La casa estaba muy silenciosa cuando Gin llegó y la única luz que había encendida, era la de la entrada. El rubio entró con su sigilo habitual prestando atención a ese silencio tan profundo. A simple vista no parecía que hubiese nadie. Gin frunció el ceño y se dirigió a la planta baja con el paso más ligero. Pero los nervios que habían aparecido se esfumaron cuando la encontró dormida sobre su escritorio bajo la luz tenue del portátil.

Suspiró tranquilamente y encendió la luz del laboratorio antes de acercarse a ella y apoyar una mano en su hombro para despertarla.

"¡No me toques!" Se despertó completamente asustada y con el pulso acelerado.

Gin retrocedió un paso y apretó los labios formando una línea. Solo tenía intención de despertarla, pero ella se veía muy exaltada. "Acabo de llegar. Te has quedado dormida aquí abajo."

Sherry puso una mano sobre su pecho intentando calmar su respiración y levantó la mirada lentamente para mirarle. "Lo siento…m-me has asustado." Dijo notando los nervios por todo el cuerpo. Gin asintió pero no dijo nada y ella aprovechó ese silencio para levantarse y apagar el ordenador. "Voy a ducharme, ahora prepararé la cena." Comentó antes de desaparecer al piso superior.

Hacía mucho que no sentía esos nervios y esa angustia, pero el sueño que había tenido y el susto que se había llevado con la presencia de Gin, le habían hecho revivirlo esa noche. Todavía sentía su corazón latir con fuerza y sentía que la piel le quemaba aún bajo los chorros de agua fría. Era una sensación desagradable que se había obligado a olvidar todos estos años, pero como muchos de sus recuerdos, no podía olvidar con la facilidad que ella quería.

Apagó el grifo cuando sintió que los labios le temblaban del frío y se secó antes de ponerse una camiseta ancha y unos pantalones cortos que tenía como pijama.

Salió del baño para dirigirse a la cocina bostezando y paró el paso sorprendida cuando vio al rubio parado frente los fogones y el agradable olor a comida llegar a su nariz.

Gin bajó el fuego y tapó la olla antes de girarse y encontrarla. Su cara de sorpresa pareció causarle mucha risa. "Que estés conviviendo conmigo, no te convierte en mi chacha, ¿No? Además, que te hayamos aislado aquí, es por seguridad. Fuiste tú la que quiso alejarse de la ciudad. " Comentó como si ella buscase una explicación. "Parece que también se te ha olvidado de que yo también puedo cocinar."

Sherry asintió y se sentó en un taburete cercano mientras lo veía acabar de preparar el resto de la cena.

"Solo le faltan diez minutos de cocción." Le comentó volviendo a tapar la olla. "¿Puedes vigilar el fuego mientras me doy una ducha? No tardaré."

Ella volvió a asentir y se acercó al fuego cuando él se marchó. Para cuando volvió, Sherry estaba acabando de servir las raciones. "Hacía mucho que no comía esto…" Comentó la pelirroja recordando los platos elaborados por el rubio que solían comer en el pasado.

"Es rápido de hacer y sencillo de ingredientes." Contestó recordando lo mucho que hacía que no cocinaba, al menos para dos.

"Está bueno." Le alagó sin levantar la mirada del plato. "La verdad es que no me apetecía mucho cocinar, así que gracias."

"Tú lo preparas la mayoría de veces."

Acabaron de cenar en silencio y Gin se levantó para recoger los boles mientras Shiho se acomodaba en un riñón del sofá, observando como la lluvia del exterior caía. Gin podía notar lo ausente que se veía esa noche. Se preparó un café y le sirvió una infusión de frutos del bosque que recordaba que le gustaba antes de sentarse al otro lado del sofá.

Akai cerró los ojos con fuerza y se volvió a girar mirando esta vez hacia la ventana. Llevaba un par de horas intentando conciliar el sueño, pero acabó dándose por vencido saliendo de la cama a las tres de la madrugada.

Se dirigió a la cafetera buscando una taza lo suficientemente grande para la cantidad de café que necesitaba, pero acabó cambiándolo por un vaso con hielo y tres dedos del whisky que había comprado dos días atrás. El insomnio persistía con más fuerza esa noche. Normalmente era Akemi la culpable de sus desvelos, pero esa noche no podía dejar de pensar en la pelirroja.

Tenía el portátil delante, normalmente continuaba aquí con el trabajo que no le había dado tiempo de acabar en su departamento antes de quedarse dormido en el sofá, pero esa noche se sentía bastante saturado.

Se levantó para abrir uno de los cajones de un armario del salón y sacó una fotografía doblada que guardaba desde hacía ya bastante tiempo. Era una de esas típicas imágenes que te imprimen las máquinas de fotomatón de los recreativos o centros comerciales de la ciudad.

La sonrisa de Akemi brillaba fuera de la fotografía, resaltando sobre la cara seria que expresaba Shuichi.

Al principio, no había sido nada más que alguien que podía facilitarle abrir aquella puerta, pero después de tener el privilegio de conocerla con el tiempo, se había propuesto darlo todo por ella. Quería poder tener la relación que Akemi deseaba y sacar a Shiho del agujero al que se había metido, pero al final, solo había acabado rompiendo cada una de las promesas que le había hecho.

Le dio un largo sorbo al vaso dejando el contenido por la mitad.

Proteger a Shiho, se había convertido en su esperanza para hallar el alivio, pero ella nunca había confiado en él y alzaba su muro cuando estaba presente. Pero eso no quitaba que él tuviese la oportunidad de conocer su yo real con el tiempo, habían sido unas cuantas pinceladas de ciertos días puntuales, pero habían sido suficientes para poder aclarar la imagen de quien era ella dentro de su cabeza.

Tenía la capacidad de reír y llorar como cualquier otra joven de su edad. Era una apasionada de la ciencia y no había tardado en saber que también lo era de los animales. Su apariencia fría tapaba todas esas normalidades e intentaba mostrarse ser alguien que no se dejaba estar al alcance de cualquiera mientras se resguardada bajo las alas negras de Gin. Shuichi pensaba que era por la necesidad de encontrar protección y seguridad. Pero las miradas que emitió aquella noche, le hizo derrumbar todas las teorías que tenía y empezaron a florecer otras nuevas.

Le dio una larga calada al cigarro antes de tirarlo y entró detrás del rubio. La música estaba bastante fuerte en el interior, y a medida que pasaba la noche, se hacía más difícil caminar de un lado a otro. Se puso a buscar la mesa en la que había dejado a Akemi antes de salir y frunció el ceño apresurándose a ella cuando la encontró dormida sobre sus brazos cruzados.

"Akemi." La sacudió por el hombro. "Akemi despierta."

La morena se despertó cogiéndose la cabeza con un fuerte dolor de cabeza y le miró confundido. "¿Me he dormido?"

"¿Dónde está Sherry?" Preguntó al no verla por la sala.

"La estaba vigilando. Le pedí a un camarero una botella de agua porque no me apetecía nada seguir bebiendo esta bebida…pero después de darle un pequeño sorbo, me he quedado dormida sin darme cuenta."

Akai apretó los puños, no estaba enfadado con ella, pero tenían que arreglar ese percance antes de las cosas se torcieran más.

"¿Ha visto hacia donde se dirigía?" Preguntó Gin acercándose a ellos con la mirada seria, ignorando como la mirada de Akemi le miraba juzgándole y con desagrado.

"Le han metido algo en la bebida y ha perdido la conciencia. No sabemos quien ni a donde se la han llevado. Pero en cinco minutos no pueden haber ido muy lejos."

"Volved al coche. Yo voy a revisar el almacén antes de salir." Ordenó el rubio separándose de ellos sin esperar respuesta.

La pareja subió al Chevrolet y Akai arrancó el motor mientras veía al rubio llegar a ellos con el teléfono en la oreja. Lo apagó chasqueando los dientes al no recibir respuesta y se subió al asiento copiloto.

"Conduce, yo te guío." Ordenó con la cara más seria que antes.

Akemi estaba sentada en el asiento trasero con los dedos inquietos por los nervios. Verlos conducir por la ciudad sin saber a donde se dirigían o donde podían encontrar a su hermana, estaba empezando a desquiciarla.

"Para aquí." Comentó Gin comprobando la munición de su beretta antes de abrir la puerta. Akemi y Akai también se bajaron, pero Gin miró en desacuerdo a la morena. "Quédate en el coche."

"No. Es mi hermana." Negó con firmeza.

Gin gruñón pero reanudó su paso sin volver a mirarla. "Sí te matan, no es mi culpa." No iba a continuar negándose cuando Akemi ya era mayorcita, él ya le había advertido, lo que le pasase ahora, era todo cosa suya.

Akai miró el local al que iban a entrar un poco confuso. No le sonaba de nada, pero cuando entró, no tardó en intuir a que banda pertenecía.

Gin caminaba el primero, abriendo paso sin complicación a la vez que disparaba a todos los que aparecían para atacarles. A Akemi le asustaba su frialdad, su paso era decidido y no dudaba en hacerle un agujero en el cráneo a cualquiera que pasase por delante de su mira o se negase hablar.

Subieron a la planta de arriba y entraron a una sala bastante grande donde parecía haber un grupo con algo más de liderazgo que los que habían enfrentado hasta ahora.

Estaban riendo cuando Gin apareció, y uno de ellos calló al resto para acercarse a él con un paso vacilón. "Es toda una sorpresa tenerte aquí con nosotros, ¿Se te ha perdido algo, rubio?" Se burló a la vez que sus compañeros volvían a reír.

Gin apuntó el cañón de su pistola en su frente sin vacilar y cargó el arma a la vez que preguntaba. "Sé que se la han llevado tus jefes, ¿Dónde la tienen?"

"No sé de que me hablas." Rio fuertemente a la vez que sus compañeros sacaban sus respectivas armas para apuntarles.

A Gin no le gustaba perder el tiempo, y menos cuando uno de los suyos podía encontrarse en una situación complicada. Desvió un par de centímetros el cañón de su pistola y le disparó en la frente a uno de sus subordinados. "¿Nos empezamos a entender mejor ahora?"

Akemi dio un paso para acercarse a Akai en busca de protección, un poco más preocupada al ver la situación que se estaba formando. La mirada de Gin asustaba y no parecía que iba a parar hasta encontrarla.

El hombre frunció el ceño aún sin decir palabra y Gin disparó a otro de sus compañeros. "No tengo toda la noche."

"Jefe." Dijo uno de los dos subordinados que quedaban vivos. Esperando que le diesen vía libre a disparar antes de que el rubio perforase su frente.

"No voy a decirte nada, Gin." Protestó indicando con un gesto a su compañero para que disparase, pero Gin se adelantó a acabar con ellos antes de que tuviesen la oportunidad de apretar el gatillo.

"Al parecer, te has quedado solo. Tus chicos tenían los reflejos algo lentos, ¿no crees?" Sonrió Gin fríamente. "Vamos, sé que no eres más que un peón que limpia sus mierdas."

"¡No me hables así!" Protestó sin cambiar de opinión. "Esa zorra y todos los que formáis parte de esa organización, merecéis lo peor."

Gin perdió la paciencia y apretó el gatillo esparciendo sus sesos junto a los del resto. Pero no se veía afectado. Se agachó y buscó el teléfono de su bolsillo para revisar los mensajes y últimos movimientos que había hecho.

"Tengo una dirección." Comentó guardándose el teléfono en el bolsillo por si acaso antes de limpiar la sangre del cañón de la pistola y dirigirse al exterior.

"¿Y si no está ahí?" Preguntó Akai antes de seguirle. "Tendríamos que llamar a alguien para que nos ayude."

"Si no está ahí, revisaremos cada edificio de esta maldita ciudad hasta encontrarla." Contestó Gin sin voltearse a mirarles.