N/A: ¡Gracias a quienes leen y siguen la serie! A la fiel Evasis: Ya me estaba preocupando por ti jaja lamento que estés llena de trabajo. Siempre he pensado que para Remus tuvo que haber sido horrible perder a los tres, a Sirius desde que creyó que los traicionaba (Y quizás que pasó entre ellos para que pensara eso) porque quedó muy resentido al respecto. Fíjate en el tercer libro cuando Harry le toca el tema, dicen que se pone tenso, responde cosas como "Creí que lo conocía", pero a la vez se pone muy triste cuando Harry le dice que quiere que le den el Beso del Dementor. Se nota que está muy conflictuado. Sobre James, probablemente ya desde el siguiente año no le importen esas tonteras, pero ahora sigue siendo un niño super inmaduro de 15 años jeje. Y sobre Sirius, neeeeeh, nada de pederasta, él fue feliz de la vida a hacer cochinadas. ¡Gracias por el review!
25
La fiesta en la Mansión Potter
A la mañana siguiente se produjo un enorme escándalo en la comunidad mágica cuando el diario El Profeta publicó una noticia que parecía ser una acusación indirecta contra una bruja connotada de una de las familias de sangre pura más conocidas del Reino Unido, Bellatrix Lestrange. La mujer hizo notar su descontento apareciéndose temprano por la mañana en la mismísima oficina, haciendo amenazas de muerte a todo el personal.
Rita Skeeter no podía decir nada sobre sus sospechas o la culparía a ella, así que decidió quedarse en silencio y hacer el papel de inocente mientras pensaba que de seguro Sirius Black tenía que ver con todo eso. Por suerte, sabía muchos secretos para chantajear a cualquier colega que se atreviera a decir que ella se había quedado a solas con un chico la noche anterior. Que un muchachito de escuela jugara con ella la hizo sentir algo avergonzada, pero por otro lado no pudo reprimir una sonrisa. Sirius era un buen contrincante de juegos.
Lástima que ella era mejor jugando cuando su pluma se ponía a escribir.
Los Merodeadores esperaron con ansiedad y retorcijones de estómago a que sonara la puerta con alguien preguntando por ellos pero nunca ocurrió, así que después de almuerzo se relajaron por completo pensando que habían pasado desapercibidos, y comenzaron a planear la fiesta de aquella noche.
Los tres chicos, aun lamentando la ausencia de Remus, comenzaron a arreglarse tal y como lo habían hecho durante el baile de navidad. Peter esperaba tener una revancha con Marion y demostrarle que sin veelas a su alrededor, podía poner toda su atención en ella. James y Sirius tenían plenas ganas de comportarse como unos patanes.
Un poco antes de la hora que ellos esperaban comenzara a llegar la gente, sonó la puerta. James abrió, pues había quedado como el dueño de casa aquella noche. Fleamont y Euphemia se habían encerrado en su cuarto y con un hechizo habían aislado la habitación de toda la bulla de la futura fiesta.
- ¡Sorpresa!
Remus estaba al otro lado de la puerta llevando nada más que una pequeña mochila al hombro. James estaba tan contento que se abalanzó sobre él.
- ¿Qué estás haciendo aquí? – dijo abrazándolo -. ¡Pensé que te tenías que quedar en el castillo!
- Teóricamente debería estar ahí – dijo sonriendo –. Pero estaba aburrido a morir… Y me llegó la lechuza con la invitación. Así que salí… A la mala.
- ¿Saliste a la mala de Hogwarts?
- Ocupé la Red Flu en Hogsmeade y fui a dar por un bar en Londres… No me quería perder tu grandiosa fiesta – dijo sonriendo.
La noche ni comenzaba y ya acababa de mejorar. El chico no podía pedir más: Sus tres amigos estaban con él, y pronto llegaría un tercio de Hogwarts (literalmente).
Remus avanzó hacia el jardín trasero mirando todo a su alrededor. La mansión había sido decorada como nunca antes para la ocasión. En una mesa habían centenares de vasos… ¿No era una exageración? ¿James realmente había invitado a tanta gente a su casa?
Cuando salió al patio se encontró con Sirius y Peter bebiendo una cerveza con un cooler junto a ellos. Saltaron de sus asientos cuando lo vieron llegar.
- ¡Jodido Remus Lupin! – gritó Sirius yendo a saludarlo. Peter le siguió -. ¿Qué haces aquí?
- Pues… Me escapé – dijo encogiéndose de hombros.
- ¿Y Dumbledore lo sabe? – le susurró para que nadie más oyera.
- No. Supongo que tendré que volver mañana muy temprano.
Se dieron un par de palmadas en la espalda, y todos retomaron la actividad, tomando cerveza hasta que comenzaron a llegar los primeros invitados.
Dos horas más tarde la casa estaba repleta. No sólo habían llegado la mayoría de los invitados, sino que mucha gente se había colado o había traído a un amigo y a un amigo de un amigo. La cosa es que el jardín no daba abasto, y de pronto la gente se paseaba por toda la casa y hasta entraba a las habitaciones.
A James le hubiera molestado si no hubiese estado demasiado borracho, apoyado en el pasamanos de su escalera mirando todo desde arriba con Remus a su lado.
- ¿Esperas a alguien en especial? – preguntó Remus.
- Lily.
- Oh.
- Pero supongo que no vendrá porque me odia.
- No creo que te odie.
No terminaba ni de decir la frase y acababan de llegar las cinco chicas del cuarto y quinto año de Gryffindor juntas. Y Lily entraba en aquel grupo. Remus sonrió abiertamente tras ver a Mary, presto a ir a encontrarse con ella, cuando James prácticamente le gritó en el oído (por suerte la música estaba lo suficientemente fuerte y nadie más escuchó).
- ¡Mierda, ahí está Evans!
- ¿Pensaste que no iba a venir?
- Es exactamente lo que pensé… Merlín, ¿ahora qué debería hacer?
- Si fuera mi caso iría a saludarla cordialmente y me disculparía por la discusión como un caballero… Pero como eres tú, diría que ignorarla y meterte con cualquiera otra estaría bien.
- Eso – dijo apuntándolo –. Eso es brillante.
- Eso es lo que quieres escuchar – replicó su amigo.
- Remus, tú me conoces más que yo mismo – dijo dándole una palmadita de camarería en la espalda y yendo hacia donde se encontraba un grupito de chicas de quinto año, de Ravenclaw.
En el camino hasta el grupo de chicas que bailaban despreocupadamente, no pudo evitar mirar de reojo a Lily que lucía maravillosa con un vestidito blanco y una chaqueta de jeans gastada. Lily era hermosa. Toda la rabia se le pasaba en un abrir y cerrar de ojos cuando la veía. Le sorprendió ver que se abría paso hasta la mesa para buscar un trago.
- Bonita casa, Potter – dijo una chica de cabello negro llamada Amy, del equipo de Quidditch de Ravenclaw –. Siempre supe que eras un pequeño burgués.
- ¿Está mal? – dijo pasándole un vaso con alcohol. No sabía qué significaba con exactitud esa palabra.
- Muy, muy mal, Potter – dijo sonriendo, y ambos comenzaron a bailar casi naturalmente –. Pero qué más da. Tengo que agradecerte por haber perdido contra Hufflepuff, ¿sabes? Ahora nosotros vamos punteros.
- No por mucho tiempo más, Amy – dijo entre competitivo y coqueto –. Falta el encuentro de Gryffindor y Ravenclaw, y ahí se decidirá la temporada.
- Será entretenido destrozarte en la cancha, Potter – dijo la chica acercándose cada vez más.
- Vamos a ver quién destroza a quien – dijo James antes de cerrar la conversación con un beso algo lascivo.
Lily lo vio a lo lejos y rodó los ojos. ¿Cómo lo lograba tan rápido y fácil? ¿Cómo hacía que conquistar chicas se viera tan sencillo? No entendía, simplemente no entendía, qué era lo que las chicas veían en James Potter. Sí, era guapo, pero su atractivo físico quedaba borrado por completo después de que abría la boca y demostraba su completa ineptitud. Otra chica más que lo besaba era otra chica más que le daba la razón.
Mientras tanto, Sirius divisó a Marlene McKinnon conversando animadamente con otros dos chicos de sexto año, pero de Hufflepuff. Marlene era la chica más despampanante que había visto en su vida… Que no fuera una medio veela. Tenía el cabello liso y dorado, además de unos redondos ojos celestes. Su cara de muñeca le llamaba la atención tanto como su reputación de chica perfecta.
- Hola. Sirius Black – dijo tendiéndole la mano.
- Sé quién eres, Sirius Black – respondió la chica mirándolo sin darle demasiada importancia. De cualquier forma le tendió la mano –. Mucho gusto.
El moreno sacó una cajetilla de su bolsillo y le ofreció uno, pero ella negó con la cabeza. Luego sacó uno para él y lo encendió. No había nada en el mundo que quisiera más que meterse en los pantalones de McKinnon. Pero no se tenía demasiada fe… Esta chica parecía inteligente y de seguro no se dejaría engañar con simples palabras bonitas como la mayoría.
- ¿Quieres bailar?
La chica pareció analizarlo un rato. A primeras iba a darle un rotundo no, pero lo pensó algo mejor.
- ¿Por qué no? – dijo por fin.
- ¿Cómo han estado tus vacaciones hasta ahora? – preguntó. No tenía demasiado interés, pero sabía que a las chicas inteligentes les encantaba hablar, y él sabía pretender que era un buen oyente.
- No he tenido demasiado tiempo para hacer algo en específico. Pero mañana me iré a la casa de campo de mis padres.
- Eso suena genial.
- ¿Y tú?
Me tiré a una mujer ocho años mayor que yo en su oficina para permitir que mi mejor amigo cambiara ilegalmente el diario El Profeta, pensó.
- Escuché el nuevo disco de Bowie – respondió. Las chicas amaban a David Bowie.
- ¿Station to Station? No me gustó. Creo que ha sido un retroceso.
- Yo también – dijo. En realidad pensaba todo lo contrario, era una mejora.
Quizás no era tan inteligente. Quizás podría salir con la suya después de todo. Se animó a seguir en sus planes de conquista sin apurar nada, bailando con ella, de tanto en tanto chocando con otras parejas que se encontraban bailando también en medio del jardín de James. Y de tanto en tanto, esas parejas eran Remus y Mary, o James con… ¡¿Amy?! La cazadora y capitana del equipo de Ravenclaw.
Peter había querido hacer sus avances con Marion, pero la chica no había ido. Ya avanzada la noche, observaba a todos los invitados e invitadas desde el balcón, y al rato Remus también llegó a acompañarlo. No alcanzaban ni a cruzar palabra cuando los dos se quedaron tiesos e impactados por algo que vieron.
- Oh, no.
- Lo sé.
- James va a estar destrozado – murmuró Remus.
- Lo sé – repitió. Lily Evans estaba besando a Dave Stahl, el prefecto de quinto año de Ravenclaw.
Ambos se alejaron del lugar pensando en cómo iba a reaccionar James cuando lo supiera, pues sabían que Lily no iba a estar simplemente besándose con cualquier tipo. Lily patrullaba los pasillos con ese chico… Pasaban tiempo juntos. Probablemente le gustaba enserio. Probablemente iban a convertirse en novios y James estaría aún más destrozado. Había planeado aquella fiesta para demostrarle algo y había salido completamente al revés…
O quizás no. Quizás eso era lo que necesitaba para olvidar a la pelirroja.
- Bueno, quizás a James no le importe tanto – reflexionó Peter, mientras miraba a su amigo dándose el lote con la cazadora de Ravenclaw.
- No le gusta Amy. Esa es una cosa que va a terminar mal, Colagusano – dijo con aprehensión –. Míralo ahora que puedes, porque esa chica lo va a odiar cuando él no la llame mañana, y va a tratar por todos los medios destruirlo durante el partido de Quidditch.
Peter palideció porque su amigo tenía toda la razón del mundo.
- ¿Y Mary?
- Ya la han venido a buscar sus padres.
- Oh.
- ¿Marion?
- No vino.
- Ya veo…
Entonces vieron pasar a Sirius y a Marlene McKinnon, de la mano, directo hacia una puerta que Remus sabía perfectamente bien, daba hacia un armario pequeño para guardar abrigos, paraguas y cosas por el estilo.
- ¿Estoy mirando bien? – dijo Peter.
- El ego… El ego se le va a subir a las nubes….
- Demonios…
A la mañana siguiente la mansión Potter parecía un tiradero. Mucha gente se había quedado a dormir, incluyendo gente que ni siquiera conocían. La fiesta había sido gloriosa y había cumplido su cometido de aumentar la popularidad de James, a quien todos saludaban como si fuera un héroe de guerra.
Pero… Todavía no le contaban lo que habían visto. Los cuatro desayunaban cuando recién amanecía, encañados, con un dolor de cabeza fuerte, y algo deshidratados. Fleamont y Euphemia todavía dormían, al igual que algunas de las personas que se habían quedado dormir.
- Creo que es seguro decir que soy popular de nuevo.
- Es bueno saber que cumpliste uno de los dos cometidos – dijo Peter, mientras Remus le daba un codazo. Pero James no se dio cuenta, demasiado ocupado regocijándose por el éxito de su fiesta.
- Amy es como de esas feministas que decías tú, Sirius. Creo que sólo me usó anoche.
- Ese tipo de cosas nunca son tan sencillas como suenan, Prongs – contestó el moreno tomando una taza de café cargado tan oscuro como su apellido –. Cuidado con esa chica.
- No pasa nada – dijo restándole importancia.
- Tú… Te vimos ayer con Marlene – dijo Remus -. ¿Te has tirado a Marlene McKinnon?
- No.
- ¿Te has quedado conversando con ella toda la noche y te has enamorado como con Alex? – lo molestó James.
- No. Simplemente nos besamos un rato… Y cuando se me ocurrió estirar un poco la mano, se fue.
- ¿Escandalizada? – preguntó Peter.
- No. Creo que le da vergüenza que el resto del colegio se entere que se ha besado con alguien menor que ella.
- ¿Por qué?
- Antes de salir me ha dicho que no le diga a nadie, que un caballero no tiene memoria.
- Asumo que afectó tu ego – dijo Remus.
- Mi ego está perfecto – respondió despreocupado -. Probablemente debí precisarle que no soy un caballero en realidad.
- No sé, Sirius. Una cosa es que haya querido darse el lote contigo en una fiesta, y otra muy distinta es que te vea como material de pareja.
- Exacto. Y yo precisamente la quiero para seguir dándome el lote y no para tenerla de pareja. ¿Qué más puedo pedir?
- Touché – dijo Peter.
Siguieron bebiendo café y comiendo tostadas con mermelada por los siguientes minutos. Remus se preguntaba si debía contarle a James lo que él y Peter habían visto. Era obvio que sí… Mejor que se enterara por ellos que por otra persona.
- ¿Por qué me miras así?
- Anoche… Peter y yo vimos a Lily besando a Dave Stahl – contó intentando sonar lo más suave posible –. Es posible que ellos dos… Se gusten.
Tras unos segundos de silencio, en que los chicos creyeron divisar una profunda decepción en el rostro del moreno, James volvió a tomar un trago de su taza, intentando parecer calmado.
- Genial. Quiero decir, por ella – dijo encogiéndose de hombros –. Sería ridículo que fingiera que no me gusta pero… De cualquier forma ya me estaba haciendo la idea de fijarme en otra chica.
La conversación mañanera transcurrió incómoda y con James de un humor terrible, mientras Sirius, Remus y Peter intercambiaban miradas durante el resto del desayuno. Los elfos comenzaron a corretear de un lugar a otro limpiando el lugar antes de que Fleamont y Euphemia Potter se levantaran y vieran el desastre.
- Tengo que volver a Hogwarts antes de que Dumbledore note mi ausencia – anunció Remus mirando el reloj.
- Sí… Yo también mejor me voy… - dijo Peter.
James miró a Sirius, algo suplicante, para que se quedara con él e hicieran algo entretenido en la tarde.
- Lo siento, cuernitos… Sabes que tengo que ir a vigilar a mi hermano por pedido de Dumbledore. Ya me he distraído lo suficiente de eso… Supongo que nos veremos en Hogwarts.
- Supongo…
- ¿Me prestarías la Capa de Invisibilidad, por si acaso?
- Sí, claro – dijo desconcentrado –. No sé de qué te podría servir, pero si quieres llevártela, puedes sacarla de mi habitación.
- Gracias, Prongs.
Los cuatro chicos se despidieron y se fueron. Ninguno si quiera recordaba el incidente del diario El Profeta después de aquella noche.
