MEMORIAS AL FILO DE UN ABISMO.

Sopla el viento otoñal, de uno de aquellos días en que susurra calidamente la proximidad de otra estación y las hojas revolotean sutilmente sobre todo aquello que topa en su camino, en este caso, las tumbas de aquellos que descansan bajo el tibio manto de las tierras de Rizembull, y se detienen como sumidas por una gran tristeza al pasar sobre aquella sobre la que se proyecta una sombra, alargada por los últimos velos de luz del día.

-Edward Elric- apenas audibles fueron las palabras de Mustang, leyendo la inscripción hecha sobre la lápida sobre la que se encontraba postrado, con una expresión tan ensombrecida que el viento parecía llorar por él, cargado de dolor y nostalgia inmaculadas.-como dejé que pasara-ahogó sus palabras en un profundo suspiro mientras enarbolaba recuerdos en su mente, recuerdos dolorosos para él.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Edward va caminando, como de costumbre, apesumbrado por tener que acudir a la oficina de Mustang, sabiendo que no puede negar una orden de su superior.

-Ahora para qué me querrá ese desgraciado- se decía mientras iba tallándose la frente –ya tiene bastante que ni siquiera me habla y ahora súbitamente solo quiere que vaya a su oficina sin darme mas explicaciones- La demás gente del cuartel sólo se limitaba a mirarlo mientras éste pasaba como si nada y hablando consigo mismo, como si de un loco se tratase.

Al encontrarse frente a la puerta de la oficina titubeó un momento antes de tocar, pero cuando estuvo por hacerlo, la puerta se abrió dejando salir a Riza, quien solo le dirigió a Ed una mirada y una gran sonrisa.

-Parece que la Teniente tuvo un buen día- dijo Ed para sí al momento que esta se marchó, luego…

-Hagane, puede usted pasar- se escuchó la voz del coronel salir de lo mas profundo de su aposento en su mas natural tono de soberbia.

Un momento después estaba Ed dentro, sentado de frente al escritorio y dándole la cara a Roy.

-Y bien, para que me requería coronel?- parecía querer darle fin lo mas pronto posible al asunto.

-Créame que lo que estoy por decirle no es nada fácil y espero no ofenderlo de ningún modo, pero tengo que decirlo o mi alma no lo soportaría. .- en el tono de su voz ya no había ironía, sarcasmo ni soberbia alguna, si no un sentido dolor y una falta de espíritu que hizo cambiar el semblante de Ed.

-A qué se refiere coronel?- dudó en preguntarle

-Es algo delicado, y le pido que por favor no se levante de su asiento hasta que termine de decirlo- tragó un poco de saliva, se puso de pié y dio unos pasos hasta dar la cara a una de las ventanas de su oficina y la espalda a al joven, luego retomó- En primera quiero que sea usted el primero en enterarse de que Riza y yo nos vamos a casar.

Ed no pudo evitar interrumpir

-De verdad, pues creo que ya se habían tardado- Trató por un momento despejar ese ambiente de tensión que sentía, pero notó solo cómo Mustang parecía dar un leve suspiro. Luego guardó silencio.

-La verdad fue ella quien me lo pidió y no dudé en darle mi respuesta por que se que la amo pero….-pensó un momento antes de continuar-También hay otra persona a la que amo y es por eso que te he llamado…- Ed no pudo evitar sentir un nudo en la garaganta- para saber si estoy haciendo lo correcto- e hizo una pausa para que Ed hablara

-Pues…-pensó bien sus palabras- no creo que sea yo el mas apto para darle consejo ya que incluso soy mucho menor que usted

-pero no es por eso que te llamé, te llamé para saber si puedo esperar algo de ese amor, amor que siento... por ti

Ni siquiera hace falta explicar la impresión de Ed, que no obstante, procuró mantenerse sereno y responderle a Mustang

-Pues creo que hará usted bien en hacer y pasar la vida junto a Riza a quien tanto quiere y lo quiere, ya que de mi no puede esperar nada mas que mi amistad, somos amigos, y nada más

El rostro del coronel ensombreció por unos instantes pero mantuvo el porte y compostura, sin desfigurar ni un momento los rasgos de orgullo que lo caracterizaban a pesar de sentirse terriblemente abatido.

-Entonces no me queda más que pedirle que nos acompañe en nuestra boda, tal vez le demos el honor de ser el pequeño que lleve las sortijas-intentaba provocarlo

-Como usted diga coronel- se levantó de su silla marcando una sonrisa por demás forzada-Ahora, puedo retirarme?-le preguntó sin hacer mayor alegato

-Claro- algo dentro de Mustang se hizo pedazos en ese momento y sin embargo, dejó todo por la paz-y gracias por su tiempo- le dijo al tiempo que lo vio aquella figura del joven perderse tras de la puerta y un sonoro golpe de ésta al cerrarse.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-Si hubiera sido mas sensato… debí dejar todo como estaba…-seguía diciendo ensimismado en sus recuerdos y de lo que lo llevó a la desgracia…

continuará…