Era jueves, un día agradable con un despejado cielo azul. Harry, Hermione y Ron por un pasillo para llegar a la sala común.

—Señorita Granger, que bueno que la veo, la estaba buscando —dijo la profesora McGonagall, quien los encontró en el pasillo—. Acompáñeme.

Los tres chicos se miraron, curiosos. Hermione se alzó de hombros, indicando que no sabía de qué se trataba; luego siguió a la profesora McGonagall.

—Tome asiento —ofreció la profesora, una vez que llegaron a su oficina—. La razón por la cual la he hecho venir es para notificarle que alguien ha venido a visitarla.
—¿A mí? ¿Quién? —Hermione frunció el ceño.
—Yo, Hermione.

Hermione abrió los ojos a su mayor expresión al escuchar una voz a su espalda; giró lentamente para encarar al visitante.

—¿Viktor? —Hermione estaba atónita.
—Los dejo.

La profesora McGonagall se puso de pie y abandonó la oficina.

—¿Qué haces aquí?
—Vine a visitarte, quería verte —contestó él sinceramente.
—¿Por qué no me avisaste que vendrías?
—Quería darte una sorpresa.
—Y vaya que me la diste —Hermione aún lo miraba con un halo de sorpresa en el rostro.
—¿No querías verme?
—No es eso, es sólo que… no me lo esperaba —contestó ella atropelladamente—. ¿Cuánto tiempo te quedarás?
—Una semana, a menos que hago me haga cambiar de opinión —el comentario estaba disfrazado, pero resultaba bastante directo—. Me hospedaré en Hogsmeade, pero estaré en Hogwarts hasta entrada la tarde.
—Me parece muy bien —Hermione se puso de pie—. De momento, tengo que irme.
—Lo entiendo —Krum asintió—. Nos veremos después.

Hermione salió de la oficina más pálida de lo normal y, aunque no lo hubiera querido, rápidamente se topó con Harry y Ron.

—¿Para qué te llamó la profesora McGonagall? —preguntó Harry.
—Ehm… sólo necesitaba comentarme unos ajustes a mi horario —contestó ella nerviosamente.
—¿Con tu horario? ¿Qué pasa con tu horario? —Ron la miró, curioso.
—¡Nada! —contestó con tono histérico—. Olvídenlo, no es importante.
—Está bien, pero no tienes porqué exaltarte —Ron rodó los ojos.

Hermione se alejó de ellos, dejándolos muy desconcertados.

Cuando Harry y Ron llegaron a la sala común, Hermione ya se encontraba ahí, con un libro entre las manos, pretendiendo que lo leía. No hubo conversación entre ellos y rápidamente llegó la hora de la comida.

—Es hora de comer —anunció Ron—. Bajemos, muero de hambre,

Ron se puso de pie, seguido de Harry. Hermione cerró rápidamente el libro.

—¡No! ¡Esperen! —dijo rápidamente Hermione, en un tono de voz más alto del que hubiera querido—. Deberíamos quedarnos a hacer los deberes, tenemos bastantes.
—Querrás decir los que nos faltan a Harry y a mí, tú ya los has terminado —corrigió Ron—. Como sea, comeré algo primero.
—Yo puedo traerles algo de comer —insistió ella—. Podrán ir avanzando y, cuando regrese, les ayudaré.

Harry y Ron no parecían muy convencidos, sin embargo, al final, Hermione logró que se quedaran en la sala común mientras ella salía rápidamente a buscar sus alimentos.

—Se ha comportado muy raro, ¿no crees?
—Sabes que Hermione es así, ya deberías estar acostumbrado —Ron se alzó de hombros—. Pero si quedarnos aquí hará que nos ayude, mejor.

Hermione regresó hasta buen rato después, cargada de comida, aunque su nerviosismo se convirtió en molestia debido a los reclamos de Ron debido a su tardanza. Aun con ello, honró su palabra de ayudarlos con los deberes.

Por la tarde, Ron y Harry tuvieron práctica de quidditch, sin embargo, Hermione no asistió, como lo hacía normalmente. Cuando la práctica terminó, regresaron a la sala común; Ron fue directamente al dormitorio, sin embargo, Harry decidió quedarse, quería hablar con Hermione. Cuando ella llegó, parecía sobresaltada por encontrarse con Harry.

—Hermione, me gustaría hablar contigo.
—¿De qué? —tenía la voz plagada de nerviosismo.
—Has estado muy rara, ¿qué es lo que pasa? —preguntó Harry directamente—. Casi no te hemos visto, ¿qué has estado haciendo?
—No estoy rara, es sólo tu imaginación —balbuceó—. He estado en la biblioteca, es todo —se alejó unos pasos de Harry—. Estoy muy cansada, te veré mañana.

Se dirigió a su directamente a su dormitorio, sin darle a Harry la oportunidad de decir algo más.

A la mañana siguiente, Harry y Ron bajaron a desayunar, pero nuevamente no vieron a Hermione por ningún lado. Mientras tomaban asiento, Harry notó que había más cuchicheos de lo normal, aunque no alcanzaba a percibir qué era lo que se rumoraba. Cuando terminaron su desayuno y salieron del gran comedor, Harry escuchó lo que comentaba un grupo de alumnos de Ravenclaw.

—Viktor Krum salió hace rato con Hermione Granger, ¿creen que son novios?
—Seguramente, vino aquí para verla. Además, recuerda que fueron juntos al baile de Navidad cuando fue el Torneo de los Tres Magos.

El grupo se alejó a paso apresurado, dejando a Harry con el ceño fruncido.

—¿Krum? —murmuró Harry para sí mismo, después de escuchar aquellos cuchicheos.
—¿Decías algo, Harry? —preguntó Ron, quien no se había dado cuenta de nada.
—Ehm… que debemos apresurarnos o llegaremos tarde.

Vieron a Hermione hasta la primera clase. Cuando ésta terminó, Harry le pidió a Neville que distrajera a Ron, ya que deseaba hablar con su amiga a solas.

—¿Qué pasa, Harry?
—Hermione, no tienes por qué ocultarnos nada.
—No oculto nada —mintió, tratando de parecer relajada.
—Sé que Viktor Krum está aquí —susurró Harry.

Hermione palideció al escucharlo, a la vez que abría los ojos a su máxima expresión.

—¿Cómo lo sabes?
—Escuché a algunos chicos de Ravenclaw hablar al respecto, decían que te habían visto con él —explicó Harry—. ¿Por qué no nos dijiste nada?
—Porque sé que no les cae bien, sobre todo a Ron y…
—Ya entiendo —una sonrisa fugaz invadió su rostro.
—¿Qué cosa?
—Te importa demasiado Ron y quieres evitar una pelea con él.
—Claro que no —negó, sin embargo, no pudo evitar que un ligero rubor se apoderara de sus mejillas.
—No voy a decirte qué hacer, pero ten cuidado. Sabes que no podrás ocultarlo todo el tiempo.

En aquel momento, Ron apareció ante ellos y la conversación quedó finalizada.

Hermione había sido muy cuidadosa al esconder la presencia de Krum, sin embargo, aquella tarde no pudo seguir haciéndolo.

—Hace un buen día —Ron miró a través de la ventana—. Salgamos, Harry, no me apetece seguir encerrado en la sala común.
—De acuerdo.

Harry y Ron se dirigieron al jardín, sin embargo, justo en ese momento, Hermione y Viktor también se encontraban ahí; Krum la tenía tomada de la mano.

—¿¡Qué hace Krum aquí!? —preguntó Ron casi gritando.
—Ron, tranquilízate —Harry lo tomó del brazo.

Pero aquel gesto no sirvió de nada, Ron caminó hacia ellos, con la furia nublándole los sentidos.

—¡Suéltala! ¡Ahora!
—¡Ron! —chilló Hermione, sorprendida, soltando a Krum y tapándose la boca con ambas manos.
—¿Por qué lo haría? —Krum lo desafió con la mirada.
—¡Porque yo lo digo! —Ron se acercó más a él—. Hazlo, ¡o te obligaré!
—No le tengo miedo a alguien como tú; no eres capaz ni de encenderle fuego a una rama.
—¡Pruébame! —Ron sacó su varita.
—Te ganaré con gusto —Krum sacó su varita también.

Ambos se pusieron en posición de ataque, pero Hermione corrió y se puso en medio de ellos.

—¡Basta! —miró al pelirrojo—. ¡Ron, por favor!
—¿Por qué lo defiendes?
—¿No es obvio? —dijo Krum con burla.
—¡Viktor! —gritó ella, en tono de reclamo.
—Me detendré sólo porque tú me lo pides, Hermione —Krum guardó la varita.

Acto seguido, Hermione lo tomó del brazo y lo hizo alejarse de ahí. Ron se quedó quieto, con la varita en la mano, viendo cómo se marchaban.

—¿La viste? Lo defendió, se fue con él.
—Ron, yo… no sé qué decirte.
—No hay nada que decir, ella dejó todo muy claro.

Ron no esperó algún otro comentario de Harry, comenzó a caminar en dirección al castillo. Fue directamente a su dormitorio y se tiró sobre la cama; Harry lo alcanzó poco tiempo después, aunque no se había atrevido a decir algo.

Ron no bajó a cenar, ni apareció en el desayuno del día siguiente, seguía encerrado en el dormitorio; no tenía deseos de salir y el hecho de que fuera sábado, no ayudó para hacerlo cambiar de opinión. Harry trató varias veces de que lo acompañara a pasear o a practicar quidditch, sin embargo, al ver que no tenía éxito, abandonó el dormitorio para llegar a la sala común.

—¡Harry! —Hermione entraba apresuradamente y se acercó a él—. ¿Dónde está Ron? No lo he visto desde ayer.
—No ha salido del dormitorio desde lo que pasó con Krum.
—¿No ha… salido? —preguntó ella, balbuceando.
—No, ni siquiera para comer.
—Pero… ¿por qué?
—Sabes muy bien la razón —contestó Harry—. Te dije que no podrías ocultárselo por siempre y terminó peor de lo que esperábamos.
—Yo… no era mi intención.
—Ron no piensa lo mismo —Harry se cruzó de brazos—. Defendiste a Krum y luego te fuiste con él.
—Era más fácil que convenciera a Viktor de ceder que a Ron.
—Mis intentos por hacerlo salir han fracasado, así que tú deberías hablar con él —acto seguido, dejó la sala común.

La sala común se encontraba vacía, lo que Hermione agradeció; lanzó un suspiro y se dirigió al dormitorio. Al llegar, vio a Ron sobre la cama.

—¿Ron? —lo llamó con tono cauteloso.

Ron se levantó al escuchar su voz. Tenía el cabello despeinado y había comenzado a notársele ojeras.

—¿Qué quieres? —después de observarla unos segundos, le dio la espalda.
—Necesito hablar contigo.
—¿Conmigo? Seguro es una equivocación. Además, tu querido Krum no está aquí —dijo con un tono entre irónico y triste.
—Viktor se fue esta mañana.

Ron se volvió a girar hacia ella. Aquella noticia le había alegrado, pero no quería que ella lo notara.

—Vaya, ¿lo has dejado ir?
—Ron, por favor, escúchame —Hermione se acercó un poco más—. Sé que hice mal en ocultártelo, pero sé lo mal que se llevan y no quería que tuvieran problemas o discutieran.
—Eso no hubiera pasado si me hubieras dicho que Krum estaba aquí y que… salías con él.
—Perdóname. No quería que te enojaras y que decidieras no hablar conmigo —dijo con tono acongojado—. Además, no salgo con él, no de la forma en que piensas.
—No tienes que mentir. ¡Los vi tomados de la mano! —gritó, con un halo de desesperación y enojo.
—El tomaba mis manos, no yo —Hermione comenzaba a escucharse enojada también.
—Claro, ahora soy un tonto.
—¡No, Ron! —gritó ella, desesperada—. ¿Cuándo vas a entender que hago esto porque me interesas?

Ron la miró, atónito. Luego se dio cuenta de que las lágrimas se asomaban en los ojos de Hermione.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó él, mostrándose cauteloso.
—Quiero decir que nunca he salido con Viktor ni con nadie más porque eres tú quien me interesa, eres tú quien me interesa —confesó finalmente, luego se quedó en silencio unos segundos, mientras se acercaba más a él, hasta que casi pudo tocarlo—. Eres tú a quien amo, ¿por qué no lo ves?
—Hermione… ¿hablas en serio? —Ron estaba impactado, sin embargo, no pudo evitar que la alegría comenzara a apoderarse de su voz.
—¡Claro que sí! —contestó ella, ligeramente ofendida.
—Pero… es que… ¿cómo es posible? —la miró atentamente—. Eres inteligente y bonita, ¿cómo alguien como tú podría fijarse en alguien como yo?
—Ron, quizá para los demás seas alguien ordinario, pero yo te conozco bien y sé que eres muy especial, sobre todo para mí —tragó saliva—. Y yo… yo… quisiera saber qué es lo que sientes tú por mí.
—Yo… Hermione… yo… —balbuceó, los nervios lo habían invadido—. Tú también eres muy especial para mí. Yo… también…. te amo —su rostro se tornó completamente rojo.

Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Hermione, luego abrazó a Ron con fuerza, quien correspondió el gesto mientras le acariciaba el cabello.

—No sabes cuanto tiempo esperé para que me dijeras eso.
—Temía que me rechazaras y echara todo a perder —confesó Ron.
—Eso ya no importa, ahora todo está bien.
—Hermione…

Ella lo soltó para mirarlo directamente al rostro.

—¿Te importaría que fuéramos a comer algo? Muero de hambre.

Hermione sonrió ampliamente, ese era el Ron de siempre.

—Por supuesto, vamos.

Lo tomó de la mano y ambos salieron juntos del dormitorio.