Corría por entre el bosque lo más rápido que fuese posible, sus piernas dolían y su respiración era agitada. Quería descansar, ralentizar los latidos de su corazón pero sabía que si paraba él la encontraría...

Llegó hasta lo que parecía ser la entrada de una cueva, se debatió se era una buena idea internarse en ese lugar tan oscuro, no sabía que animal salvaje podría habitar allí.

Se quedó quieta cuando escuchó una rama romperse, su cazador había llegado hasta donde ella estaba, sus ojos negros la vieron y supo que ya no tenía salida, ese hombre haría lo que quisiera con ella y nadie sabría nada.

— Aquí estás, eres bastante escurridiza — habló el hombre — ahora te sugiero que no escapes más, porque de igual manera te atrapare.

— Por favor, no me hagas nada — suplicó, dando pasos hacia atrás hasta pegar su espalda a las rocas que formaban la cueva.

— Eres mía, recuerdas, eres el pago que tu padre me dió a cambio de perdonar sus deudas conmigo — le dijo y su aliento a alcohol la golpeó produciendole unas inmensas ganas de vomitar.

El hombre comenzó a tocar sus rizos, su boca hizo contacto con la suya y un escalofrío la recorrió, trató de apartarlo pero él era más grande y fuerte que ella.

Las lágrimas salieron bañando su rostro y dejando un rastro salado...

Cuando el hombre procedía a quitar su blusa, abrió los ojos asustada y lo vio. Eran unos ojos grises, un cabello rubio largo que se mecía debido a la brisa que corría y una sonrisa que mostraba sus dientes, en especial el par de colmillos que se introdujeron en la piel del hombre que quería abusar de ella.

Paralizada y aún asustada, vio como el extraño ser que había aparecido dejaba sin una gota de sangre al otro.

Una vez acabó se volvió hacia ella, de la comisura derecha un hilillo de sangre resaltaba sobre la nivea piel del rubio.

— ¿Se encuentra bien? — preguntó, ella solo pudo asentir — no se preocupe, no le haré daño. Mi hogar está cerca de aquí, ahí podrá descansar y comer algo, si así lo desea.

Hermione no supo el porque pero confío en él, aún cuando vio con sus propios ojos como acabo en segundos con la vida de aquel hombre.

¡Por Dios! Era un vampiro.

Una criatura que se alimenta de sangre para sobrevivir, una criatura que pensó solo existía en los libros que ella leía.

Sin embargo, esa noche había visto más compasión y humanidad en esa criatura que en los humanos que ella había conocido durante su vida.

— Mi nombre es Draco Malfoy — se presentó.

Un hermoso y extraño nombre muy acordé a la esencia de aquel hombre que la había salvado.