N/A: ¡Gracias a quienes leen! Y a la fiel Evasis, gracias por comentar el cap anterior. La verdad es que de "El peor recuerdo de Snape" (HP5) se me da a entender que James era el peorcito por aquella época, pero no te desanimes que definitivamente se vendrá un cambio de roles en el futuro y luego probablemente te caiga mal Sirius (?) Broma. Medio broma.
16
Dumbledore
Sirius salió de la Sala de los Menesteres apurado y algo nervioso porque todavía sentía la fuerte adrenalina de aquel paseo en moto. ¡Su moto estaba volando por fin! Había sido muy paciente y había hecho las cosas bien, para finalmente cumplir uno de sus grandes deseos. Ahora sólo faltaba ponerle un dispositivo de invisibilidad para que los muggles no lo vieran y así no dañar el Secreto de la Comunidad Mágica.
Iba a volar a todas partes. Iba a volar por el resto de su vida.
- Señor Black – dijo la familiar voz calmada de Dumbledore detrás de él, sacándolo de sus pensamientos de un sobresalto.
- ¡Profesor Dumbledore! – dijo deteniéndose en su lugar. Lo pilló de sorpresa y casi le provoca un infarto…
- Me parece que estas no son horas para deambular por los pasillos de Hogwarts, señor Black – dijo el anciano mago –. Y sin embargo; que amable coincidencia, justo necesitaba hablar con usted.
- ¡Una gran coincidencia! – dijo haciéndose el desentendido para no tener que explicar qué hacía a fuera –. Podría decirse que el destino—.
- O podría decirse que usualmente sé en donde están mis alumnos en este castillo.
- ¡¿Siempre?! – preguntó algo escandalizado haciendo memoria de algunas cosas que prefería que nadie supiera.
- Casi siempre, señor Black, casi siempre – le aseguró el profesor con una pequeña sonrisa traviesa. Sirius no le creyó y sabía que los dos estaban pensando en algo similar, pero decidió no meterse ahí y hacer como que esa conversación no estaba ocurriendo.
- Y entonces, señor… ¿Quería hablar conmigo?
- Sí, pero lo que tenemos que hablar es de suma importancia y preferiría que fuéramos hasta mi despacho.
El chico tragó saliva. Eran pasado las diez de la noche, quizás casi las once, y por las ventanas de aquel corredor se veía que ya estaba muy oscuro. ¿Qué era tan urgente que Dumbledore había ido a buscarlo para llevarlo a su despacho? Obviamente pasaron la peor clase de ideas por su cabeza pero en el fondo sabía que no había hecho nada malo o al menos, nada tan malo. Asintió algo inquieto y los dos partieron a la torre.
Mientras caminaba hacia allá se dio cuenta de que hacía frío, se encontró a sí mismo tiritando a pesar de haberse colocado una chaqueta abrigada. Era extraño que hiciera un frío tan congelado dentro del castillo, con tantos hechizos que temperaban el lugar. Subieron por la escalera tras la gárgola y entonces estuvieron completamente solos a excepción de Fawkes, quien había renacido recientemente y dormía como un bebé.
- Tome asiento, señor Black – sugirió el profesor mientras él hacía lo mismo al otro lado del escritorio –. ¿Quiere sorbetes de limón?
- ¿Un qué?
- Sorbete de limón, un ácido y encantador dulce muggle.
- Está bien – dijo encogiéndose de hombros. En esa circunstancia hubiera aceptado hasta patas de tarántula para apurar la conversación –. Profesor, ¿puede explicarme lo que sucede?
- Sí, sí, un momento – replicó mientras parecía buscar el caramelo más grande dentro de una caja metálica y luego se la acercó al alumno –. Sírvete, por favor. Pocas personas entienden mi amor por algunos dulces y artefactos muggles, pero creo que usted me entiende, señor Black. Después de todo, tiene un ejemplar maravilloso en la Sala de los Menesteres. ¿Una Harley-Davidson?
- Una Royal Enfield – respondió el chico cada vez más aterrorizado por toda la información que manejaba Dumbledore de sus malos pasos -. ¿Cómo…?
- ¿Lo sé? No te preocupes, Sirius. No tengo espías ni cámaras en todas partes… Aunque las pinturas en los cuadros son bastante chismosos, así que ten cuidado con las cosas que dices y haces frente a ellos. Sé lo de tu moto por una graciosa coincidencia y desde entonces me he preguntado, ¿cómo la metiste en el colegio?
El profesor se veía tan interesado por aquel tema que lo miraba fijamente y lo único que se movía en su cara era su boca de tanto en tanto, saboreando el caramelo de limón. Sirius estaba algo incómodo, no sabía si era la redada más amable que le había hecho un profesor antes de castigarlo o si el irreverente director se había distraído de lo que realmente quería hablar con él.
Esperando no hallarse en problemas le respondió:
- Utilicé un encantamiento simple de encogimiento, reducio, y lo metí entro de una caja metálica junto con otras motos falsas de juguete y de colección. Cuando Filch hizo su inspección y las vio me las entregó sin hacerles una revisión.
- Ya veo, muy inteligente. Y usted le llama encantamiento simple a encoger una motocicleta que tiene tantas partes diferentes – dijo asintiendo levemente –. Cuando eso no tiene nada de simple, señor Black.
- Señor… - interrumpió incómodo, sin asimilar el cumplido de su director -. ¿Me trajo aquí para hablar de la moto y castigarme?
- No, no precisamente. Lo que tenemos que hablar es mucho más importante, ¿quieres beber algo? Tengo té, café, cerveza de mantequilla y jugo de calabaza… Y supongo que si quisieras algo más fuerte, podríamos beber algo de Whisky de Fuego o—.
- Estoy bien.
- Entonces vamos a lo que nos concierne – dijo juntando ambas manos sobre el escritorio –. No es ninguna novedad para mí que usted y sus amigos han estado involucrándose ligeramente en temas… "externos". Les gusta pelear con el señor Mulciber, ¿no es así?
- No sé de qué habla – respondió el chico. Dumbledore se sonrió por lo que pareció ser una micro fracción de segundo.
Sirius estaba confundido pero no dijo nada para no demostrarlo. ¿Cómo sabía Dumbledore algo así y por qué le importaba lo suficiente como para tenerlo allí, en su despacho a esa hora? El director, sin embargo, pareció atajar todos los pensamientos y comenzó a explicarse.
- El señor Mulciber no es alguien que me preocupe – señaló –. Soy de la idea de que en un momento de adversidad, como una guerra, deben ser los jóvenes quienes den un paso adelante. Son quienes tienen un espíritu inocente y lleno de fuerza para pelear por lo que creen, sus valores y convicciones… Son los jóvenes los que generalmente cambian el destino. Muchos se escandalizarían si me escucharan, pero yo sería incapaz de detener sus ansias, o callar sus preguntas curiosas… Yo, señor Black, admiro a cualquiera que se involucre en la guerra.
- Pero… Mulciber… - balbuceó el chico.
- Esto no tiene que ver con Mulciber – lo calmó el hombre, revolviendo su taza de té –. Las cosas están mal allá fuera, y sé que ustedes lo saben. Los alumnos no lo saben, pero hemos puesto detectores en artefactos que tienen magia oscura. Sé muy bien que hay un artefacto oscuro en su habitación—
- Ah, sí, pero no es lo que usted piensa – se apresuró a aclarar –. Mulciber nos entregó esa revista y decidimos quedárnosla para saber más del asunto.
- Tranquilo, señor Black, tranquilo. Me imaginaba que era algo así – dijo sonriendo -. Le pediría, sin embargo, que esa revista quede entre ustedes y no se la muestren a nadie más. Porque, lamentablemente las cosas están mal. ¿No se pregunta por qué hace tanto frío esta noche?
Sirius asintió en su lugar, confundido.
- Dementores.
- ¿De verdad? – preguntó confundido. ¿Ese era el motivo de un cambio de temperatura tan notorio?
- Verá. Los dementores son seres muy oscuros, señor Black. Personalmente creo que son los seres más oscuros. Por tal motivo, viendo este aumento de magia negra, de dolor, desesperación y más bajo el mando de Voldemort, se apresuraron rápidamente en declarar su lealtad hacia él.
- Pero, leí que Minchum decidió aumentar el número de dementores en Azkaban.
- Correcto. Y ese es el motivo por el que ahora, lamentablemente, no sólo tenemos dementores sueltos, aterrorizando a la gente… Sino que tenemos muchos dementores sueltos. Lamentablemente me han avisado no hace mucho tiempo atrás que han llegado hasta Hogsmeade, haciendo que la temperatura bajara drásticamente en toda la zona.
El moreno había estudiado vagamente a los dementores en Historia de la Magia y en Defensa Contra las Artes Oscuras. Sabía que eran criaturas horribles y despiadadas, conocidas por custodiar la cárcel de Azkaban y robar la felicidad de los prisioneros provocándoles desesperación y los más terribles pensamientos. A veces incluso terminaban matándolos tras succionar su alma.
Se halló a sí mismo pensando en guerras, malas políticas del Ministerio y dementores sueltos justo después de salir despreocupadamente de la Sala de Menesteres. Ahora estaba sentado en medio del despacho de su director y, pese a que la conversación estaba muy interesante, no lograba ordenar sus ideas. No entendía qué hacía exactamente ahí ni por qué Dumbledore le decía todo eso.
- Pero… ¿Qué tiene que ver todo esto conmigo?
- No me vendría mal algo de ayuda de ustedes – dijo finalmente el hombre y Sirius abrió los ojos sorprendido.
- ¿Cómo podríamos ayudarle… nosotros? – se aventuró a preguntar.
- Estoy seguro de que alguna utilidad podría encontrarle a cada uno de ustedes – dijo el mago –. Lo principal es la discreción, señor Black, por eso espero de todo corazón que usted le cuente todo a sus amigos esta noche. Incluyendo a la señorita Evans.
- Pero… ¿Por qué nosotros? ¿Y por qué quiso hablarlo conmigo?
- Lo sé, cualquiera creería que recurriría a James Potter primero, ¿no? – preguntó tranquilo –. Después de todo es un líder nato, un alumno muy valiente y una de las personas más diestras con la varita que he visto en Hogwarts…
Sirius asintió tranquilamente al resumen con un torbellino de confusión y pensamientos en su cabeza.
- Su hermano no volvió a Hogwarts de sus vacaciones. Su madre me ha indicado que es porque padece de "fiebre draconiana", pero algo me dice que no está enfermo realmente – dijo con tranquilidad -. ¿Quizás usted pueda corroborarme que no ha sufrido ninguna fiebre en los últimos días?
- Estaba perfectamente sano la última vez que lo vi.
- Me alegra saber eso, señor Black – dijo sonriendo muy sutilmente –. Entonces, si está dispuesto, me gustaría pedirle un favor.
- Lo que quiera – se apresuró a decir.
- Ahora que ha confirmado que lo de la fiebre draconiana es mentira, confirmo mis temores de que su hermano está faltando por otros motivos a clases. Señor Black, usted representa una utilidad que ninguno de sus amigos, ni yo mismos, poseemos: Una familia de sangre pura que simpatiza con Voldemort y los mortífagos.
Sirius había estado expectante, y luego de eso no fingió su decepción.
- Ya veo…
- Quiero que vea si su hermano está bien… No me gustaría saber que alguien lo estuviera presionando para hacer cosas que no quiere. ¿Podría hacerlo?
- Sí, puedo hacerlo.
- Durante las vacaciones de Pascua estará bien. Será menos sospechoso.
El chico asintió de mala gana. Justo cuando comenzaba a emocionarse, le daban el trabajo de ir a hacer de niñera con su familia. Volvió de muy mala gana a su habitación, tiritando de frío.
Cuando Sirius llegó al dormitorio James estaba indignado de que hubiera tardado tanto con Lily pero él no perdió el tiempo en contarle la extraña, pero maravillosa, conversación que había tenido con el director y sobretodo la misión que le había dado. Porque, aunque no le gustara, era una misión de verdad. Los demás estaban tan animados como ligeramente envidiosos al respecto.
- El profesor Dumbledore me dijo claramente que todos ustedes y Lily tenían una utilidad sólo que por el momento soy el que sirve – explicó calmadamente. Luego reparó que todo el cuarto estaba cubierto y completamente empapelado con pergaminos que parecían ser planos detallados en tinta rojo burdeo –. ¿Qué demonios están haciendo ahora?
- ¡El mapa! – dijo Remus -. ¿Ya no lo recuerdas?
- Casi lo olvidaba, ¡el mapa! – dijo sentándose a leer los pergaminos -. ¿Y han avanzado algo?
- Resulta que hacer calzar todo es más difícil de lo que uno podría pensar – continuó el chico castaño –. Si vamos a hacer esto tendremos que hacerlo bien, con mediciones y todo.
- Dicen que dormir tres horas es todo lo que se necesita para descansar – dijo James mirando el reloj –. si queremos ver en qué anda Mulciber lo antes posible tendremos que trabajar en esto en cada tiempo libre que tengamos.
- Remus es bueno dibujando y además es jodidamente perfeccionista y preciso. Digo que nosotros salgamos a tomar fotografías y a hacer planos basales y que luego él los adapte.
- Lo que si es necesario es que le hagamos un encantamiento muy poderoso a este pergamino o de lo contrario no funcionará… Y para eso también tenemos que estudiar.
- Creo que el pergamino debería permanecer en blanco y la tinta sólo debería re-aparecer una vez que digamos un hechizo… Un hechizo inventado por nosotros – sugirió James –. Así no todos podrán verlo. Y para aquellos que en especial no queramos que lo vean, un encantamiento para insultar.
- Suena bien – dijo Peter –. Pero esas son cosas más bien formales y nosotros necesitamos el encantamiento de fondo: El que haga que nos muestre a todos y en movimiento.
- Hay un encantamiento pero es muy difícil – dijo Remus –. Es magia completamente avanzada, como…
- ¿Convertirse en animago? – preguntó James con egocentrismo –. Lo que sea creo que podremos conseguirlo.
- Se llama Homonculous y si se realiza bien no sólo nos mostrará a todos, sino que además burlará los efectos de la poción multijugos o la capa de invisibilidad, o incluso a los animagos. Y será permanente.
Los Merodeadores se enfrascaron en una nueva idea y continuaron trabajando durante la noche hasta que los primeros brillos de luz del amanecer comenzaron a filtrarse entre las cortinas. Habían pasado de largo, no habían dormido nada, y ahora debían ir a arreglarse para comenzar otro día de clases... Para peor, hacía un frío digno del invierno más helado de Siberia y nuevamente comenzó a caer la nieve temprano en la mañana.
Después de un par de días Remus fue a la biblioteca a buscar un libro que lo ayudara con el encantamiento Homonculous temprano por la mañana, con una bufanda que lo tapaba hasta el inicio de sus ojos. Incluso aquellos alumnos más de pistados se habían dado cuenta de que el cambio climático no era algo normal pero todavía no hacían la conexión con los dementores, cuyo escape no había logrado salir en ningún periódico.
Mientras tanto, los otros tres amigos se habían saltado una clase para seguir trabajando en el mapa, que les estaba dando más dolores de cabeza que resultados. La habitación era un desastre y parecía una papelería, y ya todas las sábanas de las camas estaban manchadas con tinta color rojiza. Eventualmente Peter se aburrió y decidió ir a la Sala Común dejando a los otros dos solos.
- ¡La puta madre! – exclamó James exasperado -. ¡Esto no está dando resultados, Sirius!
- Estoy cansado, Potter – dijo el moreno saltando sobre la cama –. Va a ser imposible que… ¡Hija de—!
- ¿Qué, qué?
- ¿De cuándo es esto? – dijo levantando un ejemplar de Corazón de Bruja.
- Qué se yo… ¿De hoy? Con Remus tomamos todos los diarios y revistas que habían en la Sala Común esta mañana para hacer una revisión sobre—.
- ¡Rita Skeeter! – gritó furioso -. ¡Me la hizo!
- ¿De qué estás hablando?
- Se vengó de mi por lo de la otra vez – dijo molesto, pues durante el baile la infame periodista había hecho una nota sobre los "galanes más prometedores" de Hogwarts, y Sirius no se había llevado demasiado bien con ella.
- ¿Qué dice? – preguntó James con curiosidad. Sirius comenzó a leer en voz alta:
- «Me topé con Sirius Black en el Baile de Navidad. Negar que la oveja negra de los Black es atractivo sería ridículo y al parecer, tiene un gusto impecable por la moda. Ese día lucía atrevido y destacaba entre un desfile de túnicas de gala, usando nada más ni nada menos que ropa muggle. Usualmente es difícil encontrarse con hombres masculinos que tengan semejante gusto por su imagen y entonces comencé a preguntarme… ¿Y si nuestro apuesto Black no sólo se ha desviado de la familia Black y de la Casa Slytherin? ¿Ocultará algo más…? ¿El motivo por el cual no puede comprometerse con ninguna chica será…?»
James explotó en una carcajada y después de unos segundos ya se afirmaba el estómago de tanto reír mientras Sirius lo fulminaba con la mirada y le lanzaba un cojín. Todavía no había terminado de leer el artículo y al castaño no le iba a gustar para nada lo que seguía en el párrafo siguiente. Se aclaró la garganta y siguió elevando la voz para hacerse escuchar entre las risas:
- «Quizás sea hora de preguntarse si el amor por el Quidditch es lo único que comparten James Potter y Sirius Black…»
- ¡¿QUÉ?! – gritó, dejando de reír súbitamente -. ¡No pudo escribir eso!
- «O si algo más se esconde detrás de esa conmovedora amistad» – terminó de leer Sirius, cerrando la revista –. Perra.
- ¡Mi papá! ¡Qué va a decir mi papá!
- ¿Tu papá lee Corazón de Bruja? – preguntó extrañado.
- Tienes razón… No lo va a ver… No lo va a saber – dijo nervioso –. Sé que en la comunidad mágica somos muy abiertos de mente pero… ¿Qué va a pensar Lily?
- Quizás le caigas mejor ahora - dijo Sirius encogiéndose de hombros –. Quizás te invite de compras y te confidencia sus penas de amor.
- ¡No es gracioso, Sirius! Esto va a perjudicar nuestro avance con chicas.
- Hey, yo estoy listo para mostrar mi virilidad en cualquier momento.
- ¡Yo no le he demostrado mi virilidad a nadie de Hogwarts!
- Bueno, anda y tírate a alguien entonces - respondió Sirius algo aburrido –. Aprovecha la Sala de Menesteres… Te hace falta una encamada en Hogwarts, Prongs.
- ¿Prongs?
- ¿No te gusta? Se me ocurrió el otro día cuando te transformaste… Tus dos cuernos parecían dos cachos de un tenedor. Y creo que es mejor que decirte Jamie. ¿Tú no?
- Prongs – repitió, reflexionando. Sin duda le gustaba la idea de tener un sobrenombre así, que no tuviera ningún sentido. Los demás se preguntarían por qué le decían así, y sería un secreto compartido entre amigos –. Sí. Me gusta.
Así que, desde entonces, James tenía un nuevo sobrenombre: Prongs.
- Oye, Potter – dijo de pronto el chico –. Hablando de encamadas, creo que es hora de que empieces a calmarte con tu ego.
- ¿De qué hablas?
- De que te has puesto realmente insoportable, y si sigues así, me veré obligado a darte una tunda.
- Tú no puedes darme una tunda a mí – replicó con autosuficiencia.
- Y otra cosa – continuó, ignorándolo –. Estás pisando el palito cada vez que Mulciber quiere. Si no lo quieres hacer por nosotros, al menos hazlo por ti. Cálmate, o vas a conseguir que te expulsen ante de los T.I.M.O.
- ¿Estás preocupado por mí? – dijo lanzándole un beso, despreocupadamente.
- Más de que te comportes como un idiota arrogante que de que seas expulsado, pero sí.
- Bueno, bueno – dijo desperezándose sobre su cama –. Sé que he estado algo pesado. Pero, a mi favor, debo decir que si me hubieras seguido el ritmo en Londres, no me encontrarías nada de malo y estarías felizmente compitiendo conmigo. No es mi culpa que te hayas vuelto aburrido desde que conociste a esa veela.
- Medio veela – aclaró, serio –. Quizás tengas razón. Si te hubiera seguido el ritmo… Te hubiera superado, James. Vamos a hablar con la verdad. Así que tu ego no estaría por las nubes, porque tú me habrías visto irme con la chica esa noche.
- Claro – dijo incrédulo –. De nada sirven las suposiciones, Sirius. Te enamoraste de una chica y ahora eres aburrido. Además… Estaba pensando – dijo tomando la revista Corazón de Bruja –. Que no se te olvide que eres uno de los galanes más prometedores de Hogwarts. Yo que tú comenzaría a aprovechar ese título.
- Se te olvida que soy gay también, de acuerdo a esa tonta revista.
- No creo que nadie haya creído esta basura realmente.
Lamentablemente cuando bajaron a cenar aquella noche, encontrándose los chicos con Remus y Peter, se dieron cuenta de que ese era el tema de conversación de todos. Apenas pasaron el umbral de la gran puerta del comedor muchas cabezas se voltearon a verlos, y ambos pudieron escuchar susurros y cuchicheos.
A medida que avanzaban para sentarse junto a sus amigos, también escucharon las risas y burlas de los alumnos de Slytherin que fueron mucho menos sutiles que los demás alumnos presentes al respecto.
- ¿Qué sucede? – preguntó un intrigado Remus.
- Sucede que Rita Skeeter escribió un artículo en donde sugería indirectamente que Sirius y yo somos pareja – contó James.
Remus intentó con todo su corazón reprimir una carcajada mientras Peter abría los ojos por el impacto.
- ¡Tienes que defenderte! – dijo el más pequeño de los tres.
- ¿Defenderme de qué, Peter? Que me digan gay no es un insulto… Freddy Mercury es gay y es lo mejor que ha existido en la historia del Reino Unido.
- Lo sé, pero—
- Pero nada – dijo tajantemente. Remus sonrió algo orgulloso por la postura de James mientras éste se giraba hacia los Slytherin - ¡Siendo gay y todo me he tirado a más mujeres que ustedes! - La sonrisa del rubio se desvaneció. El momento de madurez había durado demasiado para ser real.
- Siempre supimos que Black y tú tenían asuntos sucios, Potter – dijo Marvin Icky, de sexto año de Slytherin – Aunque supongo que algunos apostábamos más por Lupin como la señorita del grupo. Dime, ¿quién es el pasivo y quién el activo? Déjame adivinar.
- Mira, Icky – dijo Sirius poniéndose de pie calmadamente –. Ninguno de los dos te debe demasiadas explicaciones, pero no somos gays. Ahora métete en tus propios asuntos.
- Dudo que una periodista seria escribiría algo así sin pruebas – dijo el chico para continuar provocándolo y entonces llegó la tropa de alumnos de quinto de Slytherin.
- ¡Hey, pero si son los mariquitas! – dijo Mulciber con sorna.
- Siempre supe que eras del tipo de los que leía Corazón de Brujas, Mulciber – dijo Remus para molestarlo.
- No te metas, Lupin, ¿O te sientes con el deber de ayudar a la damisela en peligro?
- Señores, vamos a calmarnos todos – dijo James –. Me parece que toda esta conversación es más que irrelevante para ustedes, considerando que, gay o no, les seguiré pateando el trasero en Quidditch, notas, gusto musical y chicas. Y si decidiera pararme y golpearlos ahora, creo que les ganaría en eso también. Ahora, si nos disculpan, tenemos hambre – dijo girándose para servirse un plato.
Los otros tres amigos hicieron lo mismo, llevando su atención a la comida servida en la mesa.
James pasó su mano tranquilamente por su cabello y lo chasconeó bastante mientras se hacía para atrás perezosamente. Algunas chicas lo vieron y pensaron que James Potter simplemente no podía ser gay.
El resto de la cena transcurrió con algunos murmullos, pero en general muy normal. James estaba gratamente sorprendido de ver que la mayoría no había creído en los rumores de la tonta revista juvenil y parecía que sólo los chicos de Slytherin le habían dado importancia.
