Sherry parpadeó sintiendo un fuerte dolor por todo el cuerpo. Su visión estaba borrosa y sentía que la cabeza le daba vueltas. Tenía las manos atadas sobre la cabeza y sentía la fría brisa que corría por la habitación engancharse en su cuerpo. El mareo no desaparecía, se sentía confusa y no notaba ni veía a Gin por ningún lado.
¿Dónde cojones estaba?
"Vaya, ¿Ya te has despertado?" Preguntó un joven acercándose a ella para levantarle la barbilla. "Parece que se han divertido mucho contigo esta noche, aunque si estás dormida pierde parte de su gracia ¿no crees?"
"S-sueltame capullo." Dijo con dificultad intentando que las lágrimas no brotasen de sus ojos. Le seguía doliendo mucho la cabeza y sus recuerdos eran demasiado borrosos, pero el pánico se apoderó de ella cuando un fuerte dolor de la parte baja de su abdomen le hizo imaginarse cosas desagradables.
Él hombre le miró agarrándole fuerte por la barbilla. "¿Qué te parece si ahora te diviertes conmigo?"
"Daeko, no deberías acercarte a ella. Estamos aquí para vigilarla, no sabemos cuando volverán." Escuchó comentar a lo que parecía ser su compañero, notándolo acercarse solo un par de pasos.
"Tú cállate y dedícate a vigilar desde fuera." Le contestó haciendo que se marchase. "Puto novato entrometido."
Sherry se intentó desprender de su agarre inútilmente, con la poca fuerza que tenía, todavía no era capaz de verle con claridad, y él, era más corpulento y tenía mucha más fuerza que ella.
"No protestes, no hay nada de que preocuparse, mañana tampoco te acordarás de nada." Se rio el chico con un tono tranquilo a la vez que arremangaba su vestido.
Ella sintió como su piel se volvía más fría e intentó liberarse del agarre de su muñeca para desprenderse de él, pero él seguía avanzando sin que sus protestas le molestasen lo más mínimo. Reunió todas las fuerzas para golpearle en sus partes bajas y hacer que se apartase de ella rompiendo una pequeña mesa de cristal que tenía justo al lado.
"Puta zorra." Protestó el chico levantándose del suelo y desenganchándose un trozo de cristal que se le había enganchado en el brazo antes de girarse y volverse a abalanzar sobre ella más bruscamente.
"Suéltame, joder." Sherry notó sus uñas clavarse en ella y hizo toda la fuerza que pudo para conseguir liberarse de un brazo y ponerse a palpar por su alrededor buscando cualquier cosa que pudiese lanzarle o utilizar contra él. Notó los pedazos de cristal bajo su palma y agarró un trozo clavándolo rápidamente en su costado.
El hombre gimió de dolor, apoyando las rodillas en el suelo mientras intentaba tapar la hemorragia de sangre que estaba apunto de hacerle perder la conciencia y
Shiho aprovechó ese momento para utilizar el mismo cristal para cortar la cuerda y soltar el agarre de la muñeca que aún tenía atrapada. La cabeza le bombeaba con fuerza y por más que sacudiese la cabeza o se rascase los ojos, el mareo no desaparecía. Pero él problema no era solo su visión borrosa, ya que a su cuerpo también parecía que le costaba reaccionar. Sus piernas flaqueaban y le dolía cada maldito músculo de su cuerpo.
"¿Dónde mierdas te has metido, Gin?" Preguntó débilmente en voz alta, intentando recuperar el aliento lo más rápido que pudo antes de registrar inútilmente la habitación en busca de algo con lo que defenderse, decidiendo coger otro trozo de cristal antes de acercarse a la puerta y salir con cuidado.
Había otro hombre vigilando el pasillo desde fuera y no sabía cuantos más encontraría antes de conseguir llegar a la calle. No sabía donde estaba ni como había llegado hasta ahí, pero tenía claro que no iba quedarse esperando ni un segundo más. Así que respiró hondo y aprovechó el mínimo despiste del hombre para escabullirse hacia la otra dirección del pasillo.
"¿Se puede saber que haces aquí?" Obviamente, no caminó mucho antes de tener la mala suerte de toparse con alguien. Ella se giró para ponerse a correr camino atrás, pero el hombre reaccionó rápido cogiéndole detrás del cuello para empujarla hacia atrás contra el suelo. "¿Qué mierdas haces aquí? Deberías estar encerrada."
Sherry se medio reincorporó y aprovechó la confusión del hombre para alzar la mano donde tenía el punzante cristal y hacer un movimiento rápido para cortarle el brazo cuando pretendió acercarse a ella, desgraciadamente todavía no era capaz de apuntar con claridad y apenas le hirió el hombro superficialmente, pero pudo aprovechar eso para volver a reanudar el paso. Las rodillas le temblaban mientras corría y el corazón le bombeaba con fuerza mientras los escuchaba correr muy cerca de ella tras su espalda.
"¡Ya te tengo!" Comentó uno abalanzándose a ella, logrando que tropezase y soltase el cristal a la vez que ambos acababan rodando por los últimos escalones de la escalera.
El hombre le intentó agarrar del pelo mientras acercaba su navaja cerca de su yugular, pero ella reaccionó ofreciéndole un rodillazo en la boca del estómago, consiguiendo alejar la navaja de sus manos y robársela, clavársela en la pierna haciéndole gritar fuertemente.
"¡No dejéis que escape! ¡No puede salir del edificio!" Escuchó a un grupo de hombres correr escaleras abajo. No podría desprenderse de todos si aparecían tan rápido, apenas lo había conseguido hasta ahora y no sabía ni hacía donde se suponía que estaba la salida. Por no hablar de que ya apenas podía mantenerse en pie de lo agotada que estaba.
"Joder..." Protestó en un susurro hecha un ovillo en la escalera a la vez que sentía fuertes punzadas por todo el cuerpo.
¿Qué hacía ella allí? ¿Y doónde se suponía que estaba Gin en ese maldito momento?
Un gruñido de dolor del hombre de su lado le hizo volver a saltar su sentido de alerta y su instinto de supervivencia le dio las fuerzas que ya no tenía para volver a levantarse y correr como pudo de ahí.
Cuando al fin dio con la puerta que la condujo al exterior, sintió la fría brisa de la noche y la humedad chocar contra su cuerpo como una bofetada. Sus pies descalzos pisaban los charcos que había dejado la lluvia a lo lago del día y su vestido estaba desgarrado y sucio de sangre y polvo.
Miró a un lado y a otro del callejón intentando decidir a que dirección tomar, pero su cabeza empezaba a sentirse saturada y su cuerpo ya había sobrepasado el límite. Apenas podía caminar arrastrándose por el callejón, la respiración entrecortada no se estabilizaba y al final no pudo hacer más que caer de rodillas contra el asfalto, soltando la navaja que no sabía que cargaba.
Hasta ahí había llegado, no podía dar ni un paso más.
Se escuchó un coche aparcar muy cerca de ella y sus sentidos volvieron a ponerse en alerta, pero ya no era capaz de levantarse, no podía huir de ahí.
Los acelerados pasos no tardaron en escucharse acercarse a ella y la pelirroja cerró los ojos con fuerza a la vez que esperaba que todo eso se acabara.
"Sherry..." Sus ojos se abrieron lentamente sin perder el miedo. No podía verle con claridad, pero era capaz de oler ese rastro de cigarrillos mezclado con la pólvora. "¿Puedes levantarte?" Preguntó observando que no tuviese ninguna herida fatal.
"Gin, viene alguien." Escuchó decir a alguien más no muy lejos de ahí.
El rubio chasqueó los dientes y pasó una mano por debajo de sus rodillas y por sus brazos para cargar a la pelirroja mientras Akai disparaba a dos hombres que salieron por la misma puerta con la pistola alzada. Su piel estaba fría, pero sabía que el frío no era la única razón por la que temblaba. "Volvamos al coche."
Gin se sentó en la parte trasera del Chevrolet sin soltarla ni un segundo, Sherry no había dejado de agarrar con fuerza su jersey como si su calma ahora dependiese de él, entrando y saliendo de la conciencia sin percatarse ni si quiera que su propia hermana se encontraba tan cerca, sin llegar a imaginarse que se encontraba justo en el mismo coche que ella.
Sherry abrió los ojos sintiendo que le faltaba el aire, se reincorporó en la cama con la mano sobre su acelerado corazón y acercó las rodillas a su pecho para abrazarlas con fuerza.
"Solo es una puta pesadilla..." Se repitió una y otra vez mientras intentaba recuperar el aliento.
Apenas eran las dos de la mañana, pero tuvo la repentina necesidad de salir de la cama y caminar hasta la cocina para servirse un vaso de agua. Los dedos le temblaban, sentía en latido de su corazón hasta en sus oídos, y esa sensación repugnante seguía incrustada en su cuerpo.
"¿No puedes dormir?" Le preguntaron haciendo que se sobresaltara y que casi tirase el vaso.
"¡Joder, Gin! Me has asustado." Se quejó con un tono mucho más duro que el que solía utilizar.
Gin la miró notando el nerviosismo en su cuerpo, ignorando el mal humor que últimamente tenía a todas horas. "Deberías volver a la cama."
"No soy una niña, ahórrate los consejos." Contestó con el mismo tono antes de dejar el vaso y apoyarse en la encimera. "¿Y tú qué? ¿Has dejado de dormir para vigilarme también por las noches?"
Gin frunció el ceño esta vez y se acercó a ella con la cara más seria. "No todo gira entorno a ti, Sherry."
Ella suspiró y respiró hondo intentando calmar su molestia para así evitar empezar otra batalla de gritos entre los dos. Puede que hubiese exagerado con su comentario, pero no se había despertado con buen humor precisamente. Gin podía estar muy pendiente de ella, pero podía ver como algo más parecía tenerle preocupado desde la mañana, sus ojeras le decían que todavía no había dormido y lo había visto pegado al teléfono prácticamente todo el día.
"¿Cómo llevas la herida?" Preguntó suavizando el tono esta vez.
"Bien." Contestó apartando la mirada a la vez que cogía un vaso y abría uno de los armarios para sacar una botella de whisky ya empezada.
"¿Me sirves un poco?" Preguntó ella suavizando aun más mientras le acercaba su vaso.
El rubio levantó la mirada con una ceja alzada pero acabó aceptando su vaso para llenarlo al mismo nivel que el suyo.
Se quedaron los siguientes minutos bebiendo en silencio, cada uno incitado por una razón distinta, sin moverse de la barra de la cocina. Sherry fue la primera en acabarse el trago y disponerse a servirse otro.
"No es una buena idea que acabes emborracharte." Le advirtió el rubio mirándola de reojo. "Mañana tienes que venirte conmigo."
"¿Qué? ¿A dónde?" Preguntó alzando una ceja con la copa apoyada sobre los labios.
"Vermouth iba a acompañarme a visitar a unos colaboradores, pero le han encargado un trabajo previo en Tokio."
"¿Y qué pinto yo ahí?" Rechistó.
"A mí tampoco me parece una buena idea, pero son ordenes de arriba." Comentó dándole a entender que no podía imponerse, no todas las decisiones las tomaba él ni tenía tanta influencia como ella imaginaba. Tenía un rango alto, pero tenía gente sobre él.
Ella se limitó a asentir y volvió a rellenarse la copa.
"No bebas tan rápido, es un whisky fuerte." Le frenó la mano antes de que el vaso tocara sus labios, notando el calor en sus manos al tocar su fina piel debajo de sus dedos. "¿No me has escuchado? Mañana tienes que estar en plena condición." Dijo poniendo un tono más serio.
"Sin un poco de resaca no creo que calme los nervios." Contestó notando sus mejillas algo calientes después del último trago.
Gin bebió de su vaso sin volver a protestar. Él también estaba nervioso e inquieto que tuviese que acompañarle a cualquier lado relacionado con el trabajo, ambos estaban preparados para defenderse, pero ella no estaba tan acostumbrada como él. "No te pasará nada." Comentó al ver que sus sorbos seguían siendo demasiado frecuentes.
"Me las apañaré, no me preocupa eso." Contestó ella sin apartar su mirada perdida.
Gin medio sonrió y volvió a beber de su copa. "¿Qué te preocupa? ¿Toparte con uno de tus amigos policías?"
Ella frunció el ceño girándose para mirarle fijamente. "No son mis amigos."
"Claro, ese joven detective tampoco, ¿verdad?" Preguntó con cierta molestia.
"No quiero que los mates, Gin." Dijo directamente sin contestarle.
Su comentario no le hizo mucha gracia, sus labios formaron una línea recta y sus yemas apretaron su vaso un poco más de la cuenta. "Te dije que no los tocaría." Recordó el pacto que habían hecho. "Pero si ellos abren fuego, responderé del mismo modo."
