Minific Animal inspirado en la canción de Maroon 5 del mismo nombre. Escrito por Yuleni Paredes con los personajes de Mizuki e Igarashi: Candy y Albert (el verdadero príncipe de la colina) protagonistas de la serie animada Candy Candy. Participación especial de Archie Cornwell.
Capítulo 2
Candy, con una voz inaudible, dijo: adiós, antes de atravesar la puerta para irse de aquel lugar donde dejó su corazón sin saberlo. Volteó una vez más para ver a ese hombre que, con un simple roce de manos, la atrapó de manera irracional.
Esa noche por primera vez, Albert se sentó en la mesa a cenar con la familia. No opinó, ni intercambió palabra alguna. Sin embargo, se mantuvo observador y expectante ante cada movimiento que hacía la chica que lo había capturado sin ella imaginárselo. Tomó su sopa en total silencio; un silencio que decía mucho entre los presentes, quienes trataron de disimular la incomodidad producida por su ausencia conversativa.
─Acompañaré a mi novia hasta su casa, ya regreso ─dijo Archie, orgulloso de su futura esposa.
─Archie, si vivo al frente.
─Lo sé, pero igual necesitas un guardaespaldas ─le habló con cierta picardía.
Estando afuera.
─Por cierto, ¿cuál es el cuarto de tu tío?
─Es el que está ahí, cerca de aquel árbol.
─Hm… bueno, nos vemos, hasta mañana ─se despidieron, dándose un fugaz beso en los labios.
La rubia, al entrar a su cuarto, se desvistió para darse una deliciosa y refrescante ducha con agua tibia, enjabonándose cada parte de su cuerpo. Se soltó el cabello que le llegaba hasta la cintura. Esa noche, dejaría de usar su habitual pijama color rosa. En esta oportunidad, dormiría con una diminuta tanga que se escondía entre sus tonificados y suaves glúteos, aromatizados con su perfume a rosas.
"Tu habitación está frente a la mía, estoy segura de que tú eres la sombra, él que siempre me espía. Veamos: ¿cómo actúas hoy, ante lo que verás?".
Llegó las doce de la noche y Candy salió al balcón luciendo la pequeñísima y ceñida tanga.
Albert, al igual que siempre, se asomó por el balcón de su habitación para observar a su amada princesa. Al notar la piel desnuda de sus firmes senos y exuberantes glúteos, le fue imposible contener su indescriptible deseo de hacerla suya. Se subió por las largas y extensas ramas del árbol frondoso, que hace posible la comunicación de ambas habitaciones, para caer justo a sus pies.
Se paró frente a ella, cautivándola una vez más, con su torso desnudo. No tardó en tomarla por la cintura para besarla con locura. Candy, con sus brazos, rodeó el cuello de su amante nocturno. Él la aprisionó sagazmente a su cuerpo; ella aprovechó para envolverle las caderas con sus piernas. Albert, con sus manos fuertes, acarició cada parte de su amada, sintiendo la suavidad, el aroma y la delicia concentrada en su prominencia masculina.
La apretaba, la acariciaba, cada vez más fuerte de manera tal que, provocó gemidos que inundaban la habitación y toda la casa. Por suerte no había nadie.
Él la acostó en la cama y le arrancó la pequeña tela que le estorbaba. Ella arqueaba su espalda invitándolo a sumergirse en ella, para que navegara en sus fluidos corporales.
Albert entendió claramente la necesidad de Candy de ser amada con vehemencia; por ello, se despojó con brusquedad de sus vestiduras, lo cual aumento la tensión instintiva del momento.
Él le separó los muslos, quería introducirse ella; sin embargo, había algo que se lo impedía.
─Ten paciencia, es mi primera vez. Además…, es grueso, grande ─manifestó Candy con suavidad.
En un susurro, dijo a su oído:
─Será la primera vez para ambos ─sin dejar de disfrutar la delicada fragancia de su amada mujer, Albert se hizo a un lado de ella para explorar con sus dedos aquella fascinante y humedad cavidad que luego invadiría con su verdadero objeto de placer.
Esos primeros mimos, dados en su zona más sensible, la inundaron de gozo; gozo que Albert completó con su lengua hasta absorberla en su totalidad.
─¡Por favor, te lo suplico: hazlo ya! ¡Soy tu presa, quiero ser devorada por ti, que eres un animal, mi animal salvaje, lleno de lubricidad!
Sin esperar otra suplica por parte de ella, se posicionó entre sus suaves muslos, motivo de su excitación, hasta que logró su intromisión, Candy gritó y él le succionó y le mordió con delicadeza el cuello.
La fragancia a sangre inocente le invitó a llegar hasta lo más profundo de aquella menudita rubia de ojos verdes.
Mientras, Archie se despertó aturdido por el ruido extraño que escuchó venir de la casa de su futura esposa.
─¿Pero… qué pasará? ¡Es imposible! ¿Será la casa de Candy? Ella debe de estar durmiendo. Marcaré a su teléfono privado. No contesta, iré hasta su casa.
Archie en pijama y con pantuflas se fue a buscarla.
Alumbrados por la luz de la luna, dos cuerpos desnudos, sudorosos, danzaban al compás de sus besos y caricias; enloquecidos por la pasión que les hizo llegar al máximo grado de excitación.
Entretanto, Archie al ver que nadie le abría la puerta, forzó la cerradura, subió corriendo las escaleras y abrió la puerta de donde salían gemidos de satisfacción.
─¡Candy! ¡Tío William!
Los aludidos voltearon hacia aquella voz que no habló tanto como los ojos de su dueño.
Fin.
Gracias a la diseñadora Carolina Veloso que me dio voluntad para editar este minific. Gracias por ese hermoso diseño que sirve de portada a este fic. Gracias mil gracias, a Tuty por recomendarme la canción, John Kanzenbach por servir de inspiración y sobre todo a nuestro amado Dios benevolente.
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