creo que lo sabe, pero me hice la tonta… Le dije que estaba al tanto de las sospechas y que quizás podría ser, tal vez… No es tonto. Si se lo negaba de lleno iba a ser muy obvio.

- No hay que ser brillante para darse cuenta de mis ausencias – dijo haciendo comillas con los dedos – Me sorprende que nadie más se haya dado cuenta antes, de hecho… Especialmente cuando llego lleno de cicatrices aquí—

- No sólo cicatrices, ¿no? Últimamente andas trayendo una cara horrible

- Gracias, Lily

- Creo que algo más te preocupa… Leí el periódico que leen ellos – susurró mirando a su alrededor para que nadie más se percatara – Sé que Voldemort está forjando alianzas con todas las criaturas posibles y ya tiene lista una con los hombres lobo por culpa de Greyback—

- Ya he hablado con Dumbledore de eso y no tienes que preocuparte de nada porque me enviará a un lugar especial durante el verano si es que la cosa se pone fea – la tranquilizó con una sonrisa falsa – Además mi padre trabaja en el Ministerio en el departamento de control de Criaturas mágicas… Créeme que va a ser el primero en saber si me andan buscando para reclutarme o algo así.

- Es un alivio escuchar eso – dijo sonriendo, más tranquila - Hoy es la fiesta Slug.

- Así es… ¿Irás?

- Sí. ¿Sabes quién más irá? – preguntó haciéndose la interesante – Mary.

- No tengo idea de lo que hablas – dijo, mientras ahora él tomaba el libro para disimular – Tengo que empezar a estudiar… A veces se me olvida que los T.I.M.O son este año.

- Se te nota que te gusta Mary… - continuó ella con normalidad, como si hablara del clima - Y si me preguntas mi opinión, yo creo que también le interesas. ¿Por qué no le pides un consejo a James o a Sirius? Se nota que a ellos les va bien con las chicas.

- ¡Claro que no! Además… ¿Por qué crees que le intereso a Mary? Y pregunto sólo por curiosidad a decir verdad…

- Te mira cuando tú no miras y siempre se queda estudiando en la Sala Común justo hasta que todos ustedes se van a dormir.

- Podría estar mirando a James o a Sirius como todas las demás – dijo no muy convencido – Además a mí no me gusta.

- Sí, claro. Quizás te da miedo porque no tienes experiencia con las chicas, pero yo creo que si te acercaras podría funcionar algo por ahí. Y harían una linda pareja.

- Es cierto que no tengo experiencia con chicas – mintió Remus abiertamente, recordando algunas salidas por Londres junto a sus amigos.

Debido a su pequeño problema peludo, Remus de vez en cuando sentía un inexplicable e incontenible instinto sexual, que él relacionaba al instinto animal mismo de un lobo (ya que era justo cuando se acercaba la luna llena). Cuando ya no pudo soportarlo más, muy joven y todo el año anterior a ese, tuvo que decirle a sus amigos lo que le ocurría, avergonzado y colorado hasta las orejas. Ninguno era muy experto en el tema ni tenían muchas experiencias con chicas a esa edad, así que sus primeros intentos de frecuentar bares habían sido patéticos y no habían dado resultados.

Sin embargo, a la larga, y por mucho que James y Sirius tuvieran fama de mujeriegos en el presente, Remus había sido el que había iniciado con todo eso de ligar con una chica una noche cualquiera, y se sentía algo culpable al respecto, pero así era su doble vida.

- Pero la cosa es que ni aunque me gustara Mary intentaría algo – continuó regresando a la conversación – Soy un hombre lobo, Lily.

- ¿Y eso qué?

- Siempre he intentado hacerme la idea de que nunca podré casarme ni tener una familia. Tener una novia ahora, aunque no tenga ni planes de casarme con ella, no me servirá a acostumbrarme a vivir solo el resto de mi vida.

- Estás muy equivocado si piensas que tu condición de licántropo va a impedir—

- ¿Crees que los chicos no me han dicho eso muchas veces también? Son mis amigos y quieren animarme, pero al final no vale la pena arriesgarse a algo tan peligroso. Cuando llegué a Hogwarts ni siquiera tenía muchas ganas de hacer amigos, Lily. He arrastrado a los chicos a…

- ¿A…? – preguntó interesada.

- Nada. A encubrirme, no lo sé, igual que tú – mintió de nuevo, pensando en que sus amigos acababan de pasar un mes con una hoja de mandrágora en la boca – Hace diez años que mis padres tenían que encerrarme en una pieza de nuestra casa y escuchar mis gritos, y mentirle a los vecinos. He dañado sus vidas… No quiero dañarle la vida a nadie más.

- Bueno, Rem, como digas. No creo que pueda hacerte cambiar de parecer, pero… ¿Te gusta o no?

- Sí, me gusta – admitió poniéndose colorado.

- Ella me dijo que le gustas también – dijo sonriendo triunfal.

- Evans… - replicó haciéndose el molesto, pero no podía engañar a nadie porque aquella noticia de pronto lo había llenado de felicidad y había sentido una sensación muy loca y molesta en el estómago.

- Sólo decía – dijo haciéndose la tonta y mirando el libro de nuevo.

Remus permaneció el resto del día rumiando muchas cosas en su cabeza, como por ejemplo, dejar de lado absolutamente todo lo que había dicho horas antes y cuestionarse si debía acercarse a Mary a tantear el terreno… Empezó a fantasear con cosas tontas y cursis como la forma ideal en la que podría resultar todo.

Todo el grupito que McGonagall había castigado había llegado alrededor de cuarenta minutos después y continuaban riendo grupalmente mientras una de las chicas imitaba a la severa profesora. Miró a Mary que sonreía y estuvo seguro de que lo quería. Iba a decirle algo durante la fiesta Slug. Quizás le pediría una cita para la siguiente salida a Hogsmeade.

- ¡Eh, pero si es Remus! – gritó James haciendo tanto escándalo como solía hacer, adicto a llamar la atención de todos los presentes - ¿Dónde te metiste todo este tiempo?

- Estaba con Lily.

- Ah – replicó algo incómodo - ¿Hiciste algún avance con lo que te pedí?

- Lo olvidé.

- ¿Hiciste algún avance con lo que te pedí yo? – preguntó Sirius.

- También lo olvidé

- ¿Y lo mío? – preguntó Peter. Remus negó con la cabeza esta vez.

- ¿Qué se traman? – preguntó una de las chicas.

Ninguno respondió nada, evadiendo el tema con naturalidad. Luego, las chicas anunciaron que mejor iban a cambiarse de ropa y partieron a la torre para ir a su habitación.

Cayó la noche. James y Remus, muy formales, salieron de camino a las mazmorras del castillo para asistir a la primera fiesta del Club Slug del año. Los dos, sin decirse palabra entre ellos, se habían arreglado más de la cuenta porque sabían que tanto Lily como Mary estarían ahí. Para Remus era mucho más fácil intentar acercarse a ella en un lugar como ese que cuando estaba rodeada por sus demás amigas.

El lugar estaba decorado con un motivo otoñal, con hojitas anaranjadas y rojas colgadas por todas partes. Había una mesa larga contra la pared en donde había varios platillos deliciosos preparados por los elfos de Hogwarts. James divisó a Lily cerca de un chico de Ravenclaw llamado Dave Sthal. Se acercó a ambos como si nada, y una vez que la chica notó su presencia, rodó sus ojos.

- Sthal, el profesor Slughorn te estaba buscando – mintió. El chico se despidió y se fue de inmediato – Hola, Lily.

- James…

- ¿Una cita?

- No

- Sabes que es sólo una, ¿verdad? – preguntó acercándose un poco más. La chica lo fulminó con la mirada – Y sin compromisos. Es más, si te aburres podrías irte. Aunque nunca nadie se aburre conmigo.

Lily bostezó al comentario fingiendo que estaba aburrida. Y sin decir más, se fue. Severus Snape, su gran amigo, acaba de entrar a la reunión. Él también era parte del Club Slug, para desagrado de James. Ahí no podía comportarse como un abusador con él, pues el profesor lo vería. Por eso mismo, Snape también solía comportarse como un idiota provocador en ese tipo de instancias.

Remus se acercó a Mary. El corazón le latía tan fuerte que llegaba a golpearle el pecho por dentro. Sentía que se le iba a salir en cualquier momento. Pero estaba animado y resuelto a hablarle e invitarla a salir.

- Hola – saludó tímidamente. La chica sonrió cuando lo vio.

- ¡Remus!

- Espero que la profesora McGonagall no te haya retado mucho esta mañana – fue lo primero que atinó a decir.

- Nunca había estado en una situación así – comentó la chica, animada - ¿Siempre son así? La profesora McGonagall enfurecida, retándolos y ellos muertos de la risa. Con las chicas no sabíamos qué hacer.

- Ah, sí. Sí, sí, eso es común – dijo él.

- Pero finalmente nos ha quitado sólo cinco puntos a cada una. Y a ellos… Bueno, ellos tendrán que restregar los trofeos y armaduras a mano este fin de semana.

- ¿Ah sí? – preguntó interesado – No me lo dijeron. Supongo que no pretenden llevar el castigo a cabo.

Mary abrió los ojos incrédula. ¿Alguien podía zafarse de un castigo de McGonagall?

Justo en ese momento un alumno de segundo pasó ofreciendo tragos y panquecitos en una bandeja de metal. Remus tomó un vasito y lo bebió de un golpe, sintiéndose atrevido de pronto. Iba a invitar a la chica al próximo paseo de Hogsmeade, aunque intentaría que fuera algo casual para no poner demasiada presión de inmediato.

- Mary, estaba pensando…

- ¿Sí?

- El próximo mes comienzan las visitas a Hogsmeade.

- Sí – asintió ella, sin entender para donde iba la cosa.

- Podríamos reunirnos allí – intentó sonar lo más casual posible, y creyó lograrlo, a pesar de que sentía sus orejas hirviendo y estaba completamente avergonzado – Y hacer algo entretenido.

- Algo entretenido – repitió ella, nerviosa.

- Tomarnos algo en Las Tres Escobas – continuó él. La chica sí se había puesto colorada, y ya comenzaba a jugar con sus manos – Si te parece bien, claro.

- Me parece bien – dijo ella, rápidamente. Lo miró sonriendo – Me encantaría que nos reuniéramos allí.

La noche continuó triunfante para Remus. Sabía que iba a terminar siendo incómodo si se sentaba junto a ella o algo así, así que después de intentar finalizar la conversación cómodamente, se fue a sentar con James, que no se veía tan contento como él.

- ¿Y a ti qué te pasa? – preguntó el chico de cabello azabache, enojado - ¿Por qué andas tan contento?

- ¿A mí? Nada – respondió haciéndose el tonto.

- Estas fiestas son estúpidas – dijo cruzándose de brazos – No, no realmente… Lily Evans es tan malvada, ¿sabes? Sirius tiene razón.

- Lily es genial – comentó Remus honestamente. James le hizo una mueca de desagrado y Remus rio, dándole una palmada en el hombro - ¡Ya, hombre! Intentaré hablarle bien de ti la próxima vez.

- No, no, ya no me interesa – dijo, altanero.

A los diez minutos le dijo que había cambiado de parecer.

Cuando iba de camino a la Sala Común de Gryffindor, escuchó un sollozo tímido. Se sobresaltó al ver la silueta de una chica apoyada contra una pared del castillo, llorando suavemente. Esa chica era Lily. Se preocupó de inmediato y, esperando que no lo mandara al carajo de nuevo, se acercó a ella.

- Lily, ¿estás bien? – dijo colocando su mano sobre el hombro de la chica.

- Ay, James, no comiences, ¿quieres? – dijo mirándolo irritada.

- No, no, lo prometo. Pero, ¿qué te pasó? Creí que seguías en la fiesta…

- No es nada.

- Vi que esos idiotas llegaron… Mulciber y su pandilla. ¿Tiene algo que ver con eso?

- Tal vez – respondió, secándose las lágrimas – No es de tu incumbencia, a decir verdad. Regresaré a la torre.

Se encaminó, pero el chico la tomó suavemente por la muñeca.

- Lily, no te voy a molestar. Puedes confiar en mí. El idiota de Quejicus dijo algo, ¿verdad? Desde que se junta con esos tontos—

- James, ¿sabes qué? – preguntó hastiada, retirando su brazo de la mano de James – Tú eres un idiota. Me sorprende, de verdad me supera el hecho de que no te des cuenta de eso. Le dices idiota a todo el mundo, y andas por los pasillos aterrorizando a cualquiera que te caiga mal o que encuentres que es un "perdedor".

- Yo—

- No quiero salir contigo ni quiero ser tu amiga, Potter – dijo suave, pero tajantemente – El tipo de persona que eres no va conmigo. No quiero hablar contigo, ¿puedes simplemente dejarme tranquila, por favor?

- Pero Lily, yo sólo—

- Y por favor, también deja tranquilo a Severus – lo interrumpió.

James había quedado sorprendido con la repentina reprimenda que le había dado la chica. No estaba acostumbrado a que una chica lo rechazara, nunca. Cuando Lily lo hacía, era gracioso. Pero ya no más. Ahora realmente se sintió como un idiota. Por primera vez quizás sus palabras le habían hecho eco.

Se quedó de pie, solo en el pasillo.