Capítulo 11 – El clan que cayó en el olvido
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El cielo, como si acabara de presenciar la cruenta batalla que había tenido lugar bajo su manto, se deshizo en enormes nubarrones negros, que cargados de agua comenzaron a descargar una fría lluvia que azotó a los cuerpos que se encontraban esparcidos por el paisaje.
Kiba acababa de matar al que parecía ser el líder de los enemigos. Con el cuerpo aún cargado de adrenalina, tiró al suelo la katana que había usado para dar el golpe final y se miró sus manos ensangrentadas y agrietadas por la pelea.
"Lo hice", pensó el joven sintiendo un escalofrío recorrer su columna al sentir el que su ropa se empapaba por la lluvia.
Escuchó un ahogado gemido a unos metros. Desvió su mirada y encontró a Akamaru en el suelo con una pata doblada. Apresuradamente, corrió hasta él y lo abrazó para que se tranquilizara. Tras comprobar su estado, decidió dejarlo apartado en un lugar seguro.
El joven Inuzuka, cubierto de sangre miró con pesadumbre al frente para encontrar que esparcidos por el suelo, se encontraban los cuerpos fríos, inertes y sin vida de lo que antes habían sido hermosos halcones vigías, fieles compañeros de los Jintakas. Por un instante, se imaginó la situación inversa. Se sentía tan relacionado con el clan de halconeros que empezó a ver perros muertos en los lugares en los que yacían las aves pardas. Cerró los ojos con angustia, aguantándose las lágrimas que empañaban sus ojos rasgados,… y el viento le trajo el sonido de unas voces…
Se giró y observó que a lo lejos, un grupito de unos 20 halconeros se reunían maltrechos. Algunos cojeaban y otros ayudaban a sus amigos a ponerse en pie…Eran los únicos que habían sobrevivido.
"Aún no ha acabado…" pensó Kiba… "quedan supervivientes…¿y Hane…?"
Resistiendo el dolor punzante de sus heridas, comenzó a andar en dirección al pequeño conjunto de cetreros que había quedado con vida. Deseó con las pocas fuerzas que le restaban que Hane se encontrara entre ellos. Por más que la había buscado, no había encontrado rastro de ella ni de su olor.
"Tal vez no haya venido y esté ayudando en el poblado… o tal vez haya… haya sido atacada y…" no pudo seguir pensando. Apretó los dientes hasta que sus colmillos rechinaron.
Los dos lobos se pusieron inmediatamente a ambos lados del chico, por si los necesitaba como protección. Kiba los olió y sonrió pensando que tal vez tuviera dos nuevos compañeros. Pasó una mano cariñosamente por el húmedo hocico del macho y les dirigió a ambos una mirada de agradecimiento. Los animales gruñeron en señal de amistad y se pusieron en marcha.
Mientras, a cierta distancia de allí, Hane se dirigía hacia los "Jinetes" eufórica. Había superado el primer obstáculo, había conseguido acabar con la técnica ilusoria que tantas bajas le había hecho perder a su clan. Pero ahora quedaba reducir a los bandidos.
La situación no estaba equilibrada, porque los halconeros que habían sobrevivido se contaban en un número notablemente más reducido que los enemigos... Pero lo intentarían. Aún quedaban unas pocas personas con vida dentro del poblado, intentando acabar con el fuego que consumía lo poco que quedaba de las estructuras de madera… y lucharían por ellos. Miraron a los compañeros que habían sido asesinados por el veneno de sus aves y Hane distinguió el cuerpo sin vida de Hishou. También lucharían por ellos… y por los halcones que habían caído.
Altavis se dirigió cojeando a su hija y la abrazó con todas sus fuerzas.
-¡Hane! Sabía que acabarías con la técnica…
La chica le devolvió el abrazo feliz de verlo con vida. Le extrañaba ver a su padre actuar de esta forma, ya que jamás exteriorizaba sus sentimientos, el hombre nunca sabría lo que la chica agradeció el gesto. Mientras lo rodeaba con sus brazos, la joven pudo ver que en su pierna, una herida diminuta comenzaba a ponerse morada. Iba a dirigirse a él para preguntarle qué le ocurría pero los que allí se encontraban la interrumpieron. Un anciano de rostro cansado y manos temblorosas formuló la pregunta que todos temían responder.
-¿Cuántas bajas hemos sufrido?
-¡La líder de los "Cóndor" ha caído!- gritó un joven mirando a los demás nervioso.
El jefe de los "Jinetes" comenzó a hablar en voz alta.
-Si…quedamos muy pocos- se resignó - Pero aún tenemos motivos para luchar. Su número es más alto que el nuestro, pero nosotros contamos con la esperanza… ¡la esperanza y las ganas de defender nuestro clan!
Una mujer se secó una lágrima por el recuerdo de Hishou, que en estos momentos siempre solía tomar la palabra. Altavis también lo recordó y le dedicó unas últimas frases…
"Hermano… no estás aquí… pero hablaré yo por ti. Y sé que me estarás escuchando… estés donde estés…"
-Hemos sido ya olvidados por Konoha¡no nos olvidemos nosotros también de quiénes somos! No pereceremos aquí…- continuó notando cómo el veneno de Uindo debilitaba su cuerpo a través de la diminuta herida de su pierna. Y viendo que los bandidos corrían hacia ellos gritó- ¡Que el viento vaya en vuestro favor, compañeros!
-¡Hai!
Todos permanecieron en sus puestos, preparados para frenar al enemigo cuando éste alcanzara sus posiciones. Estaban heridos, debilitados, agotados y asustados, porque en realidad eran una veintena contra ciento cincuenta…pero permanecieron firmes.
-¡Hane!
La chica se giró sin mover sus pies del suelo y vio a Kiba que caminaba con dificultad hacia ella seguido de dos enormes lobos. Llevaba un lado de la cara lleno de sangre por el corte que había recibido en la mejilla y con la mano se apretaba otra herida del abdomen. Se situó a su lado para combatir y murmuró notando el aleteo de Joukei cerca de su cabeza.
-Te dije que nos veríamos luego¿no?
-¡Kiba…! – Hane no pudo contenerse. En ese momento no podía ser más feliz y se lanzó hacia él para abrazarlo con todas sus fuerzas. Verlo con vida le supuso un cúmulo de esperanzas, pues su mente empezaba a verse amenazada por la oscura sombra del fracaso. "No ha caído… no es de los que se rinden fácilmente".
Kiba suspiró al ver que se encontraba bien y la rodeó con sus brazos contento de poder olerla de nuevo. Bajó su mirada a las piernas de la joven y pudo ver la herida de su muslo. Sus alargadas pupilas empequeñecieron.
-Voy a protegerte… cuando lleguen colócate detrás…- dijo con una seriedad inusual en él.
Altavis sonrió al escuchar lo que acababa de decir. Le gustaba el chico desde que lo vio, rodeado por los centinelas ante la muralla del clan, mientras enseñaba nervioso el colgante de su hija.
Ante la proximidad de los ninjas que corrían hacia ellos blandiendo sus armas, la fila de Jintakas y Kiba, se encorvaron dispuestos a recibir la colisión y agarraron con fuerza sus kunais. El Inuzuka miró de reojo a Hane notando que no se colocaba detrás y apretó con más fuerza sus puños maldiciendo interiormente.
"¡Kuso!"
Dirigió su mirada hacia los bandidos y enseñó los colmillos sintiendo la adrenalina crecer en su interior.
"Acercaos… y sentiréis la furia de un Inuzuka"
Todos contuvieron el aliento y justo cuando iban a recibir el golpe, justo cuando la fila que habían formado se tensó para resistir la sacudida, un numeroso grupo de ninjas saltaron por encima de sus cabezas y se enfrentaron a los bandidos por ellos.
Kiba reconoció entre el grupo a su madre. Y entre otros, a sus amigos de Konoha acompañados por sus familiares.
Detrás de ellos, se escuchó una voz femenina.
-No nos hemos olvidado de vosotros, aunque hayamos llegado un poco tarde- dijo Tsunade-sama.
Los Naras utilizaron sus sombras para inmovilizarlos mientras los Yamanakas penetraban en sus mentes. Los Akimichis impedían que se escaparan a la vez que los Inuzukas los atacaban desde detrás. Por otro lado, los Hyugas y los Aburames se compenetraban a la perfección para combatir a los más fuertes.
Los veinte Jintakas que quedaban, atacaron con las pocas fuerzas que les restaban y Kiba, olvidándose de su herida, corrió hasta los Inuzukas acompañado de los dos lobos. Los animales lo seguían allá donde fuera. Se acordaban de que una vez cuando estuvieron hambrientos, el chico les lanzó una liebre…y ahora lo protegerían hasta que sus patas no pudieran responder.
Los Jintakas miraron con sus corazones inundados por el dolor que el poblado había sido completamente consumido por el fuego. El clan estaba destruido, sus familiares y amigos habían muerto y ya no tenían hogar. Se miraron los unos a los otros desconcertados¿victoria para los Jintakas?
Altavis, bañado en sangre y arrastrando los pies con pesadez, miró a sus compañeros de pie por última vez y se desplomó en el suelo.
Hane, que estaba ayudando a los Akimichis, vio desde lejos cómo su padre caía y tras lanzar todos los kunais que le quedaban, corrió hasta él.
-¡Padre!
Se arrodilló a su lado y le cogió la mano con fuerza a la vez que amargas lágrimas caían de sus ojos al pecho de Altavis.
-¿Qué.. qué te pasa¿Te han herido?
El padre respiró trabajosamente y apretó con fuerza las manos de su hija entre las suyas.
-Hane… he sido envenenado.
Al escuchar aquello, Hane sintió que caía… caía en un abismo de angustia y desesperación en el que la impotencia reinaba en su fondo. Sabía que si en realidad era cierto que estaba envenenado, no podría sobrevivir. Era demasiado fuerte el veneno que había impregnado las garras de Uindo.
-Pa… ¡Papá¡Tsunade-sama!
Algunos se acercaron con dolor para ver cómo perecía el mejor líder que habían tenido los Jintakas en mucho tiempo.
-Mi pequeña,… Tsunade está ayudando a salvar lo que queda del clan…
Hane desvió su mirada a los escombros que había en el lugar en el que antes se levantaba su preciosa muralla de madera. "¿Eso es lo que queda del clan?. ¡Nada!".
Apretó los dientes con fuerza y abrazó a su padre desconsoladamente.
El grupo de ninjas bandidos más buscado por Konoha fue pronto reducido. Los miembros que quedaron con vida y se rindieron fueron informados de los años que les esperaban en prisión tras el juicio que se celebraría en Konoha en cuanto estuveran de regreso.
Kiba se encontró con Shikamaru, Naruto y Chouji y se saludaron.
-Hey, Kiba, Te dije que si las cosas se ponían feas volvieras¿te has olvidado?- empezó a decir Shikamaru contento de ver que su amigo se encontraba entre los supervivientes.
-Shikamaru nos contó que te habías ido, aunque ya lo sospechábamos todos. Pero al ver que tardabas no tuvimos más remedio que avisar a Tsuande y a los demás. –empezó a decir Naruto – te va a caer una buena cuando te vea la Hokage… ya sabes que los que cruzan la frontera sin avisar son considerados "missing ninjas"… pero, estamos todos muy contentos de que estés vivo.
Naruto dejó de hablar y abrazó a Kiba muy fuerte. Éste, sorprendido al principio por la reacción de Naruto, le devolvió el abrazo amistosamente.
-¡Auch! Mi herida, Naruto.
-Tsunade se encargará- dijo Hinata dándole un pañuelo para que se limpiara la herida- y seguro que te dará puntos en la mejilla, no te preocupes.
Vieron que el fuego lo había consumido todo y Kiba recordó la estrechas calles con casitas llenas de flores y pájaros, calles de las que se había enamorado con tan sólo unas horas de pasear por ellas… recogió a Akamaru y lo llevó en sus brazos al grupito de Jintakas que se habían reunido en un círculo observando algo.
Shikamaru, Naruto y Hinata fueron con ellos. Cuando llegaron, se encontraron con Hane abrazando a su padre, mientras los maltrechos cetreros los miraban impotentes. Kiba, no soportando verla llorar, hizo un intento de correr hacia ella para consolarla, pero Shikamaru lo agarró y negó con la cabeza.
-La guerra ha acabado ya, Hane. Alégrate. – dijo Altavis secándole las lágrimas a su hija. Empezó a toser y notó que el tiempo se le acababa.- Voy a reunirme con Uindo. Mi pequeña… escúchame, no estés triste. Tienes muchos motivos para vivir y aún te quedan muchas cosas bonitas que contemplar en este mundo.
Joukei se posó al lado de su amiga intentando servirle de consuelo. Altavis miró al halcón y sonrió.
-Aunque el clan esté destruido siempre serás una Jintaka. Y eso es algo que nadie te podrá arrebatar nunca.
Hane sintió que las manos de su padre se enfriaban, y se las llevó a la boca para darle calor. No quería que se fuera… aún no… también a él le quedaban cosas por ver…
-No me dejes sola…
Kiba escuchó esas palabras recordando la vez que tuvo que cuidar a la chica en su casa. Se había alegrado de que estuviera allí, porque esa noche de tormenta no se sentiría tan solo como lo había estado los últimos años. Se quedó un rato pensativo, pero el contacto del hocico del lobo gris en la palma de su mano lo devolvió a la realidad.
Altavis cogió aire por última vez y miró los preciosos ojos marrones de Hane.
-No vas a estar sola…- su tiempo se había acabado – Hane, sé que el viento irá… a tu… favor…
Y dicho esto, el líder del clan que cayó en el olvido, murió al lado de la persona a la que más amaba en el mundo.
Se hizo el silencio entre los que estaban allí presentes, interrumpido de vez en cuando por los sollozos de aquellos que lloraban la muerte de Altavis. Una suave brisa trajo volando una pluma de águila y pasó lentamente ante los nublados ojos de Hane.
Los ninjas de Konoha se miraron pensando todos lo mismo. Debían empezar a enterrar a los fallecidos de los Jintakas cuanto antes, pues el desagradable trabajo debía estar acabado antes de que terminase el día. De esta forma se evitarían enfermedades y demás problemas.
Apartaron a Hane del cuerpo de su padre y la llevaron a que fuera curada de sus heridas. Tsunade se ocupó de los demás supervivientes uno por uno utilizando todas las técnicas médicas que sabía y con la ayuda de su equipo médico. A Kiba le cosieron la herida de la mejilla y le dijeron que tal vez con la cicatriz se le quedara una marca más clara dentro del tatuaje. Tras horas de trabajo, las curaciones pertinentes fueron realizadas.
Tsunade empezó a hablar con los Jintakas, lamentaba mucho el haber centrado toda su atención en asuntos relacionados con Orochimaru cuando ellos necesitaban su ayuda. Les comentó el cese de las hostilidades con Konoha. Los Jintakas no tenían por qué vivir separados de la aldea, ellos los recibirían con los brazos abiertos. Algunos Jounins se acercaron y se ofrecieron voluntaros para levantar de nuevo el fuerte. Pero ellos lo rechazaron.
-Sólo somos doce cetreros... y de nosotros sólo cinco tenemos halcones- dijo uno de ellos.
-No podemos aspirar a volver a ser lo que fuimos… – comentó una mujer.
Tsunade afirmó inconscientemente con la cabeza. Entendía la situación y se lamentaba de no haber actuado antes.
-Las puertas de Konoha están abiertas para vosotros. Podéis vivir allí y seréis muy bien recibidos. Si es preciso, crearemos zonas de entrenamiento con halcones y será como si estuvieseis en vuestro propio clan.
Los Jintakas se miraron nostálgicos y negaron con sus cabezas. Uno de ellos habló por los demás.
-Tsunade-sama, nosotros no podemos vivir en Konoha – Kiba miró de reojo a Hane y siguió escuchando con atención- Necesitamos estar en el bosque… y que nuestras casas sean rústicas… el fuego que haya en nuestras chimeneas debe ser de madera que nosotros mismos hayamos talado… - el hombre se paró porque no sabía si se estaba dando bien a entender.
Pero Tsunade lo entendió a la perfección y asintió con una sonrisa comprensiva.
-Muy bien. Vivid como deseéis, pero sabed que si necesitáis algo, estamos sólo a unas millas al sur¿de acuerdo?
-… de acuerdo, contaremos con vosotros.
La noche se cerró en el bosque, acallando el eco de los gritos y lamentos que se había escuchado en el campo de batalla. Un silencio sepulcral se irguió allí donde antes había tenido lugar tanta vida… Pequeñas hogueras temblaban con nostalgia al lado de cada campamento. Cada clan se había instalado en un lugar para pasar la noche. Tras estar todo el día enterrando cuerpos, curando a los heridos y apagando pequeñas fogatas que se encendían entre los escombros, se refugiaron en sus tiendas de campaña exhaustos y apenados.
La sombra de una mujer de cabellos negros se adentró en el territorio de los Inuzukas. Kiba, sentado en el suelo con la mirada perdida en el fuego que le calentaba, divisó a Kurenai haciéndole un gesto. Se levantó pesadamente y se acercó hasta ella. Los lobos le siguieron.
-Tsunade quiere hablar contigo. - dijo muy seria.
-¿Conmigo?- preguntó extrañado temiéndose lo peor.
Entraron agachando la cabeza en una enorme tienda de campaña en la que aparte de Tsunade, se encontraba Kakashi, Asuma, Genma y muchos otros ninjas de elevado rango. Kakashi sonrió divertido y Asuma sacó un cigarrillo carraspeando. Kiba se situó nervioso y muy estirado delante de la mujer.
-Inuzuka Kiba- empezó a decir Tsunade entrelazando sus dedos – ambos sabemos lo mucho que has mejorado estos últimos años como ninja de Konoha. Estábamos realmente satisfechos con tus progresos pero el salir de Konoha sin previo aviso te convierte en "missing ninja"¿lo sabías?
Kiba asintió con la cabeza mientras notaba que Kurenai cuchicheaba con Asuma y ambos sonreían. Empezó a sentirse confundido y Tsunade-sama continuó.
-No obstante, tu determinación a la hora de decidir venir hasta el clan de los Jintakas por tu propio pie, demuestra una madurez y una valentía que desbordan del significado de lo que entendemos por chuunin – el corazón de Kiba se aceleró al oír eso. Se empezó a dar cuenta de por dónde iban los tiros.
Tsunade hizo una pausa para mirar a los lobos que se escondían detrás del chico y siguió su discurso.
–Como Hokage, he estudiado las virtudes y el trabajo de los Inuzukas y… bueno, Kiba, me parece que cuando un chico de dieciocho años se hace con dos lobos salvajes que lo siguen en una batalla… no nos podemos quedar impasibles¿no crees? Quedas ascendido pues, al rango de Jounin de Konoha.
Los ojos de Kiba se abrieron de para en par y en su rostro se dibujó una sonrisa de felicidad. Corrió a darse la mano con todos los que se encontraban allí y salió de la tienda de campaña dando saltos y gritando.
-¡Yahoo!. ¡Akamaru!.¡.¿Dónde estás?.!- los lobos comenzaron a saltar cómicamente a la par que él sin saber muy bien qué estaba pasando.
Sus amigos llegaron corriendo y comenzaron a preguntarle curiosos qué había ocurrido.
-¡Kiba¿Qué te ha dicho Tsunade¿Está enfadada contigo?- preguntó Naruto.
-No…- Kiba se llevó las manos a la nuca haciéndose el interesante. Se moría de ganas de contárselo a todos, pero quería hacerse rogar para ser el centro de atención.
-… ¿Entonces¡No nos dejes así!- Chouji le dio una patada a un árbol nervioso.
-¡Bah! Seguro que era una tontería: "te agradecemos que hayas luchado por bla, bla, bla…" -Ino empezó a hablar con la voz de Tsunade y Kiba no lo aguantó más.
-¡ME HAN ASCENDIDO A JOUNIN!
Todos lo miraron sorprendidos y empezaron a darle la enhorabuena. Era una gran noticia y sus amigos sabían lo importante que era para él.
-¡Ya te alcanzaré!- bromeó Naruto dándole un puñetazo cariñoso en la espalda.
-Psss, Temari es Jounin desde antes de los quince…- dijo Shikamaru con las manos metidas en los bolsillos.
-Si… igual que Neji –comentó Hinata divertida ante la cara que estaba poniendo Kiba.
-Ahh ¡pero vosotros sois Chuunin!- gritó Kiba lanzando un puñetazo al aire por la excitación.
-Enhorabuena Kiba – dijo Chouji con una amplia sonrisa – Um… Hane esta allí sola…
Todos miraron en la dirección en la que señalaba Chouji y vieron a la joven sentada en el suelo con los brazos rodeando sus piernas. Estaba mirando las estrellas en un lugar apartado del tumulto de gente que iba y venía entre las tiendas.
-Kiba¿ha pasado algo entre vosotros mientras estabas aquí?- preguntó Sakura.
Kiba sonrió amargamente asintiendo. Con un gesto se despidió de sus amigos y se dirigió hacia Hane pensando las palabras adecuadas para consolarla. Esperaba no meter la pata como siempre solía hacer. Se sentó a su lado viendo que ella jugueteaba con el colgante rojo de los "Jintakas" y disimuló que también estaba mirando las estrellas.
-¿Cómo estás?
-Triste… -respondió ella sin apartar su mirada del cielo.
Kiba le pasó una mano por los hombros para intentar reconfortarla. Le sorprendía que aún siguiera en pie tras todo lo que habían vivido en ese día. La chica lo miró agradecida y apoyó la cabeza en su hombro.
-Hane… ¿qué harás ahora?
-No me quiero quedar con el grupo de supervivientes. Supongo que partiré sola a las montañas con Joukei y estableceré mi hogar lejos de aquí. Agradezco que mi halcón siga vivo, no sé qué haría sin…
-…Pero así estarás sola – la interrumpió Kiba entrecerrando los ojos - ¿Por qué no te instalas en Konoha?
Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Hane. En tan poco tiempo lo había perdido todo. Los halcones, sus amigos, la muerte de su padre… necesitaba asimilar tantas cosas…
-No… no quiero ir a Konoha. Necesito la tranquilidad del bosque, Kiba.
El Inuzuka se revolvió el pelo con la mano y miró detenidamente a Hane con sus ojos afilados. No iba a perderla. No después de todo por lo que había pasado. La amaba más de lo que podía creer su cansado corazón. Tomó un impulso de valentía y se animó a hablar.
-¡Pero hay zonas en las afueras que están cerca del bosque! Estoy seguro que podrías ser feliz allí …con… conmigo.- Tal vez estaba hablando más de la cuenta pero al sentirse desesperanzado siguió - Verás, ahora soy Jounin y …
-¿Eres Jounin? – preguntó Hane sin apartar su mirada de las estrellas.
-S-si, me lo acaba de decir Tsunade… –Kiba se irguió orgulloso y continuó- En mi clan hay algunas casas que están casi en las afueras y por tanto, tienen la ventaja de estar cerca del bosque. Creo que Joukei sería feliz allí porque podría entrar y salir cuando quisiera… Además son casitas en las que se puede vivir bien, aparte de que son muy baratas…
-¡Pero Kiba, yo no tengo…
Kiba ignoró lo que ella iba a decir y siguió hablando con fluidez.
-… y como te he dicho me han ascendido a Jounin, así que voy a tener muchas misiones y recibiré un sueldo por ellas. No será mucho, pero para empezar…
-Un momento.- le interrumpió Hane observando el nerviosismo del chico con el rabillo del ojo- ¿Quieres que me valla a Konoha "contigo"?
Kiba hizo una pequeña pausa y asintió con la cabeza como si lo que acababa de decir no tuviera importancia. Ella lo miró confundida.
-Pero…
-¿Tú me quieres?
-¿Yo? – Hane se ruborizó un poco y se sintió turbada por la forma de mirar del Inuzuka.
-Claro.- dijo él colocándole bien un mechón de pelo - ¿Me quieres o no?
-Sí.
Kiba se levantó de un salto sonriendo y le tendió una mano.
-¡Pues vente conmigo!
Hane titubeó. Miró hacia atrás para volver a ver, bajo la luz de las estrellas, el lugar en el que una vez estuvo asentado su clan y recorrió con la vista los escombros, sintiendo que su mente estaba recopilando todos los recuerdos que podía de lo que había vivido y aprendido entre las murallas del fuerte. Se pudo ver a sí misma con cinco años correteando por las callecitas del poblado, con diez entrenando con su padre, con quince criando a Joukei cuando sólo era una cría… Con un suspiro, se centró en el campo en el que todo le había sido arrebatado y, finalmente, desvió su mirada hacia la mano de Kiba. Una mano llena de arañazos y heridas… con algunas vendas mal colocadas probablemente por él mismo… El rostro del chico lucía serio, confiado, como si lo único que tuviera claro en el mundo fueran sus sentimientos hacia ella y todo lo demás diera igual.
Tras un momento de indecisión, la joven cerró sus dedos en torno a la mano de Kiba con fuerza. El corazón de él latió, y pasarían muchas décadas antes de que dejara de hacerlo. Tiró de ella para ayudarla a levantarse y cuando estuvo frente a él, le sonrió sin soltarla. La estrechó contra su cuerpo notando su olor, que no se había podido quitar de la cabeza desde que estuvieron por la noche en el bosque... y le susurró al oído que no la soltaría jamás. Hane cerró los ojos y buscó sus labios... y en sus mentes, se dibujó la frase que Altavis había dicho antes de morir…
…finalmente, tenían el viento soplando a su favor…
… y es que, todavía les quedaban muchas cosas por contemplar en el mundo…
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------------FIN------------
(n.n) Dejé este fic abandonado en cuanto me vine a Sevilla a estudiar. Dejé de escribir porque estos meses he pasado una odisea... un mar de sentimientos y emociones que me hicieron pensar que el amor no existía. No podía escribir nada sobre esta pareja si no creía en ella, si no creía que dos personas se pudiesen querer desinteresada y apasionadamente... entregándose al máximo y teniendo como mayor reconpensa la felicidad del otro. Ahora, no tengo a nadie que me haga ver que existe... pero mi vida se va abriendo camino poco a poco¿y quien sabe que me deparará mi suerte? Quería acabar la historia, porque aunque muchas cosas en mí hayan cambiado me sigue gustando mucho escribir, Kiba y... aunque a veces no quiera creerlo, el amor. Espero no haber desilusionado a nadie con el final y que me perdonen todos los que me seguiais leyendo por haberos hecho esperar tanto. Puede que este último capítulo lo lean pocas personas porque este fic fue... como el clan de los Jintakas, algo que cayó en el olvido...
Muchas gracias por leerme, agradezco mucho los reviews asi que por favor, si os ha gustado o quereis decir algo sobre el, dejadme alguno que ya es el final... el final de 11 capitulos! (y un epilogo). Si os he hecho sentir algo mientras leiais me doy mas que satisfecha!. ¡.¡ VIVA INUZUKA KIBA!.!
Un mordisquillo cariñoso a todos! Guau! Arf! Cuiados mucho y amad!
