O.o Kaoru-chan o.O
-Disclaimer-
Rurouni Kenshin no me pertenece, este fic es por mero entretenimiento.
-Author's notes –
¡Que rapidez¿no? Wooh, me asusta mi propia rapidez. Así que aquí esta. Espero que lo disfruten y que me dejen muchos pero muchos reviews!
¡A leer!
'A la vuelta de mi casa nació el amor: Cupido toca la puerta'
By: Kaoru-chan
Capitulo 5: Memorias
- ¡Kaoru! – llamó una chica en la puerta de la casa de Kaoru. Asombrosamente, nadie contestó.
Sora Noburi y Tae Sekihabara, compañeras del colegio de Kaoru, pasaron a la casa a conocer el susodicho amigo y vecino de la misma.
Hacía más de una semana que Kaoru iba cancelando todas las salidas que tenía con las chicas para salir con su nuevo vecino, supuestamente a "ayudarlo con el trabajo". Pero ambas estaban enteradas que el famoso doctorcito no había tenido problemas para ajustarse a los cotidiana vida del pueblo, además tenía enfermera y asistente.
Lo que las chicas no podían creer era¿como Kaoru prefería pasar tiempo con un doctor que tenía la agenda llena y mucho mayor que ella, que, por ejemplo, haber ido con ellas a la fiesta donde estaba repleto de chicos lindos? A menos que estuviese recibiendo una remuneración a cambio lo entendían… pero conociendo a Kaoru, seguro que trabajaba gratis.
El día anterior a ese, las chicas le habían comentado que ese viernes a la noche había una fiesta para los egresados de la preparatoria Kyosako. La escuela vecina donde supuestamente las chicas confirmaban que habían chicos lindos. Pero Kaoru se había vuelto a negar, "Mi vecino…" exasperadas, arreglaron al día siguiente pasarla a buscar y conocer al susodicho vecino que mantenía a su amiga ocupada y aclararle unos cuantos puntos.
- ¡Kaoruu! – siguieron llamando las chicas, pero nadie contestaba.
Miraron sus relojes y sabían que todavía estaban a tiempo para ir al colegio, además Kaoru no era de las que se quedaban dormidas, siempre llegaba puntual a cualquier lugar. Suspiraron cansadas, y se dieron media vuelta para encaminarse al colegio, ya tendrían otra oportunidad. Lástima que sus pasos no las llevaron muy lejos, una escena en la casa de al lado las dejo estupefactas.
Una jovencita de la misma edad de ellas, vestida de la misma forma que ellas, y con rasgos que sin duda confirmaban que era su amiga Kaoru Kamiya, salía sonriente de la casa de su vecino. Con toda la tranquilidad del mundo, se balanceaba como si le hablara de algo que le daba vergüenza pedir o decir. Su melena atada en una coleta alta le llegaba hasta casi su cintura. Enfrente de ella había un pelirrojo también sonriente, y con una taza de café en la mano, con aspecto de recién levantado.
Las chicas no eran estúpidas, sabían sumar dos más dos, y se apresuraron a tomar ideas… que era casi seguro que eran erradas.
Ambas sabían, gracias a las telenovelas de la tarde, que los hombres mayores tenían cierta debilidad por mujeres jovencitas e ingenuas. Aprovechaban su falta de madurez para extirparle la inocencia 'El cuento de la cueva y del águila' pensaron las dos al mismo tiempo. Era obvio que Kaoru no pasaba allí la noche, pero, su amiga no haría esas cosas... ¿no? O sea… no era tan inocente… ¿no? Bueno, solo había una manera de saberlo.
- ¡KAORU! – gritaron las dos al mismo tiempo.
Los respectivos aludidos, se dieron media vuelta y miraron en dirección a las jóvenes con el mismo atuendo de Kaoru que se acercaban amenazantes.
- ¡Sora, Tae! – Exclamó sorprendida Kaoru, pero finalmente cambió su semblante a uno sonriente – "él es Kenshin Himura. Estábamos estudiando biología"- añadió cuando las chicas le enviaron miradas elocuentes al pelirrojo.
Kenshin sonrió cortésmente, y las chicas fruncieron el ceño, lo que aumentó el desconcierto del pelirrojo. Le inquietaba un poco la mirada escrutadora de las jóvenes. Le miraban de arriba a bajo y se sentía como si estuviera siendo interrogado, como en la esquina del puesto de diarios con las ancianas. Deben seguir la tradición pensó nuestro adorable pelirrojo.
Las chicas al ver la sonrisa del vecino de Kaoru, fruncieron el ceño, el tipo tenía cara de aprovechador, abusador y secuestrador de jovencitas, seguramente las lleva a Europa para prostituirlas. Una imagen de Kenshin en parís con bigotes, comiendo queso frente a la torre Eiffel, mientras Kaoru pedía limosnas se le vino a la mente a las jóvenes… y no le gustaba un pelo… se acercaron un poco más a Kaoru, formando una barrera delante de ella, mientras que Kaoru seguía sin inmutarse.
- Kenshin, ellas son mis compañeras de las que tanto te estuve hablando, Tae y Sora – señalando a cada una.
- un placer finalmente conocerlas, Tae-dono… Sora-dono. La señorita Kaoru me ha hablado muy bien de ustedes.
- entonces debe saber de todas las salidas que Kaoru canceló para ayudarle – soltó Sora frunciendo más el ceño.
- oro!
- Sora! No tienes que decirle eso, ya te explique – le reprochó Kaoru
- pero si es verdad, desde que apareció este tipo no te hemos visto. Sino fuera porque vamos al mismo colegio no te conocería.
- sabes que eso no es verdad!
- pero es así Kaoru – sentenció Tae. Ahora ambas amigas miraban a Kaoru – hace más de una semana que te estamos invitando a salir y tu nos cambia por esto… - añadió mirando despectivamente a Kenshin
- Kaoru, yo nunca me hubiese imaginado algo así de ti.
- ¿que te ofreció¿Dinero¿Fama?
- no debes dejarte usar así Kaoru, no importa si te prometen el mismo cielo. Así no se consigue una vida digna
- el dinero no compra el amor.
Y las chicas siguieron hablando de quien sabe que más. Kaoru les miraba con la boca abierta, y con un gran signo de interrogación en la cabeza, mientras que Kenshin sacaba las verdaderas intensiones de las jóvenes ¿acaso ellas creían que él iba a… ejem! abusar de la hospitalidad de la señorita Kaoru? Nunca se le había pasado por la cabeza, sin dudas las chicas tenían una imaginación envidiable…
- Disculpen interrumpir, pero creo que acá hay una equivocación – comenzó diciendo Kenshin. Las chicas volvieron a fijar su vista en el pelirrojo, aun desconfiadas en el tipo. – Me parece que están pensando otra cosa. La señorita Kaoru me ayuda temporalmente con la clínica y-
- pero tiene una enfermera
- si – afirmó sonriendo – pero la señorita Kaoru conoce a la gente y las personas parecen tenerle confianza, debido a su simpatía.
- inocencia, querrá decir – agregó Sora, furiosa. Ese hombre se estaba aprovechando de su amiga y eso no se lo iba a permitir – que le ayude a usted no significa que pueda… abusar de su confianza y mucho menos de su inocencia – Sora hacia su mejor esfuerzo para enfatizar esas palabras.
- oh, no, claro que no – se apuró a aclarar el pelirrojo, viendo hacia donde iban las palabras de la joven – mire señorita Sora, yo nunca forcé a la señorita Kaoru a hacer nada, si me entiende… estábamos solo estudiando biología.
Sora se le quedo mirando, escrutando sus ojos a ver si decía la verdad. Tae permanecía en silencio, pero pareció creer en las palabras de Kenshin, sin embargo Sora era todo un problema
- entonces si es así con dos semanas es suficiente ¿no? Kaoru tiene el colegio y una vida propia como para estar ayudándolo.
- por supuesto que si, yo nunca le obligue a nada.
- en ese caso me imaginó que no tendrá inconveniente de que Kaoru no le ayude hoy – se apresuró a decir Tae
- eh… un momento – comenzó diciendo Kaoru pero Sora le interrumpió
- no le molesta verdad? – preguntó apremiante, mirando a Kenshin y enviándole la mirada que decía claramente que no aceptaba un no como respuesta.
- claro que no, creo que la señorita Kaoru se merece un descanso después de todo. – la sonrisa de Kenshin se incrementó.
- pero… pero… hoy quede en ayudar a Kenshin en la clínica – llegó a decir Kaoru, pero Sora le resto importancia.
- en ese caso, Kaoru no irá hoy a ayudarle, saldrá con nosotras a bailar
- ¿a bailar? – preguntaron tanto Kenshin como Kaoru
- Claro¿acaso nunca fue a bailar? Es normal en una adolescente – enfatizó Sora
- claro – dijo Kenshin sonriendo, pero no muy de acuerdo y al ver la cara de Kaoru se dio cuenta de que a ella tampoco le gustaba la idea.
- Entonces esta dicho, - sentenció Sora sonriente, - ¿todos felices?
- Bueno…la verdad es que... – comenzó diciendo Kaoru pero la mirada de Sora le heló cada recodo de su ser – no, esta bien, esta bien – Kaoru sonrió nerviosa moviendo las manos en forma de una negación.
- perfecto, ahora vamos que se nos hará tarde.
- nos vemos Kenshin! – saludó Kaoru dándose media vuelta y comenzaron a caminar con sus amigas.
Tae hizo un movimiento con la mano que Kenshin devolvió, pero Sora solo se le quedó mirando, todavía no le gustaba mucho aquel tipo.
Kenshin vio como las chicas comenzaban a alejarse, también se percató de la forma que le miraba Sora, sin duda alguna, no le había caído bien. Suspiró cansado, al fin y al cabo, no sabía si el mudarse le había aliviado o empeorado los problemas... prefería enfrentarse a una docena de famosos que necesitaban botox que a dos adolescentes impredecibles.
Bueno, mejor que comenzara a cambiarse hoy sería un largo día sin la ayuda de Kaoru.
-d-b-
Megumi se levantó como todos los días, temprano. Se preparó el baño y pasó largo tiempo peinándose y eligiendo la ropa, cuando finalmente estuvo lista, su ama de llaves ya le había servido su desayuno.
- Muchas Gracias Kaede – agradeció – Megumi sentándose y tomando un pequeño sorbo de café.
- ¿la señorita desea algo más?
- No, gracias Kaede¿puedes seguir sentarte y tomar algo conmigo?
- Me encantaría.
Kaede era una mujer de edad considerable, había sido la ama de llaves de la familia desde que ella tenía memoria. Siempre se había comportado como si fuera su madre sustituta y eso le gustaba. Con la ausencia de sus padres, muchas veces llegaba a pasar más de un año sin saber de ellos, solo tarjetas de navidad, año nuevo y cumpleaños. Se le era imposible comunicarse con ellos, ya que estaban todo el tiempo en movimiento sin ningún lugar fijo, siempre confiándose de los rumores. El orgullo de tener unos padres así había cambiado radicalmente. Las cenas familiares eran solo un sueño para ella, sentada sola en una larga mesa donde había dos espacios vacíos y Kaede atrás de ella. Sus padres siempre estaban ocupados o salían de urgencias y casi nunca estaban en la casa, tampoco cuando Megumi hizo su primera obra de teatro, y muchos menos cuando se recibió en la preparatoria.
Todos pensaban que ella había salido primera en la clase gracias a sus padres... si tan solo supieran que durante todo su estudio, apenas vio a sus padres... ¿ayuda de ellos? La idea hasta le causaba gracia. A veces se preguntaba si las cosas cambiarían cuando ella se recibiera de doctora... ¿irían a verla?
Toda su vida se la gano, toda su vida se manejo sola y no iba a dejar que la sombra de sus padres le ayudara en nada. Ella lo haría sola, como sabía.
- ¿Cómo te fue ayer en el nuevo trabajo?
- tsk... – Megumi frunció el ceño mientras pensaba en lo que había ocurrido la tarde anterior.
O o Flashback o O
-KONNICHI WA! – entraba Kaoru sonriente, todos los pacientes le saludaban con alegría y le hablaban con cariño. Megumi se veía molesta. Las visitas de Kaoru se hacían cada vez más seguidas y eso no le gustaba para nada. Cuando llegaba Kenshin estaba tan ocupado con la lista de pacientes que apenas lograba acercarse lo suficiente para engatusarlo, pero siempre aparecía un anciano y les interrumpía. Kenshin prestaba toda su atención en el paciente y ella quedaba olvidada. A la tarde estaban llenos, y finalmente a la noche estaba Kaoru y Kenshin parece no percatarse de ella en ningún momento, salvo por el "Nos vemos mañana señorita Megumi" hasta los pacientes parecían estar en su contra.
Para sumarle, el hermano de Kaoru, era un completo gilipollas. Sumamente exasperante y maleducado. Todas las noches era lo mismo tenían una disputa que sino fuera por Kaoru o Kenshin, terminarían peleando en el medio de la calle.
Pero la mañana anterior fue diferente, Kaoru había entrado como acostumbrado, la habían recibido como acostumbrado, había preparado café como acostumbraba y encima Kenshin había salido del consultorio a recibir a Kaoru con la sonrisa que acostumbraba. Se sentía hastiada con tanta muestra de... lo que sea en ese momento. Pero las cosas cambiarían
- Buenas tardes señorita Kaoru¿Cómo le fue en la prueba de historia?
- oh, muy bien Kenshin. Las preguntas me parecieron muy fáciles así que espero sacarme una buena nota.
- me alegro, señorita Kaoru – sonrió Kenshin - ¿no tenía practica de kendo hoy?
- si, si. Pero eso no es hasta dentro de media hora, pase a visitar y a ver como andaba todo.
- pues, la señora Miko se encuentra mucho mejor. Es una suerte que lograras convencerla venir. Sino, hubiese sido difícil ayudarla.
- Me alegra escuchar eso. – sonrió Kaoru, para después pasar a una expresión de timidez - neh... Kenshin...?
- mmm? – preguntó Kenshin mirándola.
- Acaso te molestaría si...
- dígame señorita Kaoru
- Es que tengo una nueva optativa en el colegio, Biología molecular... y se me da realmente muy mal la biología – Megumi levantó la ceja, sabía cuales eran las intenciones de la joven, y ya no le gustaba nada – Entonces pensé que tal vez puedas ayudarme.
El consultorio se sumo en silencio, los pacientes miraban apremiante a Kenshin, Megumi en cambio frunció el ceño, así no podría avanzar nada con Kenshin. Pero estaba segura que Kenshin no aceptaría, estaban repletos de trabajo y no tenía tiempo.
- Me encantaría ayudarla señorita Kaoru –
Todos en el consultorio volvieron a respirar, entre aliviados y satisfechos. Suspiraron esperando buenas noticias. Un golpe seco rompió el clima. Megumi había azotado las carpetas que tenía en la mano y varios papeles cayeron al piso. Kenshin se apresuró a ayudarla a levantarlas junto con Kaoru.
- Lo siento mucho doctor, es solo que hay tanto trabajo... – comenzó diciendo Megumi simulando un gran drama. Los pacientes, especialmente los mayores, fruncieron el ceño al leer las intenciones de la mujer, pero Megumi no se inmutó para nada. Sabía que la chiquilla diría.
- Kenshin, si tienes mucho trabajo no hace falta – dijo Kaoru juntando los papeles y mirando a Kenshin. 'Tan predecible' pensó Megumi haciendo una mueca de satisfacción.
Esta vez los pacientes volvieron a suspirar cansados... dos pasos adelante, tres pasos atrás... Esperaban que Kenshin no sea como Kaoru.
- Oh, no se preocupe señorita Kaoru, la ayudaré. Es lo menos que puedo hacer. – la expresión de todos cambio radicalmente... al menos Kenshin no era como Kaoru.
- Pero... pero... – Kaoru seguía pensando en todo el tiempo que Kenshin podría llegar a perder con ayudarla, aunque... aunque...
Megumi tiró más carpetas y Kaoru se fijo en la cantidad de pacientes que tenía Kenshin.
- Lo siento – se disculpó Megumi pero una sonrisa maliciosa se formó en su cara.
- No hace falta que me ayudes Kenshin, tienes tanto trabajo. Mejor así, además seguro que con un libro me arregló – Kaoru terminó de juntar todos los papeles y se los extendió a Megumi que tenía una sonrisa falsa en la cara. Los pacientes volvieron a suspirar... al parecer aquello iba a ser más difícil de lo que creían.
- Pero me gustaría ayudarla – le respondió Kenshin, tomándole de la muñeca mientras miraba a Kaoru. Bueno, al menos no sería TAN difícil. Ninguno de los dos parecía percatarse de donde estaban, y de que aquel no era el lugar adecuado para donde llevaría la conversación. Sin embargo, los pacientes se sumieron en silencio, esperando que de alguna vez ocurriera lo que tenía que ocurrir.
- ejem... – Megumi carraspeó, matando el clima. Era increíble como aquella mujer no se acobardaba de las miradas asesinas que le dedicaba el pueblo. Mujer valiente o mujer estúpida... solamente nosotros lo sabemos - siento mucho interrumpir – 'Como si de verdad lo sintieras' pensaron los ancianos – pero tenemos gente esperando ser atendida.
- oh, es verdad- Kenshin sonrió como si se disculpara, soltó la muñeca de Kaoru y se volvió a la lista – Sadojima, Hibure – llamó. Un hombre de unos treinta años, casi pelado y gordo se acerco al doctor. Comenzaron a caminar hasta la oficina del doctor, cuando Kenshin se dio media vuelta y le habló a Kaoru.
- Arreglaremos el horario en casa – Megumi abrió los ojos de sorpresa '¿en casa¿Acaso se había perdido de algo? Kenshin cerraba la puerta con una sonrisa en la cara. Se volvió para mirar a Kaoru y ésta estaba sonriente, hablando con algunos pacientes y riendo normalmente... no. 'Sus caderas están bien' pensó Megumi.
'¡Que significaba todo aquello?' pensó la futura doctora
O o Flashback o O
- Como siempre – contestó Megumi la pregunta de Kaede.
- Ya veo – Kaede conocía lo suficientemente bien a Megumi para saber cuando estaba enojada, molesta, feliz o indignada. Y en ese momento, estaba molesta.
- Sera mejor que salga, sino llegaré tarde.
- Oh, antes de que se vaya señorita Megumi, le llegó una carta desde Europa – tanteó la anciana – Esta en la entrada
- Muchas gracias Kaede – dijo más seria de lo normal Megumi
- Que tenga un buen día señorita Megumi.
Megumi salió de su casa y se subió al auto, dejó la carta en el asiento de copiloto y se puso a andar olvidándose de la misma. Un viaje de cuarenta y cinco minutos por la carretera. Demasiado largo para su gusto, pero lo importante era que ese trabajo le iba a ayudar mucho en su carrera.
Estaba cursando el último año de medicina, y como tal su conocimiento la ayudaba a conseguir cualquier trabajo, pero rechazaba a cada uno de ellos donde le contrataban por su apellido.
Cuando fue contratada por el cirujano más joven y reconocido mundialmente, se sintió agradecida. Finalmente alguien la había contratado por sus estudios, por su experiencia y no por su estúpido apellido. Por eso mismo, no dejaría escapar a una presa tan deliciosa como Kenshin Himura.
-d-b-
-Pip-pip... usted tiene tres mensajes nuevos.
- ¡onisan! No me esperes esta noche, con las chicas nos vamos a ir a bailar... ¿A dónde era? ("¡A Kabuki Nagai Kaoru!" se escuchó la voz de Sora fondo sumamente enojada) ahh, bueno... a un tal Kabuki no se cuanto. Bueno, me tengo que ir. Jane!
Fin del mensaje... Pip-pip...
- Soy yo otra vez, la comida esta preparada, solo tienes que calentarla, y trata de no romper el microondas otra vez Sano.
Fin del mensaje... pip-pip
- Me olvidaba, tienes que pasar por el correo, fijate si llegaron las cartas de la uni¿siii? Arigatou onisaan
Fin del mensaje.
Sanosuke suspiró cansado, se rascó la cabeza y salió de la casa con su paso de vago. A pesar de ser hermano de Kaoru Kamiya , la chica más alegre en todo ese santo pueblo, el carácter de Sanosuke era muy diferente. Su aspecto de vago, sus pocas ganas de hablar, y su mirada fría y desinteresada a veces hacia dudar a los vecinos más jóvenes si de verdad eran hermanos. Pero después de todo¿Quién le culparía su estado?
Nadie en todo el pueblo era tan querido como los Kamiya, sus padres eran la viva imagen de buda, siempre bondadosos, sonrientes, y muy pero muy felices, dispuestos a ayudar a quien lo necesite. Eran una familia feliz, con sus hijos. Esa fue la última vez que vieron sonreír de esa manera a sus hijos. Después de tantas perdidas¿Cómo podrían volver a sonreír?
Sanosuke no lo hizo. Se encerró en si mismo, después de las dos trágicas muertes que tuvo sus seres queridos. Aquellas personas si que le marcaron.
Después de la muerte de sus padres, a Sanosuke lo habían visto sonreír una vez más. Solo una vez. Durante aquellos días de soledad y tristeza donde todo el pueblo estaba de luto, los hermanos Kamiya estaban bien acompañados. Pero las separaciones eran inevitables para ellos, como si una maldición hubiese caído sobre ellos prohibiéndoles la felicidad.
Y como lo había logrado.
Sanosuke reaccionó de esa forma, encerrándose en su mundo, desconfiando de todo y volcando toda su preocupación en su hermana menor. La pequeña e inocente Kaoru, que era la viva imagen de su madre. No iba a permitir que se llevara a ella también... ni siquiera ese doctorcito. Sanosuke frunció el ceño.
Desde que aquel doctor se había mudado a la ciudad, Kaoru había desaparecido de la casa. Mantenía sus obligaciones, pero su presencia no estaba en la casa. Peor fue cuando se entero que el doctor era su vecino. Kami! Directamente no veía a Kaoru sino la fuera a buscar.
Odiaba a los doctores, los aborrecía con todo el alma, no había una carrera tan inservible como esa. Se creían los dueños del mundo capaces de declarar quien vive y quien muere...
No tenía buenas opiniones de la medicina, como podrán ver. Todos los doctores que habían pasado por su vida no hacían más que traerle malas noticias. Solo por aquellos desgraciados incidentes, Sanosuke había perdido toda esperanza en ellos. Se podría decir que no lo había superado
Kaoru sí que lo había superado. Sonriendo, ayudando y hasta consolando a todo el mundo. Sus notas eran excelentes y sus desempeños también. Parecía no haber nada en lo que ella no fuera perfecta... bueno, tal vez su cocina...
Sin embargo, no dejaba que nada le deprima, no dejaba de sonreír y de ayudar desinteresadamente a quien sea. Una gran virtud y una gran decisión pensaban todos. Hacerle frente a la muerte y al adiós era algo muy difícil... sin duda Kaoru era un joven muy especial.
Y eso reafirmaba el pensamiento que tenían todos de los Kamiya, fieles, serviciales, bondadosos y alegres. Ese era su recuerdo y sin lugar a dudas Kaoru se encargaba de que todo siguiera igual.
- ¡Ten cuidado por donde caminas, animal! – el gritó de una mujer le distrajo sus pensamientos.
Caminaba de memoria, ya se conocía todos los recodos de aquel pueblo como para prestar atención en caminar. Y la mayoría lo sabía por eso se hacían a un lado al verlo caminar, últimamente Sanosuke se volvía muy impredecible.
Y en unas de esas caminatas se había chocado con la única persona que no lo conocía. Con la única persona que era capaz de contestarle y de amargarle el día con su mera presencia.
Se giró sobre sus talones, y fijo su mirada directamente a la mujer a la que había chocado, tal vez para disculparse o para discutir. Lo más probable - Zorra – murmuró con sorpresa Sanosuke.
- ¡A quien demonios le estas llamando zorra, estúpido? – Todos a veinte metros a la redonda se giraron. Megumi lo notó y se sonrojo.
- Idiota – le dijo Sanosuke sin inmutarse que más de cincuenta ojos les estuvieran mirando.
Megumi le miró pero hizo caso omiso a cualquier intento de asesinato. Era muy bonito como para ir a la cárcel. En cambio pasó sus manos sobre su cabello y miró despectivamente al muchacho.
-¿Otra vez con esas piltrafas? – preguntó mirándolo detenidamente. Sus ropas eran las mismas de la vez anterior, pero al menos esa vez parecían más limpias.
- Mejor que el atuendo de zorra es – comentó ácidamente el joven.
Megumi arrugó el ceño – estúpido – dijo enojada y pasó delante de él sin decirle nada más, aumentando el paso intentando maximizar la distancia entre ellos. Al poco tiempo lo había logrado, le llevaba casi una cuadra y media de ventaja.
Sanosuke suspiró y caminó tras de ella. Caminaba contorneando las caderas, posiblemente apropósito teniendo en cuenta de que era un mujer de la ciudad. Tendría que darse cuenta que en ese pueblo era completamente absurdo y podría atraer muchos problemas.
- eeyyy gatita¿Quieres venir a jugar con nosotros? – dijo un hombre de un grupo de vagos cuando Megumi pasaba por allí.
El pueblo de Tosa, no era todo rosa. Como todo lugar, tenía su lado oscuro, pero eso no era hasta muy alejados de los límites del centro, donde ellos se encontraban. Por eso no dejaba que su hermana fuera a buscar las cartas.
Megumi avanzó sin siquiera dirigirle una mirada a los vagos sentados en el suelo. Caminó con la cabeza en alto.
- Ven aquí preciosura – gritó otro altaneramente mientras se reincorporaba, Megumi no le hizo caso – uy! Es mudita – el grupo de hombres, de no más de tres, soltaron risas estridentes. Ya comenzaban a levantarse los dos restantes. Fue cuando una mano le agarró el brazo cuando sintió una correteada de miedo en su cuerpo.
- Ella esta conmigo – Megumi miró a su alrededor y vio al castaño mirar a los otros hombres fríamente. Sin decir nada más Sanosuke llevó casi a rastras a Megumi hasta doblar la esquina. Apenas perdieron de vista a los hombres, la soltó.
Como si nada hubiese ocurrido, Sanosuke comenzó a caminar sin mirar atrás hacia Megumi. Mientras tanto, Megumi estaba... ¿atónita¿Sorprendida¿Agradecida¿Feliz? Eso sentiría cualquier mujer normal. ¡Hasta yo lo sentiría! Pero acá estamos hablando de Megumi Takani, nuestra querida futura doctora que no le gusta ni una pizca ser ayudada. Ella era una mujer de la ciudad, algo parecida a la mujer de negocios. No necesitaba de un desparramo de persona la ayudará y mucho menos aquel castaño.
- ¡No necesitaba tu ayuda! – gritó Megumi a la espalda de Sanosuke. Pero éste no se inmuto, siguió caminando como si estuviera sordo. - ¡Me las puedo arreglar muy bien sola, no necesito la ayuda de un vago como tú! – siguió gritando, tal vez un poco desesperada en llamar la atención del castaño, pero no lo logró. - ¡Te estoy hablando a ti, idiota! – gritó desesperada.
Sanosuke se detuvo. Se giró sobre sus talones y volvió en sus pasos hasta quedar frente a Megumi. Cara a cara.
Se miraron a los ojos por un momento. Castaño versus negros. Pero ni Megumi y ni Sanosuke bajaron la vista.
- Zorra tonta –
Los ojos de Megumi brillaron con furia. Sanosuke rápidamente le había dado la espalda y se había alejado
- ¡ESTÚPIDO! – gritó Megumi.
-d-b-
El día había terminado demasiado tranquilo. Nada anormal había ocurrido. Los pacientes fueron atendidos, y así como llegaron se fueron. Solo quedaban dos personas en el consultorio esa noche. Megumi Takani y Kenshin Himura. Y el humor de la pelinegra había cambiado cuando se percato de aquello.
- Himura-san¿Quiere un poco de té?
- Se lo agradecería, Megumi-san – respondió calidamente Kenshin mientras se dejaba desplomar en el sillón de la sala de espera.
Como bien había dicho, el día había sido demasiado tranquilo, nada agotador, pero sentía su cuerpo pesado. Tal vez se debiera porque el día había transcurrido insoportablemente lento. Las agujas del reloj parecían llevarle la contra, porque cuando más quería que avanzara, más lento iba. ¡Típico! Pero tampoco entendía muy bien el porque ese apuró en irse. No le molestaba su trabajo, pero aquel día no se sentía con ánimo.
Varios pacientes le habían preguntado sobre Kaoru. Él se había limitado a aclararles que la señorita Kaoru no iba a poder asistir esa tarde porque tenía otro compromiso. Los pacientes más pequeños bajaron la cabeza al escuchar la noticia. La expresión de tristeza era enternecedora. Megumi había logrado ganarse varias miradas de desaprobación cuando había hecho otro de sus comentarios ácidos, "Tal vez este en una cita" Nadie sabía que, pero la enfermera ese día tenía un humor de los mil demonios.
- Aquí tiene Himura-san – dijo suavemente Megumi con una sonrisa.
- Arigatou Megumi-san – agradeció Kenshin mientras tomaba la taza de té ofrecida. Tomo un sorbo y miró a la nada.
- ¿Se encuentra bien, doctor? – preguntó Megumi con el semblante preocupado.
- No me pasa nada – dijo como si se estuviera excusando – creo que es cansancio.
Megumi sonrió para sus adentros – Entonces déjeme ofrecerle un masaje. Soy muy buena.
Se colocó detrás de Kenshin y sus manos comenzaron a masajearle los hombros, antes de que Kenshin pudiera negarse. Los movimientos de Megumi lograron relajar a Kenshin, quien cerró sus ojos.
Sin darse cuenta su mente comenzó a pensar en lo que había sido su vida. Su vida en Tokyo y su nueva vida a Tosa. En Tokyo, su vida fue más estructurada. Tenía que atender a famosos durante todo el día, y llegaba agotado a su casa que lo único que podía hacer era echarse a dormir hasta el día siguiente. Sintió un sabor amargo en su boca al pensar en eso. Unos ojos negros aparecieron en su mente. Esos últimos días se había olvidado la razón por la cual se había mudado. Esos últimos días había estado tan perdido en lo suyo, que poco tiempo había tenido para pensar. Pero se había sentido tan bien. Aunque no sabía porque en ese momento se sentía tan vacío.
De pronto sintió como las manos de Megumi comenzaron a bajar por sobre sus hombros, dejando cualquier rastro de masaje en el olvido y comenzando caricias. Sintió sobre su cuello la respiración de Megumi y su perfume caro. Unos ojos negros volvieron a aparecer en su mente al mismo tiempo que abría sus ojos.
- Es suficiente, Megumi-san. Muchas gracias – Kenshin se reincorporó de su asiento y avanzó hacia su oficina. Tomó sus cosas y salió segundos más tarde. Megumi estaba parada delante de él.
- Himura-san... doctor... yo –
- No hace falta decir nada Megumi-san – dijo Kenshin calmándola. – Pero ya es tarde y será mejor que nos vayamos.
- Si – Megumi tomó sus cosas y salió delante de Kenshin. Éste apagó las luces y miró el consultorio vacío una vez más. Cerró los ojos y su mano agarró, fuertemente, el picaporte, cerrando la puerta tras de sí, sumiendo la habitación en una profunda oscuridad.
-d-b-
Notas de la autora: Dios, como estoy actualizando! No se si es inspiración o que haya tenido avanzado estos capítulos ¿Podré para mañana actualizar I hate you love? No se, pero mantengan cruzando los dedos, porque me esta saliendo escribir.
Iba a escribir un poco más, pero la verdad es que la siguiente escena iba a ser súper larga, así que va a quedar como próximo capitulo.
Me asombran mis actualizaciones, aunque no sé si este capitulo avanza, pero las cosas tienen que ir así. No quiero hacer muy largo este capitulo. Espero que sea de 12 o 15 capítulos.
De un día para otro no tengo nada que contar, salvo que me queda un poquito más de una semana de vacaciones y quiero disfrutarla. Salgo casi todos los días con mis amigas y la pasó bien, a pesar de todo...
¿Y saben que? No llevó puesto el pijama todo el día :P
La próxima semana subo el segundo capitulo de Broken Pieces, o tal vez un poco antes. Depende de los reviews.
Ahora, me despido porque tengo mucho sueño y tengo que encontrarme con mis amigas en un par de horas.
Bai Bai
Please review so you'll update soon and makes me happy :)
Por favor review de esa manera actualizaré más rápido y me hace feliz :)
O.o Kaoru-chan o.O
