N/A: ¡Gracias a todos los que leen y siguen la historia! Evasis: Definitivamente esto no es lo último que van a escuchar de Rita. Y tampoco será lo último de Marlene McKinnon, aunque este personaje en especial me da un poco de miedo. Está super idealizado entre los fans de Sirius jajaja Intentaré estar a la altura de ella. Y sí, me imagino a los papás de James como los más malcriadores y "a disposición de su hijo" de todo el mundo. ¡Gracias por comentar como siempre!

26
Homonculous

Las vacaciones habían sido un fracaso total. James nunca se había sentido tan miserable en su vida: Lejos de sus amigos y la chica de la que estaba enamorado se había emparejado con otro chico en su propia casa. Además, Sirius había tenido razón y Amy no había dejado pasar con total simpleza lo que había ocurrido entre los dos. Le mandó unas tres cartas invitándolo a salir, y él ya no sabía qué hacer para poder demostrarle que no tenía ningún interés en ella.

Finalmente llegó el día de regresar a Hogwarts. La primera cosa rara que ocurrió, fue que solo Peter se reunió con él en la Estación King Cross. No había rastro de Sirius… Ni en el andén, ni luego en el tren. Se pasaron gran parte del viaje buscándolo sin dar con él. Quizás se había enfermado y no lo sabían, y llegaría directamente a Hogwarts unos días después… Al menos pudieron volver a encontrarse con Remus.

El último trimestre de clases fue recibido con un enorme desayuno a la mañana siguiente. Faltaban tan sólo un par de semanas para los T.I.M.O y todos los alumnos de quinto año estaban comenzando a ceder al pánico. Sin embargo, lo único que estaba en mente de James aquella mañana era que Dave Stahl, el nuevo novio de Lily, estaba sentado en medio de la mesa de Gryffindor junto a ella y que reían como si estuvieran en medio del público de un show de comediantes.

- ¡Oh, por el amor de Merlín! – dijo exasperado -. ¡Stahl! ¿Por qué no regresas a tu mesa?

- Cielos, Potter – replicó el chico -. Veo que alguien está de mal humor.

- ¡¿Por qué tienes que arruinar todo?! – le espetó Lily -. ¡Dave, quédate!

- Me encantaría – dijo el chico dándole un tierno beso en la frente –. Pero de cualquier forma tengo que irme pronto. Tengo una entrevista personal con el profesor Flitwick esta mañana. Adiós preciosa.

El chico de cabello castaño, corto y algo desordenado salió del Gran Comedor caminando seguro.

- ¿Dónde está Sirius? – preguntó Lily a la pandilla.

- Nos encantaría saberlo – respondió Remus.

- ¿Cómo?

- No lo sé, Lily. Ya irá a aparecerse.

La chica los miró con aprehensión, creyendo que mentían, y se retiró de la misma forma que su novio acababa de hacerlo.

Esa misma noche, ella y Remus caminaban por los pasillos del cuarto piso a la espera de encontrar a alguien merodeando por el castillo fuera del horario permitido. Pero la noche estaba tan tranquila como el cielo estrellado afuera. Lo único que rompía el silencio avasallador de la noche, eran sus propios pasos.

- Así que… Tú y Stahl, ¿eh? No sabía que—.

- Se dio nada más – comunicó la chica sin entrar en demasiados detalles –. Vi que Potter y Amy Vane también se llevaron muy bien durante la fiesta.

Remus intentó no reír. Lily siempre terminaba sacando el nombre de James a las conversaciones aunque estuvieran hablando de algo completamente distinto.

- ¿Te molesta?

- ¡Por supuesto que no! Al menos no me molesta esa parte del asunto. Si se quiere andar besando con medio Inglaterra y Gales, está bien por mí. Lo que me molesta es que no estudia para los T.I.M.O y va a obtener mejor resultado que yo porque siempre le sale todo bien… ¿Cómo es que a ti no te molesta, Remus? Estudias el quíntuple que él y—.

- No seas tan humilde, Lily. Tú y James siempre tienen calificaciones similares. Es sólo que James, y supongo que Sirius también, tienen mucha magia. Es como si le brotara por los poros. Literalmente los he visto haciendo magia que ni siquiera sabían que podían hacer.

- Eso también me da rabia – dijo abriendo una caja de grajeas y comiendo una –. Porque si yo tuviera esa inteligencia y esa naturalidad para hacer esto, le sacaría provecho. Quiero decir, no le digas a Potter que dije esto, pero podría ser un genio. Podría hacer grandes cosas y en vez de eso—.

- Algún día va a madurar – interrumpió.

- Probablemente, pero ahora no lo está haciendo y de cualquier forma se lleva copas y premios. Pareciera que es una celebración a tener suerte. Eso es Remus, James es un jodido afortunado.

- No te ofendas, Lil, pero parece que tu cosa favorita recientemente es hablar de Ja—.

- No es mi cosa favorita – aseguró rápidamente –. Sólo lo analizo. Y lo analizo porque lo odio.

- Si, bueno, entre el amor y el odio hay un paso – dijo divertido.

- Y entre ahora y los T.I.M.O hay un par de semanas… – dijo haciéndose la tonta. Pero no parecía querer concentrarse de verdad –. Y hablando de eso, ¿dónde está Sirius?

- Recuerda que Dumbledore le pidió un favor a realizar durante las vacaciones de Pascua.

- Ah, es cierto.

- Pero no sabemos qué ha ocurrido con él.

- ¿Y eso no les preocupa?

- Las noticias malas vuelan, Lily. Conociéndolo está aprovechándose del pánico para no volver tan rápido al castillo.

En realidad no creía nada de lo que estaba diciendo. Sirius jamás preferiría quedarse en su casa en vez de regresar a Hogwarts. Lo más seguro era que el chico se hubiese entretenido con algo, y conociéndolo, le estaba siguiendo la pista de alguna forma u otra. Ellos ya lo habían hablado la noche anterior y habían decidido no enviarle una carta, porque en el pasado, Walburga ya le había leído correspondencia a Sirius.

- A veces pienso que Dumbledore… Es genial y todo, pero es como de esas personas de "El fin justifica los medios"… Mira que eso de enviar a un chico a perseguir mortífagos…

- No mortífagos. Sólo a averiguar cómo iba la cosa con su familia y con Regulus.

- Regulus es un mortífago – dijo categóricamente –. O le queda muy poco para que lo sea…

- Creo que Sirius está haciendo lo que tiene que hacer – continuó el licántropo con sinceridad –. Puede ser ético o no por parte de Dumbledore, pero el día de mañana la cosa se podía poner fea y, ¿qué es lo que haremos nosotros? No lo sé… Si decidiera infiltrarme—

- ¡¿Infiltrarte?! – preguntó relativamente impactada -. ¡Dios, Remus! ¿Por qué estás pensando en eso?

- Shhh – la cayó mirando cautelosamente a su alrededor. Nadie estaba escuchando –. No puedo evitar pensarlo… Tienes que reconocer que sería útil.

- No – replicó enérgicamente –. Sería peligroso, ¡absurdo!

- ¿A dónde más crees que van a encontrar a un hombre lobo que esté dispuesto a ayudarlos? - preguntó entornando los ojos. Lo que decía era bastante obvio –. Imagina la información que podría obtener… Quizás hasta evitar muertes.

- Remus Lupin, se acercan los T.I.M.O. Concéntrate por un segundo en eso, ¿quieres? Y no te pongas en situaciones hipotéticas antes de tiempo… No necesitas ese estrés.

El castarño creyó que lo mejor era dejar la conversación ahí y no dijo nada más. Era precisamente una situación hipotética, ¿para que ponerse tan a la defensiva?

Durante el día siguiente Peter y él dedicaron todo su tiempo libre entre clases a continuar avanzando con el mapa mientras James retomaba las prácticas de Quidditch sin su bateador estrella. Necesitaba una buena estrategia de batalla ahora que sabía que Amy iba a dar lo mejor de ella para vencerlo como venganza por no haberla llamado tras haberla besado en la fiesta.

Cuando ya anochecía se apareció James a través del umbral.

- Remus, ¿se puede saber dónde has estado todo el día?

- Estuve aquí todo el tiempo haciendo el mapa.

- ¿Tuviste suerte? – preguntó comenzando a sacarse la ropa sudada y embarrada por el entrenamiento.

- No, no tuve suerte. Y no sé si alguna vez voy a tener suerte con ese maldito encantamiento – respondió de mal humor –. Es demasiado difícil para mí.

- ¿De qué hablas? Nada es demasiado difícil para ti.

Se sentía rendido. El hechizo Homonculous era demasiado complicado… Magia más avanzada que cualquier otra que hubiese visto. Además, de tanto leer y trabajar en ello, había comenzado a tener un molesto dolor de cabeza justo a la altura de la cien. Estaba irritado, pero no quería desquitarse con sus amigos, así que abandonó el libro con el que estaba trabajando.

- ¿Sabes qué? Olvídalo. Necesito dormir y ya.

James se encogió de hombros y procedió a hacer flexiones como el resto de las noches mientras Peter se disponía a leer una de sus historietas antes de quedarse dormido. Todavía no había ninguna noticia de Sirius, e intentaban no hablar de ello para no volverse más curiosos e inquietos al respecto.

Aquella noche Remus dormía inquieto, soñando cosas más extrañas de lo normal.

Se encontraba en esa misma habitación, y su cuerpo se salía de sí mismo y se duplicaba, incluso lo saludaba y comenzaba a pasearse delante de él, dando vueltas en círculos como si pensara o buscara la respuesta de algo. En ese momento un frasco de tinta permanente de color rojo se daba vuelta en el suelo y mientras Remus intentaba limpiar, su doble seguía dando vueltas dejando manchas rojas por todo el suelo. Manchas con forma de suelas de zapato.

- ¡Intento limpiar! – le gritaba Remus a su doble y éste le miraba reflexivo.

- Duplica todo – le dijo –. No puedes realizar un hechizo si no lo entiendes. Yo soy tú, soy Remus Lupin.

Y seguía dando vueltas por la habitación. La puerta se abría y entraba James, aunque en su sueño tenía el aspecto de otra persona. El falso James lo miraba y comenzaba a hablarle.

¿…mus? ¡REMUS! – Escuchó que alguien gritaba. Entonces se dio cuenta de que estaba soñando y era James en la vida real quien le hablaba -. ¡Despierta!

Abrió los ojos y se le quedó mirando.

- Estabas hablando solo, murmurando cosas como un loco—.

- ¡Lo tengo, Prongs! – dijo incorporándose con rapidez -. ¡No podía realizar el hechizo porque en el fondo no lo entendía!

Se puso de pie de un salto para buscar un enorme libro dentro de su bolso mientras James lo miraba consternado y preocupado. Llegó a considerar, en ese momento, si su amigo se estaba volviendo loco en su ambición por terminar el bendito mapa. Remus leía desesperado, esperando encontrar algo mientras encendía una vela compulsivamente con una mano temblorosa. De pronto, todo estuvo claro.

- ¡Necesitamos tinta permanente! – dijo tomando todo el avance que habían hecho -. ¿Crees que el mapa esté bien, Prongs?

– Está muy inexacto au—.

- No importa, podemos irlo perfeccionando luego – dijo restándole importancia con un gesto de mano. James lo miró sin decir nada –. Guarda silencio.

El chico, de pie, frunció el entrecejo confundido porque no había dicho absolutamente nada. Remus comenzó a hablar mirando el libro a su izquierda y el mapa a su derecha, intercaladamente, recitando una especie de conjuro antiguo en latín que él nunca había escuchado antes (y que sonaba muy complejo). Justo cuando consideraba que su amigo había perdido la chaveta y que debía volver a su cama a dormir, el chico se detuvo en seco.

- ¡Muéstrame a todos en este castillo y sus alrededores! – dijo a modo de orden.

Maldito sonámbulo, pensó James pero entonces vio algo apareciendo en el pergamino y casi no da crédito a sus ojos. Pequeñas motitas aparecían por todo el mapa, algunos fuera de los bordes o encima de estatuas y paredes, demostrando que las dimensiones del castillo no estaban bien. Y luego, cuando todo estaba lleno de manchas color rojo granate, algunos moviéndose y la mayoría quietos, comenzaron a aparecer los nombres junto a ellos. Todos, sin excepción.

- ¡Lo has logrado! - gritó James, emocionado por lo que veía -. ¡Dumbledore, Dumbledore está despierto y moviéndose! ¡Eres un puto genio!

Remus no podía creerlo y miraba boquiabierto el fruto de su trabajo. Ahí estaban ellos mismos, Remus y James uno al lado de otro, Peter algo más alejado y el espacio vacío donde usualmente estaría Sirius durmiendo. Estaban las chicas durmiendo una al lado de otra en la habitación de en frente, e incluso Mulciber quieto junto a los nombres de los demás Slytherin de quinto año en las mazmorras.

- No puedo creerlo... - murmuró -. Realicé un conjuro altamente complejo, yo... Lo he logrado...

- ¿Cómo? - preguntó intrigado -. Un minuto soñabas y actuabas como un loco y al siguiente-

- De seguro mi mente trabajó con todo lo que leí y tenía la respuesta todo este tiempo, ¡En mi subconsciente o algo así! - le explicó emocionado -. ¡Tiene sentido, escuché que tu mente siempre trabaja en cómo solucionar los problemas incluso cuando piensas o hablas de algo más!

James no estaba tan seguro de que eso tuviera sentido pero aun así estaba feliz por el resultado, el motivo no importaba. Felicitó a Remus y le dio un coscorrón en la cabeza para luego saltar sobre Peter y despertarlo. Los tres estuvieron el resto de la noche pegados al mapa, mirando emocionados, aunque a esa hora de la noche no había mucho movimiento y dentro de poco se aburrieron sin querer admitirlo.

A la mañana siguiente era bastante más interesante porque había mucho más movimiento en el mapa mientras los alumnos y profesores se alistaban para comenzar la rutina. James y Peter se habían ido a dormir pero Remus se había entretenido ordenando y mejorando los bordes equivocados del mapa. James creía que tenían el verdadero secreto de la vida en sus manos: Sabían dónde estaban todos con tal precisión que de seguro nunca más volverían a toparse con un profesor o con Filch en la noche o haciendo algo indebido.

- Moony, ya deja el mapa – le dijo James quitándoselo aquella mañana – Has estado hipnotizado por él y es hora de ir a clases. Merlín, nunca creí que esas palabras iban a salir de mi boca.

- Quiero tener un ojo puesto sobre Mulciber todo el tiempo.

- Eso no es físicamente posible, amigo – dijo doblando y guardando el pergamino –. Relájate. Además McGonagall está enojada contigo… Me la topé y dijo que anoche tenías que hacer una ronda por la Torre de Astronomía.

- ¡Oh, no, lo olvidé por completo! – dijo acongojado -. ¿Qué le dijiste?

- "Profesora, desde ahora debería esperarse cualquier cosa de ese jodido licántropo".

- ¡James!

- ¿Qué? No había nadie escuchando.

- Me van a quitar el cargo – dijo buscando su piocha de prefecto en su bolso.

- Remus, relájate, ¿quieres? McGonagall no puede quitarte el cargo porque, seamos realistas, ¿A quién se lo va a dar? ¿A mí? ¿A Peter? ¿A Sirius? – dijo riendo –. Dile que has estado ocupado con los T.I.M.O.

– Por cierto, ¿qué haremos la próxima luna llena? – preguntó Peter.

- No quiero saber de lunas llenas ahora, Colagusano – dijo el chico con toda paciencia.

- Si te sirve de algo yo estaré echándole un ojo encima al mapa – le dijo el castaño de gafas –. Si veo a Mulciber o a cualquiera en algo raro les diré de inmediato.

Aquella tarde, sin embargo, James no vio a Mulciber ni a ningún Slytherin en el Mapa del Merodeador, sino a Sirius Black sentado en el despacho de Dumbledore, frente al director en cuestión, después de días de haber estado lejos y sin dar señales de vida aparecía de la nada allí… ¿Había pasado algo para que Sirius acudiera primero a ver un profesor que a sus mejores amigos? Sabiendo que arruinaría una vez más las labores de prefecto de Remus, fue a buscarlo junto a Peter para luego esperar por su amigo en el dormitorio.