Hermione observaba el paisaje por la ventana, la noche había caído y la luna iluminaba en lo alto del cielo. Draco estaba acostado en el sillón leyendo un libro, desde que llegó no han vuelto a cruzar palabra y siendo sincera ella no tiene la menor idea de cómo explicarle lo qué sucedía, porque no siquiera ella sabe con certeza qué sucede.
Suspira y se camina hasta donde está él, lo observa y siente unas ganas inmensa de abrazarlo, de sentir sus brazos alrededor de su cuerpo, escuchar los latidos de su corazón, ¡está vivo! y aunque quiere encontrar una explicación lógica no le importa pues él está allí, y si está es otra oportunidad que la vida le da para volver a estar juntos la aprovechará.
— ¿Qué tanto me ves, Granger? — su voz rompió el silencio que los rodeaba — habla, sé que te estás mordiendo la lengua para no soltar el discurso que Potter te dió como mensaje para mí — dijo levantándose del sillón y dirigiéndose a la pequeña cocina.
— Si ya sabes a qué he venido, porque alargar más las cosas, acompáñame al cuartel de la Orden y nos ayudas a derrotar al Señor Tenebroso — respondió ella, decidida a seguir adelante con su objetivo.
— ¿Y qué gano yo a cambio? Por si se te olvidó, fue por mí que los mortífagos ingresaron a Hogwarts, asesinaron a Dumbledore, mi madre... — se detuvo, chasqueo la lengua — yo soy un mortífago — terminó dándole la espalda.
Ella se acercó a él, quiso abrazarlo y decirle que todo iba a estar bien, pero se contuvo no podía decirle que lo amaba pues en ese entonces él no sentía nada por la amiga de Harry Potter.
— Si nos ayudas ganarás tranquilidad, sí tú fuiste el responsable de que los mortífagos ingresaran al colegio pero lo hiciste para proteger a tu madre. Si nos ayudas nosotros podremos ayudarte a rescatarla — él se volvió a mirarla, se debatía internamente.
— Lo pensaré, puedes dormir en la habitación yo dormiré en el sillón — le dió de nuevo la espalda y Hermione supo que ya no quería seguir hablando.
Se retiró a la habitación y recordó que detrás del armario había guardado su bolso de cuentas. Luego que la guerra acabará ella y Draco decidieron que esa cabaña serviría como un escondite en caso de que algo malo sucedería de nuevo.
Y si aquel lugar era el mismo pero en otra realidad o en otro universo tal vez su bolso estuviera allí, no perdía nada con probar si estaba en lo cierto.
Movió el armario, vio el hueco, metió su mano y ahí estaba, su bolso de cuentas. En el había ropa, algunos libros, pociones y algo de dinero.
Se daría una ducha y trataría de dormir un poco, desde que había iniciado toda esta situación su cuerpo pedía un descanso.
Así que cuando estuvo duchada se metió a la cama y de inmediato el sueño la venció. Se quedó dormida con una pequeña sonrisa en sus labios y convencida de que está vez no dejaría que le pasará nada a Draco.
