Capítulo 2 – Extraños en la Aldea

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Tres jóvenes caminaban tranquilamente en dirección a la zona de entrenamiento. Dos de ellas, una rubia y otra de pelo rosa, no paraban de pelear por el camino, mientras la de pelo negro azulado hacia lo que podía para separarlas. Tras unos momentos de tensión, encontraron un tema del que hablar que como les era relativamente indiferente no causaría enfrentamientos.

-¿Os has fijado que Kiba está un poco triste últimamente?- preguntó Ino sus compañeras con un leve tono de misterio.

-Si… es como si estuviese cansado¿verdad? Como si no estuviera motivado por…

- Yo se lo que le pasa- interrumpió Sakura con una sonrisa- ese chico necesita una novia.

- ¿QUÉ? .¿Kiba con novia? .¡Jaja! No me lo imagino- dijo Ino alisándose una arruga de la camiseta.

- Pues ahora que lo dices es verdad. Es Kiba,… pero al fin y al cabo, es un chico. Creo que todos los demás ya han tenido algún romance… aunque a veces hayan salido mal parados- dijo Hinata.

- Umm, no sé. Kiba no ha demostrado interés alguno por nadie, excepto por su perro- volvió a decir Ino enfadada porque la arruga no se le quitaba.

A unos kilómentros de distancia Chouji, Shikamaru, Kiba y Naruto se preparaban para el entrenamiento.

-Hoy no me apetece entrenar- dijo Kiba mientras caminaba con las manos en la nuca.

- ¿Qué¡Eso no es propio de ti! Además ¿no quieres una revancha? Porque ayer te di una paliza…- dijo Naruto dando saltos enérgicos.

- …no he dormido bien- replicó Kiba estirándose y bostezando.

- Esa no es excusa, dicen que si se deja un día de entrenar, al día siguiente te costará más trabajo ponerte, y al otro más y así sucesivamente- dijo Shikamaru tranquilamente.

- Bah, yo tampoco quiero entrenar… ¿y si vamos a comer?- preguntó Chouji sacándose una bolsa de patatas- O mejor ¿y si me como a Akamaru?- añadió guiñándole un ojo a Shikamaru y a Naruto.

- Si ... bueno ¿me dejas a Akamaru para practicar mi Kagemane, Kiba?

El Inuzuka se puso en pie de un salto y levantó un kunai amenazante en dirección a sus compañeros. En cuestiones de picarse unos a otros, ninguno de los cuatro habían madurado en absoluto.

-¿Qué?. ¡Ja!. ¡Intentadlo pringaos!

-¡Por fin te has puesto serio, Kiba!- Naruto empezó a correr hasta él lanzándole unos shurikens.

Kiba los esquivó, adoptó la técnica de las cuatro patas y de un manotazo mandó a Naruto al río.

-¡Ja! Sigues siendo un niñato…

- ¡Y tu sigues siendo un creído prepotente!- gritó la voz de Naruto desde atrás, a la vez que Kiba se daba cuenta de que el Naruto que había lanzado al agua no era más que un clon.

Shikamaru intentó la atadura de sombras con Akamaru, pero el perrito se levantó del suelo justo a tiempo dando un porrazo a Chouji, que estaba haciendo el cañón de carne y desvió su rumbo peligrosamente hasta donde se estaban liando a puñetazos Naruto y Kiba. Por la colisión con Chouji, los dos salieron despedidos hasta donde estaba tan tranquilo Shikamaru, y cayeron encima de él.

-¡Mi pierna¡Quitaos de encima!- se quejó.

- ¡JajAJjaJAAJ!

A Kiba y Naruto les había dado la risa floja y no se podían mover.

- ¡Mi pierna!- Shikamaru se empezó a desesperar.

:CRACK:

-¡AAAARGH!

Los dos se levantaron inmediatamente y miraron preocupados a Shikamaru que se agarraba la pantorrilla con cara de dolor. Chouji se acercó rápidamente.

-¿Qué ha pasado?

- ¡Mi hueso¡Muero!

- ¡Guau!-Akamaru daba saltos de un lado para otro nervioso.

- Hay que llevarlo al hospital… no tiene buena pinta- dijo Naruto.

- ¡Guau!

- ¡Pues venga, rápido!- dijo Chouji alterado viendo que Shikamaru, con sus exageraciones se ponía cada vez más blanco.

- Al final ni habéis tocado a Akamaru ¿eh?- dijo Kiba, que se llevó un codazo de Naruto en las costillas.

- ¡Eso no viene a cuento ahora!

En un momento, llegaron al hospital, que curiosamente no estaba como solía estar, lleno de gente hablando y yendo de un lado para otro. Ese día precisamente todos estaban callados y mirando hacia el pasillo por el que se acercaba un hombre cansado con una chica en brazos.

-¿Dónde está la vieja Tsunade? Shikamaru se ha partido la… ¿Qué pasa aquí?- preguntó Naruto con fastidio viendo la escena.

Tsunade se acercó al hombre de barba y pelo castaño, que medía por lo menos dos metros y vestía unas ropas oscuras, antiguas y que le llegaban hasta el suelo. Llevaba en los brazos a una chica muy guapa, de pelo largo y castaño con algunos reflejos más claros. Tenía unas botas de cazador de cuero marrón oscuro a juego con el corset y en el antebrazo, llevaba un gran protector de cuero lleno de arañazos de halcón.

- ¿Al… Altavis¿Eres tú¿Qué le ha pasado a tu hija?- preguntó Tsunade mientras todos miraban en silencio.

A Altavis tantas miradas le hacían sentirse terriblemente amenazado. Sus músculos se tensaron y empezó a arrepentirse de haber acudido a Konoha.

- Tsunade… mi hija fue envenenada y no tenemos remedio en el clan para esto. He recorrido todo le bosque en una noche para traerla.

La mujer se acercó y miró a Hane con preocupación. Tras examinarla unos segundos, sonrío y dirigió su mirada hacia el padre.

-Tranquilo, no parece muy grave. Pero tendrá que quedarse unos días aquí.

- Si, contaba con ello-dijo Altavis con un suspiro- Yo no me puedo quedar, tengo asuntos importantes que atender. Cuando esté bien dile que vuelva por el camino más seguro. En caso de que no existiera tal camino, que nos avisen y vendremos a buscarla.

Tsunade se giró hasta el hombre sorprendida.

-¿Cómo..?. ¿ No vas a descansar? Pareces agotado.

-Ya te he dicho que tengo cosas que hacer- respondió él secamente.

- Muy bien… Altavis, me gustaría hablar contigo en privado. He oído rumores sobre vosotros que me preocupan y quería saber…¿hay algo que debas contarme?

- No necesitamos nada, Tsunade. No al menos de momento…Gracias- Altavis inclinó la cabeza.

Chouji se dirigií a sus amigos en voz baja.

-¿Por qué la gente está tan expectante¿Qué hay de especial?

- Chouji, fíjate en el protector lleno de arañazos que lleva la chica en el brazo …¡son Jintakas!- dijo Shikamaru que casi se había olvidado del dolor de su pierna.

En ese momento, Joukei entró en la sala por una ventana gritando nervioso. Estaba muy preocupado por la salud de su amiga. La gente dio un paso atrás asustada por el enfurecido y frenético vuelo del halcón.

- ¡Fiiuu!

Kiba sintió un escalofrío y se tapó los oídos recordando la terrible pesadilla que había tenido la noche anterior.

-¡Joukei!- llamó Altavis y el pájaro se posó nervioso en el brazo del hombre- Shh, tranquilo, todo esta bien. Espera fuera ¿vale?

- Altavis, me alegra mucho verte. Si tenéis problemas sabed que estamos aquí…- dijo la Hokage muy seria.

-Gracias, pero no arrastraremos a la desgracia a otros clanes. No es nuestra forma de actuar- y dicho esto, se dio la vuelta y salió del hospital a grandes zancadas bajo la atónita mirada de los que allí se encontraban.

Tsunade suspiró preocupada, cargó con la chica y la llevó a una habitación llamando a varios enfermeros.

Poco a poco el hospital recobró su movilidad natural. Shizune se acercó corriendo a Shikamaru y le examinó la pierna de cerca.

-¡Eso no es nada! Yo te curo en un momento- dijo con una sonrisa, mientras Naruto, Chouji y Kiba miraban en la dirección en la que Tsunade se había llevado a la Jintaka.

El resto del día transcurrió con normalidad, los chicos volvieron para seguir entrenando mientras Shikamaru se recuperaba sentado en un tronco y repitiendo una y otra vez lo problemática que era su suerte. A la tarde, se reunieron con las chicas y continuaron sus ejercicios en conjunto.

Cayó la noche en Konoha y cada uno volvió a su hogar para descansar. Shikamaru se recuperó tan pronto que no necesitó que sus amigos lo acompañaran hasta su casa. Otro día aparentemente normal pasó en el calendario de Inuzuka Kiba que, en cuanto llegó a su casa de dejó caer en el sofá pesadamente como un día cualquiera. Lo que Kiba aún no sabía es que esa noche ocurriría algo que cambiaría para siempre el curso de su vida.

En el hospital de Konoha, la Jintaka abría por primera vez los ojos para ver que se encontraba postrada en una cama de sábanas blancas con olor a medicinas. Alargó la mano para encender una pequeña lamparita que se encontraba a su lado y vio que en una silla, una mujer rubia la miraba fijamente.

-Eres Hane ¿verdad? Espero que estés mejor- dijo Tsunade entrecruzando sus dedos- ¿Sabes quién soy?

La chica asintió con la cabeza mientras se estiraba con disimulo.

-¿Dónde estoy?

-Estas en Konoha. Tu padre te encontró herida y no tuvo más remedio que traerte aquí.

-¿Mi padre me trajo a Konoha?. ¡No puede ser!- se sobresaltó Hane intentando ponerse de pie- ¡Au!

-No deberías moverte mucho. Tus heridas están bien, he conseguido cicatrizarlas, pero para que el veneno muera dentro de tu cuerpo debes reposar. No podrás regresar a tu casa hasta pasadas dos semanas.

-¿Qué?.¡Pues claro que voy a moverme! Me necesitan allí... dos semanas es demasiado tiempo.

-Hane, hazme caso, si te mueves empeorarás- dijo Tsunade severamente mientras se levantaba de la silla. Se acercó a la ventana de la habitación, la cerró y salió de allí echándole una última mirada de advertencia a la chica.

Hane escuchó la puerta cerrarse tras Tsunade y se quedó con la mirada perdida en la ventana. Las luces de las casitas de Konoha se habían encendido y por algunas ventanas se podían ver familias cenando. Entre la oscuridad pudo distinguir a lo lejos, las caras de los Hokages talladas en piedra.

"…Así que esto es Konoha…"

Se puso en pie con dificultad y se apoyó en la ventana, notando el frío contacto del cristal en la palma de su mano. Pequeñas gotas empezaron a tintinear en el cristal y las pocas personas que paseaban en la noche corrieron a resguardarse.

La luz del cartel de una tienda reflejaba intermitentemente en las gotas del cristal desde donde la chica estaba observando. Hane se quedó unos segundos como hipnotizada por la luz verde que se encendía y se apagaba pero un grito agudo la sobresaltó.

Un halcón mojado intentaba desesperadamente entrar a través del cristal dándole porrazos con el pico. Hane abrió la ventana ràpidamente y Joukei entró como un rallo sacudiéndose.

-¡Hola Joukei! – le dio con un dedo cariñosamente en el pico curvo.

El halcón la miró aliviado al ver que se encontraba bien y empezó a limpiarse las plumas. Hane suspiró y volvió a dejar la mirada perdida en las gotas que resbalaban por el cristal…

"No puedo quedarme aquí. He de volver…"

Con esfuerzo, se levantó de la cama y se empezó a amarrar la prenda que le ceñía la cintura. No se apretó mucho los nudos porque notaba que le costaba un poco respirar por el veneno. Se agachó tambaleándose y se calzó las botas metiéndose los bajos de los pantalones por ellas. Recogió sus cosas y se puso la capucha de su abrigo para protegerse de la lluvia.

- Joukei nos vamos… si salimos ahora llegaremos mañana al amanecer.

En ese mismo instante, en el clan Inuzuka, situado en la parte opuesta a donde se construyó el hospital, una mujer hablaba con su hijo mientas hacía el equipaje.

-Kiba, sabes que esta noche me tenía que ir con Kuromaru ¿no? Es un fastidio con la lluvia que está cayendo…- dijo la madre de Kiba mientras cerraba una mochila.

-Si.- contestó él tumbado en el sofá con los ojos cerrados.

-Volveré en unos días ¿de acuerdo? Ten cuidado y come bien, nada de porquerías congeladas ¿me estas escuchando?

-Claro- contestó medio dormido.

Hane llevaba un buen rato caminando bajo la lluvia. Cada vez respiraba con más dificultad pero intentaba ignorarlo acelerando la marcha. Tenía la ropa empapada y el frío empezaba a calarle hasta los huesos. Al poco tiempo, notó que se estaba mareando y tuvo que sentarse.

"¿Qué mierda me pasa?" Pensó adoptar su forma de búho, una transformación muy útil para las noches que permitía avanzar con más rapidez y ver en la oscuridad, pero estaba demasiado débil para hacer eso. Su vista se le nubló y cayó desmayada al suelo.

-Kuromaru ¿qué ocurre?- preguntó la mujer Inuzuka mientras protegía sus ojos de la intensa lluvia llevándose una mano a la frente.

El perro echó a correr guiando a su ama hasta el extraño olor que le decía que algo por los alrededores iba mal. La madre de Kiba corrió a través del bosque preocupada intentando distinguir el olor que había detectado Kuromaru. Finalmente, puedo ver a la chica en el suelo y la recogió.

-He olido a esta chica y he pensado que tenía problemas. ¿Es grave?- dijo Kuromaru recogiendo con la boca la mochila de la joven.

-No, sólo está desmayada- la mujer miró la herida cicatrizada- pero tiene mucha fiebre. Necesita unos cuidados y reposar.

La madre entró en la casa dando una fuerte patada a la puerta, de forma que la cerradura saltó y la puerta casi cae al suelo.

-¡Kiba! Rápido, ayúdame. Necesito un pijama de tu hermana y unas toallas mojadas.

Kiba estaba tirado en el sofá medio dormido.

-¿Um?- abrió un ojo.

La mujer le dio una patada fuerte al sofá, que se deslizó por el suelo unos metros, y el chico se dio un susto de muerte.

-¡Ah! .¿Qué haces, mama?

-¡Levántate y ayúdame de una vez!

Kiba se incorporó y miró el bulto que su madre ponía con cuidado en el sofá. Se apresuró a traer lo que su madre le pedía, encontró un pijama verde de su hermana y unas toallas limpias. La mujer le quitó el pijama de las manos y empezó a desnudar a la chica, pero cuando le estaba desatando el corset se giró a su hijo y le tiró una de las toallas.

-¿Qué haces ahí?. ¡Fuera!

-Vaaale...- dijo Kiba cerrando la puerta y quedándose al otro lado. "¿No es esa la chica del halcón?".

-¡Kiba! .¿Qué haces ahí fuera ganduleando?. ¡Entra de una vez! Ya está vestida.

-No te aclaras, mama…- resopló.

La madre le tendió una toalla mojada con agua fría.

-Sabes que tengo que irme. Esta chica tiene mucha fiebre, tienes que quedarte toda la noche pendiente de ella y si ves que está muy caliente, le pasas por la frente y el cuello esta toalla ¿entendido? Si aun así sigue igual le das esto de beber…

-Pero mamá…- dijo Kiba pasándose una mano por la cara confuso.

-No hay peros que valgan, y además tienes que arreglar la cerradura de la puerta… que creo que me la he cargado- y cuando estaba saliendo por la puerta añadió- ¡Y asegúrate de que la chica esté cómoda!

Kiba se quedó clavado en el suelo sin saber qué hacer.

"Jooder, estas cosas solo me pasan a mi. Un sitio cómodo…um…la llevaré a mi cama".

Se acercó a la chica y metió un brazo por debajo de su cintura. Viéndola de cerca se dio cuenta de lo guapa que era y por unos momentos se quedó como atontado, pero ella inconscientemente le dio un manotazo en la cara y le hizo salir de su atontamiento.

-¡Auch¡Encima de que te ayudo!

La levantó y la acostó con mucho cuidado en su cama. Acercó una silla y se sentó para cuidarla.

"¿Deberia taparla?"

Kiba se quedó otra vez sin saber qué hacer. Decidió pasarle una mano por la cara y comprobó que estaba ardiendo. Cogió una de las toallas, la humedeció un poco y se la pasó por la frente con cuidado de no molestarla. Después se la pasó por el cuello, los hombros y…contuvo la respiración, "¿debía seguir más abajo?".

Se lo estaba planteando cuando algo que brillaba le llamó la atención. Se trataba de un colgante rojo oscuro con una inscripción que no entendía y una pluma de adorno. Le quitó el collar. Si ella se movía durmiendo podía ahogarse, o al menos eso pensó Kiba.

"Es curioso, en mi pesadilla la gente de este clan es salvaje y los halcones me quieren desgarrar…sin embargo, esta chica…"

Le pasó otra vez la toalla y comprobó que su temperatura era la adecuada.

"Bien, ya está mejor".

La tapó bien porque hacía frío y fue a por una manta para él. Tardó unos minutos en arreglar la cerradura de la puerta y cuando hubo acabado, se dirigió de nuevo a su habitación. Se recostó en la silla situada al lado de la cama de la forma más cómoda que pudo y observó desde allí la ropa empapada de la chica. Con un escalofrío, se subió la manta hasta el cuello pensando qué habría sido de la joven si su madre no la hubiera encontrado. Tal vez estaría aún en el suelo y bajo la lluvia. Un trueno hizo retumbar las paredes de la casa y Akamaru saltó a las piernas de su amo.

-Hey, Akamaru no pasa nada. Sólo es un trueno. – Kiba le rascó la cabecita para tranquilizarlo.

Con un suspiro, pensó que en realidad se alegraba de no estar solo esa noche. A él no le asustaban las tormentas ni mucho menos, ya era mayorcito para esas cosas. Pero sí tenía miedo de sentirse solo. Toda su vida se había visto rodeado de perros, y había tenido que aprender, como Inuzuka, a convivir con ellos y a comprenderlos. De esta forma, se había acostumbrado a tener siempre compañía, y si no estaba Akamaru, podía encontrar un amigo en cualquier perro de su hermana, amigos que él consideraba más fieles que los otros chicos de Konoha. Los perros le ayudaban a salir adelante cuando se sentía deprimido por el rechazo de los demás niños, que siempre lo habían considerado como un creído y un escandaloso. Él era el tipo de persona a los que les gusta ser el líder, le gusta llamar la atención y por eso, siempre había estado metiéndose en problemas y peleas. Y es que cuando los que te rodean son unos pocos compañeros de clase, ser el líder es fácil, pero cuando sales al exterior te topas con rivalidades que aprovechan cualquier instante para dejarte un ojo morado.

Los últimos años había encontrado apoyo en Shikamaru, Chouji y Naruto, con este último compartiendo rivalidad y una enemistad fingida que sólo en ocasiones acababa en una verdadera pelea.

Pero su hermana se fue con sus perros, sus amigos empezaron a salir con chicas y, aunque nunca le daban de lado, él no acababa de sentirse completo con ellos. Aunque Akamaru siempre había estado con él, ofreciéndole una amistad y una compañía que difícilmente se la habría podido prestar un humano, cada vez se sentía más incompleto. Sencillamente le faltaba algo. Y además a esto se sumaba que el examen Jounin había quedado temporalmente suspendido, por lo que cualquier incentivo de superar su técnicas ninja quedaba desplazado por un tiempo. Ni si quiera eso podía utilizar para entretenerse…Y en esos momentos en los que su madre salía a alguna misión y se quedaba sólo en casa, era cuando empezaba a pensar en el poco sentido que tenía su vida. Y se acordaba de lo triste que estaba…

Kiba desvió su mirada hacia el rostro de la preciosa chica que yacía en su cama, y con una sonrisa se durmió pensando que esa noche tal vez no estuviera tan solo en el mundo.

Nda: Muchas gracias por los reviews! Me animan mucho! XD Y ya está activada la opción de recibir comentarios de los anónimos, es q soy nueva en esto y no me habia dado cuenta! XD Un saludo, espero que os guste este capitulo.