El profesor cerró el buzón y ojeó el correo mientras entraba de nuevo en la casa.

El salón estaba algo desordenado, los platos de la pica seguían por lavar y el cubo de la ropa sucia reclamaba un par de lavadoras. Había intentado ser más responsable con el hogar después de la ausencia de cierta pelirroja, pero habían semanas en las que cualquier cosa se le hacía una montaña.

Suspiró mientras acababa de revisar el correo y se sentó en el sofá antes de dejar las cartas sobre la mesa.

Las horas, los días y las semanas pasaban, pero él seguía sin saber nada de ella.

Sacudió la cabeza intentando bloquear todos los malos pensamientos que aparecían y se levantó del sofá para poner orden a esa casa. La esperanza de que volviese con él, no desaparecía, y si aparecía de un momento a otro, no quería que se encontrase la casa tal y como estaba.

Dejó la cocina reluciente e hizo las coladas antes de limpiar el polvo en el salón, pero una visita frecuente le interrumpió cuando estaba a punto de acabar.

"Kudo, ¿Cómo estás?" Le preguntó al verlo aparecer en el salón. "Hacía días que no te veía."

"He estado ocupado." Contestó con el tono un poco decaído.

Shinichi nunca se lo había dicho, pero él sabía que le dolía venir a verle sabiendo que la científica no iba a acompañarles. Su ausencia pesaba a todos, puede que más de lo que ella imaginase.

Agasa sirvió café para ambos y se sentaron en el sofá. "¿Has venido por algo en concreto?" Preguntó al notarlo algo distraído.

"No…bueno, sí." Contestó removiendo su café nervioso. "Quería hablar de Haibara, bueno, de Miyano."

"No se ha puesto en contacto conmigo, si es eso lo que esperas escuchar." Contestó entristeciendo su mirada.

Kudo suspiró con el ceño fruncido y bebió de su café.

"¿Crees que le han hecho algo?" Preguntó preocupado. "¿Crees que la han…"

"No creo que la hayan matado." Acabó la frase Shinichi mientras dejaba la taza sobre el platito. "Tenerla con ellos, es la mejor baza que tienen contra nosotros en este momento, por no recordar que la necesitan si quieren avanzar con su preciado veneno."

Agasa suspiró con algo de alivio, pero la preocupación no disminuía. Sabía lo mucho que a Haibara le había costado escapar de esa vida como para volver sin más.

"Todavía hay muchas cosas que no entiendo…y Shuichi cuida mucho sus palabras cuando hablamos de ella. De la misma manera a cuando le pregunto por Gin." Comentó Shinichi removiéndose el pelo. "¿Por qué es todo tan complicado?"

"A lo mejor solo tienes que cambiar el modo en el que ves las cosas."

"¿A qué se refiere?" Preguntó Kudo alzando una ceja.

"Decís que se fue para mantener nuestra seguridad, pero, ¿Qué pasa si a pesar de eso, también tenía una espina del pasado que todavía no podía arrancarse? ¿O si necesitase adentrarse en el pasado una ultima vez para arrancar todos esos males de raíz?" Preguntó recordando todas esas conversaciones que había tenido tiempo atrás con ella.

Kudo bajó la mirada lentamente. "Es difícil poder sacar conclusiones cuando no sé más de ella que la relación tan estrecha que tenía con su hermana...estaba con ella todo el tiempo, pero nunca me digné a conocer quien era realmente. A conocer su pasado."

"Tampoco era algo por lo que ella estuviese preparada a compartir." Dijo haciendo que él le mirase con mucha confusión.

"¿A qué se refiere?" Volvió a preguntar. "¿Qué es lo que sabes?"

El profesor mantuvo silencio, pero eso no frenó la curiosidad del detective.

"¿Te habló de su pasado? ¿De Gin?" Preguntó sin rendirse.

El profesor se mordió el labio al sentir que se encontraba entre la espada y la pared. Quería ayudar a Shinichi con la búsqueda de Haibara, pero se sentía mal si para conseguirlo tenía que traicionar el pacto de silencio que había hecho con ella.

"Hemos encontrado el coche de Gin destrozado a las afueras de la ciudad… y no sabemos dada de ellos." Empezó a explicar intentando hacer ceder al profesor. "Solo queremos ponerla a salvo…¿No hay nada que recuerdes que nos pueda ayudar?"

El profesor suspiró y abrió la boca sintiendo como la preocupación empezaba a ganar la batalla.

"Tienes que entendernos, Agasa. Gin se ha convertido en su sombra, va a ser muy difícil llegar a ellos. Parece su guardaespaldas, nunca entenderé esa obsesión enfermiza que tiene por Haibara." Siguió protestando.

"No tienes que pensar tanto para entenderlo." Dijo el profesor intentando ayudarle a comprenderlo sin hablar más de la cuenta. "Las personas nos obsesionamos con otras por amistad, admiración, amor,…"

"No creo que esos dos fuesen amigos, ni mucho menos que tuviesen admiración por el otro…¿Y amor?" Preguntó resoplando. "¿Con lo fría y distante que es Haibara? Creo que es toda una locura pensar eso." Comentó pensando que el profesor le tomaba el pelo.

Pero el encuentro que tuvieron con la organización en el hotel Haido City, hizo un click en su cabeza provocando que su ceño se frunciera con fuerza para luego abrir los ojos llenos de sorpresa.

Gin la conocía mejor que nadie, era capaz de reconocerla por su respiración o un simple cabello. Podría ser…

"¿Quieres decirme que esos dos estuvieron saliendo juntos en un pasado?" Preguntó sin querer admitirlo.

"Puede ser…" Contestó por lo bajo.

"¿Acaso Gin la obligaba?" Preguntó molesto.

"No." Contestó negando con la cabeza.

"¿Entonces?"

"Mira…No sé ni cuando ni como empezó esa relación, pero ella le quería, Kudo." Confesó finalmente. "Ella nunca me lo confesó…pero sé que, fuese en un pasado o en un presente, estaba enamorada de él."

Gin parpadeo varias veces mientras se acostumbraba a la claridad que entraba por la ventana y resopló rascándose la cabeza. Su cabeza se sentía algo ida con los medicamentos y calmantes que Vermouth le había dado para aliviar el dolor de sus heridas. Habían pasado cuatro días desde el accidente y él había estado durmiendo la mayoría del tiempo.

Se sentó con cuidado y agradeció que el vendaje de su cuerpo fuese desapareciendo. Su superior todavía no le había llamado e imaginaba que no iba a pasar mucho tiempo más antes de que lo reclamasen para otro 'trabajo'.

Apretó los dientes al sentir que sus costillas seguían adoloridas y se acercó al baño antes de salir de la habitación.

Shiho estaba sentada en el sofá con el mismo rostro pensativo que no había abandonado su cara en esos días. Se acercó a la cafetera aun sin ser notado por ella y sacó dos vasos de un armario. "¿Quieres café?" Preguntó con la voz todavía un poco roca.

Ella se sobresalto un segundo y le miró sin poder esconder la sorpresa a la vez que sus mejillas se sonrojaban por algún motivo que él desconocía. "Em…claro."

Gin sirvió ambos cafés y sonrió ligeramente sintiendo cierta curiosidad por los pensamientos de la jovencita de su lado. Se acercó a ella y le ofreció una de las tazas antes de sentarse en el sofá, dejando un espacio considerable entre ambos. Observó a su alrededor al notar la ausencia de su compañero y Sherry se apresuró a hablar antes de que él pudiese preguntar.

"Vermouth y Vodka se han marchado a completar la misión sin nosotros." Dijo sin más, aliviada de que ese accidente la hubiese librado de meterse en uno de los enfrentamientos de esos cuervos. "Se han marchado hace unas horas, pero Vodka me dijo que no llegarán hasta mañana. Me pidió también que nos quedáramos aquí hasta que volviesen."

Gin asintió poco satisfecho y suspiró dejando caer la cabeza hacia atrás en el sofá al notar que se sentía más cansado de lo que imaginaba. Descansar, había sido un privilegio que no se había concedido mucho últimamente.

"Deberías descansar un poco más." Comentó ella mirándole de reojo. "Saliste muy mal herido del accidente, todavía tienes que tener el cuerpo resentido."

"No he hecho más que descansar estos últimos días." Protestó buscando el paquete de cigarrillos para encenderse uno, palpándose las costillas al sentir como la herida le molestaba.

"¿Hace cuanto que no te cambias los vendajes?" Le preguntó resoplando al ver la gasa de su costado rojiza. Levantándose sin esperar respuesta para dirigirse al baño y volver segundos después con un botiquín.

Gin abrió la boca para protestar pero no tardó en ceder al notar un alivio inmediato sobre su piel al sentir el tacto de sus dedos.

"Estos puntos están muy apretados…" Protestó limpiando la sangre seca de su alrededor. Las heridas estaban tratadas y selladas con puntos, pero la manera de curar de Vermouth, no parecía ser la misma que la de Sherry.

Gin soltó el humo lentamente mientras ella limpiaba y cambiaba cada vendaje, dejando que esa calma y tranquilidad se apoderara de esa pequeña habitación.

"Ya está." Dijo apartando las manos de su pecho para cerrar el botiquín.

"Espera." La frenó antes de que se levantara.

"¿Qué haces?" Preguntó al ver como le quitaba el botiquín de la mano para volver a abrirlo y acercar sus manos a su rostro.

"¿Me curas a mi y no eres capaz de curarte a ti misma? Tienes la herida un poco abierta." Dijo pasando una gasa en la herida de su frente. "Deberías haberte puesto un par de puntos en su debido momento."

Sherry abrió los ojos sorprendida y bajó la mirada intentando ignorar su tacto. Apenas se había dado cuenta. "Supongo que Vermouth no me ha curado con el mismo cariño con el que te ha curado a ti." Comentó con cierta burla.

Gin limpió su frente con cuidado, sus heridas se veían mucho mejor que las que él lucía, pero seguía odiando el mero hecho de que su vida hubiese peligrado de esa manera. "¿Cómo estás?" Preguntó al ver que sus ojeras seguían siendo igual de grandes.

"Parece ser que algo mejor que tú." Contestó sin atreverse a mirarle a los ojos estando tan cerca de él.

"Puede que por fuera sí…"

La pelirroja alzó la mirada para clavar sus ojos en él. No sabía si era por el accidente o por las semanas que llevaba conviviendo con él, pero esos últimos días se sentía más apacible con él.

Le odiaba con todas sus fuerzas, pero al mismo tiempo, seguía teniendo complicidad con él. Era tan molesto sentir esa cantidad de sentimientos contradictorios…

Apartó la mirada intentando que ese momento no se volviera algo intenso y se levantó nada más acabar para sacar unos bentos de una bolsa. "Come algo. Yo voy a darme una ducha." Dijo dejando la pequeña bandeja sobre la mesa antes de desparecer tras la puerta del baño.

Cuando Shiho salió del baño, se encontró a Gin estirado en el sofá y la bandeja de comida ya vacía sobre la mesa. Se peinó el cabello todavía algo húmedo mientras se acercaba a él, cogió la bandeja para tirarla a la basura y volvió para recoger las tazas. El sombrero que le tapaba parte de la cara se movió ligeramente llamando su atención. La frente le sudaba y sus mejillas estaban algo rosadas.

¿Tenía fiebre?

Ignoró la tazas para inclinarse a él a la vez que acercaba una mano a su frente, pero una mano le frenó antes de que pudiese tocarle, haciéndole perder el equilibrio y provocando que cayese parcialmente sobre él.

Shiho puso las manos sobre su pecho para intentar marcar una mínima distancia y no pudo evitar sonrojarse al sentir como sus ojos verdes la miraban fijamente."Yo…creo que te ha subido la fiebre." Dijo apartando la mirada.

Gin se reincorporó apartando el sombrero a un lado y se peinó el pelo notando su frente mojada. Estaba algo mareado y tenía calor. No era muy cómodo descansar en ese sofá.

"¿Puedes dejar de hacerte el fuerte?" Protestó ella siguiéndole hasta el cuarto cogiéndole de un brazo para ayudarle.

El rubio gruñó y volvió a dejarse caer en la cama. Se sentía más aliviado desde que ella le había curado, pero la fiebre era muy molesta.

"Voy a buscar algo húmedo para ponértelo en la frente."

Pero Gin volvió a agarrarle de la muñeca antes de que pudiese dar un paso.

Ambos se quedaron mirándose fijamente lo que pareció una eternidad. Ella bajó la mirada hacia la mano que no le soltaba y volvió a alzar la cabeza para ver sus ojos todavía fijos en ella.

Ella permaneció callada esperando a que él hablase, y él no abría la boca con la esperanza de que ella pudiese leerle la mente.

"Debería i-"

"Quédate." Le cortó apretando ligeramente el agarre de su muñeca.

Ella quiso negar con la cabeza, pero sin embargo se quedó igual de quieta. Sin parpadear siquiera. Arqueó una ceja inevitablemente, pero sabía que el orgullo de Gin no iba a permitirle repetir las palabras. Eso no era más que síntoma de debilidad provocado por la fiebre. Gin estaba estirado en medio de la cama doble, así que ella se hizo un pequeño espacio en uno de los lados. Su intención era quedarse medio recostada pero el rubio tiró ligeramente de ella para que se estirara.

"En esta habitación solo hay esta cama, y con lo mal que se duerme en ese sofá, no creo que hayas conseguido dormir bien ninguna de las noches."

Ella le siguió mirando sin decir nada, no sabía si confundida o extrañada. Pero se limitó a asentir, esconder ligeramente la cabeza en la almohada y observarle de reojo, manteniendo esa distancia prudente, claro estaba.

Porque la cercanía que tenían esos días solo le había creado más dolores de cabeza. Reconocía a Gin en cada aspecto, pero también le descolocaban otras acciones o comentarios…y Gin siempre había sido una persona impredecible e ilegible.

Y entre migraña y migraña, se encontraba ahí, sintiéndose reconfortada por una extraña calma mientras lo observaba quedarse dormido lentamente.

¿Qué faceta de Gin era la que no dejaba de ver esos días?¿Era una cara nueva? ¿O una de esas caras que nunca había querido enseñar?