Había descubierto desde hace casi seis años que contemplarla era su pasatiempo favorito.
No podía dejar de emocionarse por cada rasgo, mueca, sonrisa, gesto o travesura que proviniera de ella.
Verla en ese tutu rosado lleno de brillos mientras estaba de puntillas intentanfo alcanzar el frasco de galletas del estante le parecía lo más entretenido del mundo.
- Deberías ayudarme papi - exclamó frustrada aun dándole la espalda mientras sus manitas buscaban llegar a su objetivo
Inuyasha no pudo no sonreír ante la pequeña protesta de su hija
- Creí haberte dicho que las galletas serían para después de la cena Moroha - regañó
La pequeña giro hacia su padre con las mejillas sonrojadas y un puchero propio de ella
- Pero papi - exclamó mientras cruzaba sus pequeños brazos - Aún falta mucho para eso - protestó frunciendo el ceño
Inuyasha arqueó la ceja. Moroha se parecía tanto a su madre, fruncia el ceño cuando estaba molesta al igual que Kagome , compartían la misma risa, la misma ingenuidad, el mismo brillo en los ojos, la misma calidez.
Inuyasha la tomó en brazos y restregó su pequeña nariz junto a la suya. Ese era su pequeño ritual desde que llegó a casa.
- ¿Qué te parece ayudarme a preparar la cena para que así el tiempo transcurra más rápido?
La pequeña dudó unos segundos y luego lo miró fijamente indecisa
- Papi - llamó - ¿Crees que mami despierte hoy?
La pregunta lo tomó por sorpresa. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para que la sonrisa no se borrara de su rostro.
- ¿Porqué lo preguntas cariño?- la sentó sobre la encimera de mármol de la cocina mientras acariciaba su mejilla y se contenía ante esos hermosos ojos chocolates
La pequeña alzó los hombros en respuesta al gesto de su padre y evitó mirarlo
- Es que ... - comenzó a balbucear - ... no quiero ir a la fiesta de cumpleaños si mami sigue durmiendo
La miró en silencio unos segundos mientras intuía la razón de la pequeña y se debatía mentalmente que camino tomar para que el golpe no sea tan fuerte
-¿Porqué Moroha?- soltó
La pequeña clavó sus grandes ojos chocolates cristalizados en los dorados de su padre y reflejo dolor
- Porque yo quiero que mami me cante y bese como tía Rin lo hace con Towa y Setsuna - dijo largandose a llorar mientras enrredaba sus pequeñas manitos en el cuello de su padre
Inuyasha sintió el pecho oprimirse mientras consolaba a su hija con leves palmadas en la espalda. Sabía que Moroha extrañaba a su madre cada que veía a Rin con las gemelas y pese a que Rin la achuchaba de la misma forma, no llenaba el vacío.
- Cariño - tomó su mentón - No creo que mami despierte mañana
El llanto de Moroha se intensificó ante el comentario de su padre.
¿Porqué su mami no despertaba? ¿Porqué no le hacía las coletas, porque no sabía cómo sonaba su voz, porque nunca había recibido un abrazo suyo?
-Sacaló amor - pidió mientras la tomaba en brazos y miraba escaleras arriba , donde se encontraba Kagome.
Cuando el doctor le dijo que Kagome podía no despertaría del coma, decidió esperarla, decidió que lo mejor sería que él y Moroha compartieran un espacio junto a ella, decidió que las visitas al hospital debían acabar, que tres años de visitas constantes a un cuarto blanco eran suficientes.
Decidió que su mujer viva junto a ellos, decidió que en cada amanecer agradecería a Dios por aún tenerla junto a ellos y que en cada anochecer pediría al cielo que su mujer despertase sin importar el tiempo que transcurra.
Siempre se preguntó si era la mejor desición para Moroha, no hubo día en que no se lo preguntara. Sabía que su hija iba a hurtadillas a ver a su madre, sabía que peinaba sus largos y ondeados cabellos azabaches mientras le pedía que abriera sus ojos y que la mirara por un instante.
Si debía ser sincero, muchas veces creyó que lo mejor era devolver a Kagome al hospital y esperar el llamado que tanto anhelaba, pero era incapaz de hacerlo.
Era incapaz de regresar del trabajo y no verla, era incapaz de no tenerla en medio de las noches, era incapaz de suprimir sus charlas nocturnas, era incapaz de abandonarla.
Y eso dolía, porque sabía que a medida que su pequeña creció , resentia la ausencia de su madre cada vez más, sabía de los sollozos al lado de su cama, de los ruegos a dios porque su madre despertara y eso le partía el corazón. Pero ¿que más podía hacer? ¿ buscar una figura materna? ¿llenar el vacío con otra mujer?
No podía, el corazón le pertenecía a esa azabache que yacia recostada en aquella habitación, su corazón se alborotaba aún con tan solo su recuerdo.
Siempre, siempre creyó que lo que ambos tuvieron fue más allá de esta vida, creía fervientemente que el amor que él le aguardaba había cruzado eras, desde su perspectiva no había otra forma de explicar ese anhelo y amor que se mantenían aún .
- Perdón... papi ... perdón, no debo llorar porque mami esta con nosotros
Vio los ojos llorosos de su pequeña y dejó escapar algunas lágrimas, recordaba muy dentro de él como se largó a llorar cuando él y Moroha llegaron a casa, recordó como maldijo a la vida, a Dios y al destino por su ausencia, recordó como se dejo morir cuando ambas estaban en el hospital, como lloró como un niño las primeras semanas de Moroha junto a él en casa, como se largó a llorar desconsolado cuando la pequeña tuvo sus primeros cólicos y él no sabía que hacer.
Y ahora tenía a su pequeña de casi seis años con los ojos ahogados en lágrimas pidiéndole perdón por llorar por su mami, le pedía perdón por llorar ¿lo pueden imaginar? Cuando ella tenía todo el derecho de sentirse así, cuando el mismo era un mar de lágrimas sin control.
Abrazó a su hija con fuerza y aspiró su aroma
... lavanda, el mismo que su madre.
- Moroha - llamó mientras levantaba ese pequeño mentón y lo hacía mirarlo- Claro que puedes llorar por extrañar a mami
La pequeña hizo amago de dolor
- Tú más que nadie tiene derecho a ponerse triste por que mami no está con nosotros
La pequeña negó entre lágrimas
- No papi - sollozó- Porque si yo lloro tu llorarás- lo miró con lágrimas cayendo por sus regordetas mejillas - Papi ya no llores - pidió entre llantos - Perdóname... papi...ya no lloraré por mami ... solo ...no llores
Inuyasha no pudo no abrazarla y mecerla entre sus brazos
- Tú no tienes porque pedir perdón Moroha - besó su frente- Tú eres lo más maravilloso que la vida me dio, nunca creas que eres la causante de ningún dolor - sonrió- Tú eres un rayito de sol, eres pura felicidad Moroha
La pequeña escondió su cabeza en el pecho de su padre
- Papi - balbuceo - ¿mami no despierta por mi culpa?
- ¡Claro que no! ¿Porqué dices eso?
- Es que duerme desde que la cigüeña me trajo, creo que mami no quiere verme
Inuyasha no pudo evitar reir y acariciar la melena de su hija
- Mami duerme porque tuvo un pequeño accidente y recupera fuerzas
Moroha torció la boca y lo miró resignada
- No quiero ir a la fiesta de cumpleaños
Inuyasha sonrió
- ¿Segura?
Moroha asintió
- ¿Cómo quiere pasar su sexto cumpleaños el amor de mi vida?
Moroha sonrió entre lagrimas
- !Montaña rusa y comida ninja! - dijeron ambos al unísono
Miraba impaciente el reloj, Inuyasha ya se había tardado más de 2 horas, los invitados comenzaban a impacientarse por que la pequeña cumpleañera no hacía su triunfal ingreso.
- ¿Sabes algo de tu hermano? - pregunto nerviosa
El aludido negó
- ¿Y si sucedió algo?
- Mamá creo que lo mejor es que te calmes - sugirió - No deben tardar- dijo tranquilamente
- Pero Seshomaru - replicó - Ya sabes que desde que Naraku esta libre no estoy tranquila
El aludido se tensó
-Por favor no menciones ese nombre - pidió - Todos estamos resguardados madre, ese hombre por más que haya escapado de la justicia no podrá acercarse a nosotros
- Cariño ese no es un buen tema , menos en el cumpleaños de mi nieta menor - intervino Toga acercándose a su mujer
- Lo sé, lo sé - lo miró- Solo que no logro tranquilizarme si no se de ustedes
- Voy a volver a llamarlo - dijo Seshomaru quitando importancia a lo dicho por su madre
- ¡Sasha! - llamó bastante angustiada
La aludida se acercó con los audífonos puestos y con una sonrisa de oreja a oreja
- Si mamá - respondió
- ¿ Cómo estás cariño? ¿Todo bien? ¿ Necesitas algo?
Roló los ojos dorados y negó
- Vale, esta bien cariño, no te alejes demasiado ¿ de acuerdo? - pidió - Quiero poder verte todo el tiempo
La ojidorada sonrió y asintió
- ¿Tu nerviosismo se debe a mi sobrina y mi hermano?
Izayoi la miró de pies a cabeza
- Pequeña traviesa- regañó- Tú sabías dónde estaban todo este tiempo
Sasha sonrió descaradamente
- Obvio
La ojidorada le mostró a su madre la pantalla de su celular, en el se reproducía un video donde salían Moroha e Inuyasha en una montaña rusa, gritando como dos locos sin control,mientras reían a carcajadas.
Moroha llevaba un lindo y esponjado vestido rojo, mientras su cabellera azabache era recogida en un gran lazo dorado.
Izayoi no pudo evitar sonreir, su pequeño reía como un niño chiquito al lado de su hija, mientras la montaña rusa se movía, él sonreía y tomaba a su hija con ambas manos.
Los ojos de Izayoi se llenaron de lágrimas, mientras su hija pasaba fotos de ambos, Inuyasha lucía tan feliz que eso recocijó su corazón y su pequeño rayo de luz lucía tan ajena al dolor.
-¿Qué pasa mujer? - pregunto Toga corriendo hacia ella al verla inundada en lágrimas
- Nuestro hijo hoy es feliz Toga - respondió con un hilo de voz mientras señalaba la pantalla del móvil de Sasha
El hombre vio lo que señalaba su mujer y los ojos se le llenaron de lágrimas
- Dejemos que celebren - carraspeó - Después de todo ese brillo en los ojos de nuestro hijo no es algo diario.
Izayoi asintió limpiándose el rastro de lágrimas
- Sasha - llamó - envía a mi móvil la foto donde ambos están comiendo ramen
Sasha sonrió
- Sabía que lo pedirías- dijo riendo
Izayoi sonrió ante su hija y luego se dirigió al escenario
- Queridos invitados...
La noche ya había caído cuando llegaron a casa, Moroha dormía en sus brazos miemtras el intentaba hacer malabares para abrir la puerta, había sido un tonto al haberle dado el día libre a todo el personal.
Sabía que al ser cerca de las 11 de la noche la enfermera que se encargaba de monitorear a Kagome debía estar ya acostada.
Cuando al fin logró abrir la puerta, la oscuridad lo recibió, tanteo en el medio del recibidor y caminó hasta la sala con su hija en brazos, un paso, tres, diez...
El pequeño reloj digital de la mesa de centro marcaba las 11:50 de la noche. Se dejó caer en el sofá que se encontraba al costado del pequeño reloj y suspiró.
Había sido un gran cumpleaños, Moroha se divirtió muchísimo, comió todo lo que pudo y le compró todo lo que quiso. Sonrió al acariciar a su pequeña hija .
La oscuridad lo llenaba de paz, dirigió su vista hacia el pequeño reloj 11:43
Faltaban pocos minutos para que el cumpleaños de Moroha acabará .
- ¿Inuyasha?
Sintió como el corazón se paralizaba. Como pudo y tratando de no despertar a la pequeña por miedo a tener una alucinacion otra vez encendió el interruptor de la luz y se quedó sin habla.
Ante sus ojos, sentada en la escalera, con lágrimas en los ojos y mirándolo directamente estaba ella, con el cabello azabache desordenado y la respiración acelerada
- ¿Kagome? - la voz salió por inercia
Sus ojos no lo podían creer, su sentido común le gritaba que era una alucinación, que se había quedado dormido de camino a casa, pero su corazón le gritaba que era verdad.
Dejó a Moroha recostada en el sofá y acortó lentamente pasos hasta ella
- ¿Eres tú?
La azabache asentía sin poder hablar ante el desborde de lágrimas , mientras tomaba su pecho como si doliera
- ¿Kagome?
Se arrodilló ante ella y temeroso tomó su rostro entre sus manos, aterrado a que pudiera evaporarse, aterrado a que pudiera despertar del sueño.
El contacto cálido con su rostro hizo que su corazón bombeara desesperadamente en su pecho.
Su mujer estaba con los ojos cerrados, sintiendo su caricia, mientras se tomaba del barandal de la escalera, aferrándose a ese momento
- Eres tú - soltó entre lágrimas
- Inuyasha - sollozó abriendo los ojos y sosteniendo su mirada - Eres tú ...al fin - dijo con dulzura mientras tomaba su mano
El roce de sus manos erizo su piel, se sentía tan real que le dolía.
- Dime que no eres un espíritu, dime que no te estas despidiendo- rogó desesperado- Dime que no encontraré tu cuerpo ahí arriba - pidió
Kagome negó entre lágrimas
- Soy yo - respondió como pudo- Soy yo , soy yo mi amor - dijo mientras tomaba su rostro
Inuyasha no pudo más y acortó distancia, se apoderó de sus labios, la besó como si no hubiera un mañana como si la vida se le fuera ahí mismo, como si el fin del mundo se acercara y fuera la última vez.
El beso fue salado, agridulce, lleno de dolor, de añoranza, de perdón, de anhelo, de promesa, de fidelidad, de compromiso.
- Te amo - soltó mientras miraba esos ojos chocolates que amó tanto - Te amo Kagome
La azabache sonrió y tomó su rostro entre sus manos
- Te amo - sollozo - Perdóname, perdóname por haber estado tanto tiempo fuera
Inuyasha se desencajó
- ¿Cómo sabes que estuviste mucho tiempo fuera? - pregunto temeroso
Kagome sonrió y con la vista señaló al pasillo donde se encontraba la enfermera que cuidaba de ella .
- Desde las 12 del día señor Taisho - dijo con una sonrisa
Inuyasha las miró a ambas
- El doctor vino a revisarme - lo calmó - mañana haremos todos los exámenes
-¿Porque no me lo dijeron?
Kagome no pudo responder porque fueron interrumpidos por una pequeña y dulce voz
- ¿Papi? - preguntó frotándose los ojos- Quiero dormir contigo...
La pequeña se quedó congelada al ver aquella escena
- ¿Es ella? - preguntó Kagome con dolor al ver los años perdidos
Inuyasha asintió
-Moroha es tu mami - le dijo a su hija quien tenía los ojos llenos de lágrimas
No hizo falta más, no hizo falta presentaciones, no hizo falta que Inuyasha la acercara a su madre. Moroha atravesó el espacio que las separaba y corrió a sus brazos
- Mami - llamo llorando - mami despertaste
Inuyasha se quebró al ver a su hija en brazos de su madre y al ver a una Kagome ahogada en llanto acariciando la melena de su pequeña
- ¡Mami te extrañe tanto!
- Moroha - llamo llorando - Eres tan hermosa, eres tal cual te soñé- acarició su mejilla- Perdóname Moroha
La pequeña negó entre lágrimas
- Gracias por darme el mejor regalo de cumpleaños
Inuyasha dirigió su vista al pequeño reloj digital 11: 59
- Feliz cumpleaños Moroha - dijo Kagome mientras la acusaba en sus brazos
