Shiho se acercó a la barra y pidió un par de tragos mientras su hermana aparecía protestando.
"¿Todavía quieres hacer otro?" Preguntó Akemi.
"¿Era a ti a quien le apetecía salir, no?" Le preguntó Shiho devuelta cogiendo su vaso y esperando que ella cogiese el suyo. "Sabes que odio estos malditos lugares, así que beber conmigo es lo mejor que puedes hacer para compensármelo."
Akemi rodó los ojos y aceptó a beberse el trago. La última vez que salieron juntas, habían acabado bastante enfadadas, así que esperaba que esa noche pudiese hacer olvidar la otra. "¿Has visto a Dai?" Le preguntó a la pelirroja al ver que no estaba por su alrededor.
"Habrá salido a fumar." Comentó sin darle importancia.
"¿Me buscabas?" Preguntó Dai apareciendo justo en ese momento con una pequeña sonrisa.
Akemi le sonrió acercándose para darle un pequeño beso sobre lo labios. Evidentemente, olía a tabaco.
Shiho le echo un vistazo rápido al local mientras desconectaba de la conversación de la pareja. Era un local muy concurrido, pero no era del tipo al que a ella le gusta visitar. En realidad le daba igual donde estar si iba acompañada de su hermana, pero ese ambiente le aburría.
"Voy a tomar un poco el aire, ahora vuelvo." Comentó levantándose de la barra.
"¿Quieres que te acompañe?" Preguntó Akemi separándose del abrazo de Dai.
"No hace falta, solo tardaré cinco minutos." Contestó apresurándose a dirigirse al exterior para que su hermana no le siguiese.
El ruido de la musica del interior se escuchaba hasta la acera de enfrente. Miró atrás hacia la puerta para comprobar que su hermana no hubiese salido detrás de ella y rebuscó en su bolso hasta sacar un paquete de tabaco casi lleno.
"¿Necesitas fuego?" Le preguntó un joven sin dudar en en acercarse a ella para ofrecerle un encendedor acompañado de una sonrisa perfecta.
Ella sonrió pero encendió el cigarro con su propio mechero. "Gracias, pero ya tengo."
Sherry cruzó los brazos e intentó ignorar al chico mientras observaba las terrazas de los pubs y discotecas de esa misma calle. Era una zona de ocio nocturno y era más que obvio que estaba bastante abarrotada. A su hermana. le encantaba cualquier sitio que estuviese lleno de gente, pero sin embargo a ella le repelaba. No entendía como podían ser tan distintas aún llevando la misma sangre.
Su mirada se paró cuando la casualidad de la noche le hizo encontrar al rubio de melena larga fumando en una terraza cercana. Él la miró de vuelta como si hubiese notado su mirada sobre él y ella giró la cabeza haciendo ver que no lo había visto.
Iba acompañado.
"¿Eres de Tokio?" Le preguntó el chico que todavía no se había marchado, intentando entablar una conversación sin rendirse.
"Sí."
"No te había visto nunca por aquí, ¿Has venido sola?" Le preguntó dándole un sorbo a la cerveza que tenía en las manos.
"No, no he venido sola. Solo he salido a fumar." Contestó con un tono neutro. Podía notar la mirada de Gin sobre ellos incluso a esa distancia, era tan penetrante que le erizaba el bello del cuello.
"¿Por qué no entras conmigo y tomamos algo?"
"No me apetece, demás, acabo de tomar." Dijo con un tono ligeramente más duro. Solo quería fumar tranquilamente antes de que su hermana saliese a buscarle.
Volvió a mirar a la calle y su mirada se volvió a cruzar con la suya.
Habían muchas mujeres alrededor, mujeres llamativas y guapísimas que intentaban llamar la atención de ese hombre misterioso, ese mismo hombre que no solía darse cuenta de su presencia las veces que se encontraban, pero que esa noche, aunque estuviese acompañado de cierta rubia repelente, solo parecía verla a ella.
"No tienes que preocuparte por el dinero, yo invito." Sonrió orgulloso agarrándole del codo.
"No necesito que me invites a nada." Contestó secamente apartando su mano y la mirada.
"Solo será una copa, puedes pedirte lo que quieras." Insistió.
Shiho suspiró y alzó la mirada buscando ese tira y afloja que había tenido con la mirada de Gin al otro lado de la calle, pero el lugar que ocupaba estaba vacío, y él, parecía haberse esfumado como el aire. Se mantuvo callada esperando que el chico entendiese que no estaba interesada, pero ese joven no parecía ser un chico precisamente inteligente.
"Podemos ir a dar una vuelta también, si te apetece, claro."
Shiho abrió la boca para decirle que le dejase en paz, pero notó un tirón de muñeca que le hizo girarse repentinamente a otra dirección, y antes de que se diese cuenta, tenía unos labios conocidos presionando los suyos. Cuando se percató de que se trataba de Gin y separó los labios, aquel chico ya había desaparecido.
"¿Por qué has hecho eso?" Preguntó ella intentando protestar a la vez que se mordía el labio inconscientemente.
"Te veía un poco apurada." Se excusó con una sonrisa.
"Eso no te da derecho a besarme cuando quieras." Cruzó los brazos intentando no verse patética con ese sonrojo en la cara.
"Podemos decir que he utilizado mis propios métodos." La sonrisa de Gin creció con sus protestas a la vez que pasaba su pulgar y dedo índice sobre sus labios por si tenía rastro de su pintalabios.
Ella entrecerró los ojos molesta y sonrió divertidamente antes de decidir vengarse y ponerse de puntillas entrelazando sus manos tras su cuello para besarle más apasionadamente. Notó por un segundo la sorpresa en él, pero no tardó en acomodar su mano en su espalda. "Mi pintalabios, no mancha." Sonrió satisfecha al separarse.
Él sonrió después de ver como se la había devuelto, pero no se deshizo de su seria compostura.
"¿Qué haces aquí?" Preguntó después de mirarle demasiado tiempo a los ojos.
"Tenía un trabajo."
Claro, *un trabajo*. No tenía interés en preguntarle en que había consistido, y menos si también incluía a Vermouth.
Le dio el último calo al cigarro y lo pisó para apagarlo antes de volver a mirar hacia la puerta. No le apetecía mucho volver a entrar ahí dentro, pero tampoco estaba segura que quedarse con Ginebra fuese una buena idea.
"¿No quieres entrar?" Le preguntó a la vez que ella se giraba para mirarle. "¿Quieres que te acerque a casa?"
"¿No le importará a tu acompañante que la dejes sola?"
Gin sonrió e inclinó la cabeza. "Vermouth ya se ha ido a molestar a otro hombre." Se atrevió a bromear. "Entonces, ¿Nos vamos?"
Shiho se repitió varias veces que volvería a entrar con su hermana y esperaría a que ellos la acercasen tiempo después, pero sin embargo, acabó asintiendo con la cabeza antes de mandarle un mensaje a su hermana y seguir al rubio hasta su coche. Él solía acercarle a su apartamento muchas veces, pero ella sabía que después de intercambiar esas miradas, esta noche no iba a volver a su casa.
Había sido extraño volver a despertarse rodeada del calor de Gin. Parpadeó varias veces y lo vio sentado a su lado mientras fumaba con calma, absorto en sus pensamientos.
"¿Tienes que fumar hasta en la cama?" Le preguntó con voz somnolienta mientras bostezaba.
Gin la miró un par de segundos y apagó el pitillo que aún estaba por la mitad en el cenicero que ella misma le había traído horas atrás.
"¿Llevas mucho rato despierto?" Le preguntó observando que sus ojeras nunca desaparecían. Puede que la pregunta más acertada, era empezar por preguntar si había dormido algo.
"¿Quieres café?" Preguntó él poniéndose los pantalones antes de salir de la cama.
Ella asintió y se puso una camisa ancha antes de seguirle hasta la cocina.
Gin sacó un par de tazas y sirvió el café antes de sentarse en uno de los taburetes de la cocina. Ella le miró mientras bebían el café en silencio. No estaba acostumbrada a ver el torso descubierto de Gin, y ahora que podía verlo con claridad, podía ver la cantidad de cicatrices que tenía adornando casi cada centímetro de su piel.
Gin arrastró el taburete donde ella se encontraba sentada para acercarla a él todo lo que pudo y ella se sonrojó al notar lo penetrante que era su mirada. "¿Ahora tienes vergüenza?" Preguntó apoyando una mano en su mejilla. "Cualquier mujer sensata hubiese cerrado la puerta con llave, pero tú no. Nuestra científica no tiene miedo de las sombras que pueden entrar por la noche…o que tipo de asesino pueda cruzar la puerta."
"¿Señor?"
"Y como dice el refrán, parece que el asesino ha vuelto a la escena del crimen, ¿acaso está empezando a interesarse por la ciencia?" Preguntó acercándose a él hasta que su nariz rozó la suya.
"¿Jefe?"
"Puede que ahora sea más interesante de lo que imaginaba."
"Gin."
Gin alzó la mirada cuando percibió que Vodka le llamaba y borró la nube de sus pensamientos a la vez que volvía a sus sentidos.
"Su tabaco." Le dijo la dependienta entregándole el cartón de tabaco a la vez que intentaba no tener contacto visual.
Gin cogió el tabaco y salió del estanco directo hacia su coche, arrancó el motor y condujo por las calles de Tokio hasta llegar a lo que parecía una colina. Vermouth llegó con su Harley minutos después, se acercó al Porsche y aparcó al lado de la ventana del rubio.
"Hoy la luna está bonita, creo que mañana será luna llena." Comentó levantándose la visera del casco.
"Tsk." Gin resopló sin importarle mientras buscaba el encendedor para encenderse el pitillo.
"Es una noche bonita para beber martinis, ¿no crees?" Preguntó la rubia quitándose el casco con gracia.
"Búscate a otro a quien incordiar, Vermouth." Contestó sin molestarse a mirarla.
"Vaya, pensaba que estarías de mejor humor. Ya sabes, ha empezado a correr el rumor de que Sherry está por Tokio."
"¿A qué has venido, Vermouth?" Preguntó expulsando el humo del cigarro.
"Mañana por la mañana tenemos reunión, ¿Por qué no te vienes a casa a tomar algo? Será divertido."
"Buenas noches, Vermouth." Contestó tirando la colilla por la ventana antes de arrancar el coche.
Vodka se percató del ceño fruncido de su compañero."Estoy seguro de que Bourbon encontrará a Sherry si se encuentra en Tokio. He escuchado cosas muy buenas de ese miembro." Comentó intentando calmar la tensión que se había creado.
Gin asintió y se limitó a conducir en silencio. Tenía mucha confianza con Vodka, era el miembro con el que más tiempo había estado, pero no podía decirle nada de lo que había descubierto de Sherry, y mucho menos podía decirle que la había llegado a ver y se había marchado sin matarle. Sabía que se convertiría en una traición en cuanto lo admitirse en voz alta, pero ahora mismo era solo su pequeño secreto que guardaba para si mismo.
"Te recogeré a primera hora, se puntual, Vodka." Dijo el rubio aparcando delante de un bloque de pisos.
Cuando Gin volvió a su apartamento, se sirvió una copa de whisky y se sentó en el sillón de su salón, moviendo lentamente el hielo de su copa.
Siempre se había sentido muy seguro caminando por los pasillos de la organización, pero ya había visto a otros miembros de la organización fallar y era más que consciente de que iba a meterse en terreno pantanoso si seguía actuando priorizando esos sentimientos y emociones enterradas.
"¿Todavía estás nerviosa?" Comentó el detective ojeando el periódico en el sofá de casa del profesor.
"Estoy bien." Contestó fingiendo que seguía leyendo el libro que tenía en las manos.
"Has estado más callada desde que hemos vuelto…y ya han pasado unos días." Comentó parando sus ojos en sus ojeras. "¿Duermes bien?"
"¿Vas a interrogarme?" Preguntó mirándole con una ceja alzada. "Eres muy pesado, pareces mi hermano mayor y no necesito que hagas ese papel."
"Lo siento."
"Estoy bien. La casa está rodeada de agentes las veinticuatro horas, ¿no? No hay de que preocuparse." Comentó aparentando la tranquilidad que él quería ver en ella.
Conseguiremos que esto acabe pronto, ten paciencia." Le digo con una sonrisa antes de mirar la hora y disponerse a volver a su casa.
Llevaba todo el día haciéndole compañía porque el profesor se había ido a Osaka para una reunión de ex alumnos. Ella lo veía una tontería porque ya había cuatro coches de 'incógnito' rodeando ambas casas, pero el detective no abandonaba nunca su sentido protector. Y aquel agente del FBI, tampoco apartaba su mirada.
Agradeció tener un tiempo para estar sola, se asomó por la ventana para observar que los coches no se habían movido en todo el día y se preparó una toalla antes de meterse en el baño. Se dio una ducha caliente sin mucha prisa y salió del baño con el albornoz puesto para buscar el pijama que había dejado sobre la cama.
"Los cuervo ya saben que has vuelto a Tokio, Sherry."
Shiho dio un pequeño salto cuando escuchó su voz romper el silencio de la habitación.
Ahí estaba, sentado en el filo de su cama mientras la esperaba. Había vuelto.
