Epílogo:
Los nietos de Dokho.
Sentado el la casa de Libra, se encontraba Dokho recordando el momento en el que había sido enviado a México a una misión del Santuario.
Recordaba también el momento en el que había conocido a una hermosa mujer mexicana de la que se había enamorado y recordaba el momento en el que ella le había dicho que estaba embarazada.
Se sintió el hombre mas feliz del mundo en ese momento y no dudó en contarle a su viejo amigo Shion (viejo sabroso ) y lo feliz que se sintió Shion también por él.
Pero, especialmente recordaba el día en que había nacido su hija.
El y Shion habían ido a ver como se encontraba Ángela (la mamá de Citlali) pues ya faltaba muy poco para que tuviera que dar a luz y la misma tarde de ese día, Ángela entró en labor de parto.
El tiempo se le había hecho eterno a Dokho hasta que por fin nació su hija y desde el primer momento en que la vio se convirtió en lo mas presiado para él.
Recordaba la primera vez que la sostuvo entre sus brazos y como su pequeña bebé había tomado su dedo índice con su manita y había sonreído por primera vez solo para él.
En el tiempo que había estado de misión en México, Dokho aprendió el significado de algunas palabras o nombres en nahuatl.
Y en cuanto vio a su hija, supo que ella sería como las estrellas en el cielo y también una niña muy sabia.
Así que la llamó Minerva Citlali.
Minerva como la diosa de la sabiduría y Citlali que significa estrella.
También venía a su mente la vez que Ángela los regaño a él y a Shion porque consentían demasiado a Citlali.
Les había dicho que si le daban todo lo que ella quería, cuando lo quería terminarían convirtiéndola en una niña caprichosa. Que consentirla de vez en cuando estaba bien pero, también debía aprender que no siempre podía tener lo que quisiera y que debían ponerle reglas.
Recordaba la primera vez que había liberado una gran cantidad de cosmos, había sido un par de semanas después de su nacimiento; Shion estaba jugando con ella, le estaba haciendo gestos para hacerla reír y en medio de las risas Citlali, había liberado una gran cantidad de cosmos que los había sorprendido a todos.
Recordaba cómo había comenzado en entrenamiento que él y Shion le dieron a Citlali para que aprendiera a controlar su cosmos cuando.
También la primera vez que lo llevó a los cinco picos y cuando conoció a Shiryu y a Shunrey.
Los tres niños se habían adoptado como hermanos.
Como olvidar que cada que Citlali estaba de vacaciones la pasaba con él en los cinco picos y ayudaba en el entrenamiento de Shiryu a pesar de que apenas y era unos años mayor que el chico.
También venía a su memoria el día que Citlali le llamó para decirle que se iría a vivir con él al Santuario de Athena.
Se había emocionado tanto que inmediatamente se había puesto a preparar una habitación para ella. Se concentró tanto en eso que para cuando acordó Citlali ya había llegado al Santuario ella sola.
Recordaba muy bien también el día que la entregó en el altar a Shaka para que ambos formaran su propia familia.
También el día en que se enteraron que Citlali y Shaka tendrían a su primer hijo.
Asiel, su primer nieto.
Recordaba que fue el mismo Shaka quien se había acercado a el con el bebé en brazos y se lo había pasado para que lo cargara y lo conociera.
Un par de años después, nació Shanti, su segunda nieta y al igual que su hermano era concentida por todos en el Santuario.
Lo que fue un golpe para todos en el Santuario era que Shanti tenía muchos pretendientes y entre Shaka, Asiel, él, Shion y todos los demás caballeros dorados y los de bronce, se encargaban de auyentarlos.
Y ahora estaba aquí, viendo a toda su familia reunida frente a él, a su hija, su yerno, sus nietos y los demás caballeros, mientras comían todo juntos.
Asiel y Shanti también tenían un cosmos muy grande y si bien ambos habían recibido entrenamiento, solo Asiel entrenaba para ser un caballero de Athena al igual que su padre, su abuelo y sus tíos.
Shanti había preferido ayudar de otra forma.
Ella se encargaba de enseñarle a los niños que llegaban para ser aprendices de caballero a leer, escribir, a sumar y también les daba un leve entrenamiento básico.
Sus dos nietos eran jovenes muy responsables.
Shaka y su hija, habían hecho un muy buen trabajo criándolos.
Eran no solo su orgullo, también el de todos los demás en el Santuario.
No cambiaría nada de lo que ha vivido ni de la familia que ahora tiene.
Esta vez les vengo a traer el epílogo de esta historia.
Muchas gracias por haber leído.
Les mando un abrazo.
Y que Dios me los bendiga.
