el review nuestro de cada update dánoslo hoy; y perdona mis errores de ortografía, como yo perdono que me mutiles las smileys que más me gustan. No nos dejes caer en la repetición y líbranos de las amonestaciones. Amen.

Title: En mi cama

Rating: K. Apto para todo público, excepto estómagos sensibles.

Genre: General.

Starred: Trío: AkabanexGinjixBan.

Dedicado a mi hermano, que tuvo la habilidad de perdérseme en los videojuegos tres veces en 45 minutos.

Amanecer mojado

- ¿Así que esta es la cocina de la bruja, eh? –dijo Ban asomando la cabeza por la ventanita de la habitación subterránea.

- ¡Ban, qué estás haciendo aquí! ¿Cómo me encontraste? –dijo Himiko.

- Perfume de rastreo –respondió simplemente.

- ¡Mierda!

Ban se descolgó por la apretada ventanita, y detrás de él Ginji, quien saludó alegremente.

- ¡No pueden estar aquí, así que pueden irse por donde vinieron!

- Preferimos la puerta, gracias. –respondió Ban sacudiéndose tierra y pasto de la ropa.

- ¿Qué es lo que quieren? –preguntó bruscamente al par de chicos que miraba todo con gran curiosidad.

- Ah, sí: traemos un mensaje de Hevn –dijo Ginji.- Nos dijo que tu último trabajo se canceló, y Ban tenía ganas de saludarte, así que vinimos a decirte nosotros.

- ¿Se canceló? –repitió decepcionada. –Bueno, igual quería más tiempo libre v,v.

- Muy bien, ¿dónde están el caldero y el gato negro?

- Muy gracioso Ban ¬¬

- ¿Así que es aquí donde fabricas tus perfumes?

- Síp.

- ¿En tu sótano?

- Síp. ¡Ey, no toques eso!- dijo arrebatándole un frasquito con un líquido rojo. Esto puede parecer un desorden, pero yo entiendo perfectamente todo lo que pasa en este lugar. Y no quiero que muevan nada.

- No solamente está desordenado, ¡también apesta! ¿Seguro que no se te sube tanto humo a la cabeza, no te hace mal?

- No, no me hace. Pero a ustedes que no están acostumbrados sí podría hacerles daño, así que mejor que se VAYAN.- señaló violentamente hacia la puerta.

- ¡AHHH, qué refrescante, tenía tanta sed! –dijo Ginji habiéndose vaciado una botellita. –¡Hip! Aunque… -miró la botellita con la vista extraviada- creo que tenía alcohol…

- Te… te… te… ¿TE LA TOMASTE?- gritó Himiko.

Ban se apresuró a sostener a Ginji que se tambaleaba mucho.

- Bann, greo gue ztoy un boquitito bareado… ¡HIP!

- ¿Qué te tomaste? –preguntó Himiko histérica.

- ¿Coco-cola?- Ban tomó la botella vacía que Ginji sostenía con soltura en la mano -¿Usaste una botella de Coco-cola para tu poción?

- No tenía otro recipiente –se defendió la chica.

- ¿No sabes que no se debe rellenar con cosas extrañas los envases de marcas reconocidas? Los niños y los idiotas podrían confundirse.

- ¡Ginji no es ningún niño!

- Por eso ¬¬….

- ¡Por eso nadie debe entrar aquí! –gritó la chica. Ginji no dejaba de hipar fuerte. –Habrá que hacer algo…

- Sí, aguantar su resaca mañana.

- Ban esto es serio, podría ser grave. Tenemos que saber qué fue lo que tomó.

- Es sólo una bebida que te embriaga, ¿no es eso?

- Muchas producen ese efecto al principio, porque no están bien estacionadas y rebajadas. Me preocupa: la mayoría de las botellitas que están por allá no han sido probadas en nadie, muchas ni siquiera están terminadas; las estoy desarrollando y aún no conozco bien sus efectos. –Himiko tomó la botella que Ginji había bebido, olió su pico, la dio vuelta, tratando de reconocer su contenido, pero estaba completamente vacía. –Se bebió todo, no dejó ni siquiera una gota para que pueda reconocerla… ¿Ginji a qué sabía lo que tomaste?

Ginji hipó un eructo.

- A pizza.

- Eso fue lo último que comimos,-dijo Ban.

- Aaaay, mi cabeeeza… -se quejó Ginji.

- Himiko examinó sus pupilas y le tomó el pulso.

- Será mejor que descanse. Llévalo a mi habitación y déjalo en mi cama. En el primer piso, la última puerta de la izquierda. –le dijo a Ban. –Yo trataré de inventariar todo esto tan rápido como pueda y saber cuál es la que falta.

- Bien Ginji, ¿puedes caminar? –Ginji tenía las piernas como de lana; se sujetó con ambas manos al cuello de Ban para caminar.

- Eza botellita ze parecía a tuz ojitoz –le dijo Ginji a Ban dándole un toquecito juguetón en la punta de la nariz antes de plantarle un sonoro beso en la boca.

- ¡Ow, Ginji, estás completamente borracho! –exclamó Ban.

En otras circunstancias Himiko hubiera disfrutado eso, pero había algo más importante. "¿Cómo tus ojitos?" Eso ayudaba un poco. Himiko sabía que tenía quince botellas con un líquido de color azul. Tres ya no estaban, quedaban doce. Había ocho que estaban perfectamente cerradas y etiquetadas, y descartó de inmediato una azul oscuro que no se parecía en nada al vívido azul brillante de los ojos de Ban. Reconoció las otras dos sin mucha dificultad, y supo cuál era la última, la que faltaba, la que Ginji se había bebido. Pero el sólo pensar en sus efectos la espantaba.

Corrió para decírselo a Ban, pero al llegar a la sala dio un salto sobre un sillón como si acabara de ver un roedor.

- ¿Ginji?... –preguntó con miedo.

Un chico de unos seis años, arrastrando ropa muy grande para él, la miraba asustado.

- No te asustes-dijo Himiko acercándose a él con cuidado. –Soy yo, Himiko, ¿Me recuerdas?

Ginji negó con la cabeza.

- ¡AY, QUÉ VOY A HACER! –gritó desesperada.

Ginji se asustó y corrió a esconderse.

- No, no te asustes, no te vayas. –lo siguió Himiko. Intentaba alcanzarlo detrás de un sillón, cuando se sobresaltó y dio otro grito al oír el timbre.

- Permiso, estaba abierto. –dijo Hevn entrando junto a Jackal.

Himiko los saludó nerviosa, dejando a Ginji donde estaba.

- El último trabajo del que te hablé se canceló –dijo Hevn. –Es una lástima, era una gran oportunidad…

- Sí, aunque la verdad, es un alivio. Es que surgió una complicación y es… bastante urgente, así que de todas formas no hubiera podido aceptar ese trabajo hoy. – Himiko hablaba muy rápido y muy nerviosa.

- ¿Qué es este lugar? ¿Quiénes son estas personas extrañas? –preguntó Ginji saliendo del mueble donde estaba.

- ¿Tenías sobrinos? –preguntó Hevn.

- No, verás… -Himiko se resignó a tener que decírselos –él es Ginji Amano.

- ¿Qué? –gritó Hevn incrédula. Jackal miró con mucha curiosidad.

- Bebió uno de mis preparados por error, fue un accidente…

Al ver que algo se movía, Himiko corrió hacia un pasillo y atrapó a Ban por la espalda, sujetándolo de la ropa.

- Ban, tú también.

- ¿Cómo sabes mi nombre?

- Ya entiendo, debió ser ese beso… -dijo Himiko hablando para sí. Luego llevó a Ban donde Ginji estaba y los sentó a los dos en un sofá.

- Te presento a tu nuevo hermanito, cuídalo bien.

- Hola, soy Ginji Amano ¿Cómo te llamas?

- Ban.

- ¿Cuántos años tienes Ban?

- Ocho años.

- ¿Cuál es tu gusto de helado favorito?

- ¿Qué hay que decirte para que te calles?

- ¿Me estás diciendo que encogiste a dos de mis mejores hombres? –gritó Hevn.

- En realidad no encogieron: de verdad volvieron a su infancia. No nos reconocen ni recuerdan nada.

- ¡Pues has algo para volverlos a como eran antes!

- Eso quiero, pero alguien tendrá que cuidarlos mientras yo doy con el antídoto.

- ¿Vas a ser mi hermano mayor?- preguntó Ginji en el sofá.

- Nou ¬¬. –respondió Ban.

- Buaaaaaaaaaaaaaaaa!

- Por favor Hevn, ¿podrías cuidarlos? –rogó Himiko.

- No, soy una mujer muy ocupada, no estoy para hacer de niñera.

- Por favooooor – suplicó.

- ¡Es magia! –oyeron exclamar a Ginji fascinado.

- Eso es, una sonrisa está mucho mejor, no hay por qué llorar niño. –le sonreía Akabane al chico, acuclillado a su altura.

- Te llevas muy bien con los niños, quién lo hubiera pensado. –dijo Hevn.

- Dr. Jackal, ¿podría quedarse con estos dos? ¿Por favor? –pidió Himiko.

- Mejor busca una niñera.

- Estos no son chicos con los que pudiera copar una niñera común.

- Es verdad. ¿Por qué no llamas a uno de sus amigos? –propuso Jackal.

- ¡No! ¡Si uno de los ex Volts se entera lo que le hice al Emperador Relámpago querrá matarme!

- Cierto. Se enojarían, pero estarían dispuestos a colaborar.

- Tienes razón. ¿Podrías ir a buscarlo?

- Qué flojera ¬¬. Está bien, yo los cuidaré. ¿Por cuánto tiempo será?

- Siete días.

A Akabane no le pareció buena idea.

- ¿5 días?

Akabane regateaba con la mirada.

- ¿Tres?... ¿Dos días?... ¡24 horas nada más! Trabajaré sin descanso, no dormiré ni comeré hasta encontrar un antídoto! –suplicó Himiko.

- Está bien, 24 horas. –aceptó.

- ¡GRACIAS! Me pondré a trabajar ya mismo.-dijo la chica y salió al trote.

Yo voy a conseguirles algo de ropa, es lo mínimo que puedo hacer –dijo Hevn y salió también.

Al mismo tiempo que se cerraba la puerta, Akabane sintió que tiraban de su manga. Miró abajo y se encontró con los grandes ojos caramelo de Ginji.

- ¿Puede hacer eso otra vez?

Akabane suspiró y tomó paciencia.

- Abrakabane. –dijo y repitió el truco de aparecer de la nada un juego de escarpelos en su mano para Ginji.

- No es magia, los tenía escondidos en el guante. –se acercó Ban.

- No es cierto. –dijo Akabane muy tranquilo.

- Sí, sí lo es, yo lo vi. –discutió el chico.

- No es cierto –volvió a decir sacándose el guante y repitió el truco.

- ¡En el otro!

Akabane se quitó el otro.

- ¡Bajo la manga!

Ban no se daba por vencido…

- ¡Los guardas bajo el sombrero!

- No-es-cierto. –Akabane se sacó el sombrero y lo puso con fuerza innecesaria sobre la pila de ropa que ya se había sacado. A ese paso lo iban a dejar desnudo.

- ¿Por qué tu cuerpo está tan marcado? –Ban cambió de tema indiscretamente.

- ¿Eso te dolió? –preguntó Ginji mirando una cicatriz especial mente desagradable.

Akabane suspiró derrotado, maldiciendo la hora en que había aceptado hacerse cargo de ese par.

- Y… ¿qué más puedes aparecer? –insistió Ban.

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Akabane trató de escabullirse cuando logró que los chicos se quedaran jugando tranquilos por su cuenta (Ban trataba de enseñarle a jugar al ajedrez a Ginji).

- Espera, ¿a dónde vas? –lo detuvo Ban. -¿No se suponía que nos vigilaras?

- Eso fue lo que le dije a la Señorita Himiko porque era lo que necesitaba oír. Pero ustedes son buenos chicos y harán bien cuidándose solos. –sonrió despreocupado.

Guardó las manos en los bolsillos y salió. Bajó un par de escalones hacia el jardín y dio algunos pasos, pero aún los tenía detrás.

- ¿Les parezco Mamá Pata o qué? ¬¬... Está bien, vamos, no les hará mal ver un poco la calle.

Mientras caminaba Akabane pensaba que los lugares que solía frecuentar no permitían la entrada de niños. ¿A dónde los llevaría?

- Y… ¿a dónde les gustaría ir?

- No sé.

- ¿Dónde jugabas cuando eras niño? –quiso saber Ginji.

- No me parece bueno poner mi infancia como modelo –respondió Akabane.

Finalmente fueron todos al zoológico, es decir, un lugar seguro donde los chicos pueden andar libremente sin la supervisión de ningún adulto XP.

A Ban le fascinó una boa constrictor albina de cuatro metros, a Ginji le encantaron los monos y la preferida de Akabane fue la joven entrenadora de las cacatúas.

Akabane caminaba tranquilo, ignorando la encarnizada discusión que mantenían los chicos que lo seguían a todos lados.

- …Porque es un mago de cuchillos!

- Pero si no puede aparecer nada más no es la gran cosa.

- ¡Claro que sí, es genial!

De pronto todo se llenó de gritos y gente corriendo, y algunas voces que gritaban que se había escapado un oso.

Los chicos se acobardaron y se acercaron un poco a Akabane.

- No tienes de qué asustarte, es el mismo osito que viste más temprano. –trató de tranquilizar a Ginji. –Además, está bastante lejos.

- Pero viene hacia acá… -dijo Ban con la voz ligeramente preocupada.

El oso se veía bastante molesto, y caminaba sobre sus patas traseras alcanzando toda su altura.

Cuando estuvo lo bastante cerca los chicos realmente se asustaron, aunque Akabane permanecía inmutable como siempre.

Las dos manos pequeñas de Ginji se aferraron con fuerza a la de Akabane, y eso fue suficiente para que despertara en él un desconocido instinto protector. Actuó de inmediato y sin pensarlo, y el oso se desplomó a pasos de ellos.

- ¿Está muerto? –preguntó Ban, aferrado aún a la pierna derecha de Akabane.

- ¿Muerto? –repitió Ginji y se largó a llorar.

- Nooo, está dormidito n ñU… mejor vayámonos antes que llegue el personal del zoológico. ¿Quieren comer algo?

Se sentaron en una de las mesitas redondas que ofrecía el zoológico para comer al aire libre y Akabane esperó pacientemente (entiéndase aburrido) mientras los chicos se llenaban.

- ¿Puedo pedir más? –preguntó tímidamente Ginji.

Akabane asintió y llamó a uno de los mozos con un gesto, para que Ginji pidiera todo lo que quería, al tiempo que él sacaba una billetera llena, ganándose por primera vez el respeto y admiración de Ban.

- ¡Cuando crezca quiero ser como el Tío Akabane!

Enseguida trajeron la comida de Ginji, un poco de cada cosa.

- Tú no tienes fondo ¿piensas comerte todo eso? –dijo el chico.

- Sí n-n ¿Quieres compartir?

- ¡No, gracias! –respondió Ban fingiendo profundo asco -¿Vas a comer "ESO"? –interrumpió cuando Ginji iba a morder su hamburguesa.

- …Sí… ¿Por qué?

- ¿No sabes lo que tiene? –dijo Ban poniendo una voz misteriosa y una mirada siniestra –Piensa en dónde estamos….

- ¿Qué quieres decir? –se asustó Ginji.

- ¿Recuerdas el canguro que vimos más temprano?

- ¡Mentiroso! –Ginji dejó la hamburguesa sobre el plato –Nunca harían hamburguesas con canguro.

- No, pero sí con monos: son demasiados –sonrió malignamente Ban. -¿Y ves eso que parece queso:conjuntivitis de oso polar…

- ¡Mentira! Y tu comida es… es… ¡vómito de elefante!

- Buen intento, no me impresionas. Esto no tiene nada animal, es una tortilla: sólo tiene papas.

- Las papas crecen en el suelo. Están llenas de tierra cuando las sacan –se entrometió Akabane.

- Pero las lavan bien antes de cocinar –respondió Ban lejos de haberse impresionado.

- Tienes razón -contestó con una sonrisa- Las tortillas son un alimento muy saludable. Sólo tienen... tubérculos cortados en pedacitos, o mejor debería decir "mutilados"; revueltos con aborto de pollito…

- ¿"Aborto de pollito"?

- Huevos, ¿qué pensabas que eran? –Akabane enumeró –aborto de pollito, óvulos de gallina, embriones no desarrollados…

Ban alejó su silla de la mesa y por un momento consideró con horror la verdad de cada una de las palabras de Akabane. Con una sonrisa este último lo vio salir corriendo hacia algún lado. Ginji ya tampoco quiso comer más.

Akabane miró el reloj del zoológico que podía verse desde donde estaban. Apenas pasadas las dos de la tarde… el tiempo parecía avanzar muy lentamente. Pero se le ocurrió el lugar donde el tiempo pasaría volando tanto para él como para los chicos.

El lugar era perfecto para perder la noción del tiempo: una casa de videojugos.

- Tomen, cámbienlos por monedas. –les dijo dándoles dinero a cada uno. Los chicos corrieron contentos a la boletería.

Ese lugar era bastante ruidoso. Campanitas, disparos, y motores le llegaban de todos lados, además de las voces y risas. Aún así, se sentó al volante de un Dytona e intentó dormir un poco.

- Tío Akabane…- llamó Ban tirando un poco de su ropa.

- ¿Qué quieres? –respondió mientras mataba algunos zombis.

- Ginji está perdido.

- ¿Quién es Ginji?

- Ginji.

- ¿Qué pasa con Ginji?

- ¡Que está perdido! –respondió fastidiado.

- ¿Cómo que "perdido"? –prestó atención por primera vez a las palabras de Ban, dejando por un momento su juego -¡se suponía que lo estabas cuidando!

- ¡No, se suponía que TÚ nos cuidabas a ambos!

Se dieron a la tarea de buscarlo. El lugar era demasiado oscuro y ruidoso como para buscar a alguien. Era difícil encontrar a un mocoso de seis años… entre un montón de mocosos de seis años.

Akabane debía acercarse mucho para poder verles las caras y se indignó al encontrar a Ban matando aliens en una nave espacial.

- ¿Qué estás haciendo? Se supone que buscabas a Ginji.

- ¿Quién es Ginji? –contestó ausente.

- Ginji.

- Lo estoy buscando. –respondió sin quitarle la vista a su juego.

- ¿Puedo jugar? –dijo Ginji llegando y poniendo una moneda, ocupó el asiento al lado de Ban y tomó los controles del segundo jugador.

- Ya lo encontré. –dijo Ban descaradamente.

- Pero…- protestó Akabane. Los dos chicos lo miraron con cara de "¿cuál es el problema", y él suspiró derrotado. Era su culpa por haberse metido en ese lío. Conocía un sabio refrán que rezaba "el que duerme con niños amanece mojado", y eso le recordó que aún faltaba lo peor: tendría que cuidarlos a la noche.

Había una llamada perdida en su celular, seguramente no la había escuchado con tanto ruido. Era de Himiko; con la esperanza de que fuesen novedades respecto al antídoto que necesitaban, decidió que volvieran.

- ¡Qué bueno que vinieron, los estuve llamando!- los recibió Himiko cuando llegaron.

- ¿Lo tienes? –preguntó secamente Jackal.

- Eso espero…

Mostró una botellita con un líquido violeta oscuro un tanto espeso. Se acercó al pequeño Ban sacando una cucharita y sirviendo un poco en ella.

- ¿Qué es eso? –preguntó receloso.

- Jarabe para la tos. Tómatelo.

- Yo no tengo tos.

- Tómatelo igual.

- ¡No quiero!

- ¡Tómalo!

- ¡Oblígame! –le gritó caprichoso.

Himiko no esperó que se lo pidiera dos veces: tiró la cabeza de Ban hacia atrás y olvidando la cuchara metió el pico de la botella en su boca con brusquedad. Ban tosió atorado.

- ¿Ves como tenías tos?

- Sabe a pizza. –comentó Ginji a Ban una vez que los dos hubieron tomado.

Esperaron un largo rato pero no pasó nada.

- Supongo que puedo quedarme a dormir en tu habitación, y a que dijiste que NO dormirías hasta encontrarle una solución a esto –le recordó Akabane molesto por el fiasco.

- Sí…-respondió Himiko desanimada y volvió cabizbaja a su trabajo.

Después de comer algo y de una pelea por hacer que se bañaran (que ganaron los chicos), improvisaron un par de camas más en la habitación de Himiko. Su cuarto la representaba bastante, era una mezcla perfecta de rebeldía y feminidad. Había tanto tachas como moños; hermosos cortinados y armas decorando las paredes; una jaula con una tarántula mascota y ositos de peluche aquí y allá.

A la hora de dormir Akabane cansado se negó a leerles un cuento, y Ban tomó la iniciativa de contar una historia llena de pantanos inmundos y muertos vivientes, que Ginji escuchó con entusiasmo e interés. Sin embargo…

Akabane pudo ver al chico (gracias a que habían chillado por mantener una lucecita encendida para dormir) sentado sobre la almohada abrazando sus rodillas.

- ¿Qué pasa? –le preguntó en voz baja, más por costumbre que por un verdadero interés.

- No puedo dormir. –respondió Ginji.

- ¿No tienes sueño, aún después del cuento de tu amigo?

- Temo tener pesadillas –confesó- ¿Puedo dormir con usted? –preguntó casi como un ruego.

La respuesta inmediata era un "no", pero esta nunca pudo salir de sus labios. Abrió las sábanas para el chico, invitándolo.

- ¿También yo? –pidió Ban. Akabane hizo lugar para él también a su lado y el chico se subió a la cama de un salto.

Ese día le había traído más sorpresas de las que esperaba, y ahora lo acababa en la cama con los dos Get Backers… en una versión más joven. Ahora estaba entre dos niños y eso le recordaba…

- ¿Ninguno de ustedes moja la cama, cierto?

- Yo no.

- Yo sólo cuando tengo pesadillas. –respondió Ginji.

- Piensa cosas bonitas, por favor -.-U.

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Ban caminó en medio de la noche hacia el balcón tambaleándose un poco, con un ligero mareo y dolor de cabeza. Encontró a Ginji allí.

- Ban ¿qué pasó? –le preguntó su amigo –Me duele la cabeza y no recuerdo nada.

- Tampoco yo. Cuando desperté estaba abrazado a Jackal y a un osito de peluche, y mi ropa estaba hecha jirones. –dijo Ban con un ligero estremecimiento.

- ¿Qué… qué crees que haya pasado?

- No lo sé… No recuerdo nada, no sé lo que ese desgraciado pervertido haya hecho con nosotros-Ban apretó fuerte sus puños.

- Oh, pero si se ven más hombrecitos que anoche –sonrió Akabane saliendo también al balcón mientras se envolvía en una bata de dormir.

- ¡Jackal, contesta, qué fue lo que nos hiciste? –le exigió Ban.

- ¿Jackal? Ya veo que ya no soy más el Tío Akabane… u.ù

- ¿Tío Akabane? Degenerado, ¿así era como nos obligabas a llamarte?

- El único obligado a hacer algo que no quería aquí fui yo… Eeeeen fin, creo que la Señorita Veneno se alegrará de conocer su estado… mañana (voy a dejarla que trabaje toda la noche, tiene que pagar por esto que me hizo pasar).

- ¿Qué tiene que ver Himiko en todo esto? –preguntó Ginji pero nadie le hizo caso. Ban sólo temblaba de rabia, y eso empeoraba su dolor de cabeza.

- Y bien, ¿vuelven a la cama? Este frío viento de madrugada no les va a hacer bien, tienen poca ropa; aún la cama está calentita, volvamos ahí antes que les de un resfrío. –sonrió Akabane y regresó a la habitación, dejando a los dos chicos a sus espaldas con ganas de matarlo.

Los buenos modales:

Permiso: Get Backers no me pertenece. Tampoco Coco-cola, Dytona ni nada que se les parezca.

Por favor: dejen review, si? n-n

Perdón: por la tardanza (tenía esto desde enero XP, sólo me faltaban un par de párrafos) y por ponerme asquerosa con la comida n-ñU.

Gracias: Por leer siempre, por estar ahí y por animarme.

Creo que desapareceré por un largo tiempo de este año es el más ocupado que jamás haya tenido XS. Ocho horas diarias de clases, tareas, prácticos, exámenes, congresos, conferencias, un ateneo y voy a empezar mi propia investigación; lo próximo que escriba serán artículos científicos. Les prometo que la voy a pasar bien n-ñ!

Trataré de no dejar por la mitad los fics que tengo en progreso, pero no prometo que lo haga rápido como solía hacerlo.

Hasta la próxima, cuídense n-n!

Vanina