Verlo irse con esa mujer removió todo dentro de ella ¿Por qué quería llorar? ¿Por qué lloraba? Inuyasha se había ido con esa mujer, la había abrazado, la había besado. Se sintió tan estúpida al presenciar el espectáculo desde la primera fila ¿Pero qué podría hacer?
Acarició su vientre y retuvo las lágrimas, preguntarse a ella misma porque su vida había sido tan miserable no la sacaría de aquel lugar, preguntarse que hizo mal en la vida no borraría los ataques que sufrió, haber deseado conocer a Inuyasha antes no cambiaría el hecho que ahora ellos estén muy probablemente entregándose en la habitación contigua.
Se levantó de la cama pese a que hace instantes Inuyasha le había advertido que debía guardar reposo estrictamente, no supo si lo hizo porque quería lastimarse así misma o porque simplemente después de pasar varias semanas encadenada a una cama debido a su estado, su cuerpo se lo pedía a gritos.
Dar los primeros pasos fue un reto, parecía que sus piernas habían olvidado como soportar su peso, casi pudo jurar que caería de bruces al suelo pero no sucedió.
Dió pasos lentos y cortos hasta el gran espejo que tenía junto al armario de caoba, imaginar que esa habitación era la de Inuyasha le produjo un sin fin de sensaciones. En ese lugar Inuyasha había pasado sus momentos más intimos, se lo imaginó luego de una fiesta, luego de una ardua jornada laboral, luego de un intenso encuentro amoroso.
Desvió su vista hacia su reflejo, llevaba un gran camisón de seda blanca, que la cubría desde el cuello hasta sus talones, la tela le parecía tan hermosa, ocultaba tan bien su marchito cuerpo. Suspiró. No supo cuando ni como pero sus manos se deshicieron de aquella fina tela y la dejaron al descubierto.
Sus ojos se pasearon por cada parte de su piel, ahí estaba lo que siempre buscó ocultar, ahí estaba ella. Los ojos chocolates se posaron en sus senos, eran redondondos, firmes, quizás pudieron haber llegado a ser hermosos.
Con la yema de sus dedos delineó sus rosados pesones y luego muy despacio acarició su primera cicatriz. Estaba en su pecho izquierdo, justo debajo del pesón, parecía ser más grande de lo que recordaba.
Posar sus dedos sobre ella la hizo sentir un escalofrio, recordaba perfectamente como la obtuvo. Fue después de haberse negado a compartir lecho con él, la tomó por los hombros y le arrancó el vestido, recordaba el forcejeo y luego como él sacó aquella navaja brillante y oxidada, recordó el dolor y el calor de su sangre deslizarse por su vientre.
Sus ojos siguieron el camino de aquella cicatriz y encontraron una nueva, esta era más pequeña, fue de cuando le partió una costilla, esa no la recordaba con claridad, supuso que ya había pasado tanto tiempo que era normal perder de su memoria los detalles. El recorrido siguió y llegó a su nueva adquisición, las puñaladas en el vientre, rozar con sus dedos aquella herida cubierta con un trozo de esparadrapo le produjo náuseas ¿de qué tamaño sería la cicatriz esta vez? Suspiró. Paseó su vista por sus delgados brazos, debía agradecer que las fracturas no habían dejado tras de sí cicatrices si no sus largos brazos estarían completamente marcados.
El recorrido por su reflejo siguió, sabía que aunque no sollozara las lágrimas corrían por su rostro. Muy en el fondo de si, tenía la certeza de que la siguiente marca sería entre sus piernas. El corazón se le aceleró, desde que él la marcó ahí sintió desprecio por esa parte de su cuerpo más que ninguna otra. Aquella vez lo hizo con un trozo de vidrio, recordó que fue aterrador. Recordó que no la quizo llevar a urgencias a pesar de estar desangrandose.
No recordaba como llegó por ayuda médica pero si sabía que tuvo que llegar al hospital prácticamente a rastras, estuvo ingresada casi seis semanas, los médicos la miraban con lástima, ante sus ojos era una pobre y estúpida mujer maltratada más.
Recordaba con claridad el dolor de la cirugía de reconstrucción, recordó el dolor de la recuperación así como la recordó a ella.
El aire pareció haberse extinguido, volvía a revivir cada maldita sensación. Las yemas de sus dedos la acariciaron entre sus piernas y sin poder evitarlo su mente la transportó a aquella tarde.
Le había costado muchísimo hacer pis, agradecía de sobremanera que Sango la hubiera proveído de las cosas más básicas que necesitaba pero no podía seguir haciendo pis con una sonda, no más. Se levantó casi llorando del retrete debido al dolor , cuidando de no abrir los puntos que tenía y arrastrando a su paso el catéter que tenía. Se lavó las manos de manera casi automática, no podía dejar de pensar en lo que venía, lo había meditado las últimas dos semanas, sabía que la situación no podía seguir así, no era la primera vez que él la lastimaba, ya no podía más, este ataque había sido brutal.
Salió del baño a paso de tortuga sintiendo pequeñas punzadas de dolor entre sus piernas y entonces la vió, vió a su ginecóloga con un semblante bastante serio esperándola ¿es que acaso los policías ya no querrían tomar su declaración? ¿ ya no le creerían porque se negó a denunciarlo la primera vez que ellos llegaron?
El aire le empezó a faltar, estaba segura que se trataba de eso, ¡malditos policías! y ella que los vió tan amables.
- Kagome, necesitamos hablar - pidió la mujer girando a verla- Recuestate
La azabache casi corrió a la cama olvidando el dolor y los puntos que traía encima, algo en su interior le gritaba que se avecinaba una tormenta que arrasaría con ella
- Kagome haciendo los estudios de rutina descubrimos algo
- Me contagió de alguna enfermedad ¿verdad? ¿tengo vih? - el corazón parecía salir de su pecho
La doctora se sobresaltó y negó tratando de tranquilizarla
- Los estudios que te hicimos de ets, salieron negativos
- ¿Entonces? ¿Tengo una infección por la cirugía? ¿La operación resultó mal? - la angustia desbordaba en su voz
- No Kagome, estas embarazada, de 26 semanas - hizo una pausa - lo lamento tanto, ya no es posible interrumpirlo
El mundo se le vino encima, embarazada... estaba embarazada. Lo siguiente fue una montaña rusa de emociones, saber que a pesar de los ataques, de su anemia y su desnutrición estaba embarazada le hizo creer que aquello que llevaba en su vientre era un milagro.
Escuchar los latidos de su pequeño corazón fue toda una experiencia, ¿como podía dar vida? ¿ Cómo esa pequeña criatura latía conjuntamente con ella?, todo se sentía tan irreal y se volvió aún más difícil de creer cuando le dijeron que estaba en perfectas condiciones a pesar de los golpes, a pesar de que ella se encontraba desnutrida, su pequeña bebé se encontraba bien. No podía aún creer que sería madre de una niña, no pudo no imaginar a la pequeña en sus brazos, parecía que la vida al fin cambiaba para ella.
Salió de ese hospital renovada, con ganas de luchar por ella, con un miedo irracional a fallar pero segura de que aquella pequeña vida que cargaba dentro de ella solo conocería el amor, es por eso que decidió no denunciar a Bankotsu, ese sería el último acto de amor hacia él, hacia el padre de su hija.
Le dejó por escrito , le dijo que la relación se había terminado y que si volvía a buscarla no dudaría en denunciarlo. Con los pocos ahorros que mantuvo a salvo de Bankotsu pudo rentar un pequeño apartamento para ella y para su hija, para su pequeña Sasha, su pequeña guerrera.
La vida le había sonreído después de mucho tiempo, no había sabido nada de Bankotsu y eso la tenía tranquila, había conseguido un empleo que la ayudaba a mantenerse y recibía el apoyo y cariño de Sango, la madrina de su pequeña, ambas no habían podido dejar de fantasear con la pequeña, con su primera palabra, primeros pasos, su primer baile.
Ese día esperaba que llegara la cuna de su hija por lo que estaba muy perdida en su burbuja de felicidad, pero como siempre esta no duró mucho, quien estaba frente a ella no era el de los muebles, era Bankotsu.
Lo siguiente fue desgarrador, las pocas cosas que tenía en su pequeño apartamento salían volando mientras ella corría a esconderse al baño, protegiendo su ya abultada barriga de casi ocho meses, escuchaba los gritos furiosos de Bankotsu y sus amenazas de quitarle a su hija.
Ella solo se aferraba a su vientre mientras le escribia a Sango por ayuda
Bankotsu llegó hasta ella y lo demás fue muy borroso, intentó por todos los medios protegerla pero no pudo, no pudo a pesar de habérselo prometido. Él la pateó en su vientre hasta que la sangre subió hasta su garganta, tomó entre sus manos su cabeza y la estampó contra el suelo más veces de lo que ella recordaba.
Sabía que el único objetivo que lo había llevado hasta allí era matarla. La masacre siguió un poco más, ella solo recordaba haber puesto sus brazos para proteger a su hija, quien todavía se movía dentro de ella.
Su sangre esparcida por el blanco piso parecía tener como objetivo formar una piscina en su cuarto de baño.
Veía todo tan borroso, no supo porque pero el había dejado de golpearla, quizás supuso que había muerto. Lo vió irse del lugar empapado de su sangre y no pudo evitar sentirse aliviada, tomó con lo último que le quedaba de fuerza su vientre a manera de protección .
Sango no tardaría en llegar y por lo menos salvaría a su pequeña, intentó permanecer despierta, que el sueño no se la llevara pero perdió el conocimiento con la certeza de que Sasha ya no sé movía.
Kagome no pudo evitar sollozar al verse frente al espejo con el vientre plano, fue su culpa, la muerte de su hija sólo fue culpa suya si tan solo lo hubiera denunciado el no las hubiera atacado y ella ... ella ahora tendría a su pequeña.
Con los ojos enjugados en lágrimas se colocó el camisón y se volvió a ver su reflejo, ella merecía todo esto y más , desde que permitió que matarán a Sasha.
Sabía que después de saber que su hija murió y de enterrar su pequeño cuerpecito ella se autocastigo.
Se mudó a ese horrible vecindario, dejó de comer e incluso estuvo a punto de sumergirse en el mundo de las drogas y de la noche, si no hubiera sido por Sango, su pequeño hermano Kohaku y Tubsubaki ella estaría muerta.
- No llores
La pequeña voz le hizo dar un respingo en su sitio, Kagome giró a verla y sintió el corazón paralizarse , la pequeña que tenía en frente era hermosa, era la viva imagen de Inuyasha, salvo que ella llevaba el cabello plateado. Algo dentro de ella se deshizo.
- No llores princesa durmiente - volvió a pedir
Kagome asintió limpiando el rastro de sus lágrimas con su muñeca, la pequeña no tenía porque verla en ese estado. Estaba segura que era la hija pequeña de Inuyasha ¿ sería acaso hija de Inuyasha con aquella mujer?
- ¿Cómo te llamas princesa durmiente? - su vocecita inundó el ambiente
Kagome se colocó a su altura y le sonrió
- Soy Kagome y ¿tú?
- Yo me llamo Sasha
El corazón se le detuvo, aquello debía ser la broma más cruel que la vida le había hecho en su vida, no pudo evitar derramar algunas lágrimas ¿ Su Sasha hubiera sido así de hermosa?
- Mi hermano dice que yo me veo linda incluso llorando - llamó su atención- yo creo que tu también te vez linda llorando
Kagome le sonrió y la pequeña le devolvió la sonrisa
- ¿ Quién es tu hermano?
- Pues Inuyasha - contestó como si fuera lo más lógico del mundo - ¿Porqué llorabas?
- Tuve una pesadilla - respondió dulcemente
- Cuando tengo una pesadilla Inu siempre me cuenta un cuento ¿ Quieres que lo llame para que ya no llores?
Kagome sonrió ante el gesto de la pequeña y no pudo evitar pensar en su hija
- No, tu hermano está ocupado con su novia
- Esa bruja - respondió molesta - Pues si se estaban peleando
- ¿Peleando?
- Oye Kagome ¿ porque te llamas Kagome? - preguntó ignorandola
La azabache la miró confundida, jamás se había hecho esa pregunta
- Supongo que porque a mi madre le gustó ese nombre - se encogió de hombros - no lo sé
- Pues debes preguntarle , quiero saberlo - demandó
- Está bien - sonrió
- ¿Sabes por qué me llamo Sasha?
¿Que si lo sabía? Claro que si, había pasado muchas noches en vela buscando un nombre que significara algo, un nombre que le diera fuerza a su pequeña.
- No , no lo sé - mintió .
- Pues significa guerrera
Kagome fingió sorpresa, sabía que Sasha significaba guerrera así como también significaba protección.
- Debes ser una niña muy fuerte entonces
- ¡Pues si! Mi mami dice que soy más fuerte que mis hermanos cuando tenían mi edad es por eso que venía a cuidarte cuando estabas enferma
- Entonces debo agradecértelo- sonrió - ¿Podría darte un abrazo?
La pequeña no respondió, se arrojó a sus brazos de un brinco, le había dicho que le gustaba su voz, sus ojos chocolates y que sus rulos le parecían tan negros como el caballo que aparecía en la película del zorro que había visto hace dos días.
Kagome estaba perdida en la charla de la pequeña, mientras ella parloteaba se imaginaba con su pequeña hija y agradeció en silencio que la vida la dejara compartir momentos con una pequeña tan hermosa y dulce como la que tenía al lado jalando de sus rulos
- ¿Sabes que es lo que más me gusta?
Kagome negó y entonces comenzó la lista, los unicornios ocupaban el primer lugar pues por los dibujos que había visto de ellos había decido que eran lo más hermoso sobre la tierra y lo pensaría hasta que viera uno de verdad, le seguían los caballos y luego las mariposas, después los pandas y luego los perros, decía que ella era de perros y no de gatos.
- Pero ... ¿ Cómo sabes eso si nunca haz tenido un gatito?
- Solo lo sé - contestó como si lo que dijera Kagome fuera muy tonto
La lista siguió con más animales y luego comidas, colores, canciones y terminó con los cuentos de Disney
- ¿A ti te gustan? - preguntó mientras se estiraba a su lado
- Me gustan todos - confesó sonrojada
- Pero debes tener un favorito - hizo un puchero
- Pues no lo he pensado ¿ Qué opinas de Aladin?
Sasha la miró indecisa un par de segundos
- No es malo pero el genio es muy malo
- ¿Por qué lo dices?
- Porque no dejó que Aladin en su primer deseo pidiera tener deseos infinitos, eso es trampa
Kagome rio
- ¿ A ti cuál te gusta?
- Pues la Bella Durmiente - respondió haciendo ademanes con sus pequeñas manitas- creo que tu eres la versión pelinegra de la Bella Durmiente y mi hermano te ha despertado con un beso - la miró fijamente - ¿ verdad que si?
Todos los colores se subieron a su rostro
- No Sasha, tu hermano tiene novia
- Ella es la bruja del cuento solo que Inu no se ha dado cuenta a veces es muy tonto
Kagome rio ante el comentario de la pequeña
- Kagome tú si me agradas - dijo derrepente - Cuando te sientas triste te contaré un cuento , no te puedo leer uno porque aún no se
- Muchas gracias Sasha, eso es muy lindo de tu parte
- Eso es lo que hacen las princesas.
Estaba hirviendo del coraje, quien entendía a Kikyo , fue ella quien lo apoyó desde el principio, quien le dijo que no habia problema y ahora le exigia hechar a la calle a la azabache ¿que no veía su estado?
Tenía un fuerte dolor de cabeza, las discusiones con Kikyo siempre le producian lo mismo, grandes jaquecas.
Aún no podia creer como se habia largado de su casa diciendo que en un hotel estaria mucho mejor pues si se quedaba solo haría de enfermera de la azabache o de niñera de su peor enemiga. Eso último lo molestó a niveles estratosfericos, sabía que Sasha era algo difícil cuando se trataba de Kikyo pero jamás le permitiría a nadie hablar mal de su hermana.
Suspiró agotado y resignado , quizás eso hubiera sido lo mejor. Desvío la vista hacia el reloj empotrado que tenía en la pared y se maldijo, serian ya las 10: 30 de la noche y ni Sasha ni Kagome habían cenado.
Corrió escaleras arriba hacia la habitación de la pequeña pero no la encontró, la buscó por la sala, el jardín, el cuarto de juegos que instaló solo para ella y no habia rastro de la pequeña ojidorada. Comenzaba a asustarse, se dijo asi mismo que debía mantener la calma y buscar bien. Ella no podía desaparecer
La siguiente habitación que revisó fue la suya, mataría dos pájaros de un tiro, se aseguraría que Kagome estuviera bien y buscaría a Sasha.
La sorpresa se la llevó él, ambas se encontraban dormidas sobre su cama, Sasha dormía abrazada de Kagome y la azabache tenía acunada a su hermana. ¿Cuando pasó?
Se acercó de puntillas y las observó más de cerca, ambas se veian tan hermosas, tan ajenas a toda la mierda que se estuvieron tirando Kikyo y él en el recibidor. Acarició la mejilla de su hermana y ella arrugó la nariz, no sabía si debia separalas, se veían tan bien juntas que decidió no hacerlo. Cuando quizo dar media vuelta se topó con los ojos chocolates que lo obsevaban adormilados
- Perdón, yo solo queria cerciorarme que ella se encontraba bien - señaló a Sasha
Kagome asintió y se frotó un ojo con su muñeca
- Las dejaré descansar - dijo mientras daba media vuelta
Inuyasha paró en seco cuando sintió el agarre de Kagome
- ¿Podemos hablar? - dijo mientras hacia espacio en la cama - No puedo levantarme, la despertaré
Inuyasha asintió
- Quiero agradecerte por lo que hiciste por mi... sin conocerme
- No debes agradecer Kagome
- Si lo debo hacer Inuyasha, me diste un trabajo, la oportunidad de poder cambiar mi situación , fuiste por mi y me salvaste la vida - hizo una pequeña pausa - Todo eso sin conocerme y sin deberme nada , al contrario te debo tanto...
- No estas en deuda Kagome - dijo rápidamente
- Lo estoy, me has brindado tu casa, te has encargado de mi recuperación y todo eso sin esperar nada a cambio - tragó duro
Inuyasha la miró, Kagome se veía hermosa iluminada solo por la tenue luz de su lámpara de noche
- Gracias por todo lo que has venido haciendo por mi, prometo pagartelo. Gracias por no abandonarme
- No lo hice esperando que me lo pagarás Kagome - respondió serio - Sé que muchos no lo entenderán pero no podía abandonarte, no me preguntes el porqué pero no me arrepiento de estar a tu lado - la miró fijamente - Sé que nos hemos conocido hace muy poco, pero el tiempo no determina la intensidad de los sentimientos
Kagome sintió los ojos llenarse de lágrimas
- Sé que lo sabes, no me preguntes como pero lo sé
Inuyasha asintió y rehuyo sus ojos
- Sango me lo dijo, no sé los detalles pero sé lo suficiente
Kagome tragó duro
- Inuyasha - llamó
- ¿Si?
- ¿Fue lástima ?
Inuyasha la miró indignado y dejó escapar un suspiro cargado de frustración.
- ¿ Acaso no me has oído? No siento por ti lástima, pena, o compasión - respondió enojado- Quiero que te veas como yo lo hago, quiero que veas lo hermosa que eres, como irradias luz cuando sonríes- pidió viéndola a los ojos- Quiero que luches como esa noche y quiero que ese imbecil pague. Eres maravillosa Kagome y solo debes descubrirlo
Kagome sonrió sin fuerza pero emocionada
- Gracias
Inuyasha acarició su mejilla algo nervioso y Kagome cerró los ojos ante su contacto
- Sé que no hemos hablado demasiado desde que despertaste pero quiero que sepas que te quedarás en mi casa hasta que estés en condiciones de poder volver a ser tú
- Inuyasha ... - llamó
- No Kagome, esto no es negociable, no aceptaré un no como respuesta
- No...
- Ya te dije que no lo aceptaré
- No, no es eso yo... Inuyasha
Inuyasha la miró preocupado
- ¿Te duele algo? La enfermera ya ha limpiado tu herida, ¿necesitas que lo haga otra vez? ¿ O tal vez medicina para el dolor?
Kagome negó
- Yo... tengo hambre - dijo completamente roja
- Yo también - dijo Sasha abriendo un solo ojo
Inuyasha se quedó en blanco mirándolas, la tramposa de su hermana escuchó toda la conversación, si así era con cuatro años no quería imaginarse como seria cuando creciera. Centró su atención en ambas y estalló en carcajadas
- ¿Qué quieren comer? - preguntó resignado
- Pizza - respondieron ambas al unisono .
Y ahí estaba él frente al televisor mirando por enésima vez frozen, él ya se sabía cada canción y cada diálogo, solo esperaba que Sasha se quedara dormida a la mitad como siempre para no tener que ver lo que le seguía, el prefería terminar de ver la dichosa película cuando la rubia loca botaba de su iglu a la exagerada peliroja ¿Por qué lo torturaban así? .
Desvió la mirada hacia Kagome quien tenía abrazada a Sasha, ambas miraban emocionadas la pantalla que tenían en frente mientras terminaban su sexto pedazo de pizza.
Aún no comprendía como podían comer tanto, si no tomaba un pedazo se hubiera quedado sin su rebanada de pizza.
- Tú eres como Kristoff - dijo Sasha mirándolo
- ¿Así? - preguntó mientras la tomaba en brazos - ¿Por qué lo dices? - preguntó rozando su nariz con la de la pequeña
- Porque Kristoff corrío a buscar a Ana cuando ella se congeló, es lo mismo que hiciste tú cuando Kagome se puso enferma
Inuyasha le dió una mirada fugaz a Kagome y le sonrió a su hermana ¿ Quién era Kristoff?
- Pues si, eso es lo que hacen los amigos - respondió mientras la pequeña se acomodaba en sus piernas - Kagome y yo somos Ana y Kristoff
- Inuyasha... - llamó Kagome hecha un tomate
- ¡Lo sabía! ¡Te casaras con Kagome!
El rostro de Inuyasha fue todo un poema, las palabras de Sasha habían retumbado en su cerebro ¿de donde sacó eso? Veía los ojos resplandecientes de su hermana, estaba claramente ilusionada. Desvió su vista a Kagome quien estaba completamente roja
- ¿De donde sacas eso Sasha? - preguntó con el corazón latiendo a mil
- Tú lo dijiste, ustedes son como los de la película y ellos son esposos
Y justo en ese momento se sintió un tonto, si jamás se vio una boda en la película esa, debió ver con atención
- Sasha - llamó - Kagome y yo somos amigos, yo tengo novia ¿recuerdas?
Inuyasha se golpeó mentalmente al ver la reacción de la peliplata. Sasha infló las mejillas y lo miró furiosa, pudo ver el momento preciso en que sus pequeños soles se llenaron de lágrimas. Sabía que sólo su madre sería capaz de calmarla, no había forma que él lo logrará si la razón de su llanto era precisamente él. Intentó disculparse de mil formas, decirle que él seria lo que ella quisiera pero Sasha solo lloraba aún más fuerte.
No sabía que mas hacer, llamar a su madre sería preocuparla en vano pero debía hacerlo, Sasha ya estaba completamente roja y entregada al llanto .
Inuyasha no supo en que momento Kagome se habia levantado de su lugar y había alzado a la pequeña llorona en sus brazos, su primera reacción fue arrebatarsela, Kagome aún tenía la herida del vientre susceptible y Sasha odiaba que la carguen sin su consentimiento, no quería más drama.
Pero no pasó nada, Sasha se aferró al cuello de la azabache y escondió su rostro en su pecho mientras lloraba cada vez menos. Kagome la mecía suavemente y le daba ligeros golpecitos a su espalda mientras le tarearaba una especie de canción. No sabía cuanto habia pasado pero Sasha habia cesado ya el llanto y solo hipaba.
- ¿Nos encontramos mejor? - preguntó dulcemente Kagome sin dejar de mecerla
La pequeña con la cabeza aún escondida en su pecho asistió
- ¿Sasha? - llamó a su espalda
Inuyasha recibió la mirada rojiza de los pequeños ojos dorados, Sasha tenía la carita completamente roja
- ¿Vienes conmigo Sasha? - estiró sus brazos - Kagome aún no puede cargarte, debemos cuidarla ¿verdad?
Sasha se giró a ver a Kagome como inspeccionandola, no fue hasta que la azabache asintió que ella estiró sus manitas hasta él.
Sasha olía a lavanda, al igual que Kagome, la pequeña lo miró enfadada mientras sorbia su naricita completamente roja
- Perdóname - susurró a su oído - Yo puedo ser quien tú quieras pero no olvides lo que mamá te dijo
Sasha pestañeo varias veces y torció su boca
- ¿Pueden ser Ana y Kristoff solo hoy? - pidió mientras aguantaba las lágrimas
Kagome se acercó hasta Inuyasha y acarició la mejilla de la pequeña después de intercambiar miradas con Inuyasha
- Solo por esta noche - contestó su hermano.
Inuyasha y Kagome habían terminado de ver la película abrazados y con Sasha sentada en las piernas de ambos, sabían que la pequeña se había dormido hacía ya mucho rato pero no se quisieron mover utilizando la excusa de no despertar a la pequeña
- ¿Kagome?
La azabache hizo un sonido adormilada
- Gracias por calmar a Sasha
Kagome asintió mientras descansaba su cabeza en el hombro del ojidorado
- ¿Te duele la herida?
La azabache negó
- Inuyasha... - llamó adormilada - Quiero hacerlo... quiero denunciarlo - susurró
- Estaré contigo - respondió tomando su mano entre las suyas
- Gracias - balcuceó dejándose vencer por el sueño
Inuyasha les dió un último vistazo a sus dos acompañantes, Kagome dormía plácidamente mientras su cabeza reposaba en su hombro izquierdo, el olor a lavanda lo envolvía, mientras que Sasha dormía desparramada en su pecho. ¿Sentiría esto cuando formará su propia familia? Suspiró y deshecho la idea de llevar a ambas mujeres a sus respectivas camas. Mañana sería un día largo, sobretodo para Kagome, mañana comenzaría el final de Bankotsu.
