Epilogo.
El golpeteo en la ventana la obliga a abrir los ojos. Todavía no ha amanecido, pero una lechuza blanca intenta pasar por el hueco de la ventana entreabierta. Ella es muy grande, así que sus intentos son en vano.
Hermione se levanta de la cama, ahogando un quejido cuando asiente que se aleja del cálido cuerpo que se apoya en su espalda. Abre la ventana por completo y el ave entra y se posa encima del respaldo de la silla de su escritorio, desde donde extiende una pata. Camina hasta ella y le quita la carta que tiene atada, la lechuza da una seca cabezada y se va por donde vino.
—¿Qué es? —pregunta una voz adormilada.
Se sobresalta y la carta casi resbala por sus dedos; Bellatrix se ríe desde su lugar.
—Alguien envió una carta —responde Hermione, caminando hacia la cama y sentándose en el borde.
—¿A las cinco de la mañana?
—Tal vez es urgente. ¿Te gustaría prender la luz? —pide, conteniendo un bostezo. La realidad es que quiere volver a meterse en su cama y cumplir con su horario de sueño, pero sabe que Bellatrix no podrá contener su curiosidad.
—Claro.
La punta de una varita se enciende después de unos segundos e ilumina su trozo de habitación. Hermione se acomoda en el lugar que abandonó, al lado de Bellatrix, y Bellatrix apoya la barbilla en su hombro. Ayudándose por la luz, Hermione lee el nombre que está escrito en el sobre y muchas preguntas se crean en su mente.
—¿Delphini?
Bellatrix suelta una risita.
—Tal vez rompió otra escoba.
—¿Delphini rompió una escoba? —pregunta, sobresaltándose. El movimiento brusco provoca que Bellatrix se aleje de ella y se recueste en la cabecera de la cama. Tiene los ojos fuertemente cerrados porque sabe que ha cometido un error.
—No tenías que enterarte de eso.
—Tengo derecho a saber lo que le pasa, es mi hija —replica, encarándola—. ¿Cómo fue? ¿Se lastimó?
—No demasiado... Es más, la carta de Snape decía que el daño que sufrió el sauce boxeador fue peor que el de...
—¡¿El sauce boxeador?!
—Fue una tontería, Hermione —dice Bellatrix en tono apaciguador—. Y fue culpa del hijo de Potter. Mira, él la retó a esquivar las ramas del árbol por diez minutos y algo le salió mal y... su escoba acabó hecha pedazos y ella estuvo varios días en la enfermería, pero ya conoces a Pomfrey, no hay nada que ella no pueda curar... ¡Arregló mi pierna rota una vez, una contusión cerebral no es nada de lo que preocuparse!
—¡¿Una contusión cerebral?!
Bellatrix hace una mueca y respira hondo. Da la impresión de que está rezando en silencio.
—Por eso Delphini no quería que lo supieras.
—Ya lo veo —responde, furiosa.
—¿Por qué mejor no lees su carta? —sugiere Bellatrix.
Está echando chispas. Aparta la vista de Bellatrix y mira otra vez el sobre arrugado que tiene entre las manos. Extrae la hoja de un tirón y sus ojos se encuentran con la apresurada letra de su hija, esparcida por todo el pergamino. Lee:
EL CALIZ DE FUEGO ME ELIGIÓ COMO LA CAMPEONA DE HOGWARTS ESTA NOCHE. La noticia será publicada mañana en El Profeta, pero el profesor Snape me sugirió que fuera yo quien se los contara. James está muy decepcionado, ¡me miró como si lo hubiera traicionado! Pero no importa, estoy segura de que el abuelo estará feliz con la noticia, me aseguraré de ganar ese torneo. Prometo darles todos los detalles mañana, ahora debo volver a la fiesta de celebración. ¡Cuídense mucho!
PD: Perdonen mi mala ortografía, estoy temblando de la emoción.
Bellatrix suelta un grito de júbilo, Hermione siente que se hunde en el colchón.
—No puede estar hablando en serio...
—Ella jamás bromearía con algo como esto —replica Bellatrix mientras le arranca la hoja de las manos para leerla. Hace mucho que no la ve tan feliz, pero en esa ocasión su alegría no es contagiosa, por el contrario, la preocupa.
—No voy a pasar por esto otra vez —dice, reviviendo el momento en el que vio a Bellatrix huir por los pelos de un colacuerno húngaro. El Torneo de los Tres Magos es una competencia peligrosa, suicida; su hija no puede participar allí, sin embargo...
—¿Tienes otra opción?
Odia que Bellatrix tenga la razón.
