Disclaimer: Naruto y todos sus personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto.

Agradecimientos: A Andrecatt45 como siempre, por la preciosa portada de capìtulo. ¿Alguien adivina lo que está pasando en esta escena?

Notas de la autora: Este capítulo cuenta con varios personajes originales, así que si ven un nombre que no reconocen, no se preocupen, son puros OC's

Las luces del amor

Capìtulo 7: Génesis luminoso

"...una joven pareja fue encontrada muerta en su departamento. La escena del crimen parece indicar que fue un episodio de violencia doméstica en donde el hombre atacó a su esposa.

—No entiendo, parecían una pareja feliz. Se mudaron hace apenas unos meses. Yo creo que el culpable de todo esto es el papá de la muchacha, venía casi todos los días para tratar de convencerla de que regrese a casa. — hablaba una mujer al micrófono mientras unas letras al pie de la pantalla decían "moradora del sector"

—¿Sabe cómo se llama el padre de la joven? —El reportero seguía haciendo preguntas.

—No, como le digo, los muchachos se mudaron hace un par de meses.

—Muchas gracias. Seguiremos informando sobre este suceso conforme la información vaya llegando. Volvemos al estudio.

—Un lamentable suceso. En otras noticias, el empresario Fugaku Uchiha…"

La pantalla del televisor cambió abruptamente a una escena de colores brillantes seguida de unas letras que decían "Tormenta Ninja".

—Naruto, estaba escuchando las noticias. —Kushina,una mujer hermosa de cabello largo, lacio y pelirrojo sacaba algunas compras de una bolsa plástica. El atardecer contrastaba con su tez blanca que resaltaba de manera preciosa algunas pecas que tenía en sus mejillas y nariz.

—Lo siento ma, solamente una partida, por favor.

—¿Qué debes hacer primero?

Naruto se levantó del sillón y corrió hacia la cocina para abrazar cálidamente a su madre.

—Hola mami, ¿me trajiste algo del trabajo?

—Hola mi amor. Si traje algo, pero primero ¿Cómo te fue en la escuela?

—¡Muy bien! ¿Qué es el consejo estudiantil?

—Te pareces mucho a mí cuando yo era niña.

—¿Cómo eras de niña?

—Olvídalo. Contestando a tu pregunta, el consejo estudiantil es un grupo de alumnos que representan a los demás para que los directivos de la escuela tengan en cuenta lo que quieren los estudiantes y así puedan llegar a un acuerdo.

—No entiendo.

—¿Recuerdas que antes cuando ganaste tu primer torneo de fútbol de la escuela no pasó nada?

—Aja, pero el segundo año me dieron una funda de chocolates y juguetes como premio.

—Bueno, eso fue idea del consejo estudiantil.

—¿En serio? Wooow. Quiero ser parte del consejo estudiantil y así podré decirles a los directores que pongan una piscina y que los recreos duren más.

—¿Si? es una buena idea, pero creo que lo de la piscina será complicado.

—Entonces haré que los recreos duren más.

—Creo que también es un poquito complicado, pero podría funcionar.

—¿A quién hay que llamar para estar en el consejo estudiantil?

—Mmm… Hay cosas que se ganan, Naruto. No es tan fácil como llamar a alguien.

—¿Entonces?

La cerradura de la puerta principal hizo el sonido característico de cuando alguien inserta una llave en ella.

—Creo que acaba de llegar tu papá.

La puerta se abrió, y tras ella apareció un hombre alto, delgado de cabello rubio, vistiendo un traje azul marino.

—Minato Uzumaki, justo el hombre al que quería ver.

—¿Qué pasó? —Minato entró, dejó su maletín sobre la mesa del comedor y se acercó a su esposa para darle un beso en la mejilla. —¿Me perdí de algo?

—Al parecer, a tu hijo le interesa la política.

—¿Es en serio? —El hombre se puso en cuclillas para estar a la misma altura que su hijo.

—Sólo quiero ser del consejo estudiantil, no me interesa ser policía.

—Tu mami dijo política, no policía, y si quieres ser parte del consejo estudiantil, la política es muy importante.

—Pero aún no me han dicho cómo puedo hacer esto.

—Tu hijo cree que basta con llamar a alguien. —Kushina seguía acomodando las compras de la despensa mientras participaba de la conversación.

—Pues es el camino fácil, aunque para poder hacer eso, debes saber a quién llamar y tener buenos contactos.

—¿Y quién es el contacto?

—Vaya, en realidad quieres saber sobre esto, ¿verdad, Naruto? no has cambiado de tema como con todo lo demás.

—¡Pues sí! quiero que la escuela sea más divertida.

—Bueno, entendí el punto. —Minato se puso de pie y cargó a su hijo para sentarlo en la encimera de la cocina. —Voy a ponerte un ejemplo. Sabes a qué me dedico, ¿verdad?

—Si, vendes muchos carros.

—No diría que muchos, pero si, vendo carros.

—¿Y eso que tiene que ver con el consejo estudiantil?

—A eso voy. ¿Sabes? He pasado más de 7 años trabajando en el mismo puesto, esforzándome todos los días por hacer más y más ventas, educándome, siguiendo cursos de marketing y de ventas, además, trato de hacer todo lo que esté en mis manos para mejorar mi sistema, aunque claro, eso solamente involucra más trabajo.

—¿Y por qué haces eso?

—Porque tengo un sueño que quiero cumplir y no va a suceder si no hago nada, de hecho, si quieres ser parte del consejo estudiantil, deberás empezar a trabajar desde hoy.

—Entonces no es fácil.

—No es nada fácil.

Naruto pesó durante varios segundos antes de continuar.

—¿Por dónde empiezo?

—Oh… pensé que te ibas a desanimar después de hablar con tu papá, pero veo que no. —Kushina hace algunos minutos que había terminado de organizar la alacena y se había quedado escuchando la conversación entre su hijo y su esposo.

—Es que hay algunas cosas que no me gustan de la escuela…

—¿Cómo cuáles?

—Que los profesores mandan mucha tarea y no hay muchos lugares para jugar. A mi no me gusta la escuela, pero sé que es importante aprender cosas, pero quisiera que no sea tan aburrido todo.

Minato y Kushina se miraron mutuamente para luego sonreír.

—¿Te parece si empezamos a hacer un plan? —Kushina palmeó la espalda de Naruto con suavidad.

—¿Qué plan?

—Vamos a ir paso por paso, primero vamos a estudiar política y también liderazgo, porque no solamente basta con trabajar duro, también es importante que sepas tratar con las personas.

—¡Pero tengo muchos amigos! Sé como tratar con las personas.

—Si, eso es una ventaja, pero deberás aprender a ser mucho mejor, no puedes ir diciéndole a la gente de buenas a primeras si te trajeron algo de afuera.

—Oh sí ¿qué me trajiste del trabajo? — Naruto se dirigió a su padre.

—Y aquí lo perdimos —Kushina movió la cabeza de manera negativa. —. Sabía que esto era demasiado bueno para ser cierto.

—Bueno, lo mantuvimos durante un muy buen rato. Naruto, ve a ver dentro de mi maletín, te traje un chocolate con maní, de esos que tanto nos gustan.

Naruto fue hacia la mesa del comedor para encontrar su chocolate.

—Adiós chocolate. —susurró Minato con tristeza.

—Olvidaste traerle algo, ¿no? —susurró Kushina.

—Ese chocolate me lo dio mi jefa cuando me dijo que estaban considerando mi aumento.

—¡No te lo creo! ¿Es en serio? Has esperado por este momento durante tanto tiempo.

—Aún es muy pronto para festejar, todavía no estamos seguros de que lo vaya a lograr.

—¿Bromeas? eres el hombre más inteligente y dedicado que conozco, ese puesto ya es tuyo.

—Además soy guapo, creo que eso me dará puntos.

—Un chistecito más de esos y duermes en el sillón.

—¡Pa! ¿Vienes a jugar "tormenta ninja"?

—Claro que sí campeón.

—Estoy a punto de servir la merienda.

—¡Solamente una partida! —gritaron al unísono padre e hijo.

—Ustedes no tienen remedio.

—"Un lamentable suceso. En otras noticias, el empresario Fugaku Uchiha ha informado oficialmente su retiro, algo que ha preocupado inmensamente a los trabajadores de sus incontables empresas debido a que se abre paso a una serie de especulaciones que…

—¿Puedes apagar eso? —Un joven de cabello blanco entraba a una habitación mal iluminada, con olor a humedad y de paredes viejas.

—Pero es importante… pienso que algo raro está pasando en todo el mundo ¿no te parece, Kakashi? —Un muchacho de aproximadamente diecinueve años hablaba desde un sillón viejo mientras se acomodaba el cabello mal tinturado de celeste.

—Hiroki…

—¿Qué? piénsalo. Solo en esta semana han habido como treinta casos de asesinatos entre parejas.

—¿Y? la gente se mata por la más mínima cosa, son celos, engaños, problemas de dinero… esas pendejadas.

—No no… Esto es diferente. ¿Recuerdas a los tortolitos?

—¿Los vecinos de tu cuñada?

—Si. Ella nos contó a Keitaro y a mí que antes de que los encontraran despedazados en el departamento, por las ventanas salieron un millón de luces, como si fuera un explosión de colores, pero cuando llegaron los polis no encontraron nada más.

—Pero sabes como es Akiko, es capaz de inventarse cualquier cosa.

—Además, ¿cómo explicas que el dueño de esta cadena de carnes se esté retirando?

—¿Quién?

—¿No ves las noticias? El viejo Uchiha… Es asquerosamente millonario y se está retirando.

—Pues ya está viejo, ¿no?

—No, no… Está joven, tiene dos hijos y son jóvenes, todavía no pueden hacerse caso de la empresa. ¿Sabes lo que pienso?

—¿Es otra de tus ideas conspirativas?

—Un arma biológica —Hiroki asintió repetidas veces mientras se llevaba el pulgar a los labios. —. Está poniendo algo a la carne para que nos matemos entre todos. ¿No lo ves? todo tiene sentido, el viejo odia abiertamente a la clase baja, incluso la carne que produce es tan cara que ya quisiéramos tener la oportunidad de probar algo así.

—Supongamos que lo que dices es cierto, pero ¿cómo podría darnos carne infectada si su carne solamente la pueden comer los de clase alta?

—Buen punto… —Hiroki pensó un poco antes de levantarse del sillón con efusividad. —. Eso aún no lo sé, pero estoy seguro de que todo está conectado.

En ese momento, la puerta principal del pequeño departamento se abrió de repente. Un muchacho alto, musculoso, de cabello negro que le llegaba hasta los hombros, entró a la habitación.

—¿Ya están listos?

—Kei, por fin llegaste. Tu novio está otra vez con sus teorías conspirativas, deberías prohibirle que ande con los raritos del cyber. Creo que le están quemando el cerebro con tantas drogas y esas páginas web que parecen salidas de lo más oscuro de internet.

—Ay no… ¿Ya te dijo del arma biológica?

—Qué no son teorías conspirativas. Sabía que tarde o temprano a toda la bola de millonarios se les iba a botar un tornillo y nos iban a querer exterminar a todos. Es que solamente basta con escucharlo hablar, piensa que el mundo solo le pertenece a los ricos y nada más. —Hiroki abrió sus ojos rasgados lo más que pudo, como si con eso pudiera convencer a sus compañeros de lo que decía.

—Ya… y por eso nos están envenenando. —Kakashi cerró los ojos mientras expulsaba un poco de aire de sus pulmones.

—Aja, no tiene nada que ver la violencia —Keitaro se unió a Kakashi. —. Hiroki, deja de divagar y alístate, ya debemos salir.

—Ok, ok, pero luego no me digan que no les advertí —Hiroki se levantó del sillón y se frotó las manos. —¿Qué sector nos toca hoy?

—Al de siempre. —Kakashi recogió una de las mochilas que se encontraban apiladas en un rincón.

—¿No es muy riesgoso? los cerdos deben estar vigilando después del robo de la anterior semana. —Keitaro también recogió una mochila.

—No tenemos opción, hay demasiadas bandas en toda la ciudad y la lucha de territorios está cada vez más dura. Debemos mantenernos en nuestro sector. Ya hemos burlado a la policía antes. —Kakashi caminó hacia la puerta de madera desgastada.

—Somos más inteligentes que ellos, así que será como quitarle una bolsa de mota a alguien con sobredosis… Por cierto ¿no tienen hambre?

—Hiroki… me prometiste que ibas a dejar de fumar hierba. —reclamó Keitaro mientras recogía su cabello suelto en una coleta, dejando ver los lados de su cabeza rapados.

—Solo tengo hambre ¿vas a romperme el corazón por tener hambre? —Hiroki se llevó la mano derecha al corazón y cerró los ojos simulando tristeza.

—Solo digo que podemos ser ladrones de autos por necesidad, pero eso no significa que deba tolerar que mi novio sea un drogadicto. —Keitaro le tomó del brazo a Hiroki y luego le palmeó la espalda.

—Lo estoy dejando, ¿si? No es fácil, y no después de que mi familia entera me diera la espalda al descubrir que soy gay.

—Bah, no los necesitas a ellos. —Keitaro frunció la frente y sus fosas nasales se expandieron levemente, el tono de su voz se volvió un poco triste y sus cejas pobladas se arquearon hacia abajo.

—¿Nos vamos? —Kakashi esperaba en la puerta, y aunque quiso sonar enfadado, no pudo mantener la actitud por mucho tiempo. Le hubiera gustado acercarse a ellos y decirles que no necesitaban de nadie, al final se habían convertido en una familia, un tanto disfuncional, pero una familia al fin y al cabo, pero no se atrevió a moverse del sitio, después de todo, los hombres no mostraban esa clase de sentimientos. Envidió internamente a sus amigos, que a pesar de tener a todo el mundo en contra, habían decidido no soltar su relación.

La capital, al ser estrecha pero larga, se dividía en tres grandes sectores: El norte, el sur y el centro, cada uno con sus peculiaridades y diferencias abismales, una de las más notorias era que mientras más hacia el norte estuvieras, tu estatus era más alto, y mientras más al sur… A nadie le gustaba el sur por las habladurías de la gente, porque a pesar de que solamente en algunos puntos en específico la delincuencia era apabullante, el resto se caracterizaba por ser un lugar tranquilo.

En la sección norte se encontraban los mejores centros comerciales, grandes edificios de empresas y zonas residenciales de lujo. Por otro lado, el centro podría ser considerado como la mezcla de estos dos mundos completamente disparejos que se unían por dos grandes autopistas ubicadas en los extremos oriente y occidente.

El trío precisamente se dirigía al centro, más específicamente, a la zona roja. Las luces de neón anunciando bares y discotecas iluminaban todo el tramo de la calle, algunas personas repartían volantes a los transeúntes y trataban de convencerlos para que acudieran a su establecimiento mediante promesas de algún tipo de música, buen ambiente o bajos precios en las bebidas. Parejas yendo de la mano, buscando algún lugar en el que divertirse, grupos de jóvenes saliendo de algún puesto de comida rápida o bajando de taxis o sus propios automóviles. Al parecer, era un escenario alegre, sin embargo, todo contrastaba con esas imágenes que a pesar de ser un foco importante, pasaban desapercibidas por los transeúntes: Algunos niños vendían chicles, chocolates o rosas afuera de los moteles del sector, vagabundos dormidos a las afueras de los locales cerrados, personas mal encaradas paradas en las esquinas oscuras, con una mano en el bolsillo, como cuidando alguna mercadería valiosa. Mujeres de ropa escasa apoyadas contra el marco de una puerta, cargando con sus bolsos de colores chillones que fumaban un cigarrillo esperando a que el próximo cliente se acercara.

—¿Están listos? —Kakashi y los demás caminaban calle abajo, justamente donde la luz era más potente. —, nos separaremos aquí y nos vemos en algunas horas.

Kei y Hiroki asintieron para luego tomar caminos separados.

—¿Mi amor? vas a llegar tarde a la escuela.

—Mami, solo cinco minutos más. —Una manito blanca salía por debajo de las cobijas con sus cinco dedos extendidos.

—Eso te pasa por desobedecer y no irte a dormir a horas decentes.

Naruto se revolvió en las cobijas y se encogió dentro de ellas como si de un gatito se tratara.

—Mami, no… no me hagas ir a la escuela.

—No, no creas que va a funcionar tu chantaje.

—Pero tengo sueño, y tengo frío.

—Bueno, supongo que renunciarás a lo del consejo estudiantil, ¿verdad?

Naruto dejó de revolverse bajo las cobijas y asomó su cabecita despeinada lentamente.

—Aaahg… —gruñó el pequeño un poco molesto.

—¿Recuerdas el plan que trazamos ayer? Debes demostrar que eres un niño responsable.

—Si, en especial iniciando el año lectivo, llevas apenas dos semanas de clases. —Minato entraba al cuarto de su pequeño hijo. —¿Qué hablamos ayer?

—Tengo que ser un niño educado, respetuoso y amable.

—¿Qué más? —Kushina empezó a sacar el uniforme de su hijo de los cajones del clóset.

—Y afrontar los problemas con una sonrisa.

—Ese es mi campeón. Entonces ¿vas a proponer la idea de armar un pequeño consejo estudiantil en el aula?

—¡Lo haré!

A pesar de que aún faltaban un par de horas antes de que saliera el sol, la zona del centro histórico de la ciudad empezaba su movimiento. Los mayoristas aprovechaban para armar puestos improvisados en medio de las veredas y los vendedores ambulantes gritaban sus productos para llamar la atención de las personas que trataban de buscar buenos precios.

Kakashi, Keitaro y Hiroki se movían con cierta rapidez y habilidad por entre el tumulto de gente, esquivando los plásticos esparcidos en el suelo para contener varias prendas de ropa que estaban a la venta y llegaron por fin a una especie de mercado. Allí adentro, las cosas estaban un poco más organizadas, divididas por locales comerciales en donde se ofertaba desde ropa de segunda mano, pasando por cd's piratas, frutas, verduras, carne, hasta joyería y aparatos electrónicos de dudosa procedencia.

Los tres se adentraron por los callejones hasta encontrarse con un tipo alto y gordo que olía a sudor y tabaco. Los condujo hasta un pequeño establecimiento.

—¿Cuánto consiguieron? —La voz rasposa del tipo resonó en el lugar.

Kakashi extendió su mochila y sacó de ella una serie de objetos varios, entre ellos, algunas tapas de aire de llantas, logos metálicos, antenas y una radio de carro.

—¿Esto es todo? —El hombre sonó furioso.

—Cada vez es más difícil robar estas cosas. Los carros tienen unas nuevas alarmas que suenan hasta cuando se les posa una mosca en el capó. —se excusó Kakashi.

—Pretextos. —El tipo se pasó los dedos por un cabello negro y grasoso.

—Yo tengo algo más. —dijo Hiroki mientras sacaba de su bolsillo un teléfono celular de alta gama. Se lo extendió al hombre.

—Esto se venderá muy bien. —dijo el tipo mientras sacaba unos cuantos billetes y se los extendía a Kakashi.

—¿Sólo cincuenta?, es broma ¿verdad?

—Agradece que tu amigo trajo esto, que si por mí fuera, no les daba nada.

—Eres un pedazo de mierda. —Kakashi estuvo a punto de abalanzarse hacia el desagradable hombre, pero fue detenido por Keitaro, quien le sostuvo del brazo.

—No vale la pena, Kakashi. Vámonos.

Hiroki también agarró a Kakashi por el hombro y con una leve presión le indicó que lo mejor sería salir del lugar.

Kakashi salió del establecimiento primero y ya afuera se sacudió a sus amigos de encima.

—Ese bastardo. Estoy deseando que la policía venga y lo meta a la cárcel.

—Fresqueate, oye. Si lo cogen a él, nos cogen a todos. —Hiroki lo enfrentó

—Me importa una mierda. Estoy cansado de todo esto. Además, somos más inteligentes, no nos atraparían.

—Tienes razón, no nos atraparían fácil, pero ¿quién nos comprará las cosas robadas? —Keitaro muchas veces era la voz de la razón.

—Cómo si eso fuera un problema. Hay muchísima gente que quisiera comprar, incluso nosotros podríamos tener nuestro propio local de tapitas personalizadas y esas cosas.

—Ajá, y todo será robado. —dijo Kei con ironía.

—Pues no…por cierto ¿de dónde sacaste ese teléfono? sabes que nosotros no somos ese tipo de personas… No robamos a la gente. —Kakashi miró a Hiroki con desconfianza.

—Oooh, ¡Vamos! un carro tenía el vidrio trizado, solamente terminé de romperlo y bingo… ahí estaba.

—Como si yo me fuera a creer eso… Déjenme solo.

—Vamos Hiro… Sabes que no vale la pena ponerse a pelear con él cuando se pone así. —Keitaro agarró a su pareja del brazo y se alejaron cuesta arriba, adentrándose cada vez más en el mercado.

Kakashi se dirigió a la salida mientras prendía un cigarrillo. Cerró los ojos un momento tratando de tranquilizarse.

—Necesito una cerveza o algo. —dijo para sí mismo y se encaminó por sobre el puente, después de todo, muy pronto la vida diurna daría inicio, y no podía estar por los alrededores por si llegaba la policía.

Kakashi no dio ni cinco pasos cuando desde el mercado resonó un gruñido, como si una bestia salvaje hubiese escapado del centro de la tierra y saliera a la superficie después de siglos de encierro. El joven dio la vuelta para ver lo que sucedía, y lo que vio, simplemente lo dejó impactado.

No tuvo demasiado tiempo para pensar en lo que estaba ocurriendo cuando vio una estampida de gente que iba directamente hacia él. El instinto fue más fuerte que él y decidió saltar hacia un lado.

De pronto, todo fue oscuridad.

—Mami, mira. —Naruto jugaba alegremente con una figurita de su personaje favorito de "Tormenta Ninja"

—Está muy bonito, mi amor, pero ya deja de jugar, vas a atrasarte a la escuela.

—Ah cierto. Hoy tengo que llegar puntual para ser el presidente de la clase.

Kushina suspiró, le asombraba la capacidad de su hijo de resumir las cosas a su conveniencia, algo que muchas veces solía poner a Minato y a sí misma en problemas, por lo menos, en esta ocasión saldría beneficiada.

Naruto dejó sus juguetes y se cepilló los dientes con prisa.

—Ya estoy listo, ma. ¿Nos vamos?

—Vamos, mi amor. Tu padre ya debe estar esperando abajo en el carro para dejarte en la escuela.

—Mami… Si logro ser el presidente de la clase, ¿me compras un nuevo Kurama?

—Sabes que hemos estado teniendo problemas económicos, pero… ¿me guardas un secreto? —susurró Kushina.

—¡Sí que sí!

—Si todo sale bien hoy en el trabajo de papi, puede que podamos hacerte la gran fiesta de cumpleaños que siempre has querido y podré comprarte todos los Kurama que quieras.

—¿En serio? Entonces mi papi también tiene que esforzarse mucho como yo. Se lo diré.

Kushina soltó una carcajada.

—No hace mucho eras un pequeño hombrecito, y ahora mírate, estás a punto de cumplir nueve años y te estás convirtiendo en un gran hombre, como tu padre.

—Y una excelente persona, como su madre. —Minato estaba apoyado sobre el marco de la puerta mientras los observaba con una sonrisa.

—¿Desde hace cuánto estás ahí? —Kushina lo miró un poco sonrojada.

—Lo suficiente. Vamos, Naruto, que te atrasas.

Un teléfono celular sonó en ese momento.

—Buenos días, Caru —Respondió Kushina sacando el teléfono de su bolsillo. —. Entiendo, debe ser algún accidente, ¿no? —La mujer hizo una señal con su mano indicándole a su esposo que todavía no se vaya. —. Claro, claro. La gente se pone muy impertinente cuando maneja. Que pena. ¿Sabes si solo esa calle es la que está cerrada? —Kushina asentía con la cabeza mientras escuchaba a su interlocutora. —¿Ya llamaste a los demás? ¿Al jefe?... Listo, nos vemos después entonces. Cuídate y por favor, aléjate de ahí en cuanto puedas, sabes que los ladrones aprovechan el tráfico para robar… ¿Aló? ¿Caru? ¿Qué está pasando? ¿Qué es eso que se escucha? ¿Caru?

—¿Qué pasó? —preguntó Minato al momento en que su esposa cerró la llamada.

—Me llamó Caru, la señora que hace el recorrido del trabajo. Me estaba diciendo que no iba a poder llegar hasta acá porque estaban cerradas las vías.

—¿Un accidente?

—Pensé lo mismo, pero creo que algo raro está pasando. Se escuchó como un rugido muy fuerte y después colgó.

—Seguramente fue alguna interferencia. Entonces ¿te llevo al trabajo?

—Creo que me iré en bus.

—No, no. Vamos. No me importa llegar un poco tarde al trabajo.

Naruto, sin entender del todo lo que estaba pasando, podía ver preocupación en el rostro de su madre. No le dio mucha importancia y siguió a sus padres hasta el carro.

Los tres subieron a un vehículo compacto tipo escarabajo de color rojo y emprendieron el camino hacia la autopista que bordeaba la ciudad, era la vía más rápida para llegar de la parte sur a la parte norte sin tener que pasar por el centro.

Kushina prendió la radio para escuchar las noticias. Necesitaba saber si lo que estaba pasando era grave.

El joven de cabello blanco despertó tiempo después con un dolor de cabeza monumental. No supo cuánto tiempo pasó entre que vio una infinidad de luces del mercado hasta ese momento, lo único certero era que ya estaba amaneciendo. Por instinto se llevó una mano a la cabeza y sintió en la punta de sus dedos humedad. Kakashi se incorporó lentamente tratando de poner en orden sus pensamientos y se quedó sentado. Recordaba un gruñido, las luces, una estampida de gente y botarse del puente. Agradeció el no haber estado en la mitad del mismo, de lo contrario no habría sobrevivido.

La parte inicial del puente estaba rodeada por algunos matorrales, y precisamente había caído allí, con la mala suerte de golpear su cabeza contra una piedra. Kakashi se puso de pie y escaló los metros que lo separaban del puente. Con cuidado asomó la cabeza para cerciorarse de que todo estuviera bien, pero supo enseguida que debía salir de ese lugar en cuanto antes, ya que tanto en el puente como en las calles que se conectaban a él, podía ver a una infinidad de personas peleando entre ellas.

"Hiroki, Keitaro"

Fue lo primero que Kakashi logró pensar con coherencia… Ellos seguían en el mercado, o eso era lo que pensaba. Corrió tratando de esquivar a las personas que peleaban entre ellas, hombres y mujeres golpeándose con cualquier cosa que encontraban a su alcance, puñaladas entre personas que conocía… A pesar de lo dolorosas que eran las escenas que se cruzaban en su camino, no podía detenerse por nada del mundo. Entró al mercado para encontrarse con el mismo escenario y un sentimiento de impotencia se anidó en su pecho. El lugar era inmenso. Encontrar a sus amigos sería casi imposible.

"Kei no es un idiota, seguramente habrá agarrado a Hiro y ahora están casa"

Este nuevo pensamiento lo hizo reaccionar. Tenía que llegar rápido a su hogar, pero cuando emprendió el camino hacia abajo, descartó inmediatamente la idea al ver a toda esa gente bloqueando las calles mientras algunos policías llegaban para tratar de reestablecer el orden. Al parecer, la única vía de escape por el momento, era tomar la autopista que delimitaba con el mercado.

"...los operativos policiales están haciendo todo lo posible por contener el caos surgido en varios puntos de la ciudad, especialmente en el sur y el centro. Vamos con nuestro corresponsal en la zona del mercado.

—No puedo describir exactamente lo que está sucediendo. Hay un incontable número de fallecidos esparcidos por la calle y hay destellos en el cielo… es como si… ¡No, no… aléjate de noso…"

Un sonido de interferencia resonó por las bocinas del vehículo.

—Minato… no creo que esto haya sido una buena idea. ¿Hay forma de volver a casa? —Kushina apagó la radio, estaba demasiado preocupada por los informes de esa mañana.

—Si, hay una entrada unos metros más adelante, justo antes de llegar al mercado. podemos tomar esa ruta y volver.

—Siento que algo realmente malo está pasando.

—Yo igual.

—¿Mami, papi? —A pesar de que Naruto muchas veces era un niño muy despistado, había logrado entender que las cosas no estaban del todo bien.

—No te preocupes cariño. Mientras estemos nosotros contigo, nada malo podrá sucederte.

—Creo que regresar a casa va a ser más difícil de lo que pensamos —Minato bajó la velocidad al encontrarse de frente con el tráfico que empezaba a formarse en la autopista. —. Bueno, vamos a tener que esperar.

—¿Qué crees que esté pasando?

—No debe ser tan grave, sabes que a veces las noticias exageran las cosas o la gente se llena de pánico.

No hubo una respuesta por parte de Kushina y Naruto solamente veía por la ventana un poco inquieto. Algo no se sentía normal en el ambiente. Se quedaron en silencio algunos minutos, pero la calma fue interrumpida por algunos gritos que provenían desde la parte delantera de la autopista. La familia se puso alerta y dirigió su vista al frente en un intento de descifrar lo que ocurría. En un inicio, no se podía ver nada fuera de lo normal hasta que algunas personas empezaron a correr por entre los vehículos parados en el asfalto. Parecía que huían de algún desastre natural o de algún monstruo de esos que salían en las películas, pero pronto la gente en la autopista se daría cuenta de que el peligro provenía de las luces…

La gente que se aproximaba hacia ellos parecía una masa incontrolable de ira que destruía todo a su paso. Algunos arrancaban partes de los autos para utilizarlos como armas, otros se limitaban a estrellar a sus contrincantes sobre los parabrisas, con tal fuerza, que el vidrio terminaba cediendo, dejando indefensos a los pasajeros.

Minato salió del vehículo siendo seguido por su esposa, Kushina abrió la puerta posterior y sacó a su hijo del carro. Minato que lo más prudente debido a los acontecimientos sería tratar de llegar hacia el desvío.

Kakashi trepó por un muro que dividía el mercado de la autopista y saltó hacia el césped esperando que las cosas allí estuviesen más tranquilas. Grande fue su sorpresa cuando vio que no solamente se había equivocado, sino que su cerebro no pudo asimilar el panorama. Los charcos de sangre brillaban intensamente por la luz de un sol recién nacido, parecían trozos de rubíes rojos que se derretían al contacto de la luz. El aroma ferroso inundaba el ambiente y unas pequeñas luces opacas salían de los cadáveres.

Era retorcidamente hermoso…

Kakashi movió la cabeza con rapidez para salir del shock. No podía darse el lujo de quedarse como un idiota ante el crudo espectáculo y empezó a correr hacia el sur. Tenía un largo tramo por delante, y peor aún, podía ver unas luces alzándose al cielo. La única opción para él sería llegar hasta el desvío y a partir de allí, tomar las calles aledañas para alejarse del peligro.

Minato, Kushina y Naruto se arrastraban por entre los vehículos, tratando de alejarse de los disturbios, haciendo caso omiso a los gritos desgarradores e insultos que resonaban en toda la autopista. No estaban lejos del desvío, solamente tenían que avanzar lo suficiente para que el barranco terminase y les permitiera salirse de la vía, a partir de allí, todo sería más fácil.

Naruto se arrastraba delante de Minato mientras seguía el camino que su madre iba trazando. A pesar de las ganas de llorar que tenía, aguantó las lágrimas."Por favor, Naruto, no debes llorar. Pase lo que pase, no debes llorar" recordó las palabras que su padre le había dicho en cuanto bajaron del auto. Miró fijamente la espalda de su madre con la esperanza de poder abrazarla en cuanto llegasen a destino. Su padre le iba susurrando palabras de aliento que el pequeño convirtió en un motor para no rendirse.

"Ya casi llegamos, campeón", "Un poco más y estaremos comiendo pizza en casa y jugando Tormenta Ninja".

Naruto pudo ver que la cerca amarilla de la autopista desaparecía más adelante y su corazón empezó a latir con fuerza. Recordaba que su padre le había dicho a su madre que en cuanto se terminaran las barreras, debía ponerse de pie y bajar por la colina lo más rápido que pudiera.

Kushina se incorporó para seguir con el plan, sin embargo, su corazón de madre siguió su instinto y volvió a agacharse para tomar la mano de su hijo.

Kakashi saltaba por sobre los carros, tratando de evitar el contacto con la gente que se atacaba sin un orden en concreto. Pudo ver por fin el desvío y se apresuró para llegar al camino. No estaba prestando atención a su entorno más que para ponerse a salvo.

Naruto extendió su manito para alcanzar la de su madre, pero sorpresivamente, nunca llegó a acercarse. Una barra de metal impactó contra la cabeza de Kushina, haciendo que su cabello largo, rojo y lacio se elevara por los aires. El pequeño solamente pudo mirarla, y al entender lo que acababa de suceder, la amplia sonrisa empezó a convertirse en una mueca que precedía al llanto. El mundo pareció abandonar su velocidad normal para convertirse en un video a cámara lenta Dejó de escuchar, en vez de eso, un zumbido se albergó en sus oídos. No escuchó los gritos de su padre, quien se había levantado para ir en ayuda de su esposa. Naruto reconoció el cabello rubio de Minato, y en toda la confusión, vio cómo el cuerpo de su padre se desplomaba también en el pavimento.

La atención de Kakashi se dirigió hacia una cabellera roja que danzaba en el aire. Resaltaba por entre el caos y más aún con los rayos del sol. Lo que sucedió a continuación le impidió volver a concentrarse en el camino, y es que un hombre rubio salió en defensa de la pobre mujer que ahora yacía en el suelo. Pudo ver una batalla que no duró más de cinco segundos, pues un tipo musculoso que cargaba una barra de hierro lo golpeó en el pecho para luego rematarlo con un golpe certero en la cabeza. Sintió pena, pero no podía darse el lujo de seguir distrayéndose. El joven iba a seguir su camino, pero una cabecita rubia que corría hacia los basureros de la vía, llamó su atención.

Kakashi cerró los ojos durante dos segundos. Iba a dejarlo allí, no podía sacrificar su tiempo yendo en busca de un chiquillo al que ni siquiera conocía, pero sabía que si lo dejaba allí, abandonado a su suerte, el cargo de conciencia jamás lo dejaría en paz. Corrió hacia los basureros con la esperanza de encontrar al niño, y cuando llegó, sintió como su pecho se encogía al verlo sentado, abrazando sus piernitas contra su pecho, mirando hacia arriba con las lágrimas escurriéndole por sobre las mejillas, repitiendo casi a susurros una frase que pudo descifrar en cuanto se acercó a él.

"Papi dijo que debo ser fuerte. No debo llorar."

Continuará

Muchísimas gracias por haber llegado hasta este punto de la historia. Cómo pudieron haber notado, este capítulo en especial fue mucho más largo que los demás. Quería hacerlo más corto, pero por más que intenté, no lo logré, y de hecho, hay muchísimas cosas más que necesitan ser contadas con respecto al pasado de Kakashi y Naruto, así que agárrense fuerte, porque esto no termina todavía. A partir de este punto, se podría decir que empieza la segunda mitad de esta historia. Estoy muy emocionada por lo que viene.

Mientras hacía este capítulo, me surgieron varias ideas, y en serio, mientras aguantaba las lágrimas porque ya sabía lo que vendría, al mismo tiempo quería reírme a carcajadas porque se me ocurrieron memes buenísimos, así que dije ¿Por qué no los hago y los subo por aquí y a la fanpage de facebook? y bueno, una cosa llevó a la otra y se me prendió el foco.

¿Qué tal si hacemos un concurso de memes? Así que nace oficialmente la "Convocatoria Memística". Básicamente será un concurso de memes relacionados con este fic. Podrán enviarme sus aportes a mi fanpage "Chisheccid Fanfics", ahí donde dice enviar mensaje, y cuando la historia esté terminada, elegiré al mejor meme y podrá ganarse un fanfic de 2000 palabras escrito por mi.

¿Qué les parece esta iniciativa? ¿Se animan a participar?