N/A: Gracias a todos quienes leen ¡Eva! Muchas gracias por tu reseña. Por lo poco que alcanzamos a saber de JK Rowling, en estos años adolescentes los chicos tenían sus falencias. De cualquier forma intento que pese a eso no se pierda lo buenos amigos y buenas personas que eran en el fondo jaja
10
Pareja de baile
Dos días después, los alumnos de Durmstrang habían socializado bastante bien con los de Slytherin, para sorpresa de nadie. Así mismo, los demás se habían mezclado muy bien entre el alumnado de Hogwarts, y los alumnos de Ilvermorny parecían caerle bien a todo el mundo. Cada vez quedaban menos días para el baile y lo único que hacían todos en aquella semana libre de clases y pruebas era divertirse y conocer nuevas y geniales personas.
Chicas y chicos recibían paquetes cada día durante el desayuno. Sus familias les enviaban vestidos y túnicas de gala, accesorios y demases para el baile. James le había mandado un no despreciable número de tres cartas a su madre. La primera fue para pedirle una túnica de gala negra y una corbata de moño color grafito. La segunda fue para aclararle cuál era el color grafito. La tercera fue para enviarle un manchón de color grafito hecho con el lápiz de mina de Lily.
Peter estaba en las nubes con todo eso de tener una cita. Probablemente estaba viviendo sus mejores días hasta ese momento. Pero, Remus, muy por el contrario, estaba acongojado. Por un lado, le daba nervios invitar a Mary. Por el otro, Sirius no dejaba de decirle que lo quería ver borracho y eso era peligroso. Los profesores estarían ahí mismo.
- Sirius, Remus, les recuerdo que el baile es eminentemente en parejas – le recordó James a sus amigos, imitando perfectamente la voz de la profesora McGonagall.
- Quizás debería ir solo – reflexionó Remus – Estaré borracho.
- Nunca una persona había tenido más asumido su destino que éste – dijo Sirius apuntando a su amigo castaño con la quijada.
- Ya pero, si no te emborracharas… - comenzó a decir Peter mientras Sirius gritaba "¡No le des ideas!" - ¿A quién invitarías?
- No lo sé – mintió.
- Si Remus no invita a nadie, yo tampoco lo haré – decretó el chico de ojos grises - ¿Y saben qué? Creo que es la mejor idea. La mayoría de las chicas extranjeras no vienen con pareja.
- La mayoría de las chicas extranjeras se emparejó con sus compañeros de escuela – rebatió James – No todas están locas y vienen a ligar con gente desconocida. Esa es tu fantasía. No la realidad.
- ¿Saben qué? A la mierda – dijo Sirius, poniéndose de pie – Voy a hacerlo. Voy a invitar a la chica de ojos amarillos.
- Y te va a mandar al carajo.
- No me tienes fe.
- Es más probable que Marlene McKinnon acepte una cita contigo antes de que esa chica quiera ir al baile contigo. Además es de Durmstrang. Los de Durmstrang son tontos.
- Sea como sea mejor se apresuran – se metió Peter – Escuché que ya todas las chicas de cuarto y quinto tienen pareja… En Gryffindor.
- ¿Ah sí? – preguntó Remus, pensando en Mary - ¿Todas?
Peter asintió.
- Creo que ya me decidí. Iré solo al baile y me emborracharé con toda calma.
Sirius bajó un piso tras otro dando saltitos por la escalera. Había decidido arriesgar el todo por el todo. Si veía primero a Marlene McKinnon, le pediría primero una cita a ella. Si Marlene le decía que sí, todos iban a hablar de ello. Si veía primero a la hermosa chica de Durmstrang, le pediría una cita a ella primero. Si la chica le decía que sí, se convertiría en una leyenda y se burlaría de Regulus para siempre.
Si cualquiera de las dos le decía que no, por el contrario (y siendo lo más probable), nadie tendría que saberlo. La chica de Durmstrang se iría en menos de una semana. Marlene McKinnon parecía tan buena que no le contaría ni a su mejor amiga para no humillarlo. Lo único que necesitaba era una buena frase de inicio y después de mucho pensarlo, decidió que lo mejor era mantenerlo simple. "¿Qué hay? ¿Tienes pareja para el baile? ¿Por qué no vamos juntos?". Algo así. Mantenerlo simple.
Pero, cuando llegó al segundo piso escuchó voces con un inconfundible acento marcado. Se quedó quieto, al otro lado del corredor, escuchando todo con mayor atención antes de dejarse ver.
- Mi padre dijo que Hogwarts estaba arruinado – dijo uno de los chicos con acento marcado – Que estaría lleno de sangre sucias.
- No en Slytherin, por suerte.
Sirius reconoció esa segunda voz como la de Mulciber.
- Pero sí está lleno. Aunque imagino que no lo estará por mucho tiempo más. Voldemort está ganando, ¿no?
- La revolución está siendo lenta hasta ahora – dijo otra voz. Ese era Flint.
- Es una lástima que no haya una forma rápida de exterminar a todos los impuros.
- ¿Sabes lo que es una lástima? – interrumpió Sirius, apareciéndose frente a ellos. Los Slytherin rodaron sus ojos – Que las familias de sangre pura insistan en esto de casarse entre ellos, primos con primos y otras cosas incestuosas. Quiero decir, es genial que no haya grandes casos de deformidad todavía, pero… Sus coeficientes intelectuales no tuvieron la misma suerte.
- ¿Quién es este payaso? – preguntó el chico, cuyo uniforme pertenecía a Durmstrang.
- Nadie que merezca tu interés, Skurken – respondió Mulciber – Hablas demasiado, Black. Considerando que vienes precisamente de una familia a la que le encanta aparearse entre ellos. Creo que es hora de que te vayas al carajo.
- Espero que no le estén metiendo cosas en la cabeza a nuestros amiguitos de Durmstrang – dijo acercándose a él de manera amenazante.
- ¿Quieres pelear, Black? – respondió Mulciber con una sonrisa.
- Yo quiero pelear – dijo Skurken. El chico le sacaba una cabeza de altura a Sirius y le era el doble de cuerpo hacia los lados – A ver si los amantes de los sangre sucia son tan buenos en eso.
Skurken se acercó a Sirius hasta quedar muy cerca, y luego le dio un cabezazo. Sirius intentó no enloquecer ante ese hecho, porque perder la cabeza nunca funcionaba demasiado bien en momentos como ese. Así que soltó una risa fría y lo empujó, manteniéndose firme en su lugar.
- Todo, desde nuestra ropa hasta el núcleo de nuestras varitas grita poder – dijo sacando su varita para apuntarlo – Tú, señorita, ¿qué puedes decir?
- Soy jodidamente bueno en duelos – respondió, ahora sacando él su varita.
- Black, no seas idiota – dijo Flint riendo – Somos tres y tú solo uno.
- Dos – dijo la voz de una chica detrás del grupo.
Lily acababa de aparecerse y ya tenía la varita empuñada con más firmeza que cualquiera de los anteriores.
- Y soy jodidamente rápida – continuó - ¡Expelliarmus!
La varita de Skurken voló por los aires cayendo a varios metros. Parecía que Peter había dado en el clavo y las neuronas del chico no habían sido suficientemente rápidas para asimilar y enfrentar la aparición de Lily. Mulciber y Flint no se tardaron en insultarla y sacar su varita para pelear, pero Sirius ya los estaba apuntando.
- Skurken, ¿no? – dijo la colorina – Apuesto que es tu primer encuentro con una… ¿Cómo le llamaste? Ah sí, sangre sucia. Mucho gusto. Ahora puedes decirle a tus compañeros que conociste a una en persona. Y que te desarmó en un segundo.
- Cierra tu asquerosa boca, Evans – le ordenó Flint.
- Tú cierra la boca, Flint. Más te vale que regresen a la mazmorra de donde salieron y se lleven a su estúpido amiguito con ustedes si no quieren que le cuente a Slughorn este maravilloso encuentro.
- Y ya saben lo mucho que Slughorn idolatra a Evans – les recordó Sirius.
- Esto no se quedará así, sangre sucia asquerosa – la amenazó Mulciber, antes de dirigir una mirada llena de odio hacia Sirius.
Luego los tres alumnos se fueron por donde vinieron, intentando no lucir humillados pese a que lo estaban, mientras Sirius y Lily se quedaron mirándolos hasta que desaparecieron justo al final del corredor.
- ¿Estás bien, Evans?
- Por supuesto – dijo guardando su varita - ¿Y tú, Black? ¿Pensabas detener a esos tres completamente solo? Bastante arrogante, ¿no?
- Uf, yo creo que podía contra ellos – respondió guiñándole un ojo – Pero gracias por haber llegado a ayudarme. No conocía esa faceta tuya. Bastante…
- ¿Bastante qué?
- Gryffindor.
Lily sonrió ampliamente, aceptando el cumplido. Sirius le caía decididamente bien, ahora que lo conocía. Aceptaba que Remus tenía razón al menos respecto de él. Sirius le devolvió la sonrisa. No lo dijo, pero en su mente tenía el máximo cumplido para Lily: Ella estaba al nivel de Los Merodeadores. Y lograba entender plenamente que James estuviera loco por ella. Tenía agallas.
- ¿Lista para tu cita con James?
- De hecho, sí – dijo asintiendo – Todo este tiempo me ha servido para prepararme mentalmente.
- Deséame suerte, Evans.
- ¿Por qué?
- Me toca a mí invitar a alguien al baile ahora.
- ¡Suerte!
El colegio estaba lleno. No había un solo lugar en donde no hubiese un grupo de alumnos de alguna escuela caminando. Era un castillo tan grande que Sirius nunca pensó que iba a verlo tan lleno de personas caminando de un lado a otro, pero ahí estaba, sin poder encontrar a ninguna de las dos chicas que esperaba a ver. Y estaba el problema de la intimidad, también, pues no lograría estar a solas con nadie bajo esas condiciones.
Cuando ya había pasado casi una hora desde que había dejado a Lily en el segundo piso, pensó en rendirse y regresar a la habitación con sus amigos. Sin embargo, justo en ese momento vio a la chica de Durmstrang comiendo un panquecito de chocolate blanco cerca de la entrada del castillo. No pudo detenerse, caminó como hipnotizado hacia ella con la cabeza nublada.
¡Probablemente estaba medio hipnotizado! Ella era medio veela, y él sentía como perdía el control aunque ella ni siquiera lo estuviese mirando. Qué suerte que hay poca gente aquí, pensó, asimilando que iba a ser rechazado. Ya casi estaba frente a ella. ¡Vaya, que es bonita!, volvió a pensar.
- Me lo dicen bastante – replicó la chica, con un tono de aburrimiento y sin levantar la mirada.
La chica leía la mente o había dicho la frase en voz alta, siendo la segunda bastante más probable. Sirius sintió que se hundía en la vergüenza, pero intentó salir del paso de la manera más genial posible.
- No quise decir eso.
- ¿No crees que soy bonita? – preguntó levantando la vista por primera vez. Una mirada que lo arrolló como un camión, pese a que seguía con la misma expresión y tono de estar aburrida – Que lástima.
- No, yo… Quiero decir… No pensé que… Mierda.
Se quedó en silencio. Nunca había tenido tantos problemas en la vida para hacerse entender. Estaba realmente hipnotizado por ella. Por esos ojos amarillos. Su acento la volvía incluso más deseable. Nunca había hablado antes con una veela. O medio veela. Tal vez… ¿Un cuarto de veela? Debió haber armado un mejor plan en su cabeza para ese encuentro, y de pronto se acordó de sus frases simples.
- Hey.
La chica volvió a mirarlo.
- ¿Tienes con quién ir al baile? – preguntó. Ella no dijo nada – Por supuesto que debes tener con quién ir al baile. Sólo quedan dos días y eres hermosa.
Esta vez, ella rio algo entretenida.
- No, no tengo con quién ir al baile. ¿Por qué? ¿Quieres invitarme? Si quieres invitarme tendrás que hacerlo mucho mejor que esto.
- Claro, claro – dijo él con seriedad – Debí tomar Felix Felicis como James. Es jodidamente complicado hablar con una veela. ¿Eres una veela? Por supuesto que eres una veela. Necesito callarme ahora. Pero sólo para que sepas, no soy así de imbécil en el día a día. Soy muy genial.
- Me imagino – dijo ella sonriendo.
- Quiero decir, mira mi cara. Soy atractivo, ¿o no? Las chicas me aman. Pero… Parece que no las veelas.
- No soy una veela. Soy medio veela. Merlín, si vieras a una veela real no podrías controlarte, ¿no es así?
- Medio veela – repitió – Eso es casi como ser una veela de verdad.
- Hay un mundo de diferencia, a decir verdad – replicó riendo.
- Me preguntaba…
- ¿Si quiero ir al baile contigo?
- No. Si alguien más te lo pidió. Específicamente un chico parecido a mí, pero… Más feo. Mi hermano, Regulus.
- Ah, ¿es tu hermano? – dijo riendo con un poco de burla – Se me ha acercado tres veces pero todavía no logra decirme una palabra. Supongo que te has aventajado en ese sentido.
Saber que Regulus había fracasado rotundamente y él no, le había liberado de una gran parte de la presión que sentía y de pronto recobró un poco de su cordura. O tal vez era que ya se había acostumbrado ligeramente a hablar con la chica. Ahora que estaba más confiado podía intentar hablar de verdad.
- Entonces… - dijo sonriéndole - ¿Cómo te llamas?
- Elvendork.
- ¡¿Qué?! – preguntó impresionado.
- ¿Crees que es un nombre extraño? Pues no, es unisex.
A Sirius se le cayó la cara al suelo.
- Sólo bromeaba – dijo muerta de la risa – Tu amigo James vino a hablar conmigo hace como treinta minutos. Dijo que un tipo llamado Sirius Black intentaría hablar conmigo, y que debía decirte que me llamaba Elvendork.
- Pero… Yo no te he dicho que me llamo Sirius Black.
- Pero mencionaste a tu amigo James – respondió. Sirius pensó que debía moler a James a palos justo cuando la chica le estiró la mano a modo de saludo – Soy Alex, mucho gusto.
- Yo soy Sirius – dijo tomándole la mano. Todo el efecto que la chica tenía sobre él empeoró – Y mi apellido es Black. Así que… Soy Sirius Black.
- Lo sé, sé que eres Sirius Black – dijo entretenida – Tu amigo James tuvo menos problemas hablando conmigo, ¿sabes?
- Oh, no me digas eso. Eso sí que me destruye el espíritu.
- Tienes razón, fue un pésimo comentario de mi parte – dijo poniéndose de pie.
La chica se iba a ir y Sirius todavía no lograba llegar a ningún punto, excepto el de demostrar lo idiota que se podía volver un hombre al estar junto a una veela. Medio veela, más bien. Gracias a Merlín no había nadie cerca como para ver todo ese espectáculo y burlarse de él luego.
- Alex. Una cosa. ¿Cómo es que alguien como tú no tiene pareja todavía?
- Sigo bateándolos cada vez que se acercan – replicó con total naturalidad. En cualquier otra chica la arrogancia de ese nivel hubiese irritado a Sirius. Pero no en ella.
- ¿Incluso a tus compañeros de Durmstrang?
- Mis compañeros son imbéciles – dijo rodando los ojos - ¿No te has enterado?
Ahora Sirius se sentía enamorado.
- Recién tuve una pelea con uno de ellos – replicó, intentando parecer más interesante a los ojos de ella – Skunken o algo así.
- Skurken. El rey de los imbéciles.
- Lo desarmó una amiga, hija de muggles – dijo riendo. Alex abrió los ojos como platos, entretenida – De seguro está enfurecido.
- Se cree que viene de la familia más pura de Noruega, pero, ¿sabes qué? Uno de sus abuelos era muggle – dijo la chica.
Con esa conversación, Sirius por fin se sentía normal. Era un efecto similar al que sintió cuando el profesor Slughorn le dio un antídoto para la amortentia. Sólo que estaba menos deprimido y con los pies en la tierra.
- En esta época parece que hay más imbéciles que en cualquier otra.
- Cuesta quedarse de brazos cruzados con todo lo que está pasando, ¿eh?
No sabía si lo decía enserio o no, pero esa frase bastó para que Sirius dejara de verla completamente como una chica bonita, y la empezara a ver como una chica inteligente. Antes tenía su atención. Ahora, además, tenía su interés. Si realmente creía en lo que acababa de decir, era la chica perfecta.
- Bueno, Sirius… Fue un placer conocerte. Nos vemos.
La chica comenzó a subir por la escalera, ya a varios metros de distancia de él, cuando Sirius sintió la urgente necesidad de no dejar que se fuera así como así. Aunque todavía quedaban alumnos en el lugar, le gritó:
- ¡Hey, Alex!
La chica se giró a medio camino. Los alumnos presentes también se giraron a mirarlo.
- Anda al baile conmigo.
- ¿Este es tu verdadero tú? – dijo riendo - ¿Ese que las chicas aman?
- Ese que es genial y atractivo – corroboró, volviendo a sonreír como un sin vergüenzas.
- ¿Puedes bailar?
- Como los dioses.
- Bien, más te vale que sea cierto. Iré contigo – dijo sonriendo.
Volvió a girarse y se fue por la escalera hacia arriba.
Quería hacerlo como James y salir gritando por los pasillos para que todos se enteraran de lo genial que era, pero se contuvo y se contentó con el hecho de que los alumnos presentes lo miraban sorprendidos. Lo había logrado… Ahora sí que su ego se había disparado. Si había logrado esto, podía lograr cualquier cosa.
A la mañana siguiente ya se había corrido la voz y Sirius tuvo el desayuno más espléndido de su vida.
- No puedo creer que te haya dicho que sí – dijo Peter.
- Y lo hice sin Felix Felicis, a diferencia de otros. Por cierto, Potter, la bromita de Elvendork fue jodidamente graciosa.
- Eso pensé yo también – le respondió James, con una sonrisa descarada.
- Yo pensé que te ibas a cagar en los pantalones antes de poder decirle una palabra – le dijo Remus, con toda honestidad – Esa chica está muy por sobre tu liga.
- Ah, nada como las palabras de aliento de tus mejores amigos.
- ¡Felicidades! – llegó diciendo Lily, mientras le revolvía los rulos al moreno – Supe que la chica bonita aceptó ir contigo al baile. No quiero ni pensar que técnicas oscuras usaste para conseguirlo.
- Gracias, Evans.
Mary McDonald miró hacia el grupo y Remus bajó la mirada para evitarla. Desde que supo que tenía pareja se había muerto de curiosidad para saber quién sería. Realmente se había demorado demasiado en invitarla, no podía quejarse. Pero… ¿Todavía podría invitarla a una cita en Hogsmeade para la próxima? O, ¿esto significaba que ya no estaba más interesada en él? Si era así… Se lo había buscado.
- ¿Saben que mi madre no me envió una maldita túnica de gala? – dijo Sirius, interrumpiendo sus pensamientos.
- ¿Qué vas a hacer? – preguntó Peter.
- Potter, ¿tienes otro par de pantalones negros?
- Eso creo.
- ¿Creen que McGonagall me mate si me aparezco con eso y una camisa muggle de color violeta?
- Quieres imitar al jodido Keith Richards, ¿no es así? – preguntó riendo.
- Talvez.
- Oh, McGonagall va a estar encantada – dijo Remus en tono sarcástico – Todo este baile va a resultar memorable.
- Tan memorable como lo será esta noche – dijo James – Celine me dijo que la habitación de Madame Maxime no tiene ventanas, y que tiene el sueño tan pesado como un marinero borracho durante una mañana de domingo.
- ¿De verdad? – preguntaron los tres ilusionados.
- Y dijo que esos animalitos sólo beben Whisky puro de Malta o algo por el estilo.
- Bien, tracemos bien el plan – dijo Remus poniéndose serio – Yo iré a hablar con Hagrid, y cuando se descuide, y claro que lo hará, le robaré unas cuatro o cinco botellas.
- Que sean más – pidió Sirius – Nunca está demás tener un poco de Whiskey de calidad guardado en nuestro armario.
- Bien.
- Nos escabulliremos con la Capa de Invisibilidad.
- Volaremos sobre los terrenos y llegaremos hasta Hogsmeade. Luego de eso, nos devolvemos, amarramos a los abraxan, nos tomaremos una foto con ellos, por supuesto, y regresaremos al castillo sin que nadie jamás se entere.
- Y nadie jamás debe enterarse porque creo que esta sí podría ser una causal de expulsión.
- Los vi menos preocupados por tomarse la poción para ser animagos ilegales, y esa es una causal de ir a prisión – matizó el licántropo. Sus amigos no se veían demasiado preocupados.
- Tenemos que hacer esto después de medianoche, cuando todos estén durmiendo.
- ¡Esperen! – interrumpió Peter mirándolos - ¡No puedo hacerlo! ¡Me arrepentí!
- ¿Qué? ¿Por qué?
- ¡¿Por qué?! ¡Porque Sirius tiene razón, no quiero que me expulsen!
- Nadie va a saberlo – intentó tranquilizarlo James.
- No estoy tan ansioso por volar sobre un caballo gigante como para arriesgarme.
- ¡Pero Peter, tú sugeriste la idea en primer lugar! – le gritó Sirius, indignado.
Todos los alumnos que estaban sentados a los lados de Los Merodeadores miraron tras escuchar que Sirius le gritaba al chico rubio. Así que se preocuparon de volver a bajar la voz y regresar a los susurros antes de continuar.
- No lo obligues si no quiere – se metió el chico de gafas.
- Son caballos gigantes, Potter. Necesitamos ir de a dos, y sin el estúpido de Peter el plan se arruina.
- No, no se arruina – dijo rápidamente – Si Peter no quiere ir, encontraré a alguien que lo haga en un segundo.
- ¿Qué? ¿Quién?
- Celine quería hacerlo, quería ir conmigo – respondió encogiéndose de hombros.
- Quizás tú no quieras meterte en sus pantalones, Potter. Pero ella definitivamente quiere hacerlo – dijo Sirius, dando por cerrado el tema.
