Debía ser honesta con ella misma, algo no estaba bien, por lo menos no en ella. Suspiró suavemente y clavó la vista en quien yacía a su lado.
Inuyasha lucía hermoso sin tan siquiera proponérselo, era irónico que pudiera lucir tan perfecto sin siquiera mover un solo músculo. Recorrió sus facciones a detalle, su piel tostada, sus grandes y pobladas pestañas, sus pómulos fuertes y sus cejas tan espesas le daban un aspecto a su parecer de príncipe rebelde. Quizás fuera una idea estúpida, pero lo imaginó como si fuera la versión masculina de la Bella Durmiente ¿Él también necesitaría que lo rescaten?
Casi inmediatamente negó, imaginar que él necesitara un rescate seria tonto, alguien tan perfecto como él no necesitaría un rescate y a fin de cuentas aún tenía a la mujer del portarretrato por si algún día lo llegase a necesitar.
Se sintió estúpida, quizás porque Inuyasha no le era indiferente pero eso le sucedería a cualquier mujer ¿verdad? era muy poco probable que Inuyasha no obtuviera atención femenina ¿cierto? El suspiro se hizo aún más profundo, el movimiento pausado del pecho de Inuyasha al respirar acompasaba el suyo.
Se preguntó por una fracción de segundo ¿que se sentiría ser amada por alguien como él, que se sentiría no ser golpeada, no ser insultada, no ser tomada en contra de su voluntad, que se sentiría esa clase de amor que se narran en los cuentos? No pudo evitar sentir el vacio nuevamente en su pecho, ella no había pedido lo que sucedió, se había esforzado tanto en mantener su esencia aún después de verse abandonada por las únicas personas que se suponía debían amarla, de verdad… de verdad se había esforzado, y cuando creyó que al fin sería amada, Bankotsu le demostró que no. ¿Acaso no merecía serlo? ¿Tan repugnante era para que ni siquiera sus padres intentaran amarla? ¿Ella no merecía ni siquiera el intento?
Concentró su vista en Inuyasha y sonrió, definitivamente él no tenía respuestas a sus preguntas estúpidas, estaba casi segura que él nació en un hogar lleno de amor, si no ¿cómo era posible que fuera el ser humano que era? Inuyasha era cálido, dulce y compasivo.
Este ultimo pensamiento la mareó y se sintió aún más poca cosa que hace instantes … Inuyasha era compasivo, y lo que había hecho anoche era parte de su compasión ¡Dios! Como pudo ser tan ingenua creyendo que el sentiría algo romántico o pasional por ella, estaba segura que lo último que el quería era sexo, por lo menos con ella.
Llegar a esa conclusión le dolió, Bankotsu tenía razón, después de ser de él nadie más osaría quererla o tan siquiera desearla, que estúpida había sido. Miró nuevamente a Inuyasha que lucía tan ajeno a su conflicto interno y se sintió feliz por él, ella no lo merecía ni como amigo, ya suficiente daño le había causado a su única amiga en el mundo como para arrastrar a alguien más a su pequeño y acogedor infierno.
- Buenos días Kagome - saludó sin abrir sus dorados ojos
Su voz ronca la sobresaltó y dirigió su mirada llena de pánico hacia él, ¿la había descubierto espiándolo?
- ¿Dormiste bien?
Kagome asintió y los ojos dorados más cálidos que hubiera visto jamás la miraban como si fuera lo más lindo que hubieran visto.
- Bu… buenos días Sr. Taisho – contestó atropelladamente
Inuyasha arqueó la ceja mientras sus intensos ojos dorados la penetraban
- Inuyasha… solo Inuyasha Kagome – ordenó
Kagome sintió el rostro arder con tan solo esas palabras y automáticamente se sintió pequeña
- Creo que nos debemos un desayuno, ya que esa dichosa pizza jamás llegó
Kagome saltó como un resorte de su lugar y se paró frente a él
- ¿Qué desea que le ordene Sr. Tai… Inuyasha?
Inuyasha curvo sus labios intentando no sonreír, pero no tuvo éxito y la deleito con una de esas sonrisas tan propias de él, esas que iluminan el lugar y te tocan el corazón
- Creo que has malentendido lo que acabo de decir Kagome – se levantó y se puso frente a ella – Iremos a tomar desayuno… ambos
El rostro de Kagome ardió aún más
- Yo… yo no creo que eso sea correcto
Inuyasha la miró fijo unos segundos ¿Qué no era correcto? ¿desayunar?
- Es… estamos en horario laboral y yo…- intentó explicar
- Kagome, no desaires mi invitación, es lo menos que puedo hacer por lo de la pizza – vio que iba a protestar así que continúo - además muero por un bocadillo, no me dejes comer solo
Inuyasha la estaba mirando tan inocentemente que asintió, debía recordar que solo era compasión, que lo hacía por pura lástima y aunque debió sentirse insultada, le agradó que alguien la tomara en cuenta.
- Pues ¡perfecto! Pero como ya comenzaron a llegar los demás empleados a la empresa haremos esto sin llamar la atención, no quiero que se repita lo de hace un rato
- ¿Hace un rato?
Inuyasha sonrió
- Cuando aún dormías, la señora encargada de la limpieza nos encontró y no creyó nuestra inocente historia, ya puedes imaginar que se fue pensando
Kagome lo miró unos segundos
- Es por eso que haremos esto como si fuéramos espías
- ¿Espías?
- Si, algo así como misión imposible, yo seré Tom Cruise y tú mi bella acompañante y astuta espía- la miró emocionado - ¿Qué dices?
Kagome no pudo evitar sonreír, Inuyasha parecía un niño atrapado dentro de un hombre alto y fornido
- Está bien
- Ese no es el ánimo Kagome – resondró – ¡Seremos espías! dilo con más ánimo
- ¡Seremos espías! – gritó riendo
Inuyasha soltó una carcajada y procedió a cubrirla con su abrigo, Kagome no vio nada más, todo su rostro hasta sus rodillas se encontraba cubierto y aunque creía que era cosa de niños algo dentro de ella la hizo sentir bien.
- Ven dame la mano, que no puedes ver nada – rio - ¿Lista?
Kagome apretó su mano en señal afirmativa y todo siguió muy rápido , Inuyasha la condujo fuera de la oficina, tras él, ella estaba segura que no podrían verla ya que Inuyasha la cubría por completo con su cuerpo, dio los pasos junto con él, escuchó el saludo de Rin y la respuesta de Inuyasha hasta que la voz de Kaede la congeló
- ¿Qué llevas tras de ti?
Inuyasha chasqueó la lengua
- ¿Tras de mí? – se hizo el tonto- Pues nada, creo que ya estas viendo cosas por la edad Kaede
La mujer se puso roja de furia
- Claro que no, Rin a que Inuyasha tiene a alguien tras él ¿verdad?
Rin sonrió divertida
- Pues yo solo lo veo a él – contestó encogiéndose de hombros
- Ya lo ves vieja, debes ir a ver al oculista
Kaede fulminó a Inuyasha con la mirada
- Rin ¿serías tan amable de abrir la puerta del ascensor y mantener el botón presionado hasta que llegue a el? – pidió Inuyasha
Rin asintió mientras intentaba no reír
- Venga, que no quieres que veamos a quien llevas tras de ti
- ¡Que no vieja, que voy solo! , mira- levantó las manos- ya ves, debes jubilarte
Kaede estaba aún más furiosa
- Señor Inuyasha, el Sr. Seshomaru pidió verlo- informó Rin
- Pues dile que hoy no puedo, me he quedado hasta estas horas trabajando de corrido, ya supondrás que estoy agotadísimo – le sacó la lengua a Kaede – Una cosa más Rin, ¿puedes girar el rostro?
Rin asintió divertida mientras por el rabillo del ojo veía a Inuyasha y su "nada" caminando de retroceso hasta el ascensor. Una vez dentro Rin se giró a verlo
- Rin, llama a Kagome y dile que hoy tendrá el día libre – Inuyasha sonrió – ¡Y una cosa más! solo Inuyasha, ya lo sabes – gritó justo antes de que la puerta se cerrará.
Inuyasha se volteó a ver a Kagome y al sacarle el abrigo ambos estallaron de risa, eso había sido tan tonto, pero había funcionado, no pudieron seguir riéndose a todo pulmón porque el celular de Kagome los separó
- ¿Rin? – contestó fingiendo inocencia
- Kagome, hola - saludó- el Sr. Taisho pidió que te avisara que tenías el día libre, disfrútalo
- ¡Oh! Gracias por avisar Rin, eres muy amable
Inuyasha rio aún más fuerte mientras Kagome cortaba la llamada y se perdía en su sonrisa, ambos se miraron cuando las puertas del ascensor se abrieron en la cochera. Inuyasha tomó su mano y corrió con todas sus fuerzas hasta su auto, seguido de una escandalosa Kagome desbordando carcajadas, una vez dentro ambos rieron a más no poder.
- Somos el mejor equipo de espías Kagome - gritó Inuyasha
- ¡Que tiemble Tom Cruise! - secundo Kagome
No dijeron nada más en el transcurso del viaje, Kagome no podia evitar sentirse flotar después de el pequeño juego de hace instantes, no recordaba cuando fue la última vez que rio hasta sentir dolor el estómago.
- Entonces… ¿donde vives? - preguntó sacandola de sus pensamientos
Kagome lo miró confundida ¿ de qué se habia perdido?
- Ya sabes, para que te pongas algo más cómodo que ropa de oficina y te refresques - explicó- no te preocupes que mi hambre aún puede esperar
Kagome asintió indecisa y le brindó su dirección, algo muy dentro de ella le gritaba que eso era un error
Inuyasha estacionó el auto frente a la dirección que la azabache le habia dado y se detuvo a mirarla, Kagome vivía en un barrio bastante peligroso, incluso él diria que vivia en el barrio más peligroso de la ciudad
- ¿Quieres pasar? - preguntó ella
Inuyasha la miró indeciso unos segundos, debatiendose mentalmente pero asintió, bajó del auto pidiendo e incluso suplicando internamente que este estuviera completo cuando salieran del lugar.
Inuyasha la siguió a paso lento, el jardín de la casa lucia cuidado, con una que otra flor, pero la fachada, parecía de una vivienda abandonada, tan solo la puerta de madera lucia tan acabada por el tiempo que temió por Kagome, temió por las noches que pasaba en ese lugar. Entrar a la vivienda le causo desazon ¿ Porqué vivia ahi?
-Puedes esperar aquí- dijo mientras lo miraba nerviosa - ¿gustas algo?
Inuyasha negó y acto seguido la vió desaparecer por el corto pasadizo . Se dedicó a inspeccionar la pequeña casa que lucía acogedora pese a su primera impresión, en un solo espacio se encontraba la sala y la cocina ¿Cómo lo hacía Kagome? Le dio un vistazo al televisor que estaba junto a los muebles que desde su perspectiva parecían más antiguos que Kaede y suspiró sintiendose un desgraciado por pensar aquellas cosas.
Kagome debió haberlo pasado mal viviendo ahí, pero aún así la casa no era lo que era por fuera, la fachada, era acogedora, a su modo, pero lo era.
Inuyasha se detuvo a ver las fotos que Kagome tenía en la vieja repisa encima del pequeño televisor y sonrió, una de ellas era con una mujer que deducía por el portarretrato de mejores amigas donde estaba, era su mejor amiga, otra de ellas era de un gato regordete que le pareció demasiado agradable y la última de ellas, era de Kagome con un pequeño niño en brazos ¿Quién sería ese pequeño?
Dio la vuelta sobre sí mismo e inspeccionó los pocos libros que tenía la azabache, todos eran clásicos románticos de literatura y algunos eran cuentos de Disney, lo que le pareció tierno, Inuyasha no pudo evitar pensar en su pequeña hermana.
- Disculpa la demora- pidió mientras se acercaba a él bastante nerviosa
Inuyasha negó y le sonrió, Kagome era simplemente hermosa, incluso sin tomarse el tiempo que muchas otras mujeres ocupaban para alistarse, ella con esos vaqueros azules y esa blusa blanca de tirantes opacaba a todas
- Estas hermosa - le dijo tranquilamente
Kagome se ruborizó y esquivó su mirada, ella no creía que luciera hermosa, sabia que eso era lo último que ella sería.
- ¿Estás lista? - le tendió su mano
Kagome asintió y aceptó el contacto, ambos salieron de la vivienda en silencio, Inuyasha sintió alivio al ver su precioso auto intacto, aunque jamás lo admitiría y mucho menos frente a ella. Abrió la puerta del copiloto y luego tomó asiento en su lugar, el viaje fue tranquilo, Inuyasha le dedicaba algunas sonrisas y ella esquivaba su mirada, lo que a Inuyasha le pareció bastante divertido.
Cuando llegaron al lugar Inuyasha le abrió la puerta del vehículo y la condujo hasta su mesa, tomándola por la cintura
- ¿Qué ordenarás? – preguntó entusiasmado una vez ya ubicados en su mesa
Kagome lo veía sin saber que decir, nunca habia estado en un lugar tan caro como ese, ni con tantas opciones en el menú. Se sentia asfixiada ¿como pagaría eso?
- No conozco la mitad de los platos que hay en esta carta – confesó con vergüenza
Inuyasha la miró tiernamente y le sonrió
-¿Quieres que te ayude? ¿O prefieres ir a otro lugar?
Kagome negó completamente avergonzada
- Creo que una ensalada estará bien - contestó sin levantar la vista
- ¿Segura? Deberías comer algo más - insistió
Ver a Inuyasha frente a ella ofreciéndole algo más que una ensalada la perturbó unos segundos, aquellas escenas inundaban su mente de nuevo, se maldijo internamente pero no pudo evitar verse envuelta en su pasado nuevamente
- Eres una cerda ¿y quieres tragar más? - gritó- ¡por eso te dejaré! mira lo gorda que te estás poniendo, me das asco
-Bankotsu, por favor, todos nos miran - suplicó
-¡Con más razón! debería darte vergüenza, cerda asquerosa, ya no entras ni siquiera en tus estúpidos y únicos jeans azules. Ya pareces una pordiosera, ni siquiera para lo que debe servir una mujer sirves
Las lágrimas se hicieron presente en sus ojos y lloró en silencio mientras lo veía devorar la hamburguesa doble y las papas a la francesa que había pedido
- Lo que sea en lo que estés pensando, es pasado ¿de acuerdo? - tomó su mano- ahora estamos aquí tu y yo, nadie más Kagome
Ella lo miró aturdida y volvió a la realidad
-Discúlpame, debo parecerte una loca – susurró completo avergonzada
- Nada de eso, me pareces una chica encantadora, dulce y muy hermosa – sonrió – ¿y sabes que más me pareces?
Kagome negó
- Una chica que adora comer muy bien ¿ me equivoco? - enarcó una ceja
Kagome sonrió y negó agradecida
La comida pasó sin más sobresaltos, salvo que Kagome le quitó la gran mayoría de papas fritas a Inuyasha y el fingía indignarse con cada pequeño robo de la azabache
- No puedo creer que nuestro desayuno hayan sido dos hamburguesas con papas - exclamó sonriendo
Kagome rio
- La mesera nos miró muy mal
Inuyasha rio ante la sinceridad de la azabache
- Esperaba que pidiéramos algo muy complicado, ya sabes algo con esos nombres extravagantes y no dos hamburguesas para cada uno - rio - ¿Quieres postre?
Los ojos azabaches se iluminaron profundamente lo que fascinó a Inuyasha
- ¡Pastel de chocolate!– dijeron al mismo tiempo
Inuyasha había adorado su pequeña salida con la azabache, Kagome después de ese incidente en verdad había reído y había disfrutado y él lo había visto en sus grandes ojos chocolate y eso lo hizo sentir en verdad feliz, el ojidorado ya había olvidado lo bien que se sentía divertirse así con alguien de su edad.
Ahora que la tenía frente a él en el pequeño sofá de su acogedora y pequeña casa, después de que ella insistiera en querer preparar ramen como almuerzo y en agradecimiento por el desayuno, se sintió afortunado por lo que le dió la vida, por la madre que le tocó, por su familia, incluso se sintió agradecido por Seshomaru, ver a Kagome tan desprotegida le retorcía por dentro, saber que estaba sola en esa casa, sola en la vida, le dolió.
Y no pudo evitar imaginar todas las posibilidades que pudieron existir para que ella se volviera una mujer tan insegura, no podía ni siquiera imaginar que la había orillado a ser una mujer que esperara un golpe como respuesta o mejor dicho no quería ni siquiera permitirse imaginarlo.
Verla charlar tan relajada y con las defensas abajo provocó que su corazón diera un vuelco, Kagome merecía reír, merecía no esperar un golpe como respuesta , merecía no estar inundada de dios sabe que recuerdos, merecía tantas cosas y le dolió que se hubiera resignado con tan poco.
- ¿Te estoy aburriendo? - preguntó temerosa
Inuyasha negó, ahí iba de nuevo su inseguridad
- Nada de lo que digas podría aburrirme - dijo mientras se encogia de hombros
Kagome sonrió
- Gracias por hoy Inuyasha- soltó de repente
- Gracias a ti Kagome – sonrió - El ramen estuvo delicioso, siento que no podré comer nada más, ando muy lleno
Kagome bajó la mirada sonrojada
- Kagome… quería preguntarte, vives aquí sola ¿verdad?
Kagome asintió
- ¿Y dónde viven tus padres? ¿Los visitas a menudo? Supongo que tu madre debe cocinar un ramen igual de delicioso que el tuyo
Kagome tensó su cuerpo e Inuyasha no tardó en reaccionar
- Oh, no lo sabía... perdón no debí preguntar
Kagome negó rápidamente
- Mi padre murió cuando yo tenía cinco y mi madre… - lo miró a los ojos – Pues a ella simplemente no le intereso, digamos que siempre estuvo más interesada en sus novios que en criarme
Inuyasha se quedó helado, sin saber que responder, tardó unos segundos en reaccionar pero ella se adelantó a él
- Gracias por compartir esto conmigo - susurró sin saber que decir
Kagome le sonrió sinceramente y asintió
- No debo quitarte más tiempo
Inuyasha entendió el mensaje y se sintió como un idiota, no debió preguntar nada, debió quedarse callado, debió solo hacerla reír, no debió hacer que sus hermosos ojos chocolates se opacaran de nuevo
- No lo haces Kagome - respondió- pero antes de irme, ¿puedes darme tú teléfono?
Kagome se sobresaltó pero obedeció, vio como Inuyasha digitaba su número en su viejo celular y no pudo evitar sentir el corazón acelerarse.
- Tienes grabado mi número en tu teléfono, si necesitas algo, si te ocurre algo, llámame por favor - pidió- No importa la hora, suelo dormir muy tarde
Kagome tomó su celular y lo acompañó hasta la salida, lo vio alejarse y suspiró, Inuyasha solo sentía pena por ella y lo acababa de demostrar, su jefe sentia lástima. Kagome sonrío ante ese pensamiento, ¿ que más podia sentir por ella? Recordó el rostro de Inuyasha al ver su casa y lloró en silencio, era lo mejor que pudo conseguir después de todo lo que sucedió, fue el único lugar que podia pagar y el que la habia mantenido lejos de él. Sabía lo deteriorada que estaba, lo horrible que eran sus muebles y lo pequeña y asfixiante que podia resultar vivir ahi pero aún así ella creia muy en el fondo que eso era justo lo que ella merecía, lo que ella valía.
Inuyasha sonrío al tomar a la pequeña en brazos, no existia poder en el mundo que pudiera alejarlos, adoraba su aroma, sus largas pestañas, sus mejillas sonrosadas y sus hermosos ojos dorados. Estaba seguro que era la criatura más hermosa que alguna vez piso el planeta tierra.
Sabía que podía quedarse horas mirándola dormir sobre su regazo y sentirse completo pero ahora solo sentía una pequeña opresión en el pecho, ver dormir a su pequeña hermana en sus piernas lo hacía pensar en Kagome, en los momentos que no tuvo, en la atencion que jamás le dieron, en los cuentos que nunca le contaron , en el amor que no le brindaron y algo dentro de él se revolvió ante ese pensamiento.
No quería siquiera pensar en que haría si la pequeña Sasha se viera obligada a vivir algo remotamente parecido.
- Por eso eres el favorito de tu hermana
Inuyasha sonrío sin desviar su vista de la pequeña
- Solo quisiera que permaneciera así todo el tiempo, poder cuidarla, ya sabes... protegerla
- ¿Sucedió algo cariño?
Inuyasha miró a su madre y agradeció tenerla junto a él. ¿Kagome habrá recibido alguna vez algun termino cariñoso por parte de su madre?
- Solo estoy agradecido de lo que tenemos - respondió mientras acariciaba a su hermana
- Inuyasha, cariño, puedes decirme lo que te sucede - lo miró dulcemente - ¿Kikyo esta bien?
La pequeña en sus brazos se revolvió y giró a ver a su madre
- No invoques brujas mami - exclamó molesta
Inuyasha negó divertido, y acarició los largos cabellos plateados de su pequeña hermana, sabía cuanto detestaba a Kikyo y aunque eso enervaba a su novia a él le parecía de lo más tierno del mundo
- Sasha, no llames asi a Kikyo - reprendió su madre
- Inu ¿te quedarás a dormir? - preguntó ignorandola
Inuyasha sabía que Sasha intentaba manipularlo como lo hacia desde que nació, abriría y cerraría sus grandes ojos y sonreiría con esa pequeña sonrisa a la que le faltaban cuatro dientes y el quedaría acabado y a su merced
- Ya es tarde hijo, creo que sería buena idea que te quedes con nosotros hoy, ya sabes que no me gusta que conduzcas por las noches
Inuyasha sonrió pero no atinó a responder ya que el sonido de su teléfono inundó todo el ambiente. Lo sacó de su abrigo y leyó la pantalla "desconocido" algo dentro de él se revolvió, le dió a su madre a Sasha y atendió
- ¿Diga? - su corazón latió precipitadamente
- Inuyasha, ayúdame por favor
La voz de Kagome retumbó en todo su cuerpo, estaba llorando, Kagome lloraba
- ¿Dónde estas?
- Es...Estoy ... escon.. escon... escondida detras del con...contenedor
- ¿Que contenedor? ¿ Que sucedió? ¿Estas bien?
- Dos cuadras... dos cuadras de casa...
Inuyasha tembló, ¿que demonios habia sucedido. La mirada de Sasha y su madre solo hicieron que acreciente su pánico.
Salio de la habitación como alma que lleva el diablo, escuchó los gritos de su madre tras de si pero corrió aún más fuerte. Por primera vez deseo que su casa fuera más pequeña, deseo que el cuarto de juegos este cerca de la puerta, deseo no vivir en una mansión, deseo ver a Kagome a salvo.
Inuyasha condujo como alma que llevaba el diablo, sentía muy dentro de él que algo malo había sucedido, intentó llamar mil veces más a la azabache pero solo lo mandaba a buzón, para él fueron los veinticinco minutos mas largos de camino, maldijo vivir tan lejos de ella, maldijo no haber arreglado su puerta antes de irse, maldijo haberla dejado sola.
Cuando llegó a casa de Kagome notó que la ventana de la cocina tenía la luz prendida, algo dentro de él le gritó no alegrarse por eso, buscó entre la oscuridad contenedores de basura sin éxito, buscó una y otra vez hasta que visualizó uno a tres casa de la de Kagome, no dudo en correr por ella, sin importarle el auto, la penumbra, sin importar que los putos faros de luz que se suponian debian alumbrar la calle parecian estar sin una puñetera luz.
Corrió hasta los malditos contenedores y el corazón se le detuvo en ese mismo instante, Kagome estaba tirada detrás de ellos, en un charco de su propia sangre, con la blusa blanca razgada, con el labio partido y el ojo izquierdo completamente hinchado.
Inuyasha creyo sentir el piso moverse, buscó por todos lados pero no había nadie ¿quien carajos podia hacer algo asi?
El ojidorado tembló al marcar el número de emergencias, tembló al dar su ubicación, tembló al decir su nombre y el nombre de Kagome y lloró al colgar la llamada. Lloró al inclinarse hasta ella y cerciorarse que la habian agregido tan salvajemente, lloró al ver su bluza cortada y los rastros de golpes en su pecho, lloró al notar la herida en el vientre que provocó el charco de sangre y lloró aun más al hacer presión sobre ella para que no muriera desangrada.
La espera detrás de esos contenedores se le hizo eterna, los 9 minutos que tardó la ambulancia fueron los más largos de su vida, los mas tortuosos. Verla yacer en el suelo lo hirió, sus mejillas rosadas estaban palidas, su rostro hinchado y la sangre luchaba por derramarse a pesar de la presión que él ejercía.
Inuyasha no atinó a reaccionar cuando escuchó como un hombre la llamaba, como le gritaba que era una perra y que debia dar la cara y no esconderse, solo pudo sentir el cuerpo arder pero no pudo hacer más, no cuando de él dependía la vida de Kagome, cuando debía permanecer a su lado para parar la hemorragia y no muriera en aquel lugar.
Inuyasha escuchó a lo lejos la ambulancia y los pasos del hombre huir deprisa, ver las luces chocar contra su cara y al paramédico tomar su lugar lo alivió, escuchar que ella tenía pulso, lo sacó de su trance
- Kagome, vas a estar bien ¿de acuerdo? Lo estaras - habló más para él que para si mismo
Inuyasha se quedó sin aire cuando por una fracción de segundo los ojos azabaches se posaron en los suyos
- vol...vio
