Purple cherie

By: Tokio.

----a todos los fans de kasumi-chan.
Y de satoshi-san también.-----

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"señor samurai..."

la niña se detuvo de repente, prendida del brazo de su joven acompañante, hizo que este también se detuviera suavemente.

"¿dígame?" el samurai la miro con seriedad, como siempre lo hacia, hacia a bajo; solo pudo ver un poco de su cabecita naranja y su narisilla asomándose bajo su sombrilla de juego con su vestido "¿qué ser eso?" la niña lo miro de repente con esa inocencia hacia arriba, apartando la sombrilla. Y señalando con uno se sus finos dedos el puesto que estaba entre otros mas de aquel mercado por la tarde espero con la pureza en sus ojos, la respuesta del joven guardaespaldas "¿qué cosa?" dijo satoshi encorvándose un poco para verla mejor, pero respetando enormemente el espacio personal de su escoltada "esa" dijo ella señalándole un kimono negro, con mariposas plateadas bordadas con soltura a lo largo de toda la tela "es un kimono, señorita" hablo quedamente, elegantemente, como solía hacerlo siempre "las mujeres japonesas lo utilizan"
"¿enserio"
"así es" afirmo él moviendo su cabeza ligeramente junto con su lacio fleco oscuro "los hay de varios tipos, para diferentes eventos y ocasiones..." miro pensativamente a la tela "...también se utilizan de acuerdo a tu edad..."

la chica aparto su sombrilla de encaje azul marino, de su cabeza, provocando que la luz le diera directamente el su inmaculada y blanca piel, satoshi miro pensativamente a su cabeza

"es bonito." Sentencio ella, dando un par de parpadeos muy largos, mirando ensimismadamente el kimono.
"así es, señorita..." completo el adolescente de facciones atractivas, siempre algo nostálgicas y reservadas... de repente sintió un ligero jalón hacia delante de nuevo. Su ama comenzaba a caminar nuevamente, y como él debía siempre estar con ella comenzaron a caminar juntos por el pasillo del mercado; después de largo rato de observar la bella pieza.
los muchos murmullos del lugar y algunas miradas asombradas ante tal niña extranjera, también se escucharon. satoshi miro al piso.
Ese era un kimono de luto.

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"los rumores tras su llegada, corrieron como pólvora" una risita extraña siguió del comentario lavit-sama, ante 4 personas en el cuarto principal de la mansión tradicional "era de esperarse" agrego un joven, de no mas de 25 años con unas gafas pequeñas sobre su nariz delgada "es una forastera"
"y no de cualquier tipo" una señorita de 19 años, dejo su taza de te negro hirviendo, frente a ella, miro a todos alegremente "..mucha gente habla mucho de su piel y ojos... ¡hasta le han puesto "la princesa de nueva Zelanda!" agrego divertida "pero que pasada..." el joven de 20 años, con un arete en la oreja izquierda los miro a todos con su expresión algo torcida por el enojo, seriedad y mala leche desde el lado izquierdo de la mesa "si no es mas que una chiquilla rica... entre unos ignorantes que no saben ni donde esta esa tal "nueva zelanda"
"silencio" dijo el joven de 25 años, con gafas a media nariz. su cabello negro, recogido en una coleta baja, se movió un poco "que ella es una pieza importante"
"ho-jojojo!" la jovencita rió un poco señalando al tipo del arete "ni si quiera tú sabes que es "nueva Zelanda"!" rió mas fuerte, azotando uno de sus puños en la mesita de centro "valla crío!"

el chico frunció un poco el ceño y bajo la mirada imponente que tenia, a la mesa, la chica parecía deleitarse ante tal situación.

"es una mercancía" dijo descaradamente lavit-sama mientras azotaba su vasito de licor a la mesa "y muy importante"
"...En un Japón tan feudal y conservador como ese, no se pueden ver emigrantes como ella pavoneándose por todas las calles como esa escuincla lo hace..." el muchacho de pelo cobrizo, hablo por fin, su comentario fue seguido por un silencio incomodo.
Solo es se atrevió a romper de nuevo la atmósfera "... mucho menos mujeres... menores... y solas" algo de desprecio voló por sus labios, entrecerrando un poco los párpados "¡venga!" agrego la chica alegre como siempre "si no esta sola, satoshi-san la asiste todo el tiempo"
"calla tú, mujer" el chico con la argolla en la oreja hablo algo irritado, la fémina solo sonrió y cerro la boca "y tú.." dijo mirando de reojo a el muchacho de pelo cobrizo "no digas eso... que, también eres uno de ellos..." arrastro sus palabras con saña, mirando de repente al jovenzuelo delgado.

este se levanto ofendido, apretó los dientes y miro al joven que lo había insultado

"¿cómo te atreves a decir semejantes falacias"
"tranquilo" le respondió él con arrogancia y una sonrisa en los labios "que pintarte el pelo de café... no te sirve de nada..."

las sonrisas en las caras de los 3 se borraron.
Todos se torno muy incomodo. Incluso el ruidito de la campanilla movida por el viento.
El chico de pelo cobrizo salió dando tumbos.
Todo se quedo en silencio.

"...ese, maldito ojos azules..." el chico del arete escupió hacia el jardín.

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a noche purpurina desplomó sobre todo Japón.
Algunos matices acuosos y naranjas aun se veían mucho mas al horizonte.

"es tan cálido..." la brisa del invierno acariciaba por completo el cuerpo de la frágil jovencita blanca. Sentadita ahí en una mecedora, en el balcón de la mansión tradicional, cerraba los ojos de vez en cuando, para descansarlos de aquel bordado que venia realizando desde hacia tiempo.
Su largo cabello naranja, recogido en una trenza que descansaba a lado de su hombro derecho y que dejaba salir algunos mechones por aquí y allá elegantemente, se movió ligeramente.
satoshi, sentado en el piso y como siempre tan callado, se limitaba a limpiar el trío de sables que poseía.
eran su única fortuna.

"señor samurai..." seguía meciéndose con mucho cuidado, mientras el cascabel en su cuello sonaba débilmente por el movimiento de la mecedora; aun miraba su bordado con inocencia "dígame" satoshi dejo sus espadas a un lado, para hacerle una amplia reverencia y mirarla por la espalda "¿ha visto alguna vez la lluvia caer?..." él cerro los ojos apaciblemente, con ese dejo de elegancia y seriedad acostumbradas, puso su dedo pulgar e índice sobre su barbilla, con cuidado.
"discúlpeme, pero, no se a que se refiere"
"ya veo..."

la niña se levanto con cuidado de su mecedora, dejando el bordado y sus gafas en la mesita a su lado y dándole aun la espalda al samurai, hablo quedito entre los murmullos de los grillos y el brillo de las luciérnagas de invierno

"es lógico que los adultos no se fijen en cosas tan encantadoras y apacibles como esa..." volteo de repente mirando a muchacho con mas inocencia que antes, este bajo la mirada "¿adultos"
"si..." la niña avanzo con cuidado, con su estorboso vestido negro de numerosos holanes y pedrería hacia el joven samurai. Que no hacia mas que mantener su cuello doblado y su cara directo al piso de caoba.
Ya frente a él, se sentó con cuidado sobre sus propias piernas

"los placeres de mi vida, son los bordados..." se estiro un poco hacia la mecedora y tomo la servilleta blanca entre sus manos finas. satoshi pudo ver que el bordado era una flor totalmente rara para él, pero ciertamente hermosa "cuando yo tenia 7 años, me enseñaron a bordar..." una muy liviana sonrisa se vio en sus labios, él se sorprendió un poco ante tal hecho, que no veía desde hace un mes y medio que estaba con ella, custodiándola "mi nana me lo enseño una mañana de otoño..." paso uno de sus mechones largos y coloridos tras su orejita "... aun puedo recordar el olor de la madera húmeda por el rocío... las hojas terracotas cruzando los patios de casa...las alfombras de seda en las que solía sentarme largas horas"
entonces se atrevió a mirarla de frente... iluso...su voluntad fue rápidamente quebrantada por esos débiles ojos azulinos que chocaron por un segundo realmente mágico "... desde ahí, no puedo dejar de hacerlo..." prosiguió ella bronceado por el sol del Japón, el joven se sintió dichoso, por una extraña causa "eso es muy bueno, señorita" la niña ladeo la cabeza "¿crees?" "si" él también sonrió vagamente "es hermoso, poder olvidarse de la vida y sus problemas, por algunos minutos..."

la luna adornaba el cuarto con cuidado, la niña sonrió de nuevo vagamente y comenzó a bordar de nuevo con cuidado

"y..¿qué hace el señor samurai para olvidarse de la vida y sus problemas por algunos minutos"
satoshi abrió un poco los ojos.

La chiquilla siempre le hacia comentarios muy desiguales a lo que estaba acostumbrado.
Simplemente sonaba la voz de una chiquilla que pareciera tener una persona mayor en su interior, atrapada.

"bueno...yo.." bajo la cabeza, era vergonzoso y muy atrevido hablar con una alma tan inocente, de las atrocidades que había venido realizando con tal de sobrevivir en aquel Japón, que ya no creia ni en los propios samuráis.
"comprendo.." la niña lo interrumpió suavemente, y aun viendo su bordado, le dijo algo que lo marco para toda su vida "una persona como tú, nunca olvidara los horrores de la vida, por que nunca a habido algo o alguien de lo que te hayas enamorado"
el chico abrió un poco mas sus ojos "yo me enamore de los hilos y la soledad.." puso ambas manitas sobre su pecho fino "...ellos me hacen olvidar las cosas... lo horrores de la vida"
"..." el chico siguió mirándola ahora, con algo de extrañeza.
"...cuando encuentres a alguien que te importe de verdad y te de la fuerza necesaria para cambiar... vas a poder olvidar las cosas malas, aunque sea por un segundo..." comenzó a bordar de nuevo mientras reanudaba las notas que formaban sus labios rosáceos para formar frases; y hablando con la inocencia y mesura acostumbradas, sin una gota de mal intención lo miro de nuevo"...aunque usted parece gozar recordando lo que lo hace sufrir"
"¿có...mo...?" abrió mas los ojos, asombrado Ella era sobrenatural.. tan solo su piel y ojos.
ese enorme juicio al abrir la boca y hablar, aunque fueran pocas palabras... pareciera que ella lo supiera todo sobre él "...es que... tus ojos lo confiesan todo..."

la miro con cuidado.
con su mesura y elegancia de siempre, la niña aun seguía bordando en su servilleta blanca. Con su espalda tan recta como siempre y joyas de todos tamaños adornándola casi por completo.

"-... comentarios de una niña, solo son eso...-" repasó mentalmente. la miro con precaución, para no ser descubierto en semejante bajeza, cuidándose de no lanzar una mirada salvaje, de esas que solía expeler, antes de asesinar a alguien.
Sintió una ligeras palpitaciones a la altura de su pecho "-¿aun vives...?- " pensó mirando a su pecho. "-me sorprende...-" siguió el diálogo con su mente "-es cierto, que si la miras...-" se atrevió a clavar por algunos segundos mas a la débil silueta frente a él "-pareciera tan ingenua y débil...no puede salir nada horrible de ahí... ni palabras, ni acciones... ni susurros...pero...-".

Se sentía contrariado cuando la cuidaba... debía ser por sus comentarios tan desacordes a su edad...

"yo soy tu igual..." dijo ella quedamente.
Saco al joven de sus ya entrados diálogos con él mismo.
alzo la vista al samurai, la vista de una niña, que jamás había asesinado como él, robado, pasado hambres... una niña extranjera y diferente .
el se sintió incomodo "¿pero.. por que lo dice, señorita...?" ella dejo su bordado de nuevo a su lado, en el piso de madera, alzando la cabeza con cuidado a el samurai lo miro como siempre... sin sentimiento alguno mas que la pureza "yo... he hecho muchas cosas infames, con tal de sobrevivir... cosas muy viles..." insistió él suavemente "...la felicidad tampoco... tampoco... ha estado de mi lado ..." titubeo un poco, mas sin embargo, recupero su estado original.

miro a su lado izquierdo, el samurai; la conversación le incomodaba un poco.
No era correcto que él hablase de eso con su protegida.
"-Esta prohibido intimar con el "trabajo"-" recordó.

"debe dormir ya, señorita" se puso de pie con cuidado, camino al tufon y dejo las cobijas a media cama, hecho esto, se sentó de espaldas a ella, cerca de la cama en el piso no sin antes disculparse por aquella acción, pues dar la espalda era una manera de ofensa para los asiáticos; ella debía cambiarse.

"es tan cálido..." declaró ella aun en el piso, frente al barandal del balcón, satoshi miro de reojo a ella "... los inviernos en Japón..."

fin del capitulo 3