Purple cherie

By: Tokio.

a todos los fans de kasumi-chan.
Y de satoshi-san también.

se aseguro de no ser visto.
Y manteniendo aun la mirada inexpresiva y algo calculadora a ratos, deslizó con cuidado sus dedos astutos y estilizados hacia la empuñadura de su sable.
Aunque la cabeza le daba vueltas y la vista se le nublaba de repente, a tal grado de ver algunas sombras, apretó los dientes y una gota de sudor, le cruzó su mejilla

"...no se aparte, señorita..." dijo en un susurro. Ella lo miro hacia arriba, estaba tan asustada... no sabia que beber de aquella fuente, les acarrearía tantos problemas...

sucedió tan de repente.
rodeados por mas de 10 hombres con malas caras y peores intenciones, satoshi se puso en guardia discretamente. Siempre listo para proteger a su pequeña dama.

"perdóname..."dijo ella tomándolo de la manga con cuidado a la vez que lo miraba arrepentida "..fue mi culpa"
"eso no es verdad" dijo él regresándole una frágil sonrisa y la voz "usted jamás debe pedirme disculpas... no usted...una pequeña tan pura"
"pero"
"no hubiera pasado si no estuviera enfermo" frunció el ceño mirando con movimientos oculares rápidos a sus posibles agresores "solo no se separe de mi y pase lo que pase, no se asuste..."

ella se coloco tras su espalda y tratando de ser fuerte le afirmo con seguridad.
Inevitablemente el, le sonrió con ternura.
Era tan inevitablemente... desde unos días atrás.
¿por qué? Si el era un samurai educada con vara y por los golpes de la vida...¿por qué algo tan frágil y pequeño, hacia que perdiera la cordura y el juicio con tan solo un toque de su mirada o un aliento de su tacto?...

"toda criatura que bebe de esa fuente... se contagia de mi espíritu extranjero y pasa a ser de mi propiedad."

La voz agradable sonó tras ellos Ahí estaba él.
Con una sonrisa seductora y soñadora, sus ojos resplandecían mucho.
Ambas manos en sus bolsillos de una ropa extraña para el samurai: un pantalón de vestir negro; y completando su atuendo, una camisa de manga larga de color blanco, cubierta con un chaleco de vestir y de botones de color negro, en su pecho una corbata escarlata.
Sin duda alguna era un extranjero, pues su acento alemán se remarcaba con soltura y elegancia al salir las palabras de sus labios.

"¿sabe usted, señor samurai, que ha violado la propiedad privada de mi jardín?" satoshi cerró los ojos, inclinándose.
"..disculpe, no tenia idea"
"pero, no se incline..." dijo él sonriente y con los ojos azules tiñéndose de algo de seriedad "odio ese tipo de cosas..." aburrido, se vio las uñas de su mano derecha, mientras se acercaba con pasos lentos a él.
Suspiro un poco, soplando un poco de aire a su fleco, alborotando "desde luego" continuo el rubio "este terreno es tan grande, que ocupa gran parte del territorio de la ciudad y mas allá..." sonrió un poco. "..y es tan natural que la gente piense que camina por un sendero cualquiera cuando lo esta haciendo en el jardín de mi casa""te he visto a ti, samurai" los señalo con la cabeza desganado "que has bebido de esta fuente de mármol negro...pero" sonrió extrañamente "es algo comprensible" alzo sus hombros "supongo...ya que, realmente yo he puesto esa fuente ahí, a apropósito"
"disculpe" dijo con su tranquilidad de siempre "que yo pagare el precio de esto"
"desde luego, el gobierno..." masculló el rubio sin prestarle mucha atención a satoshi "me piden que deje pasar a los aldeanos por aquí ya que de otra forma, por el lago de ahí enfrente, seria mas difícil.
Era cierto, un lago estaba justo a lado de el camino de piedra.
Era inmenso. Sus brillos naranjas ahora por el atardecer, parecían que mecían ascuas de un fuego ahora ahogándose.
"por dejarme establecer aquí, es natural que le pague de alguna u otra forma a el gobierno japonés...¿no?" dijo sonriendo.

kasumi miraba asombrada tras el samurai, comenzaba a temblar y a aferrarse mas a su guarda espaldas.

Si bien, la verdad era que la pequeña kasumi y satoshi, hacia tan solo unos instantes caminaban con cuidado entre el camino de piedra por un sendero luminoso ancho y de media tarde después de un día de paseo; los pasos de las sandalias de bambú del jovencito se escuchaban apenas por los tacones de los botines de la pequeña, que de repente se detenía en medio del sendero. Satoshi hizo lo mismo bajando la cabeza como la costumbre lo indicaba, pero al descubrir que la pequeña lo miraba con cuidado y candor, no hizo mas que agacharse un poco mas.
"satoshi-onisa..." "dígame usted, señorita"
"...debes tener sed..."

satoshi se atrevió a contemplarla de repente... solo muy efímero; la elegancia y ternura de sus ojos llovizna desvalidamente inocentes siempre lo encandilaban de una forma inexplicable y peligrosa.
"no" dijo rehusando mansamente "...señorita"
"...pude..." miro al piso "pude notar tu aliento mas inquieto que de costumbre...así que..." dejo la sombrilla de ornamento de su glamoroso vestido azabache en el piso y con movimientos hipnotizantes y enigmáticamente exquisitos descubrió de sus guantes a sus manitas y dedos blancos al suave y petulante sol del atardecer que se moría de ganas por acariciarlos.
"aguarda aquí, onisa." Lo miró con placidez "que traeré algo que refresque tu garganta..." a punto de levantarse ella, sintió como el atractivo asiático, la palpaba con cautela del hombro... no quería ni mancharla.
la sola idea de tocarla lo ponía tan nervioso mientras que "esa" emoción extraña le emanaba de todos lados y hasta por las yemas de los dedos.
"usted no debe darme nada mas..." susurro bajo el lacio fleco de su frente deteniendo a la niña"... mas que el honor de protegerla y protegerla de todo..." soplo un poco el viento, moviendo lo generoso y lacio del cabello mandarina de su ama.

Sus sombras alargadas por la luz de la ahora primavera se recargaron en los árboles verdosos; que creaban con sus ramajes tupidos y cerrados una especie de túnel cautivador por arriba del camino sin volverse a verlo le articuló "... una persona como yo, es descorazonada al saber que no puede hacer nada mas allá de leer libros y bordar soledad con los hilos..." de nuevo la brisa con olor a hierva; sus cabellos lacios se mezclaban caprichos con el soplo de "eolo", dios del viento.
"ser mujer, es algo que siempre lamente..." bajó un poco la voz "jamás se me pregunto si quería ser feliz...que debes buscarte un mozo de buena postura y apellido...si..." dijo ella como recordando algo amargo "eso lo decían todas mis hermanas... incluso mi madre y, cuando intentaba buscar refugio en los ojos de mi padre, el solo me respondía párate ahí, y luce hermosa..." soltó un hondo suspiro "...solo eso..."

la brisa insistente la envolvió nuevamente

"cuando nací mujer, todo mi ser fue reservado para alguien mas... no importaba mucho para quien... hasta mi corazón..." "señorita..." se atrevió a poner toda la palma en su hombro tímidamente aun...era un impulso tan placenteramente culposo que se regaba por su pecho cual pólvora por el piso "siempre lo supe, por eso, era tan tímida y triste"
"..." entreabrió la boca y sus ojos se entre cerraron sensualmente, no pudo articular palabra al ver que la fina silueta de su ama, se estaba esculpiendo por el tiempo "...onisa"
"¿si"
"déjame sentirme útil a ti..." el corazón del samurai ya no era suyo, sus estímulos iban mas allá de el, cuando sintió la manita fresca de ella acariciaba sus dedos tímidamente"...que solo así seré feliz"
"kasumi-san..." "¿si?" dirigió una mirada inocente a él "yo"
"espera" interrumpió con agrado "cualquier cosa puede esperar...menos tu salud"

la mano que tanto trabajo le había costado posar en ella, resbalo lentamente mientras que las pupilas negras y achicadas de aquel joven bañado por el sol de Japón... se perdieron en el suave andar de la pequeña extranjera.
todo era tan inocente y dulce: su piel, sus labios, sus movimientos delicados...hasta aquella mirada lluvia; que aunque desvalida, hermosa y afrodisíaca.
fue así, que satoshi por fin abandono algo de su rectitud y se dejo caer al piso.
Mirando como entre sueños, como la pequeña kasumi se paraba en sus puntas, para poder alcanzar aquel hilito de agua, escupido por unos peces negros de mármol en la parte superior de la fuente, parpadeo lentamente "kasumi.." dijo el penosamente y cada vez mas desvanecido "...mi kasumi..."

sintió la frescura de su piel inmaculada, cerca y difusamente a el.
pudo ver como sus manitas se arrimaban a sus labios, dándole el preciado liquido con primor "Onisa hubiera dicho que se creía enfermo..." agrego apenada y con un débil sufrimiento en su rostro "así yo no hubiera preferido salir"
"no diga mas..." sonrió trabajosamente para que ella dejara esa inocente expresión asustada mientras se hincaba rectamente para poder verlo mejor "que no me importa morir...cumpliendo con... lo que me hace sentir...vivo"

y antes que desfalleciera el, se percato de aquellos hombres que lo rodearon peligrosamente.
Su puso de pie rápidamente haciéndolo ella con el y los contó uno a uno.
Estaba dispuesto a matar.
La persona asesina de hacia unos cuantos años floreció de nuevo en tan solo unos instantes.
Maquilo como debía ser que murieran en tan solo unos segundos.
Desde luego si alguno se atrevía a tan solo verla, no volvería a ver el sol de nuevo...

Y ahora estaban ahí, con el grupo de samuráis y aquel extranjero imponente que había logrado parar todo de repente

"...en fin" suspiro el rubio forastero, " que no creo que mis hombres tengan la culpa por querer defender lo que es mío...¿he?" miró interesado a satoshi, este se mordió un poco el labio, debía proteger a toda costa a su dulce pequeña"...¿pagaras el castigo"
"así es." Se le nublo la vista, el sopor y la tensión subían.
El rubio soltó una pequeña risa acompasada, mientras sus manos salían de sus bolsillos.
"sorprendente...realmente sorprendente." Su risa se torno mas seria "tan enfermo tu y aun, protegiendo a esta lindura..." sus pupilas cielo ya se estaba fijando en una kasumi asustada "todo lo que bebe de esa fuente, pasa a ser mi pertenencia..." remarco misteriosamente. Se curveo para verla mejor, satoshi perdió el brillo en sus ojos, un movimiento en falso y... "...y más, si han sido bellezas como tu..." guiño un ojo azul a la pequeña , asustada e inocente como solo ella, se aferró tras la espalda de satoshi. "¡ho! Por favor, señorita..." simpático y güero, sonrió "...si tan solo me complaciera con una mirada mas profunda" se tomo el pecho "¡este extranjero solitario seria muy feliz!"

la miro entre las telas de satoshi aun estremecida, el chico insistió

"por que, debe usted ser una linda extranjera, como yo..." subió su mano e hizo un ademán gracioso "mi nombre es mortymer...pero, puedes llamarme morty" sonrió aun mas.
Sin consentimiento de la pequeña tomo su mano entre la suya, mas gruesa y llena de anillos, un trueno avisando lluvia en cualquier instante sonó "es, un gusto" la besó ella hizo un ligero gesto de disgusto y quito rápidamente su manita "onisa-samurai no es responsable de sus locuras..." agregó rápidamente mirando a otro lado; los demás samuráis sonrieron algo divertidos ,codeándose y susurrando entre ellos, bajaron las espadas.
Y con el orgullo herido y apenado rascó su cabeza rubia con lentitud "he...si...bueno.." movió de nuevo la mano "que nadie es perfecto...chiquilla" le guiño el otro ojo "descuide" dijo ella reverenciándolo de forma occidental "que mi hermano y yo, jamás pisaremos sus tierras, eso claro, si lo hace sentir mejor"

esta vez el barullo de risas de los demás samuráis rompió el ambiente tenso.

"¿puedes continuar, onisa?"se giro ella preocupada olvidando por completo la presencia del extranjero ".si.." dijo el sonriendo, nunca pensó que su pequeña niña fuera a ser tan temeraria "entonces...vamonos a casa..." lo tomo con cuidado y cruzo uno de sus bracitos bajo su axila, tomo su paraguas y tratando de cubrirlo de la repentina lluvia de plata en media tarde, dio un ultimo vistazo inocente a el rubio sin agregar ni una sola palabra mas.

y comenzando a caminar trabajosamente en el sendero ya casi oscureciéndose, el extranjero observo como se perdían entre los tonos de la creciente noche y la lluvia que ahora lo empapaba a el y a sus guardias

"hum..." dijo alzando los hombros "es tan exótica..." sangron y escandaloso como el mismo se toco una mejilla mientras cerraba los ojos en una expresión soñadora "que me he enamorado"
"¿una chiquilla tan salvaje?" dijo un samurai del grupo "!y muy atrevida, jefe!" agrego un samurai rechoncho "¡que si lo es!" complemento uno mas flaco y calvo "jamás le habían dicho eso al jefe..." recibió una mirada orgullosa de él "así es" insistió uno mas joven "ninguna chica japonesa se le resiste al jefe"
"ju" interrumpió el mientras suspiraba "justo como me gustan..."

fin del capitulo 5