Hola a tod s! Mil disculpas por la tardanza. No tengo tiempo para avanzar en mis historias, se que tal demora desencanta y hace perder el hilo de la lectura, pero realmente no tengo resto para mas.
De todos modos voy a seguir escribiendo, así que a quienes tienen ganas de leerme desde ya les doy las gracias, especialmente por la paciencia.
Espero que les guste el nuevo capitulo, justamente por la falta de tiempo no me quedo como quería, pero bueno, permite de todas formas avanzar en la historia.
Les mando un gran abrazo!
Esta historia es sin fines de lucro, siendo mi única ganancia el placer de escribir. Los personajes de Ranma 1/2 son propiedad de Rumiko Takahashi.
RESCATA MI CORAZÓN
Cap 1: El portarretratos
Nunca había estado tan nervioso en su vida. Ni siquiera cuando la volvió a encontrar aquella noche. Sin embargo, ahora que la veía ingresar impoluta e inmaculada, confirmaba con certeza que además de aquellas características ella era simplemente inalcanzable. Siempre lo fue, desde que la vislumbró por primera vez circulando por los pasillos de su escuela secundaria. Y lo seguía siendo, especialmente luego de saber esa verdad que por alguna razón había escogido ocultar. Porque a pesar de la vergüenza que vio en sus ojos la noche anterior, desbordada seguramente por pensamientos culposos y degradantes sobre sí misma, para él Akane solo se hizo más valiente, magnífica y especial. Akane Tendo siempre sería demasiado para él, pero Ranma Saotome haría lo posible por alcanzarla.
Había pensado en lo ocurrido toda la noche. Jamás podría haber anticipado la existencia de la pequeña Ai. Nunca pasó por su cabeza que su gran amor fuese además el gran amor de una niña que era prácticamente su calco.
Akane tenía una hija, eso lo cambiaba todo. Si fuese otra mujer tal vez sería uno de esos tipos que huyen despavoridos ante la noticia de que otro ser humano depende de la mujer de su interés. No es que creyera que los niños fueran un problema en sí mismo, o que una mujer con hijos perdiera su belleza o valor. Pero un niño en su vida… no había lugar, ni tiempo, ni dinero, ni paciencia. Jamás llegó a pensar si quiera si era su deseo ser padre. Pero cuando vio a Ai, todas esas faltas simplemente no aparecieron en su cabeza. Solo hubo sorpresa y risas. Por sobre todo preguntas, decenas de interrogantes desesperantes y respuestas fantasiosas sobre la niña y su padre en diversos escenarios donde Akane nunca podría ser la villana de la historia.
No pudo dormir pensando en todo eso, especialmente ante el miedo de que su ex compañera lo sacara de su vida para siempre. Ya lo había intentado, ignorando sus llamadas y mensajes por varios días.
Una parte de él le decía que era mejor dejarla ir, como siempre había hecho cuando las cosas se volvían complejas. ¿Para qué complicarse la vida? ¿Para qué desafiar el destino?
Empero, combatiendo contra su propia detestable personalidad, le envió aquel mensaje que no le daba la posibilidad de no asistir. Y estaba listo para ir a buscarla al fin del mundo si fuera necesario. Se sorprendió de su propia determinación, pero inconscientemente había resuelto que no volvería a dejar que el tiempo decidiera por él. No quería perder la oportunidad que el universo, el destino o la línea de colectivos le había ofrecido.
Es por eso que ahora, mientras se acercaba a él luciendo tan hermosa, sintió un enorme alivio, porque en realidad tenía miedo, mucho miedo de perderla. Pero ya estaba aquí, y eso solo podía significar que Akane también quería una oportunidad.
Con ese convencimiento se puso de pie y la saludó.
-Ranma.
-Akane.
Sonrieron con timidez y un poco de incomodidad.
Parecían dos personas desconocidas, acudiendo a su primera cita a ciegas.
Eran todo lo contrario, pues a esta altura sus almas ya se conocían por completo.
Saliendo del letargo en el que habían quedado cautivos, Ranma corrió la silla para ella y, con ese sonrojo característico sobre sus mejillas, Akane se sentó en ella.
Quien los viera a la distancia pensaría que son un par de muchachos enamorados e inexpertos, colegiales que se encontraban allí para confesar que gustaban el uno del otro.
Ella estaba rígida, su espalda sumamente erguida pero su cabeza permanecía gacha, observando atentamente los granitos de azúcar sobre la mesa que lograron sobrevivir a la rejilla del mozo que limpió la superficie hace menos de media hora.
Ranma la miraba fijamente, jugando por debajo de la mesa con sus dedos en un intento por calmar su corazón.
-Akane, yo-
-Mira, Ranma-
Nuevamente, a la par comenzaron con sus declaraciones, solo para callar abruptamente al reconocer la escena repetida esa mañana.
-Tú primero _cedió el caballero.
Ella asintió levemente y luego de una breve pausa abrió su boca en un intento fallido de que salieran las palabras que ansiosamente se querían presentar. Aclaró su garganta y entonces prosiguió.
-Yo… yo no me avergüenzo de Ai.
-Lo sé.
-No te oculté su existencia por sentirme avergonzada de ella.
-Lo sé.
-Ella, es mi gran orgullo. ¡Estoy orgullosa de ser madre soltera!
-Lo sé, Akane _reafirmó con absoluta certeza.
Ella lo miró a los ojos, y al borde de las lágrimas continuó.
-No sé por qué no te lo dije. Yo… simplemente no me di cuenta del paso del tiempo, es decir, cada vez que estoy contigo me olvido de todo. Es, es como si viajara en el tiempo, como si fuéramos adolescentes, compañeros, libres y sin responsabilidades. Pero cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo yo… yo simplemente callé, yo… tuve miedo.
-¿Cuáles son tus miedos Akane?, puedes decírmelo.
Ella lo miró nuevamente, ahora lágrimas silenciosas resbalaban por sus pómulos.
-Yo sé que nadie quiere estar con una mujer que tiene hijos. Ningún hombre quiere esa responsabilidad. Ningún hombre querría a la hija de otro _concluyó agachando nuevamente su cabeza.
Ranma arrimó su silla junto a la muchacha y, tomando sus manos entre las suyas, le dijo:
-Yo no soy solo un hombre y tú no eres solo una mujer. Tú eres Akane Tendo y yo… estoy enamorado de ti.
Akane elevó su rostro ante tal declaración. Y entonces vio en sus ojos completa honestidad. Él la quería, no mentía.
- Y eso _continuó el azabache_ incluye desde la punta de tus cabellos… hasta la sonrisa de tu pequeña hija. ¡Akane, estoy enamorado de ti ya por más de 15 años! ¡No me importa si tienes una hija, si estas casada o si te falta una pierna y cinco dientes! _Akane rió antes sus palabras, justo como él quería_ Mientras… tú sientas algo por mi… sé que no soy digno-
-¡Te quiero Ranma! _interrumpió tomando ahora ella sus manos con intensidad_ ¡Te quiero mucho, yo también estoy enamorada de ti! Creo… creo que por eso no quería decirte sobre mi hija… porque egoístamente no quería perderte. La mujer que hay en mí por primera vez en mucho tiempo quiso ponerse antes que la mamá. No puedo negarlo más, aunque me sienta fatal al respecto.
Ranma sintió su cuerpo entero alterarse ante las palabras dichas, porque ella, Akane Tendo, ¡acababa de confesar que sentía lo mismo por él! Y ante semejante declaración Ranma no podría más feliz. Porque si ella correspondía la mitad, incluso un cuarto de sus sentimientos por ella, sería más que suficiente para sentirse satisfecho.
Antes de que pudiera medirse, se abalanzó hacía ella y la estrechó entre sus brazos con completo anhelo.
Ella correspondió el abrazo, escondiendo su rostro contra su pecho. Allí pudo percibir como el corazón del hombre, que declaró haber estado enamorado de ella por más de una década, latía desenfrenado. Latía por ella. No podía estar menos conmovida. Estaba, de hecho, afectada hasta los huesos. Por eso Ranma comenzó a sentir la tela de su camisa azul levemente regada por las lágrimas de su compañera de secundaria. Estaba llorando. No estaba seguro si eran lágrimas de felicidad o tristeza. Pero indistintamente de la razón, solo pudo pedirle suavemente al oído:
-Entonces no te alejes de mí. No, no lo permitiré. ¿Escuchaste?
La sintió asentir contra su pecho y removerse hasta percibir un cosquilleo sobre la piel de su cuello cuando su aliento se fugó de su boca al pronunciar dos simples palabras:
-Está bien.
Cada músculo de su masculino cuerpo se contrajo ante su afirmación y todo lo que ello implicaba. Su corazón descarriló y el aire se evaporó de sus pulmones. Su mente se nubló por un instante y los vellos de su piel se elevaron. Un verdadero desastre fisiológico, simplemente una maravillosa reacción.
-Eso… está, está muy, muy bien Akane _ respondió titubeante y de repente sumamente nervioso.
Y ella rió aliviada y por demás feliz.
Entonces una tos a poco centímetros de la pareja, que incómodamente permanecía abrazada, los hizo darse cuenta que estaban en aquel viejo barcito, aquel barcito público, por cierto, motivo suficiente como para separarse abruptamente, exageradamente quizás, como si hubiesen sido encontrados en la escena de un crimen.
Luego de acomodarse en sus lugares de origen, uno frente al otro y con mesa por medio, miraron de inmediato, y con un poco de sonrojo en sus rostros, al mozo esperando de pie junto a ellos. El señor, que rondaba sus cincuenta primaveras, ni lerdo ni perezoso rompió con el incómodo silencio instalado entre los tres preguntando si necesitaban la carta.
Ranma de inmediato tomó el menú entre sus sudorosas manos, haciendo como si leía atentamente cada palabra presente en la carta. Cerró la misma instantes después, ordenando un submarino y una porción de lemon pie para la dama, y un cortado con tres medialunas para sí mismo.
La escena parecía tan cotidiana y cariñosa ante los ojos del mozo, que sonrió al recordarse a sí mismo y a su esposa ordenando el platillo favorito del otro casi por inercia.
Iba a decir algo al respecto, pero los dos parecían tan ensimismados en sus propios sentimientos que simplemente no quiso inmiscuirse de más. Solo atinó a anotar sus pedidos y retirarse en silencio, sacando su teléfono del bolsillo de su pantalón para enviar un "muy buenos días, querida. ¿Qué tal tu mañana?" a su amada compañera por más de treinta años, antes de transmitir la orden a la cocina del lugar.
-Entonces…
-¿Entonces? _repreguntó Ranma con curiosidad.
-¿Gustabas de mi cuando íbamos a la escuela?
Su pregunta lo tomó por sorpresa pero no podía mentir, aún si muriese de vergüenza.
-Así es. Desde el primer día en que te vi _admitió nerviosa seguridad.
Akane se quedó en silencio, cohibida por tal declaración.
-Nunca… nunca lo hubiera imaginado _pudo articular con un hilo de voz.
-Es que no éramos cercanos, apenas si compartimos algún que otro momento juntos_ concluyó.
"Y esa noche", agregó para sí mismo.
-Es verdad pero no es eso. Yo nunca hubiera pensado que un chico como tú se fijaría en mí.
Confundido, preguntó a continuación:
-¿Qué significa eso?
El rostro de Akane se tornó furioso carmesí. Le costaba dejar entrever sus inseguridades, pero por sobre todo, estaba a punto de develar la impresión que había dejado Ranma aquellos días de secundaria.
-Ya sabes… eras uno de los chicos más populares, un aura misteriosa, como un ídolo famoso. Todas las chicas suspiraban por ti.
-¿Y tú? _indagó con notable curiosidad.
Akane soltó una carcajada por la actitud repentinamente entusiasta del hombre sentado frente a sí.
Ella tampoco iba a mentir, así que le hizo saber sus juveniles sentimientos.
-Debo admitir que por un tiempo lo hice.
-Por un tiempo _remarcó con una mezcla de felicidad y tristeza.
-Me di por vencida _explicó elevando sus hombros_ Simplemente supuse que no era la clase de chica que te gustaría. Y luego…
-Lo conociste a él _completó anticipadamente.
Ella asintió. Todavía le dolía demasiado hablar de él. Pero tarde o temprano debía comenzar a hacerlo, y ese era un buen momento.
-Bueno, no era exactamente un desconocido… él, él siempre estuvo allí. Es solo que se acercó a mí y luego, bueno ya sabes…
Akane se quedó en silencio, observando nuevamente sus manos nerviosas reposando sobre la mesa. No sabía cómo continuar. No sabía si quería hacerlo.
Ranma notó su incomodidad, así que siguió con ese juego que todos jugamos alguna vez.
-¿Qué hubiera pasado si me hubiese acercado antes a ti?
Ella dirigió su total atención a él y sonrió aceptando el desafío.
-Pues… no lo sé.
-¿Hubieras aceptado ser mí novia? _continuó intrigado.
-Mmm no lo sé _refirió mientras gesticulaba una expresión pensativa_ No eras mí tipo, eras demasiado popular, ya te lo dije.
-También dijiste que te gustaba _subrayó.
-¡Sí, pero eso es más fuerte que uno! No podemos elegir quien nos atrae _se defendió_ Yo… no me veía siendo la novia de el chico más popular de la escuela.
-¿Y ahora? ¿Crees que soy tu tipo? _desafió sin perder el valor obtenido.
Ella llevó una de sus manos a su mentón y simulando duda respondió:
-Mmmm, creo que… lo voy a averiguar _refirió con un tono coqueto, mordiendo su labio inferior al terminar su declaración.
Ranma casi se desmaya al darse cuenta del tono y las intenciones de sus palabras. ¡Ella estaba coqueteando con él en ese mismo instante!
-Akane Tendo _dijo inclinando su cuerpo hacia ella, hasta quedar a centímetros de su rostro_ Eres cruel… pero me gusta, todo de ti me gusta…
Y ahí estaban los dos otra vez coqueteando, casi sin poder evitarlo. Era algo que hacían seguido, como si fuera un juego que intentaba medir la reacción del otro, pero nunca con verdadera seriedad… hasta ahora. Porque la tensión entre los dos marcaba otra cosa, otro escenario donde solo faltaba un mínimo acto para volverlo realidad.
Y como no podría ser de otra forma, el mozo llegó en el momento más inoportuno con sus cafés humeantes y porciones recién elaboradas, y luego de un "¡Que disfruten!", se retiró del lugar.
Ambos dos no perdieron tiempo en devorar sus pedidos, pues si había algo que compartían era el placer por la comida, especialmente las cosas dulces.
No había intercambios de palabras, solo sonrisas y miradas cómplices. Porque ambos sabían que no era necesario decir nada en ese momento, porque habría mucho tiempo para hablar. Así que cuando terminaron de consumir sus aperitivos Ranma insistió en pagar la cuenta y, en el momento en que ambos abandonaron las sillas, respiró profundo avanzó hacia Akane.
Y entonces tomó su mano, observando atentamente como sus dedos se entrelazaban y el calor del otro inundaba sus pieles.
Y con nervios a flor de piel preguntó:
-¿Va-vamos?.
-¡Sí! _exclamó la fémina verdaderamente dichosa.
Se dirigieron a la puerta con sus corazones saltando de sus pechos, sus mejillas y orejas ardiendo de vergüenza y una triunfante sonrisa plantada en sus labios.
Ya habían caminado de la mano muchas veces. Ahora este simple acto también se sentía completamente distinto.
Avanzaron en silencio, comentando al azar alguna cosa que se les ocurría. Hasta que sin darse cuenta ya habían llegado a su casa luego de dejar atrás unos cuantos kilómetros a pie. Podrían haber tomado el colectivo, pero ninguno quería renunciar al confort que emanaba de la mano del otro.
Recién percibieron que estaban frente a su casa cuando se detuvieron por inercia ante el portón colorado. Akane tenía que trabajar esa noche así que debía despedirse en ese instante. Entonces Ranma se dio cuenta que nunca se lo había preguntado, y que no podía dejala entrar a esa casa antes de hacerlo.
-¡Espera Akane!_ le dijo reteniendo su mano cuando la mujer intentaba distanciarse.
-¿Si?
-Yo… bueno… quería saber, bueno preguntarte en realidad, si tú…
Los nervios lo estaban destrozando. Parecía un chico inexperto de trece años hablando sobre sus abrumadores sentimientos. ¿Pero acaso no estaba justificado? Al fin y al cabo estaba frente a la chica con la que había soñado por más de diez años.
-¿Si yo? _repitió con el afán de impulsarlo a continuar.
Ranma exhaló todo el aire presente en sus pulmones y finalmente se resolvió a los gritos:
-¡¿Quieres ser mí novia?!
Akane se sorprendió por su pregunta. De hecho ella creía que sus sentimientos e intensiones eran más que obvias, ¿no se suponía que ya estaban saliendo o iniciando una relación? ¿Era necesario preguntar?
Concluyó que lo raro e inédito era escuchar tal pregunta a esas alturas de su vida. Ella había estado casada, incluso tenía una hija. Habían pasado muchos años desde que se la hicieron por primera y única vez. ¿Acaso hoy en día se preguntaba si uno quería ser la pareja de alguien, o simplemente sucedía? ¿Los adultos no resolvían estas cosas de otra forma, más informal o sencilla? ¿Había alguna intensión oculta en su propuesta? ¿o acaso era ella la equivocada?
Y mientras Akane cavilaba descolocada por la naturaleza de su interrogación, el tiempo se eternizó para el pobre Ranma. Todas las dudas y pensamientos negativos existentes en su mente inundaron su cabeza, intentando convencerlo que había mal interpretado todo y en realidad ella no quería nada serio con él.
Pero entonces, cuando Akane comprendió que la naturaleza de esa pregunta era en demasía tierna y amorosa, y se permitió a sí misma ser la causa de tales nobles sentimientos, se acercó a él con su preciosa sonrisa, envolvió sus brazos alrededor del cuello del desconcertado muchacho y luego de un igualmente tierno y breve beso en sus labios, lo miró a los ojos y respondió.
-¡Sí, Ranma Saotome, quiero ser tu novia!
Su ex compañero no podía creer lo que había sucedido, así que desconectando su mente de las maravillosas sensaciones que su cuerpo estaba experimentando, solo optó por sonreír, expresando la felicidad más sincera que jamás había sentido, atrayendo sobre sí el cuerpo de su ahora novia, encerrando con sus brazos por completo la cintura de Akane.
Y se quedaron allí, sonrojados, alterados y dichosos, mirándose fijamente el uno al otro, en silencio, porque no había palabras que describieran el regocijo que sus almas estaban experimentando.
-¡Papá, no! _se escuchó el grito desde el interior de la casa
El alarido angustioso los hizo separarse en el acto, dirigiendo sus pasos a la vivienda de la cocinera.
-¡Ai! ¿Qué pasó? _exclamó alarmada Akane, mientras intentaba abrir fallidamente la puerta de entrada.
-Déjame, Akake_ indicó Ranma, tomando las llaves de sus temblorosas manos, concretando al fin la apertura.
Akane irrumpió al interior de su casa, seguida por un igualmente preocupado Ranma. Ambos buscando a la pequeña que se escuchaba llorar desde algún lugar de la mediana construcción.
Cuando llegaron a ella, estaba llorando en los brazos de su abuelo. Y junto a ellos yacía sobre el piso un objeto plano y rectangular, rodeado de vidrios destrozados.
Akane bordeó los objetos filosos y se acercó a su papá e hija.
-Ai, cariño ¿qué pasó? ¿Por qué estás llorando? _inquirió agachándose hasta su altura.
La niña, en su estado de agobiante tristeza, no se había percatado de su presencia sino hasta que escuchó su voz.
Entonces, aún más acongojada, saltó de los brazos de su abuelo hacía los de su madre, aferrándose con todas sus fuerzas a ella, mientras lloraba sin consuelo.
-Pa… papi se ronpeó _dijo entre sollozos.
-Estábamos bailando la canción del sapo pepe _comenzó a explicar el abuelo Tendo_ Ai se tropezó y chocó contra la mesita de luz. Simplemente cayó _dijo sin consuelo_ Intenté explicarle que solo se había roto el vidrio, pero ella se largó a llorar.
Akane asintió ante lo dicho por su padre mientras abrazaba a la pequeña refregando sus manos por la pequeña superficie de su espalda.
Vio los ojos llorosos del anciano, anticipando que seguramente se estaba sintiendo culpable por aquello que fue inevitable.
-Solo fue un accidente, no pasó nada pequeña _intentó explicar.
-Pe-pelo… ¡ronpi a papá! _exclamó con mayor tristeza.
-No, mi niña, solo se rompió el portarretratos, su foto está bien, mira _señaló al piso.
Sin embargo, nada consolaba a su hija y por lo tanto su corazón comenzó a estrujarse de dolor.
Se sentía impotente al no poder consolar a su niña. En esos momentos era cuando más falta le hacía.
Akane mismo comenzó a llorar. Esas últimas semanas había sentido demasiadas emociones encontradas. Y él, más que nunca, estuvo presente en sus pensamientos.
Ella también se sentía culpable, aunque aquella voz racional en su cabeza dijera que no era así. Culpable, porque en algún rincón de su corazón sentía que lo estaba engañando, que estaba haciendo algo malo por permitir que un nuevo hombre ingresara a su vida y a la de su pequeña. Que tarde o temprano dejaría que Ranma lo reemplazara por completo, y su retrato se perdería en la oscuridad de algún cajón olvidado del ropero.
Muchas veces lo había pensado, guardar ese portarretratos. Porque cada vez que su hija le daba las buenas noches o le comentaba alguna travesura en el jardín, Akane creía que había cometido un error al haberle dicho que siempre podría hablar con su papá si miraba su fotografía. Probablemente hubiera sido más saludable si Ai simplemente se olvidaba de él. Pero ¿Cómo podía sacarlo de su vida? ¡Era su papá, el único que tendría! Ella veía que su hija era feliz hablándole a la imagen de su padre, pues al fin y al cabo era lo único que tendría de él. Y justamente por ser lo único estaba ahora en sus brazos, desconsolada al pensar que lo había perdido una vez más.
Era ella la responsable de que su hija sufriera.
Se sentía una terrible madre.
Soun, destrozado al ver a sus personas favoritas sumidas en una tristeza tan ridícula como profunda, solo hizo lo que solía hacer desde el día en que él se fue. Se arrodilló junto a ellas y cubrió con sus brazos a su pequeña hija, intentando protegerla de todo lo que sabía que jamás podría evitar.
Así como Akane, se sentía impotente y se odiaba a sí mismo por no poder culminar con el dolor de ambas.
Ranma sentía sus ojos ardiendo.
¿En qué momento había comenzado a llorar? De hecho, ¿qué estaba pasando? ¿qué había sido todo eso?
Lo peor es que no sabía qué hacer. Siempre había sido un inútil cuando intentaba consolar a alguien. Insensible y cobarde, se describía a la hora de lidiar con el dolor ajeno.
Sin embargo, no podía dejarlas así. No lo resistía.
Dirigió su vista al portarretratos maltrecho y lo tomó entre sus manos intentando no cortarse con las pequeñas partecitas de vidrio que lo inundaban. Trató de ser igualmente sigiloso pues no deseaba interrumpir la escena que transcurría ante sus ojos. No es como si pudiera, porque en el momento en que Akane vio a su pequeña llorando solo tuvo ojos para ella.
Su corazón dio un vuelco al divisar con atención la foto en aquel objeto.
Era él.
Él era el padre de la hija de su gran amor.
¿Qué pasó con él? ¿Qué le había hecho a Akane? ¿Cómo se atrevía a hacer sufrir a su propia hija? ¡Era un desgraciado!
Empero, esa pequeña vocecita pidiendo por su papá lo hizo reaccionar. Porque por más despreciable que pudiera ser, Ai lo necesitaba.
Así que se puso de pie y se retiró rápidamente de la casa con el retrato entre sus manos.
Corrió hacia el gran hipermercado que quedaba cerca de la casa de su novia.
Entró despavorido, llevándose por delante a varias personas que lo insultaron sin reparos.
Se detuvo observando las góndolas más cercanas. ¿Dónde se encontraba el sector de indicado?
-¡Hey, disculpa! ¿Dónde puedo encontrar portarretratos? _preguntó a un repositor.
-Es el último sector a su izquierda, señor _respondió curioso, al ver el estado del cliente.
-¡Gracias! _exclamó corriendo en dicha dirección.
Miró el retrato entre sus manos. Su marco era blanco.
Buscó entre los portarretratos por uno similar al original y para su fortuna pronto encontró uno del tamaño de la foto.
Con el cuadro entre sus manos, corrió de vuelta a las cajas rápidas de hasta 15 unidades y pagó el objeto en efectivo.
Se apresuró nuevamente hacia la casa de Akane, deteniéndose ante el pilar bajo de la casa de su vecina. Allí se propuso mudar la fotografía. Estaba tan agitado y apresurado que cortó su dedo índice con una punta filosa que todavía quedaba incrustada en el marco anterior. Simplemente llevó el dedo a su boca succionando la sangre, evitando manchar el blanco objeto que ahora enmarcaba el rostro sonriente de aquel hombre.
Tenía su misma edad, estaba seguro de ello. Pero en la foto parecía mucho más joven. ¿Qué había pasado con él?
Dejó de perder el tiempo con preguntas que no podría responder y corrió al interior de la casa.
Ahora Akane estaba junto a su hija, sentada sobre la cama infantil con la niña en su regazo. Su padre se encontraba barriendo los vidrios y secando de su rostro la lagrimas que seguían asomando.
Fue su repentino aparecer que hizo que ambos dirigieran su mirada hacia él.
-¡Ranma! _exclamó Akane avergonzada.
Había olvidado por completo la presencia del muchacho.
Ai, al escuchar el nombre pronunciado por su madre, se separó levemente de ella y miró hacia la puerta.
-¡A… ami-amigo! _exclamó todavía hipando.
Ranma sonrió enternecido.
Saludando con una tímida reverencia al abuelo de Ai, avanzó hacia ella.
Se puso de cuclillas ante las dos féminas, escondiendo el portarretratos tras su espalda.
El que pudo ver con claridad el objeto oculto en sus manos fue el padre de Akane, quien solo pudo agradecer en silencio la anticipada acción.
La niña se sentó derechita por completo sobre las piernas de su madre y observó al hombre que le sonreía con simpatía.
-¿Estás llorado Ai? ¿Qué te sucedió?
La pequeña comenzó a pucherear, arrugando su ceño y frunciendo sus labios, lista para volver a empezar. Sin embargo, hizo el esfuerzo de enunciar la causa de su tristeza, pues era su nuevo amigo quien se lo preguntaba.
-Mi papá se ronpeó.
-¿En serio?
-Aja, Ai lo ronpeó cuando bailaba el sapo pepe con el abuelito.
-¿Pero qué dices? ¡Si yo me acabo de encontrar esto en la puerta!
Y entonces, llevó sus manos frente a la pequeña.
El portarretratos blanco del sector de decoración del hipermercado "Buena suerte" a dos cuadras de distancia de su casa, apareció reluciente ante los ojos de Ai exhibiendo el rostro sonriente de su bello padre como si nada hubiese sucedido.
La niña abrió sus ojitos a más no poder y tomó la foto de su papá con sus pequeñas manos, levándosela a su boquita para estampar un beso ruidoso en el vidrio impoluto del objeto nuevo.
-¡Papi! _exclamó mirando la foto otra vez, comprobando que su papi ya no estaba ronpido.
Bajó del regazo de su mamá y corrió a contarle a su abuelo las buenas noticias.
Akane se quedó por completo conmovida ante el gesto de Ranma que, sin haberlo notado, reparó en unos minutos el corazón inconsolable de su hija.
Ranma sonreía, todavía de rodillas, concentrando toda su atención a la pequeña que saltaba de alegría alrededor de su abuelo, eso sí, aplastando el retrato contra su pecho por miedo a que se volviera a caer.
Cuando volteó hacia Akane, ésta practicante saltó, también de alegría, a sus brazos, envolviéndose por completo contra él.
-¡Muchas gracias, Ranma! ¡Muchas, muchas gracias! _susurró conmovida sobre su oído.
Ranma una vez más se sintió potente, magnífico, amado. Porque sin proponérselo había protegido a Akane y a su hija, las había cuidado y consolado como nunca antes lo había logrado con nadie. Y ello simplemente se sintió correcto.
"Es lo que quiero hacer por el resto de mi vida", pensó.
Así que abrazó a Akane con mayor ímpetu, acarició su espalda, dejó besos en sus cabellos y meció levemente sus cuerpos dándose cuenta que había logrado calmarla.
-Ya no estás más sola. Ahora yo estaré contigo… y con Ai, lo prometo.
Akane lo apretó más fuerte aún y por primera vez en su vida se atrevió a ser egoísta y pensar solo en ella y en lo que deseaba. Así que se lo pidió:
-Por favor, quédate conmigo…para siempre.
-Lo haré, siempre quise hacerlo, lo juro.
Soun, presenciaba la escena sintiendo escalofríos. ¿Acaso su hija había encontrado un hombre que podría velar por ella nuevamente? ¡Dios quiera que sí!, pensó, así podría partir de este mundo en paz, sabiendo que sus tesoros estarían en buenas manos.
Y las de Ranma Saotome las eran, manos fuertes y gentiles que había resguardado y consolado por igual a los dos miembros de su familia.
Ese día lo supo, Soun Tendo consiguió un nuevo hijo.
Entonces el teléfono de Ranma sonó, obligándolo a separarse de su novia, no sin antes darle un beso en su frente.
Ambos se pusieron de pie y el muchacho sacó el celular de su bolsillo.
-Oh, es mi papá. Tengo que atenderlo _ dijo retirándose refunfuñando de la habitación.
Cuando Ranma desapareció, Akane percibió la ausencia de su hija. Su padre le dijo que estaba buscando un nuevo lugar donde "poner a su papá" para que no se vuelva a caer, lejos de toda posible pista de baile.
La chef asintió divertida, imaginando a su niña deambulando por la casa con el retrato en su mano en busca de un nuevo destino para él.
Soun se acercó a su hija, todavía preocupado y afectado por todo lo acontecido.
-¿Estás bien?
-Sí _respondió con repentina timidez, rehuyendo de su mirada.
Se dio cuenta que su padre había presenciado la escena compartida con Ranma.
-Es un buen hombre, Akane.
Ella elevó su rostro hacia su padre. "Le agrada", pensó aliviada. Es que la opinión de Soun siempre fue importante para Akane. Sabía que era un hombre justo y respetaría sus elecciones, incluso si éstas fueran erradas según su criterio paternal. El patriarca de los Tendo era un hombre muy sabio e intuitivo. Sabía cómo juzgar a la gente y casi nunca se equivocaba. No lo hizo al transmitirle su opinión sobre el padre de su hija pero Akane, a pesar de saber que su padre tenía razón, no tomó en cuenta sus advertencias. Sin embargo Soun la apoyó hasta las últimas consecuencias. Jamás le echó en cara que él tenía razón. Por eso mismo temía escuchar lo que tuviera para decir sobre Ranma, pero deseaba conocer su mirada sobre su nueva relación.
-Ranma, lo que hizo… él realmente te quiere, ¿lo sabes?
Akane se sonrojó ante las palabras de su padre. Pero necesitaba su opinión, asi que se animó a consultarla.
-¿Tú crees… crees que está bien que yo lo quiera? Lo que pasó con Ai hoy… ¿crees que ella…?
-Lo hará, confía en mí _aseguró anticipando los hilos de sus pensamientos y temores_ Mereces ser feliz, Ai necesita a su mamá feliz. Ella sabe quién es su papá, eso no está en tela de juicio. No le estas quitando nada. Estas sumando a su vida una persona que quizás la adore tanto como tú.
Akane abrazó a su papá como una niña pequeña, buscando refugio en los brazos de su protector. Soun le dio un beso en su cabeza y le aseguró que todo estaría bien.
Ranma llegó justo en ese instante. No quería interrumpirlos pero debía marcharse.
-Perdón, Akane.
Padre e hija se separaron, volteando hacia él.
-Ranma, perdóname tú _se disculpó nuevamente por sentir que lo dejó de lado.
-No hay nada que perdonar _aseguró_ Yo debo marcharme, mi padre necesita que pase por su casa para arreglar unas cosas y-
-¡Amiguito! _apareció la niña gritando por él.
Ranma observó a la niña tomar su mano y tirar de él mientras lo invitaba a otra habitación.
-Ven amigo, te mostlale donde vive mi papi ahora.
-Ai, Ranma se tiene que ir _explicó avanzando en su dirección la joven madre.
Ai frunció su seño y solo atinó a tirar aún más fuerte del brazo de su amigo. Algo que no pasó desapercibido para Ranma, mucho menos por Akane que la miraba con desaprobación.
-Está bien, iré a ver al papá de Ai y luego me iré _resolvió a favor de la niña.
Dicho esto se dejó llevar por la pequeña hasta una mesa de arrime ubicada en el pasillo cercano a la puerta de entrada. Al costado de ésta yacía un florero, unas llaves y unos cuantos sobres en el piso.
-Mira, mi papá vive aquí ahora porque aquí Ai no baila, entonces no se va a ronpel.
-Me parece un muy lugar, Ai _acordó acariciando la cabeza de la niña que observaba orgullosa el nuevo sitio que encontró para dejar el portarretratos de su padre.
-Vamos a jugal a las plincesas, ven _insistió tirando de su mano.
-No puedo ahora, pequeña. Mi papá me está llamando por teléfono y si no voy me va a pegar con la chancleta.
La niña lo miró pensativa, entonces le dijo.
-Recuelda, dile a tu papito que ¡no se le pega a los niños!
-Se lo diré.
-¿Jugalas con Ai otlo día, amigo?
Ranma se agachó para ver a la niña a los ojos y prometerle que así sería.
Se dieron un abrazo de despedida y luego de saludar al anciano con un apretón de manos, y recibir a través de su cansada mirada unas cuantas cosas que no supo entender, se dirigió al portón de salida seguido por Akane.
-Gracias, de nuevo _le dijo deteniéndose en la vereda.
Ranma le sonrió y acarició su mejilla con adoración.
-Ya te lo dije, no estás sola.
Ella solo asintió, colocando su mano sobre la que permanecía todavía en su rostro.
Se quedaron en silencio, pero Akane supo leer en el rostro contrariado de su novio decenas de preguntas y dudas.
-Te lo explicaré, todo.
-¿Cuándo? _exclamó ansioso_ Es decir, no tengo apuro… bueno en realidad quisiera saber cómo fue que ustedes terminaron juntos y bueno, donde está él.
Ella asintió, tomó la mano de Ranma y la besó con dulzura, generado un furioso sonrojo en el pelinegro.
-Esta noche, puedo ir a tu casa después del trabajo, si quieres…
-¡Quiero! es decir, te esperaré, claro que quiero... puedo ir por ti a tu trabajo.
-No, no hace falta. Te avisaré cuando llegue a la parada de colectivos así vienes por mí.
-De acuerdo.
El teléfono de Ranma vibrando en su bolsillo nuevamente interrumpió la amorosa escena. Parecía que aquel mozo del café y su padre estaban confabulados para molestarlos a toda costa.
Akane largó una carcajada contagiosa al ver la expresión de fastidio de su pareja y le dijo que lo vería a la noche.
Ranma se despidió con un fugaz beso en la mejilla de su novia y corrió a la parada del colectivo.
Akane llamó a su hermana mayor para preguntarle si podía dejar a Ai con ella esa noche. Al igual que hizo con Ranma, le prometió que le contaría a la brevedad la razón detrás de su pedido. Kasumi aceptó gustosa, pues adoraba cuidar de su sobrina, quien se llevaba espectacularmente bien con sus primos.
Así que antes de ir a trabajar dejó a Ai en "la pijamada de la tía Kasumi", se despidió con un "hasta mañana" y se dirigió al trabajo.
Las horas allí se hicieron eternas al igual que lo fueron para Ranma, quien luego de ayudar a su padre con la urgencia que ameritaba el rascar su espalda en aquella esquina a la que no alcanzaba y conectar netflix en su televisor, corrió a su departamento a ordenar y limpiar para dejarlo decente para su futura visita.
Era la primera vez que invitaba a una mujer a su casa. Estaba nervioso pues no sabía qué iba a pasar esa noche. No es que esperase algo sexual, pero si pasaba estaría más que bien con ello, a pesar de encontrarse sumamente nervioso por su performance con semejante mujer. Lo importante, sin embargo, era saber la historia de Akane junto al padre de Ai. El resto podría esperar.
Eso precisamente era lo que Akane quería compartir con él. Su historia.
A cinco cuadras de la parada le envió un texto anunciando su próxima llegada. Ranma lo leyó y luego de un "voy", corrió a la garita de colectivos.
Ella lo divisó en seguida.
Él sonrió de oreja a oreja al verla descender.
Tomó su mochila y la colgó de su brazo izquierdo, mientras entrelazó de inmediato su mano derecha con la suya.
El camino hasta su pequeño departamento fue distendido, comentando sobre las novedades de su jornada laboral y el estado de la espalda de su padre Genma.
Se sintió nervioso al llegar con ella y mostrarle la simpleza de su casa, pero Akane no tuvo más que lindas palabras para alagar la sencillez de su hogar.
Había encargado sushi con anticipación, así que mientras Akane estaba en el baño poniéndose su pijama e intentando calmar sus nervios impactando agua fría sobre su cara, el muchacho imitó su vestimenta con velocidad record para luego correr a preparar la cena.
Cuando Akane salió del baño todo estaba listo.
Ranma procuró no observarla de más ya que, con aquella remera tres talles más grandes y pantalones de igual tamaño, Akane desprendía una ternura irreparable y despertaba, de igual forma, ese lado desvergonzado que moría por saber lo que aquellas enormes telas ocultaban bajo sí.
Por un minuto Akane se arrepintió de no haber traído una vestimenta más adulta, más sensual y provocativa. Pero realmente no sabía qué pasaría con Ranma luego de que le contara su historia de amor con el padre de su hija. Aún dudaba de las intensiones del muchacho, porque todo parecía demasiado bueno para ella. Así que solo tomó su viejo y conocido pijama, ese en el que se sentía protegida y cómoda, como si fuera la armadura que la mantendría a salvo de lo que fuera a pasar esa noche.
Comenzaron a comer intercambiando breves comentarios y miradas, hasta que finalmente todas las piezas de sushi se agotaron.
Mientras Ranma se encargó de lavar los pocos platos usados, Akane se ocupó en tranquilizar su agitado cerebro, fracasando rotundamente en ello.
Para cuando Ranma terminó, la encontró de pie junto a la ventana, observando el cielo estrellado o vaya uno a saber qué imagen reproducida en su mente.
Ranma la abrazó por la espalda y ella se recostó sobre su fornido pecho, acariciando las fuertes extremidades que la envolvían con firmeza.
-Entonces.
-¿Entonces?
-Shinnosuke…
-Sí, él es padre de mi hija.
