El carruaje paró frente a unas escaleras de piedra, su sirviente abrió la puerta y la ayudó a bajar del transporte que la había llevado al famoso palacio del príncipe Draco.
— Bienvenida sea, madame — saludó otro sirviente — el príncipe la está esperando — ella asintió y comenzó a subir las escaleras que la llevaban a la entrada principal del palacio.
La noche estaba cayendo y con ella el cielo iba iluminandose con las estrellas que hacían de compañía a la gran luna que majestuosa brillaba en lo alto.
La chica no sabía cuáles eran las verdaderas intenciones del príncipe al invitarla a cenar a su palacio, pero seguro no eran tan buenas debido a la fama que el caballero tenía.
Muchas mujeres de la nación habían pasado por sus aposentos y muchas habían quedado desdichadas luego de que el príncipe no volviera a llamarlas...
Hermione había rechazado aquella invitación pero su padre insistió alegando que sería una buena forma de iniciar tratos con la familia Malfoy.
Su reino tenía muchas necesidades, sobretodo los menos ricos por lo que aquella había sido la única razón por la que ahora estaba en el palacio del príncipe Draco.
Cuando llegó a la entrada, otro sirviente la acompaño hasta el comedor. La decoración del lugar era exquisita y muy lujosa, algunas estatuas de mármol, un enorme candelabro colgaba del techo y por lo que alcanzó a ver estaba hecho de oro...
Se sorprendió cuando vio que en el comedor solo la esperaba el príncipe Draco.
— Hermione Granger, bienvenida sea — saludó poniéndose de pie e ir a su encuentro para tomar su mano y dejar un beso en el dorso.
— Príncipe Draco, gracias por la invitación — hizo una reverencia y trató de sonreír.
Ambos se sentaron, él en la cabecera y ella a su derecha, de inmediato los sirvientes comenzaron a servir la cena.
Comieron en silencio y Hermione se sintió un tanto incómoda al sentir la mirada del príncipe sobre ella ocasionalmente durante la cena.
Sin embargo, trató de no demostrar nada de lo que sentía, el príncipe era un arrogante al que le gustaba utilizar sus encantos para lograr llevarse a la cama a cualquier mujer que creyera sus mentiras.
Sus promesas vacías, sus miradas penetrantes, sus palabras llenas de encanto... Era una serpiente astuta que poco a poco te envolvía, quitándote el aliento hasta devorarte por completo...
El príncipe Draco sabía que Hermione Granger sería muy dura de conquistar, pero le gustaban los retos y eso era para él aquella muchacha de rizos castaños y ojos miel, con una belleza simple y cautivante al mismo tiempo.
Él había quedado prendado de ella desde la primera vez que la viera, en el baile por el cumpleaños de su amiga Pansy.
Desde aquella vez se propuso conquistarla y añadir su nombre a la larga lista de mujeres con las que ha estado.
Lo que el rubio no sabe es que Hermione Granger no se deja doblegar por nadie...
